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EL HABITAR EN LA JIMENEZ CON SÉPTIMA, DE BOGOTÁ

HISTORIA, MEMORIA, CUERPO Y LUGAR

MARIO PERILLA PERILLA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


FACULTAD DE ARTES
ESCUELA DE ARQUITECTURA
MAESTRIA EN HÁBITAT
BOGOTÁ
2007
EL HABITAR EN LA JIMENEZ CON SÉPTIMA, DE BOGOTÁ
HISTORIA, MEMORIA, CUERPO Y LUGAR

MARIO PERILLA PERILLA

Código 03-399041

Trabajo de grado presentado para optar al título de Magíster en Hábitat

Dirigido por:
BEATRIZ GARCÍA MORENO
Arquitecta. Phd.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


FACULTAD DE ARTES
ESCUELA DE ARQUITECTURA
MAESTRIA EN HÁBITAT
Bogotá, 2007

2
FORMATO ÚNICO PARA ENTREGA DE LOS TRABAJOS DE GRADO

TÍTULO EN ESPAÑOL:
El habitar en la Jiménez con Séptima de Bogotá. historia, memoria, cuerpo y lugar.

TÍTULO EN INGLÉS:
Living in the Jiménez Avenue with Seventh Street of Bogota. History, memory, body and
place.

RESUMEN EN ESPAÑOL:
El documento analiza el hábitat como resultado de la interacción cuerpo y lugar en ámbitos
de la corporeidad, entendida como la construcción de sistemas de adhesión, cohesión,
pertenencia o rechazo. Asimismo se aborda la construcción del tapiz que constituye el
habitar en un espacio significativo de Bogotá, el cruce de la Avenida Jiménez con Carrera
Séptima en los diversos períodos históricos desde el nacimiento de la ciudad hasta hoy,
integrando la memoria y la cotidianidad como aspectos inherentes a las vivencias del lugar.
Es así como el estudio asume el cuerpo desde su vinculación con el entorno que le rodea, en
terrenos de la percepción, donde desde los sentidos se concreta la experiencia y la
apropiación configurando el significado del lugar. Una segunda instancia la constituye la
corporeidad y así la proyección hacia el Otro, en el espacio público, la calle, contempla la
alteridad y la proxemia como aristas de la sociología que impactan el estudio de las
prácticas cotidianas del habitar. Se han abordado fuentes históricas, de narración, crónica y
literatura en la novela urbana y nueva novela histórica como recurso de soporte que permite
delinear de manera vívida la experiencialidad del habitar en cada momento histórico
planteado. El hábitat así constituye la trama que, con el soporte de los espacios físicos
resultantes de procesos socioculturales, configura los territorios tanto físicos como
simbólicos e ideales que definen y caracterizan el lugar.

TRADUCCIÓN DEL RESUMEN AL INGLES.


The document analyzes the habitat as resulting from the interaction body and place in
scopes of the corporality, understood like the construction of systems of adhesion,
cohesion, property or rejection. Also the construction of the carpet is approached that
constitutes living in a significant space of Bogota, the crossing of the Jiménez Avenue with
Seventh Street in the diverse historical periods from him birth of the city to today,
integrating the memory and the quotidian like inherent aspects to the experiences of the
place. It is as well as the study assumes the body from its entailment with the surroundings
that surround to him, in lands of the perception, where from the senses it takes shape the
experience and the appropriation forming the meaning of the place. One second instance
constitutes the corporality and thus the projection towards the Other, in the public space,
the street, contemplates to the proximity like edges of sociology that hit the study of the
daily practices of living. Historical sources are had boarded, of narration, chronicle and
Literature in the urban novel and new historical novel like support resource that allows to

3
delineate of vivid way the experiencialidad of living at every raised historical moment. The
habitat thus it constitutes the plot that, with the support of the resulting physical spaces of
sociocultural processes, forms the physical territories as much as symbolic and ideal that
they define and they characterize the place.

DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES EN ESPAÑOL:


Habitar, cotidianidad, corporeidad, memoria.

TRADUCCIÓN AL INGLÉS DE LOS DESCRIPTORES:


Living, quotidian, corporality, memory.

FIRMA DE LA DIRECTORA:________________________________________________
Arq. Phd. BEATRIZ GARCIA MORENO

AUTOR: MARIO PERILLA PERILLA. 1956.

4
Nota de aceptación:

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______________________________________

______________________________________
Firma del presidente del jurado

______________________________________
Firma del jurado

______________________________________
Firma del jurado

Bogotá, febrero de 2007

5
AGRADECIMIENTOS

Expreso mi más sincero agradecimiento a los diferentes profesores de la Maestría:


MERCEDES CASTILLO, ALEGRÍA RAMÍREZ, CÉSAR RODRÍGUEZ, JORGE
SÁNCHEZ y CARLOS MARIO YORI, quienes me han aportado las herramientas para
poder llevar a cabo el estudio.

A la profesora, socióloga Magíster en Historia, CECILIA HENRIQUEZ, de manera


significativa por la constante asesoría e interés permanente desde el esbozo de la idea.

A la arquitecta, Phd. BEATRIZ GARCÍA MORENO, por las acertadas observaciones en la


dirección de la tesis.

A los coordinadores de la Maestría, CLARA EUGENIA SÁNCHEZ Y CARLOS


TORRES.

A los lectores MARÍA DEL PILAR CUELLAR, CECILIA HENRÍQUEZ, WALTER


LÓPEZ y JUAN CARLOS PERGOLIS, por sus valiosos comentarios y aportes.

A mis estudiantes NIDIA BOHÓRQUEZ BOJACÀ, JENNY PAOLA HURTADO, JHON


ANDERSON GALEANO LÓPEZ y CAMILO ANDRES MENDOZA, estudiantes del
Programa de Administración y Construcción Arquitectónica, de la Universidad Colegio
Mayor de Cundinamarca, quienes me colaboraron en labores de trabajo de campo,
específicamente en realización de entrevistas, y tabulación de información.

6
CONTENIDO

Pág.
LISTA DE FIGURAS 8

INTRODUCCIÓN 11

1 EL CRUCE COLONIAL 28

1.1. EL TERRITORIO 28
1.1.1 EL RÍO VIRACACHA O SAN FRANCISCO 36
1.1.2 LA PLAZA DE LAS YERBAS 40
1.1.3 LA CALLE REAL 46
1.2 EL CUERPO Y EL HABITAR EN EL CRUCE COLONIAL 47

2 EL CRUCE REPUBLICANO 54

2.1 EL TERRITORIO 55
2.1.1 EL RÍO SAN FRANCISCO 61
2.1.2 EL PARQUE SANTANDER 65
2.1.3 LA CALLE REAL DEL COMERCIO 67
2.2 EL CUERPO Y EL HABITAR EN EL CRUCE REPUBLICANO 70

3 EL CRUCE MODERNO 83

3.1 EL TERRITORIO 86
3.1.1 DEL RÍO SAN FRANCISCO A LA AVENIDA JIMÉNEZ 102
3.1.2 DE LA CALLE REAL DEL COMERCIO A LA CARRERA SÉPTIMA 114
3.2 EL CUERPO Y EL HABITAR EN EL CRUCE MODERNO 119

4 El CRUCE CONTEMPORÁNEO 127

4.1 EL TERRITORIO 128


4.1.1 DE LA AVENIDA JIMÉNEZ AL EJE AMBIENTAL 129
4.1.2 LA CARRERA SÉPTIMA 133
4.2 EL CUERPO Y EL HABITAR EN EL CRUCE CONTEMPORÁNEO 134

5 CONCLUSIONES 162
BIBLIOGRAFÍA 166

7
LISTA DE FIGURAS

Pág.

Figura 1. Plano de Santafé de Bogotá y su red comunicacional. 1797. 29

Figura 2. Plano de Santafé de Bogotá en la fecha de su fundación 29

Figura 3. Vista de Santafé de Bogotá. Joseph Aparicio Morata. 1772. 37

Figura 4. Vista del Convento e iglesia de San Francisco 37

Figura 5. Puente de San Francisco. 1885 41

Figura 6. Vista de la orilla sur del Río San Francisco 41

Figura 7. Plazuela de San Francisco, en 1849. Detalle 43

Figura 8.Llegada de un obispo a la ciudad 43

Figura 9. Escena de mercado en la Colonia 50

Figura 10. Procesión de Viernes Santo en la Calle Real.1835 50

Figura 11. Plano de Bogotá.1830 59

Figura 12. Ocupación espacial en el cruce de la Calle de los Carneros con 59


Calle Real. 1895
Figura 13. Vista hacia occidente del puente de San Francisco en 1915 62

Figura 14. Vista hacia oriente, desde el puente de San Francisco. 1910 62

Figura 15. Palacio de San Francisco o de la Gobernación, al lado de la iglesia de San 66


Francisco
Figura 16. Representación romántica del Parque Santander 66

Figura 17. Vista de la Calle Real del Comercio, a fines del siglo XIX, desde el 69
puente de San Francisco

8
Figura 18. Vista de la Calle Real. Al fondo la torre de la iglesia de San Francisco. 69
1890
Figura 19. Edificio del Pasaje Rufino Cuervo. Fachada sobre la Calle de los 75
Carneros. 1914
Figura 20. Procesión del Corpus, frente al Pasaje Rufino, sobre el Camellón de los 75
Carneros. 1914
Figura 21. Caricatura que muestra el cruce de la Calle Real del Comercio, con La 77
Calle de los Carneros. 1917
Figura 22. Esquina de la Avenida Jiménez con Calle Real del Comercio. 1910 77

Figura 23. Crecimiento de Bogotá. 1952-1992. 84

Figura 24. Ocupación espacial en el cruce. 1950-1996. 84

Figura 25. Plano del centro de Bogotá después del 9 de abril 89

Figura 26. La Gobernación de Cundinamarca luego de los hechos del 9 de abril de 89


1948.
Figura 27. Tres aspectos de la conmemoración del 9 de abril. 2004 92

Figura 28. Pasaje Santafé y edificaciones aledañas, sobre la avenida Jiménez. 1938 100

Figura 29. Vista del Pasaje Santafé y Edificio de El Tiempo. 1938 100

Figura 30. Plumilla que muestra los procesos de ampliación de la avenida Jiménez. 105

Figura 31. Canalización del río San Francisco. 1920. 105

Figura 32. Panorámica de la ampliación de la Avenida Jiménez. 107

Figura 33. Caricatura que representa los cambios por la construcción de la Avenida 107
Jiménez.
Figura 34. La Avenida Jiménez en 1950. 110

Figura 35. El Banco de la República. 110

Figura 36. El Hotel Granada. Vista desde la Avenida Jiménez. 112

9
Figura 37. El Hotel Granada. Vista desde el norte, sobre la Avenida de la República. 112

Figura 38. La Calle Real del Comercio en 1945. 116

Figura 39. La Calle Real del Comercio en 1947. 116

Figura 40. Tranvía atestado, en la Jiménez con Séptima. 121

Figura 41. La Avenida Jiménez en 1950. 121

Figura 42. Muchedumbre al mediodía en la Calle del Comercio. 126

Figura 43. La Cigarra. Café de tertulia en la esquina de la Portería con Calle del 126
Comercio.
Figura 44. Contrastes en el cruce. 130

Figura 45. Vista de la estación Museo del oro, de Transmilenio. 132

Figura 46. Aspectos de acciones tendientes a recuperar memoria urbana. 132

Figura 47. Dos aspectos del territorio de los esmeralderos frente al edificio H. Faux. 136

Figura 48. Escenas urbanas en el cruce. 141

Figura 49. La ciudad del espectáculo, en el cruce, un domingo. 143

Figura 50. Avisos en postes del cruce. 146

Figura 51. Carteles e iconografía en el cruce. 149

Figura 52. Representaciones gráficas de las cuatro esquinas. 153

Figura 53. Representaciones gráficas del cruce. 156

Figura 54. Dos representaciones gráficas del cruce. 158

Figura 55. El lugar en las fotografías del álbum familiar. 161

10
INTRODUCCIÓN

¿Cual es la confluencia de las lógicas del habitar en el cruce de La Jiménez con Séptima en
Bogotá?. Esta pregunta constituye el punto de partida para el estudio que se presenta y,
lleva a la reflexión sobre la relación entre el habitar y el lugar, siendo este un espacio
público representativo.

Si bien existen estudios desde la historia, la arquitectura y el urbanismo sobre el lugar


propuesto, estos se han inscrito desde los campos disciplinares específicos, donde la ciudad
física es la protagonista en estos análisis. Asimismo en una perspectiva de escala, la
mayoría de documentos se aproximan a manifestaciones generales a nivel de ciudad, siendo
los estudios puntuales restringidos para asentamientos periféricos o de factura popular
aledaños al centro mismo de la ciudad. Por otra parte, algunos estudios se han orientado al
espacio público abierto, la plaza o parque, con lo cual la calle, en este caso el cruce de las
calles ha quedado en un lugar de poca reflexión.

Este estudio pretende aportar otra mirada hacia la ciudad, específicamente a su centro, a
partir de la consideración del cruce específico como rizoma, entendido como conexión,
heterogeneidad, multiplicidad y en su particularidad de espacio conectable, alterable y
susceptible de modificarse. Desde la propuesta de la complejidad, de Deleuze y Guattari, el
rizoma no solamente relaciona los aspectos netamente físico espaciales, sino que integra
como mezcla la experiencia y la practica del habitar en los lugares. El lugar de estudio, si
bien es un cruce específico, no se mira cerrado en sí mismo, sino desde una caracterización
donde se observan los principios rizomáticos. Existencia de conexión y heterogeneidad,
donde cualquier punto se conecta con cualquier otro, la multiplicidad, como esencia del
lugar dinámico, cambiante, transformado, presencia de ruptura asignificante, explicado
como la idea de que un rizoma puede ser roto o interrumpido en cualquier parte, pero
siempre recomienza en cualquier sentido, en este principio los autores aluden a la
desterritorialización y reterritorialización como evidencias del mismo, y el principio de

11
cartografía, donde se distingue el mapa del calco, con lo cual si bien existen relaciones de
similitud con modelos preexistentes, el mapa logrado es original y no simplemente calco y
es abierto, conectable y susceptible de modificarse, tal cual es la ciudad, Asimismo los
autores reflexionan sobre la levedad del rizoma al decir: “un rizoma no empieza ni acaba,
siempre está en el medio, entre las cosas, Inter.-ser, intermezzzo”1.

Esta visión está enfocada desde la relación entre el ser humano y el entorno, manifestada en
las prácticas culturales, con lo cual el habitar se constituye en la manera en que la vida se
expresa en un lugar. Como punto central en torno a la conceptualización del habitar se toma
la propuesta de Michel de Certeau, para quien el habitar es la práctica cotidiana que se
manifiesta en el espacio público, la calle, donde los comportamientos, señales y actitudes,
tales como la indumentaria, los gestos, los patrones, los lenguajes o los ritmos son signos de
representación de la escena de lo público.

Desde esta premisa, se propone construir la idea de configuración del lugar, donde, en la
experiencia del mismo, una primera instancia está constituida por el individuo, quien a
través de los sentidos percibe el entorno y en segundo lugar desde la corporeidad, como
ciencia de la expresión hacia el Otro.

El centro de la ciudad, Bogotá, que antes de la modernidad constituyó la ciudad en sí,


conlleva en su morfología y sus practicas cotidianas una serie de manifestaciones que de
manera directa impactan el cruce de la Jiménez con Séptima, punto central de la cruz que se
constituye como nodo del antiguo centro tradicional. Teniendo en cuenta su carácter
primigenio, es el lugar que conlleva altos grados de significación, por ser texto de memoria
histórica que evidencia las huellas de las diferentes intervenciones que lo han transformado

1
DELEUZE, Gilles. Guattari, Félix. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-textos. Valencia. 1988. p.
29. En la introducción, los autores referencian las características que atribuyen al concepto rizom, las cuales
se relacionan con la raíz, como elemento que crece sin orden pero con firmeza. Sobre el hábitat dicen. “las
madrigueras lo son en todas sus funciones de hábitat, de provisión, de desplazamiento, de guarida y de
ruptura” p. 12. .

12
desde la fundación de la ciudad. Henrí Lefebvre manifiesta como los centros de las
ciudades con sus monumentos, los espacios de encuentro y las múltiples actividades
relacionadas con aspectos tanto prácticos como sensibles apoyan el imaginario de sus
habitantes y constituyen el lugar privilegiado por la alta carga significativa de sus calles,
esquinas, edificios y monumentos2. Por otra parte, dada su heterogeneidad, el centro hoy se
constituye en lugar para la experiencialidad en torno a la ensoñación, entendida esta como
la manera en que la gente puede “tejer velos de fantasía en medio de la multitud”, como
manifiesta Marhall Berman3. Por otro lado, el carácter comercial del centro, que lo ha
convertido en una gran vitrina además de espacio escenográfico, se magnifica en la
modernidad con la carga experiencial que significa navegar entre objetos, automóviles,
vitrinas, escaparates, música, ruido, luces, y miles de símbolos, así como personas. A las
marcas territoriales conformadas en el pasado se suman las imaginerías publicitarias
soportes del consumo como práctica que regula gran parte de la experiencia de la
cotidianidad hoy. El consumo así, se constituye en la manera en que el mundo occidental
actual ritualiza su existencia cotidiana y el centro de la ciudad participa de esa ritualización
con un consumo no solamente de objetos materiales sino de lo simbólico, como afirma
García Canclini: “son lugares efervescentes de imágenes discontinuas, con mezclas de
músicas y relatos diversos diáfanos sobre el fondo denso externo”4.

Es así como el sitio de estudio propuesto, el cruce de la Avenida Jiménez con Carrera
Séptima, en Bogotá, se ha constituido en un lugar de valor nacional desde un carácter
histórico y simbólico. Asimismo configura un lugar importante en la memoria de los
bogotanos y como referente para los colombianos y algunos extranjeros. El lugar, con su
carga histórica es el escenario donde la memoria hace presencia y, es aspecto importante en
las practicas cotidianas del habitar.

2
LEFEBVRE, Henri. Vida cotidiana en el mundo moderno. Alianza Editorial. Madrid. 1972. p.155.
3
BERMAN, Marhall. Todo lo sólido se desvanece en el aire. Siglo Veintiuno editores. México. 1988. p. 152.
4
GARCÍA Canclini, Néstor. Consumidores y ciudadanos. Conflictos culturales de la globalización. Editorial
Grijalbo. México. 1995. p.101.

13
METODOLOGÍA
En el desarrollo de la propuesta, la metodología se ha orientado hacia la interpretación y
descripción de los fenómenos planteados en un ámbito cronológico donde se asume la
periodización histórica, teniendo en cuenta que la construcción de significados hacia un sito
está permeada por la relación entre el lugar físico y el simbólico, donde desde el pasado se
van construyendo memorias que se proyectan y con emergencias paulatinas constituyen una
urdimbre de significados, esencia de la cultura. Es así como el cruce de la Jiménez con
Séptima, en Bogotá, se caracteriza por ser un lugar donde la metamorfosis es evidente y el
estudio de la historia del lugar es imprescindible para llegar a su valor como lugar
significativo.

HISTORIA
Al analizar la memoria del lugar, desde los órdenes físico y simbólico, se plantean cuatro
etapas que permiten hacer recorridos de consolidación en la construcción del lugar como
significado y que constituyen los cuatro capítulos estructurados. En primer lugar se tiene la
Colonia como momento que, desde la fundación, idealiza en planos un territorio no real.
En la implantación, el mundo topográfico será límite y frontera: al oriente los cerros, al sur
el río San Agustín y al norte el río San Francisco. La consolidación del plano fundacional,
en la ciudad real, llegará lentamente hasta el lugar de estudio, con los albores del cruce en
los territorios físico y simbólico, con lo cual se configura el Cruce Colonial.

En una segunda instancia se propone un período, que desde los historiadores simplemente
se ubica como Siglo XIX, y que comprende desde la independencia hasta inicios del siglo
XX. Es un período marcado por la consolidación de un nuevo sistema de gobierno
caracterizado por el establecimiento en las distintas constituciones de una serie de
principios básicos, que responden al tipo de organización política de carácter republicano,
basado en la democracia y la elección periódica de presidentes. Si bien el siglo XIX se
caracteriza por la heterogeneidad en términos de lenguajes y modelos arquitectónicos
constituye un referente marcado por la situación política y su impacto en la vida social y

14
cultural. Ángel Rama denomina a la ciudad de este período como la ciudad burguesa, con
lo cual signa un carácter social, cultural y económico, que se evidenciará en el lugar de
estudio. A su vez, Germán Mejía llamará a este período como los años del cambio, con lo
cual tambien se da cuenta de las grandes transformaciones que marcarán de manera
significativa la vida de los habitantes de la ciudad. Para una mayor identificación y su
relación con el lugar de estudio se denomina a este período como Republicano y el capítulo
que lo comprende como el Cruce Republicano.

Un tercer momento en la vida de la ciudad lo constituye la irrupción de la modernidad.


Indudablemente, la apertura hacia la economía internacional, así como a las tendencias
arquitectónicas y urbanas europeas y norteamericanas, harán mella en el centro de Bogotá e
imprimirán su sello en el lugar. La vida de una ciudad cosmopolita, producto de la
modernidad, donde el comercio será su rasgo más evidente, constituye lo que se denomina
el Cruce Moderno. Dado que se da una lenta transición entre el período precedente y éste,
se propone un primer momento o Primera Modernidad, como sugiere Silvia Arango5, quien
sitúa esta manifestación entre 1930 y 1946. Luego se presenta una consolidación de las
influencias conocidas como Internacionales, las cuales prácticamente llegarán hasta
mediados de los años setenta del siglo XX. En el ámbito nacional será un período en el cual
la violencia hará irrupción y, como punto culminante, el magnicidio del 9 de abril será uno
de los detonantes que abrirá la entrada de la modernidad al centro de Bogotá, y en
particular al cruce de estudio. Este momento se verán drásticas modificaciones en el perfil
urbano del centro de la ciudad y en la vida cotidiana en el lugar con períodos de
decadencia y abandono generando un lugar caótico, peligroso y congestionado.

Para finalizar, se presenta como último eslabón del recorrido histórico la


contemporaneidad, comprendida ésta en términos cronológicos desde mediados de los

5
ARANGO, Silvia. Arquitectura de la Primera Modernidad en Bogotá. Universidad Nacional de Colombia.
Fondo de promoción de la Cultura. Bogotá. 1996. p. 12. En este primer momento se genera según la autora la
idea de modernidad en el país, desde la arquitectura.

15
años setenta hasta hoy y se caracterizan por la recuperación de memoria urbana, rescate
ambiental, búsqueda de prevalencia del individuo en los espacios públicos en la
configuración de tránsitos peatonales y apertura de espacios públicos. Asimismo se
relaciona con la tendencia creciente de gestión y venta de imagen de la ciudad donde los
espacios centrales de carácter histórico son relevantes en este proceso. De igual manera, el
centro de la ciudad se potencia con vinculación de actividades heterogéneas donde la
diversidad es mostrada como característica positiva. Es así como la irrupción de la
globalización, donde la imagen, la movilidad y la conformación de multerritorios de
diversidad serán aspectos que se suman a los conformados en los períodos anteriores y
caracterizan el Cruce Contemporáneo.

Cada capítulo está estructurado de acuerdo a las variables planteadas anteriormente y se


compone de dos apartados claramente definidos: el primero lo constituye el análisis del
territorio, donde el concepto de rizoma planteado atrás se asume y se presentan los aspectos
tanto de orden físico como simbólico que se manifiestan en los elementos tanto urbanos
como arquitectónicos próximos e influyentes al cruce. En una segunda instancia se presenta
el análisis del cuerpo y su relación con el habitar en cada período histórico planteado.

EL TERRITORIO
Así se tiene en primer lugar una aproximación al territorio, desde la contextualización socio
cultural que a partir de procesos políticos y económicos va construyendo la ciudad tanto
física como simbólica. Desde dinámicas de ciudad, con la correspondiente relación con el
país y el mundo, se llega al centro y al cruce de estudio. En el desenvolvimiento del
territorio se plantean revisiones históricas de los elementos urbanos determinantes en la
configuración del habitar en el lugar. Así, por ejemplo en la Colonia se tienen el río
Viracachá o San Francisco, la Plaza de las Yerbas, y la Calle Real, mientras que en el cruce
moderno se plantean la Avenida Jiménez, el parque Santander y la Carrera Séptima. Estos
serán los conectores que permiten un acercamiento a la evolución del espacio público y su
impacto en la cotidianidad del habitar.

16
El territorio, de otro lado, se asume desde un ámbito amplio, donde en el espacio físico
confluyen y se manifiestan procesos socio-culturales. Así el ámbito de lo espacial se
interrelaciona con las dinámicas de la sociedad en cada momento histórico planteado. El
territorio se percibe en conexiones escalares donde ciudad, centro y calle construyen
relaciones con el cruce de estudio como territorio.

Así, la ciudad es vista como lugar de evocación, sensación, movimiento e imagen, como
aspectos que han signado su desenvolvimiento y que se relacionan directamente con la
experiencia de la cotidianidad en su habitar. Como lugar de la evocación constituye una
mirada no solamente como soporte físico, sino como lugar donde se manifiesta la esencia
del existir, en el cual afectos, emociones, temores, sueños y recuerdos permean la vida
cotidiana. Tal como dice Kronfly: “Evocar no es pues, sólo recordar a manera de
pasatiempo o simple ejercicio de memoria nostálgica. Es ante todo darle fundamento al
sujeto, volver sobre instantes fundadores, recabar alrededor de acontecimientos y lugares,
que por algún motivo para nuestra vida se tornaron fundamentales”6. Desde la sensación, la
ciudad es la amalgama de olores, imágenes, rumores, impresiones y degustaciones, que el
cuerpo en la sensorialidad percibe y construye como territorio palpable y real. El
movimiento, esencia de la modernidad será una característica que se manifieste en el lugar
de estudio con bastante amplitud atendiendo a la circunstancia de ser un punto importante
desde la centralidad y poder de atracción.

La calle, se constituye en escenario de representaciones de la sociabilidad. Recordemos


que desde el siglo XVIII el caminar por la calle y gozar de los encuentros se convirtió en
una actividad que antes no tenía esa importancia. Los bulevares y avenidas, entonces se
pensaron y diseñaron como escenografías acordes, espacios agradables, para el disfrute y la
lúdica. En la ciudad contemporánea, ya no solo el disfrute es la observación y experiencia
del paisaje sino la contemplación de las otras gentes. Así la calle se torna en el lugar para

6
CRUZ Kronfly, Fernando. Ciudades literarias. En La tierra que atardece. Editorial Ariel. Bogotá. 1998.
p.169.

17
ver a los otros y ser visto, con lo cual el teatro, que es por esencia el fingir en escena se
traslada a la calle y los acontecimientos tanto cotidianos como extraordinarios serán parte
importante del habitar la calle. Asimismo la esencia dialéctica del espacio público resalta
la calle como ámbito del lenguaje, donde imagen y texto se funden en la epidermis del
lugar. La misma arquitectura se asimila con su carga estilística que conlleva ideologías y
discursos que se van estableciendo y configurando el entorno.

Desde la modernidad el consumo de mano de la publicidad hace irrupción en la calle y las


vitrinas, los posters, los carteles, las revistas y periódicos desplegarán sus discursos
cambiantes. Asimismo la narración, de mano de los relatos de quienes habitan la calle
forma parte de la conformación de ésta como lugar del lenguaje.

Los territorios entonces, son los lugares donde se establecen relaciones entre los cuerpos y
tambien del cuerpo con las estructuras espaciales y sus determinantes físicos y tangibles.
Estos lugares constituyen el soporte para construir las ciudades invisibles que se
superponen a las visibles y que constituyen ámbitos donde se manifiestan afectos,
emociones o sentimientos, en la búsqueda de sentido y significación. El centro de la ciudad
se muestra así como poblado de “objetos salidos de pasados indescifrables que constituyen
el ánima del lugar”7. Su permanencia genera relatos y su imagen pobla fotografías y
postales configurando esa ciudad invisible, que a fuerza de iconografías va construyendo el
lugar imaginario. Asimismo, sobre la ciudad física se superponen mapas significativos que
constituyen la poetización de la ciudad plasmada en narraciones, relatos e imágenes que
manifiestan sueños, emociones, sensaciones y activan el recuerdo. Es así como la memoria
hace presencia y desde niveles históricos, sociales, culturales y perceptuales constituye
evidencia en la caracterización del sitio estudiado. En este proceso, se entretejen mapas
constituidos por signos o símbolos con los espacios reales determinados por las acciones

7
CERTEAU, Michel. La invención de lo cotidiano. Universidad Iberoamericana. México. 1999. p.137.

18
urbanísticas o arquitectónicas en una imbricada relación, donde se tienen en cuenta las
diversas intervenciones que se han acumulado en la epidermis del lugar.

De esta manera, el habitar, a través de la práctica cotidiana se constituye en la valoración y


apropiación del territorio y de la experiencia del mundo, con lo cual la noción de lugar se
construye a través de la significación.

EL CUERPO Y EL HABITAR
El cuerpo, a través de los órganos de los sentidos siente la ciudad en sensaciones precisas y
particulares. Olores, sonidos e imágenes conforman la red que de la ciudad emana. El
habitante registra este tejido, en su deambular cotidiano, por los lugares conocidos,
reconocidos, extraños o sorpresivos. De otro lado, en los procesos comunicativos algunos
sentidos son parte esencial del compartir, del sentir y ser sentido. Como parte de la
impronta cultural, los sentidos se han constituido en más o menos sociales y más o menos
íntimos. Además, desde el terreno de las representaciones sociales, cada sentido toma
diversidad de connotaciones que se relacionan con la diferenciación social o las buenas
costumbres y, la domesticación de ellos se ha constituido en camisa de fuerza donde el
control social hace buena mella. En este sentido se toma la reflexión de David le Breton
quien manifiesta:

Existir significa, en primer lugar moverse en un espacio y un tiempo, transformar el


entorno gracias a una suma de gestos eficaces, clasificar y atribuir un valor a los
innumerables stimulli del entorno gracias a las actividades perceptivas, dirigir a los
demás palabras, pero tambien gestos y ademanes, un conjunto de rituales corporales
que cuentan con la adhesión de los otros. A través de su corporeidad, el hombre hace
que el mundo sea la medida de su experiencia8.

8
LE BRETON, David. La sociología del cuerpo. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires. 2002. p. 8.

19
Al respecto Michel Serres aporta una importante reflexión sobre la relación entre los
sentidos y el habitar, donde la mirada, el tacto y el oído se convierten en los ámbitos para
percibir el mundo y experienciar la tangencia “entre el medio y el yo”, donde el cuerpo y el
lugar que habita se mezclan9.

Así, el cuerpo, en este estudio es observado desde la experiencialidad del lugar a través de
los sentidos, donde el individuo percibe el entorno. En una segunda instancia, en ámbitos
de la corporeidad, se parte de la conceptualización de espacio público frente al privado
reservado para la intimidad, la familia o las amistades cercanas, llevando lo público a una
exposición frente a los demás. Esta exposición es parte del reconocer y ser reconocido y la
corporeidad constituye la manera como se establecen sistemas de cohesión, adhesión,
comunicación, exclusión o inclusión. Es así como se establece una segunda instancia de
análisis del cuerpo, desde una arista de la sociología, donde la alteridad es el puente para las
situaciones proxémicas, en ámbitos de la sociabilidad. Por esto la gestualidad se presenta
como un hecho cultural y social por cuanto la comunicación necesita de la representación
del cuerpo hacia los otros. Le Breton analiza como la interacción implica el uso de códigos,
así como sistemas de reciprocidad, cual escenas teatrales a las cuales los actores se
replegan. Aspectos que parecen subjetivos en su esencia tales como sentimientos o
emociones se expresan en formas construidas colectivamente, alrededor de ritualizaciones y
significados conocidos por los demás. Así, el individuo mantiene con el despliegue de la
experiencia corporal una pertenencia social a determinado grupo.

En esa situación de dialéctica a través del cuerpo, se configura una geografía de lo público,
donde la vestimenta, los ademanes y posturas se convierten en maneras de distinguir a los
iguales y distinguirse de los no iguales10. Esta situación, en la modernidad se magnifica y el
cuerpo se convierte en una forma para ser vestida y proyectar una apariencia acorde a la
representación de la escena social. La apariencia, como amalgama de presentación,

9
SERRES, Michel. Los cinco sentidos. Ciencia, poesía y filosofía del cuerpo. Taurus. Bogotá. 2004. p.31.
10
SENNET, Richard. El declive del hombre público. Ediciones Península. Barcelona. 1978. p. 86.

20
vestuario y gestualidad será en el espacio público un imperativo y en la ciudad de la
modernidad, con el advenimiento de la moda tomará un rol protagónico. Lipovestky hace
caer en cuenta de esa situación al manifestar que al placer de ser mirado se unen el disfrute
de la ciudad como escenario, la búsqueda de aceptación por parte de la tribu y la
aproximación a fantasías en la construcción de personalidades moldeadas por el consumo y
la publicidad11.

Por otra parte, la apariencia no solamente se limita a la indumentaria, sino que tambien
conlleva actitudes, ritmos, maneras de moverse, en fin amalgama de signos que configuran
las representaciones en la escena urbana. En este sentido, Certeau dice que salir a la calle es
un riesgo, donde ser reconocido es una constante y el cuerpo se constituye en pizarrón,
donde se tornan legibles los diversos códigos de la gestualidad, como ciencia de
representación del cuerpo. Entre otros aspectos la apariencia cumple funciones de
manifestación del status social y permite hacer radiografías de la ocupación o condición
económica de la persona y, tambien se constituye en el medio para clasificar, identificar o
separar al otro. A través de la apariencia se participa del grupo en las llamadas nuevas
tribus urbanas, por Maffessoli12, las cuales se caracterizan por ser momentáneas, efímeras y
cambiantes.

LAS FUENTES
Para el logro de los objetivos planteados se ha abordado una revisión bibliográfica de
documentos que revisten un carácter diverso. Inicialmente se tienen los documentos que
soportan la base conceptual que permitieron desarrollar la estructuración propuesta. Estos
se han orientado hacia los discursos que analizan el cuerpo y el habitar desde la historia, así
como la complejidad en la modernidad, y ubican la cotidianidad ligada a procesos de
consumo en el mundo occidental. Por otro lado se analizan estudios de carácter histórico,

11
LIPOVETSKY, Gilles. El imperio de lo efímero. La moda y el destino de las sociedades modernas.
Editorial Anagrama. Barcelona. 1990. p. 13.
12
MAFFESSOLI, Michel. El tiempo de las tribus. Icaria. Barcelona. 1990. p. 141.

21
tanto en ámbitos amplios como específicos hacia Bogotá que constituyen material
importante en la configuración del lugar en términos cronológicos. Por otra parte, dado que
desde el planteamiento se buscó un apoyo en la crónica y la narración, estos se analizan con
diversidad de peso de acuerdo al momento histórico que soportan. Es importante la
reflexión de Edgar Morín sobre la literatura como ámbito que prestó atención a la
complejidad del individuo, antes que otras manifestaciones13. Así, en los períodos
correspondientes a la Colonia y la República se tienen la crónica y la narración como
fuentes de primera mano que se abordan como referencias que arrojan luces sobre
experiencias perceptuales en términos del habitar en el lugar de estudio. En los apartados
que históricamente se inscriben como Moderno y Contemporáneo se analiza la literatura
específicamente en el género de novela urbana, que se preocupa por mostrar una visión de
la vida de y en el centro de la ciudad, donde las fragmentaciones, los desplazamientos el
existencialismo y la cotidianidad son ámbitos de la relación del individuo con el entorno.
Para este análisis se han seleccionado apartes que se relacionan directamente con las
experiencias del cuerpo y el habitar a través de la percepción, la sensorialidad y la
sociabilidad. Es importante tener en cuenta que la literatura de la modernidad en muchos
casos sale en defensa de la ciudad de la memoria, como manifiesta Angel Rama:

La escritura construyó las raíces, diseñó la identificación nacional, enmarcó la


sociedad con un proyecto, pero sí por un momento los hombres concernidos por esos
designios se hubieran puesto a reflexionar, habrían convenido en que todo eso que
resultaba tan importante eran simplemente planos dibujados sobre papel, imágenes
grabadas en acero, discursos de palabras enlazadas, y menos aún y más que eso lo que
las conciencias alcanzan a soñar a partir de los materiales escritos, atravesándolos con

13
MORÍN, Edgar. La cabeza bien puesta. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires. 2001. p. 95. Puntualmente
dice el autor: “En el siglo XIX, mientras la ciencia ignoraba lo individual, lo singular, lo concreto, lo
histórico, la literatura, y especialmente la novela, restituyeron y mostraron la complejidad humana...la
literatura se había dado como misión revelar la complejidad humana oculta bajo apariencias simples.
Mostraba individuos, sujetos de deseos, pasiones, sueños, locuras, que mantenían relaciones amorosas, de
rivalidad, de odio, inmersos en su medio social o profesional, que sufrían hechos y eventualidades, que vivían
su destino incierto”. Con esta reflexión, el individuo no solamente se presenta desde la subjetividad , sino
como copartícipe de la escena social, donde la percepción del entorno y la corporeidad se manifiestan
literariamente como metáfora y como espejo de la realidad.

