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Acuerdo N° 450 En la ciudad de Rosario, a los 31 días de

Octubre de dos mil ocho, se reunieron en acuerdo los

señores miembros de la Sala Primera de la Cámara de Apelación Civil

y Comercial de Rosario, integrada por los doctores María Mercedes

Serra, Ricardo A. Silvestri y Ariel C. Ariza, para dictar sentencia

en los autos "PELLEGRINO, Salvador sobre Tenencia” (expte. n°

86/2007) venidos del Juzgado Civil, Comercial y Laboral Número 2 de

Casilda, para resolver el recurso de apelación interpuesto por el

Defensor General contra el fallo número 941 del 17 de agosto de

2006.

Realizado el estudio de la causa, se resolvió plantear las

siguientes cuestiones:

Primera: ¿Es justa la sentencia impugnada?

Segunda: En su caso, ¿qué resolución corresponde dictar?

Sobre la primera cuestión, la señora vocal doctora Serra,

dijo:

1. Antecedentes del caso.

Salvador Pellegrino promovió demanda de tenencia de sus hijos

menores Emanuel Antonio y Francisco Javier Pellegrino (nacidos el

24.05.1999 y el 16.02.2001, respectivamente, según las partidas de

nacimiento acompañadas a fs.3 y 4).

Relató haber conocido en la ciudad de Mendoza a la señora

Graciela Beatriz Atkins –oriunda de la ciudad de Chabás, Provincia


de Santa Fe- con quien mantuvo una relación, fruto de la cual

nacieron los menores; que de común acuerdo con la señora Atkins

decidieron que el reconocimiento de los niños se concretaría cuando

fuesen más grandes; que tomó conocimiento telefónicamente que

estando la señora Atkins en el Hospital Notti de la ciudad de

Mendoza, sufrió una descompostura que motivó su internación en

terapia intensiva en el Hospital Central de Mendoza, habiendo

fallecido el 24.12.2001; que la conmoción que le provocó la noticia

le impidió responder coherentemente en la entrevista que mantuvo

con los asistentes sociales que intentaban resolver la situación de

los menores; que el actor nunca desconoció su relación con la

señora ni a sus hijos.

Expresó que cuando reclamó la tenencia de sus hijos, fue

informado de que desde la fecha del deceso de Atkins se dispuso en

Mendoza otorgar provisoriamente la guarda judicial de los menores a

su tía materna, Laura Flora Atkins, domiciliada en la ciudad de

Chabás; que gestionó y obtuvo el reconocimiento de sus hijos y

promovió demanda de reintegro ante el Juzgado de Familia de la

ciudad de Mendoza que se declaró incompetente.

Consideró que de acuerdo a la prueba irrefutable que

representaban las actas de nacimiento y en ejercicio de la patria

potestad, se encontraba en condiciones óptimas para cumplir con

sus obligaciones y deberes paternales ya que percibía


mensualmente la suma de cuatrocientos pesos ($ 400.-) por su

desempeño como cantante y contaba para la crianza con la

colaboración de su madre con quién convivía y con la de su hermana.

En el responde (fs.91/94), Laura Flora Atkins se opuso a la

pretensión por considerar que el actor no se encontraba en

condiciones para cumplir con sus deberes y obligaciones paternales;

expresó que los menores estaban en perfectas condiciones y expuso

las razones por las que, en beneficio de la salud física,

espiritual y mental de aquéllos, pretendía que se le otorgue la

guarda definitiva de sus sobrinos.

2. La sentencia de primera instancia.

Mediante el fallo número 941 del 17 de agosto de 2006, el juez

de grado rechazó la demanda de tenencia promovida por Salvador

Pellegrino respecto de sus hijos menores e impuso las costas al

vencido (fs.246/252).

Para así decidirlo, expresó que los elementos invocados por el

actor en sustento de su reclamo (vgrs., los efectos retroactivos

del reconocimiento de la paternidad que se concretó luego del

fallecimiento de la madre y de conferida la guarda judicial a la

demandada, fs.37, 38 y 15 y los derechos y deberes que impone la

patria potestad) se deslucían a partir de lo actuado por el Juzgado

de Familia de la ciudad de Mendoza y el informe presentado a fojas

129/136 por la Gerencia U.C.P. 1 Niñez y Adolescencia de Mendoza;


que para otorgar la guarda judicial provisoria conferida a favor de

la tía materna, señora Atkins, el tribunal evaluó la intervención

que le cupo al Equipo de Preadmisión de la Dirección de

Familia y concluyó que esa decisión constituía la alternativa más

favorable al mejor interés del niño, ante la inexistencia de

familiar más cercano (fs.15).

