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1.1.1. Caracterización
La asignatura que nos convoca, Derecho de Daños, se encuentra dentro de la rama del
Derecho Privado (considerando la tradicional distinción entre Derecho Privado y Derecho Público)
y engloba las cuestiones relativas a la prevención, reparación del daño, y eventualmente a la
punición y el pleno desmantelamiento de los efectos del ilícito dañoso. Sin embargo en algunas
ocasiones se le da un concepto más acotado y coincidente a la responsabilidad civil1.
Esta materia está dividida en una parte general que nos introduce a la materia Derecho de
Daños, su concepto, evolución histórica, sus principios y funciones, los presupuestos de la
responsabilidad civil, y la parte general de la responsabilidad civil. Por otro lado, la parte especial
de la materia se dedicará al estudio de las responsabilidades en particular. Entre ellas, se
encuentra la responsabilidad civil de la persona jurídica, de los profesionales liberales, la
responsabilidad derivada del transporte de personas o cosas, la responsabilidad en los
espectáculos públicos y deportivos, para dar algunos ejemplos. Por último, se estudiarán las
cuestiones procesales vinculadas a la asignatura, en concreto, el ejercicio de la acción
indemnizatoria y las relaciones entre la acción civil y la acción penal.
1
PIZARRO, RAMÓN DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, ´´Instituciones de Derecho Privado – Obligaciones´´ T. II
Pág.461.
a) “Naeminem laedere” (No dañar a otro), que tal como explicamos supra, tiene origen en
el Derecho Romano. Es una regla explícita y universal, ya que está presente en casi la totalidad
de los sistemas jurídicos actuales. Este principio implica una presunción iuris tantum de que todo
daño causado es antijurídico, salvo que exista una causa de justificación. Gracias a la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en causas como “Santa Coloma”,
“Gunther” y “Aquino”2, entre otros, se lo considera de carácter constitucional, lo cual tiene una
relevancia jurídica mayúscula, tal como veremos más adelante.
2
Ver anexo con fallos mencionados.
3
PIZARRO, RAMÓN DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág.449 a 459.
Los nuevos contornos del derecho de daños abren posibilidades mayores, alejándose cada
vez más de aquella estructura simple y rudimentaria del acto ilícito que desde la época romana
hasta principios de este siglo conformó la llamada responsabilidad aquiliana. La responsabilidad
subjetiva, basada en la culpa, pasó de ser el actor de atribución imperante a quedar casi recluido
ante el crecimiento de supuestos de responsabilidad objetiva sin fundamento en la conducta
reprochable.
Es por eso que la responsabilidad civil desde la óptima actual, no pone el acento en el
autor a fin de castigarlo, sino en la víctima a fin de reparar el daño causado. Por esta misma
razón, se repiensan instrumentos que tienden a socializar, de algún modo, la responsabilidad civil.
Por otro lado, la preocupación del derecho no sólo se centra en la reparación del daño
mediante la sanción resarcitoria, intentando regresar el estado de las cosas a como se hallaban
antes del hecho dañoso, sino también a la prevención y punición del daño4.
4
BUSTAMANTE ALSINA, JORGE. Teoría General de la responsabilidad civil, 8ª ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1993. Pág. 77-78
5
PIZARRO, RAMÓN DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO. Ob. Cit. T.II Pág. 459 a 461.
6
CS, 21/9/2004, Aquino, Isanio c. Cargo Servicios Industriales S.A., Suplemento especial del diario La Ley del 29.9.2004, p.39.
7
CS, 5/8/66, Santa Coloma, Luis F. y otros v. Ferrocarriles Argentinos, Fallos, 308:1160 y JA, 1986-IV- 625
8
3 CS, 5/8/86, Gunther, Fernando v. Gobierno Nacional, Fallos 308: 1118 y JA, 1987-IV- 653.
9
Fallos, 308: 1109
10
LL, 1995-E-17.
11
CS, 17/3/98, Peon Juan D. y otra c. Centro Médico del Sud S.A., LL del 9.8.200 p.8 y JA, 2000-IV-17
12
CS, 1/2/02, “Gorosito, Juan R. v. Riva S.A. y otro s/ accidentes art. 1113 C.Civ s/daños y perjuicios s/
inconstitucionalidad del art. 39, ley 24.557”, JA, 2002-I-64
13
PIZARRO, Ramón Daniel ´´ Modernas fronteras de la responsabilidad civil: El derecho a la reparación desde la perspectiva
constitucional´´ Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba.