22
la mirada hasta perderlos de vista para sólo disfrutar el sueño que ellos excitan en el
imaginario, desencadenando y encauzando la fuerza deseante14.

Rama hace énfasis en decir que más que una nostálgica visión de un pasado que ya no
existe, lo que se percibe en esa literatura de la ciudad moderna es una evidencia de la
ideología del momento con invenciones ilusorias de la ciudad futura, con la experiencia del
extrañamiento y la necesidad de búsqueda de raíces que identifiquen al habitante de la
ciudad. En este análisis se ha recurrido a estudios y compilaciones sobre novela urbana de
Bogotá y Colombia, con lo cual se organizó una matriz de autores y obras que en los siglos
XX y XXI han abordado variables como la percepción a través de la corporeidad y los
sentidos, el extrañamiento o la sociabilidad, con apreciaciones de tipo socio cultural15.

Desde la metodología planteada se tienen algunas consideraciones importantes. Así, el


abordaje de fuentes conceptuales que relacionan el cuerpo y el habitar como una
posibilidad de construir una teoría del habitar, imperativo esencial en momentos actuales
que demandan nuevos enfoques de pensamiento en la generación y construcción de los
lugares. Una dificultad que se presentó al iniciar el trabajo consistió en definir un criterio en
el enfoque adecuado dado que, el cuerpo por su complejidad, como objeto de estudio se ha
mirado desde múltiples perspectivas que van desde lo biológico hasta lo fenomenológico.
Un aporte importante en esa definición ha sido el de David Le Breton, quien lo ubica desde
la corporeidad como una arista de la sociología que lleva a la sociabilidad, en relaciones
adecuadas al habitar como práctica no solamente individual sino de grupo. De igual manera
se enriqueció este enfoque con la revisión de la propuesta de Michel Serres quien desde la

14
RAMA, Angel. La ciudad letrada. Ediciones del Norte. Hanover. 1984. p. 97.
15
Ver: GIRALDO, Luz Mery. La palabra desplazada, en Literatura y cultura narrativa colombiana del siglo
XX. Compilación de M.M. Jaramillo, B. de Osorio y A. I. Robledo. Ministerio de Cultura. Bogotá. 2000. La
autora aborda el tema de la literatura urbana en Colombia, desde un contexto latinoamericano y ubica
tendencias desde los imaginarios urbanos, la vivencia en la ciudad, las realidades sociales y existenciales, las
utopías y frustraciones, o las nostalgias e idealizaciones como propuestas que entre los años sesenta del siglo
XX y principios del XXI configuran un mapa de la ciudad literaria. Así están la nueva novela histórica, que es
alimentada por la historia y tiene como misión reforzar la memoria, la novela urbana o de ciudad, que abordan
los imaginarios y la complejidad tanto de su universo como de sus habitantes, y la novela de experimentación
formal, que llegan hasta preocupaciones testimóniales, frivolidades consumistas o representaciones urbanas
contemporáneas. Algunas de las obras seleccionadas para este estudio se inscriben en esta categorización.

23
complejidad ubica al cuerpo como punto de partida para reflexiones de percepción y
sentidos en amalgama con el medio o entorno. No se puede dejar de lado la vinculación que
establece Richard Sennet entre el cuerpo y la ciudad donde, de acuerdo al período histórico
se generan dialécticas diversas, de acuerdo a las ideologías y su impacto en las prácticas
cotidianas en la calle.

Otra dificultad enfrentada consistió en lograr un equilibrio adecuado para abordar las
fuentes literarias. Por una lado el solucionar cómo encontrar las obras precisas y por otra
parte cómo no perder el enfoque central con desvíos hacia análisis literarios, estudios
disciplinares ajenos al investigador y con enfoques no relacionados con la propuesta de
investigación. Esto se salvó con la revisión de estudios sobre la producción literaria en el
país. Así, los tres libros producidos por las compiladoras María Mercedes Jaramillo, Betty
Osorio y Ángela Inés Robledo titulados La nación moderna. Identidad, Diseminación,
cambios, desplazamientos e Hibridez, alteridades, constituyeron una primera fuente que
ubicó obras en relación con el contexto sociocultural de la nación. Por otra parte el libro
Ciudades literarias de Luz Mery Giraldo aportó una relación apropiada entre la literatura y
la ciudad específicamente colombiana. Finalmente el libro Tres novelas bogotanas,
imaginación e ideología en la ciudad del águila negra, de Juan Camilo González Galvis,
incluye lo que el denomina un plano detallado de la producción de novelas publicadas en el
país entre 1925 y 1940, cuadro que aportó otra selección de obras relacionadas con Bogotá.

El planteamiento de relacionar fuentes narrativas y literarias si bien se constituyó en un


reto, permite acercamiento a un método que se puede extrapolar a otras investigaciones que
tengan en sus objetivos acercamientos al habitar, donde la percepción, la corporeidad y la
sociabilidad se manifiesten. En este sentido, la literatura aportó visiones que más allá de los
datos estrictamente históricos permitieron ese acercamiento a lo que Morín dice:

Tambien la novela y el cine nos ofrecen lo que las ciencias humanas no pueden ver,
porque ocultan o disuelven las características existenciales, subjetivas, afectivas del ser

24
humano que vive sus pasiones, amores, odios, compromisos, delirios, felicidades,
infelicidades, suerte, mala suerte, engaños, traiciones, azar, destino...fatalidad...Las
novelas y las películas nos permiten ver las relaciones del ser humano con el otro, con
la sociedad, con el mundo16.

Dada la poca producción en el campo de la nueva novela histórica que se aproxime al


universo del habitar en el lugar de estudio en los períodos colonial y republicano, las
fuentes literarias abordadas son limitadas y, la riqueza que aporta este tipo de fuente no
se compara con la configuración que se da en los momentos moderno y contemporáneo
donde la producción de novela urbana específica sobre Bogotá es mayor. Un aporte
importante de la metodología en la indagación, lo constituye la conformación de un
archivo documental gráfico de grabados, pinturas y fotografías específicos del cruce de
estudio y sus inmediaciones en el territorio del centro, que permite configurar una
memoria en imágenes y posibilita nuevos rumbos en la investigación sobre el habitar y su
relación con la historia física y urbana.

En la configuración del discurso sobre el cuerpo y el habitar en el momento actual, a las


fuentes reseñadas se ha integrado el trabajo de campo, el cual se ha abordado desde la
observación flotante propuesta por Manuel Delgado como un camino que permite
aproximarse a la emergencia de los fenómenos sociales que se manifiestan en la calle. Este
camino posibilita ser un viandante más, sin fijar la atención en un objeto preciso, sino
dejándola flotar para que “las informaciones entren sin filtro, sin aprioris, hasta que hagan
su aparición puntos de referencia, convergencias o disyunciones significativas”17. Esta
observación se ha realizado en una sistematización que ha cubierto distintas horas de días
de entre semana y fines de la misma. De igual manera se han hecho observaciones en
fechas especiales, de carácter religioso, institucional o festivo popular. Asimismo se ha
recogido información a través de la entrevista estructurada, con preguntas específicas
dirigidas a vendedores ambulantes, emboladores, voceadores de prensa, esmeralderos y

16
MORIN, Edgar. Op. cit. p. 46.
17
DELGADO, Manuel. El animal público. Anagrama editorial. Barcelona. 1999. p. 46,47.

25
oficinistas del sector, así como a eventuales paseantes o viandantes el fin de semana.
Igualmente se ha recurrido a la recolección de cartografía social, en representaciones
gráficas, como un recurso que posibilita interpretar e identificar aquellos objetos o signos
materiales existentes en el lugar que son significativos para las personas.

El documento finaliza con algunas consideraciones que a manera de conclusión tocan


aspectos como la relación entre la evolución de los elementos físicos de orden urbano y
arquitectónico, con la percepción espacial y, la incidencia en las practicas cotidianas, que
constituyen el soporte del habitar. Asimismo se delinean aportes en la construcción del
concepto del habitar desde el planteamiento y logro de los objetivos propuestos.

26
“El trazado de las calles de una urbe es menos perecedero que los edificios y templos
levantados en sus aceras, porque estos a menudo se derrumban o reforman, en tanto que la
calle, con su recta o sinuosa trayectoria, perdura como un viejo pergamino donde escribió
la generación que la trazara.”
MOISÉS DE LA ROSA.
Calles de Santafé de Bogotá.

27
1. EL CRUCE COLONIAL

La ciudad de la colonia se esboza inicialmente como idea y símbolo en el plano dibujado y


después se consolida lentamente en el plano físico configurando el territorio que,
aprovechando la red comunicacional y los asentamientos aborígenes existentes, dará
nacimiento al poblado que constituirá la ciudad de Santafé de Bogotá, como capital del
Nuevo Reino de Granada, virreinato español. A partir de la heterogeneidad étnica y cultural
se conformarán los primeros aspectos de la practica del habitar donde la religión será
indudablemente un pilar fundamental en la construcción del territorio y de la vida cotidiana.
Se debe recordar que este período, para el caso de análisis, la ciudad de Bogotá y el cruce
planteado, empieza en 1538 con la fundación tanto real como institucional y llegará hasta
1810, con las luchas y logro de la independencia.

El aspecto del tránsito, obviamente vinculado con los ejes norte-sur y oriente-occidente,
tendrá un lugar primordial en la caracterización del cruce, sobre todo con la movilidad
desde y hacia la naciente ciudad, sobre la denominada Calle Real, actualmente Carrera
Séptima.

1.1 EL TERRITORIO

Las primeras referencias documentales escritas o gráficas al lugar de estudio se remontan al


río Viracacha, luego San Francisco, que hoy corre bajo la avenida Jiménez. Su nombre en
el idioma chibcha significa resplandor de agua en la oscuridad, imagen poética que se
perdió incluso antes de que la ciudad llegara a sus orillas.

La ciudad de traza española, o indiana, como la denominan algunos historiadores, en una


referencia a las normativas que desde la metrópoli, España, se generan para controlar la
planificación del territorio americano a través de las Leyes de Indias, es la escala macro que
de manera notoria influye en el lugar de estudio(Fig.1).

28
Fig. 1. Plano de Santafé de Bogotá y su red comunicacional. F. Cabrer. 1797.
MEJIA, Pavony, German. Los años del Cambio. p.31.

Fig. 2. Plano de Santafé de Bogotá en la fecha de su fundación. Carlos Martínez.


MARTINEZ, Carlos. Bogotá. Sinopsis sobre su evolución urbana. p.34.

29
Por otra parte, la ciudad española en América comprende una extensión de la España
cristiana y constituye una ampliación de sus fronteras, al mismo tiempo que de su cultura y
su fe. Es así como la fundación desconoce en la mayoría de las ocasiones los hechos físicos
existentes así como la toponimia construida por los habitantes primigenios. La ciudad de
esta manera, se consolida como un mundo ideal frente al caos que representa el mundo
aborigen. Los trazados racionales, rectilíneos y cerrados constituyen evidencia de la
implantación de ese orden. Por otro lado la ciudad de la colonia es considerada como un
capítulo de la arquitectura española en otro suelo, por la acotación geométrica en un plano
considerado tabula rasa, aunque se aprovechen nodos comunicacionales o asentamientos de
los antiguos pobladores prehispánicos (Fig. 2 ).

Así, la ciudad colonial en América es a la par que un modelo fundacional geográfico un


mundo donde las ideas, los comportamientos sociales y morales, así como las normas y
principios éticos se asumen desde una posición de superioridad frente al mundo aborigen
que se mira como inferior18.

Angel Rama, por su parte, orienta la mirada hacia la importancia de las ideas y el discurso
en la generación de la ciudad latinoamericana: “...es básicamente un parto de la
inteligencia, pues quedó inscripta en un ciclo de la cultura universal en que la ciudad pasó a
ser el sueño de un orden y encontró en las tierras del Nuevo Continente, el único sitio
propicio para encarnar”19.Desde su nacimiento las ciudades americanas tienen una doble
vida, donde por un lado está la correspondiente al orden de lo físico, en el cual por las
características propias de lo material atraviesa procesos continuos de construcción,
destrucción, deconstrucción y reconstrucción así como de instauración o renovación, acorde
a las ideologías dominantes de cada época; por otra parte está el orden de los signos, que

18
Al respecto ver : APRILE, Jacques. La ciudad colombiana. Prehispánica, de conquista e indiana. Banco
Popular. Bogotá. 1991. p. 215. SALCEDO Salcedo, Jaime. Urbanismo hispanoamericano, siglos XVI, XVII y
XVIII. Ceja. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. 1996. p. 47. ARANGO, Silvia. Historia de la
arquitectura en Colombia. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 1989. p. 44.
19
RAMA, Angel. Op cit.. p. 1.

30
actúan en el nivel simbólico, incluso desde antes de la realización con el planteamiento
teórico que regulará los planos que luego se inscribirán en los territorios físicos. Este
campo se “materializa en las ideas que las teorizan, en las actas fundacionales que las
instituyen, en los planos que las diseñan y en la normativa que las controla”20.

Los primeros planos como referencia del trazado de Bogotá en su fecha de fundación, dejan
ver una estructura reticular perfecta, con la plantilla de un espacio controlado, donde por
un lado se tiene la tradición militar del campamento romano, reconocido éste en la
conformación de manzanas alargadas y, por otra parte el modelo de la ciudad ideal
cristiana, de la España medioeval, siendo el elemento más importante la manzana
cuadrada21. Esta cuadrícula está limitada por los ríos San Agustín al sur y San Francisco al
norte, que con sus sinuosos recorridos rompen de manera abrupta el racional trazado. Fuera
de los límites, al otro lado del río, como se denominaba el lugar, se desarrolló de manera
espontánea la plaza de la Yerba, luego de San Francisco en lo que hoy es el parque
Santander, con la presencia de la iglesia del Humilladero, primera construida en la ciudad y
según Carlos Martínez, lugar donde se celebró la primera misa oficial e histórica del 6 de
agosto de 153822.

Es así como se evidencia ya un carácter significativo en el lugar que hoy conocemos como
cruce de la Séptima con Jiménez, en aquel entonces puente sobre el río San Francisco. El
río, con su cauce de oriente a occidente y el cruce del puente en dirección sur-norte hacia

20
Ibid.
21
Ver SALCEDO Salcedo, Jaime. Op. cit. p. 225. Respecto a las tipologías urbanas generadas en la fundación
de la ciudad hispanoamericana, el autor presenta un panorama complejo, donde se tienen en cuenta aspectos
de época y de forma organizativa.
22
MARTÍNEZ, Carlos. Bogotá, sinopsis sobre su evolución urbana. Escala. Bogotá. 1976. p. 27. Por otra
parte el sociólogo Julián Vargas Lesmes, conceptúa que esta primera fundación fue considerada como espuria
por los legalistas, quienes propugnan por una fundación con todas las reglas de la metrópoli, lo cual hizo que
se “perfeccionara” según palabras del autor, con otro acto más solemne el día 27 de abril de 1539. Ver
VARGAS Lesmes, Julián, La sociedad de Santafé colonial. Centro de investigación y Educación popular,
CINEP. Bogotá. 1990. p. 3.

31
el camino de la sal, referente de la red comunicacional del territorio chibcha, que salía
hacia Guatavita, Zipaquirá y Nemocón.

Respecto a la distribución de la población en la recién fundada ciudad, es evidente que el


centro, alrededor de la plaza estuvo destinado a las jerarquías y personajes allegados a los
conquistadores originales, quienes en gran medida tambien se adueñaron de las tierras de
labranza de la población indígena originando lo que más tarde se llamaría las haciendas.
Las familias españolas y más tarde criollas, ocuparon las cuadras de la traza ortogonal. La
población indígena fue desplazada hacia las goteras de la ciudad y ocupó rancherías en los
denominados Pueblo Viejo, al oriente en estribaciones de los cerros, hoy inmediaciones del
Chorro de Quevedo, y Pueblo Nuevo, más al norte, desde la actual iglesia de las Aguas
hacia el sector de las Nieves. La exclusión sería uno de los factores que marcaría de
manera patente la organización espacial de la población en la ciudad, desde su nacimiento,
lo cual se manifiesta evidentemente en el territorio físico, donde los vecinos de la ciudad,
son los recién llegados y los antiguos moradores se expulsan a las afueras. Es así como se
habla de la ciudad de los españoles y del pueblo de los indios, donde a través del lenguaje
se evidencia la discriminación y se legitima una forma espacial sobre otra.

Angel Rama reflexiona sobre como en la ciudad americana de la colonia se perciben dos
círculos que rodean el centro donde se desarrolla lo que denomina la ciudad escrituraria: el
más cercano, urbano, compuesto por la plebe de criollos, ibéricos desclasados, mulatos,
mestizos y diferentes variaciones de las mezclas étnicas, quienes no se identificaban ni con
los indios, ni con los esclavos negros. El otro anillo, ubicado en los suburbios y
extendiéndose por los campos, corresponde a las aldeas y pueblos o quilombos indígenas o
de los esclavos negros23. El territorio así es marcado por la diferenciación social, que en la
propuesta de Rama, se interrelaciona con la generación de las ideas a partir del monopolio
cultural que, va a estar ubicado en el centro de los círculos y el cual en la recién fundada
ciudad constituye la plaza y sus alrededores, lo que se manifestará en la futura ciudad
23
Ver RAMA, Angel. Op. cit. p. 45.

32
consolidada, con la ubicación de centros de educación y medios de divulgación de edictos y
noticias.

La organización y distribución espacial de la ciudad se organiza a partir de dos ejes


ortogonales, que por la presencia de hitos religiosos, imprimen una huella evidentemente
ideológica en su fisonomía. En sentido norte-sur, la vía que comunica a Tunja al norte, y
Fómeque al sur; en sentido occidente-oriente el camino a Fontibón. Si se observan los
grabados o representaciones gráficas de ese momento la ciudad estaba conformada por
estructuras importantes, las torres de las iglesias y conventos, que se destacan sobre un
paisaje urbano bajo y uniforme (Fig. 3). La presencia del monumento en tercera dimensión
da cuenta del impacto y dominio mítico en la configuración territorial. Carlos Martínez
señala cómo en las representaciones pictóricas es evidente el resaltar el monumento
religioso:“La arquitectura residencial se presenta como simple material de relleno en la
estampa panorámica. Artificio como recurso pictórico es la intención de representar el
ámbito del recinto urbano con énfasis en los componentes religiosos en el escenario
pintoresco que los alinda y los destaca”24.

Por otra parte, la calidad de las construcciones se relaciona con la segregación social
manifestada anteriormente. Hacia el centro, sobre la periferia de la plaza mayor,
construcciones de uno o dos pisos, con balcones volados hacia las fachadas y grandes
portones enmarcados en piedra, con escudos y linajes puesto en emblemas. Allí residían
los funcionarios estatales, comerciantes, encomenderos y hacendados. Luego se tiene una
ciudad que disminuye en altura, con casas de un piso, habitadas por la naciente clase media
española y luego criolla o mestiza. Hacia la periferia están las chozas o bohíos, de adobe y
cubiertas de paja donde los indígenas tenían su morada.

En imágenes literarias y gráficas del siglo XVIII, se aprecia como sobre las laderas del río
San Francisco (Fig. 4), al lado del convento del mismo nombre se ubicaban chozas de

24
MARTÍNEZ, Carlos. Op. Cit. p. 71.

33
adobe y techos de paja, por lo que se puede aventurar la idea de que las márgenes del
Camellón de los Carneros, como se llamó al lugar, estuvo poblada por ciudadanos de
segunda clase si se atiende la reflexión sobre la marcación social del territorio. Esta
situación permanecería sin pocos cambios hasta el siglo XIX.

En los primeros planos de la ciudad se evidencian dos aspectos importantes tanto en el


trazo como en posteriores desarrollos. Por un parte la demarcación de límites naturales, con
los cerros al oriente y los ríos San Agustín al sur y San Francisco al norte. Por otro lado la
implantación de señales religiosas como puntos de referencia en el trazado: al sur sobre el
río San Agustín la iglesia de su mismo nombre, al norte, la ermita del Humilladero en la
salida de la ciudad y sobre el cauce del río San Francisco la iglesia que lleva su nombre y
primera construcción que hace su aparición en este punto. Como centro que une la línea
sur-norte, la Catedral sobre la Plaza Mayor. Desde ese momento se define una ciudad lineal
que tendría incidencia en la posterior morfología de la ciudad. La tensión marcada por el
eje norte-sur y el naciente sector de San Francisco van a caracterizar lo que se llamó
posteriormente la Calle Real y más tarde del Comercio.

En una primera sectorización, que se aprecia en un plano de 1590, se consolidan cuatro


barrios: La Catedral, Santa Bárbara, San Victorino y las Nieves. Esta división, con carácter
religioso –parroquias- , da cuenta del impacto ideológico ya que los barrios legítimamente
constituidos se desarrollan alrededor de la iglesia que es más importante en términos
arquitectónicos, que el templo doctrinero, de los caseríos de indios.

El lugar de estudio aparece, en esta demarcación como punto de cruce entre la parroquia
consolidada y legitima, La Catedral y , el río, como frontera natural que separa con el
naciente sector de San Francisco y la parroquia de las Nieves, al norte. El lugar como tal
forma parte del proyecto en los planos trazados sobre el papel, ya que en la conformación
real del territorio, la ciudad, por su lógica construcción lenta y difusa, no llega todavía con

34
su arquitectura hasta la orilla del río. Por esto, en las narraciones sobre el lugar aparece la
referencia a las inmediaciones del Camellón de los Carneros en San Francisco.

Más adelante, hacia 1784 se amplia la organización con la subdivisión de las cuatro
parroquias en los barrios del Príncipe y la Catedral, San Jorge y Palacio, en el centro, Santa
Bárbara, al sur, Nieves Oriental y Occidental, al norte, y San Victorino al occidente. Es
evidente como la Calle Real ya aparece con una importancia como eje comercial
proyectándose como una línea de encuentro entre la plaza Mayor y el puente de San
Francisco. El barrio San Jorge, localizado al occidente de la calle Real y al sur del río, será
el de mayor prestancia y tambien con mayor auge y será en el siglo XIX, el que se
consolide como sector bancario y comercial, así como de mayor movimiento en sus calles.

Desde el punto de vista de crecimiento del poblado, desde su fundación hasta la posterior
consolidación, se debe tener en cuenta que, en los tres siglos que abarca el período colonial
se generan etapas donde una primera situación será la de la concentración de las dignidades
judiciales, gubernamentales y religiosas, que en un crecimiento lógico, por el
nombramiento de la ciudad como capital del virreinato, viene a determinar socialmente su
importante carácter de ciudad burocrática y eclesiástica. No se desarrollará igualmente en
lo físico, ya que las manzanas trazadas en los mapas tardarán en consolidarse. Será hasta
fines del siglo XVI que se tendrá un primer auge económico, ya que la ciudad será a la par
centro administrativo y minero debido a que la producción de oro y plata del país debía
concentrarse allí para ser quintada y marcada oficialmente. Hacia mediados del siglo XVII
se tendrá una consolidación del carácter colonial reconocido y será un momento de gran
movimiento constructor de obras civiles, institucionales y religiosas. Posteriormente, a
mediados del siglo XVIII se operará un dinamismo a partir de la expansión comercial y
crecimiento de la administración civil con la construcción de obras que opacarán el ámbito
religioso. En aspectos demográficos, de una aldea de 16000 habitantes en 1778 se pasa a
21464 en 1800, debido a factores de atracción de la ciudad y migraciones de población
libre y algunos indígenas forajidos escapados de sus encomiendas. Es así como Santafé,

35
hacia 1790, se ubicará en un lugar de ciudad intermedia si se compara con México, la
ciudad más populosa con 113.000 habitantes, Lima con 52627 habitantes y la Habana con
51000 habitantes25.

En aspectos de composición de su población tambien se generarán variantes desde la


fundación hasta su consolidación. Así, hasta la primera mitad del siglo XVII el poblado fue
predominantemente indígena en términos estadísticos, ya que el 70% de su población era
indígena, aunque su circulación por la ciudad de los vecinos estaba restringida. Hacia fines
del siglo XVIII se aprecia una mezcla en términos étnicos y culturales con los mestizos, que
al lado de los indígenas laborarán como artesanos, mercaderes y tenderos populares. Esta
composición multiétnica influirá notablemente en la vida social y cultural que se
manifestará en la cotidianidad y en las relaciones hacia el entorno.

1.1.1 El río Viracachá o San Francisco. Éste, que marcó límites de crecimiento y a su vez se
tomó como frontera, quizá con referencias de seguridad acordes a las de la ciudad europea,
no se toma en cuenta como elemento importante desde puntos de vista ambientales,
paisajísticos o vivenciales para los encerrados habitantes de la cuadrícula urbana. Hay que
recordar que, un espacio urbano impuesto, la plaza es eje ordenador de la geografía de la
ciudad y de las vivencias de los moradores, no así los accidentes geográficos naturales.

Se pone de relieve como en la mayoría de las ciudades indianas se da la contraposición


plaza-río con atribución de características duales a cada uno de estos dos elementos, donde
se privilegia la plaza como el centro legítimo, el lugar de la institución, de los encuentros
dentro de la norma y en cambio el río es el lugar de lo oscuro, de la plebe o chusma,
emplazamiento maldito o diabólico, que se escapa del control, como es referenciado por los
vecinos de la ciudad26.

25
VARGAS Lesmes, Julián. Op. Cit.. p 22.
26
Ver APRILE, Jacques. Op. Cit. p. 196 : « La plaza es el sitio de carácter ideológico y esencia política.
Lugar del privilegio. Lugar excepcional y sacralizado como tal. Sede del prestigio, de la autoridad y la

36
Fig. 3. Vista de Santafé de Bogotá. Joseph Aparicio Morata. 1772.
FUNDACIÓN MISIÓN COLOMBIA. Historia de Bogotá. Tomo IV. p.11.

Fig. 4. Vista del Convento e iglesia de San Francisco, en la orilla norte del río San
Francisco.
FUNDACIÓN MISIÓN COLOMBIA Historia de Bogotá. Tomo II. p.37.

justicia, recinto de los rituales sagrados y de la solemnidad. Por el contrario el río es sitio despreciable y algo
sospechoso, pues allí se reúne la chusma, la plebe, es escenario del trabajo donde laboran aguaderos y
lavanderas, muleros, leñadores, esclavos, mulatos e indios...Allí hay cuerpos desnudos e inmoralidad, libertad,
risas, irrespeto a las convenciones: alegría y placer. Y de pronto ahí se comentan en forma subversiva las
últimas prohibiciones pregonadas en la plaza del poder y de los gobernantes...”.

37
Las primeras narraciones existentes con referencia directa al lugar se encuentran en El
Carnero 27, primera obra literaria escrita por el santafereño Juan Rodríguez Freile. En ella
se cuentan dos hechos que podríamos llamar de crónica roja, lo que en cierta manera
confiere al lugar en ese momento un espacio en los territorios del miedo del imaginario
popular. El mismo nombre de la obra está ligado significativamente. Se transcribe un aparte
de la narración:

...El concierto fue que el doctor Mesa acuartelase a la vuelta de la cerca del convento
de San Francisco, donde se hacía un pozo hondo en aquellos tiempos, que hoy cae
dentro de la cerca del dicho convento y que el Andrés de Escobedo llevase allí al Juan
de los Ríos, donde le matarían28.

El nombre de Camellón de los Carneros dado al cruce del río (Fig. 5) y al camino que lo
bordeada hacia el occidente hasta Rancho de Paja, en lo que hoy es la carrera décima y más
abajo al caserío de San Victorino, proviene de la denominación Carnero al hoyo grande
ubicado en la adyacente iglesia de San Francisco, el cual se destinaba para enterrar a los
muertos que no iban al panteón regular29.

El poético nombre Resplandor de agua en la oscuridad chibcha, es reemplazado por el de


San Francisco, con una muy evidente intención religiosa en un momento en cual todas las
calles y lugares significativos son denominados teniendo en cuenta en primer lugar el
santoral católico, en segundo orden los nombres de los conquistadores, en seguida la
leyenda y creatividad popular, luego las evocaciones de la ocupación de quienes moraban
allí y finalmente tambien se referencian remembranzas al Viejo Mundo y accidentes de la

27
RODRÍGUEZ Freile, Juan. El Carnero. Instituto Caro y Cuervo. Bogotá. 1997. p.106. Se cuentan las
andanzas ocurridas en 1581, que terminan en asesinato y descuartizamiento de un enamoradizo santafereño,
Juan de los Ríos. Los trozos del cuerpo fueron arrojados en un pozo profundo del río San Francisco a la altura
del puente. Otro incidente comenta hacia 1584 el robo por parte de un indio de alhajas sagradas de la Virgen
en una iglesia central y posterior deambular por la ribera del río, con las joyas y una lámpara que le alumbraba
el camino.
28
Ibid. p 106.
29
DE LA ROSA, Moisés. Calles de Santafé de Bogotá. Imprenta Municipal. Bogotá. 1938. p. 229.

38
topografía30. Es notorio como los nombres originales que el pueblo chibcha tenía para los
lugares son reducidos a lo mínimo.

El agua, fue un elemento importante ya no paisajística ni ambientalmente, y los numerosos


arroyos proveyeron agua para pilas y chorros que se distribuyeron por la ciudad. Al lado del
cruce, junto a la Iglesia y Convento de San Francisco, en el costado norte del río, existió el
de los Carboneros, que fue puesto por los franciscanos y estuvo en servicio hasta 1851,
cuando se construyó el camellón. Estos lugares, fueron de gran actividad y puntos de
encuentro entre quienes transportaban el preciado líquido. Allí departían aguateras, indios y
niños que cumplían la penosa tarea de llevar agua hasta cada hogar de la ciudad. Existen
algunos grabados y pinturas que muestran la significación de estos encuentros alrededor del
chorro o la pila, y que de alguna manera permiten imaginar escenas de movimiento y
encuentro en el punto señalado, en la ribera norte del río, a orillas del muro que flanqueaba
el antiguo convento.

Por otra parte, el puente tambien forma parte de las referencias tanto literarias como
gráficas en el lugar. Históricamente se tienen datos que dan cuenta de un improvisado
puente de madera, el primero construido en la ciudad, hacia 1551, llamado de San Miguel,
destruido en una creciente en 1626 y reemplazado por uno de piedra hasta 1662, cuando
una nueva creciente lo destruyó y un tercer puente, que se llamó de San Francisco, fue
levantado en 1664, con arco ojival en ladrillo y con barandales y ocupó el lugar hasta la

30
Ver DE LA ROSA, Moisés. Op. Cit. p. 89. “Tienen su representación antes que todo, por lo numeroso de
los nombres de santas y santos, el fervor religioso; en segundo lugar el recuerdo de la gesta conquistadora fue
tenido en cuenta (Quezada, Galeano, Borja, la Conquista); la leyenda tuvo su representación en los nombres
del Pecado Mortal, del Mal Ladrón y del Panteón, las emociones que son gratas al espíritu dejaron sus
nombres en las calles del Amor, de la Esperanza, del Agrado, de la Alegría y de la Paz; y los que lo deprimen
en las calles de la Fatiga, de los Dolores, del Afán y de la Agonía; los menestrales en la de los Plateros,
Enfardaladores y Herreros; evocadora añoranza de la madre patria parecen ser las calles dela Paloma, del Sol
y la Giralda; de la topografía urbana y de sus edificios fueron tomados los distintivos de las calles de la
Catedral, del Divorcio, del Hospicio, las Aulas. El Coliseo, La Toma, los Límites y el Campo, del reino
natural más afín al que pertenecen; los del Olivo de la Parra, del Cedro o de la Rosa; llenos de gracia
sugestiva y humor son los del Resbalón, Cara de Perro, Cantarranas y los Micos...”

39
canalización del río al inicio del siglo XX, dicho puente a la vez que unía a la ciudad con el
mundo, que quedaba afuera, al norte, tambien la separaba, ya que allí existía un portal de
acceso que controlaba el ingreso de los indeseables ( Fig.6). Este puente fue en muchos
años la única manera de cruzar el río San Francisco, hasta que se construyó otro unas
cuadras más arriba a la altura de la actual carrera sexta. Se recuerda como se denominaba
el cruce como El otro lado del río, al norte de la ciudad31.

1.1.2 Plaza de las Yerbas o de San Francisco. Respecto al lugar de estudio, desde el
nacimiento de la ciudad estuvo vinculado a un espacio público significativo, la Plaza de
Las Yerbas. Según el sociólogo Julián Vargas Lesmes, allí estuvo ubicado el poblado de
Teusaquillo, lugar de invierno del zipa y, en sus palabras:

En efecto la ciudad se estableció en predios del lugar que el zipa utilizaba como su
residencia de invierno. Este hecho le confería gran prestigio a la zona, dado que el
sistema de comercio de los muiscas estaba asociado a las autoridades políticas pues la
concentración y posterior redistribución de los productos pasaba por éstas. Así, en los
alrededores de Teusaquillo, versión castellana del vocablo chicha, se llevaban a cabo
transacciones comerciales y además era un centro de agregación poblacional. Tal
antecedente prehispánico pesaría en el futuro para otorgarle el papel de primer
mercado público de Santafé a la plazuela de las Hierbas32.

Antes de la construcción de la Primera Catedral sobre la Plaza Mayor, el primer edificio


religioso importante fue la iglesia del Humilladero, que estuvo ubicada donde hoy está el
parque Santander. La importancia de este lugar es manifiesta en reseñas e imágenes del
sitio. Esta plaza abarcaba los linderos norte, oriente y occidente del actual parque Santander
y al sur hasta el borde mismo del río. Se le llamó de San Francisco por estar ubicada al
costado oriental del templo y convento del mismo nombre, aunque en sus primeros
momentos se le conoció como Plaza de las Yerbas o de las Hierbas, por relación con su

31
BARRIGA ALARCÓN, Julio. Cosas de Santafé de Bogotá. Tercer Mundo. Bogotá. 1990. p. 340.
32
VARGAS Lesmes, Julián. Op. Cit. p. 50. Sin embargo, por ausencia de referencias directas, no hay un
consenso entre los historiadores respecto a la ubicación de Teusaquillo, ya que Carlos Martínez lo localiza en
lo que hoy es le Chorro de Quevedo, al igual que Pueblo Viejo.

40
Fig. 5. Puente de San Francisco, grabado de Alfredo Greñas. 1885.
ESCOVAR, Alberto, otros. Atlas histórico de Bogotá. p. 256.

Fig. 6. Vista de la orilla sur del Río San Francisco. Al fondo el puente del mismo nombre.
FUNDACIÓN MISIÓN COLOMBIA. Historia de Bogotá. Tomo II. p. 36

41
actividad de mercado. Por su parte la hoy Plaza de Bolívar, permaneció como área de
pastoreo de cerdos y caballos, desde su demarcación en 1539 hasta 1553, cuando se sentó
allí fray Juan de los Barrios como obispo. Hasta ese momento, la plaza de Las Yerbas, con
el templo del Humilladero, como hito religioso, fue lugar de múltiples actividades y centro
de vida urbana. Así se evidencia en imágenes pictóricas y grabados que constantemente la
referencian para representar escenas de la vida cotidiana de la colonial ciudad (Fig. 7).

El lugar surge como sitio importante en la vida de los primeros años de la ciudad colonial,
aún antes de conformarse la Plaza Mayor por ordenanzas. Es así como se transcriben las
palabras del virrey Venero de Leyva refiriéndose al respecto:“...la ciudad tiene para su
ennoblecimiento una plazuela frente al monasterio de San Francisco, conveniente cosa en
aquella parte para ornato de dicho monasterio y de los vecinos y moradores de aquella
vecindad...”33.

Por otra parte, resaltando el carácter de los elementos religiosos y su influencia en las
actividades cotidianas, se referencia la importancia del pequeño templo, El Humilladero, en
la conformación de lugar significativo para la vida de los primeros santafereños. Esta
iglesia, según los historiadores fue la primera levantada en la ciudad, aún antes de la
fundación oficial de ésta, hacia 1538, en tapia y paja. Luego, en 1542, se reemplazó por una
de material más duradero, con teja de barro, la cual se ha representado en pinturas y
grabados. Permaneció en el lugar hasta 1887 cuando fue demolida, por considerarse que
desentonaba con el entorno. Se le denominó Humilladero por llamarse así las pequeñas
capillas o cruces protectoras que se colocaban en los caminos reales a las entradas o salidas
de los pueblos, por lo cual el apelativo genérico fue el nacimiento de su nombre. Esto
reafirma el que el lugar fue la puerta de acceso a la ciudad, y la toponimia viene de la
costumbre de los viajeros o lugareños que al pasar delante del monumento se hincaban a
manera de humillación. Una idea sobre su importancia la manifiesta Carlos Martínez:

33
MARTINEZ, Carlos. Op. Cit. p. 40.

42
Fig. 7. Plazuela de San Francisco, en 1849. Detalle.
DE LA ROSA, Moisés. Calles de Santafé de Bogotá. p. 169.

Fig. 8.Llegada de un obispo a la ciudad.. En primer plano el puente de San Francisco.


CÁRDENAS, Juan. www.lablaa.org/.../artplas/cardju2.htm

43
Sin el poder cautivante del templete del Humilladero, queda difícil explicar el porqué
la vega del río Viracachá, que más tarde se llamó plazuela de San Francisco, se
transformó súbitamente, en fecha anterior a la fundación de Santafé en centro obligado
de reuniones animado por la presencia de los primeros españoles que allí alternaban la
devoción y los negocios34.