Juzgó, en definitiva, que el actor había desatendido sus

deberes paternos colocando a los niños en grave peligro moral y

desamparo que calificó de voluntario y malicioso, pues ante el

conocimiento cierto de la situación de la señora Atkins y la

necesidad de contactar a familiares que se hicieran cargo de

los menores, negó todo vínculo con aquéllos; que los hechos

descriptos quedaron ratificados por la prueba testimonial

(fs.166/167) y permitieron corroborar que el actor incumplió con

sus deberes de cuidado y asistencia para con los menores,

incurriendo en una conducta de abandono reiterado y persistente

respecto de su pareja e hijos (cfme. declaraciones de los testigos

de fs.163, 171, 189, 190, informe de fs.144); que los antecedentes

citados eran suficientes para disponer el rechazo de la tenencia,

pues la guarda que ella implica nunca fue cabalmente cumplida por

el actor.

Finalmente, ponderó que las condiciones materiales, morales y

espirituales del actor no lo colocaban en una situación favorable


para cumplir eficazmente con los derechos y deberes que imponía la

patria potestad y con sustento en opiniones de la Corte

Interamericana de Derechos Humanos, juzgó que el contexto familiar

en el que se cumplía la guarda era plenamente satisfactorio y la

situación más apta para asegurar los intereses de los menores, por

lo que resultaba conveniente mantener la guarda judicial a favor de

la tía materna.

La decisión fue apelada por el Defensor General a foja 252

vuelta. Radicada la causa en esta Sala, expresó agravios a fojas

279/280, los que fueron respondidos por la apelada a fojas 283/286

y contestada la vista por la Defensora ad hoc de menores a foja

291. Habiendo quedado firme la providencia de autos y celebrada la

audiencia convocada por el tribunal para escuchar a los menores

cuya tenencia se controvierte, con la presencia de las partes y del

Defensor (v. acta de audiencia a fs.302/303), la causa se encuentra

en estado de resolver.

3. Los agravios que sustentan el recurso de apelación del

actor.

La crítica que formula el apelante a los fundamentos de la

decisión pueden enunciarse en estos términos:

3.1. Cuestiona el fallo por cuanto rechazó la demanda de

tenencia no obstante que -según el apelante- no quedaron

acreditadas las siguientes circunstancias en las que se sustentó la


decisión: a. Que Pellegrino incurrió en abandono de sus hijos, pese

a lo declarado por los testigos de la demandada; b. Que el actor

negó la paternidad de las criaturas al momento de ser entrevistado

por los asistentes sociales.

Destaca que surge de lo declarado por la testigo Irma Castillo

(fs.189) que el actor le compraba cosas a los niños; que la falta

de convivencia con la causante se debió a una incompatibilidad de

caracteres con la madre de los menores y no a la violencia que se

invoca y que no fue acreditada; que ante la situación de orfandad

en que quedaron sus hijos, efectuó el acto de reconocimiento

paterno y posterior solicitud de la tenencia; que el hecho de

que la señora Atkins recibiera ayuda de la municipalidad y cobrara

un plan de asistencia social no constituye prueba suficiente de la

falta de ayuda por parte del actor; que como surge del informe

ambiental (fs.144) se encuentra en condiciones de hacerse cargo de

los niños.

3.2. Expresa el apelante que el fallo resulta contrario a

derecho.

3.3. Peticiona que como medida para mejor proveer se

realice una entrevista con los menores que no han sido escuchados,

en cumplimiento de las normas de rango constitucional (Convención

Internacional sobre los Derechos del Niño).

4. Sobre la procedencia del recurso de apelación.


El recurso no habrá de prosperar, ya que la expresión de

agravios no reúne los recaudos exigidos por la norma procesal

aplicable (art.365 CPCC) por carecer de rigor técnico y de

fundamentos suficientes para controvertir idóneamente lo afirmado

por el juez de grado.

En efecto, para cumplir con la carga que impone el artículo

citado, es necesario que la recurrente efectúe una crítica razonada

y concreta de los puntos del fallo que la perjudican, que debe ser

eficaz (jurídicamente fundada) y puntual (de modo que no pretenda

una revisión indiscriminada de la sentencia), que refute los

argumentos decisivos en los que se apoya la decisión que impugna y

que no se limite a la mera exposición de la discrepancia o

disconformidad de la apelante con el resultado que le es

adverso (cfr. ALVARADO VELLOSO, Adolfo, Estudio Jurisprudencial

del Código Procesal Civil y Comercial, Ed. Rubinzal Culzoni,

T.III, págs.1218/1220; T.IV, pág.544/546; PEYRANO, Jorge W.,

Análisis doctrinario y jurisprudencial del Código Procesal Civil y

Comercial, T.I, Ed. Juris, pág.145/155 y sus citas).

