Sin embargo Maxwell, ya a finales del S. XIX, convenció al mundo de que la luz
era una onda electromagnética, como las de radio que pronto se descubrirían
gracias precisamente a la visión de este físico genial. Es cierto que había motivos
convincentes para pensar de esa manera: cuando la luz incide en un cristal con un
cierto ángulo, parte de la luz se transmite a través del cristal y parte de la luz se
refleja en el mismo. Si, tal como muestra la figura, mediante sendos espejos
volvemos a recombinar, en F, los rayos transmitido y reflejado, podemos
conseguir que interfieran uno con otro del modo que lo hacen las ondas. (Sucede
algo parecido a lo que ocurre en un estanque cuando interfieren las ondas creadas
por dos piedras que arrojamos al agua: en algunos lugares aumenta el tamaño de
la onda, pero en otros desaparece porque se cancela una onda con la otra). Parece
claro, entonces, que la luz es realmente una onda.
Para saber lo que sucede (decimos saber y no entender porque, como decía
Feynman, premio Nobel de Física en 1965, la mecánica cuántica no se entiende;
aunque uno sepa cómo funciona no se disipa su misterio) volvemos a considerar
el experimento anterior en el que enviábamos luz a un cristal semitransparente.
Pero ahora reducimos la intensidad de la luz de modo que los fotones salgan de
uno en uno. La tecnología actual permite hacer eso. En tiempos de Maxwell no
era posible. ¿Qué hará el fotón, una partícula, al llegar al cristal? Antes el rayo de
luz se dividía en dos: transmitido y reflejado, pero ahora el fotón no puede
escindirse, es una partícula indivisible.
Parece lógico pensar que o bien se refleja o bien se transmite. El fotón tendrá que
optar por un camino o por el otro. Pero lo asombroso es que si no ponemos
ningún dispositivo que nos indique por cual de las dos rutas ha pasado el fotón,
entonces obtenemos interferencia en F. Eso significa que de alguna forma -
¿espectral quizás?- el fotón viaja por ambos caminos. Se comporta como una
onda.
Ahora bien, siempre que pongamos algún dispositivo que “espíe” por cual de las
dos posibles rutas de la figura pasa el fotón, la transmitida o la reflejada,
entonces, desaparece la interferencia. El fotón se comporta como una partícula.
¿Cómo sabe el fotón, antes del cristal (donde se bifurca el camino), si decidirse a
pasar por los dos caminos o sólo por uno? ¿Intuye o conoce de algún modo, antes
de la bifurcación, si se ha colocado algún dispositivo en alguno de los dos
caminos que identifique su trayectoria?
Los físicos no dejan así como así preguntas sin responder. Para contestar a esta
pregunta John Wheeler, en 1978, propuso que el “dispositivo espía” se pusiera
después de que el fotón hubiese pasado por la bifurcación. Eso exigía poner en
uno de los caminos un dispositivo que pudiera activarse en un tiempo tan corto
como el que tarda el fotón en llegar desde el cristal hasta el dispositivo en
cuestión. Estamos hablando de 0,00000001 segundos. Hubo que esperar hasta
1985 para que la tecnología necesaria estuviese a punto. El experimento se hizo y
el resultado confirmó el misterio de la mecánica cuántica. A pesar de que el
dispositivo que identifica el camino se active aleatoriamente después de que el
fotón haya pasado el cristal, con lo que el fotón no puede saber, antes de la
bifurcación, si debe seguir por los dos caminos o sólo por uno de ellos, el fotón
se comporta como antes: si el dispositivo de identificación está activado (lo cual,
insistimos ocurre al azar después de que el fotón haya pasado por el cristal) se
comporta como una partícula, si no lo está se comporta como una onda y
observamos interferencias en F, el punto de recombinación de los caminos.
LA CUESTIÓN
Pero dejemos los ordenadores cuánticos que están todavía en sus balbuceos y
centrémonos en aclarar los fundamentos de la mecánica cuántica. Hemos dicho
que un fotón tiene cierta probabilidad de atravesar el cristal y otra de reflejarse en
él. ¿No habrá manera de examinar en profundidad el fotón para averiguar qué va
a hacer? ¿No habrá alguna característica, marca o señal que explique por qué un
fotón particular se transmite y otro se refleja?
Son dos imágenes del mundo contrapuestas. Si existen las marcas ocultas que
explican los resultados aparentemente fortuitos, tendremos un mundo
completamente definido, determinado y determinista. Este es el mundo físico al
que estamos acostumbrados, un mundo en el que las cosas están claramente
fijadas y todo lo que ocurre tiene su porqué. En este mundo, debido a las marcas
ocultas, las propiedades de un átomo, de una partícula subatómica, de cualquier
sistema cuántico, estarían netamente definidas (y con mayor razón aún las de
sistemas más grandes).
La alternativa es, en cambio, que las magnitudes físicas no estén definidas antes
de que se midan, que sea imposible asignarles un valor hasta el momento de
medirlas, que de algún modo haya una indefinición radical en el mundo
subatómico y sólo cuando se obliga a una magnitud de un sistema a decantarse
entre valores concretos mediante un proceso de medición adquiera el sistema esa
propiedad que antes se mantenía indefinida.
¿Podría cada fotón de nuestro experimento llevar algún distintivo que le indique
que al llegar al cristal debe, por ejemplo, reflejarse? O, en el segundo
experimento considerado, ¿tendría cada electrón un espín↑ o ↓ definido que
determinase si su trayectoria debía desviarse hacia arriba o hacia abajo en el imán
de Stern-Gerlach?
Fue en los años 1966-1967 cuando se resolvió el dilema. Fueron Bell [1] por un
lado y Kochen y Specker [2] conjuntamente por otro, los que demostraron que si
se pretendía asignar valores definidos a las magnitudes antes de medirlas se
llegaba a una contradicción. Este enunciado se conoce como Teorema de
Kochen-Specker-Bell.
¿Qué significa este resultado? Que la mera suposición de que las propiedades de
las partículas subatómicas estén definidas antes de hacer una medida lleva a una
contradicción. No se trata de que no se conozcan los valores de las magnitudes.
El asunto es más radical. Se trata de que las magnitudes no tienen valores.
Cualquier asignación de valores que se haga es insostenible. La conclusión es
que no puede mantenerse la imagen de un mundo completamente determinado.
No podemos pensar que la realidad existe ahí afuera cuando no la observamos.
Las propiedades de los sistemas microscópicos no están definidas hasta que
nosotros las observamos. Las magnitudes permanecen en estado de indefinición
hasta que las observamos, las medimos. Tenemos que aceptar que el mundo es
radicalmente aleatorio. El universo microscópico permanece desdibujado hasta
que lo obligamos a decantarse en un experimento; sólo entonces adquiere
definición.
El fotón no tiene decidido qué va a hacer en el experimento del cristal, si
atravesarlo o reflejarse, hasta el instante en que pretendemos averiguar si ha
pasado por un camino o por el otro. Porque si no hacemos esa averiguación
sabemos que pasa por ambos caminos, se refleja y se transmite a la vez. Será en
el momento de detectarlo cuando se habrá decidido por una de las dos opciones.
Y nunca sabremos de antemano por cuál de las dos.
Tenemos que admitir que en el mundo subatómico hay magnitudes de las que
nada podemos decir, de las que no cabe ni siquiera suponer que toman un valor
determinado (tal o cual valor concreto) porque sea cual sea el valor que les
asignemos es inconsistente. Por eso afirma un físico de la talla de Peres “que los
experimentos no realizados no tienen resultados”.