Quizá la respuesta al porqué este lugar toma importancia temprana se deba a cómo los
conquistadores, con Gonzalo Jiménez de Quesada a la cabeza se ubican en contornos del
descampado que más tarde se denominaría plazuela, aunque si nos atenemos a la propuesta
de Julián Vargas, ya desde los emplazamientos chibchas tenía carácter importante en orden
de ubicación espacial y de función transaccional. Sin una fundación con piso normativo y
legal, ya se había realizado una fundación de hecho, con implantación y distribución de
lotes entre los lugartenientes allegados del adelantado: esta ubicación de personajes
privilegiados allí, se mantendrá hasta el siglo XVIII, con la presencia de viviendas de
prominentes personajes de la independencia como Antonio Nariño o Francisco de Paula
Santander.

De otra manera, el sitio es estratégico ya que se ubica como nodo de cruce entre la naciente
ciudad y el camino a Zipaquirá y Tunja, y es así como el puente es el único punto de cruce
sobre el río en mucho tiempo. Es al mismo tiempo lugar de comunicación y puerta de la
ciudad. Esto le imprime un marcado carácter comercial, ya que es punto de llegada de los
productos de cosecha y artesanales, que conforman los primeros mercados. De hecho es
lugar del mercado, antes de trasladarse a la plaza mayor. De allí el apelativo a Plazuela de
Las Yerbas como lo conocían los moradores. Tambien en sus inmediaciones se estableció
el primer hotel, conocido como mesón, ubicado en la ribera norte, al oriente del puente,
donde hoy se levanta el edificio del Banco de la República.

Asimismo se da cuenta como sobre este sitio se originan las primeras construcciones
importantes y mayor adelanto en lo urbano. Es allí donde se construye la primera casa, con

34
Ibid. p. 41.

44
muros de adobe cubierta con teja, de propiedad de Hernán Pérez de Quezada, según lo
relata Carlos Martínez35. Es tambien un sitio atractivo desde puntos de vista administrativos
y el Cabildo ve la importancia de ubicar allí las casas reales. Como mojones que acentúan
este carácter la administración construye cuatro tiendas localizadas en las cuatro esquinas
del puente. Asimismo, el puente sobre la plazuela será puerta de llegada de personajes
importantes, y el lugar se vestirá adecuadamente para estas circunstancias.

Por otra parte allí se trasladan los franciscanos en 1557, al costado occidental y sobre el
camino a Tunja y construyen el convento y el templo, del cual aún se conserva parte de la
obra original, por lo cual se dice que en la actualidad es el templo colonial más antiguo de
Bogotá, y así se le expone en catálogos y guías de turismo.

En la Plaza de San Francisco tambien se construye el edificio destinado para las Reales
Fábricas en 1780, aproximadamente. En esta edificación tambien funcionó el cuartel de
caballería, quizá por su posición estratégica. El ejército de la independencia lo ocupó hasta
1891, fecha en que fue vendido a particulares. Ocupó el costado suroccidental de la Plaza
de las Yerbas. En el Atlas Histórico de Bogotá es reseñado así: “...Hizo levantar una amplia
casa , en la ribera norte del río San Francisco, inmediata al puente del mismo nombre, y de
él separada por la angosta ronda del río36”. Esta edificación cerró el panorama que desde el
Humilladero y la plazuela se tenían del río y sus orillas, e inició la conformación oficial de
un paramento arquitectónico en la esquina nororiental del cruce.

Reunidos los poderes, conquistador, legislador y religioso, el carácter del sitio se refuerza
con las actividades cotidianas, tales como el mercado, que se celebraba los jueves, o los
oficios religiosos cotidianos y especiales (Fig. 8). Esta actividad, al igual que el hecho de
ser lugar de llegada de forasteros y productos fueron acicates para la localización de

35
Ibid.. Pág. 42
36
ESCOVAR, Alberto y otros. Atlas Histórico de Bogotá. 1538-1910. Corporación La Candelaria. Editorial
Planeta. Bogotá. 2004. p. 434.

45
chicherías en sus inmediaciones. Estas se convertirían en lugar de encuentro y veladas
transacciones sexuales, por lo cual, a pesar de ser perseguidas por la oficialidad, se
expanden en toda la ciudad. De esta manera el espacio público, marcado por la cotidianidad
de la transacción comercial y en ocasiones especiales por rituales religiosos, como las
fiestas del Corpus Cristi, da cuenta de un marcado carácter tanto comercial como religioso
donde desde estas dos aristas se construye la significación del territorio primigenio del
lugar.

Vale la pena resaltar como el lugar se conforma inicialmente en extramuros de la ciudad


planeada, por quedar fuera del río. El cruce, en esas demarcaciones aparece ya conformado
como nodo articulador de un eje simbólico religioso, superpuesto sobre la vía, lo
comunicacional, con un sello donde lo comercial marcaría su devenir. En sentido
transversal el nodo es cruzado por el accidente de la naturaleza, el río, su límite y frontera
por mucho tiempo.

1.1.3 La Calle Real. Esta se desarrolló sobre el eje norte-sur y se proyecta desde la Plaza
Mayor hacia el norte, en relación directa con la Plazuela de las Yerbas o de San Francisco,
posteriormente con la recoleta de San Diego, en lo que hoy es la calle 26, para proyectarse
hacia el camino de la sal al norte.

Recordemos, que la Calle Real era el sitio de mayor importancia tanto residencial como
comercial y su fisonomía se desenvolvía en casas de dos pisos, donde el primero lo
ocupaban almacenes y tiendas y el segundo era destinado a vivienda de las familias
prestantes. Si bien, el altozano de la Catedral, fue el punto de concentración de la vida
pública, su expansión hacia el norte, al nodo del cruce sobre el río, en el Puente de San
Francisco, origina la Calle Real, como lugar de paseo, transacción y encuentro.

La Calle Real fue así, la calle más visitada en la colonial ciudad de 1790. Los artesanos,
que antiguamente comerciaban en la Plaza de las Yerbas se instalan en las tiendas de

46
acuerdo al prestigio de sus productos. Sastres, zapateros, talabarteros, son algunos de los
referenciados como los más visitados por los santafereños. Aunque se debe tener en cuenta
como la mayoría de tiendas exhibían productos importados y caros, con lo que el comercio
tambien va segregándose socialmente. Vale la pena recordar como el sector de las Nieves,
al norte del río, nace inicialmente del Pueblo Nuevo de indios y posteriormente como
emplazamiento de artesanos que tienen allí sus talleres y es un lugar que desde las
narraciones se presenta como peligroso y no aconsejable para los pocos visitantes
extranjeros, en contraste con las tiendas de la Calle Real, de igual manera, en la colonia no
es un sitio consolidado y se conforma por huertas y casonas diseminadas entre pantanos.

Ya en el siglo XVIII una naciente clase social de tratantes y mercaderes, los burgueses, se
va apoderando de las propiedades colindantes con la Plaza Mayor y sobre la Calle Real. Se
resalta el carácter económico que se imprime sobre el espacio, donde antes primó una
huella religiosa. El escritor Germán Espinoza en su obra Los ojos del basilisco, ambientada
en la colonial Santafé de 1849, recrea una visión sobre el universo que constituía la Calle
Real:

Afuera, en la calle populosa a esa hora, iba y venía un tráfago cansado y cotidiano de
hombres enruanados y astrosos, calzados con alpargatas, que arreaban recuas de
burros, cargaban pesados fardos sobre sus espaldas o imploraban una limosna. Aquí y
allá, las aguadoras, con sus faldas largas de lienzo, hacían su oficio, yendo y viniendo,
al hombro las mucuras de barro cocido37.

1.2 EL CUERPO Y EL HABITAR EN EL CRUCE COLONIAL


Se parte del cuerpo como medio para una primera aproximación experiencial hacia el
entorno a partir de los sentidos, en una dimensión individual y luego, desde la alteridad en
relación con procesos comunicativos con el Otro, en el escenario de la calle, donde la

37
ESPINOSA, Germán. Los ojos del basilisco. Altamir Ediciones. Bogotá. 1992. p. 66. En esta obra, se
presenta un territorio dominado por la Plaza Mayor, el altozano de la Catedral y la calle Real, como
escenarios de la vida pública santafereña. Se narra como hecho sobresaliente la fecha de la liberación de los
esclavos, la cual fue celebrada por ellos con júbilo y demostraciones públicas en la Calle Real.

47
apariencia y el comportamiento orientan los lenguajes corporales en dimensiones
proxémicas. La relación entre el cuerpo y el lugar, en el período colonial estará supeditada
a la lenta construcción de la ciudad allí. En las primeras manifestaciones se mencionan,
como se anota atrás, el río y el puente para cruzar su profundo cauce. Quizá en esos
tempranos momentos solamente se estaba en la puerta de la ciudad y, el único signo
evidente de ella era el puente, el cual primero fue de madera y luego reemplazado por
piedra. El ámbito rural marcaría en ese entonces una experiencia perceptual en la cual, la
ciudad constituida como tal apenas se observaría a lo lejos con sus recién construidas
iglesias.

Con la consolidación de la plaza de Las Yerbas, primero como escampado frente al río y
paulatinamente circundados sus lados por construcciones importantes de dos pisos, luego
con la construcción del Humilladero y más tarde con la iglesia y convento de San
Francisco, se estaría asistiendo al dominio sobre la naturaleza, la cual va retrocediendo ante
el embate constructor. Las construcciones, no muy altas hacia el oriente permitirían la
experiencia de observar las altas montañas, bordeadas de arboledas tal como se aprecia en
ciertas representaciones de pinturas y grabados de la época. Los árboles que rodeaban el
sinuoso cauce del río otorgarían al lugar características de villa o poblado semirural, al
igual que la facturación de las tempranas construcciones coloniales, con muros en adobes y
cubiertas en paja, las cuales se reemplazaría en barro posteriormente, acatando las
ordenanzas.

En esta etapa de gestación del lugar aún queda una vista sobre el río, es la ribera sur sobre
la plaza del mercado (Fig. 9), con lo cual se tendría la lejana visual de las torres de las
iglesias destacándose sobre el fondo verdoso de los cerros. En etapas posteriores esta vista
tambien desparece para ser ocupada en primer plano por la edificación de dos pisos que
conformará el primer mesón de la ciudad, del cual no quedan referencias gráficas, en cuyo
lugar se construye el edificio de la corona de las Reales Fábricas, con austera arquitectura
de dos pisos rematando la visual norte desde la Plaza y cerrando la observación desde el

48
puente hacia el norte. Su volumetría sería quizá la primera en acercarse hasta el mismo
borde del río, colindando con el puente como se alcanza a apreciar en una fotografía de
1909, cuando todavía estaba en pie.

El cuerpo en este período tambien será depositario de rituales marcados por la religión. A
través de los monumentos y los acontecimientos se viven en primer lugar los hechos
religiosos cotidianos y en ritos repetidos por calendarios estatales. La santería hace su lento
camino, a través de imágenes y signos que, a veces en fachadas o en solitario, marcan
territorios sagrados: cruces, tallas de vírgenes y santos, en una transposición sobre la
idolatría nativa (Fig. 10).

El espacio público constituye el lugar donde el cuerpo en la colonia mezcla lo profano a


través de la cotidianidad que, en una provincial y encerrada ciudad, surge subrepticiamente.
Es así como el chisme, forma parte integral de la vida en la calle de ese entonces, como dan
cuenta los diversos narradores de la conventual vida colonial. Los blasones falsos, el
engaño, el repudio al indígena, generalmente catalogado como taimado, mentiroso y ladrón,
las faenas de engaños amorosos, forman parte del repertorio de la vida que se desvela en las
plazas y esquinas santafereñas38. No pueden quedar por fuera los diversos hechos y
personajes relacionados con la imaginería del pecado y la contravención con el mito
religioso y moral. Así surgen fantasmas y lugares del miedo relacionados con la crónica
roja de la ciudad.
El cuerpo en la colonia tambien es signo de exclusión en la medida que, a partir de la
segmentación espacial algunos lugares son compartidos por las diversas clases en
actividades específicas como el mercado donde a través del trueque los españoles e
hidalgos transan con los agricultores indígenas o los mestizos artesanos. La plaza y las vías
comerciales son lugares de mezcla social, aunque de manera limitada. El vestuario, muestra
38
Ver RODRÍGUEZ Freile. Op. Cit. Esta obra narra vivencias desde el punto de vista de los españoles
asentados en el lugar. Se cuentan allí lances amorosos, chismorreos, asesinatos, y acontecimientos cotidianos
como las experiencias de los terremotos, las gripas o las visitas célebres, entre otros.
CORDOVES Moure, José María. Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá. Círculo de lectores. Bogotá. 1985.

49
Fig. 9. Escena de mercado en la Colonia.
FUNDACIÓN MISIÓN COLOMBIA. Historia de Bogotá. Tomo III. p. 21.

Fig. 10. Procesión de Viernes Santo en la Calle Real. J. Brown 1835.


DEAS, Malcolm. Tipos y costumbres de la Nueva Granada. p. 127.

50
determinante del grupo al que se pertenece, es referencia obligada para, a través de las
palabras sobre las prendas percibir rechazo o aceptación39. El calzado, asimismo, es
distintivo del linaje y la etnia, ya que el indígena o mestizo anda a pie descalzo o con
alpargatas, prenda tosca y artesanal utilizada por los campesinos e introducida por los
españoles para las duras faenas del campo, mientras que el vecino de la ciudad luce
diversidad de zapatos. Por otra parte, la corporeidad se manifiesta en las segregaciones que
desde la vestimenta y las costumbres prefiguran prejuicios donde los indios y campesinos
son vistos con malos ojos, ya que además de taimados, sucios y olorosos tambien son
sospechosos frente a los vecinos. Asimismo el territorio es cuidado de la presencia de estos,
para lo cual se generan leyes que, permitiendo el acceso de los productos cosechados o
elaborados artesanalmente, en cambio prohíben la estancia de quienes los elabora, en el
interior de la ciudad, ya que solamente se acepta a quienes cumplen labores específicas,
como ser cargadores de agua, hacer algún trabajo de índole constructiva o ser criados de
familia.

El cruce, en esta época, se caracteriza por convertirse en lugar significativo en la vida de la


Santafé colonial. Por una parte el cruce del río será la puerta de la ciudad, que la protege de
los indeseables y a su vez, relación con la plaza de mercado, el lugar del encuentro. La
proxemia, que constituye la relación con el Otro, a través de la ciencia de la representación
en la escena pública, se expresará en toda su dimensión en la Plaza. Allí se congregan los
cuerpos en los días de mercado especial, los jueves, cuando llegan los campesinos e
indígenas a comerciar sus productos y allí van los vecinos de la ciudad primero a la
celebración eclesiástica, luego al mercado y en la tarde a las chicherías o tiendas que
circundaban el lugar. Existen narraciones donde se comenta como el pueblo raso,

39
VARGAS Lesmes, Julián. Op. cit. Respecto a la ruana el autor hace una descripción de su origen, el cual
parece ser introducida por indígenas que llegaron con Belalcazar, y su popular expansión entre la población
indígena y mestiza.. Asimismo da cuenta como se prohíbe su uso: “El uso de las ruanas en estos reinos es
parte muy principal del desaseo: ella cubre la superior del cuerpo, y nada le importa al que se tapa ir aseado o
sucio en el interior: descalzos de pie y pierna se miran todas las gentes, y solo con la cubierta de la ruana, que
aunque en efecto es mueble muy a propósito cuando se camina a caballo, debería extinguirse para todos los
demás usos...”. p. 107.

51
campesinos e indígenas, así como criollos pobres departen en las chicherías cercanas a la
plaza y en inmediaciones del caserío de las Nieves, de fuerte extracción indígena y
artesanal, mientras que las clases pudientes acuden a reuniones de más intimidad, a las
tertulias o a degustar las típicas onces santafereñas en las casas al interior de la ciudad.

Por otra parte la consolidación física del territorio, se dará paulatinamente, ya que, el orden
simbólico manifestado en planos ideales tendrá un lento desarrollo. Los albores del lugar
verán como hechos reales el puente cruzando el río en dirección norte y la iglesia y
convento de San Francisco, en la ribera norte, frente a la plaza, como polos de atracción
para los tejidos urbanos que desde la Plaza Mayor y la Plaza de las Yerbas tendrán
encuentro en el cruce. No se debe olvidar como sobre las orillas del río aparecerán casuchas
de los desposeídos que, no teniendo lugar en la ciudad instituida se acomodan de manera
informal, y allí permanecerán hasta mediados del siglo XIX.

El carácter religioso, marcado por la presencia de numerosos hitos, que conforman una
arquitectura del mito, resalta sobre la uniformidad de los espacios no ceremoniales y, se
conforman centros de manifestación del poder a través del signo. Jacques Aprile da cuenta
de esta situación en el siguiente aparte:“Entonces ermitas y capillas, iglesias parroquiales y
catedrales, conventos y humilladeros, plazoletas esquineras de atrios son por su
proliferación los elementos que marcan la plástica urbana, organizan y estructuran el
espacio de la misma manera que ordenan el pensamiento y dominan la vida diaria de los
moradores”40.

En este momento de vida colonial de la ciudad, la religión, con el fuerte impulso e


imposición desde las hegemonías de poder forma parte importante de las vivencias
cotidianas y aún extraordinarias a través de las diferentes ritualizaciones que conforman el
calendario de festividades y celebraciones. De esta manera, la ciudad-templo, que propone
Jaime Salcedo, se manifiesta por un lado en la conformación física, a través de

40
APRILE, Jacques. Op. Cit. p. 375.

52
edificaciones destacadas y por otra parte en la representación sobre el espacio de
manifestaciones que recuerdan “el carácter de espacio sagrado de su fundación”41, en las
cuales las mismas edificaciones se visten de fiesta con pendones, cintas y diversidad de
adornos y objetos adosados a sus fachadas, costumbre que se practicará hasta muy entrado
el siglo XIX.

El sistema simbólico, soporte de las redes físicas que se implantan en el territorio, se va


haciendo cada vez más fuerte. Es así como se va construyendo una urdimbre de signos,
diagramas, imágenes y nomenclaturas que se inscriben y van tomando forma en la mente
de las personas a través de las difusiones oficiales.42 De igual manera las edificaciones
representativas conformarán hitos de significado frente a los lugares que se reconocen en el
territorio. Diversos narradores de la vida santafereña dan cuenta de cómo el día se inicia
con la asistencia a misa. Asimismo, el calendario anual estaba organizado por diversas
celebraciones en su mayoría de carácter sagrado, las cuales surgen por imposición ya que
son obligatorias43. Es así como están el miércoles de La Ceniza, La Semana Santa, Nuestra
señora del Campo, el Corpus Christi, San Juan, Santodomingo o la Virgen de la
Candelaria, entre otras. El control del calendario festivo estuvo en manos de la autoridad
eclesiástica durante la época colonial y fue parte del “dominio que se impuso sobre el
imaginario colectivo con un claro sello emergente”44. Sin embargo, la manifestación
popular espontánea tambien se hace presente la lado de la intención evidentemente religiosa
de las celebraciones y, los componentes del pueblo hacen irrupción quizá soterrada, pero,
en una imbricación, donde sagrado y profano se van mezclando en una hibridación evidente
en la materialización de rituales y objetos tales como altares votivos y representaciones de
escenas bíblicas.

41
Ver SALCEDO, Salcedo, Jaime. Op. Cit. p. 209.
42
RAMA, Angel. Op. Cit. p. 34.
43
ZAMBRANO Pantoja, Fabio. La ciudad colombiana. Una mirada de larga duración. En Arturo, Julián
(compilador). Pobladores urbanos. T.M. editores. Bogotá. 1994. p. 47.
44
GONZALES Pérez, Marcos. El calendario festivo. En RUEDA Enciso José Eduardo, (compilador). Los
imaginarios y la cultura popular. Cerec. Bogotá. 1993. p. 25.

53
2. EL CRUCE REPUBLICANO

La ciudad colonial pocos cambios significativos tendrá hasta mediados del siglo XIX, por
lo menos en su fisonomía y costumbres. Pareciera que la conventual ciudad, con su vida
apacible y un tanto aletargada solamente empezó a moverse con la lenta pero firme
irrupción de la nueva clase emergente, generalmente llegada de provincia, antiguos
hacendados, ahora destacados comerciantes, así como por el arribo de indígenas y mestizos,
que caracterizó la potencialidad de atracción, de la ciudad a fines de la colonia , desde la
segunda mitad del siglo XVII.

Es notable el crecimiento demográfico que se produce en la ciudad y que ve como de una


población de 21.394 habitantes en 1801 se llega a la cifra de 116.951 en 1912, con o cual
se quintuplica la cifra en tan solo un siglo. Los flujos migratorios van a determinar una gran
diversidad poblacional en términos culturales. Al respecto dice German Mejía Pavony: “De
una ciudad pequeña de blancos, mestizos, negros e indios, Bogotá se transformó en una
densa urbe de ricos, de empleados y de profesionales, además del ejército de pobres y
miserables que pulularon por sus calles”45. Este crecimiento poblacional se dará a la par
que la complejidad de la ciudad en términos de actividades y administración. A la ya
conformada variedad de artesanos y tenderos se sumará la de los empleados
gubernamentales y oficinistas que, con paupérrimos sueldos aspiran a escalar puestos
socialmente. Esto se traducirá en la heterogeneidad cultural y étnica que se manifestará
especialmente en las áreas centrales de la ciudad.

Por otra parte, el cruce de estudio verá crecer su carácter como nodo de comunicación, ya
que sobre la geografía religiosa se impondrán mapas de los recorridos de transporte masivo,
con la implementación del tranvía46. La vinculación con la expandida ciudad tanto al norte

45
MEJIA Pavony, Germán Rodrigo. Op. cit.. p. 228.
46
Ver : LÓPEZ Michelsen, Alfonso. La ciudad en los años veinte, Un tranvía llamado ciudad. En Bogotá, la
ciudad. Gamma Ediciones. Bogotá. 1997. p. 24. Dice al respecto el autor que el tranvía hacía escalas en las
clásicas iglesias de Santafé: San Francisco, Las Nieves, San Diego y La Porciúncula, entre otras. Esto

54
como al occidente será un imperativo y, la Calle Real del Comercio no trascenderá
solamente en el centro, sino que aumentará su potencial por constituirse en importante eje
de transporte, el cual se relacionará tambien con la vía hacia occidente, la naciente Avenida
Jiménez, primero denominada Paseo Colón, al estilo de los bulevares parisienses, y
relacionaba el sector central tradicional, desde la Calle del Comercio, con los alrededores
de la Estación de la Sabana.

2.1 EL TERRITORIO
La ciudad hacia 1800 se ha expandido de sus originarios límites, conservando el patrón en
damero. A las antiguas parroquias se integran ahora los barrios de Santa Bárbara, al sur del
río San Agustín, San Victorino, en los límites al occidente, sobre la salida a Fontibón y las
Nieves Oriental, limitando con los cerros, y Occidental, desenvolviéndose al occidente de
la Avenida de la República, hoy carrera séptima. Esta conformación se mantendrá con muy
ligeras modificaciones hasta fines del siglo XIX (Fig. 11).

El centro de esta nueva configuración será la antigua ciudad, y se destaca como nodo
articulador el cruce del río con el puente de San Francisco, en los límites de las tempranas
fechas coloniales. Un factor que se evidenciará en este período es la especulación del suelo
en el centro de la ciudad y las consecuentes normativas ayudan a ese propósito: la
desamortización de bienes de manos muertas, en 1861, con la expropiación de los predios y
construcciones que estaban a cargo de la iglesia, que incluían 4128 casas y 633 tiendas, la
venta y remate de conventos, así como construcción en espacios libres de huertos, jardines
y solares de las antiguas casonas. Es así como en el sector del centro comprendido entre los
ríos San Agustín y San Francisco, la manzana se construirá en su totalidad con solamente
algunos reducidos patios hacia el centro de la cuadra47 (Fig. 12).

evidencia como sobre hitos religiosos reconocidos por los habitantes se insertan los nuevos elementos
derivados de la movilidad en una ciudad que crece.
47
APRILE Gniset, Jacques. La ciudad colombiana. Siglo XIX y siglo XX. Banco Popular. Bogotá. 1992. p.
236.

55
Respecto al centro como territorio importante en la ciudad latinoamericana del siglo XIX,
será a la par que núcleo arquitectónico y urbanístico, centro social y centro del país y del
mundo, al integrar allí los poderes ya consolidados, con los nuevos que llegan desde el
comercio y las finanzas. Las élites, que se asentaron en el marco de la plaza en la colonia,
ahora extenderán sus dominios a lo que se denomina el centro, y con la simbiosis de las
nuevas clases burguesas, dominarán la vida comercial del lugar48. De igual manera, con el
movimiento mercantil y financiero de las nuevas clases, el sector de la Catedral verá un
cambio en sus usos con aparición de bancos, agencias de negocios y hoteles, entre otros, lo
que le dará entrada a la moderna y diversificada ciudad.

Las acciones que modificarán físicamente el territorio se relacionan con el cambio de


ideales que caracterizará buena aparte del siglo XIX. Quienes conforman las castas
dominantes, ya no el clero, sino antiguos hacendados, ahora comerciantes, ven a Europa
como metrópoli que promete un estilo de vida acorde con sus nuevas posiciones. Es de
notar que, el siglo XIX se va a caracterizar por la necesidad de búsqueda de identidad en la
naciente república y, en consonancia un “determinado sistema de expresiones urbanas y
arquitectónicas que correspondieran a sus ideales políticos y sociales, y de ahí surge la
época republicana en las formas construidas”49.

Teniendo en cuenta que en el contexto mundial rondaba el romanticismo en plena vigencia,


con preponderancia del énfasis de la razón y las sensaciones, se generan en el país
sentimientos nacionalistas unidos en torno a la creación de nación, así como de un orden

48
MEJIA Pavony, Germán. Op. cit. p. 274-339. El autor expresa como la conformación física del entorno
tiene relación directa con la jerarquía social y así las casas altas (de familias prestantes) estarán localizadas en
la parroquias de la Catedral y sobre la Calle Real., extendiéndose posteriormente a las Nieves, Santa Bárbara
y el Camellón de San Victorino. A pesar de la aparición de quintas en Chapinero, las familias prestantes
continuaron privilegiando “el centro” como sector de residencia, hasta muy entrado el siglo XX. Por otra
parte, el autor comenta, como el centro institucional y religioso será ahora centro físico y simbólico no sólo de
la ciudad sino de la patria, al concentrar allí sus poderes institucionales, financieros y ordenadores de la vida
nacional. Dice el autor para enmarcar esta idea: “las treinta manzanas de la Catedral se convirtieron así en
potente imán en torno al cual comenzó a girar la vida nacional por varias décadas”.
49
TÉLLEZ, German. La arquitectura y el urbanismo en la época republicana. En Manual de historia de
Colombia. Vol. II. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá. 1979. p. 470.

56
jurídico y democrático. En materia de arquitectura el orden neoclásico se impone como una
arquitectura con un repertorio de principios que se manifiestan en el estilo y espíritu de la
época. El modelo neoclásico, que en Europa nace con la pretensiones de subrayar poderes
imperiales y por ende lejos del significado que las origina, es asumido en Colombia como
una manera de actualización y progreso50. Es así como se aplica un neoclasicismo de
consumo con la puesta en escena del repertorio lingüístico de un estilo que no se ve más va
allá del gusto.

Desde el mismo Estado se recurre al catálogo neoclásico en sus obras que incluso llegan a
ser modelo a seguir. Jacques Aprile da cuenta de su impronta:“Ya desde 1880 el Capitolio
se convierte en paradigma; varios edificios comerciales y bancos usan la suntuosa piedra,
por lo menos en sus fachadas o columnatas. Con su textura y color es sinónimo de buen
gusto y arquetipo de calidad de la arquitectura”51.

Es evidente como se trata de una implantación de modelos de arquitectura neoclásica


francesa generalmente, que, integran los nuevos materiales constructivos con formas
heredadas de la antigüedad. Así, las columnas con los diversos órdenes griegos, los
capiteles, las cornisas y aún las esculturas se constituyen en el repertorio compositivo para
organizar fachadas adosadas al edificio52. La europeidad se asume desde la connotación
formal hacia el exterior de la ciudad y evidencia un espíritu que busca el sentido de la
actualización y el cosmopolitismo a través de la arquitectura. No se debe dejar de lado,
como mientras los modelos originales, en París o Londres, fueron realizados en épocas de
auge económico y, donde la monumentalidad estaba ligada no solamente al edificio, sino a
los espacios que le rodeaban, en el territorio colombiano, la situación económica es otra y

50
Al respecto Ver: ARANGO, Silvia. Op. Cit. p. 108. PERGOLIS, Juan Carlos. Sobre lo clásico en
arquitectura. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 1986. p. 56. TÉLLEZ, German. La arquitectura y el
urbanismo en la época republicana. En Manual de historia de Colombia. Vol. II. Instituto Colombiano de
Cultura. Bogotá. 1979. p. 470.
51
APRILE Gniset, Jacques. Op. cit. p. 243.
52
Ibid. p. 244.

57
la restricción obliga a solamente tener en cuenta edificaciones puntuales, sin la apertura a
espacios externos de dimensiones colosales.

Es así como la arquitectura e imagen de ciudad colonial empieza a perder su validez y es


vista como carente de comodidad e higiene además de mostrarse triste en su
aspecto:“Llevaban el sello colonial regrabado en las arrugas de la vejez”53, dice Camacho
Roldán, como queriendo dar a entender que un nuevo ideal pedía cambios en la antigua
ciudad. Hay una tendencia a olvidar el pasado colonial y mirar hacia las capitales europeas
como modelos del buen vivir plasmados tambien en la fisonomía urbana y arquitectónica.
Será Londres y posteriormente París las principales mecas del imaginario burgués54.

No se puede dejar de lado como el gobierno republicano se constituye por la aristocracia,


una burguesía que desprecia tanto sus raíces como la historia arquitectónica y ve en Europa
el ideal a seguir55. Este cambio hace presencia tanto en aspectos sociales y económicos
como estéticos y se manifiesta en las costumbres que van a cambiar notablemente la
cotidianidad, expresada en el espacio público. Al respecto dice Germán Téllez:

La época republicana le otorgó al arquitecto, al usuario y al ciudadano la posibilidad


de la emoción, y el interés visual engendrado por el rescate ecléctico de la decoración
arquitectónica y el nuevo repertorio espacial de las construcciones de la época. Lo que
se pierde en finura estilística y en buen gusto se gana en sabroso y sensual goce
formal56.

53
MARTÍNEZ, Carlos. Op. Cit. p. 120.
54
TÉLLEZ, Germán. Op. Cit. p. 745. El autor pone en evidencia esta situación manifestando que “París se
convertiría para la nueva oligarquía colombiana, en la versión visitable del paraíso terrenal, y en el punto
focal de un ideario cultural”.
55
OSPINA, William. ¿Dónde está la franja amarilla?. Grupo Editorial Norma. Bogotá. 1997. El autor señala
como desde que nace la república la Nación ha estado gobernado por herederos de las clases de hacendados y
comerciantes, que, lejos de sentirse pertenecer al país se avergüenzan de él y de sus gentes: “...siempre hubo
una aristocracia parroquial arrogante y simuladora que procuraba vivir como en las metrópolis, disfrutando el
orgullo de ser mejores que el resto, de no parecerse a los demás, de no identificarse con el necesario pero
deplorado país en que vivían”. p. 12..
56
TÉLLEZ, German. Op. Cit. p. 505.

58
Fig. 11. Plano de Bogotá. José María Lanz.1830.
MEJIA Pavony, Germán. Los años del cambio. p. 37.

Fig. 12. Ocupación espacial en el cruce de la Calle de los Carneros con Calle Real. 1895.
PIZANO, Olga, y otros. Recuperación espacial de la Avenida Jiménez y el parque
Santander. p. 56.

59
El cambio tambien se manifestará en la toponimia del territorio. Los nombres, parte
fundamental de los signos sobre el espacio público y componentes que relacionan la vida
cotidiana de los habitantes sufrirán una modificación sobre la ya tradicional manera
construida por la costumbre. Los hechos, personajes y símbolos patrios va a ser ahora los
nuevos designios por ordenanzas para los antiguos lugares. En este sentido manifiesta
German Mejía: “La ciudad debía ser el centro simbólico de la Nación y en sus edificios,
calles y monumentos, se debían leer los grandes hechos constitutivos de la patria”57.

La antigua organización territorial, de origen religioso, las parroquias, continuará en la


referencia cotidiana buena parte del siglo XIX, aún a pesar de que por ordenanzas
borbónicas en 1774 se introdujeron las denominaciones de barrios y cuarteles. De esta
manera la parroquia de la Catedral se organizó en los barrios de El Príncipe, San Jorge, la
Catedral y el Palacio, y el lugar de estudio estará en el centro de la cruz que limitará los
barrios Nieves Oriental, Nieves occidental, El Príncipe y San Jorge. Por otra parte, con el
cambio de denominaciones, el Camellón de los Carneros, en la orilla sur del río, se llamará
Carrera de Neiva Calle 1ª, entre 1849 y 1876 y posteriormente será Calle 5ª al norte, hasta
1886, cuando será definitivamente calle 15 ,entre carreras séptima y octava. Y a su vez el
tramo sur de la Calle Real será entre 1849 y 1876 carrera del Norte calle 4ª, y hasta 1886 se
llamará Carrera 1ª al oriente, para tomar su definitivo apelativo de Carrera Séptima desde
ese año hasta hoy58.

57
MEJIA Pavony, German Rodrigo. Op. Cit. p. 413-416. El autor recuerda como el centro de la ciudad tuvo
durante el siglo XIX cuatro diferentes sistemas de nomenclatura, siendo el primero el colonial, construido por
la tradición y la costumbre, en segundo lugar los impuestos por el gobernador de la provincia de Bogotá, en
1849, por los nombres de los sitios donde ocurrieron batallas independentistas o de las republicas
bolivarianas. Una tercera denominación se dio en 1876, con intención de adoptar el sistema de Nueva York,
de tipo racional y numérico. La cuarta y definitiva nomenclatura se define en 1886, con la actual situación de
calles y carreras.
58
DE LA ROSA, Moisés. Op. Cit. Pág. 229. Respecto a la Calle de los Carneros. El autor comenta como esta
denominación no ha desaparecido de la memoria de los habitantes y recuerda los tiempos coloniales. Dice el
autor: “el nombre de los Carneros debió originarse no porque existiera venta de esos animales, sino porque
semejante al que metafóricamente lleva el cronicón homónimo escrito por Rodríguez Freyle provino del hoyo
grande destinado en la adyacente iglesia de San Fco. Para enterrar a los muertos que no iban al panteón
regular..., hoyo que se llamaba carnero, según dice la primera edición del Diccionario de la Academia
Española en su cuarta acepción”.

60
Como parte de los cambios en los signos del espacio público, hacia 1877, la primigenia
Plaza de las Yerbas, luego de San Francisco pasará a denominarse Plaza de Santander, con
la conformación de uno de los primeros parques de estilo francés de la ciudad, y la
implantación de la estatua del General Santander donde otrora estuvieran el Chorro y la
Iglesia del Humilladero.

2.1.1 El río San Francisco. Este elemento geográfico que fue importante como delimitación
de la recién fundada ciudad, que en la colonia conformó una muralla natural que separaba
las parroquias de la Catedral, Nieves y San Victorino, estará ya entrado el siglo XIX
vadeado por varios puentes. El más antiguo, originario San Miguel y posteriormente de San
Francisco (Fig. 13), por estar aledaño al convento e iglesia de su nombre, será reconstruido
en piedra, con un característico arco ojival hacia 1882. El viajero norteamericano William
Duane presenta su experiencia sobre el lugar, al llegar a la ciudad en 1822:

...Entramos en un área despejada pero de configuración irregular, muy bien


empedrada, de la que parten diversas calles, y en donde un atractivo puente de piedra
anuncia ya la proximidad de una ciudad importante. El puente cruza por encima de una
quebrada, aquí llamada río –el río San Francisco-, pero que entonces no pasaba de ser
un barranco profundo de ingrata apariencia, por cuyo fondo corría un agua muy
somera y diseminada, que tiene su fuente en el abra de la sierra que se divisa hacia el
fondo, o parte oriental de la ciudad. Este descampado, y algunas de las calles que traen
dirección occidental, sirven de paseo habitual a los vecinos que moran en el barrio; y
como las calles revelan singular limpieza, producen muy grata impresión. El puente es
de construcción excelente, y dentro del espacio ya citado observé tambien una obra de
bien labrada piedra, que al principio tomé por una fuente, pero que acaso era un
monumento de otra índole...59.

Desde la colonia el río fue usado como desaguadero de los caños que corrían por el centro
de las calles, así como botadero de basuras y en algunos casos de las letrinas, al no existir

59
ROMERO, Mario Germán. Bogotá en los viajeros extranjeros del siglo XIX. Villegas editores. Bogotá.
1990.p. 28.

61
Fig. 13. Vista del puente de San Francisco en 1915, desde el oriente.
ESCOVAR, Alberto y otros. Atlas histórico de Bogotá. p. 255.

Fig. 14. Vista hacia oriente, desde el puente de San Francisco. 1910.
ESCOVAR, Alberto y otros. Atlas histórico de Bogotá. p. 235.

