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SSUIULUAT SOT
sesed uyiqedLos LEMMINGS
“Un rebafio de Puercoespines se apretujaba estrechamente en.
un fifo dia de invierno, para protegerse de la congelacion con el
calor mutuo. Pronto empezaron, sin embargo, a sentir as pias
‘de los demas; lo cual hizo que se alejasen de nuevo. Cuando la
necesidad de calor los aproximaba otra vez, se repetia este se-
undo mal; de modo que se movfan entre ambos sufrimientos,
hhasta que encontraron una distancia conveniente dentro de la
‘cual podian soportarse de la mejor manera
‘Arthur Schopenhauer.
dictadura fue la musica disedfegtuve en ellugar equivocado
endimomento equivocadY si nd mirenme: en mi pieza:¥Seubo
de volver del cine Lara, de aventda de Mayé\Qvengo de ver "La
Caneign es la misma”, de Led Zeppeliffedos Tos sbados fbamos
Con mis amigos a ver esa misma pellcigfEn la trasnoche¥i bien
ferminaba yo me tomaba el colectivo pia llegar rapido a casa y
{Ginblarme de ropa Shor ns toppers negras, el pauelo que wsa-
baeneleuelo, los jeans yelsaco negro caen desordenadossobrela,
cian io rel ela suelo
Jos pihvados azules, las bolas negras pn taco, una camisa de seda
blanca, el saco blanco con hombreras§ite aliso los rulos con glos-
tr pats oy un avast nee
de salir me mito tel espe del roperopPerfeciaTQuiero oder ix
Carminando con fa tranquilidad de quele discoteca es mi segunda
asa. No esté mal, me digo, llevar esta dable vida por amor.
ara que se entienda cudl era Ia sefal que estaba tatiada en
aquel ciclo gris de fines de los setenta (side veras quieren escuchar
fa historia de amor con final morta), ahi va. Empieza durante
tse perfodo de nuestra vida llamado Escuela Primaria, Estoy en ¢l
patio del colegio Martina Silva de Gurruchaga. Hace un frfo letal.
Es el segundo recreo, el mas largo. Quinto grado. Me cost6 mucho:
Negar hasta ahi. A mi lado esta Mariano Gatto, mi mejor amigo de
‘ese afio, Durante la primaria tuve un mejor amigo por afio. En Jas.
hormallas de a cocina del colegio se calentaba el mate cocklo que10 Fanlan Casas
nos daban todos los dias acompaftado con un pan miserable, en el
tercer recreo, De golpe, Gatto me dice que mire a esa chica que se
esté inclinando en el bebedero para tomar agua. Con las manos se
‘sujetaba el cabello castafio, para que no se le interpusiera entre el
‘choro de agua y la boca. Y, al inclinarse, el guardapolvo tableado
hasta las rodillas se le ba levantando dejando al descubierto unos
muslos tensos. Todo esto aderezado con unas medias marrones,
tres cuartos, que penetraban en los mocasines negros. Sentf por
primera vez, sin ninguna duda, que me gustaban las mujeres.
Enseguida me puse a investigar... Tenia un hermanito en
tercer grado, su padre era taxista y su madre era gorda, jcomo la
mia! Vivia en el piso nueve del edificio de la esquina del colegio,
en Independencia y Boedo. Yo vivia en Estados Unidos y Boedo,
‘a.una cuadra y media, Desde la esquina de mi casa podfa ver el
‘echo metélico de st baleén. A veces, durante la noche, estaba ilu-
‘minado. Vefa sombras que se movian en ese recinto bendito. Meses
mirando ese punto como si fuera un faro. Y cuando volvia de las
vacaciones corrfa hasta la esquina para ver si seguia estando abt.
‘Tenfa miedo de que a alguien se le ocurriera demolerlo.