Uno de los autores del teorema, Specker, relacionaba este problema con las
preocupaciones escolásticas medievales sobre los tipos de conocimiento divino
de la realidad. Como la relación no deja de ser curiosa vamos a permitirnos un
comentario al respecto. El teorema de KSB está concretamente conectado con los
“futuribles” o futuros condicionales contingentes del filósofo y jesuita P. Fonseca
(1528-1599), es decir, “aquellos futuros cuya realización depende de una
condición que ha de poner la libre voluntad de la creatura.” [3] Según el P.
Fonseca, Dios sabe lo que sucedería “si pusiera a las voluntades de las creaturas
en circunstancia distintas de aquellas en las que las colocó”. A ese conocimiento
divino llama Fonseca ciencia media. Pues bien, el teorema de KSB demuestra
que Dios no posee laciencia media: no puede saber lo que sucedería si se
realizase otra posibilidad (es decir, si midiéramos otra magnitud) distinta de la
que de hecho se realiza.
EL ARTÍCULO DE EPR
Como hemos visto, Einstein no estaba satisfecho con la imagen del mundo que
parecía sugerir la mecánica cuántica. Él pensaba que tenía que existir una
realidad objetiva con propiedades definidas independientes de que nosotros
decidiésemos medirlas o no. Cuenta Pais, (probablemente el mejor biógrafo de
Einstein) que paseando una vez con Einstein, éste se paró de pronto, se volvió
hacia él y le preguntó si de verdad creía que la luna sólo existía si nosotros la
mirábamos.
Cuando apareció el artículo EPR, Bohr replicó que “el criterio de realidad
propuesto por Einstein contiene una ambigüedad esencial cuando pretende
aplicarse a problemas como el que aquí nos ocupa”. [6] Bohr pedía una revisión
del concepto de realidad física e insistía en que había que aclarar la expresión
“sin perturbar de ninguna manera un sistema” (Que no haya
perturbación mecánica no significa que no exista perturbación de otro tipo). En
definitiva parecía sugerir, aunque no de un modo muy explícito, algo así como
que los dos electrones del experimento propuesto constituían en realidad un solo
sistema y por tanto cualquier operación que se hiciese en una parte del sistema
afectaba a todo él, también a partes lejanas del mismo, de manera que era en el
momento de hacer la medida A, cuando la magnitud distante adquiría un valor
determinado.
Durante muchos años este asunto fue una mera cuestión de interpretación. Unos
opinaban de un modo y otros del otro.
TEOREMA DE BELL
Fue John Bell quien en 1964 descubrió que las dos interpretaciones conducían a
resultados experimentales diferentes. Descubrió que la interpretación realista
local, aquella en la que las cosas tienen valores definidos antes de medirlas como
consecuencia del principio de localidad y las correlaciones distantes, llevaba a un
resultado experimental distinto del que se esperaba con el formalismo de la
mecánica cuántica. [7] Este enunciado se conoce como Teorema de Bell.
Vamos a analizar las predicciones a las que daría lugar una teoría realista local y
compararlas con las que se obtienen de la mecánica cuántica en el experimento
de desintegración descrito más arriba, en el que dos electrones son despedidos en
la misma dirección pero en sentidos opuestos. (El experimento que proponemos
es, con ligeras modificaciones, el que sugirió Mermin en 1985 [8]). Sabemos que
en tales circunstancias los espines de los electrones en una dirección arbitraria
están anticorrelacionados: si el espín de un electrón apunta en un sentido, el del
otro apuntará en sentido contrario.
Colocamos dos estaciones de medida A y B, con las que averiguamos el valor del
espín de cada uno de los electrones en ciertas direcciones.
A B
2 2
1 3 1 3
Cada vez que llega un electrón a cada una de las estaciones de medida A o B, se
elige aleatoriamente una de las tres orientaciones 1, 2 o 3 del imán de Stern-
Gerlach. En el imán de Stern-Gerlach, cualquiera que sea su orientación, el
electrón se desviará o bien en el mismo sentido que el campo (espín ↑) o bien en
sentido opuesto (espín ↓). Debido a la anticorrelación entre los espínes de los
electrones, siempre que en las medidas simultáneas de las estaciones A y B
coincidan las orientaciones de los imanes, se obtendrán resultados opuestos. [9]
A B 1↓ 2↑ 3↓
1↑ ↑↓ ↑↑ ↑↓
2↓ ↓↓ ↓↑ ↓↓
3↑ ↑↓ ↑↑ ↑↓
De manera que, mientras que según el modelo cuántico tan probable es obtener
los mismos resultados en cada estación como obtenerlos diferentes, según un
modelo realista es más probable que los resultados difieran.
CONCLUSIONES
El Teorema de KSB y el de Bell fuerzan a abandonar la imagen realista del
mundo. Hay magnitudes que no tienen valores definidos hasta que un observador
las mide, hasta que las miramos. Puede hacerse observándolas directamente u
observando magnitudes correlacionadas con ellas en sistemas que pueden estar
distantes. Las propiedades físicas no tienen, en general, existencia objetiva
independiente del acto de observación. Habrá que aceptar lo que Jordan afirmaba
ya en 1934 [10]: “Las observaciones no sólo alteran lo que se va a medir, ¡lo
causan!. En una medida de posición, por ejemplo, el electrón se ve obligado a
tomar una decisión. Nosotros lo forzamos a asumir una posición definida; antes
no estaba, en general, ni aquí ni allí; no había tomado una decisión acerca de su
posición...” O si consideramos de nuevo el caso de los dos electrones que salen
en direcciones opuestas en un proceso de desintegración, ¿hacia dónde apuntan
los espines de los electrones? ¿En dirección z (uno hacia arriba y otro hacia
abajo)? ¿O quizás en dirección x (uno paralelo y otro antiparalelo al campo?
¿Apuntarán en otra dirección? Pues la única respuesta válida es: no están
orientados hacia ninguna parte. Cualquier orientación que les asignemos es
incorrecta, choca con los resultados experimentales. Hay que aceptar que las
orientaciones se adquieren en el momento de medir y que dependerán de cómo
sea esa medida, de la orientación del campo. Por eso acaba Jordan: “Somos
nosotros mismos los que causamos los resultados de las medidas”.
Nota final
Si las páginas anteriores consiguen aclarar un poco los principios de la magia
cuántica se debe, en gran parte, a las acertadas críticas de dos fieles lectoras: Capi
Corrales y Dada Toscano.
APÉNDICE
El título de este trabajo es la Indeterminación en la Mecánica Cuántica. ¿Será
posible –se preguntará alguien- que no hablemos del famoso Principio de
Indeterminación o de Incertidumbre de Heisenberg , que de los dos modos se le
conoce? La razón de no dedicarle aquí más que estas últimas consideraciones es
que el Principio de Indeterminación de Heisenberg es, en realidad, un principio
estadístico: no trata de un sistema individual sino de un conjunto de sistemas
preparados en el mismo estado. Establece un mínimo para el producto de las
dispersiones de dos magnitudes que no pueden medirse a la vez (como el espín
en dirección x y el espín en dirección z, por ejemplo).
Pero este principio nada dice de los sistemas individuales, los cuales pueden
tener valores perfectamente definidos de las magnitudes en cuestión. Lo que se
exige es que no todos los sistemas del colectivo caracterizado por un estado
tengan los mismos valores de modo que sus fluctuaciones se ajusten a la
restricción del producto de las dispersiones.