(República Argentina) http://www.acader.unc.edu.ar
Todo lo analizado hasta aquí no tiene repercusiones meramente académicas, sino por el
contrario, posee efectos más que relevantes en el derecho de daños. La aplicación de esta
doctrina implica que las limitaciones indemnizatorias que son contenidas por diversas normas
especiales (vgr. Código Aeronáutico, Ley de Navegación, etc.) deban, en el caso concreto, salir
airosas del "test de constitucionalidad"14. Sin llegar al extremo de suponer que el órgano legislativo
nacional no pueda crear diferentes sistemas de reparación como los señalados, que importan
limitaciones a un derecho constitucional, dichas limitaciones deberán adecuarse al art. 28 de la
C.N. En otras palabras, si de la aplicación de dichos parámetros normativos surge un manifiesto
menoscabo al derecho a la reparación integral, comparada con la que correspondería en caso de
aplicarse las reglas ordinarias del derecho común, la inconstitucionalidad de la norma resultará
evidente.
La plena eficacia de un derecho de jerarquía constitucional es inherente a la racionalidad
de su reglamentación y a la respuesta que ensaye el sistema frente a normas que sean
manifiestamente lesivas de la esencia del derecho consagrado.
Un buen ejemplo de ello es la limitación contenida respecto de los legitimados activos en
normas como el art.1078 CC, en cuanto podría ser tachada de inconstitucional. En concreto, dicha
norma habilita la reclamación de daño moral iure propio a los herederos forzosos en el único caso
que el afectado fallezca. Es decir que los mismos quedan al margen de la legitimación activa y en
consecuencia de la reparación por el daño moral sufrido en todo caso en el cual no sobrevenga la
muerte del damnificado directo. Hay muchos supuestos en la práctica en ese sentido. Imaginemos
tanto el daño causado a los padres por una lesión discapacitante de un hijo, que lo limita a un
estado de vida vegetativa; o aun en el caso que la víctima muera, pero que estas personas no
sean herederos forzosos como es el caso de los hermanos, concubina (heterosexual u
homosexual), etc.
La solución de estos casos controversiales requiere un estudio caso por caso a la luz de
los conceptos antes vertidos. Teniendo en cuenta la reparación del daño moral, con sentido
resarcitorio y su jerarquía constitucional, y atento a importancia de los casos señalados supra,
pareciera menoscabada la esencia del derecho a la reparación integral.
También se deberá tener en cuenta los Pactos Internacionales que gozan de jerarquía
constitucional (art. 75 C.N. inc. 22). En concreto, el art. 63 inc. 1 de la Convención Americana
sobre derechos humanos, aprobada por ley 23.054 y en particular la jurisprudencia de la Corte
Interamericana sobre Derechos Humanos, consagra parámetros muy flexibles respecto de la
legitimación activa en cuestiones tan delicadas como son los daños a la persona. Por templo,
respecto de los sucesores tanto ascendientes como descendientes y cónyuge, el daño moral se
presume ´´iuris tantum´´.
La Corte Interamericana sobre Derechos Humanos se ha inclinado en otorgar legitimación
activa a los sucesores que han sufrido un daño patrimonial o extrapatrimonial grave derivado de la
muerte de otra persona. Un ejemplo de ello es el caso de los hermanos quienes son considerados
legitimados activos para reclamar su daño moral propio.
Como vemos, en esta temática, nuestra legislación no está sintonizada con los parámetros
internacionales.
En los casos indicados supra y respecto del art. 1078 C.C. es dable solicitar la declaración
de inconstitucionalidad ya que la valla que impone en materia de legitimación activa se erige
irrazonable, lesionando gravemente los derechos mencionados. Esta interpretación sería
14
PIZARRO, Ramón Daniel. Ob cit.
15
SC Buenos Aires, 2007/05/16, L. A.C. y otro c. Provincia de Buenos Aires y otro, RCyS, Año IX, Nº 6, junio de 2007, p. 47.
16
Zavala de González, Matilde, Indemnización del daño moral por muerte, p. 66.
17
CACCL, Venado Tuerto, 23.04.2003, Arbaiza c. Giménez y otros s. Daños y Perjuicios, Lex Fori Nros. 71 y 72.
2.1.1. Concepto
Nuestro Código Civil, al igual que los de su época consagró un doble régimen de
responsabilidad: el correspondiente al incumplimiento obligacional (contractual) y el de la
responsabilidad aquiliana (extracontractual).
