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El Ojo Breve / Servicios críticos

Por

Cuauhtémoc Medina

(20-Ago-2003).-

El Perro. Ex Teresa Arte Actual. Licenciado Primo Verdad 8, Centro


Histórico. Martes a domingo: 10:00 a 18:00 horas.

En "El tercer hombre" (1949), el clásico del cine negro británico,


Holly Martins (Joseph Cotten) se topa en la calle con su amigo
Harry Lime (Orson Welles). Sorprendido, pues supuestamente Lime
había muerto arrollado por un camión, Martins lo persigue pero le
pierde el rastro en una plaza donde sólo se alza un kiosko
iluminado por la luna. Al día siguiente, la policía descubre que ese
kiosko es una vía de escape: desde su interior sale una escalera
que conduce a la red de canales y tuberías del desagüe.

Inspirados en esa escena fílmica, tanto como en la reputación de


criminalidad de la Ciudad de México, el colectivo madrileño El
Perro construyó un prototipo de mueble urbano donde el
ciudadano o el turista que está (o se cree) a punto de ser atacado,
puede encontrar refugio. El gabinete metálico, iluminado con una
intensa luz roja, viene provisto de un botón de pánico. Cuando el
espectador, sin pensarlo demasiado, ingresa al mueble y oprime el
botón, suena una alarma y la puerta se cierra, aislando a la posible
víctima de cualquier amenaza. Como es obvio, el refugio es una
trampa donde el visitante queda aprisionado hasta que tres o
cuatro minutos después un guardia lo rescata.

El dispositivo titulado Security On Site opera como una fábula de la


lógica contraproducente que envuelve a la manía contemporánea
de la "seguridad". Como demuestran los barrios-ciudadelas
"protegidos" por rejas, calles cerradas y guardias, las medidas de
protección brindan al cliente una sensación de inmunidad a costa
de la anulación de su libertad.

No es casual que la obra aparezca como el simulacro (o el


prototipo) de un objeto utilitario, es decir, como una trampa
estética que se ofrece bajo la apariencia de la prestación de un
servicio. Sus creadores, los miembros del colectivo El Perro, han
ubicado su trabajo en el intersticio entre la fantasía mediada por la
cultura de masas y la ilusión de satisfacción que ofrece la
economía contemporánea de servicios, lo mismo en su versión
privada que la del estado reducido a convertirse en el proveedor
de represión para el cliente-ciudadano.

Por más de un lustro, el colectivo El Perro (integrado por Ramón


Mateos, Iván López y Pablo España) ha venido ejerciendo la tarea
de crear productos artísticos específicos, a la par que cumple la
función de articular proyectos curatoriales y editoriales que
aglutinan a una parte significativa de la escena artística
"alternativa" española.

Si el nombre mismo del colectivo sugiere indocilidad y fiereza, es


porque en un país donde tanto instituciones como participantes
culturales padecen frecuentemente los estragos de una cierta
sobreprotección, El Perro ha permanecido fiel a una ética de
autoorganización. En el 2000 y el 2001, el trío organizó festivales
de intervenciones de arte público en el pequeño Ayuntamiento de
Alcorcón, en España, y en el 2002, en colaboración con Paco
Barragán, curó la exposición internacional De Luxe, sobre la
manera en que el arte contemporáneo aborda la estética del
consumo. Adicionalmente, el colectivo edita la revista temática
¿Qué hago yo aquí?, una publicación organizada en torno a las
cinco preguntas fundamentales (¿qué?, ¿quién?, ¿dónde?, ¿cuándo?
y ¿por qué?) del quehacer artístico.

Desde su oficina en la calle Santa Teresa 12, en Madrid, El Perro


administra también la pseudocompañía Soluciones Integrales para
la Ciudad, dedicada al diseño de un tipo especial de mobiliario
urbano que incluye máquinas de actividad democrática para
consultar constantemente a la población, habitáculos exteriores
que alojarían cómodamente en cápsulas a los sin-techo y los
amantes, y vehículos dotados de cámaras para proyectar imágenes
de explosiones en las calles de la ciudad. Varios de esos
mecanismos críticos (o la documentación que los acompaña)
pueden ser vistos en Ex Teresa. Todos están definidos por la
relación entre un supuesto servicio mercantil y una ilusión
mediática, que ya sea provee al "producto" del estilo de
propaganda que lo vuelve verosímil o del fetichismo que pareciera
otorgarle urgencia.
Por ejemplo, Amunition Deli (2002), una máquina expendedora de
balas similar a los dispensarios de condones de los baños
públicos, viene acompañada de un fragmento de la película Le
Sam"urai, de Jean-Pierre Melville, donde dos gángsters se amagan
con una pistola invisible. El efecto de esa secuencia es sugerir la
necesidad de munición como una especie de satisfacción
fantasmal, la aspiración de un machismo abstracto. Y en un
proyecto especialmente relevante en un tiempo donde España ha
adoptado el rol de convertirse en el policía migratorio de Europa,
El Perro exhibe la documentación del proyecto Wayaway (2001),
una supuesta campaña para promover una compañía dedicada al
tráfico ilegal de personas, que hipotéticamente utilizaría embalajes
para obras de arte a fin de crear cabinas donde transportar
personas de un lado a otro del mundo. Imitando los videos de
instrucciones de emergencia de las compañías de aviación,
Wayaway transforma la estética de los habitáculos personales
nomádicos de artistas como Andrea Zittel y el Atelier Van Lieshout
en una crítica política de la dicotomía de inmigrantes y viajeros en
la era de la comunicación global.

Con toda su ironía psicológico-comercial, la obra de El Perro


sugiere que trabajar de forma colectiva ya no es una referencia
nostálgica a la política utópica. Más bien es una estrategia para
pensar el estatuto de la práctica artística cuando la estética está en
vías de convertirse en una mera producción corporativa.

Comentarios: cmedin@yahoo.com

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