62
un sistema de alcantarillado. Ya en el siglo XIX esta situación será bastante grave, lo que
ocasionará varios brotes de epidemias. La solución que se buscará tanto para el río San
Francisco como para los demás que tenía la ciudad será la de implementar canalizaciones
paulatinamente. Es así como hacia 1886 se inicia este proceso, en el tramo comprendido
entre las carreras séptima y octava, siendo totalmente canalizado hacia 1925.

Las riberas del río, que en la colonia estaban flanqueadas por arboledas y algunas casonas,
serán poco a poco intervenidas por construcciones que llegarán hasta el cauce mismo, pero
dándole la espalda. Esto se evidencia en algunas de las primeras fotografías tomadas cerca
al puente de San Francisco que muestran edificaciones de dos pisos y un basamento en
piedra para protegerse de las corrientes y de la humedad. (Fig. 14 )

Si bien el río carga con las inmundicias y signos negativos por parte de pobladores y
visitantes, también será un elemento que forma parte de los lugares significativos aún en el
siglo XIX, junto con el puente, el convento y la iglesia de San Francisco, algunos de los
hitos más referenciados en narraciones, grabados y primeras fotografías de la ciudad, lo que
otorgará al cruce en esta época lugar importante en las referencias de la Bogotá de esa
época.

Teniendo en cuenta que el río fue utilizado como colector de las aguas negras de la naciente
ciudad, en este punto ya no presentaba atractivo paisajístico ni importancia ambiental.
Asimismo, el lugar aunque importante al ser cruzado por el único puente que existió en
mucho tiempo, así como por la conformación de la plazoleta de Las Yerbas o de San
Francisco, es tambien referenciado de manera no tan notable. Es así como Jhon Steuart,
comerciante escocés que vivió en la ciudad en 1836, se refiere de ésta manera:

...Las paredes del convento se extienden más allá, a una distancia de seiscientos pies
sobre los bancos del río San Francisco, sobre el cual se ha tendido un puente de piedra
de un solo arco que continúa la Calle Real. Esta esquina puede ser definida como la
parte más puerca de la ciudad. Olores como los que allí prevalecen no pueden de

63
seguro conciliarse con el reconfortante olor de santidad que, según se dice, es
privilegio peculiar de todos los verdaderos seguidores del bendito San Francisco60.

Nótese como a pesar de ser un cruce, río y puente, se denomina como la esquina, en la
narración. Otra visión, de tendencia romántica, sobre este lugar la aporta el geógrafo
alemán Alfred Hettner quien visitó la ciudad entre 1882 y 1884:

...Sin embargo, hay una excepción en esta disposición concéntrica: sucede que a orillas de los
ríos San Francisco y San Agustín, estos ranchos tan humildes viene avanzando hasta el centro
de la capital.

Con todo ello (la podredumbre de las alcantarillas), las orillas de las corrientes forman la parte
más pintoresca de la ciudad, entendido que en las urbes tal calificación suele darse no a las
hileras de casas modernas, sino a sitios intercalados entre la obra humana, que se han
reservado a la naturaleza o devuelto a ella por amenazar ruina aquella, o a las construcciones
antiguas que por su estilo nos parecen más vinculadas todavía a la naturaleza...(sitio
espléndido para construir villas) Pero al bogotano, esto no le agrada. Lo que le interesa es
quedarse lo más cerca posible de sus negocios y de los chismes de la ciudad...61.

Sobre las Calles Real y Florián, hoy carreras séptima y octava, a la altura del cruce con la
actual Avenida Jiménez se conformará una calle con paramentos en sus dos costados,
denominada entonces Calle de los Carneros. Estaba delimitada por el costado norte con el
claustro de San Francisco, muy posiblemente este nombre surgió de su proximidad al
colonial Camellón de los Carneros, que bordeaba dicho convento.

A la par de la canalización del río se levantará en el antiguo claustro de San Francisco, el


denominado Palacio de la Gobernación de Cundinamarca por el arquitecto francés Gastón
Lelarge (Fig. 15). Esta obra se realiza entre 1918 y 1933. Con un repertorio formal y
simbólico neoclásico francés, con almohadillados en primer piso, ventanas y puertas
rematadas en arcos rebajados, columnas y pilastras en segundo piso con capiteles

60
STEUART, John. Narración de una expedición a la capital de la Nueva Granada y residencia allí de once
meses. Academia de historia de Bogotá. Tercer Mundo Editores. Bogotá. 1989. p. 115. Es importante tener en
cuenta que la opinión del comerciante escocés está cargada de “prepotencia y soberbia con que contemplaron
algunos extranjeros la nación, que asomaba a la vida republicana...”, como se lee en el prólogo de dicha obra
escrito por Pilar Moreno de Angel.
61
ROMERO, Mario Germán. Op. cit. p. 205.

64
compuestos, se corona en la parte superior con esculturas clásicas representando a la Paz y
el Trabajo, dos paradigmas que orientan los discursos estatales. Esta obra pasará a ser desde
ese momento referencia perceptiva que se unirá a la ausencia del río y los puentes,
reemplazando la imagen bucólica y un tanto provincial por la nueva idea de una naciente
ciudad cosmopolita y de vanguardia.

2.1.2 El parque Santander. La antigua plaza de Las Yerbas, luego de San Francisco, sufrirá
transformaciones que impactarán el antiguo uso. Habiéndose conformado espontáneamente,
a extramuros de la ciudad institucional, otorgará un carácter importante a sus alrededores.
Allí se abrirían las primeras tiendas importantes de víveres, y se construirían las Reales
Fábricas de tabaco, aguardiente y naipes, en donde estuviera el primer mesón de la ciudad,
al sur de la plaza, dando sobre la calle real y frente al río, lugar ocupado posteriormente por
el hotel Granada. De igual forma, en su esquina norte, sobre la avenida de la República, hoy
carrera séptima, se levantará el hotel Regina. Ambos hoteles, de factura neoclásica
afrancesada serán lugar de reunión de la alta sociedad y continuamente referenciados como
parte de la bell epoque, bogotana. El hotel Granada será construido en 1920, por los
arquitectos Casanovas y Manhheim, donde hoy se levanta el edificio del Banco de la
República, y viene a ser en muchas décadas referencia obligada de exquisita arquitectura.
Es de tendencia francés renacentista como muchos otros edificios del centro, y a la par que
modelo de buen gusto se convierte en centro de reuniones de la burguesía bogotana, y
referente para los encuentros en la esquina nororiental de la Jiménez con Séptima.

Hacia fines del siglo XIX, la plaza estaba delimitada en sus costados por casas coloniales
de dos pisos. El piso inferior ocupado por almacenes y el superior por vivienda de personas
importantes. Siguiendo la moda imperante en gran parte del centro, las fachadas serían
transformadas siguiendo patrones neoclásicos, con la supresión de los aleros de las
cubiertas y añadidos de columnas superpuestas así como cornisas y otros elementos
decorativos que se asimilaban al nuevo estilo. Aproximadamente en 1878 se intervendrá
rigurosamente el lugar confiriéndole por un lado un nuevo nombre, Parque Santander, por

65
Fig. 15. Palacio de San Francisco o de la Gobernación, al lado de la iglesia de San
Francisco.
JIMÉNEZ, Carolina. Calle de Papel Calendario. Bogotá. Avenida Jiménez.

Fig. 16. Representación romántica del Parque Santander. CÁRDENAS, Juan


www.lablaa.org/.../artplas/cardju1.htm

66
estar situada allí la casa donde naciera el Hombre de las Leyes, y por otra parte con la
implementación de modelo paisajístico francés. Es así como se cerrarán sus costados con
rejas y puertas en las esquinas, se sembrará vegetación en su interior y se instalará el primer
sistema de alumbrado de la ciudad, a base de gas. Estos cambios impactarán el tradicional
uso, con lo cual los habitantes se replegarán hacia las fachadas de las edificaciones
circundantes, y el control del espacio se acentuará con enrejados y puertas. (Fig. 16)

2.1.3 La Calle Real del Comercio. La importancia de la antigua Calle Real se mantendrá
durante el siglo XIX y de acuerdo al intensivo uso se le denominará Calle del Comercio, o
Calle Real del Comercio (Figs. 17 y 18). Partiéndose de la Plaza de Bolívar y a lo largo de
la actual Carrera Séptima se ubicará lo más selecto en materia de objetos de consumo,
siendo privilegiado el sector conocido como Parroquia de San Jorge, al occidente de la
carrera séptima y colindando con la carrera décima, en los límites con la parroquia de San
Victorino. Allí estarán almacenes de telas y paños, sombreros, joyerías, y además será el
epicentro de la naciente clase financiera. Por su parte la Parroquia del Príncipe, al oriente
de la Calle Real, estará caracterizada por la presencia de instituciones de educación,
colegios y universidades prestantes, así como por presencia de talleres de imprentas y los
primeros periódicos, con lo cual la ciudad letrada, de Angel Rama, se marcará en este
territorio.

En el siglo XIX existen varias narraciones de viajeros que comentan sobre las
características de la Calle Real Del Comercio. Es así como un viajero inglés da cuenta de su
experiencia:

Donde se encuentran las mercaderías de mayor lujo y belleza es en la Calle Real,


expuestas a la venta en espaciosos locales que ocupan el piso bajo de todas las casas a
ambos lados de la rúa, siempre llena de movimiento y actividad. En ellas se acumulan
las más finas joyas, cubiertos, sombreros de señora y ropa para ambos sexos y de ahí
se distribuyen a todas las comarcas que se extienden al oeste, al sur y al este, en varios
centenares de millas y, hasta más allá de Quito. ...En esta calle existe la única librería
que tuve oportunidad de ver en toda Colombia; casi todos los libros eran en francés y

67
algunos en ingles; tambien muchos de los recientemente editados por las prensas
hispanas...62.

Todo lo que hay de rico y elegante permanece agrupado en la Calle Real, comenta a su vez
Pierre D’espagnat, escritor francés que visitó la ciudad en 1897, con lo cual resalta la
importancia de esta vía en la vida de la ciudad.

Sobre la esquina suroccidental de la Calle Real, al frente de San Francisco se levantará uno
de los primeros pasajes comerciales al estilo francés, el edificio Rufino Cuervo. Este
edificio duró en construcción dos décadas y se finalizó hacia 1914 y fue el primero en
impactar físicamente el entorno ya que su técnica constructiva, así como los materiales y el
lenguaje utilizado en la volumetría y fachadas, rompía de manera abrupta con las coloniales
casas de dos pisos, tímidamente convertidas en neoclásicas. La escala de la calle, así como
el uso se intensificaría y, la edificación pasó a ser parte de los lugares significativos de las
gentes, superponiéndose al antiguo puente63. Este edificio será sede de diferentes oficinas
gubernamentales como el Telégrafo y, si bien su fachada será austera destacándose
solamente los accesos con frontones neoclásicos, la novedad del pasaje interior con
almacenes y vitrinas, constituirá un motivo como sitio de encuentro, que regularmente se
hacía sobre las esquinas de la Calle Real, especialmente sobre la Calle de la Portería, hoy
catorce (Figs. 19 y 20). Así como este, otros pasajes se abrieron en el centro de la ciudad, y
se promocionaron como la manera de entrar en la modernidad al estilo de París.

62
Ibid. p. 42.
63
Ver PIZANO, Olga, y otros. Recuperación espacial de la Avenida. Jiménez y el Parque Santander.
Unversidad de los Andes. Banco de la República. Bogotá. 1998. p. 53, 54, 55. Dicen los autores como la
degradación del río, así como la asfixia física por la construcción hasta sus orillas hicieron que el valor del
puente de San Francisco como hito de referencia se diluyera y, la construcción del Pasaje Rufino, como se
conociera a este edificio, tomará parte importante en la significación hacia el lugar. De igual manera se
comenta como esta edificación impactará la forma cotidiana que tenía el observador para acercarse
perceptualmente al río y la sucesión de puentes que lo cruzaban en cada cuadra, ya que su paramento alto
cerrará la visual y, la canalización obligada del río para su construcción cubrirá la superficie a la altura de la
circulación.

68
Fig. 17. Vista de la Calle Real del Comercio, a fines del siglo XIX, desde el puente de San
Francisco.
MEJIA Pavony, Germán. Los años del cambio.. p. 297.

Fig. 18. Vista de la Calle Real. Al fondo la torre de la iglesia de San Francisco. 1890.
THEROND. Revista Proa Nº 5 Feb. 1947.
www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/proa/proa005.pdf

69
2.2 EL CUERPO Y EL HABITAR EN EL CRUCE REPUBLICANO
Desde la relación entre el lugar y el cuerpo, a partir de los sentidos para llegar a la
dimensión perceptiva, es manifiesto como en este período se va a generar un cambio
rotundo en la manera como se relacionan la escala y el entorno en esta situación. El cruce
de la colonia, con el puente sobre el río y la amplitud espacial generada por el
distanciamiento de los paramentos construidos en las cuatro esquinas, respetaba las vegas
del río y, en la ribera noroccidental, frente al claustro de San Francisco se conformaba el
Camellón de los Carneros, donde entre la naturaleza que bordeaba el cauce aparecían de
trecho en trecho humildes casas de tipo campesino. Estos elementos conferían al lugar un
ambiente entre pueblerino y campestre, que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX,
como lo confirman las descripciones de viajeros de este momento.

Esta situación va a ser transformada rotundamente con varias intervenciones que poco a
poco cambiarán la escala del lugar y por ende la percepción del habitante. Por un lado, las
construcciones que llegan hasta el borde mismo del río, en sus márgenes sur y norte, al
oriente de la Calle Real del Comercio, cerrarán la visión sobre los cerros. Por otra parte, la
canalización del río sobre el tramo entre las Calles Real del Comercio y la Calle del
Florián, actuales carrera séptima y carrera octava, cambiarán de manera abrupta la visión de
un paisaje campestre, por una aproximación a entorno urbano. Además la construcción del
pasaje Rufino Cuervo, como edificación que ya no conserva ningún rasgo relacionado con
las volumetrías y calidades formales del entorno que caracterizaba el cruce, será elemento
fundamental en el cambio de la percepción. La vista sobre el río y los puentes que
constituían elementos significativos al llegar al lugar serán reemplazados por la visión de la
rigurosa edificación. El habitar mismo del cruce que, en la colonia estuvo marcado
fuertemente por la presencia del hito religioso, el claustro y la iglesia con su torre, serán
bruscamente modificados por la presencia del edificio mencionado, que en si mismo se

70
convierte en punto de atracción a juzgar por las investigaciones alrededor de su impacto en
las costumbres de los habitantes de la ciudad64.

Otra intervención que cerrará definitivamente el repertorio de imagen pueblerina y


semirural en la percepción del habitante será la demolición del claustro de San Francisco, y
la construcción del llamado Palacio de San Francisco o Gobernación del Departamento, que
con el lenguaje neoclásico institucional, y su altura y paramento continuos, cerrarán de
manera patente la visual sobre la ciudad y los cerros orientales que se divisaban como
cierre lejano de la panorámica.

Las experiencias significativas alrededor del río y el cruce con el puente, tan referenciadas
en imágenes y narraciones de la época, serán reemplazas por la presencia de las
edificaciones que limitarán la visual y enmarcarán espacialmente el antiguo cauce del río
para dar paso tímidamente a la futura avenida Jiménez, mientras hacia occidente todavía se
observaba en lontananza una imagen bucólica que poco a poco iría desvaneciéndose con la
transformación de la ciudad difuminándose desde el crucero hacia sus inmediaciones como
una mancha de tinta desplegándose. Daniel Ortega Ricaurte muestra en su narración La
Ronda del Río San Francisco esta descripción: “en sus orillas se veían paupérrimos ranchos
pajizos, enmalezados por esbeltos arbolocos, por sauces y alcaparros y por cerezos”65.

Las narraciones que evidenciaban olores y vistas contrastantes, donde los lugares
imaginarios mostraban paisajes bucólicos y la realidad un río convertido en letrina, en el
siglo XIX reservará parte de esta experiencia para el tramo de río que llegaba desde oriente
y se perdía en la canalización que se inició en la Calle Real del Comercio. La experiencia
de los sentidos desde el cruce hacia occidente, con la canalización y construcción de

64
Ibid. p. 55. Dicen los autores como este edificio, por la novedad de integrar el interior a la vida de la calle
comercial, con locales comerciales que ofrecían sus vitrinas al interior, se constituyó en sitio de reunión de los
capitalinos, y en cierta manera canalizó la tradicional caminata por la Calle Real hacia el lugar.
65
ORTEGA Ricaurte, Daniel. Álbum del Sesquicentenario. Academia Colombiana de Historia. Bogotá. 1938.
p. 67.

71
calzada, así como por la construcción de paramentos altos y cerrados, dará apertura a la
aparente inholora ciudad proveniente de las corrientes higienistas y reguladoras cuyo origen
estuvo en las intervenciones de Hausmann en París.

En el lugar de estudio, en este período se integrarán varios elementos que podrían mirarse
bajo la óptica de ser residuales y emergentes a la manera en que lo propone García
Canclini66 para analizar la ciudad latinoamericana en su centro. Por un lado el único
vestigio del pasado colonial que logra salvarse es la iglesia de San Francisco con su
característica torre, lo que en términos físicos podría considerarse como residual, por
formarse en el pasado, aunque en términos de significado para el habitante seguirá siendo
parte importante de su cotidianidad y como referente espacial. Como emergentes, figuran
por un lado los edificios Rufino Cuervo y la Gobernación de Cundinamarca, los cuales le
imprimirán el sello de gran ciudad que tanto se anhelaba. Si bien a lo largo de la Calle Real,
hacia el sur, todavía pervivían casonas coloniales, que a pesar del maquillaje neoclásico,
dejaban transpirar sobre la epidermis su origen, el cruce cambia totalmente su fisonomía en
aspecto y escala, lo cual obviamente impactó la manera en que el cuerpo se acercaba a la
experiencia del lugar.

Se recuerda a Angel Rama, en La ciudad letrada, donde se referencian los rápidos cambios
que se presentan en la ciudad a las puertas de la modernidad, y “la ciudad física, que
objetivaba la permanencia del individuo dentro de su contorno, se transmutaba o disolvía,
desarraigándolo de la realidad, que era uno de sus constituyentes psíquicos”67. Asimismo al
autor plantea como estos sucesos no van a impactar al recién llegado, el inmigrante, quien
apreciará el entorno como algo natural, por el desarraigo que trae consigo, y la no
experiencia del compartir en común la construcción de significados hacia el lugar. Rama

66
GARCÍA Canclini, Néstor. Culturas híbridas. Grijalbo. Méjico. 1990. p. 184. El autor propone tener en
cuenta la idea de Raymond Williams quien sugiere tres tipologías de análisis en lo que respecta al aspecto
patrimonial: por un lado lo arcaico, que pertenece al pasado, en segundo lugar lo residual, que se formó en el
pasado, pero que continúa vigente en los procesos culturales y, lo emergente, que se forma con nuevos valores
y nuevas prácticas y relaciones sociales.
67
RAMA, Angel. Op. Cit. p. 96.

72
habla de la experiencia del extrañamiento, como la sentida por los habitantes en una ciudad
que deja de lado un pasado nostálgico y significativo para embarcarse en el vivir un
imprevisible y anhelado mañana: “...la movilidad de la ciudad real, su tráfago de
desconocidos, su ritmo acelerado, las mutaciones que introducían las nuevas costumbres,
todo contribuyó a la inestabilidad, a la pérdida de pasado, a la conquista de futuro...”68. La
ciudad de la colonia construida lentamente sobre un paisaje natural, tabula rasa, por siglos
de lenta acomodación y desenvolvimiento de su estructura, con referentes tanto físicos,
como simbólicos, será transmutada abruptamente durante el siglo XIX y, la escala baja, de
espacios protegidos, con sombra, velados e íntimos será cambiada por altas edificaciones
que abrirán espacios para la multitud, para el tráfico de tranvías y cerrarán las visuales las
cuales estarán definitivamente capturadas por las fachadas de las recién aparecidas obras
republicanas. Solamente en lejanas visuales fragmentadas, se vislumbrarán los cerros
orientales.

Respecto a como el cuerpo se inserta en ese nuevo panorama, en el ámbito de la


sociabilidad, la apariencia sigue jugando papel importante en la medida que, siendo ahora
la calle del lugar para el reconocimiento, donde mirar a los demás y ser visto serán una
ciencia de la representación en la escena urbana. La ciudad, en el cruce dejó de ser
pueblerina y la manera en que se exponga ante los otros constituye esencia de la
sociabilidad. Quizá en este momento se genera la costumbre de vestirse para ir al centro,
con las mejores prendas, que antes eran reservadas para los domingos ir a misa. Es
evidente como desde el siglo XIX, con la irrupción de la ciudad, se juzgará a los demás por
la manera de vestirse y, donde la indumentaria de pueblo o campesina, otrora común en el
pueblo santafereño, ahora es mirada despectivamente y, como manera de marcar la clase
social. No es gratuito que se diferencie a los de ruana como clases bajas de los de levita y
sombrero de las clases pudientes. Asimismo, como herencia del pasado colonial, el calzado
se reserva para las clases superiores mientras que los criados o campesinos y la naciente

68
Ibid.

73
indigencia andarán descalzos o con alpargatas. Gran parte de los viajeros o narradores y
artistas evidencian en sus crónicas y representaciones esta situación.

En la cotidianidad del suceso que se vive en el cruce del siglo XIX, se enmarcan nuevas
rutinas que, entrelazadas con las tradicionales heredadas de la colonia, conformarán la vida
en el lugar. No se debe dejar de lado como la ciudad del siglo XIX va a crecer y, a fines de
éste, integrará en su centro actividades comerciales, institucionales, bursátiles y culturales
con lo cual, la gama de personas que frecuentan y se relacionan en el lugar será más amplia
que en la colonia. La diversidad cultural, social y étnica será prerrogativa del centro de la
ciudad. Esta diversidad se evidencia tanto en las clases emergentes, banqueros,
comerciantes, profesionales, empleados de alto rango, propietarios y negociantes, los cuales
alternarán con el empleado medio, el campesino, el artesano, el voceador de prensa, las
criadas y por último los desposeídos, mendigos, niños gamines y locos, que se convierten
en personajes típicos, en las representaciones narrativas o pictóricas.

Las rutinas, surgidas por la presión de nuevas actividades transformarán la apacible vida de
pueblo y, lo que otrora fuera patrimonio de lo religioso ahora será tomado por el afán
capitalista de producir. El reloj de la iglesia continuará funcionando pero ya no serán las
campanadas para la misa, el ángelus, y el avemaría, sino la hora de entrar a trabajar, de salir
a almorzar y de quedar libre a las seis. Nos dicen Pablo Páramo y Mónica Cuervo respecto
a este tema:

En la ciudad todo se cerraba a la una de la tarde y sólo a las tres empezaban a reabrirse
las puertas de despachos, almacenes, tiendas y talleres. En ese lapso la ciudad se
sumergía en un marasmo total...Después de la siesta se reanudaban las actividades y
luego se hacía el habitual paseo por la Alameda, o los hombres concurrían a la tertulia
que tenía lugar en el Altozano de la Catedral69.

69
PARAMO, Pablo. Cuervo Prados Mónica. Historia social situada en el espacio público de Bogotá desde su
fundación hasta el siglo XIX. Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá. 2006. p. 146.

74
Fig. 19. Edificio del Pasaje Rufino Cuervo. Fachada sobre la Calle de los Carneros. 1914.
ESCOVAR, Alberto y otros. Atlas histórico de Bogotá. p. 399.

Fig. 20. Procesión del Corpus, frente al Pasaje Rufino, sobre el Camellón de los Carneros.
1914.
ESCOVAR, Alberto y otros. Atlas histórico de Bogotá. p. 398.

75
Desde la colonia quedan algunas costumbres que se va asimilando con el ajetreo de la
nueva ciudad, como la supresión de actividades a mediamañana para tomar las
medianueves o hacia las cinco de la tarde para hacer las onces, aunque todavía no haya
acabado la jornada laboral.

Asimismo otros aspectos caracterizarán la vida cotidiana en la calle, estos serán el dominio
masculino sobre el espacio, situación generada por la idea de la ciudad industrial y
financiera donde el mundo del hombre es el de la calle y los negocios y la mujer es señora
de la casa. Esta situación se evidencia en los denominados tertuliaderos callejeros, los
cuales darán paso a los cafés de la modernidad, que serán patrimonio casi exclusivo del
hombre y donde la mujer que osara entrar era mal vista, aunque algunas de las calles
aledañas al lugar, como las de las telas y botones, en la actual carrera novena, entre calles
once y quince, adquirirán esencia femenina.

Por otra parte, la llegada de inmigrantes y su impacto en el crecimiento de la ciudad


generarán presencia de gran cantidad de personas en los antiguos y estrechos andenes, por
lo cual la afluencia de transeúntes se toma la vía, que compartirá con el tranvía70. De esta
manera, la sensación de estrechez será evidente, ya que las antiguas y espaciosas calles
coloniales, por las que transitaban sin problema, los paseantes, los mercaderes y las recuas
de mulas, con los dos únicos carruajes, el del virrey, y el del arzobispo, serán ahora
insuficientes para las multitudes de trabajadores, negociantes y cotidianos ocupantes de las
esquinas y calles en su cotidiana practica comunicativa alrededor de la noticia y el
chismorreo.

70
Ver MEJIA Pavony, Germán. Los años del cambio. Pontificia Universidad Javeriana. Instituto Colombiano
de Antropología. Bogotá. 2000. p. 415. El autor hace relación sobre un decreto de policía, promulgado en
1895, el cual pretendía mejorar la circulación peatonal señalando “como los habitantes de la ciudad deben
marchar por la banda o acera de las calles que se encuentren a su derecha; de manera que las personas que
van, lleven distinta línea de las que vienen...”.

76
Fig. 21. Caricatura que muestra el cruce de la Calle Real del Comercio, con La Calle de los
Carneros. José Pepe Gómez. Bogotá cómico. Ag. 11-1917.
FRANCO, Carolina. Bogotá en caricatura. p. 208.

Fig. 22. Esquina de la Avenida Jiménez con Calle Real del Comercio. Edificio de la
Compañía Colombiana de Tabaco. 1910.
PIZANO, Olga y otros. Recuperación espacial de la Avenida Jiménez y el Parque
Santander. p. 75.

77
La calle como escenario de la actividad cotidiana será fundamental en la época republicana.
Las antigua Calle Real se llamará ahora Calle del Comercio, con lo cual este aspecto será el
que signe su movimiento. Las esquinas se convertirán en lugares de reunión, que a finales
de siglo entrarán a competir con los cafés, moda importada de París, los cuales se ubicarán
en inmediaciones del cruce, y en la modernidad constituirán importantes lugares de
encuentro. La comunicación como la manera de enterarse de los acontecimientos del
mundo, que en la colonia estaba restringida a compartir rumores o a enterarse de edictos
oficiales, de lo que pasaba en España, es en el siglo XIX el compartir la noticia de los
periódicos. En esos momentos el epicentro de esta situación lo constituía el altozano de la
Catedral o la plaza de las Yerbas, el mercado, y se extendía a la Calle Real. En el siglo
XIX serán las esquinas sobre la Calle del Comercio las que acaparen esta actividad, lo cual
marcaría el lugar como punto importante para la difusión de los eventos a través de los
periódicos. En estos sitios se pegaban las noticias y los avisos a la manera de carteles. Las
esquinas preferidas estaban distribuidas entre la Calle de la Catedral, hoy calle once y el
puente de San Francisco. Es el público el que determina donde debe ir el cartel y si algún
repartidor de papeles ubica uno en una esquina no oficial, la gente le da la espalda y lo
busca en la esquina tradicional71.

Aunque el lugar se caracterizará por la diversidad de actores y relaciones, es manifiesto un


control para que actividades relacionadas con la delincuencia no hagan presencia evidente
allí. Por ejemplo, las chicherías, locales relacionados con malas prácticas sociales y que
formaban parte de la sociabilidad en la colonia, serán ubicadas una cuadra al oriente y una
cuadra al occidente de la Calle del Comercio72. De igual manera los sitios de prostitución
tenían restricción y debían localizarse en territorios alejados del centro, en sus
inmediaciones73. Estos lugares, con el crecimiento de la ciudad, y expansión del centro, en

71
Ver PARAMO, Pablo. Cuervo Prados, Mónica. Op. cit. p. 162.
72
MEJÏA Pavony, Germán. Op. cit. p. 177.
73
Ibid.. p. 284. El autor describe la normativa para tal efecto, la cual limitaba un área en la cual no se podía
ejercer la prostitución: “la carrera 4a desde la intersección con la calle 5ª hasta la calle 20, por esta calle hasta
la carrera 5ª; por la carrera 5ª hasta su intersección con la calle 2ª; por la calle 24 hasta la carrera 9ª.; de esta

78
la modernidad, formarán parte ya no de los límites, sino que, incómodamente se
interpondrán en la ciudad oficial, comercial e institucional.

Si bien en el lugar emergen edificaciones que complejizarán la vida cotidiana, los dominios
de la Iglesia sobre ésta, permanecerán activos durante el siglo XIX. Las festividades serán
en su mayoría de carácter religioso y solamente el 20 de julio, como conmemoración de la
independencia entrará a ser parte del repertorio. Asimismo los domingos y fiestas de
guardar religiosas van a ser días de no labor y conformarán los tradicionales calendarios.
No se debe dejar de lado como la actividad del domingo estará presidida por la asistencia
puntual a misa en la mañana, costumbre que se asentará sobre la ya construida desde la
colonia, donde el domingo era el día de la misa especial y el mercado. Bien entrado el siglo
XIX, las celebraciones religiosas siguen ocupando el calendario festivo y la solemnidad en
su realización todavía es marcada. Así es recordada esta manifestación por el escocés Jhon
Steuart, viajero de ese entonces:

Las grandes fiestas y las festividades religiosas se celebran en Bogotá con toda la
pompa y el boato posibles.

La Calle Real es decorada con arcos triunfales, festones de algodón y seda, coloreados
con flores y cintas, como tambien lo son los balcones y protones de almacenes y
viviendas. Las campanas repican con insistencia...

El día de la crucifixión cada uno se puede vestir de blanco y llevar los colores más
alegres. Los caballeros se visten de chaqueta y pantalón blancos, en referencia a la
multitud que se regocijó con la muerte. Los militares salen de sus cuarteles y
encabezan la procesión...

El Corpus Christi es el más alegre de los festivales. Casas y calles decoradas con buen
gusto. Se exhiben exquisitas pinturas a lo largo de la Calle Real, hasta los altares de las

intersección hasta la calle 22; por la calle 22 hasta la carrera 13; por esta carrera hasta su intersección con la
calle 17; de aquí hasta la carrera 15; por esta carrera hasta la calle 5ª y por la calle 5ª. Hasta el punto de
partida”. Como se ve esta práctica queda circunscrita en las parroquias de las Cruces, Egipto, las Aguas, San
Victorino al occidente y extramuros de San Diego. Esta información corresponde al Reglamento sobre
prostitución de 1907.

79
iglesias. Allí se entroniza al santo patrón y se enarbolan las divisas emblemáticas de su
orden. Los particulares no se quedan atrás...74.

A continuación se traen una serie de relatos que, en memoria de sus narradores, dan cuenta
de la importancia de la Calle Real en las vivencias cotidianas de fines del siglo XIX y
principios del siglo XX, en la Bogotá republicana:

La Calle Real era el corazón de Bogotá. Sus cuatro cuadras eran diariamente desde las
doce hasta la 1 de tarde, y de las cinco pm. hasta las siete de la noche un apeñuscado
lugar de reunión, donde se tertuliaba y se detectaban noticias, al par que se propagaban
otras (Figs. 21 y 22).

La Calle Real es el insustituible lugar de paseo de los bogotanos los domingos luego
de la misa. Entre semana dar “una vuelta” al salir del trabajo para calentar el cuerpo y
dialogar con los amigos, por la noche después de comer, dar una digestiva caminata.

Primera línea regularizada de transporte público en coches que iban desde la plaza de
Bolívar, hasta Chapinero. Luego se dio el tranvía de mulas, sobre rieles que salían
desde el puente de San Francisco, hacia el norte y a lo largo de la Avenida
Republicana, hasta San Diego. Y luego hasta Lourdes, en Chapinero. Una distracción
era salir a montar en tranvía 75.

Por aquel entonces Bogotá era la Atenas Suramericana, una ciudad gris y con
sombrero, que deambulaba de un lado a otro e iba a misa...La Jiménez no era la
Jiménez, era el Camellón de los Carneros. Era una ciudad de clérigos y gramáticos,
muy chic y muy señora. Una Bogotá elegante, refinada y mojigata.
La avenida Jiménez antes no era nada, era una callejuela de ocho metros de ancho que
se llamaba Calle Quince o Camellón de los Carneros y bajaba pegada al edificio de la
Gobernación hasta la Capuchina. Por allí subía el tranvía municipal76.

Asimismo el carácter de espacio de encuentro de la Calle Real del Comercio es evidente en


la siguiente narración:

Lentamente se pasea por la calle, se encuentra con un amigo, intercambiando una


profusión de fórmulas de saludo. “¿ya supiste de esto y aquello?’. Y pronto la

74
ROMERO, Mario Germán. Op. cit. p. 110.
75
BARRIGA Alarcón, Julio. Op. cit.. p. 13, 17, 31.
76
ALCALDIA MAYOR DE BOGOTÁ. Bogotá, ayer, hoy y mañana. De aldea a metrópoli. Villegas
editores. Bogotá. 1987.p. 30.

80
conversación va girando alrededor de negocios, de la política o de chismes locales.
Llega otro amigo y otro más, para continuar todos charlando por horas, parados en
medio del andén, cerrándoles así despreocupadamente el paso a los transeúntes. O se
entra al almacén de algún amigo, ni pensando en hacer una compra o en cerrar un
negocio, sino simplemente para pasarse una horita charlando... Entre cinco y siete de la
tarde, se halla la calle repleta de paseantes, hombres en su mayoría. Solamente por
excepción se observa un marido acompañado por su esposa77.

En la novela El rumor del astracán, de Azriel Bibliowicz, ambientada en la Bogotá de los


años 30, se recrean aspectos del lugar y sus inmediaciones:

Secuencia 40
...Subimos por la Avenida Jiménez. Pasamos por la Gobernación, con su metopa
decorada por figuras recostadas y columnas estriadas de capiteles corintios. En la
estrecha Carrera Sexta, unas señoras observaban con atención la vitrina que exhibía
manteles recién importados de España. ...La Sexta creaba una sensación de túnel
calado encerrado por edificios modernos que iluminaban con teas de cristal de leche.
Con Benavides fui al café. Nuestras siluetas se reflejaban en los baldosines negros
italianos que enmarcaban las vitrinas. En El Pasaje, la greca, de cuatro manubrios,
silbó con el vapor de la bebida que filtraba...

Secuencia 47
Ruth avanzaba por la Segunda Calle Real...
Se dirigió al Pasaje Hernández sobre la Primera Calle de Florián. En las propagandas
se anunciaba: “Al comercio se le presenta una oportunidad de oro. Gracias al Pasaje
Hernández Bogotá no tiene ya nada que envidiarle a Londres”.
En las arcadas del pasaje, en su segundo y tercer piso se hallaban los sastres y
modistas. Las esfinges y los techos de bronce labrado, imprimían un ambiente de lujo a
sus corredores.

Secuencia 62
Ruth visitó a Saúl, quien había abierto una oficina sobre la Avenida de la República.
Era temprano. Caminó por la zona bancaria con sus edificios de piedra, sus
entablamentos, columnas y pedestales que contrastaban con el sabor del pueblo que
guardaban otras calles de la ciudad.

Secuencia 79
Se encaminaron por la Avenida de la República, hacia el norte, cruzaron el parque de
las Nieves...Al pasar por las modernas residencias de la calle veintiuna, pensó que
77
ROMERO, Mario Germán. Op. cit. p. 220.

81
sería ideal vivir ahí. Sin embargo era un sueño todavía lejano. Al ver a Ruth
contemplar los edificios, David comentó:
-Deberían acabar con todas esas casuchas y balcones desvencijados. Reemplazarlos
por casas modernas para que la ciudad progrese78.

78
BIBLIOWICZ, Azriel. El rumor del astracán. Editorial Planeta. Bogotá. 1991. p. 103, 140, 176. El autor,
en esta novela muestra una visión del lugar caracterizada por el cosmopolitismo, el contraste entre las
edificaciones modernas con el neoclásico estilo del Edificio de la Gobernación y las demás calles del centro,
calificadas como pueblerinas. Tambien se hace alusión a la popularidad de los cafés en especial el Pasaje,
sobre la plazoleta del Rosario. Es importante como se evidencia un imaginario de ciudad europea que se
vislumbra en la descripción de las elegantes mansiones que bordeaban la avenida de la República, en la hoy
carrera séptima entre las avenidas Jiménez y calle veintiséis, las cuales se presentan como signo de progreso,
frente a las “casuchas de balcones desvencijados” , consideradas remanentes de la colonia. Por otra parte es
una mirada hacia como el extranjero ve una ciudad nueva, sin extrañamientos nostálgicos, por su desarraigo
hacia el lugar.

82
3. EL CRUCE MODERNO

La ciudad de la modernidad hace irrupción con sus edificios de ascensores, de factura


internacional, con el comercio y la transacción callejera. La ciudad del trabajo y el
transporte será la que signe el cruce moderno donde el cuerpo entra en actividad continua y
el espacio para el disfrute quizá esté restringido, solamente para determinados días. Pero,
tambien se constituye en el lugar de la información, donde desde los años cuarenta los
principales periódicos lo han ocupado, dando cuenta de la importancia de la mediática en la
construcción del imaginario moderno, donde ya no solamente la piedra y la carne se
relacionan, en la mirada del cuerpo y la ciudad.