Al contrario que la mayor parte de ensayos sobre mecánica cuántica, este que nos ocupa
se dedica a presentar sus fundamentos y aplicaciones recientes, pero utilizando toda
suerte de experimentos prácticos, para que el lector pueda comprender de forma
bastante completa los tres principales conceptos que la
definen: superposición, colapso y entrelazamiento. Esta difícil tarea se realiza
sustituyendo las matemáticas involucradas en estos conceptos por ideas intuitivas que las
simbolizan, y de esta forma cualquier lector iniciado puede comprender al menos en
parte las complejidades a las que se enfrentan los físicos que investigan en este campo. Y
por supuesto, las increíbles posibilidades que la mecánica cuántica ofrece.
Pese a ser un libro profundamente conceptual, lo práctico domina sobre todo lo demás,
en una acertada combinación que aún no había encontrado en ningún otro ensayo dirigido
al público generalista. Y ese es su gran valor, razón por la cual lo señalamos en
nuestro artículo sobre las lecturas recomendadas de 2012.
Un libro que nos abre los ojos a un nuevo universo, tengamos o no una
base previa de matemáticas, pero para el que necesitamos haber leído
antes alguna obra divulgativa sobre el tema para conocer sus rudimentos.
Los autores de este libro son claros: en mecánica cuántica, pese a que hay no pocos
conceptos observados y comprobados experimentalmente, no hay certidumbres; intentan
explicar qué se conoce y cómo se ha llegado a las conclusiones. Las diferencias entre el
mundo macroscópico –el que experimentamos cada día dentro de este pequeño sistema
cerrado que es la Tierra y más allá, en los lejanos rincones del Universo- y el
microscópico, el de las partículas, son radicales. En la mecánica cuántica puedes darte
de bruces con dos situaciones aparentemente incompatibles, alterarás un fenómeno con
sólo observarlo y algo que se haga en un lugar determinado puede afectar a objetos muy
lejanos. De ello hablábamos también en nuestra reseña de “El universo elegante”.
Desde los orígenes de la mecánica cuántica hasta los más avanzados experimentos
contemporáneos, este libro supone una visión crítica y profundamente empírica de una
realidad que no podemos ver a simple vista, pero que existe más allá de nuestros ojos
macroscópicos, que nos exige un esfuerzo de la imaginación al principio para combatir lo
que mal llamamos “sentido común”, pero cuya evidencia debemos aceptar tras la
exposición de los experimentos aquí descritos.
La lectura de este libro me ha costado cierto esfuerzo, al llegar a un punto, aún tras
haber disfrutado antes otros ensayos relacionados y disponer de una base más o menos
sólida. Pero, ¿qué conocimiento que merezca la pena acude a nuestra mente sin mediar
un trabajo constante? El secreto para lograr disfrutar del libro en toda su amplitud es la
paciencia... no pasar al siguiente capítulo sin haber entendido antes lo que Andrés
Cassinello Espinosa y José L. Sánchez Gómez nos exponen en cada uno con tanto acierto
y relativa sencillez. Si logramos tener esa tranquilidad, sacarle el jugo a cada párrafo,
nos habremos expuesto a uno de los conocimientos científicos más avanzados de esto que
convenimos en llamar civilización.
Os dejo, sin embargo, con el primer experimento mostrado, que pertenece al grupo de
los iniciales en mecánica cuántica, la base del resto de los que encontraréis en este libro.
Lo reproduzco tal cual:
Tendremos una sucesión de clics, unos en D1 y otros en D2. Cada clic corresponde a la
llegada de una partícula. Esa partícula es un fotón. Es la mínima cantidad de luz que
puede generarse, la porción de luz más pequeña que existe, el paquete elemental, el
'cuanto' indivisible de luz.
Observamos que cada vez salta uno de los dos detectores, nunca los dos a la vez. Se van
alternando aleatoriamente los detectores D1 y D2. Observamos, además, al hacer el
recuento de detecciones, que se obtiene aproximadamente el mismo número de clics en
cada detector.
Esto quiere decir que unas veces se ha transmitido el fotón y ha seguido la ruta B y otras
se ha reflejado y seguido la ruta A (véase la figura 2.2).
Entendemos, entonces, que el fotón elige aleatoriamente uno de los dos caminos
posibles: o bien se refleja en E y sigue el camino superior, A, o bien se transmite en E y
sigue el camino inferior, B.
Las dos alternativas son excluyentes: o el fotón pasa por arriba con función de onda |
ψA> o pasa por abajo con función de onda |ψB>. Con este experimento averiguamos qué
ruta sigue el fotón”.
Como veis, se introducen conceptos básicos de forma simple, y de paso nos iniciamos en
la nomenclatura básica de la mecánica cuántica. Los experimentos van complicándose de
forma gradual, así que una vez que entendemos los primeros estaremos capacitados, para
al menos en un nivel básico, aprehender los demás.
En definitiva, un libro que nos abre los ojos a un nuevo universo, tengamos o no una base
previa de matemáticas, pero para el que necesitamos haber leído antes alguna obra
divulgativa sobre el tema para conocer sus rudimentos. Una nueva muestra de la
fantástica colección Drakontos de la editorial Crítica, serie de libros imprescindible
dirigida por uno de los más concienzudos divulgadores españoles, José Manuel Sánchez
Ron.
"Pienso que se puede afirmar tranquilamente que nadie entiende la mecánica cuántica...
No te pongas a repetir, si puedes evitarlo '¿pero cómo puede ser así?' porque te irás por
un colador hacia un callejón sin salida del que nadie ha escapado. Nadie sabe cómo
puede ser así."Richard Feynman.
Página 1 de 1
8 =5+3=6+2=7+1=8+0.
7 =4+3=5+2=6+1=7+0.
6 =4+2=5+1=6+0.
5 =3+2 =4+1=5+0.
4 =3+1=4+0.
3 =2+1=3+0.
2 =2+0.
1 =1+0.
Orden de
1 2 3 4 5 6 7 8 (c)
___niveles__ (b)
.......... .......... .......... .......... .......... .......... .......... .......... Atomos
(a) =n+l
8 14 (17) 10(18) 6(19) 2(20) 32 X. 120
7 14(13) 10(14) 6(15) 2(16) 32 Ra 88
6 10(10) 6(11) 2(12) 18 Ba 56
5 10(7) 6(8) 2(9) 18 Sr 38
4 6(5) 2(6) 8 Ca 20
3 6(3) 2(4) 8 Mg 12
2 2(2) 2 Be 4
1 2(1) 2 He 2
2 8 18 32 32 18 8 2
Obsérvese que cada línea agregada de períodos produce una simetría general en
la distribución de electrones. Es decir: 2,* 2-2, 2-8-2,* 2-8-8-2,* 2-8-18-8-2,*
2-8-18-18-8-2,* 2-8-18-32-18-8-2,* 2-8-18-32-32-18-8-2,* electrones. Sus
estructuras corresponden a los átomos con el número 2, 4, 12, 20, 38, 56, 88 y
120, conocidos como He, Be, Mg, Ca, Sr, Ba, Ra, y X que son señalados en la
columna (b).
Aquí resalta una cuestión difícilmente explicable: los pasos al añadir electrones
contraen el radio del átomo. ¿Se imaginan un depósito donde al añadir contenido
se hace más pequeño? Algunos radios atómicos reducen su tamaño más de la
mitad con el llenado de un solo subnivel. Por ejemplo, sucede al llenar
los subniveles del 5 al 10 o del 13 al 18.
Un origen elemental para una simetría sería un punto centrado, con una recta,
sumándole parejas de puntos equidistantes por repulsión a ambos lados.