Contrariamente a lo que impone la exigencia apuntada, el

recurso en tratamiento sólo efectúa una vaga formulación de

objeciones que, como tales, no resultan idóneas para fundar la

apelación.

En rigor, el recurrente se limita a reiterar los argumentos


expuestos en la instancia de grado, tanto al deducir la demanda

como en el alegato, pero sin lograr confutar eficazmente, los ejes

centrales por lo que discurrió el razonamiento de la decisión que

le resulta adversa.

En efecto, la sentencia de grado juzgó que Pellegrino había

incumplido sus deberes paternos y que colocó a los niños en grave

peligro moral y desamparo que calificó de voluntario y malicioso,

circunstancias que obstaban la procedencia de la demanda.

En este aspecto, la resolución expresa textualmente que: “No

invalida ni disminuye su responsabilidad la alegada falta de

convivencia o la relación concubinaria, pues sus obligaciones nacen

de la filiación y están dirigidas a velar por el interés y

protección de la minoridad, independientemente de la situación

habida entre los progenitores...”; “...las obligaciones emergentes

de la patria potestad son personalísimas, indelegables e

intransferibles y si el padre abdica de ellas, no se lo puede

premiar con una leve sanción, por mérito de la conducta esforzada

de otras personas” (fs.249 y vta.).

Esta afirmación no es adecuadamente rebatida en el memorial de

apelación, ya que sólo expresa que el mero hecho de no convivir con

la progenitora ni con los niños no permite considerar la falta de

cumplimiento de los deberes paternos.

4.2. Como derivación de lo anterior, la sentencia atacada juzgó

también que los hechos descriptos quedaron ratificados por la


prueba testimonial y por lo actuado por el juzgado de familia que

para otorgar la guarda provisoria en fecha 25.12.2001 a favor de

la demandada -tía materna de los menores- evaluó la intervención

del equipo de preadmisión de la Dirección de Familia; de ello

infirió que ante la situación de crisis, el actor incumplió con sus

deberes de cuidado y asistencia para con los menores ya que quedó

acreditado que al ser abordado por el equipo de preadmisión y

notificado del grave estado de salud de la señora Atkins, antes de

su fallecimiento, negó toda relación y se desinteresó por el

bienestar de los menores.

Con relación a este aspecto, no constituye una crítica seria

para controvertir el fallo impugnado, que se diga en el memorial

del recurso de apelación que no ha quedado acreditado que

Pellegrino incurriera en abandono de sus hijos porque, como surge

de lo declarado por la testigo Irma Castillo, el actor le compraba

cosas a los niños.

Independientemente de la calificación jurídica que se

efectúa en el pronunciamiento cuestionado de que Pellegrino

incurrió en “...abandono y exposición de sus hijos...” y que los

colocó en “...desamparo...voluntario y malicioso...” (fs.249 vta.),

el hecho de que al fallecimiento de la madre de los menores -cuya

tenencia se controvierte entre las partes- el padre no estuviera

atento a la situación en que se encontraban los niños, ni


hubiera reclamado la guarda con la premura que las particularidades

del caso exigían, demuestra si no, falta de interés, al menos la

ausencia de las diligencias que exigían la circunstancias de

tiempo, persona y lugar.

Por lo demás, cabe señalar que la testigo Castillo declaró que

“...él siempre decía que le compraba cosas a los niños...”, pero

añadió también que “...no le consta, que nunca vió cuando compraba

cosas....pero no sabe la vida de ellos afuera ni en la casa

tampoco...” (resp. pos. 4ª, fs.189), lo que revela la escasa

trascendencia del citado testimonio ya que ningún dato relevante

aporta para favorecer la posición del demandante, por no haber dado

razón de lo dicho ni ha podido corroborarlo personalmente.

Frente a esas circunstancias y la ponderación que se hizo en

el fallo apelado de la conducta en cierto modo desinteresada

adoptada por el actor, el alegado estado de shock generado como

consecuencia del fallecimiento de la señora Atkins, que invoca el

recurrente para justificar su actitud de no haber respondido con la

premura del caso en la entrevista que tuvo con los asistentes

sociales, carece de entidad para neutralizar o mitigar la

desaprensión del reclamante, lo que hace suponer la ausencia de

condiciones personales para que le sea discernida la tenencia que

reclama.