18
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág. 466y ss
19
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág. 468 y ss
a) La responsabilidad obligacional
b) La responsabilidad extracontractual
RESPONSABILIDAD RESPONSABILIDAD
CONTRACTUAL EXTRACONTACTUAL
Regla: Diez años (art. 4023 C.C.) Dos años (art. 4037 C.C.)
PRESCRIPCIÓN salvo régimen particular.
LIBERATORIA
Más acotada que en la Más amplia que en la responsabilidad
EXTENSIÓN DEL responsabilidad extracontractual. contractual.
RESARCIMIENTO a) Incumplimiento obligacional Cualquiera sea el factor de atribución
culposo o en (subjetivo u objetivo) se responde
responsabilidad objetiva: se siempre por:
debe reparar hasta las a) Las consecuencias inmediatas
consecuencias inmediatas y (art. 903 C.C.)
necesarias del b) Las consecuencias mediatas
incumplimiento (art. 520 previsibles (art. 904 C.C.).
C.C.) c) En caso de delito se puede
b) Incumplimiento doloso: extender hasta las
Además de las inmediatas, consecuencias casuales, si han
las mediatas (art. 521 C.C.) sido previstas y queridas al
En ningún caso se responde por momento de efectuar el hecho
consecuencias causales. (art. 905 C.C.)
Las dos esferas de responsabilidad civil indicadas supra tienen su régimen jurídico propio.
En concreto:
El art.1107 del Código Civil establece que: “Los hechos o las omisiones en el cumplimiento
de las obligaciones convencionales no están comprendidos en los artículos de este título, sino
degeneran en delitos de derecho criminal”. Este artículo ha generado diversas interpretaciones
que veremos a continuación.
b) La doctrina minoritaria: Entiende que no hay opción posible y que en cambio la ley
consagra dos regímenes totalmente separados que obstan a cualquier tipo de decisión voluntaria
por parte del damnificado. Es decir que en caso que el hecho fuera un delito criminal, la
responsabilidad extracontractual excluiría a la contractual.
20
Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata, 18/06/2009, “Red Link c. D.N.C.I. DISP. 544/07 y otros”, LLBA 2009, 662.
21
PIZARRO, RAMÓN DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág.476.
Dos cuestiones más han sido profundamente analizadas por los juristas y son las que
respectan a los daños generados a uno de los contratantes sea en un período precontractual o
poscontractual. Veremos aquí las principales características de ambos supuestos:
VON IHERING
-Los primeros estudios al respecto los realizó Las teorías extracontractualistas, por su parte,
Von Ihering. Se plantea el caso de una poseen diferentes fundamentos:
compraventa en la cual el futuro comprador
incurre en un error esencial al formular la oferta -La responsabilidad es de tipo aquiliano. En
consignando una cantidad superior a la Argentina apoyan estas ideas BUSSO, COLMO
deseada. Una vez probado el error, el contrato y LAFAILLE, encontrando fundamento en el art.
se anula. La pregunta es quién soporta los 1109 C.C. considerando la ruptura intempestiva
gastos que se produjeron con motivo del un supuesto de hecho culposo.
contrato (vgr. Fletes, embalaje, etc.). Ihering
señala que la culpa se produjo previo a la - WINSCHEID considera que el retiro de la
formación del contrato como consecuencia de oferta constituye un caso de responsabilidad
la conducta de una de las partes, mientras legal. Otros consideran que tiene su fuente en
estaba por contratar. A esto lo llamó culpa “in la voluntad unilateral y también en el abuso del
contrayendo” consistente en violar la diligencia derecho.
que las partes deben observar incluso antes de
estar celebrado el contrato. El deber de -El Código Civil Argentino no contempla este
diligencia comienza con la oferta. Las tentativas tipo de responsabilidad, sin embargo pareciera
anteriores no generan responsabilidad alguna. que no escapa del artículo 1109 C.C. debido a
La responsabilidad es de tipo contractual. La la conducta culposa del negociador que se
extensión del resarcimiento es del “interés aparta de las tratativas o en razón de motivar la
negativo”. El “interés positivo” o de celebración de un contrato con causas de
“incumplimiento” es el que tiene un acreedor nulidad. Por tal razón debe resarcir el daño de
La extensión del resarcimiento va a incluir el daño emergente, es decir todos los gatos que
haya tenido que realizar el damnificado, y el lucro cesante siempre y cuando el mismo sea cierto,
aún en calidad de pérdida de chance.