Hagamos una serie de 1, 3, 5, 7. La misma simetría con repulsión cuadrada,
requiere un enfrentamiento, o reflexión, respecto a otro eje central.
Los anillos de los planetas grandes demuestran la existencia del plano central,
entonces estos electrones podrían adaptar una figura esférica con las polaridades
como el efecto de Coriolis.
Figura 2.
Exigiendo más, ellos también tendrán que ser adaptados a la disposición de los
números cuánticos. Fig. 3.
Complementarios:
(a) Indica la capacidad total del orden de distribución incluida en ambas partes.
L) Este orden designa la amplitud abrazada por los lugares de las posibles
transiciones. La amplitud indica el orden, de valores implícitos diferentes, de
asimetría angular, en un momento órbital. También sus mayúsculas pueden
indicar la suma de valores, implicados, en un momento órbital.
http://137.awardspace.info/sistemasolar137.htm
87 88
2.70 2.33
2s(7)
81 82 83 84 85 86
2.08 1.81 1.63 1.53 1.43 1.34
6p(6)
71 72 73 74 75 76 77 78 79 80
2.25 2.16 2.09 2.02 1.97 1.92 1.87 1.83 1.79 1.76
10d(5)
57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70
2.74 2.70 2.67 2.64 2.62 2.59 2.56 2.54 2.51 2.49 2.47 2.45 2.42 2.40
14f(4)
55 56
3.34 2.78
2s(6)
49 50 51 52 53 54
2.00 1.72 1.53 1.42 1.32 1.24
6p(5)
39 40 41 42 43 44 45 46 47 48
2.27 2.16 2.08 2.01 1.95 1.89 1.83 1.79 1.75 1.71
10d(4)
37 38
2.98 2.45
2s(5)
31 32 33 34 35 36
1.81 1.52 1.33 1.22 1.12 1.03
6p(4)
21 22 23 24 25 26 27 28 29 30
2.09 2.00 1.92 1.85 1.79 1.77 1.67 1.62 1.57 1.53
10d(3)
19 20
2.77 2.23
2s(4)
13 14 15 16 17 18
1.82 1.46 1.23 1.09 0.97 0.88
6p(3)
11 12
2.23 1.72
2s(3)
5 6 7 8 9 10
1.17 0.91 0.75 0.65 0.57 0.51
6p(2)
3 4
2.05 1.40
2s(2)
1 2
0.79 0.49
2s(1)
El significado filosófico de la teoría cuántica de campos
The Philosophical Meaning of Quantum Field Theory
RafaelAndrésAlemañBerenguer
Universidad Miguel Hernández de Elche
Recibido: 22022010 Aprobado definitivamente: 14062010
Resumen
Los abundantes análisis filosóficos sobre la física cuántica no se han visto en general acompañados por una consideración
equiparable hacia su prolongación natural en la teoría cuántica de campos. Esta teoría se ha revelado en su versión
electromagnética como una de las herramientas predictivas más precisas de la ciencia física. No obstante, sus cimientos
conceptuales siguen siendo altamente controvertidos y cabe dudar si una ampliación de su formalismo conducirá a la tan
deseada unificación de las fuerzas fundamentales, y por ende, a una comprensión global de las propiedades básicas de la
naturaleza.
Palabrasclave
Filosofíadelafísica, teoríacuánticadecampos, unificacióndefuerzas, predicción
Abstract
The abundant philosophical analyses on quantum physics have not been generally followed by an equivalent consideration
toward their natural continuation in the quantum field theory. This theory is regarded in its electromagnetic version as one
of the best predictive tools in physical science. Nevertheless, its conceptual foundations are still surrounded by
controversy and it is doubtful if an extension of its formalism will lead us to the unification of the four basic forces, and
therefore to a global understanding of the basic properties of nature.
Keywords
Philosophy ofphysics, quantumfieldtheory, unificationof
forces, prediction
28
RAFAEL a. alemanberenguer
Contrastes vol. XVI (2011)
I. Introducción
Deentrelas teorías físicas juzgadas revolucionarias en la ciencia del siglo XX, sin duda la más impactante
por su significación y sus implicaciones fue la teoría cuántica. La teoría cuántica del campo
electromagnético, la electrodinámica cuántica, resulta ser la más exitosa teoría física de la historia,
si por éxito entendemos la coincidencia entre las predicciones calculadas y las mediciones
experimentales. Sus pronósticos se cumplen con gran exactitud en muy diversos terrenos
experimentales: espectros atómicos, colisiones y dispersiones, emisiones de microondas,
radiaciones de frenado, aniquilaciones entre partículas, láseres, metrología, detección de
radiofrecuencias, métodos numéricos, la física de aceleradores y muchos otros (Karshenboim 2005,
Karshenboim et al 2005, Lee et al 2005, Pachucki 2005, Sick 2005, Cladé et al 2006, Gabrielse et
al 2006, Odom et al 2006, Hagiwara et al 2007).
Todo invitaba a pensar que por este camino lograría avanzarse con paso firme hacia la posterior
conjunción entre la gravitación relativista –la relatividad general– y las otras tres fuerzas
fundamentales (electromagnetismo, fuerza nuclear fuerte y fuerza nuclear débil), una vez fuesen
embridadas en el marco de los citados campos cuánticos.1
La realidad, empero, se ha mostrado esquiva con tales esperanzas. Más de sesenta años después
del desarrollo de la teoría cuántica de campos, ni se ha conseguido la tan anhelada unificación ni
estamos siquiera seguros de que la física cuántica resulte compatible en sentido estricto con la
relatividad especial (no digamos ya la general). La inmensa mayoría de los textos sobre teoría
cuántica de campos están destinados a la formación de especialistas, de modo que eluden los
debates sobre sus fundamentos. Y los escasos trabajos semidivulgativos al respecto raramente
abandonan una línea laudatoria hacia los logros predictivos de la teoría –que, en algunos casos, se
muestran ciertamente admirables– sin apenas atisbo de juicio crítico.2
El presente trabajo pretende constituirse como una minúscula aportación en este terreno,
enjuiciando la teoría cuántica de campos no solo por sus éxitos –nada desdeñables, ya se ha dicho–
sino también por la solidez de sus cimientos, la coherencia de sus interpretaciones y las perspectivas
que promete hacia el futuro. Pues la fertilidad potencial de una teoría, más allá de sus triunfos pre
téritos, depende también de la claridad de sus fundamentos y de la consistencia lógica de sus
métodos.
1 La electrodinámica cuántica ha alcanzado precisiones que rondan una parte en 10 11, equiparables a los mejores
resultados de la relatividad general. La relatividad especial, comparativamente más sencilla, exhibe precisiones de entorno
a una parte en 1021; véase Haugan y Will (1989).
2 Excepto en contados –pero muy notables– casos, como en Penrose (2006).
29
El significado filosófico de la teoría cuántica de campos
Contrastes vol. XVI (2011)
II. El armazón delos campos cuánticos
Como punto de partida, las teorías cuánticas de campos al uso toman el espaciotiempo de
Minkowski, donde el grupo de simetría es el grupo de Poincaré (traslaciones y rotaciones de
Lorentz). Los campos cuánticos no son operadores ordinarios, sino distribuciones –en el sentido
matemático de Schwarz– cuyos valores son operadores. El hecho de manejar distribuciones
matemáticas y no funciones, implica que los operadores cuánticos de campo no resultan definibles
en un punto concreto, sino en un entorno espaciotemporal de extensión finita. Naturalmente, los
productos de estos operadores en un punto –a diferencia de la teoría clásica de campos– tampoco
están definidos, y no es de extrañar que aparezcan divergencias infinitas al aplicar este formalismo
tan espinosamente construido.