La modernidad se asume en Colombia como una proyección hacia el futuro, con el


progreso como mito. El movimiento moderno en la arquitectura europea fue un sueño
cultural proyectado a la sociedad del futuro, rompiendo los lazos de la tradición. Por otra
parte en América Latina y Colombia la modernidad es tomada como un proyecto
económico y social en primer lugar y como cultural y estético en segundo orden79. Es así,
como en los años 30 del siglo XX, llega a nuestro país una no muy clara idea de
modernidad con el referente de las sociedades consideradas avanzadas, en este caso de
Europa y Estados Unidos.

Por otra parte, la ciudad crecerá desmesuradamente y, la complejidad será su característica.


La falta de visión en su planeación, los vicios administrativos y una clase política
acendradamente conservadora impedirán que la visión ideal de la modernidad sea una
realidad social. Es así como la Bogotá de la modernidad se caracterizará por la
fragmentación del territorio, el desequilibrio en accesos a calidad de vida de los habitantes,
el acelerado crecimiento espontáneo y marginal, la ocupación del espacio público de las
áreas centrales por los vendedores informales y la congestión y el caos causado por un
sistema de transporte que es dejado en manos de los particulares.
79
ARANGO, Silvia. Historia de la arquitectura en Colombia, Op. cit. p. 187.

83
Fig. 23. Crecimiento de Bogotá de 1952 a 1992.
PLANEACIÓN DISTRITAL DE BOGOTÁ. Cartilla del espacio público.

Fig. 24. Ocupación espacial en el cruce entre 1950 y 1996.


PIZANO, Olga y otros. Recuperación espacial de la Avenida Jiménez y el Parque
Santander. p. 57.

84
Es conveniente tener en cuenta que, en el lento proceso de asimilación de las nuevas
corrientes se presenta un primer momento denominado como Primera Modernidad80, o de
transición, comprendido entre 1930 y 1946, donde se dan los primeros pasos en la
configuración de una ciudad moderna. En este período, como consecuencia de diversos
factores se impulsa la modernización de la ciudad, desde la arquitectura y el urbanismo, con
acciones que se concentrarán buena parte en el antiguo caso tradicional. Al respecto
comenta Silvia Arango como el centro de la ciudad moderna es constituido por los Ejes de
la Avenida Jiménez y la Carrera Séptima como lugares que se constituyen en
representativos de la primera modernidad en Bogotá. Posteriormente se tiene una época de
consolidación, comprendida entre 1946 y 1970, período en el cual se darán los últimos
cambios significativos en el espacio físico.

El carácter comunicacional en el ámbito del transporte público, en el lugar de estudio, se


reforzará durante este período ya que, con el crecimiento de la ciudad en sentido radial
hacia occidente, sur y oriente, así como por la centralización de actividades, la movilidad
por el centro será obligada. Con la conformación de la avenida Jiménez y su vinculación
con la salida hacia Fontibón, el transporte masivo público prácticamente desplazará la
tranquila circulación peatonal que se viviera en la época precedente. De igual manera la
relación del centro tradicional con el sector norte, será un aspecto que signará el desarrollo
y ampliación de la Carrera Séptima como prolongación de la Calle Real del Comercio a la
Avenida de la República generada durante el período republicano.

80
Ver: ARANGO, Silvia. Arquitectura de la Primera Modernidad en Bogotá, Op. cit. p. 12-13. La autora
recuerda como a partir de la creación de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, de la
Sociedad Colombiana de Arquitectos, la publicación de las revistas Proa, Ingeniería y Arquitectura, entre
otros aspectos, se genera un clima que promueve la introducción de las ideas modernas en el país, desde la
arquitectura, antes que en otros ámbitos. ARANGO, Silvia. Historia de la arquitectura en Colombia, Op. cit.
p.187. NIÑO Murcia, Carlos. Arquitectura y Estado. Universidad Nacional. Bogotá. 2003. p.234,239,240.

85
3.1 EL TERRITORIO

Las referencias historicistas, en el ámbito arquitectónico, recurrentes en el siglo XIX, se


romperán paulatinamente y se aplicará una geometría ahistórica que niega todo vínculo con
la tradición, cual es el paradigma del lenguaje moderno. Obviamente, la transformación
impacta no solamente a la nueva ciudad sino al centro, que sin normativas que impidan el
arrasamiento, ve la irrupción de superficies lisas, sin ornamentos, líneas rectas y
regularización en la composición, con un acercamiento a las propuestas de la denominada
arquitectura racionalista, con lo cual la modernidad se pone en escena en volúmenes y
fachadas y esto impacta el entorno circundante y por ende la experiencialidad del espacio a
nivel perceptivo. Al respecto vale la pena leer la reflexión que hace Fernández de Alba
sobre este proceso que aquejó a casi todas las ciudades especialmente latinoamericanas:

La arquitectura de la ciudad industrial requería una ruptura con un pasado


decadente...la ciudad, acotada por las prioridades del Nuevo Espíritu, con los
materiales propios de la revolución industrial, invadiendo la apacible traza burguesa de
la ciudad precedente... Todas las batallas tendían a la reconquista de la vieja ciudad. Su
botín, la negación de la memoria histórica y la reducción de los signos sensibles de su
iconografía81.

El cambio de la ideología impactará de manera importante la transformación de la


espacialidad. Así, las ideas de nuevo y futuro, importantes en las últimas décadas del siglo
XIX, se reemplazan por las de moderno, que lleva implícito el cambio y la actualización82.
El movimiento moderno, de la mano de las estructuras democráticas capitalistas
occidentales, a través del estilo internacional, impone un lenguaje que, “a golpe de pico y
pala y empellón de bulldozer, como imagen de progreso, arrasa con la ciudad tradicional a
costa de tradiciones y particularidades locales”83. Esta situación se manifestó de manera
evidente en el lugar de estudio, el cruce de la Avenida Jiménez con Carrera Séptima.

81
FERNÁNDEZ De Alba, Antonio. Ciudad y patrimonio. Revista Apuntes. Facultad de Arquitectura y
Diseño, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. V. 6. Nº 22. Agosto- Diciembre. 2002. p. 190-193.
82
PERGOLIS, Juan Carlos. Op. Cit. p. 72.
83
Ibid.

86
Desde los teóricos y escritores de la modernidad se reflexiona sobre este punto y, así, se
recuerda a Baudelaire quien metafóricamente decía que la forma de la ciudad cambiaba más
rápidamente que el corazón de un mortal84. Pero, ¿como influye este cambio continuo, sobre
todo en la ciudad latinoamericana donde desde el nacimiento se dan transformaciones
permanentemente, en la memoria perceptual del individuo?. Explica Angel Rama que, la
ciudad física, soporte de la ciudad simbólica, de los signos y símbolos, se trasmutaba o
diluía, desarraigando al individuo de su realidad, con lo cual se pierde la objetivación en
relación con un contorno conocido. De esta manera, con la movilidad de la ciudad real, las
acciones de continuos procesos de destrucción y renovación, con la mutación que producía
esta situación en los centros de la ciudad y su impacto en la vida cotidiana así como en el
imaginario del habitante, contribuyeron a la inestabilidad, a la pérdida del pasado y
búsqueda de un futuro inexistente e ideal. Comenta Rama:“La ciudad empezó a vivir para un
imprevisible y soñado mañana y dejó de vivir para el ayer nostálgico e identificador. Difícil
situación para los ciudadanos. Su experiencia cotidiana fue la del extrañamiento”85.

Atendiendo a José Luis Romero quien dice que “lo más significativo de la transformación
de las ciudades, fue como siempre la transformación de su sociedad”, se evidencia la
aparición de una nueva burguesía, con nuevos estilos de vida que tiene sus referentes en el
cosmopolitismo de capitales como París, Londres o New York. Esto impacta los usos en los
espacios públicos toda vez que el pasear por los bulevares o ir a los cafés se convierte en
parte de la actividad pública. Además el sector, sobre todo en la Avenida Jiménez en el
tramo de las carreras cuarta a décima será como dice un estudio sobre esta zona laboratorio
para que los arquitectos y constructores reconocidos realicen obras importantes e
innovadoras, con las tecnologías norteamericanas y la estética moderna de tendencia
internacional86.

84
RAMA, Angel. Op. cit. p. 95. El autor introduce la idea de cómo con la transformación de París, con la
propuesta urbanística de Hausmann, se asiste a un cambio rotundo de los decorados de la escena pública y en
cierta manera se forja el modelo de lo que constituiría la fisonomía de la ciudad moderna.
85
Ibid.
86
PIZANO, Olga. Op. cit. p. 39.

87
Los usos en la antigua ciudad, que ahora es el centro de la ciudad moderna, se intensifican
y diversifican. Al comercio especializado, las joyerías, la venta de telas, sombreros y
calzado se suman la oferta bancaria y la recién implantada zona de oficinas, que va
reemplazando paulatinamente a la vivienda como uso. Es así como se privilegia un área de
la antigua ciudad, al occidente de la carrera séptima, en los barrios San Jorge y el Príncipe.
Desde fines del siglo XIX, se habla de ir al centro, cuando se hacen diligencias, se va de
compras, a pagar recibos o simplemente a ver vitrinas.

Por otra parte, los discursos ilustrados producidos en los años 30 muestran a Bogotá como
una ciudad de gran tamaño, enorme, inmensa, gran urbe. (Fig.23). El centro, por su parte se
cataloga como antiguo, compacto y complejo frente a la periferia que se considera nueva,
discontinua y simple, asimismo el centro es visto como lugar de poder económico y social, a
la vez que complejo y con carácter colectivo acentuado. (Fig. 24).

La definición espacial que se muestra es difusa, se mencionan calles, avenidas, sectores,


más los barrios no. Se hace referencia a edificios o lugares específicos que se supone el
lector conoce, como La Calle Real, o La iglesia de San Francisco, entre otros87; por otra
parte, el centro es mostrado como el lugar donde se presenta con mayor intensidad la
superposición de actividades, donde el comercio parece ser lo más importante, aunque se
insertan otras actividades y el trabajo en las oficinas se suman al ludismo pasivo de los
recorridos sobre la Calle Real del Comercio. Tambien se presenta reiteradamente como el
lugar de las multitudes, de la congestión vehicular, ruido, agitación, edificios altos, en fin,
del cosmopolitismo. No se puede dejar de lado como se evidencia que es el lugar de la carga
simbólica más alta, por la memoria guardada en los edificios que resisten los embates del
progreso y permanecen en la memoria de las personas88.

87
JARAMILLO, Samuel. La imagen de la ciudad en los textos de los años 30 y 90. En: Bogotá a través de las
imágenes y las palabras. Observatorio de cultura urbana y Centro de estudios para el Desarrollo Económico,
CEDE. Uniandes. Bogotá. 1998. p. 139.
88
Ibid. p. 170.

88
Fig. 25. El centro de Bogotá después del 9 de abril. En negro los edificios afectados. En el
círculo el cruce.
Revista Proa 13 Junio 1948. www.lablaa,org/blaavirtual/revistas/proa/proa/proa005.pdf

Fig. 26. La Gobernación de Cundinamarca, luego de los hechos del 9 de abril. Foto de Sady
Gonzáles.
LONJA DE PROPIEDAD RAÍZ DE BOGOTÁ. Conversaciones con Bogotá. p. 29.

89
Como ilustración de esa mirada hacia una ciudad que quiere cambiar se tiene la
expresividad de Gabriel García Márquez quien recuerda sus vivencias en el lugar:

La vida en Colombia, desde muchos puntos de vista, seguía en el siglo XIX. Sobre
todo en la Bogotá lúgubre de los años cuarenta, todavía nostálgica de la colonia.... Para
comprobarlo bastaba con sumergirse en el centro neurálgico de la carrera Séptima y la
avenida Jiménez de Quezada, bautizado por la desmesura bogotana como la mejor
esquina del mundo. Cuando el reloj público da la torre de San Francisco daba las doce
del día, los hombres se detenían en la calle o interrumpían la charla en el café para
ajustar los relojes con la hora oficial de la iglesia. Alrededor de ese crucero, y en las
cuadras adyacentes, estaban los sitios más concurridos donde se citaban dos veces al
día los comerciantes, los políticos, los periodistas –y los poetas, por supuesto-, todos
de negro hasta los pies vestidos, como el rey nuestro señor don Felipe IV.

En mis tiempos de estudiante todavía se leía en aquel lugar un periódico que tal vez
tenía pocos antecedentes en el mundo. Era un tablero negro como el de las escuelas,
que se exhibía en el balcón del Espectador a las doce del día y a las cinco de la tarde
con las ultimas noticias escritas con tiza. En esos momentos el paso del tranvía se
volvía difícil, si no imposible, por el estorbo de las muchedumbres que esperaban
impacientes. Aquellos lectores callejeros tenían además la posibilidad de aplaudir con
una ovación cerrada las noticias que les parecían buenas y de rechiflar o tirar piedras
contra el tablero cuando no les gustaban. Era una forma de participación democrática
instantánea con la cual tenía el Espectador un termómetro más eficaz que cualquier
otro para medirle la fiebre a la opinión pública.

Aún no existía la televisión y había noticieros de la radio muy completos pero a horas
fijas, de modo que antes de ir a almorzar o a cenar, uno se quedaba esperando la
aparición del tablero para llegar a casa con una versión más completa del mundo89.

Quizá el evento que dará pie a las últimas transformaciones evidentes será el suceso del 9
de abril de 1948, cuyo epicentro fue en el lugar de estudio( Figs. 25 y 26). A partir de allí se
modificará aún más la fisonomía del lugar, configurando el aspecto que hoy en día
permanece. Desde un ámbito socio cultural, la violencia será un factor que signe al país en

89
GARCIA Márquez, Gabriel. Vivir para contarla. Grupo Editorial Norma. Bogotá. 2002. p. 307,308. Esta
situación sobre la manera en que se difundían las consideradas primicias, es tambien recordada por el escritor
y periodista Sergio Otalora, quien cuenta como de acuerdo a la importancia de las noticias escritas sobre los
pizarrones colgados del segundo piso de El Espectador, a la vuelta de la esquina suroriental, del cruce, la
Jiménez se convertía en un hervidero que congregaba a las multitudes. Ver: 1940, Una década que no termina.
En Bogotá, años 40. Ediciones Número. Alcaldía Mayor de Santafé de Bogotá. 1999. p.123.

90
este período. Desde el siglo XIX, las guerras civiles derrotaron las ideas liberales y la
tradición ilustrada y el radicalismo de la mano de la Iglesia impusieron un régimen
aristocrático que daría al país uno de los caracteres más conservadores del continente90. La
guerra civil, a mediados del siglo XX, patrocinada por sectores oficiales, se denominó la
Violencia y, exacerbó fanatismos religiosos enfrentando a la población civil entre sí por
defender causas de los dos partidos tradicionales. Gaitán se alzó contra esta oleada y, en un
acto que intentaba protestar contra esto convoca a la Marcha del Silencio. La popularidad
del líder no fue bien vista desde las hegemonías y, con los medios de comunicación como
aliados se lanza una campaña de desprestigio contra Gaitán y sus seguidores calificados
como “un salvaje a la cabeza de una banda de caníbales”. El país entre 1945 y 1965 se ve
convulsionado por hechos violentos patrocinados por los discursos de jefes de los dos
partidos señalados. El campo, en esos momentos, es abandonado por miles de personas que
buscan refugio en las ciudades. Es allí cuando se invierte en el país la población de rural a
urbana y, las principales ciudades colombianas crecerán poblacionalmente, con la
subsiguiente proliferación de desplazamiento, miseria y desempleo.

El asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, ocurrió precisamente a pocos metros de
la esquina suroccidental, como se recuerda en las placas instaladas sobre los muros. La
memoria de este hecho, que muchos califican como punto de ruptura entre la ciudad del
pasado y la contemporánea, aún permanece en quienes sobreviven a las terribles vivencias
que afectaron al país entero. Un grupo de seguidores de Gaitán, rememoran el hecho, con
una cita anual, cada 9 de abril, a la 1.05 minutos, hora en que fue asesinado el líder. Las
palabras graves de sus discursos surgen de viejos altoparlantes, a la vez que banderas rojas
ondean, con recuerdos de la Bogotá de antes, la de los cafés y tranvías (Fig. 27). El hecho,
en su momento, fue mostrado en los periódicos al lado de declaraciones desde los sectores
oficiales que lo vinculan con un “diabólico plan mundial comunista”. El diario el Tiempo
presenta así sus titulares, del 10 de abril: “Bogotá está semidestruida. Cobardemente

90
OSPINA, William. Op. Cit. p. 17.

91
Fig. 27. Tres aspectos de la conmemoración del 9 de abril. 9 abril. 2004.
Fotos del autor.

92
asesinado el Dr. Gaitán. Los sucesos de Bogotá fueron fase del Plan mundial Comunista,
dice el New York Times”91.

El escritor Gabriel García Márquez recoge en sus palabras la esencia de este hecho y su
impacto en la ciudad:

El 9 de abril había trabajado más para el olvido que para la historia. El hotel Granada
fue arrasado en su parque Centenario y ya empezaba a crecer en su lugar el edificio
demasiado nuevo del Banco de la República. Las antiguas calles de nuestros años no
parecían de nadie sin los tranvías iluminados y la calle del crimen histórico había
perdido su grandeza en los espacios ganados por los incendios.
-Ahora si parece una gran ciudad-, dijo asombrado alguien92.

Por su parte, el escritor Julio A Osorio Lizarazo, en su obra El Día del Odio, retrata desde
una óptica bastante sensible y particular esa otra ciudad, que convivió con la institucional
del centro. La de los miserables y desposeídos, que de una u otra manera tomarán parte
activa en los trágicos eventos que sucedieron al asesinato de Gaitán:

Alrededores del Mercado. Calle 12, carreras 13 y 11.


...Un mundo de miseria, de horror, un centro de los despojos de la ciudad...

Una agitada muchedumbre invade las calles adyacentes al mercado, con su


heterogénea promiscuidad. Campesinos desconcertados que han vendido sus productos
y son posiblemente espiados por sus posibles victimarios. Pequeños negociantes de
chucherías y comestibles. Pregoneros de pomadas y medicamentos milagrosos.
Rufianes, cargueros, vagos, prostitutas, todos los residuos que la indignada sociedad
rechaza de su seno y que convergen en aquel sector confuso, con fuerza centrípeta.

La ciudad quería ufanarse de su opulencia, como los nuevos ricos, y construía su


prestigio y su fausto sobre una caudalosa falsía y sobre un deliberado encubrimiento.
Había que ofrecer una momentánea fisonomía jubilosa y era preciso evitar que los
pobres salieran a exhibirse por las calles centrales reservadas para los ilustres
extranjeros que visitarían la urbe con pretexto de la asamblea internacional, donde se

91
EL TIEMPO. 15 de abril de 1948. p. 14.
92
GARCÍA Márquez, Gabriel. Op. cit. p. 510.

93
forjarían complejas combinaciones capitalistas precisamente en nombre del pueblo a
quien se trataba de eliminar.

...Para decorar de obras suntuarias el sector central se crearon impuestos nuevos...para


ofrecer la ficticia sensación de abundancia el gobierno acaparó los víveres y fundó
depósitos.

...En tumultuoso desorden irrumpían hacia el centro comercial y en cuanto llegaban a


las calles principales, donde la ciudad exhibía su opulencia injuriosa y cuyo dominio se
había reservado la buena sociedad lejos de rufianes y de perdularios, se lanzaban al
saqueo de las viviendas y de los almacenes y luego, sin una causa explícita,
arrebatados por su furor satánico, prendían hogueras y acumulaban escombros93.

Igualmente se tiene la narración de Plinio Apuleyo Mendoza, quien fuera protagonista


directo de los hechos y en su obra Años de fuga narra la relación con el lugar de esta
manera:

El restaurante, situado en el segundo piso del edificio Faux, tiene ventanales que dan a
la Avenida Jiménez por un costado y por el otro a la carrera séptima. Camareras con
cofias y delantales azules circulan de prisa entre mesas atestadas de oficinistas.
Difusa, reiterativa, la música del bolero de Ravel se desenvuelve en espirales sobre el
bullicio de voces y platos. Nuestra mesa está al pie de una ventana. En la luz sucia y
con presagios de lluvia del mediodía vemos la carrera séptima, su ir y venir de gentes.
Grupos de gentes conversan en la puerta del Café Molino. Mirada desde el segundo
piso, la multitud de la calle parece un hormiguero: apresurada, rumorosa, con trajes y
sombreros oscuros, se desplaza de un lado a otro rápidamente, apartándose a veces
para dejarle paso a un tranvía.
Vidales alza de pronto los ojos de su plato, sorprendido.
¿Qué fue eso?
Nítidas, rotundas, con intervalos iguales, hemos oído tres detonaciones en la calle.
Me parece que son torpedos, digo, pensando en los petardos que a veces los gamines
ponen en los rieles del tranvía.
Pero abajo se ha producido una súbita estampida: la gente ha corrido, asustada hacia el
andén de enfrente.

93
OSORIO Lizarazo, Julio O. El día del Odio. Ediciones López Negri. Buenos Aires. 1952. p. 30, 266, 273,.
El escritor, bastante preocupado por esa otra cara de la ciudad, en la mayoría de sus obras y catalogado como
uno de los mejores escritores del hombre urbano en Colombia, en El Día del Odio, evidencia como en la
ciudad se da un contraste entre un grupo, el del gobierno y la oligarquía, empeñados en mostrar al mundo una
cara ficticia de la ciudad, mientras que en su mismo territorio, en el centro, alrededor del mercado, en lo que
posteriormente fue parte de San Victorino, como el mismo escribe “centro de los despojos de la ciudad”.

94
Es bala, dice Vidales.
Beatriz, mi hermana que está sentada junto a la ventana, pega su frente contra el vidrio
para mirar hacia abajo, hacia el andén que corre al pie del edificio.
Se vuelve con una cara repentinamente descompuesta.
Acaban de matar a un hombre ahí abajo, murmura asustada; el mentón y las aletas de
la nariz empiezan a temblarle; los ojos tienen una expresión de horror.
Es un hombre con un abrigo negro. Está tumbado en el andén.

Entre curiosos y asustados, salen del edificio y se encuentran con la escena:


Hemos llegado corriendo. Tratamos de mirar por encima de los otros, no vemos nada;
poniéndonos en cuclillas logramos meter la cabeza entre las piernas y codos para ver al
hombre que yace en el pavimento. Veo sus zapatos bien lustrados, el austero abrigo
negro que lleva. Cuando logro al fin verle la cara entre las cabezas que se inclinan
sobre él, la sangre se me enfría en el estómago, me tiemblan las rodillas y una vena
late furiosa en la garganta. Es Gaitán.
No se mueve. Está tendido de espaldas, en una actitud irremediable y tranquila, su
cabeza de espesos cabellos negros echada hacia atrás, sobre el polvo de la acera, las
dos manos ya quietas reposando en el paño negro del abrigo y las piernas extendidas y
ligeramente apartadas. Tiene los ojos entreabiertos. Creo advertir que las pestañas le
han temblado ligeramente, pero en las pupilas, quietas y brillantes como si fueran de
vidrio, parece congelarse la luz de la calle. Bajo la nariz grande y enérgica, su boca
permanece cerrada, con una expresión que es casi dolorida, como si en aquel momento
contemplara su última burbuja de vida con un triste e infinito desdén. De su cabeza y
hacia los zapatos de quienes se apretujan en torno suyo, con idéntico e incrédulo
horror, corre sobre la acera polvorienta un hilo de sangre, oscuro, muy breve.
Arrodillada sobre el andén, una mujer del pueblo moja su pañuelo en la sangre.
Sollozando, dice con una voz ronca y baja: canallas, nos lo mataron.
Los demás no dicen nada: están todavía helados de asombro.
Miro hacia la torre de San Francisco. El reloj marca la una y cinco de la tarde. La una
y cinco del 9 de abril de 1948.
Aquí se va a formar la grande, dice Vidales.
Parece como si flotáramos en la atmósfera brumosa de un sueño. Todo es irreal; la
gente que afluye ahora de todas partes, desconcertada y confusa; las cortinas metálicas
de cigarrerías y cafés bajadas con estrépito; el hombre que después de mirar el cuerpo
tendido en el andén, sacudido por la emoción, ha lanzado un viva al partido liberal; el
taxi Real, negro y con una franja roja en el costado deteniéndose frente al edificio
Agustín Nieto, donde yace Gaitán; el cuerpo con su austero abrigo negro levantado de
pronto, la cara rotunda y amarga entrevista de nuevo con el espeso cabello despeinado
y los ojos aún abiertos que parecen mirar (sin verlo ya, o quizás percibiéndolo como un
último desgarrón de claridad en lo que ya empieza a ser tiniebla y silencio definitivo)
el sucio cielo de abril; y por fin, todo tan tumultuoso y rápido que no es posible

95
desprenderse de aquella sensación de cosa no vista sino soñada, el taxi con el
moribundo y sus amigos alejándose por la Calle Real, en contravía.

Horas más tarde, conocida la noticia del fallecimiento de Gaitán es presenciada esta escena:
La multitud que encontramos en la Avenida Jiménez avanza hacia la carrera séptima
con prisa. Descolgándose de los cerros o acudiendo de las barriadas, caravana
andrajosa y vengadora armada de palos y machetes, la antigua chusma gaitanista, la
que Gaitán, estremecía hablándole en teatros y plazas, corre ahora por las calles del
centro como lava de un volcán en erupción94.

Aún hoy en día algunas personas señalan la muerte de Gaitán como el hecho más
relevante ocurrido en el cruce, aunque lo señalan como escuchado a alguien o reseñado
por la historia.: “Dicen que aquí fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán”, o “La historia
cuenta que...”95.

Otro hecho rememorado como parte de los conflictos políticos es la matanza de doce
estudiantes que marchaban en una manifestación contra la dictadura del general Rojas
Pinilla. Este suceso, ocurrido en la esquina de la calle trece, con carrera séptima, marcó de
manera importante el desprestigio del militar. En el folleto de circulación popular Así era
Bogotá, se presenta una fotografía alusiva a este suceso. De igual manera, Gabriel García
Márquez, en ese entonces reportero y testigo de estos hechos los narra así:

... Tropas del ejército armadas como para una guerra mantenían a raya una
muchedumbre estudiantil en la Carrera Séptima, a dos cuadras de la misma esquina
en que seis años antes habían asesinado a Jorge Eliécer Gaitán. Era una manifestación
de protesta por la muerte de un estudiante el día anterior por efectivos del batallón
Colombia entrenados para la guerra de Corea, y el primer choque callejero de civiles
contra el gobierno de las fuerzas Armadas. Desde donde yo estaba sólo se oían los
gritos de la discusión entre los estudiantes que trataban de proseguir hasta el Palacio
presidencial y los militares que lo impedían. En medio de la multitud no alcanzamos
a entender lo que se gritaban, pero la tensión se percibía en el aire. De pronto, sin

94
APULEYO Mendoza, Plinio. Años de fuga. Plaza y Janés. Bogotá. 1980. p. 327. 329.331.
95
Estas reseñas se toman de las entrevistas callejeras, realizadas en el trabajo de campo. Este hecho compite
con el del incendio del edificio de Avianca como los más reseñados. Pocos distinguen el lugar exacto donde
ocurrió el hecho, aunque unas cuantas placas en el muro del edificio Haux, sobre la Séptima, tratan de
destacarlo.

96
advertencia alguna se oyó una ráfaga de metralla y otras dos sucesivas. Varios
estudiantes y algunos transeúntes fueron muertos en el acto. Los sobrevivientes que
trataron de llevar heridos al hospital fueron disuadidos a culatazos de fusil. La tropa
desalojó el sector y cerró las calles. En la estampida volví a vivir en unos segundos
todo el horror del 9 de abril, a la misma hora y en el mismo lugar96.

Otro aspecto que repercutirá sobre el lugar de estudio será el relativo a la mercadería de
esmeraldas, que emergerá relacionado con la situación violenta y, que en la región de Muzo
en Boyacá enfrentará a familias liberales y conservadoras. La extracción ilegal de la piedra,
sin ningún control del Estado, precipitará vendettas que llegarán hasta el mismo cruce de la
Jiménez con Séptima, por ser este el enclave de comercialización de la gema. Hacia los
años sesenta, del siglo XX, se extiende el auge de la minería clandestina y en Bogotá el
barrio Santa Isabel será un fortín de los nuevos ricos. La corrupción en la zona
esmeraldífera se dará en todos los niveles: militares, policías, sacerdotes, jueces e
ingenieros se unirán a campesinos y guaqueros. Hasta el Banco de la República, ente oficial
encargado de controlar la producción hacia 1970 será salpicado por escándalos y
corrupción. En los años setenta el cruce de la Jiménez será lugar del miedo para los
bogotanos que no se atreverán a pasar cerca de los esmeralderos, por la peligrosidad de las
continuas balaceras. En esos momentos, se daban rodeos para no pasar por la esquina
suroccidental, donde todavía hoy permanecen los comerciantes de la gema. Para finalizar
este episodio, hacia finales de los setenta, los principales capos de la esmeralda se unirán al
narcotráfico, a la cabeza de Gonzalo Rodríguez Gacha97.

Una descripción de esta tribu urbana se encuentra en el libro Los esmeralderos, de Alfonso
Hilarión Sánchez:

Bien vestidos, estrenando, de sport, ninguno usaba abrigo ni paraguas aunque el


tiempo estuviera lluvioso. Despiertos y expeditos, entre los dobleces de una hoja de
papel blanco llevaban una fortuna, que vendían en las oficinas del edificio Henry Faux,
96
GARCÍA Márquez, Gabriel. Op. Cit. p. 520.
97
CLAVER Téllez, Pedro. La guerra verde. Intermedio editores. Bogotá. 1993. El autor presenta un completo
panorama de la actividad esmeraldera, orígenes y posterior vinculación con el narcotráfico.

97
donde se cruzaban los guardaespaldas y estacionaban sus camperos. Otros preferían
negociarlas en las aceras y cafés entre San Francisco y la plaza de Bolívar. No
frecuentaban el café Pasaje, sobre la agradable y limpia plazoleta de ladrillos, porque
sus mesas apeñuscadas y la condición de sus asiduos concurrentes impedían abrir y
cerrar y extender las hojas de papel blanco donde más verdes se veían las esmeraldas98.

Aún hoy en día se mantienen residuos del miedo que produjeron los hechos de venganzas,
los cuales salen a flote en las conversaciones de quienes han permanecido allí desde esas
épocas. Así, en una conversación cotidiana entre uno de los dos emboladores que laboran en
la esquina de City tv,. y uno de sus clientes aparece el tema:

“-Hola amigo, que sol que ni el berraco el que hace-. Saluda el cliente. Se sienta y
toma un periódico que el embolador le ofrece. Es el periódico Hoy, que en la portada
exhibe el titular “La nueva Sexy diabla”, al lado de la foto del rostro de una mujer
maquillada con exageración. Hojea el periódico y lo pone sobre la silla de metal.-Yo
vengo de abajo y eso está lleno de esmeralderos, no es peligroso?-. Pregunta el
cliente. – No, que va, ahora es sano-, responde el embolador sin levantar la mirada de
su labor, mientras brilla uno de los zapatos.-Hace como quince o veinte años eso era
mínimo con dos o tres muertos por día, ahora esos manes aplican eso de viva y deje
vivir, ...ahora son civilizados”-99.

Un lugar privilegiado de la memoria social está reservado para la religiosidad y las


manifestaciones extraordinarias, las cuales han estado de una manera u otra ligadas a
aspectos de orden político y social. Entre estas evidencias está la Marcha del Silencio,
realizada el 6 de febrero de 1948, convocada por Gaitán, como muestra del clamor popular
contra la reiterada violencia política nacional. El periódico El Tiempo registra el hecho así:

98
SÁNCHEZ Hilarión, Alfonso. Los esmeralderos. Carlos Valencia Editores. Bogotá. 1980. p. 53. En esta
descripción, se evidencia un comportamiento y una relación con el territorio. Las prácticas de este grupo no
han cambiado, aún hoy se ven las esmeraldas sobre los papeles blancos, exhibidas para los posibles
compradores y para la mirada de reojo del curioso que se atreve a pasar el cerco de cuerpos que se apretujan
entre sí, en un territorio vedado para el demasiado observador o para el que represente peligro. En la
entrevista a un esmeraldero este manifiesta como el lugar es el más seguro para comerciar las gemas por
cuanto todos se cuidan las espaldas.
99
La narración se extracta de la observación flotante realizada el día 21 de febrero de 2006, hacia las 10.15
am. El embolador, un hombre de unos 55 años, curtido por el trabajo, jovial pero serio, labora en el lugar
desde hace unos 20 años y considera la esquina como “su casa”, ya que la conoce desde que era “chino”. Su
caja de embolar, donde los clientes colocan los zapatos, es una buseta en miniatura, trabajada en detalle con
todo el engalle popular, con espejos por ventanas y de color rosado fuerte.

98
Imponente acto de civismo sin precedentes en el país...La séptima, siempre
tumultuosa, se llenó de silencio. El desfile al llegar a la calle trece, era ya tan
imponente que la gente no cabía por la calle sino que tuvo que apelar a las aceras,
desplazando así a los transeúntes, quienes materialmente se vieron imposibilitados
para continuar su camino contrario a quienes marchaban a la Plaza de Bolívar100.

Hacia 1952, con la violencia como panorama que no cesa en la vida nacional, se realiza la
Marcha de los hombres con el Señor de Monserrate. Como señal de adhesión al catolicismo,
y contra el demonio del creciente comunismo internacional101, que se ve como amenaza, con
claras intenciones ideológicas políticas, se recurre al símbolo sacro, en este caso el Señor
Caído de Monserrate. El diario El Tiempo referencia así esta manifestación:

Millares de fieles clamaron por la Paz, ayer en la capital...Agitando pañuelos blancos


recibido el Señor de Monserrate. En la Carrera Séptima con avenida Jiménez, la
multitud rodeó al señor de Monserrate en la colosal demostración realizada por los
hombres de la capital para demostrar su adhesión a la campaña <propaz>, que se viene
desarrollando en todo el país....Desde las cinco de la tarde se concentraron en la
plazoleta de San Francisco. A las 5 de la tarde, tanto la avenida Jiménez, ente carreras
séptima y octava, como el parque Santander estaban totalmente colmados...La carroza
del señor de Monserrate se ubicó frente a la iglesia de San Francisco102.

En esta remembranza se cierra con la referencia a la Marcha de Antorchas, tambien con el


imaginario de la Paz, como estandarte en una convulsionada nación. Esta es referenciada así
por el mencionado periódico:“Imponente marcha de las antorchas propaz anoche en esta
capital...un bellísimo aspecto presentaba anoche la Avenida Jiménez de Quesada, durante la
marcha de las antorchas. El desfile inició en el Voto Nacional y llegó a San Francisco. A las
diez y media llegó a la Jiménez con carrera Séptima”103.

100
Periódico El Tiempo. Edición de febrero 7 de 1948. p. 13. Al respecto comenta William Ospina en ¿Dónde
está la franja amarilla? p. 20. : “...una impresionante multitud gaitanista sobrecogió a Bogotá al marchar y
concentrarse de un modo disciplinado y silencioso. Aquel pueblo demostraba que no era una hidra
vociferante, que podía ser una fuerza poderosa y tranquila...”
101
Ver HENRIQUEZ, Cecilia. Imperio y ocaso del Sagrado Corazón en Colombia. Altamir Editores. Bogotá.
1996.
102
Periódico El Tiempo. Edición de junio 11de 1952. Primera página.
103
Periódico El Tiempo. Viernes 20 de junio de 1952. Primera página.

99
Fig. 28. Pasaje Santafé y edificaciones aledañas, sobre la avenida Jiménez. 1938.
JIMÉNEZ, Carolina. Calle de papel. Calendario. Bogotá. Avenida Jiménez.

Fig. 29. Vista del Pasaje Santafé y Edificio de El Tiempo. 1938.


PIZANO, Olga y otros. Recuperación espacial de la Avenida Jiménez y el parque
Santander. p.61.

100
Estas tres muestras extraordinarias de manifestaciones se presentan magnificadas en los
medios y, como factor común se referencia el carácter multitudinario, al llegar al cruce de la
Jiménez con Séptima, lugar reconocido por todos.

Por otra parte, no se debe dejar de lado como en el anterior apartado sobre la ciudad
moderna se generan puntos de partida para los cambios en la estética que serán patentes en
las acciones que en los últimos 60 años definirán los perfiles, escala y apariencia del
territorio físico. Asimismo, los cambios de uso se evidenciarán y, la vivienda, que fuera uso
primordial en la colonia, que aún permanecía en los pisos altos en las épocas republicana y
moderna, será desplazada definitivamente del crucero, para dar paso a las oficinas de
abogados y comerciantes de esmeraldas.