Lo contrario importaría admitir como esperable o frecuente


que, ante el fallecimiento de uno de los progenitores el otro pueda

encontrarse relevado de cumplir sus deberes parentales,

circunstancia que no es la consecuencia del normal acontecer de las

conductas humanas y que para que resulte atendible, requiere una

especial demostración que la justifique, prueba que no se ha

producido en el caso.

4.3. Cabe agregar que tampoco se hizo cargo el apelante de los

tramos del fallo que juzgaron que: “Los antecedentes citados son

suficientes para inclinarse por el rechazo de la demanda de

tenencia, pues la guarda que ella implica nunca fue cabalmente

cumplida por el actor. Las pruebas analizadas permiten proyectar

con meridiana certeza que, la observancia de los deberes impuestos

por la patria potestad, tampoco será satisfecha por el actor en un

futuro inmediato” (fs.251 vta.); “En lo relativo a las condiciones

materiales, los elementos aportados en autos tampoco colocan al

actor en una situación favorable para atender al cuidado,

asistencia y protección de los menores” (fs.251 vta., in fine); “En

contraposición con esto, se verifica en autos que la situación

actual de los menores, gracias al cuidado de la guardadora, es

plenamente satisfactoria. El contexto en el cual se cumple la

guarda, constituye a entender del sentenciante, la situación más

apta para asegurar los intereses de los menores” (fs.252); “El

informe ambiental practicado a fs.121, refleja la inserción de los


menores en el ámbito familiar siendo ‘...público que los niños se

han adaptado al grupo familiar pudiéndoselos ver a todos en familia

en actos escolares o paseos públicos’” (fs.252); “La contención

dada a Emanuel y Francisco se advierte también de la lectura de los

informes brindados por la directora del Jardín Nucleado nro. 115 de

Chabás (fs.122) y por la médica pediatra que asiste a los

menores (ver fs.123/124)” (fs.252); “Bajo esta referencia, no cabe

dudas que la guarda discernida a favor de la demandada coadyuva,

fuertemente, a satisfacer ‘el interés superior del niño’ definido

por la Corte Interamericana como...” (fs.252).

Frente a estos argumentos, el apelante no expuso y ni siquiera

intentó persuadir en la instancia de grado ni en esta sede -tampoco

advierte este tribunal- cuáles son las razones por las que

consideraba que el otorgamiento a su cargo de la tenencia de los

niños, tendría virtualidad para tutelar adecuadamente el “interés

superior del niño”, por importar una mejora de las condiciones

actuales en que se encuentran los menores, como tampoco precisó los

inconvenientes que traería aparejado mantener la guarda provisoria

otorgada en su oportunidad, a la tía de los niños.

4.4. Viene al caso señalar que el artículo 3.1. de la

Convención de los Derechos del Niño, con rango constitucional en el

ámbito del derecho público (arts. 75, incs. 22 y 23 Const. Nac.)

establece que: “En todas las medidas concernientes a los niños que

tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social,


los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos

legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será

el interés superior del niño”.

En ese contexto y conforme a lo solicitado por el señor

Defensor General, la Alzada convocó a una audiencia para escuchar a

los menores con la presencia de todas las partes, de cuya

celebración da cuenta el acta obrante de fecha 23.10.2008 y en la

que los niños manifestaron que: “...están contentos de vivir en

Chabás...”; “...Saben que el papá vive en Mendoza, pero que no se

acuerdan de él. No saben cómo se llama y dicen que nunca lo ven.

Dicen que no lo conocen.......Que tampoco les interesa

conocerlo...” (fs.303).

Cabe destacar que la presencia de los menores en todo

procedimiento que pudiera afectarlos resulta esencial, conforme a

lo establecido en la Convención de los Derechos del Niño y en la

ley 26.061 que la internaliza y reglamenta.

En efecto, el artículo 12 de la Convención de los Derechos del

Niño establece que: “1. Los Estados Partes garantizarán al niño que

esté en condiciones de formarse un juicio propio del derecho de

expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al

niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en

función de la edad y madurez del niño. 2. Con tal fin, se dará

en particular al niño la oportunidad de ser escuchado en todo


procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño, ya sea

directamente o por medio de un representante o de un órgano

apropiado, en consonancia con las normas de procedimiento de la ley

nacional”.