Por otra parte... Durante un afio no avancé mucho... En rea-
lidad nada. Supongo que inconscientemente esperaba que el
destino pusiera tna ficha a mi favor y que de golpe yo me encon-
trara con ella en brazos, salvéndola de un incendio en el colegio. Y
aunque no avanzara ni un milimetro en mi tarea de conquistarla,
y aunque ella pusiera sobre mf la misma expectativa que deberia
Sentir rente a cualquier objeto insignificante, miatencién no cedia
ni un minuto. Yo la seguia con la mirada en los recreos y clasificaba
st conducta como si el FBI me hubiese encargado un trabajo mi-
nnucioso, Llevaba un fichero mental. Patricia Alejandra Fraga. Sexto
grado, Amigas en el colegio: dos, Una japonesa de nombre por aho-
ta desconocido. La otra ¢s gorda, usa medias blancas enrolladas y,
‘como tiene piernas musculosas, Ios chicos la llaman Pinino Mas.
Las tres caminan del brazo en los recreos.
‘Cuando nos juntébamos con Gatto para hacer los deberes,
intercambidbamos informacién sobre nuestra chica. Si la habéan
visto sola comprando en el mercado de Independencia, si iba al
cine y a cual de todos los que habia en Boedo, qué pelicula habla
visto, etc... Es taro, cuando lo pienso ahora, pero seguramente la
sensacién de que ella era imposible de conquistar nos hermanaba
‘en vez de enfrentarnos. “El afio que viene va aestar en séptimo yse
Los Lemmines "
nos va air’, me decia Gatto, mientras pulsaba el Ludomatic. “Elafio.
{que viene’, rumiaba yo en mi cama antes de dormirme.
‘Terminaton las clases. Mis viejos me llevaron a Mar del Plata
para pasar unas vacaciones en el coraz6n del bronceador. Terminé
tl verano. Entré a sexto. Ella entr6 a séptimo. Estabamos en laram~
pa final. Entonees decid hacer saque y volea. Un dia, frente al com-
binado de mi vieja, con un vascolet en la mano, repasé mi archivo
mental lentamente, como esas personas que caminan mirando
la vereda porque perdieron la billetera. Entre mis pertenencias
de tantos meses de investigaciones obsesivas aparecié un nenito
rubién con corte taza, quien estaba en tercer grado. El hermanito
de Fraga. Tenfa que conseguirlo a él para acercarme a ella. Lo vefa
clarisimo. Una alegria inmensa empez6 a altar en mi pecho. Bra la
Gran Idea, superior atin ala IDEA de Hegel o de cualquier otro ale-
man trasnochado... Sin dudas mis pensamientos se potenciaban
frente al combinado. Siempre habia sido ése mi lugar de reflexidn.
Abria sus puertas y tenia —a la derecha— la bandeja de discos, la
radio inmensa; y —a la izquierda— las botellas de diferentes co-
Totes de las bebidas finas que tomaban mis viejos cuando venfan
visitas. Me gustaba escuchar los discos de mi vieja. Los Plateros,
Nicola Di Bari, Roberto Carlos... Escuchaba la voz. aguardentosa
de Di Bari cantando: “Es la historia de un amor como no hay otro
igual/ que me hizo comprender, todo el bien todo el mal/que le dio
luz a mi vida/apagéndola después..." Ese tema me ponfa fichas.
Imaginaba, mientras lo escuchaba, que me daban un premio por
meter goles en el torneo del colegio. Patricia estaba en la tribuna y
le preguntaba a la japonesa cul era mi nombre... Yo soy el héroe
del turno mafiana, hermosa, el megagoleador de todos los tiem-
pos... Tomaba un sorbo de vascolet...
“Angel era el nombre de la criatura. El chanchito que me haba
propuesto adobar para llegar a Fraga. Cuando lo vefa correr por el
patio del colegio, me trastornaba pensando en la intimidad que
4 tenfa con ella... Seguramente dormia en la pieza de al lado.
La veia cuando ella salfa del bao y cuando se levantaba... La
escuchaba hablar por teléfono... Mle empecé a acercar de a poco.
Le regalé figuritas que yo le robaba a mi hermanito. Y una vez que
me habl, lo invité a jugar al fitbol en el baldfo de la calle Agrelo.
Era un lugar mitico donde fbamos los mas grandes del colegio.
Antes habia habido ahf una calesita horrenda que por suerte
fue demolida. Y al lado se alzaba la masa negra de la fabrica de