22
Autos: “Coprave SA c/ Asociación de Cooperativas Coop. Limitada. 30/12/1981. Mag.: Martire, Williams, Morandi.-
23
Mosset Iturraspe Jorge, “Contratos”, Parte General, Pág. 428
24
Picasso Sebastián “La Responsabilidad Pre y Postcontractual en el Proyecto de Código Civil de 1998”, Publicado en Picasso,
Sebastián - Wajntraub, Javier - Alterini, Juan Martín (Coordinadores), Instituciones de Derecho Privado Moderno. El Proyecto de
Código Civil de 1998, Buenos Aires, 2001.-
25
Trigo Represas Felix A. y Lopez Mesa Marcelo, ob. cit.
Para que se configure la responsabilidad civil existen ciertos presupuestos que deben estar
presentes. Ellos son: el daño, la relación de causalidad, el factor de atribución (objetivo o
subjetivo) y la antijuridicidad. Ahora nos ocuparemos el daño:
3.1. EL DAÑO
Como anticipábamos en el punto anterior al referirnos al daño desde la doctrina que toma
en cuenta el resultado o la consecuencia de la acción que causa el detrimento, el daño resarcible
no es cualquier tipo de daño. Para que el mismo sea susceptible de resarcimiento debe cumplir
con ciertos requisitos.
El daño es cierto cuando puede constatarse su existencia en forma cualitativa, aún cuando
no pueda determinarse su magnitud con precisión. Este requisito tiene relación con la
consecuencia que genera la acción lesiva y con la índole del interés lesionado. Un daño cierto es
lo opuesto a un daño eventual o hipotético que no son aptos para generar resarcimiento.
Si el daño es actual, es decir que ya se ha generado al momento de dictar sentencia, la
tarea del juez de valorar su existencia cualitativa y cantidad podrá ser realizada en términos de
certeza. Por ejemplo, si una persona resulta con daño consistente en la quebradura de una pierna
debido a un accidente de tránsito, en el caso concreto el juez podrá determinar lo que
corresponda en concepto de daño patrimonial y extrapatrimonial con un grado de certidumbre
bastante alta. Ahora bien, si por el contrario una lesión en el rostro en una niña de diez años
podría menoscabar sus posibilidades de contraer matrimonio, con lo cual podría haber un daño
moral mayor al que a priori puede generar una herida de este tipo. Sin embargo, este daño sería
futuro, ya que se producirá con posterioridad al dictado de la sentencia. En estos casos, al ser el
daño futuro la cuestión se complica un poco más ya que existe un grado de aleatoriedad mayor.
De todos modos, siempre que en función de las circunstancias concretas exista una probabilidad
suficiente que ese daño se produzca, el mismo será considerado un daño futuro.
Normalmente las mayores dificultades se observan respecto del daño moral, cuya prueba
suele ser inferida por vía de presunciones o indicios.
La pérdida de chance
Sólo la persona que sufre el perjuicio patrimonial o moral de modo directo o indirecto, se
encuentra en posición de demandar la reparación. El daño personal puede ser directo o indirecto.
Es directo cuando el titular del interés afectado es la víctima del ilícito, mientras que es indirecto
cuando el perjuicio propio alegado por el acto es consecuencia de una afectación a bienes
patrimoniales o extrapatrimoniales de otra persona. Un ejemplo de daño directo sería en caso de
que una persona reclame el resarcimiento por una lesión psicofísica que él mismo experimentó;
sería en cambio daño indirecto en caso de que una demandara por el daño propio a raíz de la
muerte de su hija.
Para que el daño sea resarcible, deberá provenir de la afectación a un interés no ilegítimo
del damnificado. Este tópico ha generado diversas posturas:
3.1.3. Prueba
La prueba del daño patrimonial y de su cuantía pesa sobre quien alega su existencia. Rige
al respecto la amplitud en los medios probatorios. Se debe probar la cuantía y la calidad del
mismo26. Respeto de la prueba del daño moral, nos remitimos a lo que analizaremos Infra.
Para que exista responsabilidad civil es necesaria la causación de un daño por regla, ya
que el mismo constituye un presupuesto básico para su configuración. Sin perjuicio de ello, la
amenaza de daño puede tener consecuencias jurídicas especialmente en cuestiones de derecho
ambiental, tal como lo veremos en la unidad correspondiente.