Por su parte, la ley 26.061 en su artículo 24 contempla el

derecho del menor a ser oído, el que debe ser respetado en función

del “interés superior del niño” (art.3 ley 26.061), destacando

además que “...Las niñas, niños o adolescentes tienen derecho a ser

oídos y atendidos cualquiera sea la forma en que se manifiesten, en

todos los ámbitos” (art.2 ley 26.061).

Tan es ello así que se considera en la doctrina de los autores

y en la jurisprudencia que la intervención de los menores en el

procedimiento “...ya no es una facultad del juez sino un derecho

constitucional del sujeto en su condición de tal. Puede decirse que

en el contexto de la ley 26.061 así como el interés superior del

niño es un principio guía, el derecho a ser oído representa el

derecho esencial en la economía del referido ordenamiento. Los

cambios sustanciales acaecidos con la reforma constitucional en

este aspecto, así como la normativa nacional 26.061, todavía no han

sido reflejados en los procedimientos judiciales, con los alcances

y extensión que señalan aquellas disposiciones. En realidad, la

intervención del niño en el procedimiento, en tanto se debatan

cuestiones personales o patrimoniales que lo afecten, ya no puede


ser discutido en el estado actual de nuestra legislación. Su

admisibilidad es imperativa, por fuerza de las disposiciones

constitucionales vigentes y de la ley nacional 26.061 que sigue sus

lineamientos” (cfr. SOLARI, Néstor E., Extradición y derechos del

niño, nota a fallo en La Ley, 11.08.2008; KEMELMAJER DE CARLUCCI,

Aída, El derecho constitucional del menor a ser oído, Revista de

Derecho Privado y Comunitario, n° 7, Ed. Rubinzal Culzoni, Sante Fe

1994, págs.157/188; KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída y LAMM, Eleonora,

Pasos jurisprudenciales (dos firmes, otro no tanto) a favor de la

guarda compartida. Una visión comparativa a través del nuevo

derecho español e italiano en la materia, Jurisprudencia

Argentina, fascículo 10, 03.09.2008, 2008-III, págs.3/31, y las

referencias de las autoras al interés superior del niño y el

derecho a ser escuchado en el derecho español e italiano).

La audiencia celebrada con la presencia de los menores

corrobora lo anteriormente expuesto y la conveniencia de mantener

la guarda otorgada en su oportunidad a la tía materna de los niños.

También debe tenerse presente que en un fallo reciente, la

Corte Suprema de Justicia de la Nación, haciendo suyos los

fundamentos vertidos en el dictamen del Procurador General, sostuvo

en relación al denominado “interés superior del niño” al que –como

se ha señalado- aluden diversas convenciones internacionales –y que

en nuestro derecho han merecido consagración legislativa en el


artículo 31 inciso f de la ley 26.061-, que “...ese mejor interés

es lo que define la consistencia de cualquier litis en la que se

discuta la guarda de una persona menor de edad.”, destacando además

que “...para sustraer temporalmente al hijo de su ambiente

habitual, modificando el régimen de vida que llevaba al entablarse

la relación litigiosa, deben mediar causas muy serias relacionadas

con su seguridad o la salud moral y material.” (v. CSJN,

29.04.2008, “Recurso de hecho deducido por la actora en la causa

M.D.H. c. M.B.M.F.”, 29.04.2008, en Zeus, bol. del 30.06.2008,

Revista n° 9, T.107, fallo nro. 17.017, págs.468/476 y los

fundamentos y la copiosa bibliografía que se cita en el dictamen

del Procurador Beiró de Concalvez; v. tb. el fallo en La ley,

28.05.2008, fallo n° 112.527, con nota de SOLARI, Néstor, Criterios

de atribución de la tenencia en un fallo de la Corte Suprema).

Se puntualizó en esa decisión que: “En los litigios como el

que nos ocupa hoy, se encuentra claramente comprometida la salud

del niño, considerada en la acepción más amplia del término, tal

como lo hace la Constitución de la Organización Mundial de la

Salud. Va de suyo que un cambio de guarda –a pesar de su carácter

eminentemente precario- es siempre un asunto de extrema

trascendencia para el hijo. Esta sola observación, impone un juicio

que balancee con especial esmero las consecuencias del infante en

términos beneficio-daño, valoración que ha de abarcar


ineludiblemente la evaluación del impacto psicológico del

desarraigo. Entiendo, pues, que en los procesos en los que se

debate la custodia de un niño, ese derecho a la salud –reconocido

como atributo inherente a la dignidad humana y, por ende,

inviolable-, interpela directamente a los Jueces, como una manda de

jerarquía superior, que reclama la búsqueda de los medios más

idóneos para su consagración efectiva” (del dictamen del Procurador

General de la Corte en el fallo cit.).

