Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El presente ensayo consta de dos ideas principales: la primera es que la gran revolución
del dinero ya fue; y que el resto han sido meras innovaciones sobre dicha invención. La
segunda es que “el dinero del futuro” no es sinónimo del “futuro del dinero”; pues pude que
sí como puede que no. Si usted quiere saber por qué afirmamos lo primero o negamos lo
segundo… le invitamos a seguir leyendo.
La revolución cognitiva
Comencemos por el principio: el dinero no es una entidad eterna, en el sentido de que no
ha existido siempre; sino que fue creado en algún punto de la historia humana… posterior
al comunismo primitivo de los cazadores-recolectores que practicaban el trueque, y anterior
a nosotros, los productores-consumidores que practicamos el comercio en la sociedad
capitalista contemporánea. Lo que sí parece ser cierto es que el dinero es un fenómeno
típico de la vida inteligente; y de hecho, un gran hito o avance de la civilización. En otras
palabras; dada la vida tal y como la conocemos: solo el ser humano, o como lo bautizamos
los economistas, el homus economicus; posee mente, cultura o historia, y dinero. Tal y
como lo reconoce el gran historiador Yuval Noah Harari1:
“El desarrollo subsiguiente de estas culturas humanas se llama historia (…) Tres
revoluciones importantes conformaron el curso de la historia: la revolución cognitiva marco
el inicio de la historia hace unos 70.000 años. La revolución agrícola la acelero hace unos
12.000 años. La revolución científica, que se puso en marcha hace solo 500 años, bien
pudiera poner fin a la historia e iniciar algo completamente diferente”.
Por tal razón; hoy podemos decir que la revolución cognitiva que marcó el fin de la
prehistoria y el comienzo de la historia: habría de gravar en la historia de nuestra civilización
las grandes densidades poblacionales, la producción en masa y los excedentes, la gran
acumulación del capital y la cultura, y el desarrollo tecnológico e institucional de la sociedad;
merced a las grandiosas revoluciones agrícola, industrial, verde, y la celebérrima revolución
del bienestar… además de la gran revolución del dinero. Tanto así que a la sociedad
tecnológica contemporánea también se le conoce comúnmente como capitalismo moderno;
justamente en razón de la gran importancia económica o productiva que tiene el dinero en
nuestra sociedad, tanto en términos comerciales como financieros. Pero también es cierto
que el dinero no fue creado en la sociedad contemporánea, sino que ha ido mutando al
mismo tiempo que la civilización ha ido avanzando; adaptándose así cada vez más a las
necesidades contables, económicas y financieras de la sociedad.
1
Debate, 2013. Sapiens, de animales a dioses: Una breve historia de la humanidad. Introducción, página 15.
La revolución del dinero
Pero a fin de cuentas: ¿Qué es el dinero? El dinero es una institución económica, o si usted
prefiere otros términos, una tecnología social. Pero de cualquier manera la institución del
dinero representa una herramienta o instrumento tecnológico; que le permite a la sociedad
manejar mucha más complejidad en las relaciones o asociaciones económicas, aunque con
mucha más agilidad y seguridad o menos incertidumbre. En resumidas cuentas: la
institución o tecnología del dinero potencia el desarrollo de las redes sociales y económicas,
a la vez que optimiza notablemente tanto los costos de transacción como de información
de dichas relaciones o asociaciones. Pero para entender mejor la razón detrás de la
revolución del dinero, vamos a compararlo con su antecesor histórico, el trueque. De
entrada: piense el lector en cuántos precios relativos se requerirían para describir un
mercado con miles de productos. La respuesta es un número del orden de los millones; y
de hecho, crece con el cuadrado del número de mercancías.