El deseo de incorporar la causalidad espaciotemporal junto con las simetrías del grupo de
Poincaré, aconseja escoger una formulación lagrangiana para las teorías cuánticas de campos. Para
ello se mantiene la forma de la densidad lagrangiana de un campo clásico (que en general es una
combinación local de los campos presentes y sus derivadas espaciotemporales) y se sustituyen los
campos clásicos ϕ(x) por los operadores cuánticos φ(x). Cuando aplicamos todo este aparato formal
a la interacción entre los campos de materia eléctricamente cargados (digamos, electrones) y los
campos electromagnéticos (generalmente a través de un potencialvector) llegamos a la
electrodinámica cuántica, que es una teoría gauge local y abeliana. Estas tres últimas palabras
encierran un riquísimo significado físico, a saber: (1) Todas las cantidades observables quedan
invariantes bajo un cambio de gauge. De ello se colige que son las clases de equivalencia de los
campos vectoriales (campos que sólo difieren entre sí por una transformación gauge) las que poseen
relevancia física, no los campos individuales. (2) Su carácter local implica que las transformaciones
gauge pueden variar de un lugar a otro, es decir, son dependientes del punto espaciotemporal
escogido. Las interacciones son locales –no hay acción a distancia– y las señales físicas se propagan
a velocidad finita. (3) Si aplicamos dos transformaciones gauge sucesivas el resultado es
independiente del orden de su aplicación. En eso consiste la propiedad abeliana.
Pocas veces se llama la atención sobre el hecho de que la descripción relativista de las
partículas cuánticas fue obra de Wigner, y no guarda relación directa con la idea de los campos
cuánticos (Wigner, 1939). En general, no hay una relación directa entre el número de campos
presentes y el número de partículas descritas por una teoría cuántica de campos. La correspondencia
entre campos y partículas sólo es unívoca3 –cada campo va ligado con un tipo
3 Excepto los campos “fantasmas” (ghosts).30 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI (2011)
de partícula– en el caso libre de interacciones, o cuando las ecuaciones de la teoría se expresan
desde el inicio mediante una serie de potencias.
Se admite también que un campo cuántico posee un conjunto característico de números
cuánticos que desempeñan el papel de “cargas” en las interacciones presentes (Jost 1965, Streater y
Wightman 1980). Si la lagrangiana de un campo cuántico obedece una simetría interna (como el
isospín) el número cuántico relacionado con ella obedece una ley de conservación impuesta sobre
las reacciones entre partículas asociadas con dicho campo.4
La eliminación de las cantidades infinitas, o “divergencias”, en las teorías cuánticas de campo
se consigue al precio de introducir grados de libertad (parámetros con valores sin fijar) de dudosa
interpretación física. Por desgracia estos grados de libertad no físicos parecen ser imprescindibles
para preservar la simetría gauge local y la simetría espaciotemporal del grupo de Poincaré. La
apelación a esos grados adicionales de libertad, nos aboca a un espacio ampliado de estados con una
métrica indefinida. El espacio de estados genuinamente físicos, por su parte, configura un
subespacio con métrica definida positiva, lo que evita la aparición de probabilidades negativas (es
decir, la matriz de densidad S permanece unitaria). Considerando el asunto más de cerca, se observa
que en la electrodinámica cuántica –una teoría abeliana– los grados de libertad no físicos provienen
en exclusiva del gauge del vector potencial del campo electromagnético. Por el contrario, en las
teorías no abelianas –como la de simetría SU(2)– surgen por añadidura campos cuánticos escalares
sometidos a una estadística fermiónica,5 rompiendo con ello la conexión espínestadística que rige
en el caso de los grados de libertad verdaderamente físicos.
III. Las técnicas derenormalización.
A juicio de numerosos investigadores, siendo muy importante no basta sólo con eliminar los
infinitos; había que lograrlo mediante métodos matemáticos legítimos, pues de lo contrario toda la
teoría amenazaba con quedar sospechosamente viciada. Dado que desconocemos la masa y la carga
“desnudas” del electrón (esto es, sin la adición de la masa electromagnética ni el apantallamiento de
las partículas virtuales), nada nos impide asignarle un valor arbitrario de modo que la suma final
coincida con los datos experimentales. Asignando una masa y
4 También tenemos otras funciones de correlaciones llamadas funciones de Schwinger. Para campos bosónicos se
definen sobre un espacio abstracto de distribuciones. Con fermiones se obtienen de la integración de Berezin (1966),
definida sobre un álgebra de Grassmann.
5 Son los campos “fantasmas” y “antifantasmas” de FaddeevPopov (Faddeev & Slavnov, 1991). 31 El significado
filosófico de la teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011)
una carga infinitas al electrón, y escogiendo bien el orden de infinitud para que cancele el de la
serie de términos perturbativos, podemos obtener un resultado finito arbitrario. Las operaciones con
cantidades infinitas se suelen considerar matemáticamente ilícitas dado que generan
indeterminaciones, aunque eso mismo nos brinda la posibilidad de asignar a esa magnitud
indeterminada el valor fenomenológico de la masa y la carga del electrón. Así se hizo con gran
éxito práctico;6 tan grande de hecho que acalló momentáneamente a la mayoría de quienes dudaban
de la solidez matemática del método, y temían que tales reservas acabaran comprometiendo la
fiabilidad misma de la electrodinámica cuántica (Lewis 1948, Epstein 1948).
El hecho palmario de que las predicciones coincidiesen extremadamente bien con los
experimentos, no impresionaba demasiado a Dirac, quien se refería a las reglas de renormalización
diciendo Dirac (1978, p. 20): «[…] incluso aunque puedan conducir a resultados concordantes con
las observaciones, son reglas artificiales, yo simplemente no puedo aceptar que los fundamentos
actuales [de la teoría cuántica relativista] sean correctos». Y en su último artículo no dejó de repetir 7
(Dirac 1987, p. 196): «Quiero enfatizar que muchas de estas modernas teorías cuánticas de campos
no son fiables en absoluto, incluso aunque mucha gente esté trabajando en ellas y su labor obtenga a
veces resultados detallados».
Resulta difícil, por ejemplo, vincular los operadores de la electrodinámica cuántica con las
habituales funciones de puntos del espaciotiempo minkowskiano, aunque de hecho las reglas de
renormalización los tratan como si así fuesen (Bogolubov et al 1975, sec. 10.4; Itzykson y Zuber
1980, sec. 6.1). Esas mismas reglas se emplean para restar divergencias manipulando integrales mal
definidas con la coartada de la teoría de distribuciones y de funciones generalizadas (Schwartz
1945, Gel’fand y Shilov 1964, Gel’fand y Vilenkin 1968). Sin embargo, pese a la frecuente
apelación a la legitimidad matemática que supuestamente proporcionan, tanto las distribuciones
como las funciones generalizadas son funcionales lineales continuos, que por su propia naturaleza
excluyen el tratamiento de expresiones no lineales. Dado que los términos no lineales caracterizan
precisamente los campos en interacción –que son los fenómenos físicamente interesantes– ahí se
halla la dificultad esencial de toda teoría cuántica que aspire a describir la naturaleza de modo
fructífero.