En este período se notarán claramente situaciones de contraste respecto a la importancia del


sector tanto en los intereses institucionales, como en la vida de la ciudad. Es así como en
los años 40 y 50 se dará un gran interés hacia el lugar, con intervenciones urbanísticas y
arquitectónicas que reforzarán aspectos significativos construidos por las generaciones
precedentes. Más tarde, en los años 60, 70 y buena parte de los 80, el lugar y su entorno
circundante perderán importancia en los proyectos institucionales frente a potenciación de
otros puntos de la ciudad, lo cual, sumado a la intensificación de usos traerá como
consecuencia una pérdida sensible de la calidad del lugar originándose contaminación,
congestión, inseguridad y deterioro. Con deficientes programas de planeación, el centro se
convierte en caótico y hay evidencias de inseguridad en bordes como la Carrera Décima, la
Avenida Caracas, San Victorino, la calle Diecinueve y el sector del Cartucho. Los años
sesenta se van a caracterizar por apatía hacia el sector y descuido oficial, ya que las
prioridades se dan hacia la ciudad nueva, con planes para ciudades dentro de la ciudad, con
intenciones de potenciar nuevas centralidades.

Como evidencia de estos territorios que poblan el imaginario Fanny Buitrago en su obra
Cuidado, hay leones en la calle 19, escribe el siguiente párrafo:

101
...El bullicio, la algarabía y mugre que distinguen las vías centrales de Bogotá no le
resultaban inusitados. Conocía –de oídas- la peligrosidad, mala fama, el temor que
despiertan entre la gente bien, nombres absolutamente mefíticos: La Calle del
Embudo, San Victorino, La Calle del Vicio, El Barrio Santa Fé. Y sobre todo la
espantable Carrera Décima: reino de ladrones y raponeros, especialistas en joyas y
carteras, artistas del paquete chileno y el billete premiado de la lotería; asesinos a
sueldo, mendigos, trotonas de medio pelo104.

Y, los habitantes nocturnos del centro, salen a luz en la siguiente descripción de Mario
Mendoza, en Scorpio city:

Caminó por la Carrera Séptima hacia el Sur (de la calle 21). El aire de la noche estaba
limpio. Vagos, pordioseros, recicladores con sus carretas de madera y sus perros,
locos, proxenetas, maricones en cacería, putas, solitarios, insomnes, alcohólicos,
drogadictos: la fauna nocturna del centro de la ciudad en plena acción...105.

3.1.1 Del río San Francisco a la Avenida Jiménez. La idea de monumentalidad se aplica al
centro de la ciudad con la propuesta de destacamento en el perfil urbano de ciertos edificios
y la ampliación de avenidas. Es así como en 1925 se dispone y regula la conformación de
una avenida sobre el antiguo cauce del río San Francisco. Esta sería La Avenida Jiménez de
Quesada, y con su construcción se impactó de manera evidente el cruce con la Calle Real
del Comercio posteriormente Carrera Séptima.

Por otra parte hacia el sur de la Calle del Comercio, se delinea la zona conocida como Wall
Street bogotano, por asentarse allí buena parte de los bancos de la ciudad y sedes de las
empresas comerciales y financieras. En este proceso se demuele el Pasaje Rufino, con lo
cual el edificio Pedro A. López, construido en 1924, queda sobre la recién ampliada

104
BUITRAGO, Fanny. Cuidado hay leones en la calle 19, en Líbranos de todo mal. Carlos Valencia
Editores. Bogotá. 1989. p. 19. Estos son algunos de los territorios del miedo en le centro, que aún hoy en día
siguen conservando su esencia, y salen a flote en las conversaciones cotidianas.
105
MENDOZA, Mario. Scorpio City. Seix Barral. Bogotá. 1998. p. 19. Sin exageración, el autor presenta la
fauna humana que pobla las calles de la ciudad nocturna. Aunque en el lugar de estudio, La Jiménez con
Séptima se efectúa un riguroso control, en las noches, en sus inmediaciones a unas dos cuadras al norte y dos
cuadras al occidente se mueven parte de los habitantes acá descritos. En la madrugada, como por arte de
magia retornan a sus ocultas moradas en los bordes del centro.

102
avenida; éste, con cinco pisos de altura en un lenguaje clasicista simplificado recuerda las
primeras tendencias de la escuela de Chicago, con una factura sobria y manejo de la piedra
como material simbólico de manifestación de poder de su constructor. Esta obra es del
arquitecto norteamericano Robert Farrington y Carlos Niño transcribe un comentario
aparecido en el diario el Grafico respecto al edificio106: “de estilo frío, falto de arte, que
podríamos llamar cubista (sic)”.Este comentario manifiesta el rechazo a una arquitectura
nueva, con tendencias a borrar tímidamente los excesos decorativos del historicismo que se
manifestó a inicios del siglo XX.

Hacia 1926 se construye sobre la avenida el renombrado edificio Cubillos, hoy denominado
Andes, obra del arquitecto Alberto Manrique Marín, con un lenguaje sencillo si se compara
con las obras que le rodeaban en su momento, con siete pisos de altura constituyéndose en
el más alto de la ciudad y cambiando totalmente la escala y el perfil sobre la avenida.

Es importante resaltar que durante los primeros años del siglo XX se mantiene el perfil
colonial sobre la margen sur del río San Francisco, al oriente del puente, hasta
aproximadamente los años 40 cuando hay un cambio en las estructuras por un estilo
premoderno y edificaciones de cuatro pisos, empatadas al edificio esquinero de la
Compañía Colombiana de Tabaco, el cual tenía tendencias claramente historicistas del
repertorio neoclásico francés. Esta edificación estuvo localizada donde hoy se levanta la
sede de City tv. en la esquina suroriental del cruce de estudio. Las edificaciones
mencionadas estuvieron ocupadas, de oriente a occidente por el Hotel Astor, el Banco
Prendario Municipal, el Pasaje Santafé (Figs. 28 y 29) y el edificio El Tiempo, bordeando
la avenida. Este último fue obra del arquitecto Roberto Sicard, construido en 1934, y fue
uno de los primeros con fachadas totalmente blanca, rompiendo el esquema neoclásico, con
remates rectos, decoración geométrica y acentuación de las líneas verticales, aspectos estos
relacionados con el movimiento Art Decó, el cual daría la entrada a las primeras

106
NIÑO Murcia, Carlos. Op. Cit.. p. 79. El comentario corresponde a la edición del 15 de marzo de 1919 del
aludido periódico.

103
manifestaciones de la arquitectura moderna en la ciudad. Tanto este edifico, como el del
Pasaje Santafé, se levantaron en predios ocupados hasta ese momento por casas
coloniales107. La construcción del Pasaje cambiaría de manera evidente tanto la fisonomía
del lugar como los usos, al introducir el concepto de pasaje peatonal destinado a comercio.
Estaba conformado por dos cuerpos simétricos orientados en sentido norte sur y el pasaje
conectaba la avenida Jiménez con la Calle de la Portería, hoy calle catorce. Uno de los
locales que empezó a funcionar allí y que formó parte significativa de las vivencias es el
Café Pasaje, aún hoy en pie, referenciado como uno de los lugares de encuentro más
destacados del centro. Inclusive se dice que allí se generó la idea de conformar el Club
Santafé, uno de los dos equipos tradicionales de fútbol de Bogotá. Una página dedicada a
los clásicos de la ciudad dice del Café:

El Café Pasaje, uno de los más viejos de la Plazoleta del Rosario, tiene las paredes
forradas de madera y dos ventanales grandes desde donde se ve Monserrate. Ahí se
reunían los periodistas de El Tiempo antes de que City quedara en la esquina, y
posiblemente desde antes de abril del 48. Tiene fama de que ahí se encontraban los
escritores y los teatreros, pero quien sabe. Y el tiempo y la gente le siguen pasando108.

Parte de estas edificaciones se demolerían años más tarde para conformar la plazoleta del
Rosario.

La avenida Jiménez, por su implantación sobre el cauce del río, otorgó a esta parte del
centro de la ciudad especial atractivo por su sinuosidad y continuos cambios de perspectiva
así como por ser conector de puntos nodales, significativos en la vida de la ciudad, tales
como la Plaza de Nariño, hoy de San Victorino, los amplios espacios frente a la
Gobernación de Cundinamarca e Iglesia de San Francisco, el Parque de los Periodistas, la
Plaza de la Aguas y el acceso a la Quinta de Bolívar y al cerro de Monserrate. No se deben
olvidar las ya existentes relaciones con el cercano Parque de Santander y la Plaza de

107
PIZANO, Olga, y otros. Op. Cit. p. 62.
108
GARCÍA, Laura. Café Pasaje. En Página web de Duane, Juan Esteban, Martínez, Roxana y Acrós,
Esteban. www.populardelujo.com/clasicos/cafepasaje.htm

104
Fig. 30. Plumilla que muestra los procesos de ampliación de la Avenida Jiménez. En primer
plano los escombros del Pasaje Rufino. Se observan los edificios López y Cubillos.
Wallemberg.
Revista Diners. Número impreciso.

Fig. 31. Canalización del río San Francisco. 1920.


ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ. Síntesis. Edición 3. Sept. Oct. 2000. p. 7.

105
Bolívar en sentido norte-sur. Para desarrollar la ampliación de la avenida fue necesario
demoler el Pasaje Comercial Rufino Cuervo, acción llevada a cabo en 1940 (Fig. 30). Esta
acción modificaría no solamente la escala urbana sino la vida cotidiana que había integrado
la relación de la Calle Real del Comercio, con la Calle de los Carneros. El antiguo cauce
del río originaría la nueva avenida (Fig. 31), cuya amplitud se extendió entre las carreras
cuarta y décima. Por la sinuosidad y características formales así, como la transformación de
sus paramentos, se delineará un espacio claramente percibido como de cierta unidad
ambiental entre la carrera cuarta y la carrera octava, siendo el cruce de la Avenida Jiménez
con Calle del Comercio, el centro de esa situación (Fig. 32).

Al respecto se comenta en una publicación que presenta un reportaje fotográfico sobre la


construcción de la Avenida:

Los imponentes edificios, finos automóviles y lentos tranvías que hacía parte del
paisaje de la Avenida Jiménez parecían enterrar la vergüenza de los años donde el río
San Francisco era un lugar infesto, con nubarrones de moscas y aguas fétidas. Su
canalización en la década de 1920 y posterior adecuación para el tráfico vehicular, uno
de los símbolos del progreso de una ciudad que crecía y buscaba con urgencia
aproximarse a los ideales del mundo moderno109.

Al tradicional paseo por la Calle Real del Comercio, que desde la ciudad republicana
consolida el lugar como de gran significación para el habitante de la ciudad, se integra el
recorrido por la Avenida Jiménez, que desde ese momento se empezará a llamar
cotidianamente como La Jiménez, con lo cual el crucero continuará siendo un lugar
significativo, no solamente por sus edificaciones tradicionales y la nueva arquitectura, sino
por la trascendencia en los recorridos cotidianos, ahora marcados no tanto por la lúdica y el
deguste, que serán relegados para el fin de semana, sino por el ajetreo y afán del mundo
cosmopolita y consumidor del siglo XX, carácter que marcará a la ciudad occidental. Este
momento será crucial para darse la transformación de una estructura generada en la ciudad

109
ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ. Síntesis. Edición 3. Bogotá. Septiembre-octubre. 2000. Artículo
visual: La Jiménez, quebrada de memorias. p. 7.

106
Fig. 32. Panorámica de la ampliación de la Avenida Jiménez.
PROIMAGENES.www.museovintage.com/imágenes.htm

Fig. 33. Caricatura que representa los cambios por la construcción de la Avenida Jiménez.
José Pepe Gómez.
FRANCO, Carolina. Bogotá en Caricatura. p. 117.

107
colonial por la de la modernidad. Dicen los autores del estudio sobre las transformaciones
del espacio público en el lugar:

...Esta etapa se identificó por los grandes cambios en la espacialidad del sector y en la
manera como se adaptaron nuevas formas de uso de los espacios, lo que fue motivado
por la intención de convertir a la ciudad, de estructura y tradición colonial, en una
ciudad moderna para con el desarrollo del país y a tono con los acontecimientos
mundiales. El sector acogió en forma paulatina los cambios y ofreció sin mayores
traumatismos los espacios que se requirieron para su funcionamiento110.

La nueva avenida, en sus comienzos fue claramente vehicular y el peatón se relegó hacia
los costados de las edificaciones, transitando por estrechos andenes (Fig. 33). Así, frente a
la Gobernación se genera un parqueadero público, quedando el espacio libre de vía para
seis carriles de tránsito automotor. Asimismo el equipamiento era escaso, ya que no
viéndose la importancia del lugar como sitio para el encuentro o la permanencia no se
dispuso ningún tipo de mobiliario ni ambiental ni de uso cotidiano.

Con la ampliación de la avenida y demolición del Pasaje Rufino, en el tramo comprendido


entre la Calle Real del Comercio y la Calle del Florián, hoy carreras séptima y octava,
quedarán al descubierto la fachada del Edificio Pedro López y la culata del antiguo edificio
Faux. Esta última en la esquina sur occidental, generando un impreciso y no continuo
paramento, ya que el edificio López, bastante referenciado en los estudios históricos sobre
la arquitectura de Bogotá y del país, quedará justo al lado de la mutilación de la
mencionada culata, hasta 1945, fecha en que se levantará el nuevo edificio H. Faux, el cual
todavía sigue en pie. Esta edificación siguiendo las tendencias del lenguaje internacional, es
reticulada modularmente, con enchape en piedra y sin detalles ornamentales.

Como parte de las metamorfosis sobre la avenida, donde se manifestarán los nuevos
lenguajes modernos y la altura será paradigma a tenerse en cuenta, se referencia el Edificio
Francisco Camacho, construido en 1949, al occidente, en la esquina de la carrera octava

110
PIZANO, Olga. Op. cit. p. 64.

108
con avenida Jiménez, que se convierte en punto focal desde el cruce (Fig. 34), por su
estratégica ubicación en el remate triangular de la esquina. Allí funcionó durante años la
reconocida Librería Buchholz, que aún es recordada por los asiduos visitantes del centro de
los años cincuenta y sesenta, por .ser una de las más completas y tener pisos especializados,
así como por la imagen de los libros proyectados hacia la calle por las transparentes
fachadas de vidrio. Este edificio, descrito como un homenaje a la arquitectura transparente
de Mies Van der Rohe, remató la sinuosa curva de edificios en altura que se levantó al
costado norte de la avenida entre carreras octava y novena, hacia 1945. Justo al lado de esta
edificación existió un kiosko de revistas muy recordado por quienes frecuentaban el lugar
por ser su estructura un insólito molino de viento, y anunciar una agencia de viajes
holandesa. Permaneció allí hasta 1969 y su imagen formó parte significativa como
referencia. Frente suyo funcionó uno de los cafés frecuentados por escritores y políticos de
ese entonces, llamado precisamente El Molino.

Es de mencionarse como el tramo comprendido entre las carrera octava y novena va a ser
transformado al ser ocupados los predios por edificaciones en altura que se ciñen a la
sinuosidad de la avenida. Con paradigmas de la arquitectura moderna al estilo
norteamericano, tendrán ocho pisos, los dos primeros para locales comerciales y los seis
restantes para oficinas. Con rigurosas líneas verticales y ventanerías moduladas y
recubrimientos en piedra conferirán unidad al paramento, sobre el sector norte de la avenida
y su línea ondulante y curva se alcanza a divisar como cierre de la visual hacia occidente,
desde el cruce de la Jiménez con Séptima.

En el extremo opuesto de la avenida, al oriente, hacia la carrera cuarta, sobre otra manzana
triangular se construyó el edificio Monserrate, en la misma época. Adaptado a la sinuosidad
de la avenida, es una caja de vidrio, proyectado en una armónica curva sobre la avenida, y
se ha utilizado como referencia en catálogos de la arquitectura representativa de la
modernidad y en diversos filmes de tipo urbano como la película La Gente de la Universal.

109
Fig. 34. Avenida Jiménez en 1950. ORDUZ, Saúl.
http://www.fotografoscolombianos.com/fotogra/maestro/orduz/grandes/g.htm

Fig. 35. Banco de la República.


Museo de Bogotá.http://www.quimbaya.banrep.gov.co/home3.htm

110
Al respecto, se escribe:“El espacio diegético de esta película vuelve a ser el centro de
Bogotá. Un edificio triangular que domina un pequeño parque en la avenida Jiménez , es el
centro de operaciones...Desde allí, el espacio se abre por la carrera séptima (sic) poblada de
buses atrabiliarios y automovilistas desesperados...”111. Cerca de este edificio se levantaron
hacia 1945 los hoteles Nueva Granada y Continental, que pretendieron reemplazar los
antiguos Regina y Granada, para instalar allí las personalidades que asistirían a la
Conferencia Panamericana a celebrarse en 1948, reafirmando la presencia en la zona de
estructuras hoteleras para los visitantes.

Hacia 1957, luego de los desafortunados eventos del 9 de abril, en la esquina nororiental
del cruce, se levantará el edificio del Banco de la República (Fig. 35), donde estuviera el
hotel Granada. Pese a la controversia que despertó, se llevó a cabo su construcción,
cambiando rotundamente la imagen que ya había labrado camino en la percepción de los
habitantes y que se relacionaba con una gran ciudad al estilo europeo. Obra del arquitecto
español Rodríguez Orgaz, con una arquitectura calificada por algunos críticos como
neofascista, siguiendo los paradigmas estéticos de la arquitectura internacional, hoy es uno
de los monumentos nacionales del lugar112. Por otra parte, el andén del hotel, frente al atrio
de la Iglesia de San Francisco se había constituido en lugar de encuentro y referencia para
citas, lo cual se eliminó con el carácter claramente cerrado hacia la calle en los primeros
pisos del nuevo edificio y por ser fuertemente custodiado.

A este momento corresponde la siguiente percepción trazada en la obra Los parientes de


Ester de Luis Fayad:

111
CORTES Zabala, Diego Mauricio. La ciudad visible: una Bogotá imaginada. Ministerio de Cultura.
Bogotá. 2003. p. 28.
112
TÉLLEZ, German. En Manual de Historia de Colombia. Vol. III. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá.
1979. p. 382. Dice al respecto el historiador: “los últimos años 50 fueron escenario del momento en que, en
uno de los lugares más importantes de Bogotá, se derribó el hotel Granada, obra de los arquitectos Casanovas
y Manheim, cuya arquitectura de sabor francés, no carecía de ecléctica elegancia, para dar paso al
desafortunado edificio del Banco de la República, del arquitecto español Rodríguez Orgaz, mezcla insólita de
la pesadez volumétrica de los momentos menos recomendables de la arquitectura fascista de la Italia de
preguerra, con tratamientos de fachada curiosamente norteamericanos”.

111
Fig. 36 El Hotel Granada. Vista desde la Avenida Jiménez. BEER, Paul.
Museo de Bogotá. http://mdb.idct.gov.co/albums/paul_beer/2545.jpg

Fig. 37 Hotel Granada. Vista desde el norte, sobre la avenida de la República.


Postal.

112
...Salió a la calle y caminó un trayecto por la carrera séptima. Le gustaba dar un paseo
todas las mañanas, sentir el sol o la brisa que anunciaba lluvia y pensar que recorrer
unas cuadras al día impedía el infarto. Fue al café Pasaje, en el que encontró al grupo
de amigos que se reunían allí a leer el periódico, a comentar la política y recordar a
Bogotá en los tiempos en que eran jóvenes. (Angel Callejas, tío del protagonista).

Se detuvieron en la avenida Jiménez y el tio Angel echó una mirada en derredor. Le


gustaba ese sector con la Gobernación a un lado y el Banco de la República en la
esquina de enfrente y rodeado de otros bancos en los que trabajaban empleados pobres
pero decentes.

...-Yo había pensado en un segundo piso para librarnos de los pordioseros y de los
vendedores ambulantes, pero es poco visible. En último caso conseguimos dos
porteros o un vigilante con revólver como hacen ahora en todos los almacenes porque
Bogotá está llena de gamines y locos-.

-Allí queda la calle doce-dijo, señalándola como si dibujara una línea en el aire, y la
trazó en el papel-, aquí la carrera catorce, la calle veinticinco y la carrera tercera –al
terminar tenía el dibujo de un cuadrado-, Esta es nuestra área, ...

(Ester y su prima paseando por la Carrera Séptima)...las dos pudieron deambular la


tarde entera, mirar los sucesos de la calle y detenerse en alguna cafetería y en todas las
vitrinas, y fue una lástima tener que separarse en ese momento en que el atardecer
parecía una fiesta, en que había más gente en la calle, en que apartándose de la
multitud se sentía el ambiente apacible y se iba la atmósfera pesada con el ocaso y el
aire era fresco y puro y daba nuevos bríos para seguir paseando.
Oyó el ruido de los automóviles, las bocinas, las voces de los vendedores y el pasar de
la gente...113.

A su vez, Laura Restrepo, en su novela Delirio participa en la caracterización del centro


como lugar peligroso, frente a la seguridad que ofrecen los conjuntos cerrados o barrios del
norte:

113
FAYAD, Luis. Los parientes de Ester. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín. 1993. p. 22, 102,
103, 124, 129, 233. El escritor, en esta obra intimista y cotidiana, presenta una Bogotá moderna y
contrastante, donde el cruce es protagonista de varias escenas, en las cuales el recorrido por la séptima, los
cafés cercanos, y el mismo cruce de la Jiménez con Séptima es presentado como lugar agradable y de empuje
por la ubicación de las diferentes sedes de los bancos. En uno de los apartes se recrea un mapa imaginario del
centro, que se circunscribe de la calle doce a la veintidós y de la carrera tercera a la catorce, conformando un
cuadrado perfecto. El ambiente de la calle, con su multitud se recrea como de fiesta, así como los sonidos de
automóviles, voceadores y el rumor de la gente conforman telón de fondo, del lugar moderno.

113
Mientras caminábamos desde el centro, por la Carrera Séptima a la medianoche, es
decir plena happy hour de raponazos y puñaladas, ella me organizaba en la cabeza un
turbante a lo Greta Garbo, unas orejas de Conejo de la Suerte con los dos extremos de
la bufanda, un trapo palestino a lo Yasser Arafat, al tiempo que yo, tenso y vigilante,
iba pendiente de cada bulto que se agitaba en la calle solitaria, un par de figuras
encorvadas sobre el calor de una hoguera en la esquina de la Jiménez de Quesada,
otras envueltas en cartones que parecían dormir en el atrio de San Francisco, un
muchacho drogado hasta el tuétano que nos siguió un trecho y afortunadamente pasó
de largo...114.

3.1.3 De La Calle Real del Comercio a la Carrera Séptima Es evidente el eclecticismo


imperante en estos momentos, ya que al tiempo que se levantan edificios claramente
premodernos, sobre la avenida Jiménez, tal como los descritos anteriormente, sobre la Calle
Real del Comercio se construirán al mismo tiempo edificaciones que continúan con el sabor
historicista del lenguaje neoclásico afrancesado. Tal es el caso del hotel Regina, levantado
en la esquina nororiental del parque Santander. Este impactó la vida del lugar al constituirse
en centro de visita de extranjeros y bogotanos de altas jerarquías. De igual manera propició
que en 1927 se levantara el hotel Granada (Figs. 36 y 37) reemplazando el colonial edificio
Valenzuela, antigua Factoría virreinal, localizado al sur del parque Santander, en el cruce
de la avenida Jiménez con la Carrera Séptima. Esta edificación, obra del arquitecto chileno
Julio Casanovas, se constituiría en lugar de encuentro y de importantes reuniones de la alta
sociedad de entonces. Es igualmente una de las obras recordadas como memorables, de la
ciudad de antaño, cuando Bogotá era Gran ciudad y no ciudad grande, según narraciones,
postales y afiches.
Es así como en un momento de consolidación de transformaciones se dice del lugar:

Estos dos edificios (Matiz y el de la Compañía Colombiana de Tabaco), gracias a su


escala, cinco pisos de altura y mansarda, entraron a formar parte del conjunto
compuesto por el edificio de la Gobernación, el Pasaje Rufino Cuervo, El Hotel

114
RESTREPO, Laura. Delirio. Alfaguara. Bogotá. 2004. p. 55. Aunque en la actualidad el lugar es bastante
controlado, por lo cual la descripción no se ajusta a una realidad contemporánea, si hace referencia al
descuido vivido por el centro en los años setenta y ochenta, donde la Jiménez con séptima en el día se
caracterizaba por el caos vehicular y en la noche el lugar perfecto para “happy hour de raponazos y
puñaladas”.

114
Regina, El Hotel Granada, el edificio Pedro López y el edificio Cubillos, todos
construidos en un período no mayor de diez años, lo cual ratificó el papel
desempeñado por el sector como sede de actividades y acontecimientos urbanos de
importancia115.

Respecto a la vía, la Calle Real del Comercio verá aumentar el caudal de transeúntes, así
como la integración de su mayor potencial, el comercio, con los nacientes pasajes sobre
la avenida, el Rufino Cuervo y el Santafé, lo que orienta un desenvolvimiento de esa
vocación hacia el sector sur de la avenida. De igual manera, la característica del antiguo
barrio de San Jorge, el de mayor concentración comercial desde el siglo XIX, se
mantendrá, con comercio de lujo en materia de vestidos, sombreros, joyas y accesorios
para confección, mientras que el antiguo sector de el Príncipe, al oriente de la Calle Real
del Comercio, tendrá concentración de imprentas y allí se localizarán las sedes de los
primeros periódicos de la ciudad, al igual que será sede de los primeros colegios y
universidades de renombre, con lo cual se configura allí uno de los denominados “anillos
de la ciudad escrituraria”116, que mantendrá esta vocación hasta nuestros días. El borde
norte de la avenida, con la Iglesia de San Francisco, la Gobernación y el Hotel Granada,
se reservarán para actividades de índole religiosa, social e institucional, con lo cual la
concentración y movimientos de mayor intensidad serán de la avenida Jiménez hacia el
sur, sobre la Calle Real del Comercio, lo cual es referenciado en numerosas fotografías
que revelan el cosmopolitismo de la ciudad, en el lugar.

Desde la construcción del Pasaje Rufino en 1920, así como el pasaje Veracruz, a la altura
de la Calle de La Portería, hoy calle catorce, se conecta la afluencia de índole comercial
entre la Plaza de Bolívar y la avenida Jiménez, marcando aún más este carácter. Quizá la
situación que definirá un cambio en sus fisonomía será la resultante de los eventos del
Bogotazo, y su impacto sobre gran parte de sus edificaciones. Como parte tambien del
requerimiento de una avenida acorde con las necesidades de una ciudad moderna, con gran

115
PIZANO, Olga. Op. cit. p. 59. El edificio Matiz estuvo ubicado al costado occidental del Palacio de San
Francisco, dando sobre la actual carrera octava.
116
RAMA, Angel. Op. cit. p. 45.

115
Fig. 38. La Calle Real del Comercio en 1945.
Postal.

Fig. 39. La Calle del Comercio en 1947.


Revista Proa Nº 5 Feb. 1947. www.lablaa/blaavirtual/revistas/proa/proa/proa005.pdf

116
movimiento, se propondrá el plan de ensanchamiento de la Calle Real del Comercio (Figs.
38 y 39), así como el cambio de su denominación por el de Carrera Séptima. Estos cambios
se darán en 1951 y, las casonas de pasado colonial y maquillaje neoclásico que aún
quedaban en pie, desparecieron para dar paso al mosaico de edificios notoriamente
modernos, en concreto, aluminio y vidrio, con locales comerciales y bancarios en primeros
pisos y oficinas en los superiores, siendo desterrada la vivienda del lugar. Las altas
edificaciones de diez y quince pisos conformarían el aspecto sobre la carrera desde la Plaza
de Bolívar hasta la avenida Jiménez, donde se encontrarán con los cambios que allí tambien
se han generado.

Por otra parte, hacia el norte, en el parque Santander tambien se manifestarán cambios, ya
que el parque de tendencia francesa será reemplazado por terrazas, bancas y barandas, más
a tono con la modernidad, hacia 1924. El espacio se despejará y solamente permanecerán
los árboles más altos. Posteriormente, hacia 1940 se instalará allí la estatua del general
Francisco de Paula Santander, para reafirmar su toponimia republicana. En los incendios y
arrasamientos de 1948, el edificio del hotel Regina, localizado en el costado norte del
parque, sobre la avenida de la República, hoy Carrera Séptima, fue incendiado. Allí se
construyó una edificación transitoria con destino a galpones del correo de Avianca, lugar
donde estuviera una máquina dispensadora de Coca Cola, la cual era visitada con todos los
honores los domingos por las familias residentes en los barrios centrales. Sin embargo, a la
par que se construía el Banco de la República, sobre el marco del parque se realizarían
tambien transformaciones que sustituirían las casonas coloniales por arquitectura moderna
en alturas que oscilan entre trece y quince pisos.

Siguiendo las pautas de renovación, se va a generar uno de los últimos cambios


significativos, a nivel arquitectónico, en el año 1963, con la construcción de la nueva sede
del periódico El Tiempo, en la esquina sur-oriental del cruce, para lo cual se demuelen la
antigua edificación de este periódico así como el edificio de la Compañía Colombiana de
Tabacos. Diseño del arquitecto Bruno Violi, es presentado como “de estilo clásico francés”

117
en una publicación sobre Bogotá117, aunque su calidad estética está más vinculada con las
tipologías de los nuevos edificios de oficinas generados por la llamada escuela de Chicago,
que incorpora elementos del lenguaje clásico, con materiales y formas de la nueva
construcción. Si bien su tipología arquitectónica es claramente moderna, no continuó con la
en ese entonces reciente escalada en altura y se adaptó a las alturas existentes en las
edificaciones vecinas, con lo cual la escala perceptiva en esa esquina no se rompe
abruptamente. De igual manera el tratamiento de su primer piso, con aperturas en puertas y
ventanas y con detalles tipo Art Decó, confieren un aire amable y receptivo al habitante del
lugar, lo cual es además enfatizado con la amplia proyección de voladizo que sostiene la
terraza del segundo piso.

Se cerrará el panorama renovador con el edificio Avianca, primer rascacielos de Bogotá, de


cuarenta pisos, que en su construcción suscitó polémicas y se levantó en 1969, y que se
convertiría en ideal de progreso para los bogotanos que por mucho tiempo hablaban de “su”
rascacielos y aún hoy lo referencian como parte de los hitos importantes en el lugar. Más
tarde, el incendio ocurrido el 23 de julio de 1973, será un hecho de recordación, por la
trascendencia de la tragedia e impotencia de toda la ciudad que se resignó a ver como el
fuego ascendió desde cerca de la mitad de su estructura hasta alcanzar los pisos superiores.
Precisamente, sobre este suceso existe un pasaje en la obra Vida feliz de un joven llamado
Esteban, de Santiago Gamboa:

Ese incendio fue la tragedia más grande que se vivió por esos días. ¡tan apacible era la
Bogotá de entonces! Todo comenzó con un cortocircuito en la mitad de la torre; luego
las llamas empujadas por el viento, se fueron tragando la construcción hacia arriba...

Nosotros fuimos a verlo arder desde los cerros. Fue un día triste, pues era el edificio
más alto de la ciudad, una construcción atrevida que presagiaba riqueza y modernidad.
Ahora se convertía en ceniza delante de nuestros ojos...Entonces hubo historias
atroces: secretarias que intentaron saltar desde las ventanas a las azoteas de otros
edificios, empleados que quedaron atrapados en los ascensores, muertos por asfixia;

117
MENDOZA de Riaño, Consuelo. Así es Bogotá. Ediciones Gamma. Bogotá. 1988. p. 158.

118
cuerpos chamuscados en las escaleras. ¡Cuánto dolor! Rostros desfigurados, cadáveres,
sangre, hollín, destrucción...Fue algo horrible que provoco un duelo nacional.

Este incendio fue la mecha de un largo Apocalipsis, pues muy pronto vendría el fuego
de otras catástrofes a llevárselo todo. La apacible vida de Bogotá había
terminado....todo el país habría de convertirse en una inmensa hoguera que aún está
encendida y que sigue desfigurando rostros, dejando cadáveres entre el polvo, cuerpos
irreconocibles en medio del hollín y las cenizas...118.

Los cambios físicos variarán rotundamente la escala del contorno del parque y, de su
uniformidad colonial se pasará a una dispersión de edificios aislados que, competirán cada
uno por destacarse al lado de los demás, con repertorios y materiales de la construcción
industrializada.

La significación del cruce, con cuatro esquinas que contrastan en el aspecto tanto físico
como en las manifestaciones del habitar se percibe en el siguiente párrafo extractado de la
obra Todo o nada, de Oscar Collazos, donde una de las esquinas es vista así:

...Hay un área callejera para los sablazos y casi siempre es un ángulo que trazan la
avenida Jiménez de Quesada con la Carrera Séptima, con vértice en el Banco de la
República. ¡he aquí la ironía: sablazos en las mismas arcas el Estado! Ese es el ángulo de
la más elegante mendicidad. Allí puedes despedirte para siempre de las reservas del día,
de la suma guardada para el alquiler atrasado. ¡Los sablazos y las faldas! Un binomio
perfecto. En aquel ángulo las faldas son inevitables119.

3.2 EL CUERPO Y EL HABITAR EN EL CRUCE MODERNO


Con la intensificación de la actividad en el lugar, así como la diversificación de la forma
urbana, que en un breve lapso de tiempo cambia escalas, formas y perfiles, el cuerpo en la
cotidianidad se desenvuelve en medio del ritmo y aceleración que lentamente han ido

118
GAMBOA, Santiago. Vida feliz de un joven llamado Esteban. Ediciones B. Barcelona. 2000. p. 110. En
esta descripción, el autor hace evidente como este hecho no solamente fue de relevancia par los bogotanos,
sino para el país y a su manera, lo relaciona con la ola de violencia que, desde los diferentes actores
institucionales e ilegales llegó hasta el siglo XXI.
119
COLLAZOS, Oscar. Todo o nada. Editorial Oveja Negra. Bogotá. 1982. p. 19.

119
tomando las rutinas de los habitantes del lugar, muchos de los cuales no son ya quienes
tienen allí sus moradas, sino viandantes, comerciantes, empleados, estudiantes y turistas.

Es así como la ciudad moderna se presenta en su dimensión más evidente en la calle: es la


ciudad capitalista y del consumo. Las actividades se restringen y regulan por los horarios de
trabajo. Se hace tertulia a las doce del mediodía y a las seis. En esos momentos la Carrera
Séptima se congestiona y un río humano fluye hacia el cruce con la Avenida Jiménez, que
se marca como una cruz sobre el territorio del centro.

Del río solamente queda a inicios de este período, una referencia contextual, con la
imagen lejana de los puentes hacia oriente y occidente, asomándose entre las desiguales
edificaciones. En el cruce, el fluir de agua ha sido reemplazado por el de los cuerpos en
continuo movimiento. La Calle Real del Comercio, será en el cruce moderno un sitio
estrecho para peatones y automóviles. El tranvía, pasará atestado en sus recorridos hacia
el norte y occidente (Fig. 40).

Los sentidos están a la expectativa y la percepción será ahora capturada por las vitrinas,
con su abigarrada exhibición de mercancía, y los cuerpos que pasan al lado en una y otra
dirección. La lentitud y parsimonia del siglo XIX quedó atrás, el afán es la característica
de la naciente ciudad moderna, que se manifiesta con mayor intensidad en el lugar. La
concentración de cuerpos y movimientos es mayor hacia el borde sur de la avenida.
Solamente los interiores de los pasajes, parecen resguardar un poco del ritmo de la calle.
Los cafés, que han ido apareciendo cercanos al cruce, sobre la avenida o dentro de los
pasajes, al igual que en muchas ciudades del mundo, constituirán lugares de encuentro,
casi siempre de hombres, y casi siempre con especialidades: el de los poetas, el de los
políticos, el de los periodistas, el de los abogados. Como parte de la representación en las
memorias literarias de este ámbito se trae la mirada de Gabriel García Márquez:

120
Fig. 40. Tranvía atestado., en la Jiménez con Séptima. Sady González. 1947.
ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ. Bogotá años 40. p. 107.

Fig. 41. La Avenida Jiménez, en 1950.


Postal.

121
La institución distintiva de Bogotá eran los cafés del centro, en los que tarde o
temprano confluía la vida de todo el país. Cada uno disfrutó en su momento de una
especialidad –política, literaria, financiera-, de modo que gran parte de la historia de
Colombia en aquellos años tuvo alguna relación con ellos...

A veces encuentro entre papeles viejos algunas de las fotos que nos tomaban los
fotógrafos callejeros en el atrio de la iglesia de San Francisco, y no puedo reprimir un
frémito de compasión, porque no parecen fotos nuestras, sino de los hijos de nosotros
mismos, en una ciudad de puertas cerradas donde nada era fácil, y mucho menos
sobrevivir sin amor en las tardes de los domingos120.

Frente al movimiento de la acera sur está la parsimonia del frente de la Gobernación y


atrio de San Francisco. El atrio, quizá por su amplitud y ausencia de comercio, es hacia
los años treinta y cuarenta del siglo XX, lugar de referencias para encuentros. Asimismo
es donde se empiezan a concentrar los fotógrafos callejeros, que luego se extienden hacia
el parque Santander y la carrera séptima, entre la avenida Jiménez y la plaza de Bolívar,
como rememorando la antigua Calle Real. Así el atrio de la Iglesia, quedará plasmado
como fondo de quienes se retratan en la ciudad cotidianamente, en esos tiempos.