Conforme a una primera acepción que toma en cuenta el objeto del daño (art. 1068 C.C.)
daño directo es el que recae directamente sobre el patrimonio de la víctima. El daño indirecto, por
el contrario sería el que repercute sobre los bienes jurídicos extrapatrimoniales (vgr. derechos de
la personalidad). En ambos casos se puede generar un daño patrimonial o extrapatrimonial.
26
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág. 670.
27
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág. 660 a 666.
1. Doctrina que niega que el daño moral sea reparable: 1.1. Tesis negativa clásica.
2.1. Tesis negativa moderna.
2. Doctrina de la pena o sanción ejemplar.
3. Doctrina del “resarcimiento” del daño moral.
28
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág. 662.
Críticas
Esta teoría al reconocer solamente el daño
patrimonial, termina cayendo en el materialismo
que dice tratar de evitar.
Desconoce que la indemnización del daño
moral persigue alcanzar una satisfacción o
compensación jurídica para la víctima, de la
única forma posible (económicamente) aunque
sea imperfecta.
No existe enriquecimiento sin causa, ya que se
trata de la tutela de un interés no patrimonial.
El argumento de la dificultad de cuantificar el
daño moral es irrelevante. No es el único daño
difícil de cuantificar, ni este escollo es razón
para denegar el resarcimiento correspondiente.
Será necesaria la discrecionalidad de juez, pero
en base a la prudencia y sensibilidad del
magistrado.
Respecto al juicio de moralidad realizado por
esta teoría, denota una idea equivocada, se
puede hablar de moralidad en el caso concreto,
pero no de leyes inmorales que autoricen el
resarcimiento.
No corresponde realizar juicios religiosos en el
plano jurídico, ni imponer por medio del derecho
desde un sentido religioso formas de llevar el
dolor por parte de la víctima.
a) Legitimación activa
En este punto nuestro Código Civil es claro, pero a la vez limitado. La regla es que sólo el
damnificado directo puede solicitar la reparación. La excepción es si del hecho resultara la muerte
de la víctima, los herederos forzosos (damnificados indirectos) podrán hacerlo por derecho propio.
Gráficamente:
-Excepción: Ante muerte de la víctima por causa del evento dañoso. Reclaman los
29
CSJN, 5/8/86, ´´Santa Coloma, Luis F. Y otros c. Ferrocarriles Argentinos´´, JA, 1986-IV-624)
El art. 1099 C.C. se ocupa de esta cuestión. El Esta transmisiblidad es más cuestionada por la
mismo determina que sólo se transmite a los doctrina.
herederos si el damnificado la hubiese Una primera doctrina considera que no es
entablado antes de fallecer. Es decir que ellos transmisible dado su carácter personalísimo.
pueden continuarla, es decir que los herederos Una segunda postura la admite siempre que
no tiene legitimación iure hereditatis si el exista ejercicio previo de la acción resarcitoria
damnificado fallecido no hubiera intentado dicha por parte de la víctima mediante la demanda.
acción antes de fallecer. Una tercera tesis, más razonable, admite la
En consecuencia hay que distinguir en este transmisibilidad de modo amplio.
caso la acción iure hereditatis (continuada luego Existen diversos fundamentos para ello:
de la muerte de la víctima y originada en el -No existe normal legal en nuestro
daño moral de la víctima) a la acción iure propio ordenamiento que prohíba la transmisibilidad en
(que ejercen los herederos forzosos por su esta materia. Se rige por la transmisibilidad
daño propio originado en la muerte de la amplia de la cesión de derechos (art. 1444 y
víctima). conc. C.C)
-La limitación del art. 1099 C.C. es una
excepción de la regla de transmisibilidad
amplia, en consecuencia debe ser interpretada
restrictivamente.
-El ejercicio de dicha transmisibilidad amplia
puede ser realizado por diversas vías: la
promoción de la demanda judicial, la cesión de
crédito, etc.
30
CSJN, 9/12/93, ´´Frida A. Gómez Orue de Gaete C. Pcia. de Buenos Aires´´. LL, 1994-C-546.
Se discute en la doctrina la existencia del daño moral colectivo. El mismo tendría aplicación
en cuestiones de daño ambiental, o cualquier otra lesión a intereses supraindividuales o difusos.
