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1 Juan 5.

1-5 Juan presentó de una manera muy clara que se nace espiritualmente,
y se llega a ser un hijo de Dios, sencillamente por tener fe en el Señor
Jesucristo. Cuando nos hicimos cristianos, llegamos a formar parte de la
familia de Dios, y los creyentes son nuestros hermanos. Jesús nunca
prometió que obedecerle sería fácil. Pero el arduo trabajo y la disciplina de
servir a Cristo no es una carga para quienes aman a Dios. Somos hijos
nacidos de Dios por nuestra fe en Jesucristo, y esa fe es la única manera
por la que usted y yo podremos vencer el mundo que nos rodea.

6-13 Dios afirma que Jesucristo es su Hijo. Y solo el Espíritu de Dios


puede hacer que la muerte, y resurrección de Cristo sea real para
nosotros. Tenemos 3 testigos que están en el cielo y en la tierra, y son uno.
Y estos concuerdan en un propósito, que es el de presentar a Jesucristo
como el Salvador del mundo, que derramó Su sangre en la cruz y pagó el
castigo por nuestros pecados, para darnos vida eterna.
El que cree en el Hijo de Dios tiene vida eterna.
El es lo único que necesitamos. No tenemos que esperar la vida eterna,
porque comienza desde el día que creemos por fe de que, es el hijo de Dios.
Por lo tanto ya es nuestra. Por eso, está garantizada la vida eterna, Porque
hemos aceptado al hijo de Dios.

14-21 El énfasis aquí está en la voluntad de Dios, no en la nuestra.


Cuando nos comunicamos con Dios, no pedimos lo que queremos, sino
que dialogamos con El sobre lo que quiere para nosotros.
El cristianismo no es una religión, sino una relación con Cristo. Si
tenemos esa relación entonces tenemos la salvación, y somos poseedor de
la vida eterna.
Un ídolo es todo lo que sustituye, y niega a la fe verdadera, y deidad de
Cristo.
Lo que pensemos acerca de Cristo es fundamental en nuestras
enseñanzas, predicación y estilo de vida. Mediante la fe en El, podemos
tener vida eterna y el poder para hacer su voluntad.

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