Pero esa es solo una prueba circunstancial; he aquí la verdadera razón del triunfo del dinero
sobre el trueque: mientras que el trueque se hallaba limitado a un mero punto del espacio-
tiempo, el dinero que le sucedió se halla repartido por una zona cada vez más amplia del
mismo. Así que el dinero expandió el horizonte espacio-temporal de las relaciones
económicas en la sociedad: pues mientras que el trueque requería la coincidencia de
deseos, o necesidades y capacidades, tanto en un mismo lugar geográfico como al mismo
tiempo; lo cual parece muy natural para el intercambio de recursos o mercancías… el dinero
no requiere tal coincidencia simultanea de deseos, u oferta y demanda; sino que en principio
basta con que solo una de las partes necesite algo de la otra, y esta otra también necesite
algo de esa otra; y así sucesivamente crezca la cadena, relacionando a terceros, hasta que
vuelva eventualmente a satisfacer las necesidades del primer eslabón, y así
simultáneamente con muchas cadenas. La clave se halla justamente en la creación de tales
cadenas comerciales –y financieras- más avanzadas; para remplazar aquellos puntos de
trueque, más primitivos.
En la creación de tal red mercantil y monetaria, subyace justamente el gran potencial del
dinero: que ciertamente redujo los costos de transacción e información en las relaciones
económicas, es decir, el precio o sobrecosto de buscar y lograr aquella coincidencia de
oferta y demanda. Pero más importante aún, confeccionó una gigantesca red económica –
productiva, comercial, financiera-. Tan grande que en el mundo actual, nuestra red
económica es mucho más grande que nuestras celebres redes sociales en internet; lo que
pasa es que mucha gente, aún desconoce su grandeza. Si el lector quiere hacerse una idea
de la magnitud de nuestra red económica y mercantil; le invitamos a leer un breve cuento
escrito por el señor Leonard Read, que narra la historia de un lápiz: el cuento se llama “Yo,
el lápiz: mi árbol genealógico según fue narrado a Leonard E. Read”.
Pero volviendo al tema… en nuestra humilde opinión: ¡la revolución del dinero ya se hizo!
Fue el paso de la economía natural a la economía monetaria, un gran hito de la civilización.
Y lo que resta por hacer, aunque pueda ser grandioso; y logre alargar o agilizar aún más
aquellas cadenas comerciales, y mejorar aún más la red económica de la sociedad; y
reducir todavía más aquellos costos de transacción asociados… serán solo refinamientos
del mismo, posibles gracias a los avances informáticos de la sociedad tecnológica. Pero no
queremos que nos malinterpreten: ¡el dinero es grandioso! Y la revolución del dinero fue un
gran hito de la civilización. Simplemente estamos compartiendo nuestra gran admiración
por la institución o tecnología del dinero.
Aun así tal institución, pese a sus grandes bondades o beneficios económicos; también
tiene sus problemas o retos económicos y políticos. Muchas veces subproducto de nuestra
ignorancia sobre el funcionamiento del dinero; aunque a veces también resultado de la
codicia excesiva e indiferencia -o corrupción- de las elites económicas y políticas de la
sociedad. Así por ejemplo: mucha gente aún cree, como lo creían los mercantilistas de la
edad media, que el dinero tiene un valor real; lo cual es un gran error, porque el dinero solo
tiene un valor virtual o nominal; en tanto que su valor real depende en ultimas, obviamente,
del trabajo de la población y la producción de la sociedad.
Además: aunque la acumulación del capital ha potenciado muchísimo el crecimiento
económico de la sociedad, también ha posibilitado su gran desigualdad; debida tanto a la
propia concentración y gravitación del capital, como a la apropiación de la legislación
política por parte de las elites económicas. Y es que si la primera ley del capitalismo es el
crecimiento económico, basado en la acumulación de capital; su segunda ley, sería la
desigualdad económica, también basada en aquella acumulación de capital. Pero esa ya
es otra historia: la historia de la desigualdad socioeconómica y geopolítica; y de las
instituciones sociales o económicas y políticas… explotadoras o extractivas versus las
equitativas e inclusivas. Por ahora, volvamos al tema de la futurología del dinero.
2
Salvat, 1995. Extinción: la desaparición de las especies vivientes en el planeta. Capítulo 1, página 10.
bolsillos. El futuro estará marcado por tres tipos de invenciones que ya han empezado a
suceder ahora: el dinero electrónico, las billeteras virtuales y la moneda virtual 3.