Pero concedamos por un momento que la manipulación de las magnitudes divergentes
suministra resultados finitos, los cuales se supone que constituyen los términos de un desarrollo
perturbativo de los elementos de la matriz de
6 Para un interesante relato histórico sobre la acogida de los métodos de renormalización en la comunidad científica,
es muy aconsejable consultar Pais (1986), pp. 360392.
7 Véase Krisch (1987), p. 50.32 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI (2011)
dispersión (matriz S) para diversos procesos. Entonces echamos en falta una prueba de que
dichos elementos de la matriz S existan de veras en un sentido matemático bien definido. Pese a
ello, si conservamos nuestro ánimo intacto, renunciamos a la convergencia de los desarrollos
perturbativos y aceptamos en cambio la conjetura usual en electrodinámica cuántica (Dyson 1952) –
y también en otras teorías cuánticas de campos– de que nos enfrentamos con “series asintóticas”.
Ahora bien, privados de una caracterización sólida de aquellas funciones con respecto a las
cuales los desarrollos perturbativos se suponen asintóticos (es decir, los elementos de la matriz S) el
concepto mismo de serie asintótica resulta controvertido. El criterio de sumabilidad de Borel puede
emplearse para reconstruir una función partiendo de una serie divergente de potencias (Hardy 1949,
Sokal 1980), pero los requisitos para su aplicabilidad no se satisfacen en la electrodinámica
cuántica.
Las técnicas de Feynman destinadas a librar la electrodinámica cuántica de los infinitos
(Feynman 1948, 1949, 1962) no eran menos arbitrarias que las de Schwinger y Tomonaga. La idea
del estadounidense consistía en realizar un truncamiento de la serie de términos perturbativos justo
antes de que su valor se desbocase hacia el finito. Pero careciendo de un criterio seguro mediante el
cual discernir en qué termino de la serie detenerse, este procedimiento no dejaba de ser igualmente
artificioso. Peor aún, de sus intentos de sustituir las deltas de Dirac por otro tipo de funciones
menos problemáticas, quedó claro que las divergencias de la electrodinámica cuántica provenían
tanto de la ausencia de una cota superior para la energía de los cuantos virtuales, como del carácter
local de la interacción entre los campos.8
¿Qué pensar entonces de los métodos de renormalización? Su existencia ha permitido a los
experimentalistas alcanzar grados de precisión desconocidos en la permanente contienda entre
teorías y contrastaciones. No obstante, la ausencia de unos fundamentos matemáticos sólidos
mantenía viva la inquietud incluso en físicos geniales, como el propio Dirac, muy comprometidos
con el mundo cuántico:9
Hubo un tiempo en el que todas las teorías físicas se basaban en matemáticas intrínsecamente correctas.
No pretendo decir con esto que los físicos siempre
8 Como se expone nítidamente en Bogoliubov y Shirkov (1959), p. 299.
9 Lo cierto es que a falta de evidencias claras sobre bosón de Higgs –introducido con el exclusivo propósito de
renormalizar la teoría electrodébil– las reticencias de Dirac aparentan mayor justificación. Especialmente si pensamos que
la existencia del bosón de Higgs conduce a valores de la constante cosmológica en flagrante contradicción con los datos
observables. Véase Harari (1983) y Weinberg (1987, 1989) para esta interesante controversia. No obstante, la
cromodinámica cuántica sí admite renormalización mediante el formalismo reticular. 33 El significado filosófico de la
teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011)
utilicen matemáticas inobjetables; no es inusual que elijan atajos dudosos para sus cálculos. […] [P]ero
en el caso de la teoría de renormalización nos las habemos con una teoría que ha salido victoriosa de todos los
intentos realizados por los matemáticos para sanearla. Yo me inclino a pensar que la teoría de la
renormalización no pervivirá mucho tiempo y que su notable concordancia con los experimentos ha de
considerarse pura causalidad. (Dirac 1997, p. 8).
IV. El problema dela interacción
Dejando a un lado las complicadas relaciones de las teorías cuánticas con sus contrapartidas
clásicas (la física cuántica necesita un sustrato clásico susceptible de ser cuantizado, y también de
suministrar una interpretación inteligible para los resultados experimentales), la teoría cuántica de
campos parece ser inconsistente cuando se considera como una estructura lógica cerrada, incluso
aunque su formalismo matemático resultase coherente, cosa que no sucede. La raíz de la dificultad
estriba en idea subyacente de que los fenómenos físicos pueden ser diseccionados sin ambigüedad
en componentes analizables por separado.
Así ocurre que la electrodinámica cuántica describe las interacciones considerando inicialmente
ambos campos, electrónico y electromagnético, como entidades bien separadas, los detalles de cuya
influencia mutua dependen críticamente de la situación específica en la cual dicha interacción se
produzca. Una vez se conozcan esos detalles específicos, el modelo se construye partiendo del
marco matemático general proporcionado por la teoría. Pero siempre subyace la idea de campos
distintos en interacción, no de un único campo que se manifieste como materia o radiación según la
perspectiva.
En el lenguaje lagrangiano, cuando un electrón interactúa con un campo electromagnético
externo la descripción se realiza por medio de una suma de términos L0(Aμ) + L0(ψ) + L(Aμ, ψ). Es
obvio que L0(Aμ) y L0(ψ) representan respectivamente los campos libres de Maxwell y de Dirac, en
tanto que L(Aμ, ψ) es el término de interacción. La forma de este último se obtiene imponiendo
condiciones de invariancia relativista, de simplicidad formal y de correspondencia con la teoría
clásica de Lorentz sobre los electrones. En general, L(Aμ, ψ) ≡ eψ*γμψAμ donde e es la carga del
electrón y γμ una matriz de Dirac. Se observa, pues, que de principio a fin la electrodinámica
cuántica, como teoría de las interacciones entre materia y radiación, presenta los campos que
interactúan diáfanamente separados. En la densidad lagrangiana tenemos un término para cada
campo (Aμ y ψ) y un término de acoplamiento para la interacción entre ambos.
El problema con el cual nos topamos ahora radica en la imposibilidad de aplicar los espacios de
Fock −diseñados para campos libres− a los procesos de 34 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI
(2011)
interacción. La descomposición de las ondas clásicas en sus componentes de Fourier
convenientemente cuantizados, permite introducir el concepto de “cuanto” en la teoría. Semejante
proceder se torna imposible en el caso de campos interactuantes; simplemente no existe un
desarrollo de Fourier adecuado para ello, puesto que carecemos de un espacio de Fock para campos
en interacción. Las consecuencias resultan dramáticas: la propia idea de que un estado de inte
racción entre campos pueda describirse como una distribución de probabilidad sobre
configuraciones clásicas de dichos campos, queda ciertamente en entredicho.10 De acuerdo con el
teorema de Haag (1955) no existe una transformación unitaria que relacione los operadores
hamiltonianos correspondientes al caso de los campos libres con el de la interacción entre ellos. Es
cierto que las técnicas de renormalización ofrecen la posibilidad de suspender la aplicación del
teorema de Haag. En efecto, al introducir términos compensatorios infinitos, el formalismo
matemático no queda bien definido.
