FUNDAMENTOS DE ANTROPOLOGIA
1.3. EL CUERPO COMO SISTEMA
La idéntica radicalidad de biologia y razén" en el hombre puede apreciarse
en la morfologia de su cuerpo". En el cuerpo la biologia esta al servicio de les
funciones intelectivas. Hay una correspondencia entre la inteligencia y la morfo.
logfa del cuerpo. Esto se advierte en primer lugar en que es un cuerpo no especia-
lizado, sino que esta abierto a una indeterminada cantidad de posibilidades: no
tiene un lugar donde vivir, sino que puede ocupar todo el globo; se viste, y cons-
truye casas; utiliza las manos para adaptar el mundo humanizéndolo; su cara es
expresiva y se le Ilama rostro; sonrfe; anda erguido y por eso puede ocupar los
brazos en otras actividades; es corporalmente comunicativo; su uni6n sexual es
frontal, cara a cara; puede hablar, usar o fabricar instrumentos, mirar de frente al
mundo, hacer gestos simbélicos, etc. Si no tuviéramos un cuerpo adecuado para
realizar las funciones intelectuales, éstas se quedarfan atenazadas, no pudiéndose
expresar en ei mundo que habitamos.
. El cuerpo humano tiene un cardcter sistémico, porque todos sus elementos
estén funcionalmente interrelacionados. No cabe entender las manos aisladas del
intelecto, o de la posibilidad de hablar, o de la inespecializaci6n instintiva,
Forman parte de un todo, y sélo en el todo pueden cumplir sus funciones. En con-
secuencia, algunos de sus rasgos constituyentes, como el bipedismo, la posicién
libre de las manos, que no necesitan apoyarse en el suelo, la postura erecta y ver-
tical de la columna vertebral, la posicién frontal de los dos ojos para mirar hacia
adelante y no hacia los lados, y el mayor y mds peculiar desarrollo cerebral, re-
miten unos a otros de un modo sistémico: no se pueden concebir aisladamente.
Por ejemplo, las manos son un instrumento inespecifico, es decir, «multiu-
so», pensado para ser «instrumento de instrumentos»" y de lenguajes: pueden
rascar, agarrar, golpear, abrir, palpar, saludar, mostrar odio o respeto 0 indiferen-
cia, sefialar, etc. Sirven para todo porque son libres: no son garras, ni pezuiias,
sino una realidad «abierta» “. Las manos son expresivas, pues acompaiian al ros-
tro y a las palabras. Son un instrumento al servicio del sistema entero que es el
cuerpo y el espfritu humano.
O bien, se puede hacer notar que el hombre no tiene sdlo voz, sino palabra,
voz articulada, que exige unos 6rganos especiales —cuerdas vocales, lengua,
11. Para una excelente profundizacién en la relacién entre ambas, desde la perspectiva de la
evolucién biolégica y del origen del hombre (1.8). cfr. A. LLANO, «Interacciones de la biologia y Ia an-
tropologia», en N. LOPEZ MORATALLA y otros, Deontologia bioldgica, Universidad de Navarra,
Pamplona, 1987, 153-209.
12. L. PoLo, Quién es el hombre, Rialp, Madrid, 1991, 66-72 y 155-161. Ver otras caracteristi-
cas generales del cuerpo humano en J. ViceNTE-J. CHOZA, Filosofia del hombre, cit., 127-143.
13, ARISTOTELES, Sobre el alma, 432a 1.
14. L. Poto, «Tener y dar», en Estudios sobre la Enciclica «Laborem Exercens», BAC, Madrid,
1987, 201-230.
26LA VIDA SENSITIVA
modo de respirar— que permiten la modulacién de los ruidos para convertirlos en
sonidos articulados, inteligentes, inteligibles. Si no tuviéramos labios finos, len-
gua flexible, dientes y muelas, etc., no podrfamos hablar. Si no tuviéramos cuer-
das vocales, tampoco.
Desde estas consideraciones parece admisible la afirmacién de que el cuer-
po humano esta configurado para cumplir funciones no orgdnicas, como son tra-
bajar, pensar, querer, hablar... Existe, pues, una gran unidad entre el cuerpo y la
inteligencia. La biologia y la inteligencia humanas estan interrelacionadas, de
modo que se imbrican mutuamente. El hombre es cuerpo inteligente o inteligen-
cia corporeizada. De todos modos, definir al hombre como inteligencia corporei-
zada no es algo exento de problemas.
1.4 DUALISMo Y DUALIDAD
Segtin lo que hemos sefialado, el hombre tiene una constitucién dual. Asi se
presenta también la vida humana (vida-muerte, noche-dia, suefio-vigilia, altura-
profundidad, juego-trabajo, amor-odio, sujeto-objeto, bien-mal, gozo-dolor, hom-
bre-mujer, izquierda-derecha, etc). Hay siempre una dualidad y duplicidad de di-
mensiones, de ritmos, de tiempos, de situaciones.