Para el comercio, el dinero en efectivo supone un coste. Por un lado hay que recogerlo y
guardarlo en un lugar seguro. Es necesario custodiarlo, así como luchar contra las
falsificaciones que los amables clientes tienden a ‘colarnos’. Además, han de realizar simples
pero largas cuentas diarias para que la caja cuadre. El dinero digital no tiene estos costes.
Es más difícil de robar, no hay billetes falsos, y la caja cuadra sola con un clic de ratón. El
dinero digital es mucho más asequible y da menos problemas (…) Esto ocasiona serios
gastos para los países y las administraciones. Pensemos en la seguridad que conlleva
diseñar, imprimir y revalidar cada billete expedido. Los costes de transporte, seguridad,
almacenamiento o tecnología para evitar su plagio, algo que acaba pasando siempre,
parecen cada vez menos justificados. Los costes digitales son mucho más bajos y
asequibles4.
En términos claros y concisos, puede decirse que el dinero está destinado a convertirse en
digital. Esta conclusión general se desprende del estudio de la larga evolución histórica del
dinero y de su probable relación con las futuras transformaciones socioeconómicas.
Históricamente, a lo largo de milenios, el dinero ha tendido, progresivamente, a hacerse más
abstracto o a ir plasmándose en una representación meramente simbólica disociada de
cualquier materialización física concreta (…) Desde el punto de vista económico, puede
argumentarse que la lenta introducción de los nuevos sistemas de pago, indispensables para
generalizar el dinero digital en la economía, está causando elevados costes, públicos y
privados; esos costes no sólo incluyen los costes obvios, generados directamente por los
gastos de gestión, compensación y vigilancia del dinero efectivo, sino también las pérdidas,
menos evidentes, ocasionadas por las dificultades que conlleva el operar la transición hacia
una "nueva economía de elementos intangibles". Desde esta posición ventajosa de "coste
de oportunidad", los sistemas de pago digital instantáneo, que van implantándose en la
economía, constituyen una parte esencial, pero aún no suficientemente desarrollada, de la
infraestructura necesaria para que florezca la economía global y altamente informatizada del
mañana, en la que el comercio electrónico, en cualquiera de sus formas, será,
probablemente, uno de los elementos determinantes del éxito general de la economía5.
Pero también hay un panorama más pesimista, también posible; el de los mundos pos-
apocalípticos, como por ejemplo: reinados imperialistas organizados y administrados por
las naciones o estados más ricos; las potencias mundiales, tecnológica, industrial y
militarmente más poderosas; para monopolizar los recursos minerales y energéticos más
escasos, y valiosos o útiles para su sustento y desarrollo. Holocaustos tecnológicos
subproducto de una gran guerra mundial; o apocalipsis ecológicos resultado del desarrollo
tecnológico e industrial de la sociedad, indiferente con el habitad o medio ambiente.
Etcétera accidentes o catástrofes sociales, tecnológicas, ecológicas; potenciales de la
sociedad tecnológica capitalista, tanto de su latente hacinamiento poblacional como de su
patente pobreza e inequidad, y sus conflictos socioeconómicos o geopolíticos globales. En
tales escenarios la civilización casi que se habría colapsado, y con ella, también la
institución del dinero; en cuyo caso en el futuro no habría dinero, ni el dinero tendría futuro.