Es en la acera norte de la avenida, el lugar desde donde se puede apreciar la


metamorfosis del lugar: edificios altos, de tendencia internacional, de líneas rectas y
simples, frente a decorada arquitectura afrancesada (Fig. 41). Igualmente se puede
apreciar la multitud de personas recorriendo los pasajes comerciales, novedad en la

120
GARCÍA Márquez, Gabriel. Op. Cit. p. 309, 310. El escritor, representa dos aspectos característicos del
lugar: por un lado era el nodo articulador de los cafés que, siguiendo las pautas parisienses, se amoldaron a las
necesidades de los bogotanos. Así, se recuerdan el Molino, ubicado en la carrera octava, el Automático sobre
la carrera quinta, El Windsor, en la calle catorce frente al Rosario, el más antiguo quizá el gato Negro sobre la
carrera séptima en la calle catorce, de donde se supone salió el asesino de Jorge Eliécer Gaitán antes del
hecho o el Pasaje, que todavía existe en la actual plazoleta del Rosario. En segunda instancia , los fotógrafos
callejeros se agrupaban en el atrio de San Francisco o sobre el Parque Santander, más tarde en los años setenta
se despliegan sobre la Carrera Séptima , entre la Avenida Jiménez y la Plaza de Bolívar y sobre la Avenida
misma, entre carreras séptima y octava. La mayoría de bogotanos que salían al centro, así como los visitantes,
eran captados desprevenidamente por estas cámaras y sus fotos poblan los álbumes familiares. En la
actualidad los fotógrafos se han reemplazado por las cámaras digitales y de los celulares, con lo cual la
fotografía para el álbum es tomada por los mismos viandantes. En una tarde de domingo o en fechas
especiales es común ver los grupos familiares o de amigos tomándose fotografías con el fondo escenográfico
de las edificaciones, elementos urbanos del cruce o la estación Museo del Oro de Transmilenio.

122
ciudad. No es de extrañar que tambien siempre haya procesos de construcción, en la
zona, con andamiajes y obras a medio hacer, ya que casi todas las edificaciones
levantadas cerca al cruce, demoraron años en consolidarse debido a fluctuaciones de la
economía.

En una novela que se ubica en el 9 de abril y que precisamente se llama Viernes 9, de


Ignacio Gómez Dávila, se recrean aspectos cotidianos del cruce, hacia 1948:

...En la esquina de la carrera 7ª con la calle 15 se detuvo mientras pasaba una


procesión religiosa. Un alto mandatario de la Iglesia iba detrás de un destacamento de
cadetes de la Escuela Militar, quienes abrían paso; rodeaban al jerarca unos acólitos
que lo fumigaban con incienso; inmediatamente tras de él, venían algunos sacerdotes;
más allá, niños de algunas escuelas y, por último, la masa de fieles y curiosos; a cada
lado custodiaban el despliegue, entremezclados, policías y seminaristas.

Bogotá, no cabía duda, en estos últimos tiempos había adquirido una faz más marcada
de ciudad, y estaba dejando ese aspecto pueblerino y anticuado que la caracterizaba. El
tránsito, por ejemplo, era a ciertas horas como el de Nueva York o el de Londres; la
gente que circulaba por las calles andaba menos sombría, menos ensimismada, menos
despreciativa. Existía aún, claro está la envidia callejera de los pueblos, pero había
disminuido, no era tan notoria, porque las aglomeraciones de provincianos y
extranjeros la ocultaban...pudiera ser que lo que necesitaba Bogotá era volverse
ciudad: era justamente un poco de esa locura de grandiosidad...121.

Aunque la ciudad ha crecido, la Calle Real del Comercio, seguirá siendo en este
momento lugar de encuentros con conocidos (Figs. 42 y 43). El crucero, frente a la torre
de San Francisco será punto de citas y referencia para saber la hora. Asimismo será el
sitio ideal para enterarse de las noticias, con la aparición de las sedes de los periódicos en
sus inmediaciones, quizá como consecuencia de la tradicional ubicación de las primeras
imprentas y publicaciones en el antiguo Sector del Príncipe, así como por la antigua
121
GÓMEZ Dávila, Ignacio. Viernes 9. Impresiones Modernas. México. 1953. p. 52. En estos párrafos se
pone de relieve la importancia de la Jiménez con Séptima en eventos como el descrito de la procesión
religiosa, que aún hoy permanecen. En el segundo párrafo se hace énfasis en la marcada característica de
ciudad moderna que ya se vislumbraba, donde, la muchedumbre, las prisas, los comportamientos y las
apariencias, son evidencia, según el autor, el paso de pueblo a ciudad, y que se relacionan con las propuestas
de pensadores sobre la modernidad tales como Walter Benjamín o Marshall Bermann.

123
costumbre de pegar los carteles oficiales y pasquines en las esquinas de la Calle Real
entre la Plaza Mayor y el Puente de San Francisco. Los eventos ya no solo se difundirán
en carteles pegados en las esquinas sino que se anunciarán inicialmente en tableros
dispuestos para tal fin en los pisos altos, como se referencia se hacía en El Espectador
cuya sede estaba unos metros al sur sobre la Calle Del Comercio, y posteriormente con
los voceadores, que anunciaban las noticias a voz en cuello.

En su obra Bogotá de las nubes, Elisa Mújica representa lo que significó el cambio en esta
zona del centro tradicional de Bogotá, desde la percepción y la vida cotidiana de quienes
todavía tenían sus viviendas allí:

Parecía como si la ciudad hubiera esperado durante cuatrocientos años la señal


convenida a fin de romper el encantamiento que la condenaba a no crecer, a seguir
estacionaria en el papel de simple aldea. ..En el casco urbano, a una iglesia sucedía un
convento y a un convento otra iglesia, aunque eso no impedía que existiera la calle
caliente, “la calle honda, olorosa a miel, a chicha, a mula resabiada”.

A las ambiciones horizontales sumó enseguida las verticales indispensables.


Indispensable empinarse para compensar con promontorios de cemento la plana
monotonía del mar de casas grises y cielo gris.

En la actualidad, junto a las nuevas torres dominantes, tan inmensa y elevadas que en
cuatro o cinco habría cabido integra la población de los tiempos primitivos, el Cubillos
se veía ruin, apachurrado, en derrota. ...No era ni sombra de lo que fue. Se veía enano
en comparación con las torres encristaladas y gigantes como barcos sobresalientes en
el mar ciudadano, entre las olas encrespadas de los vehículos a cien por hora.
Entonces, en cambio la esquina del camellón de los Carneros con la carrera octava
conducía a casas de dos pisos cuidadosamente alineadas, y a otras de una sola planta,
con ventanas arrodilladas. Las primeras tenían fachadas de piedra y balcones con
falsas columnas y balaustres de hierro forjado, estilo republicano, que correspondían a
salas de postín, amobladas con sillas y canapés Luis XIX...

A la casa la tumbaron para construir el edificio Cubillos...Los bogotanos se


acostumbraron en seguida a ver el esperpento de ocho pisos, sin presentir su oficio de
marcar el final de una época: la de la enamorada que se asomaba al balcón para atisbar
...

124
Alumbraba el sol de 1920 y en Bogotá todos se conocían. Los tranvías eléctricos
efectuaban un largo recorrido: de la plaza de Bolívar a la estación central de
Chapinero, que lejura; otros continuaban por el Camellón hasta la Alameda.

El presente bogotano ya no brotaba armónicamente del pasado. No existía ligazón. Se


había roto. Desde el 9 de abril la carrera séptima perdió su ser natural. Como le pasa a
una persona que sufre un accidente y debe someterse a operaciones de cirugía estética,
la principal arteria nunca volvió a ser la de antes. El 9 de abril fue el día señalado para
que las casas que parecían eternas, cayeran convertidas en pavesas. A fin de
reemplazarlas a la calle real se le injertaron parches. En el espacio que ocuparon las
viviendas desde cuyos labrados balcones los hijos de los próceres, todavía en brazos de
sus llorosas madres, contemplaron por última vez las siluetas de Torres, Caldas,
Lozano, Camacho, en pos de Cristo de los ajusticiados, se establecieron discotecas.
..Ahora, centenares de cuerpos insinuantes, a la vista de los niños, en las carátulas de
las revistas y en los afiches extendidos por el suelo. Cada tienda con avisos más
chillones para robar a la otra la clientela. ..

Porque en lo que la ciudad terminó de transformarse fue en inmenso, infinito


comercio.

...Hasta que cae la noche y entonces se desparrama el diluvio de seres extraños,


tormentosos, que proliferan velozmente como si la calle real fuera su núcleo y su caldo
de cultivo, su sede y su hogar”122.

122
MUJICA, Elisa. Bogotá de las nubes. Ediciones Tercer Mundo. Bogotá. 1984. p. 41, 42, 43, 46, 47, 155,
156. En los apartes extractados la autora muestra desde la literatura el impacto de la transformación no
solamente física sino en las costumbres. Tambien constituye esa acción que Angel Rama denomina como
redentora de la tradición y del pasado, frente a la lanza del progreso y la modernidad.

125
Fig. 42. Muchedumbre al mediodía en la Calle Del Comercio. Sady González. Al fondo el
cruce de la Jiménez.
ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ. Bogotá años 40. p. 159.

Fig. 43. La Cigarra. Café de tertulia en esquina de la Portería con Calle del Comercio. Sady
González.
ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ. Bogotá años 40. p. 161.

126
4. EL CRUCE CONTEMPORÁNEO

La idea de contemporaneidad, si bien alude a momentos actuales se aborda desde las


acciones que, en consonancia con tendencias globales, buscan el rescate de la memoria del
centro histórico de las ciudades, con acciones que potencian el valor histórico de los
inmuebles y de plazas, parques y calles así como el mejoramiento ambiental de los lugares
tomados por la circulación vehicular. Es así como , con políticas de rescate y revalorización
se privilegia el uso del espacio público por el individuo y se generan amplias zonas
peatonales tanto de tránsito como de estancia. En el lugar de estudio específicamente se
tendrán acciones que se consolidan en lo que se denomina Plan Centro, dentro de los
cuales la implementación del Eje Ambiental serán determinantes en el impacto de calidad
del habitar en el cruce.

Otro aspecto que signará la vida cotidiana del lugar será el de la organización de la
movilidad, con la erradicación del transporte público en sentido oriente occidente y la
incorporación del sistema de transporte masivo Transmilenio. Por otra parte, con la
implementación del Eje Ambiental se da importancia al individuo en el disfrute del espacio
público, no solamente como transeúnte.

Por otra parte, el centro se proyecta en los discursos contemporáneos como lugar de
recuperación, que vale la pena rehabilitar, conservar y dinamizar. Es así como se habla de
salvaguardar el patrimonio histórico, cultural y arquitectónico, así como de contribuir a su
embellecimiento, restauración y mantenimiento. Esta situación viene dada desde
imperativos globales donde la ciudad se gestiona y compite por mostrar sus atractivos, ya
que hoy tambien la ciudad se vende como proyecto y lugar de turismo e inversión. Por esto,
las tendencias de revitalización y rescate de centros históricos va de la mano con los
discursos de sostenibilidad. Al igual que Bogotá, este proceso lo viven hoy las ciudades

127
latinoamericanas que, en sus centros evidencian presencia de períodos históricos pasados.
Tal es el caso de Buenos Aires, Ciudad de México, o la Habana, entre otros123.

4.1 EL TERRITORIO
Desde la perspectiva histórica occidental contemporánea, donde el consumo es practica que
abarca todos los aspectos de la vida cotidiana, el centro de la ciudad es el lugar por
excelencia donde se manifiesta esta situación. Y, a la marcas territoriales del pasado, con la
impronta religiosa de la etapa colonial, la institucional republicana y la comercial de la
ciudad moderna se superponen ahora las imaginerías publicitarias en alternancias
heterogéneas y de la cultura del zaping televisivo. Néstor García Canclini reflexiona sobre
esta situación y comenta como en los centros de las ciudades latinoamericanas se alterna
iglesias del siglo XVII, edificios del siglo XVIII, del XIX y de todas las décadas del siglo
XX, interrumpidos (o alternados?), por carteles publicitarios. (con imágenes del siglo XXI).
Donde todo es denso y fragmentado (Fig. 44). Donde el transeunte, flaneur urbano, debe,
como buen lector plegarse a los ritmos discontinuos y efímeros124.

En esa recreación imaginaria del lugar y su relación con otros puntos representativos del
centro de la ciudad, Manuel Hernández, en su novela Ese último paseo, se aproxima a la
significación del territorio, en los siguientes apartes:

En la Bogotá de ese año (1983), bastante diferente de la de hoy, caminar en plan de


flaneur y turista al mismo tiempo era frecuente y bien visto. Así, en una ocasión,
emprendimos con un pequeño grupo una de esas largas caminatas, muy bien
orquestadas por el azar, que incluyen el Pasaje Rivas y el pasaje Hernández, como
muestra de la esperanza republicana en la época del Centenario, la calle de los botones,
los encajes y los tafiletes; las sombrererías de la calle 11; la Plaza de Bolívar, la iglesia
de Santa Clara, y la hilera de indígenas inganos, llamados sibundoyes por el valle en
que habitan, emplazados a lo largo de toda la carrera décima entre calle 9 y 11 –por

123
Respecto a la consideración de contemporaneidad de la ciudad ver: AUGÉ, Marc. Hacia una antropología
de los mundos contemporáneos. Gedisa editorial. Barcelona. 1995. GARCIA Canclini, Néstor. Consumidores
y ciudadanos. Editorial Grijalbo. Méjico. 1995. GAUSA, Manuel. Nuevas alternativas, nuevos sistemas.
ACTAR. Barcelona. 2002. LEACH, Neil. La an-estética de la arquitectura. Gustavo Gili. Barcelona. 1999.
124
GARCIA Canclini, Néstor. Consumidores y ciudadanos. Op. Cit.. p. 101.

128
donde quedaba el Ministerio de Justicia...más al norte , en ese barrio de judíos y
acaudalados cafeteros que ostenta el raro nombre de La Soledad...

...Abrí el pequeño balcón de la terraza y le mostré la Avenida Jiménez, por donde dos
o tres horas antes había pasado la banda presidencial, la procesión de la Virgen de los
Dolores, y el Festival de Cultura Iberoamericana125.

4.1.1. De la Avenida Jiménez al Eje Ambiental. Siguiendo planes de recuperación en la


zona, a comienzos de la década de 1970, se abrirá un espacio de carácter público, la
plazoleta del Rosario, unos metros al oriente de la carrera séptima. Para esto se demolerán
el sector oriental del pasaje Santafé, así como el Banco Prendario. La plazoleta tomaría su
nombre por descubrir la fachada del Colegio del Rosario, uno de los más antiguos de la
ciudad, construido en 1658, y que formó parte de la denominada ciudad escrituraria. La
plazoleta se construye como búsqueda de descongestionar esta parte del centro y potenciar
la visualización del entorno arquitectónico, así como solucionar problemas de
estacionamiento. De esta manera, el antiguo predio colonial que lindaba con la ribera del
río, se rompe y se conforma un espacio abierto sobre el cual se destacan la arquitectura
colonial del Colegio Mayor del Rosario en el costado sur, la fachada del Edificio Pasaje
Santafé, donde está ubicado el referenciado Café Pasaje, al occidente, y los edificios Cabal
y Riohacha, de volumetrías premodernas, que confieren carácter de unidad al contorno.
Esta acción hizo parte de un plan de recuperación de espacios públicos en el centro de la
ciudad. Hacia 1987, a través del Plan Centro se buscó redefinir la situación del espacio
público y, lugares como el Parque de los Periodistas, el espacioso frente de la Gobernación
de Cundinamarca o la plaza de San Victorino fueron puntos que se empezaron a redefinir,
como parte de la recuperación ambiental, que tuvo como núcleo la Jiménez con Séptima.

125
HERNÁNDEZ, Manuel. Ese último paseo. Ediciones Uniandes. Bogotá. 1997. p. 12, 157. Estos dos
párrafos evidencian por un lado como en el imaginario existen relaciones entre la caracterización del lugar y
su ubicación, como saber donde está la calle de los botones, o la de las telas, o la de los esmeralderos y por
otra parte, como sobre la Avenida Jiménez, en inmediaciones de la carera séptima se presenta un abigarrado
multerritorio, que a través de la recreación de desfiles contrastantes, da cuenta de ritos tradicionales y sacros,
reunidos con nuevos y emergentes.

129
Fig. 44. Contrastes en el cruce.
Fotos del autor.

130
Como parte de las políticas y, siguiendo pautas internacionales en relación con los centros
históricos de las ciudades, el discurso tanto oficial como privado viene a tomar como
aspectos a conceptualizar la conservación del patrimonio, el reciclaje de las estructuras
existentes, la adecuación de los sistemas de movilización y la recuperación del espacio
público126, éste último ocupado por los automotores y los vendedores informales, durante
buena parte de los años setenta, ochenta, noventa y principios del siglo XXI.

En este período se realizan obras importantes que incidirán en notables cambios de tipo
ambiental. Se remodela el Parque de los Periodistas, se construye una plazoleta sobre la
Jiménez con carrera Quinta, se recuperan andenes sobre la Jiménez y se configura lo que se
denomina la Plaza de los Fundadores, espacio comprendido entre las carreras sexta y
octava, a lo largo de la avenida. Por otra parte se declara como Monumento Nacional el
espacio en la Avenida Jiménez, con las edificaciones sobre sus dos costados, entre las
carreras tercera y novena. Esta serie de acciones va a cambiar la manera en que los
bogotanos hacen uso del lugar que prácticamente se había convertido en zona de paso y
territorio de caos y congestión y, renovaría el eje oriente, occidente del crucero de estudio y
de alguna manera aseguran una permanencia de las estructuras existentes en un futuro.

Hacia 1995 se potencia la recuperación espacial y ambiental, teniendo como eje la Avenida
Jiménez, desde la Quinta de Bolívar hasta San Victorino o Plaza de Nariño. El denominado
Eje Ambiental, proyecto de los arquitectos Rogelio Salmona y Luis Kopeck, influye
notablemente en el cambio y recuperación de los espacios públicos del centro,
específicamente el crucero de la Jiménez con Séptima y sus puntos de contacto rizomático,
a lo largo de la avenida. Uno de los referentes históricos de la memoria del lugar, el río San
Francisco, otrora Viracachá, es sacado al espacio como gesto que busca de alguna manera
limpiar la desidia que lo sepultó. El fluir de sus aguas corre por canales descendentes desde
inmediaciones de la Quinta de Bolívar y se detiene en la carrera sexta, para reanudar su

126
PIZANO, Olga. Op. cit. p. 43.

131
Fig. 45. Vista de estación Museo del Oro, de Transmilenio
Fotos del autor.

Fig.46. Aspectos de acciones tendientes a recuperar memoria urbana: Toponimia,


mobiliario y exposición de rieles del tranvía.
Foto del autor.

132
marcha en la carrera octava hasta la décima. El Eje Ambiental constituye un gran esfuerzo
por dar al habitante del centro de ciudad la oportunidad de aproximación a la experiencia
estética y significativa de los lugares que así buscan recuperar el espacio en la memoria
tanto cultural como social y del individuo y, es reconocido por los paseantes como obra que
identifica al lugar.

Con el sistema de transporte masivo Transmilenio, el Eje comparte su vocación peatonal


con los rojos buses articulados. La estación Museo del Oro (Fig. 45), hace su aparición en
el año 2004, en el crucero Jiménez con Séptima, impactando el aspecto físico y visual, con
la irrupción del lenguaje globalizado de líneas rectas, construcciones limpias, aluminio
plateado y vidrio como materiales que sirven de soporte para imágenes de transparencia y
fluidez. Desde el interior de la estación se tiene una vinculación permanente con la calle, y
se dominan las situaciones cotidianas, que por su variedad, diversidad e intensidad son más
referenciadas en el costado sur, frente al edificio City tv. El continuo paso de los buses ya
se ha convertido en un referente que hace mella en la memoria del transeúnte y es utilizado
como imagen significativa para mostrar a Bogotá como ciudad histórica, con la colonial
iglesia de San Francisco de fondo, pero a la vez dinámica con el raudo paso del bus en
primer plano. Esta imagen se muestra en el comercial de un programa internacional
publicitado a fines del año 2005, el “Latin american Idol”, de la cadena Sonny, que busca
talentos de la música en distintas ciudades de Latinoamérica y promociona la participación
de nuestro país, con dos imágenes distintivas de Bogotá: en primer lugar la Plaza de Bolívar
con el Capitolio de fondo y en segunda instancia el cruce de la Jiménez con Séptima, con la
iglesia como escenario y los buses de Transmilenio pasando raudos en primer plano. De
alguna manera esta imagen resume la historia del centro de la ciudad, caracterizada por las
transformaciones, donde la hibridez, el contraste y la heterogeneidad salen a flote en las
formas urbanas.

4.1.2 La Carrera Séptima. Hacia 1990 se recuperan algunos elementos que hacían parte de
la memoria urbana del lugar, como el dejar al descubierto tramos de los rieles del tranvía,

133
en el crucero de la avenida Jiménez con carrera séptima y cambiar la estructura que
permitía el acceso a los sótanos que quedaron del antiguo edificio Rufino Cuervo, por
estructuras metálicas de tendencia Art Decó, que simulan los primeros accesos a los metros
de Londres, Paris o New York, y que son frecuentemente utilizados como imágenes
publicitarias, de películas o telenovelas que pretenden mostrar una abstracta y genérica
ciudad cosmopolita moderna. El mobiliario urbano, iluminación y bancas fueron otros
elementos importantes en la ambientación espacial. Placas con la antigua toponima, que
vincula denominación colonial con posteriores correspondientes a la República se ponen
sobre los muros en los costados de las edificaciones en la Avenida y sobre la Carrera
Séptima. Es así como se leen: Camellón de los Carneros, o Calle Real del Comercio, en
placas de loza blanca con grabados en azul (Fig. 46).

4.2 EL CUERPO Y EL HABITAR EN EL CRUCE CONTEMPORÁNEO


En las formas cotidianas del habitar se intensifican los ritmos, donde se superponen los
tradicionales que vienen desde el ritual religioso, más los que se formaron en épocas
posteriores, como el paseo por la séptima, y los derivados de la ciudad productiva y
cosmopolita, con el afán de cumplir horario de oficina, hacer vueltas, ver vitrinas y
comprar. La vida en la ciudad contemporánea con toda su complejidad, se manifiesta en el
cruce.

La vida contemporánea en el cruce está marcada por los multiterritorios. Por un lado la
esquina noroccidental, con la iglesia de San Francisco, territorio religioso que se dinamiza
en las fiestas sacras, especialmente Semana Santa y La Navidad, lugar amplio y despejado,
atrio arrebatado a los vendedores ambulantes a través del control, la norma y la policía,
asimismo los usos restringidos en el antiguo edificio de la Gobernación mantendrán esta
zona prácticamente despejada; la esquina nororiental, prácticamente de paso, con la mole
del edificio del Banco de la República, con sus cerrados y brillantes muros y cámaras de
vigilancia observando al transeúnte, esquina solamente ocupada los días de fiesta por

134
visitantes del centro que despreocupadamente se sientan en sus gradas a tomar helado o
simplemente contemplar a los otros. rompiendo la rigidez de la semana.

La esquina suroccidental, por su parte, está conformada por el amplio andén del edificio H.
Faux, al lado de los accesos de los sótanos de la Jiménez, y se caracteriza por ser territorio
de los esmeralderos, desde los años sesenta. Este espacio, entre semana está colmado de
hombres vestido de oscuro semejando bandadas de buitres, como dice alguien, con el
consabido temor proveniente de pasados hechos violentos y vendettas. Por otra parte, se
constituye como un territorio masculino, que muy pocas mujeres se atreven a romper (Fig.
47) . Vale la pena la reflexión de Valdimir Melo sobre el monopolio tradicional de ciertas
calles por un grupo específico de personas:

Hay zonas en nuestras calles sobre las que ejerce cierto grupo de individuos un
<monopolio> definitivo, en donde se hallará a las doce del día y a lasa seis de la tarde
con cronométrica precisión. No importa que esté lloviendo atrozmente o que sea día
de fiesta; allí estará el mismo círculo de amigos, comentando los sucesos del
momento, piropeando a las chicas. En otro sitio son intelectuales los que, espaldas a
la pared y sin importarles las vitrinas que ciegan con su sombra, se dan a tratar de
interesantes temas de literatura y arte. Más adelante están los políticos en cierto lugar
los comerciantes e industriales, los vendedores y compradores de finca raíz...”127.

A veces es tan densa la concentración que obliga al peatón a caminar por la vía. Sobre esta
fachada se ubican locales comerciales ocupados por cafeterías y restaurantes, cuyos clientes
son los vendedores de la gema. De igual manera, las oficinas de los pisos superiores del
edificio están ocupadas por empresas comercializadoras de esmeraldas, con lo cual se
puede asegurar que el territorio de esta esquina será por bastante tiempo casi exclusivo de
esta caracterización.

127
MELO Moreno, Vladimir. La calle. Espacio geográfico y vivencia urbana en Santafé de Bogotá. Alcaldía
Mayor de Bogotá. Bogotá. 2001. p. 67.

135
Fig. 47. Dos aspectos del territorio de los esmeralderos frente al edificio H. Faux., en la
esquina suroccidental del cruce.
Fotos del autor.

136
Y por último se presenta la esquina suroriental, la de la mediática, con el edificio de City tv,
antes de El Tiempo. Simplemente city como dicen quienes se ponen allí la cita de
encuentro, lugar llamado por algunos desde mediados del siglo XX la mejor esquina de
Colombia, lugar apetecido por los medios de comunicación. Esquina que penetra
diariamente a las casas de quienes sintonizan el canal televisivo, a través de la imagen en
movimiento de las otras tres esquinas, y que alguien denominó la quinta esquina.

Es un territorio heterogéneo de esmeralderos, vendedores de minutos, emboladores y


voceadores de prensa, pasaje de presentadores de tv.,artistas y gente del medio, y paseantes
desprevenidos, para quienes esta esquina es nodo de relación con otros lugares del centro.
Cada grupo mantiene una ocupación territorial diferente y conforman borrosas zonas que
cambian y se metamorfosean, pero que son custodiadas y, respetadas. Así la vendedora de
los periódicos ocupa el lugar institucionalizado con el moderno módulo de El Tiempo,
sobre la fachada central, frente a la avenida. A su lado, hacia occidente un par de bancas
metálicas con borrosos colores amarillo y rojo, aseguran estancia a dos emboladores que
laboran allí desde hace unos veinte años. Sobre el andén, aproximadamente a distancia de
unos tres metros de la pared se van alineando los vendedores de minutos, que han
reemplazado a los vendedores informales que desde el año pasado han sido evacuados de
las calles. Allí tambien permanecen un par de vendedores de dulces con sus pequeñas
chazas, adosadas al cuerpo o montadas sobre improvisados carritos, antiguos coches de
bebé. Tambien se ubican cotidianamente algunos vendedores de esmeraldas que han ido
emigrando del edifico H. Faux, y se reúnen con los que se han tomado la plazoleta del
Rosario. Estos son los habitantes más asiduos y que permanecen allí desde tempranas horas
hasta siete u ocho de la noche. Y, los cientos de transeúntes, paseantes, flaneurs, que allí se
dan cita o simplemente hacen un alto para hacer una llamada por celular, para dejar un
mensaje en la City Cápsula128, para pasar hacia la estación Museo del Oro de Transmilenio,

128
FERRO Medina, Germán. ¡Por fin Bogotá!. Memoria, tradición religiosa y modernidad para Bogotá. En
Conversaciones con Bogotá. 1945-2005. Lonja de propiedad raíz de Bogotá. Bogotá. 2005. p. 43. Dice el
autor: “...y cambiaríamos el confesionario por la City cápsula que, desde 1999, funge como el nuevo espacio

137
o para dirigirse hacia alguno de los puntos clave de relación, el Parque Santander, Los
Periodistas, La Carrera Décima, San Victorino, La plaza de Bolívar... Los domingos para
Monserrate, para los museos de la Candelaria, para la biblioteca Luis Angel Arango. En
diciembre, para ver las luces, a la Ciclovia nocturna, al Septimazo129.

En ese acercamiento al centro de la ciudad en la literatura, a través de la percepción se


tienen dos visiones contrastantes. Así en primer lugar se presenta una mirada bastante
expresiva de la manera de apropiarse de los lugares a través de la percepción y del sentido
general se en la siguiente descripción de algunos sectores representativos del centro de
Bogotá, en la obra Scorpio City , de Mario Mendoza:

..Caminó por la Carrera Séptima hasta la Avenida Jiménez, atravesando la Bogotá


tradicional ahora inundada de comercios y almacenes, y luego bajó al sector de San
Victorino. El olor del mercado, las telas, los corredores internos llenos de baratijas y
comerciantes al acecho, todo ese maremagnum de cuerpos y objetos lo reconfortó.
Siempre había sido así. Bastaba que entrará allí y se perdiera en el laberinto de pasillos
y largas galerías para que cualquier sentimiento depresivo desapareciera. No sabía
porqué pero el viejo mercado informal y popular de San Victorino producía en su
interior un efecto reconfortante. Tal vez fuera la sensación de perderse en la multitud,
el placer del anonimato en el centro de la muchedumbre. Tal vez.

Las vendedoras sacaban las manos por entre las telas expuestas e intentaban detener a
los clientes con suavidad. Disfrutaba el roce de los paños, los linos y el algodón en el
rostro y en los brazos. Por otro lado, su piel gozaba con los pequeños apretones de esas
delicadas manos femeninas que emergían como organismos vivos provenientes de un
más allá desconocido. Era un viaje visual, táctil y auditivo, pues el viento, atrapado en
el laberinto que formaban las casetas de los comerciantes silbaba y producía voces,
lamentos ininteligibles, sonidos acuosos y marítimos. Volvió a doblar a la izquierda.
Era el callejón de las hierbas, los granos y las frutas. El olor vegetal podía casi palparse
en le aire. Cerró los ojos y se dejó invadir por esa atmósfera de plantación en un día de
verano, de cosecha de granja en la plenitud del mediodía. Era un olor verde oscuro,
fuerte, potente....Si eso era el mercado, le recordaba las distintas tonalidades de su
cuerpo, sus matices, sus zonas más recónditas y escondidas. El caminante que se

comunicativo de la ciudad, el lugar virtual y masivo para confesar libremente y sin penitencia nuestras penas,
dramas, obsesiones, pensamientos, rostros y alegrías...”.
129
Estos aspectos salen a flote como las relaciones rizomáticas más representativas identificadas en las
entrevistas del trabajo de campo.

138
internaba en el mercado de San Victorino atento y despierto al entorno se veía de un
momento a otro en el centro de un viaje sensorial; claroscuros fugaces que aparecían y
desaparecían, rugosidades y sensaciones térmicas, sonidos fugitivos y acariciadores,
olores insospechados que prometían lejanos parajes paradisíacos. Todo el cuerpo se
veía bombardeado y atravesado por ingeniosas combinaciones. Sí, la alegría venía de
tener la magnífica certeza de haber sido preñado por la exuberancia del mundo130.

Por su parte Carlos Perozzo, en la novela El resto es silencio muestra el lugar con la óptica
de quien es extraño en el territorio, y desde su experiencia perceptual lo vive:

(al borde de la avenida Jiménez)


Empezó a soplar un viento a intermitencias, mientras la lluvia esperaba en la antesala
de las nubes. Alejandrino detenido en medio de la acera, soportaba sin darse cuenta los
empujones de la multitud, un enredijo inextrincable de organismos vivientes y otros no
tanto, una angustia colectiva en camino hacia la mansión de los monstruos.

...-Me puede decir ¿qué sitio es este?-lo sacó de sus cavilaciones el ciego. Viéndolo
bien no parecía ciego. Había algo que...-La avenida Jiménez con carrera séptima-
respondió Alejandrino sin poder evitar un leve e ignoto presentimiento.- y el lugar
donde estás recostado es la iglesia de San Francisco...

...Treinta y dos minutos veinticinco segundos después, Altuve proseguía su triunfal


paseo por la Calle Real de Villamable. De Villahágame elfavor, de Villagarcias, de
Villa modales chinescos seguramente para suavizar la incandescente violencia que se
ocultaba en la mayoría de sus habitantes, ...Caminaba por la acera derecha,
acercándose ya a la Avenida Jiménez, cuando de repente y a la vista de un oscuro y
remoto lugar en la acera de enfrente, le dio un vuelco el estómago y se le retorcieron
las tripas del corazón.

...Había llegado por fin a la esquina surroccidental de la avenida...No se había


equivocado. Allí estaba. Era el lugar donde había caído el caudillo, un mísero
recordatorio de cemento y malgusto, hecho más bien para olvidar que para cualquier
otra cosa. Cuestión que Altuve comprobó cuando después de un rato bastante largo,
ció como ninguno de aquellos desgraciados, oprimidos por miles de vigilias, ni
siquiera de daban un respiro para mirar hacia aquel lugar donde sentía el orgullo de

130
MENDOZA, Mario. Scorpio City. Seix Barral. Bogotá. 1998. p. 14, 29. A través de un éxtasis de los
sentidos el protagonista de esta obra, en los párrafos aludidos, llega a la experiencia vital del lugar, a la
manera en que Serres propone, donde cuerpo y medio se confunden en una contingencia. Olores, Sabores,
experiencias táctiles, aún hoy poblan las inmediaciones del lugar de estudio y, los perfumes, las texturas, los
sabores son parte fundamental de este universo onírico que embriaga a quien se sumerge sin prevención en él,
como flaneur baudeliriano.

139
llamarse con los mismos nombres (Jorge Eliécer) y la vergüenza de no poder decir,
como su padre, “soy pobre pero honrado”.

...Había llegado por fin a la esquina suroccidental de la Avenida Jiménez con carrera
séptima. Himalaya coronado donde lo hubiera. Altuve respiró hondo. ..

Frente a la antigua iglesia que le recordaron campanadas imprecisas, pero sonoras de


hace mucho tiempo, y una especie de réquiem que estaba por empezar...

...Salió como un loco, se detuvo en la esquina noroccidental y miró hacia la fila de


pordioseros que convertían el centro de la ciudad en un paseo por la llaga, que no
vacilaba en revestirse de constituciones y ornamentos sagrados para sostener la
injusticia y el fraude...

...Cuando salió del almacén, las dos cajas asidas fuertemente bajo el brazo, trasvestido
en gentilhombre, se sentía como si no fuera él, como si lo hubieran cambiado, como si
el hecho de haber asumido su nueva piel lo hubiera eyectado a un mundo distinto, a
otra dimensión de la vida...

...¿Cómo explicarse entonces esas vallas que se levantan sobre los vertederos y en las
que (Oh Caribdis!) unos cuerpos de mujer inalcanzables ofrecen mercancías a precio
de criadilla de macho? ¿Cómo aceptar que los asesinos, los que matan de uno en uno y
los que pertenecen a ese cierto nivel de para arriba donde ya no hay delincuencia,
vistan modelos de Valentino y de Versace? ¿Y los intelectuales sigan con sus
bluyincitos y sus, a veces trajes de color fucsia para celebrar el fin del milenio, y
ocultar las heridas, que dejan en sus genitales cercenados, anacrónicos anacoretas?”131.

Por otra parte, aludiendo a cómo se evidencia la memoria perceptual en el lugar, se tienen
palabras que lo caracterizan y se extractan de las entrevistas realizadas en el trabajo de
campo. De la arquitectura se manifiesta que es “hermosa”, “bacana” o “del putas”,
aludiendo a una expresividad estética y afectiva, o quienes la califican como “variada”, “un
revuelto”, “una combinación atractiva entre lo colonial y lo nuevo” o “seria y oscura”, con
los contrastes como característica. Asimismo el cruce es descrito como “concurrido”,

131
PEROZZO, Carlos. El resto es silencio. Editorial Planeta. Bogotá. 1993. p. 219, 221, 308, 310, 313, 323.
En esta secuencia de apartes, el protagonista, que viene de territorios subterráneos se sumerge en el mundo de
modales y apariencias que, según el autor, caracteriza el centro bogotano “villamable, villagarcias,
villagamelfavor, villamodades chinescos” . El cruce se presenta como un “Himalaya coronado”, lugar
inexpugnable e inaccesible para los de su clase. Asimismo una manera de acomodarse entre la multitud es la
de “travestirse” en un hombre gris de la calle comprándole su ropa a un vendedor de almacén.

140
Fig. 48. Escenas urbanas en el cruce. Arriba, entresemana. Al centro y abajo, domingo.
Fotos del autor.

141
“congestionado”, “con ritmo muy alto” y “ruidoso”, magnificando la característica del
movimiento y la concentración del centro entre semana, o “bonito”, “agradable”, “muy
antiguo”, “un lugar de identidad en el centro de Bogotá”, con la mirada puesta en el
ambiente y la carga cultural. Se destaca quien se expresa más allá de simples calificativos
con “es un tramo colonial donde puedo ver reflejada la Bogotá de hace 80 años, con su
arquitectura clásica y sus figuras y formas antiguas”. Tambien se alude al carácter de
diversidad en sus habitantes con “un lugar de encuentro de muchas personas, donde hay un
canal de Bogotá muy educativo y además un poco más arriba un encuentro de esmeralderos
y demás”, “es multiétnico” o “un cruce histórico, un punto neurálgico y la esencia de la
ciudad”. Asimismo se destaca el aspecto afectivo en expresiones como “es un lugar
romántico, me lleva a recordar la vieja Bogotá. En toda la esquina es como una figura de
ajedrez, con piezas distintas, que encajan en el juego”, o “ Me gusta este lugar por la mezcla
de antigüedad, amplitud y modernismo. Me parece rico pasar por ahí y contemplar las
onduladas vías del tranvía, serpenteando por entre los rojos adoquines. Bajo por el Eje y
casi siempre voy a la novena a comprar hilos y botones.”, o bien “esta esquina es muy
importante para nosotros (una pareja), porqué acá nos conocimos”132.