* Hay una vision del hombre, muy extendida, que conlleva una exageracién de
este rasgo basico de la vida humana. Esta vision convierte la dualidad en dualismo
al acentuar excesivamete uno de los dos polos, de modo que terminan separandose
y oponiéndose. Principalmente, en la cuestiOn que nos interesa, el dualismo opone
cuerpo-alma, materia-espiritu, de modo que la separacién de ambos parece irrevo-
cable, llegando incluso a convertirse en franca oposicién. El cuerpo y el alma, dice
el dualismo, son dos realidades separadas, que se deben explicar separadamente *.
Asi, se presentan como dos elementos diferentes y contrapuestos que se yuxtapo-
nen sin unirse, del mismo modo en que las peras no hacen unidad con las manza-
nas aunque se encuentren en el mismo frutero. Por un lado estard la materia, el
cuerpo, y por otro, el alma, el espfritu. O, en expresién de Descartes, hay que dis-
tinguir entre res cogitans y res extensa, sustancia pensante y sustancia material.
Se pueden aducir al efecto dos ejemplos extremos, que parecen posturas ma-
ximamente alejadas, pero que comparten esa visién escindida del hombre como
un compuesto temporal de dos elementos. La primera es la de Pitagoras (siglo VI
a. de C.), difusor en Grecia del dualismo espiritualista'® que pasaré al humanismo
clasico, en especial a Platén, y a través de éla una cierta parte de la tradicién cris-
15, Para una exposicién del dualismo y el problema de la unién del alma co el cuerpo, cf. J.
[ARANGUREN. EI lugar del hombre en el universo, EUNSA, Pamplona, 1997. caps. | ¥ a
Le Che J entvatite, Historia del pensamiento, Aguilar, Madrid, 1958, vol. 1 57-
7FUNDAMENTOS DI ANTROPOLOGIA
séma) del alma (psique), la cual estari;
‘TM unign de ambos para correr hacia las
que es una nada, una maldicién, ur
tiana: el cuerpo (soma) seria la rumba (
como prisionera en él, ansiando romper |
alturas celestes y dejar esta tierra corruptible,
accidente o un castigo.
La segunda concepcién es ef materialismo,
tantes ciencias a partir de mediados del siglo XL O nia-—. Para el mate.
cuelas contempordneas de filosoffa de la mente y neuroanal seman
rialismo cualquier emocién 0 pensamiento no seria mds a Sean
reaccién bioquimica en las neuronas, un estado de la materia. Pp eaattciaw
hace no verdaderamente humano lo corporal y 1o material. La a covificado a
lo espiritual en lo fisiol6gico: s6lo hay res extensa, el hombre que .
Ambas visiones aceptan un dualismo de partida: o bien el hombre seria res
cogitans mas res extensa (una mezcla, pero no una unidad), 0 bien se niega uno
de los dos elementos, y se afirma que el otro es el verdaderamente real. Eee vi-
si6n dualista nos presenta un hombre escindido en dos mitades irreconciliables
(dualismo pitagérico 0 cartesiano), o un hombre unilateral (materiali: smo cientifi-
cista). La idea dualista esté con frecuencia presente en el uso coloquial de la pa-
reja de términos cuerpo-alma: a menudo parece como si el ser humano fuera el
resultado de una suma de dos cosas que ya existen de por si. En otras ocasiones
basta con reducir lo que «los fildsofos Ilamaban alma a una determinada reaccion
bioquimica» ”, llevando a cabo una auténtica extrapolacién metodoldgica de un
campo del saber (ciencia positiva) a otro (filosofia).
que se encuentra presente en bas-
x —por ejemplo, en ciertas es.
Pero no es asf: s6lo existen cuerpos animados, s6lo hay un cuerpo si esté ya
formalizado por el alma. Esto es un asunto dificil, porque es mds conceptual que
imaginativo. Intentaremos exponerlo con un ejemplo. Recuérdese el problema de
la unidad de las piedras: no existe una piedra, o wna tiza. Si las parto siguen sien-
do piedra o'tiza. Sin embargo, sf existe un perro, mas s6lo en cuanto que esta vivo,
en cuanto que tiene alma, esta animado. El cadaver de un perro no es un cuerpo
de perro, porque ya no hay perro. El cadaver de un perro fue el cuerpo de un pe-
rro, mas ahora es un agregado de substancias en descomposicién. Ahi sélo habla-
mos de cuerpo porque se parece al cuerpo de un perro. Basta dejar pasar una se-
mana para convencerse que esa masa de piel, huesos y podredumbre no es en
absoluto un cuerpo, sino un mont6n de despojos. En el hombre ocurre lo mismo:
s6lo existe cuerpo humano en cuanto que est4 animado por el alma humana. El
cuerpo del hombre, hemos sefialado, es incomprensible sin la realidad de la inte-
ligencia. El cuerpo del hombre (aunque la expresién resulte equivoca) es un cuer-
17. De un modo similar se expresa Lehninger en el prélogo de uno de los tratados fundadores de
Ia ciencia bioquimica. Cir. A. LEHNINGER, Bioguimica, Omega, Barcelona, 1972, p.4: «Les fildsohee ye,
dievales habrian contestado que los organismos vivos estén dotados de una fuerza vital, misteriosa y di-
vina (alma). Pero esta doctrina, que recibe el nombre de vitalismo, es una supersticién y ha sido descar.
tada por la ciencia moderna».
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