3
Recuperado de: http://blog.cobiscorp.com/el-desarrollo-del-dinero-y-su-futuro
4
Recuperado de: https://www.nobbot.com/futuro/veremos-el-final-del-dinero-en-efectivo-la-tecnologia-
podria-desbancarlo/
5
Recuperado de: https://www.theeconomyjournal.com/texto-diario/mostrar/757802/futuro-dinero
Por supuesto; solo se trata posibilidades, quizás no las más probables; pero al fin y al cabo
posibles, y además, las más desafortunadas o desastrosas. Así que en cuestión de
futurología social, lo mejor es tenerlas muy en cuenta también. Además porque la historia
de la civilización está plagada de ejemplos de catástrofes sociales a menor escala; y sus
cajas negras señalan una y otra vez, a los conflictos socioeconómicos o geopolíticos como
la clave de dichos siniestros… estancamiento económico, inestabilidad política y desorden
social, insustentabilidad financiera e insostenibilidad ecológica. De hecho; varias de tales
cajas negras, provienen del siglo pasado: varias crisis económicas y financieras en las
naciones en vía de desarrollo y desarrolladas, otras tantas guerras civiles y golpes de
estado en las naciones subdesarrolladas, unas cuantas crisis económicas o financieras
globales y un par de guerras mundiales; además del colapso de algunos estados
socialistas, peleados ideológicamente con el resto de la sociedad capitalista. Así que: ¿Por
qué algo así no podría pasar a mayor escala; en una sociedad tecnológica global como la
nuestra, o quizás aún algo más avanzada en el futuro?
Por tal razón; debemos recordar que el dinero constituye solo una institución o tecnología
social; al servicio de nuestra voluntad económica, política, social y ecológica: ni tampoco
debemos olvidar que su valor y utilidad social depende de la escasez de recursos del
habitad, del trabajo o la producción y el ahorro de la población, e incluso del avance
tecnológico de la sociedad; además de algunas otras variables macroeconómicas, tales
como el valor y la volatilidad de los precios o la inflación, y la tasa de interés o la tasa de
cambio. Y quizás más importante aún; de que no haya crisis económicas o financieras y
políticas, ni mucho menos ecológicas, que desvirtúen su valor o legitimidad social.
De suerte que si, por ejemplo, algún recurso del habitad fuera bastante escaso, y además,
demasiado necesario para el funcionamiento y sostén de la sociedad, o de los estados
nacionales y sus elites… el sesgo podría ser lo suficientemente grande como para minar la
funcionalidad u operatividad del dinero, y por ende, ocasionar una crisis en la economía de
mercado; tanto en su papel de informante de los precios relativos de las mercancías, como
de asignador o repartidor y optimizador de los recursos y actividades en el mercado (algo
similar, por ejemplo; al caso de las estanflaciones e hiperinflaciones: solo que para algún
recurso en especial, al menos en principio; como el agua o el petróleo, algún material o
mineral particular, algún metal peculiar, o alguna fuente de energía especial). Y allí se halla
el riesgo; justo en tales crisis: pues entonces algunos agentes o grupos económicos y
políticos poderosos, podrían tener el incentivo de usar su poder para organizar y administrar
la sociedad, justamente tratando de monopolizar aquellos recursos escasos tan valiosos;
resultando quizás en luchas de poder y guerras por los recursos productivos, minerales,
energéticos del ambiente.
Tal y como ha ocurrido muchas veces en la historia, y también sucede en la sociedad
capitalista actual; solo que en el futuro de la sociedad tecnológica, podría ocurrir otra vez
como antaño, al margen de la actual economía de mercado y la democracia o legitimidad
del estado social. Tal y como lo reflexiona el gran antropólogo Marvin Harris6:
Antes de la revolución del combustible, las plantas y los animales eran la fuente principal de
energía para la vida social. Esparcidos sobre la tierra en millones de granjas y aldeas, plantas
y animales absorbían la energía del sol y la convertían en formas apropiadas para el uso y
6
Salvat, 1986. Caníbales y reyes: Los orígenes de la cultura. Epilogo y soliloquio moral, página 243
el consumo humanos. No estaban menos dispersas otras fuentes de energía, como el viento
y las caídas de agua. La única forma que tenían los déspotas de interceptarle a la gente la
provisión de energía, consistía en negarle el acceso a la tierra o a los océanos. Esta era una
tarea sumamente difícil y muy costosa en casi todas las condiciones de clima y de terreno.
Sin embargo, era mucho más fácilmente manejable control del agua. Y allí donde podía
controlarse el agua, podían controlarse los vegetales y los animales. Además, dado que
plantas y animales eran la principal fuente de energía, el control sobre el agua significaba el
control sobre la energía. En este sentido, los despotismos de la sociedad hidráulica eran
despotismos energéticos... pero sólo en una forma muy indirecta y primitiva.