La cuestión presenta un aspecto todavía más confuso si pensamos que los desarrollos
perturbativos −indispensables en la electrodinámica cuántica− no son meramente herramientas
matemáticas destinadas a facilitar los cálculos. Bien al contrario, lo cierto es que no existen
ecuaciones exactas cuyas aproximaciones nos vengan dadas por los desarrollos perturbativos; el
propio cálculo de perturbaciones constituye el núcleo duro de la teoría y sus modelos, si es que
podemos distinguir legítimamente entre la una y los otros. Sin desarrollos perturbativos de la matriz
S, por ejemplo, careceríamos de predicciones y resultados que comparar con los datos
experimentales. Ahora bien, el uso de los métodos perturbativos en la electrodinámica cuántica se
sustenta sobre la presunta debilidad de la interacción entre los campos de Dirac y de Maxwell,
suposición que muy a menudo se halla lejos de estar garantizada. 11
En la práctica, sólo manejamos los primeros términos del desarrollo perturbativo de la matriz
de dispersión asociada al caso concreto que nos ocupa, sin considerar los campos como un sistema
global en interacción. La matriz S “exacta” simplemente no existe. Yen el mejor de los casos
tomamos unos pocos términos más del desarrollo, representativos de diversas formas de interacción
entre cuantones, dejando que los resultados experimentales decidan su pertinencia. Podría parecer
que las integrales de camino de Feynman servirían para evadir este atolladero, pero de nuevo
nuestras esperanzas se ven frustradas. En los modelos concretos donde tales integrales se aplican,
las amplitudes de transición no se pueden desarrollar en series infinitas en las que aparezcan los
propagadores de los cuantos. Por ello, la interpretación habitual que las asocia
10 Interesantes discusiones sobre estos argumentos, que en algunos casos llegan a cuestionar los conceptos de
“cuantón” y “campo” a la vez, se hallan en Earman y Fraser (2006), p. 330.
11 Véase un agudo comentario al respecto en Mandl y Shaw (1984), p. 95. 35 El significado filosófico de la
teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011)
con cuantones no es susceptible de traducirse en un desarrollo finito basado en integrales de
camino (Rueger 1992, p. 314).
Tampoco ha permanecido ajeno al debate el carácter unitario de la matriz S para los casos
realistas de campos cuánticos en interacción. Ni se ha garantizado su cumplimiento en el espacio
tiempo de Minkowski, ni menos aún en una variedad curva. Y no es una cuestión menor, pues se
admite tácitamente que la naturaleza unitaria de la matriz S se da como consecuencia de la con
servación de la probabilidad en el tiempo. Dicha conservación recoge el hecho de que la evolución
temporal de un sistema cuántico gobernada por la ecuación de Schroedinger, se representa mediante
un conjunto de operadores unitarios que, como tales, conservan las probabilidades de transición
entre distintos estados. Sin embargo, sirviéndose de modelos muy idealizados (Kato y Kuroda
1959), y posteriormente con situaciones mucho más plausibles y realistas, 12 se han expuestos
ejemplos teóricos en los que no siempre habría de suceder necesariamente así.
El ruso Lev Landau expresó su convicción de que las únicas cantidades físicas directamente
observables eran las asociadas con las partículas asintóticamente libres, como sus impulsos o
energías antes y después de la dispersión (Cao y Schweber 1993, p. 47). La idea consistía en dejar
de lado el acto mismo de la interacción −demasiado complejo para un tratamiento detallado– para
concentrarse en los estados iniciales y finales del proceso. En consecuencia, Landau sostenía que
los campos cuánticos interpolados entre ambos estados límites (partículas infinitamente alejadas
antes y después de la interacción) carecían de significado físico, y abogaba por una ruptura con la
teoría cuántica de campos a favor de una aproximación semejante a la matriz S de Heisenberg.
El uso de los espacios de Fock para representar los sistemas sin interacción, sustenta la
interpretación cuántica –discreta, discontinua– de los campos de fuerzas como un agregado de
bosones (fotones, en el caso electromagnético). Nada de eso, empero, nos garantiza que pueda
obrarse igual cuando hay interacciones presentes, porque entonces las representaciones de Fock no
resultan una herramienta adecuada.
La respuesta obvia sería ahora generalizar el concepto de espacio de Fock de manera que
abarcase también los casos de interacción, si bien todos los intentos llevados a cabo en esa dirección
han resultado infructuosos. La representación de un sistema cuántico mediante espacios de Hilbert
no puede lograrse con una
12 El modelo de Pearson (1975) emplea un potencial local oscilante que varía más rápidamente según nos acercamos
al origen del sistema de referencia, situado en su centro de masas. Así, cuando una partícula cuántica ingresa en el sistema
en un estado asintóticamente libre, queda atrapada para siempre en ese potencial, y no genera un conjunto de estados de
salida asintóticamente libres.36 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI (2011)
mera descomposición de Fourier de campos clásicos en interacción, porque las expresiones
obtenidas no serían covariantes relativistas y por ello quedarían automáticamente excluidas como
candidatas para una buena teoría de campos cuánticos. Las referencias habituales en la literatura
especializada, suelen imputar este problema a la dificultad de representar estados con dos o más
partículas en el marco de los espacios de Fock (Bain 2000, p. 393).
Es cierto que en un sistema sin interacción la energía de un estado con dos partículas es
simplemente la suma de las energías de los dos estados con una sola partícula, en tanto que la
presencia de interacciones introduce términos adicionales que oscurecen enormemente la situación.
No obstante, un examen más detenido revela que esa no es la fuente principal de nuestro dilema,
puesto que también aparece en los estados de vacío, los cuales carecen por definición de partículas
“reales” (dejamos a un lado las “virtuales”, desde luego). Los responsables de todo ello parece ser
los requisitos relativistas impuestos a la teoría cuántica (Earman y Fraser 2006, sec. 4), pues el
teorema de Haag descansa sobre premisas relativistas, mientras que ni la descomposición de Fourier
ni los estados sin partículas en la representación de Fock son covariantes bajo el grupo de Poincaré.
Como consecuencia, la relatividad especial no puede asignar correctamente las energías a los
estados de una partícula, cosa que sí ocurre en los sistemas libres, donde las ecuaciones son lineales
y la relatividad permite una interpretación cuantizada de los campos. Cuando tenemos campos
interactuantes, el encaje de ecuaciones de campo no lineales con las exigencias relativistas impide
una tal interpretación, y toda mención a cuantos mediadores de interacciones permanece
injustificada.
V. Más allá dela teoría cuántica decampos
A quienes conciben el realismo como la única posición seriamente sostenible en la filosofía de
la ciencia, se les confronta a menudo con la paradójica circunstancia de que la teoría cuyas
predicciones se satisfacen con mayor precisión, funda esos mismos resultados en una manipulación
poco escrupulosa de los términos divergentes de orden superior en los desarrollos perturbativos que
permiten calcular las soluciones aproximadas de la teoría (Weinberg 1977, Weisskopf 1981, Teller
1988). Esta incongruencia se suele atribuir o bien a la drástica diferencia de planteamiento entre la
física cuántica y la relativista (disparidad que acaso se deba al carácter incompleto de ambas), o
bien a la insuficiencia del arsenal matemático disponible para describir un ámbito de la realidad –el
que la teoría cuántica de campos pretende reflejar– radicalmente distinto del que nos es familiar.
Expresado con mayor elegancia (Rohrlich, 1996, p. 94): «[…] a veces es difícil decir si un
desacuerdo con el experimento se debe a la forma 37 El significado filosófico de la teoría cuántica de
campos Contrastes vol. XVI (2011)
aproximada en que se resuelven las ecuaciones o si el desacuerdo se debe a las ecuaciones
fundamentales de la teoría misma».