31
PEÑA CHACÓN, MARIO. ´´Daño moral colectivo de carácter ambiental´´
32
Galdós, J.M. cit. por PEÑA CHACÓN, MARIO. ´´Daño moral colectivo de carácter ambiental´´
33
Lorenzetti cit. por PEÑA CHACÓN, MARIO. ´´Daño moral colectivo de carácter ambiental´´
34
“Municipalidad de Tandil c. T.A. La Estrella S.A. y otros. JA. 1997-III-224
3.3.7. Prueba
La prueba del daño moral también origina ciertas controversias doctrinales. Una primera
postura considera que la prueba del daño moral difiere en caso que el mismo provenga de un
ilícito (responsabilidad extracontractual) o de un incumplimiento obligacional (responsabilidad
contractual u obligacional). Acorde a esta tesitura, en el primer caso el daño moral se presumiría,
mientras que en el segundo la presunción no operaría, siendo la prueba contundente un requisito
ineludible.
Esto no es así. La etiología del daño no debería tener incidencia en la cuestión probatoria.
En ambas órbitas, el daño moral actúa de igual manera, y debe ser valorado y tratado de igual
manera.
El ejemplo que nos dan los Dres. Pizarro y Vallespinos (art. 688 y ss.) es realmente claro.
En el caso que ellos utilizan para ilustrar la temática, resulta claro que no puede ser tratado de
diferente modo el peatón que se ve lesionado por el ómnibus que lo atropella, que el pasajero que
sufre el daño dentro del ómnibus. No parece lógico.
En todos los casos, por la aplicación de los principios de prueba, el daño moral debe
probarse en principio por quien lo alega, sin más consideraciones respecto de su origen.
Dada la dificultad de producir una prueba directa sobre el perjuicio padecido, que es
interno, y que no implica necesariamente las lágrimas, o una exteriorización estereotipada del
mismo, se considera que la prueba es indirecta y que surge de los indicios y las presunciones
´´hominis´´ teniendo en cuenta el evento dañoso y las características del caso. De tal modo puede
determinarse la existencia del daño moral, la magnitud o, en su caso, la inexistencia del mismo.
Para lograr arribar a la determinación de la entidad del daño moral, se debe tener en
cuenta la gravedad objetiva del daño sufrido por la víctima. Esto se logra considerando la
modificación disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de sus capacidades de sentir, querer y
entender, y de su estado anímico. Todos estos elementos deben ser ponderados prudencialmente
por el magistrado.
35
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág. 690.
Una postura considera que el acto ilícito civil requiere de la imputabilidad de la conducta
del agente, es decir que la ilicitud subjetiva. La razón por la cual participan de estas ideas se funda
en la suposición de que si la ilicitud no requiriera la voluntad del sujeto, los actos ilícitos no
debieran ser incluidos en la categoría de actos voluntarios en el Código Civil (art. 898 C.C.).
Esto no es así. El art. 1067 C.C. hace alusión tanto al delito cuanto al cuasidelito está en
realidad refiriéndose a la responsabilidad civil desde su función resarcitoria de un daño injusto.
Esto no quiere decir que el acto involuntario no pueda ser ilícito. De hecho tanto el caso de los
menores de diez años (art. 921 C.C.) cuanto de los dementes, estamos frente a hechos ilícitos
más allá de la falta de voluntariedad, y de que el resarcimiento eventual sea por una cuestión de
equidad (art. 907 C.C.).
Este punto tiene relación con el problema de las prohibiciones específicas y genéricas del
art. 1066 C.C. que tratamos Infra (4.2.2.) ya que a diferencia de la ley penal, el Derecho Civil no
requiere un catálogo cerrado de prohibiciones tipificadas. Por el contrario, existe un gran principio
vector en la materia, que es genérico y flexible, y que es el que prohíbe causar daños a otros
(alterum non aledere) en su persona o en sus cosas.
En este sentido, Zavala de González, citada por Pizarro y Vallespinos, explica claramente
que “el carácter expreso de la prohibición sólo implica que debe estar consignada por la ley a
través de términos claros, indubitables, inequívocos, ciertos o inconfundibles, no necesariamente
sacramentales ni ceñidos a lo casuístico.” La cuestión es clara, a diferencia de la ley penal, la ley
civil no requiere tipicidad, sino que por el contrario es atípico, es decir genérico y flexible, ya que
prohíbe causar daños a otro en su persona o en sus cosas.
36
CSJAN, 5/8/86, ´´Santa Coloma, Luis F. y otros c. Ferrocarriles Argentinos´´, JA, 1986-IV-624)
37
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág. 483.
38
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. II Pág. 487.