Con referencia a anteriores precedentes, también se recordó en

el fallo citado que: “...la regla del art. 3.1. de la CDN que

ordena sobreponer el interés del niño a cualesquiera otras

consideraciones, tiene –al menos en el plano de la función

judicial donde se dirimen controversias-, el efecto de separar

conceptualmente aquél interés del niño como sujeto de derecho de

los intereses de otros sujetos individuales o colectivos, incluso,

llegado el caso, el de los padres. Por tanto, la coincidencia entre

uno y otro interés ya no será algo lógicamente necesario, sino una

situación normal y regular pero contingente que, ante el conflicto,

exigirá justificación puntual en cada caso concreto”.

“En otro orden de ideas, se afirmó que en la medida que todo

cambio implica un ‘trauma’ para el niño debe demostrarse que de no

llevarlo a cabo le causaría un daño mayor o más grave”.

“Tales reglas hermenéuticas son las que deben regir la


solución del caso, sin que resulte óbice para ello que el

expediente citado haya sido sobre una adopción y el presente acerca

de una tenencia, pues en definitiva, lo que se trata de interpretar

es el ‘interés superior del niño’ (art. 3.1. de la Convención sobre

los Derechos del Niño) ante decisiones que puedan perjudicarlo”

(CSJN, fallo cit. supra, del voto del doctor Zaffaroni; cfr. tb.

sobre el “interés superior del niño”, CSJN, 19.02.2008, “G., H. J.

y otra”, del dictamen del Procurador General de la Corte, en

Lexis Nexis, 2008-II, fascículo 8, 21.05.2008, con nota de

SAMBRIZZI, Eduardo A., la Corte Suprema de Justicia de la Nación

reitera su doctrina sobre la conveniencia de no modificar, en

principio, situaciones de hecho consolidadas en materia de guarda

preadoptiva, págs.22/31; CSJN, 28.05.2008, “Lagos Quispe,

Leonidas”, en La Ley 11.08.2008, fallo n° 112.750, con nota de

SOLARI, Néstor, Extradición y derechos del niño).

Por las consideraciones expuestas, corresponde rechazar la

apelación.

En consecuencia, sobre la primera cuestión, voto por la

afirmativa.

Sobre esta misma cuestión, el señor vocal doctor Silvestri, a

quien le correspondió votar en segundo lugar dijo: Que adhiere a

los fundamentos expuestos por la señora vocal doctora Serra, y vota

por la afirmativa.

Concedida la palabra al señor vocal doctor Ariza, a quien le

correspondió votar en tercer término, y a esta cuestión dijo: Que


coincide con lo manifestado por la señora vocal doctora Serra y

vota afirmativamente a esta cuestión.

Sobre la segunda cuestión la señora vocal doctora Serra, dijo:

Atento al resultado de la votación anterior, corresponde

rechazar el recurso de apelación.

Las costas de la alzada debe ser íntegramente impuestas al

recurrente vencido.

Los honorarios de los abogados que actuaron en esta sede deben

ser regulados en el cincuenta por ciento (50%) de los que se fijen

en definitiva en la instancia anterior.

Así voto.

Sobre esta misma cuestión el señor vocal doctor Silvestri,

dijo: Que coincide con la resolución propuesta por la señora vocal

preopinante, y vota en la misma forma.

Concedida la palabra al señor vocal doctor Ariza, a esta

cuestión dijo: Que concuerda con lo expresado por la señora vocal

preopinante y vota de la misma manera.

Por tanto, la Sala Primera de la Cámara de Apelación Civil y

Comercial de Rosario, RESUELVE: 1. Rechazar el recurso de apelación

deducido por la parte actora contra la sentencia número 941 del

17 de agosto de 2006. 2. Imponer las costas de la alzada

íntegramente a la recurrente vencida. 3. Regular los honorarios de

los abogados que actuaron en esta sede en el cincuenta por ciento

(50%) de los que se fijen en definitiva en la instancia anterior.

Insértese, hágase saber, bajen y déjese nota marginal de esta


sentencia en el protocolo del juzgado de origen. (Expte. Nro.

86/2007). mm.

SERRA

SILVESTRI ARIZA

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