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JOSÉ SANTIAGO JIMÉNEZ RUBIANO

I TEOLOGÍA
HISTORIA DE LA IGLESIA ANTIGUA – Iº INFORME FECHA: 12/02/19
Nociones preliminares
La historia de la humanidad, de la que la historia de la Iglesia forma parte, no es simplemente
algo que ha sucedido, sino algo que ha comenzado y camina hacia su fin. Los hombres de
cada época, a pesar de su común identidad permanente, son siempre distintos de los de otra
época anterior o posterior, de tal manera que la historia es maestra de la vida, porque hace
sabios a los hombres de una vez por todas.
La historia es acontecimiento, es proceso de hechos que acaecen en un mundo dominado por
el hombre; pero la historia es también narración, explicación de cómo ha llegado a ser posible
este mundo en que viven los hombres que han entrado ya en el tercer milenio después de
Cristo. Y así los hechos históricos en cada época de la trayectoria de la humanidad por este
mundo, adquieren la categoría de signos de los tiempos porque más allá de su singularidad,
manifiestan unas tendencias universales (GS 9) y por consiguiente, la historia no es
solamente un mero acontecer humano, sino también acción salvífica de Dios, porque la gracia
de Dios entrevera la singularidad de cada acontecimiento humano, pues Dios, en el misterio
de la encarnación, se ha introducido en la historia; es decir que él que es Eterno se ha metido
en el tiempo.
De esta manera, la historia de la Iglesia propiamente dicha tiene su punto de partida en la
etapa actual de la historia de la salvación que empezó con la encarnación del Hijo de Dios, y
por ello la historia es un elemento esencial de la Iglesia; lo que es la Iglesia lo dirá su historia;
la Iglesia se manifiesta como realidad histórica en sí misma, como una entidad que se
desarrolla y se realiza en la historia, y por ello al comienzo y el final de la historia de la
Iglesia se apoyan en los sillares teológicos de la Revelación y de la Encarnación que son los
presupuestos de la historicidad del cristianismo. Teniendo claro que la revelación de Dios se
inicia, remotamente, con la aparición del hombre, e inmediatamente, con la elección del
pueblo de Israel y su historia consignada en el Antiguo Testamento.
La historia de la Iglesia es una parte de la historia de la salvación porque toma su punto de
partida en la encarnación del Verbo; y con la venida de Cristo se inician los últimos tiempos,
lo que lleva a decir que la historia de la Iglesia es teología porque su origen y posterior
desarrollo están bajo la permanente acción del Espíritu Santo, que solamente puede ser
percibida a la luz de la fe. La historia de la Iglesia es también ciencia empírica en el más
genuino sentido de la expresión, porque su objeto es también una institución temporal,
compuesta y dirigida por hombres concretos, cuyo acontecer puede ser investigado a través
de las fuentes literarias y monumentales.
Se ha de tener claro que la historia de la Iglesia no se identifica con la historia del
cristianismo, porque no se ocupa solamente de una idea, sino de hechos históricos muy
concretos que son accesibles, por una parte, a la dimensión de la fe, pero por otra parte son
también accesibles a una investigación empírica. Desde el punto de vista de la fe, la historia
de la Iglesia es la edificación del cuerpo místico de Cristo.

Bibliografía
Gómez, J. Á. (2001). Historia de la Iglesia "Edad Antiagua". Madrid, España: Biblioteca de
Autores Cristianos.

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