Un reciclador por su parte describe el territorio de la Avenida Jiménez desde su vivencia:

La Jiménez de noche tiene olores diferentes, huele a marihuana, a licor, a perfumes


extravagantes. Muchos caminantes cargan con su melancolía, otros la disimulan con
el vicio. Hay basura en las aceras y un perro bebiendo agua en un charco, tambien
una señora vendiendo arepas y muchos vendedores que extienden paño sobre la acera
para vender chucherías que a pocos interesan. Los viernes la mayoría están de rumba
y salen con sus ajuares y peinados extravagantes. La música se mezcla con los ruidos
de los carros. La Jiménez de día es otra cosa, algunos sacan basura de las canecas
para reciclar, otros sobre papeles ofrecen esmeraldas y se notan las distancias y la
manera diferente de vivir...133.

132
Las anteriores expresiones se recogen de las encuestas recogidas en el lugar en diferentes horarios, con
trabajadores del sector, estudiantes o paseantes de domingo.
133
AMAYA, María del Pilar. Comp.. Sombras y asombros. Corporación Cachivache. Enfants du Monde.
Bogotá. 2002. p. 46. Se transcriben apartes del poema La Jiménez de noche y de día, escrito por Luis Gabriel
Sosa.

142
Fig. 49. La ciudad el espectáculo, en el cruce, un domingo.
Fotos del autor.

143
La Jiménez con Séptima, centro de zona bancaria, de oficinas e institucional, es lugar
donde el movimiento se percibe con bastante dinamismo. Entre semana, la rutina se va
conformando desde tempranas horas con el movimiento madrugador de los repartidores de
periódico que allí se reúnen. Hacia las 8 am. el fluír de personas desde Transmilenio y por
los cuatro puntos de llegada desde occidente, oriente y norte-sur, marcan un ritmo
apresurado donde como lo describe Manuel Delgado “los coágulos de gente”, llenan el
cruce. Mapas de recorridos se cruzan en diferentes direcciones. El día laboral marca la prisa
y la urgencia por llegar a algún destino. Quienes tiene allí su lugar, los esmeralderos que
ocupan todo el día el andén de la esquina sur-occidental, hasta la carrera octava, o los
vendedores de minutos que se apostan en el amplio andén de la esquina sur-oriental,
constituyen quizá la única manifestación de quietud en el maremagnum humano. Con el
paso del día el movimiento va decayendo y hacia las 6 de la tarde los ritmos son más lentos.
Ya en la noche, la multitud se ha dispersado y quienes quedan no tienen prisa por llegar a
algún destino (Fig. 48).

El fin de semana los ritmos se transforman. El día sábado, si bien es parte de la jornada
laboral no es tan rápido en el fluir y, las apariencias más deportivas de las gentes otorgan un
poco de mayor despreocupación al ambiente. En horas de la tarde la multitud todavía se
percibe aunque los ritmos son frescos y no tan rápidos. Las compras y los encuentros de
parejas o de grupos para terminar la jornada académica o laboral son característicos de
quienes frecuentan la esquina nor-oriental en este calendario.

Los domingos se caracterizan por situaciones marcadas: los madrugadores que suben para
Monserrate, y toman el Eje Ambiental, y el movimiento en la ciclovia en la carrera séptima
donde desde temprano las bicicletas y patines caracterizan la correspondiente fluidez, con
el desplazamiento que otorga fugacidad a la experiencia de la ciudad. Hacia mediodía los
paseantes, generalmente familias o grupos de amigos y parejas son la nota predominante.
La despreocupación, la calma, el disfrute de los lugares o la contemplación son la esencia
de la cotidianidad del paseo dominguero al centro. Se toman fotos, se saborean helados, se

144
contempla y se participa en los actos callejeros que brinda la ciudad: contemplar las
estatuas humanas, la pareja que baila tango, los espectáculos de city tv., el mercado de San
Alejo, la feria de lo que sea (Fig. 49). Los andenes, gradas y bases de esculturas y
monumentos se convierten en bancas y miradores para degustar la ciudad espectáculo
donde el voyeur urbano sale a flote y mira a los demás como parte de lo que significa salir
al centro.

A pesar de la pérdida de unidad y cohesión en los procesos transformadores, los centros de


las ciudades conservan gran parte de memoria en la fragmentación y superposición de
huellas materiales. Al respecto, Henri Lefebvre manifiesta como en el centro los
monumentos, los encuentros en la calle y las actividades múltiples, relacionadas con los
aspectos tanto prácticos como sensibles, apoyan el imaginario del habitante de estos lugares
y lo señala como privilegiado al poder vivenciar de manera rica, la carga de significados
que, por herencia histórica encierran sus calles, esquinas, edificios y monumentos134.
Aunque, no solamente los habitantes del centro tienen experiencias significativas ya que,
como nos lo dice Marc Augé, el centro es un espectáculo al que acuden a ver y experienciar
los habitantes de la ciudad los domingos. Y, según el autor, es doblemente significativo
pues conlleva un desplazamiento desde sus lugares de habitación y ruptura de la
cotidianidad en busca de la experiencia especial y particular del centro del domingo135. En
la interpretación de las entrevistas realizados los domingos en el lugar de estudio, se
percibe que la mayoría de los visitantes del centro acuden a él semanalmente, o cada quince
días. Vinculan el cruce como punto central en sus visitas a la Candelaria, con sus museos y
calles viejas, la quinta de Bolívar y la subida a Monserrate, el pasear por la Séptima sin
rumbo particular, el Eje Ambiental, o los mercados artesanales o del libro.

Por otra parte, teniendo en cuenta la característica comunicacional de la calle, Pablo


Fernández nos dice que las calles están pobladas de pensamientos y que estos se cristaliza

134
LEFEBVRE, Henri. Op. Cit.. 1972. p. 155.
135
AUGE, Marc. Op. Cit. p. 157.

145
Fig. 50. Avisos en postes del cruce.
Fotos del autor.

146
en la aleación de dos elementos: las imágenes y las palabras, ambos inherentes al ámbito
comunicativo. Es así como avisos, letreros, grafittis, marquesinas, vitrinas, volantes
constituyen parte de este universo del mensaje. Es la voz de la ciudad (Fig. 50) y, en los
periódicos, revistas, afiches, libros, anuncios se encuentra un lenguaje diversos a veces
cotidiano, en ocasiones especializado y críptico. Se encuentran lenguajes oficiales, desde el
aparataje estatal, de las cadenas informativas, de grupos culturales, publicitarios...

Es así como la imagen, soporte fundamental de la actual situación de consumo y


cotidianidad unidos en la publicidad y la moda, tambien está presente en la calle. La
imagen, con su poder de seducción y evocación llega desde la vitrina, la portada de
revistas, los afiches o en la presencia misma de los cuerpos ataviados de acuerdo a las
circunstancias del lugar y la exigencia de la escena teatral de la calle.

El mundo del cartel, que llegó a la publicidad para estetizar toda la vida, hace presencia con
las imágenes monstruosas de la Big.burguer, la “más grande hamburguesa del mundo”, en
cartelones de altura de una persona y que la multinacional Mac Donalds trae al costado
suroccidental Sobre la Carrera Séptima los locales de Fotojapon y Quality Color,
especializados en fotografía. Caso especial merece City tv que se ha apropiado de una
variada iconografía que cambia con la transmisión de los programas. A veces es popular y
kisch, con el city corazón rosado fuerte y corazones dorados. A veces es sofisticada, en la
noche, con luces de reflector que dan la sensación de estar entrando al mundo de fantasía
de la pantalla con los musicales de Hollywood de los años treinta, configurando la ciudad-
city del espectáculo, efímera, brillante y fugaz. por otra parte la antigüedad de los locales
se magnifica con placas aludiendo a su antigüedad. Así por orden de antigüedad se lee: “El
Tiempo fundado en 1911”, los “Bolos San Francisco, fundado en 1941” y “La Romana
desde 1964”. No se dejan de lado los diferentes tatuajes que, con la publicidad a través de
letreros, vitrinas o volantes, marcan y caracterizan los territorios y, en palabras, imágenes y
luces, sobresalen en los niveles perceptivos y cumplen su misión de impactar al cuerpo que
pasa o se estaciona. Las marcas del inconformismo, en agresiones simbólicas sobre las

147
fachadas de los edificios, con manchas de tintas de colores son tambien huellas que se
perciben en la esquina (Fig. 51).

Tambien se manifiesta la palabra impuesta bien sea desde lo institucional con diversas
campañas que se manifiestan periódicamente o, de índole particular como la de la mujer
que a través de un megáfono pide limosna para el hijo lisiado que es exhibido en silla de
ruedas como parte de la petición:

-Gracias a Dios por esta tarde. Gracias a Dios que tienen salud. Les pido una monedita.
Gracias a Dios. Dios les pague. Mi hijo no aguanta hambre, mi hijo no aguanta frío.
Ustedes le dan de comer, ustedes le dan techo y abrigo. Dios me premió con este hijo.
Dios me lo ha conservado, no se lo ha llevado al cielo. Porque Dios es amor y mi hijo
me da fuerzas para estar acá. Este hijo es un ángel que vive por ustedes...-136.

En la cotidianidad, con la presencia del canal City tv. la música desde diversas
manifestaciones hace allí aparición evidente, en los programas que los días sábado y
domingo a mediodía se emiten desde la terraza del segundo nivel y que agolpan a
centenares de curiosos en el cruce de la avenida, para escuchar bien sea un mariachi, un
grupo de rock o un conjunto vallenato. Curiosamente, el lugar fue reconocido en los años
setenta como calle de serenateros y músicos que deambulaban de café en café ofreciendo
sus melodías a la clientela. Aún hoy en día de vez en cuando, recién empieza la noche
circulan por allí tríos con sus clásicas guitarras y aspecto bohemio que contrastan con la
indumentaria desenfada y play de los chicos rockeros del canal, con sus complejos
aditamentos electrónicos. Al respecto Serres nos dice como el poder pertenece a quien
posea campana o sirena, o la red de emisores de sonido137, con lo cual se pone de relieve el
gran impacto que en el imaginario se hace a través de la palabra y el sonido.

136
Extracto tomado de observación flotante el domingo 16 de julio de 2006, a las 2.15 p.m. La mujer con
megáfono en mano espera a que finalice la música en vivo de un grupo en la terraza de City tv. y antes de que
el público cautivo se disperse empieza su discurso.
137
SERRES, Michel. Op. cit. p. 141.

148
Fig. 51. Carteles comerciales e iconografía en el cruce.
Fotos del autor.

149
El festejo tambien es parte de la experiencia de la calle, desde que en la colonia se celebran
actos públicos de tipo religioso o institucional, al lado de los cuales el carnaval popular
hace su irrupción como forma de expresión. Es así como estos acontecimientos se
desarrollan hasta la época actual y las procesiones todavía hacen parte del rito de Semana
Santa, quizá única fiesta religiosa que aún tiene expresividad en el centro de Bogotá,
aunque no se debe olvidar que la Navidad, con la multiplicidad de factores que intervienen
en su celebración tambien es fecha importante que cambia tanto la faz de la ciudad como
las actividades de los bogotanos. En Semana Santa la visita a las siete iglesias que exhiben
los monumentos, tradición heredada de la colonia, los días jueves y viernes santo son parte
importante de la celebración para buena parte de los vecinos que viven en sectores aledaños
y gran cantidad de bogotanos que, en su mayoría provienen de los barrios situados al sur de
la ciudad. La iglesia de San Francisco forma parte integral del repertorio de esos siete
puntos, por su proximidad a otras iglesias en el sector histórico de la Candelaria. La
Séptima se transforma en estos dos día en un romería donde lo sagrado y lo profano se
encuentran en una especie de carnaval sacro, con la consabida venta de diversidad de
objetos tanto de carácter tradicional con la celebración, como matracas, sahumerios o
imágenes, al lado de distinto tipo de comestibles. La Navidad, de origen sacro, hoy con
carácter más comercial, es la época en que el cruce se vestirá con las “luces de diciembre”,
y las calles, edificaciones y vitrinas se adornarán con motivos alusivos a las festividades,
desde mediados de noviembre. Las romerías nocturnas para ver las luces y visitar sitios
clave como el Parque Nacional, Colpatria con los juegos artificiales , el parque Santander y
la Plaza de Bolívar serán actividades decembrinas de gran recordación por parte de muchos
bogotanos138.

138
Al respecto se trae la siguiente nota publicada por la Alcaldía Mayor de Bogotá el domingo 17 de
diciembre de 2006, en el periódico El Tiempo: Una Ciclovia nocturna sin antecedentes, 14 de dic. De 2006,
como titular. Una fotografía a media página de la Carrera Séptima con Avenida Jiménez, muestra el cruce
colmado de gentes en una visual hacia el norte donde el mar de personas se confunde con las luces navideñas.
Más abajo se lee que 4.213.414 personas recorrieron las calles de Bogotá, en un equivalente al 62% de los
capitalinos.

150
El cruce se convierte tambien en escenario para observar las celebraciones institucionales
anuales como el festejo del 20 de julio, con desfile de marcado carácter militar y que desde
la época de la independencia es el festejo que se suma a los religiosos de la colonia. Por
otra parte, por allí cruzan los diferentes cortejos que son aprovechados para aproximarse a
la idea de carnaval, aunque la participación no sea total por parte de la ciudadanía que se
convierte en observadora: están el desfile inaugural del Festival Iberoamericano de Teatro
de Bogotá, que ya se ha convertido en una tradición y se celebra cada dos años por semana
santa; el desfile del día de Orgullo gay, en el mes de junio; la marcha de la solidaridad, en.
el mes de septiembre, el desfile de comparsas para el cumpleaños de la capital, el 6 de
agosto, que son los eventos callejeros más publicitados. En cada uno de estos la gente se
aposta a lado y lado de la Carrera Séptima desde horas antes, con el fin de lograr un buen
palco de observación. Estos desfiles, que se realizan en horas diurnas, alrededor del
mediodía, muestran el carnaval para ver y disfrutar como observador, no para participar
activamente en él.

Existen tambien otros eventos que mueven a los bogotanos a tomarse la calle, en este caso
la carrera séptima y el cruce es testigo de su multitudinaria manifestación: la ciclovia
nocturna que transforma el centro de la ciudad, el cual es tomado multitudinariamente en el
mes de diciembre con la expectativa por ir a ver las luces, o el septimazo, con carácter
tanto comercial y de consumo como lúdico donde, la ciudad se pone sus galas y se ofrece al
deguste y disfrute nocturno, con exaltación de las edificaciones representativas, actos
culturales, música y festejo. Las gentes prácticamente se toman el tramo de la séptima ente
calles veintiséis y la plaza de Bolívar, siendo el cruce de la Jiménez un nodo central en la
trayectoria de los bogotanos que participan de esta toma de la calle. Es notorio, como estas
actividades, a pesar de ser nocturnas son de mayor participación activa por parte de los
transeúntes. Se puede afirmar en consonancia con Mike Featherstone, que se está ante una
adaptación de elementos y tradiciones carnavalescas en la cultura de consumo y su

151
traslación a los nuevos medios, la mediática de la imagen, del diseño, la publicidad y al
rescate de rituales en una nueva manera de experienciar la ciudad139.

No se pueden dejar de lado las manifestaciones no oficiales o que van en contra del
sistema, como paros y marchas, entre ellas la del día del Trabajo el cual se celebra el
Primero de mayo. Estas, muestran el descontento hacia el sistema y en su mayoría, al pasar
por la esquina lanzan consignas contra los dueños del aparato informativo dirigiendo
simbólicas amenazas y señalando con los dedos al tiempo que surge el estribillo: “Ahí
están, esos son los que venden la nación...”, como parte del ritual de marcha antisistema.
Algunas manchas de tinta que aparecen sobre la piel de los edificios en los pisos segundo y
tercero son muestras de esta agresividad simbólica. No se debe olvidar que desde los
primeros años de este y los otros periódicos que han estado cercanos a la zona, como El
Espectador o El Siglo, han sido atacados, como “colaboradores de la oligarquía o vendidos
a los intereses de los gringos”.

Una visión que merece la pena traerse a este análisis es la recreación del lugar propuesta
por Rafael Humberto Moreno Durán, en su novela El caballero de la Invicta, obra de
carácter urbano que evidencia una cruel anatomía del deterioro y muestra una ciudad que se
debate entre la entropía y la ruina. Su protagonista, como un caballero andante, es un
flaneur que recorre la ciudad representativa a lo largo de la carrera séptima, unas veces a
pie y otras en el metro. Esta obra, publicada en 1993 corresponde a la visión de una ciudad
deteriorada y con el peso de las desidias de sus gobernantes. Vale la pena tener en cuenta
que en los lugares se funden pasado, presente y futuro, con la descripción de lugares
imaginarios que, tomando características de la realidad llevan cada punto a los terrenos de
las ciudades invisibles, que poblan las mentes de las gentes:

139
FEATHERSTONE, Mike. Cultura de consumo y postmodernismo. Amorrortu editores. Buenos Aires.
1991. p. 52.

152
Fig. 52. Representaciones gráficas de las cuatro esquinas.
Cartografía social.

153
Fatigado decide hacer una pausa bajo los eucaliptos del Parque de Santander, toma
aire, evoca un poco de historia patria y recuerda que ese lugar tambien es conocido
como plaza de la Yerba, y razón no les falta a quienes así la llaman, pues el lugar
apesta a cannabis de la fuerte...

Entonces se asoma el río. Las aguas bajan turbias, tal vez por las fuertes lluvias del
mediodía, aunque los firmes muros de concreto evitan que se salga de su cauce. La
canalización del río San Francisco le ha dado a esta parte de la ciudad un aspecto más
seguro pero tambien más higiénico. El largo paseo que lo bordea, desde las Aguas
hasta San Victorino, es uno de los logros más celebrados del burgomaestre anterior.
Largas filas de sauces y alcaparros, de arbolocos y cerezos, a lado y lado del río, le dan
sombra y frescor a los viandantes. Observa las diferentes terrazas que se han
construido junto al canal, los puestos de revistas y postales y las ventas de flores. Nada
parece alterar la placidez del lugar, que por muchos motivos se le antoja idílico: dos
enamorados se besan en la mitad del puente que une el Continental con el Espectador,
miran desde la altura de su felicidad el mundo a sus pies y arrojan claveles a la
corriente. Pero si algo le gusta a él es recrear la vista con el hermoso panorama que
desde la esquina de la iglesia divisa cien metros más abajo. En medio del río y unida
por dos puentes se levanta la torre de Buchholz, siete pisos totalmente atiborrados de
libros y una galería de arte en la azotea. Como un enorme faro, esa nueva torre de
Babel refleja sobre las aguas la poesía muda de los crepúsculos y la tristeza de la tarde
que se va. Desde la azotea la visión de esa parte de la ciudad, cruzada por el río, y los
cientos de techos rojos de las viejas casas componen un mosaico para el cual no existe
aún un objetivo digno.

...Atraviesa el río -San Francisco para los criollos pero Vicachá para los aborígenes-
por el puente de Beaumont, llamado así en honor de quien en el siglo XVII lo
construyó, con tan buen tino que durante todo este tiempo ha resistido crecientes y
avenidas. El arco ojival de ladrillo con barandales aparece en todos los posters de
turismo y casi siempre los visitantes se hacen fotografiar a su lado.

Ya en el otro lado del río se observa un trasegar inaudito: frente a donde tiene su sede
El Tiempo, observa una legión de tullidos, ciegos, mancos, enanos, idiotas,
menesterosos de toda condición, una heterogénea corte de los milagros que implora la
atención de todos los santos. Tambien queda perplejo al observar el ángulo defensivo
que forman las pilas de adoquines, los sacos de arena y restos de escritorios y sillas
con que los defensores de la zona habían afianzado sus barricadas. ..Mira a su
derecha, en la otra orilla del río, y descubre sobre la acera del Palacio de la
Gobernación restos de cariátides, torsos sin cabeza, columnas rotas, rostros sin nariz
ni orejas, el mosaico de la desolación. ¿Desidia arquitectónica? ¿Fuego del enemigo?
¿Estragos de la naturaleza? Al otro lado de la calle la gente corre para abordar a
tiempo el Metro de la estación la Esmeralda –tambien conocida como Jiménez de
Quesada-. A esa hora repleta de traficantes de la gema nacional. ¿Por qué al ver a

154
tantos individuos con las manos en los bolsillo, de un lado para otro y como sin
oficio, piensa en la manada de prostitutos que antes de la debacle deambulaban en
torno a La Terraza Pasteur?140.

Desde el territorio simbólico surgen los lugares imaginarios como aquellos que otorgan
significado y que están latentes en las mentes de sus habitantes. Los territorios del miedo
forman parte de estos lugares imaginarios en la medida que expresan esa ciudad invisible y
latente, a veces distante y aparentemente irreal. Una muestra de la presencia de estos lugares
se evidencia en la siguiente conversación escuchada en el lugar, entre una vendedora de
minutos y un amigo:

Son las 6.45 pm. -Llamadas, llamadas-. Hay multitud de personas pasando en
diferentes direcciones. Colas para acceder a la estación de Transmilenio. El ritmo es
lento. –Hola, consiguió trabajito, ¿verdad?- pregunta La Mona, como llaman a
Rosalba, una de las vendedoras de minutos de la esquina de City tv. –pues, si-
contesta el amigo, un hombre joven –rico, trabajito, en vez de tanto descanso, y que
¿ni una pocholita?-, continua la mujer, casi sin dar tiempo para las respuestas. Un
hippy se acerca y pide una llamada –quihubo viejito, estoy acá en la entrada de
city...no te demores...te espero. Paga los 300 pesos de la llamada y se despide –que
sigan así de amables...toda la vida...bien?-, -Y que, -se ha visto con la Pepa? –
pregunta el hombre a lo que la mujer responde – no que va si esa es de las que no se
juntan con el estrato uno-, y recordando –recuerda cuando yo trabajaba en San
Victorino?, ese si que era una olla bien brava. En el Pasaje Rivas era bueno trabajar.
Lo feo era la salida en la décima, que es una olla. El tipo, saluda de lejos a otra mujer
que labora ,más abajo unos 10 metros, cerca de la esquina.- Chao, nos vemos, la
espero más abajo- -No que va, yo no me bajo más a esa esquina, esa esquina me da
miedo-141.

140
MORENO-DURÁN, Rafael Humberto. El caballero de la invicta. Planeta Colombiana Editorial. Bogotá.
1993. p. 147, 148, 150, 151. En esta recreación imaginaria del lugar, hacen irrupción lugares del pasado,
como el río y su toponimia o el antiguo puente que lo cruzaba donde hoy está la carrera séptima, al lado de
iconos representativos por la relación entre la fisonomía y los usos, tal como la torre transparente donde
funcionó la librería Buchholz, hoy todavía referente en la memoria de muchos bogotanos que recuerdan la
sucesión de pisos con los libros proyectándose a la calle. Por otra parte se identifica en la descripción de
ruinas, los elementos neoclásicos, que forman parte de la ornamentación de la fachada del edificio de la
Gobernación, el cual es presentado en deterioro. No deja de lado la confluencia de los esmeralderos
(comparados con las bandadas de prostitutos), en la esquina que aún hoy día siguen ocupando, con un sello de
institucionalidad, al ubicar allí la “estación Esmeralda”, del metro. Con un pensamiento adelantado al tiempo,
hoy está en el lugar la Estación Museo del Oro, de Transmilenio. (las Esmeraldas se cambiaron por Oro).

155
Fig. 53. Representaciones gráficas del cruce.

141
Esta escena se extracta de la observación flotante realizada el día 28 de junio, al atardecer. Se evidencia
como en las conversaciones salen a flote temores relacionados con territorios del miedo en puntos clave del
centro de la ciudad, o como aún a pocos pasos se convierten en imaginarios “lugares peligrosos”.

156
Los temores y prevenciones hacen presencia en las caracterizaciones que salen a flote en las
entrevistas. Así, por ejemplo, el parque Santander se muestra como un lugar en el que hay
presencia de gays, calificados como indecentes, porque van allí a “buscar hombres” . La
inseguridad, uno de los aspectos que acompañan ineludiblemente la experiencia de ir al
centro, tambien se referencia como presente en el cruce, aunque la institucionalidad del
lugar y la presencia continua de policías y vigilantes lo convierten en una de las zonas más
seguras del centro de la ciudad, por lo cual allí el miedo a la inseguridad es más un
imaginario que una evidencia real.

En la interpretación de cartografía social, en una primera impresión aparece la generalidad


del contexto, donde algunos edificios se destacan por su ubicación estratégica tanto en el
mapa físico como en el de las ideologías impuestas desde la memoria cultural y social. Así,
en el panorama de la arquitectura que reconoce la gente en el lugar están en primer lugar
los hitos cercanos y representativos como la Iglesia de San Francisco, el edificio del Banco
de la República y el de City tv., tambien se referencia con asiduidad la estación de
Transmilenio. Otros aspectos que, desde la arquitectura o el paisaje se tienen en cuenta en
las representaciones sociales son la arborización, y los cerros orientales que cierran la
visual hacia el oriente. Es curioso como se representa Monserrate, aunque la porción de
cerros que se divisan no son propiamente dicho santuario, con lo cual se manifiesta el
imaginario superponiéndose sobre la realidad. Por otra parte, en la cartografía social se
representan repetidamente lugares no cercanos al cruce, pero que, por la asiduidad o
importancia de lo que allí ocurre se relacionan con él. La caracterización de esquina es
notoria y si bien los edificios son lo que más se dibuja, a veces aparecen los iconos que los
simbolizan como el signo $ para la esquina nororiental, el signo + para la esquina
noroccidental, y los logos de city tv y de Mac Donalds para las esquinas ocupadas por estas
corporaciones. Es evidente tambien como se representan figuras humanas para caracterizar
la esquina suroccidental, ocupada por los esmeralderos (Figs. 52,53 y 54).

157
Fig. 54. Dos representaciones gráficas del cruce.
Cartografía social.

158
Teniendo en cuenta que los lugares imaginarios constituyen lugar de la evocación y del
recuerdo, y que se van constituyendo en referentes, hay una significativa presencia del
cruce y sus inmediaciones en los álbumes familiares de fotografías de varias generaciones
de bogotanos y algunos visitantes que inicialmente desde los fotógrafos callejeros y hoy
con la fotografía digital de cámaras y celulares personales han capturado la escenografía de
la ciudad y permanece en la memoria de páginas del recuerdo (Fig. 55). Como dice un
documento relacionado con el álbum familiar fotográfico: “es curioso que varios teóricos
de la fotografía la hayan definido como un espejo de la memoria, lo que alude a esa
experiencia imaginaria de la imagen en el espejo como un referente constitutivo del yo de
un sujeto”142.Curiosamente, aunque el lugar sea el mismo, el cruce de la Jiménez con
Séptima y sus inmediaciones, la iconografía urbana escogida como fondo ha cambiado en
la medida que hoy compiten la estación o el rojo bus articulado de Transmilenio y la
fachada de City tv. con la iglesia de San Francisco, el Banco de la República y los accesos a
los sótanos de la Jiménez.

Por otra parte está la presencia virtual del lugar en la difusión de postales, afiches, folletos y
páginas en Internet que magnifican el pasado histórico en imágenes coloreadas, sepia o a
blanco y negro que muestran los aspectos que hicieron de Bogotá una ciudad grande, por su
parecido a las urbes europeas. En cafeterías y salones del centro se pueden ver enmarcadas
algunas de estas fotografías, que causan admiración y curiosidad, por descubrir que de ello
aún permanece. Un portal en Internet, dedicado a paseantes virtuales de los centros de las
ciudades ofrece una página dedicada a mostrar la arquitectura bogotana de principios de

142
ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ, Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Bogotá vista a través del
álbum familiar. Museo de Bogotá. Bogotá. 2006. p. 33. En el documento se referencia también la actividad
del fotógrafo callejero quien se convierte en un observador detectivesco de la gente y sus rituales para
formalizarlos en la imagen. Así, el callejeo o septimazo es una de esas ritualizaciones capturadas. Allí se dice:
“el fotógrafo callejero coloniza algunas calles céntricas de alta circulación y, sobre todo, de alto valor
simbólico...Tambien da cuenta de cómo valoramos el centro de la ciudad y nos preparamos para ir a él,
escogiendo el vestido, los accesorios, y los zapatos; sus imágenes nos aproximan a las calles céntricas que
tienen especial valor par las gentes de provincia que vistan la capital. Tanto los fotógrafos ambulantes como
los callejeros son os responsables de una inmensa iconografía generada en el siglo XX que eligió la
arquitectura, los monumentos y el mobiliario de la ciudad como fondo” p. 47..

159
siglo XX, con especial énfasis en las edificaciones aledañas al cruce y localizadas sobre la
avenida Jiménez. Como parte del lugar imaginario se tienen las expresiones de quienes
pasean virtualmente allí:

-Esos edificios de la Avenida Jiménez están todos muy bacanos-, dice Santotam, o -El
edificio Camacho me parece una expresión sublime de como se percibía el
modernismo en planos años 40-, de Juanpa. Dice Legal, de Sao Paulo: -por algo me
fascina Bogotá. Ya he ido miles de veces y siempre la veo diferente...a veces se siente
uno en Londres, a veces en Madrid, a veces en el cielo...-, Chilenofuturista por su
parte expresa que -Lo que me sorprende de Bogotá es que tenga una arquitectura muy
europea...Me gusta su estilo, tiene una elegancia diferente a la de por ejemplo Buenos
Aires-. Para finalizar Egm.ar. de Chaco dice: -Wau, me siento como si hubieran
abierto el baúl con las joyas de la abuela bogotana...¡Qué belleza!-143.

143
Arquitectura moderna en Bogotà. Eclecticismo y vanguardia. En página web de skyscrapercity forums.
www.Skyscrapercity.com/shwthread.php. Esta página ofrece posibilidades de paseos virtuales por los centros
de algunas ciudades y son alimentados por los usuarios. En la Página dedicada a Bogotá la mayoría de
referencias gráficas corresponden a edificios neoclásicos y modernos, los cuales están concentrados a lo largo
de la avenida Jiménez y sus inmediaciones. La página, se denomina Skycraper, pero como una ironía allí no
se exhiben precisamente los rascacielos de la ciudad, sino su arquitectura neoclásica, premoderna y moderna.

160
Fig. 55. El lugar en las fotografías del albúm familiar.
ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ. Instituto distrital de cultura y turismo. Bogotá vista a
través del albúm familiar. Y colección particular.

161
CONCLUSIONES

La ciudad, Bogotá, en su crecimiento se contempla desde un punto rizomático, el cruce


específico de análisis de este trabajo y así, se han podido relacionar los cambios físicos que
desde el urbanismo y la arquitectura impactan la vida cotidiana con el cuerpo y su relación
con el habitar como ejes del análisis. La periodización de tipo histórico ha permitido
delinear el habitar como producto de amalgama de prácticas culturales que se van
superponiendo en una urdimbre densa. El cruce de la Jiménez con Séptima, a su vez es
considerado como hito referente y significativo en la vida de varias generaciones de
habitantes.

En la prefiguración de la ciudad colonial, el lugar no es específicamente una


intencionalidad buscada desde su trazado ideal en los planos, por estar localizado en
fronteras, sobre los límites que aprovecharon la sinuosidad y profundidad de cauce del río
Viracachá, que separaba al mundo de la ciudad. El aprovechamiento de elementos
existentes desde los pobladores originarios, los muiscas de la Sabana, será aspecto
determinante en el rasgo significativo del cruce ya que, por un lado la importancia de la
Calle Real se dará por sobreponerse al camino de la Sal hacia el norte así como por la
presencia del puente generado para vadear el río como único acceso. La plaza de las
Yerbas, lugar aparentemente espontáneo, en el sentido de que no se configuró en los
planos, pero que según historiadores es parte del mercado del poblado indígena de
Teusaquillo, será otro nodo que aseguró la importancia del lugar. Las prácticas de la vida
cotidiana, de ritmo pausado y relacionadas con la religiosidad en rituales diarios y
celebraciones extraordinarias serán aspecto importante de la vida urbana, así como el
encuentro alrededor del mercado y sobre el eje del comercio. En el ámbito físico solamente
permanece la iglesia de San Francisco, junto a las de la Veracruz y la Tercera, como
resquicios que se salvaron del afán progresista de los dirigentes de turno.

162
En el período de configuración de la nación, la república, se dará la limitación imaginaria
del centro en bordes de lo que fuera la antigua ciudad de la colonia. Cambios en la
toponimia, así como en la fisonomía y escala de paramentos impondrán el sello del cambio
y la fugacidad, sin que el habitante pueda acostumbrarse al nuevo entorno., con el
extrañamiento como característica del desarraigo. A la lenta construcción del entorno
colonial sucederá la rápida transformación que se inicia en este período. Los cambios de
ideal en lo que debe ser la ciudad impactarán la vida cotidiana y a una vida pueblerina y
tranquila se impondrá el imaginario del cosmopolitismo en las élites y una dura vida de
producción para las clases desfavorecidas. A los usos de vivienda, administrativos,
religiosos, educativos y de comercio exclusivo se añadirán los financieros, con lo cual el
ámbito simbólico se mantendrá en el lugar. El Palacio de San Francisco, es muestra de la
mirada puesta en los modelos europeos, como ideal que trasluce una idea de ciudad para el
goce espacial y escenográfico del caminar por los paseos y avenidas.

La modernidad, que llega tardíamente al país, quizá por el acendrado conservadurismo de


los dirigentes, hará aparición en las calles del centro, en inmediaciones del cruce de la
Jiménez con Séptima. De la mano del eclecticismo, las primeras muestras de modernismo
cambian no solamente las fachadas de las edificaciones, como pasó con ciertas expresiones
de neoclasicismo, sino que verdaderamente cambian la relación entre paramentos y espacio
público. La vivienda, como uso, en este período se irá lentamente apartando del eje
principal, la Carrera Séptima y solamente permanecerá en sus bordes, la mayoría de las
ocasiones en lamentables estados de deterioro y con la promiscuidad como característica
que impactará la calidad de vida de los habitantes del sector. La diversidad en aspectos
sociales será el sello que signe la cotidianidad en el cruce de la ciudad moderna, donde el
caos vehicular, la congestión, la inseguridad y el tráfago serán características que marcan
buena parte de la vida moderna del lugar. El mayor impacto físico se dará en este período
y las edificaciones que bordean la Jiménez son muestra de la búsqueda por conformar una
ciudad moderna, con el automóvil y el transporte público como signos de progreso, donde

163
el peatón no se tiene en cuenta, más que como consumidor que transita por los bordes de las
edificaciones en amplios andenes.

El período contemporáneo, de mano de las políticas de rescate y revitalización del espacio


público traerá un nuevo rumbo al territorio central con la avenida Jiménez como eje de los
cambios. La apertura de espacios como la plazoleta del Rosario los planes de recuperación
ambiental como el Eje de la Jiménez, son parte del Plan Centro que en un futuro próximo
busca revitalizar el territorio central dela ciudad. La vida cotidiana en el lugar hoy se
caracteriza por los mutiterritorios y, la transacción y la lúdica como ámbitos donde se
mueven las prácticas del habitar. Asimismo, el poder de atracción del lugar está siendo
utilizado por la institucionalidad para asegurar diversidad de usos. Por otra parte, desde la
labor institucional de las últimas gestiones de la alcaldía de la ciudad se intenta vincular de
manera significativa al individuo con la ciudad, acción que se evidencia en la construcción
de sentido de identidad y pertenencia. El rescate de símbolos que hacen parte de la memoria
de la ciudad, como la toponimia, sacar a flote el río o destacar tramos de los rieles del
tranvía, entre otros, confieren al cruce lugar importante en el reconocimiento de la
importancia de la historia marcada en objetos simbólicos para quienes transitan o
permanecen allí. Por otra parte, las políticas de gestión y venta de la ciudad, en consonancia
con imperativos globales, tienen en cuenta desde aspectos turísticos, la proximidad del
centro histórico e institucional y, el cruce de la Jiménez con Séptima como muestra de la
memoria, la historia, el contraste y la diversidad.

Desde la metodología se destaca positivamente la vinculación de la literatura como soporte


que evidencia rasgos del habitar desde un género que toca evidentemente aspectos de la
vivencia y sentir del individuo: la novela. Si bien constituyó un reto, como se analiza en la
introducción, el aporte para este tipo de enfoque ha sido significativo y merece tenerse en
cuenta en futuros trabajos. Asimismo, géneros como la pintura o el cine merecen explorarse
en una complementación de las fuentes bibliográficas y las técnicas etnográficas.

164
Dado que se ha abordado un estudio histórico amplio que abarca desde el nacimiento del
lugar hasta hoy, es posible hacer ampliaciones y profundizaciones en aspectos históricos
o bien en ejes transversales del estudio, como la relación cuerpo y habitar, el sentido
rizomático del cruce o la construcción del sentido de lugar, en posteriores investigaciones
que enriquezcan y complementen la idea de configuración de una teoría del habitar,
enfoque que orientó este trabajo.

165
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