Haciendo de la necesidad virtud, los teóricos emplean la posibilidad de renormalización como
un filtro a través del cual seleccionar las teorías presuntamente más prometedoras. Aquellas que no
resulten renormalizables se desechan sin rodeos, con independencia del resto de sus méritos; y en
verdad es un poderoso criterio de selección. Como también es cierto que, si admitimos la existencia
de una teoría libre de divergencias y aún desconocida de la cual los campos cuánticos son meras
aproximaciones, entonces surge la siguiente cuestión:
¿Cómo, cabría preguntase, puede la renormalizabilidad, entendida de este modo, funcionar como una
restricción sobre la construcción de teorías? Recordemos que la renormalizabilidad era el requisito de
que todos los términos divergentes pudiesen absorberse en un número finito de constantes observables.
El requerimiento de que una teoría tenga esta propiedad estrecha severamente el abanico de opciones
permitido por otras restricciones, como la invariancia de Lorentz y la de gauge. ¿Pero cómo hemos de
justificar el requisito de renormalizabilidad en tanto que restricción que una teoría aproximada debe
satisfacer? Si […] la teoría correcta no tiene términos divergentes, la restricción (que todos los términos
divergentes sean absorbibles) no puede justificarse sobre la base de que una teoría verdadera (o todas las
teorías más precisas) debe satisfacer la restricción. Así que, ¿por qué deberíamos creer que esta
restricción nos guiará hacia teorías mejores? (Teller, 1995, p. 167)
Avanzando sólo un paso más, la pregunta podría ser si hay razones para suponer que las
consecuencias de una renormalización perturbativa se aproximan a las de una teoría cuántica de
campos exacta (Huggett 2000, p. 630), o incluso si existe tal cosa como una teoría cuántica de
campos “exacta”. La respuesta –suele afirmarse– reside en la teoría de grupos de renormalización
(Huggett y Weingard 1995), gracias a la cual las divergencias pueden interpretarse como producto
de una elección incorrecta del formalismo, compensada cuando las técnicas de renormalización
“afinan” –por así decirlo– los parámetros de los campos cuánticos.
Llegamos con ello a una de las claves de la controversia, porque se hace imperativo reconocer
que a pesar de sus incongruencias la teoría cuántica de campos suministra predicciones de
formidable exactitud. Por imaginarlo gráficamente, supongamos que, en efecto, existe una
correspondencia entre el conjunto de las teorías cuánticas de campos y las propiedades que
caracterizan los sistemas de objetos cuánticos. En su forma actual esta correspondencia conduce a
valores infinitos, las temidas divergencias de la teoría. Pero se da 38 RAFAEL a. aleman
berenguerContrastes vol. XVI (2011)
la circunstancia de que tenemos recetas extrateóricas –las técnicas de renormalización– que
desvían esa correspondencia hacia un conjunto de valores extremadamente ajustados a los datos
empíricos.
El dilema estriba en si hemos de considerar esas recetas suplementarias como una pieza más de
la teoría –y una pieza esencial– o deberíamos buscar otra correspondencia que nos condujese a los
valores finitos adecuados sin necesidad de reajustes sobrevenidos. No es una cuestión baladí, en
tanto la rigidez formal de las teorías cuánticas de campos hace muy difícil cualquier tipo de retoque
o modificación siquiera parcial sin amenazar con la ruina de todo el edificio. La alternativa,
innecesario es decirlo, encierra todavía mayores complicaciones, pues consistiría, ni más ni menos,
que en la búsqueda de una teoría capaz de sustituir desde su origen todo el programa unificador de
las teorías cuánticas de campos. Esta nueva construcción habría de realizarse sobre bases
conceptuales dramáticamente distintas, si desea tener esperanzas de éxito donde sus predecesoras
fracasaron, conservando a la vez el impresionante repertorio de éxitos de estas últimas. No es de
extrañar que de momento nadie haya emprendido un proyecto semejante.
La búsqueda de un reemplazo se ve dificultada por el hecho de que la teoría cuántica de campos
–igual que en la teoría cuántica sin campos– cuenta con diversas formulaciones matemática y
empíricamente equivalentes; por ejemplo, mediante espacios de Hilbert o a través de las integrales
de camino de Feynman. Yesta variedad de planteamientos tal vez deba contemplarse como un reto
para quien pretenda extraer conclusiones ontológicas de los campos cuánticos (Rohrlich 1996).
VI. Ontología
La teoría cuántica de campos, que aspira a establecer el marco general en el que insertar los
fundamentos de la física, se ve obligada a afrontar cuestiones muy profundas sobre los
constituyentes últimos del universo. ¿De qué clase son las entidades elementales que configuran el
mundo material?; ¿corpúsculos, campos o algo distinto de ambos? Más aún, ¿tiene sentido
preguntarse por unos entes básicos con los cuales construir la realidad física? Si consideramos que
la individualidad es un ingrediente indispensable de las partículas, el principio cuántico de
indiscernibilidad y la variabilidad en el número de partículas de los sistemas interaccionantes,
tornan problemática semejante adscripción (Teller 1995, Seibt 2002).
Además, el hecho de que los campos sean sistemas con infinitos grados de libertad, en abierta
oposición con el concepto de partícula –con un número finito de grados de libertad– complica aún
más las cosas. Es cierto que Wigner 39 El significado filosófico de la teoría cuántica de campos Contrastes
vol. XVI (2011)
identificó las diversas clases de partículas elementales con representaciones unitarias
irreducibles del grupo de Poincaré (Wigner 1939, Newton y Wigner 1949, Buchholz 1994), pero
esto tan solo supone una clasificación de tales entidades, no una definición de las mismas. La idea
consiste en que, si la teoría cuántica relativista puede interpretarse en términos de partículas,
entonces el catálogo de posibles partículas viene dado por las representaciones unitarias irreducibles
del grupo de Poincaré. La legitimidad última de una interpretación corpuscular tal, no entra en
discusión.
Bajo los requerimientos de la relatividad especial la condición de localizabilidad queda en
entredicho, pues la teoría excluye la posibilidad de ubicar una partícula cuántica en cualquier región
espacial de tamaño finito. Yen relación con ello se han estipulado teoremas que impiden distinguir
entre el estado de vacío y un sistema con un número específico de partículas mediante medidas
puramente locales (Reeh y Schlieder 1961, Redhead 1995, Clifton y Halvorson 2001). Peor aún,
otro teorema prescribe que una teoría cuánticorelativista con un número fijo de partículas, obtendrá
siempre una probabilidad nula de localizar una de tales partículas en cualquier región espacial
finita13 (Borchers 1967, Saunders 1995, Malament 1996, Busch 1999, Fleming y Butterfield 1999,
Clifton y Halvorson 2002).
Todavía más desafiante para la ontología corpuscular de los campos cuánticos, fue el
descubrimiento de que un observador uniformemente acelerado en un espaciotiempo vacío de
Minkowski –sin gravitación– detectará partículas con una distribución térmica de energías (Unruh
1976, Unruh y Wald 1984). Esta conclusión evidencia el carácter dependiente del observador del
concepto de partícula, incluso en un espaciotiempo sin curvatura. 14 No obstante, tampoco cabe
negar que el carácter discontinuo de ciertas propiedades, como la carga eléctrica, parece abogar por
la existencia de entidades discretas en algún sentido. Sin olvidar que las contrastaciones
experimentales de la teoría cuántica de campos se consiguen acelerando y provocando colisiones
entre lo que parecen ser partículas.
Si admitimos el campo cuántico como entidad básica de la realidad física, a diferencia de los
campos clásicos, no cabe asignar un número real (representativo del valor de una magnitud física) a
cada punto del espaciotiempo, sino un operador cuántico que representa el abanico completo de
todos los valores posibles de una magnitud física. Esto es algo muy distinto de la típica noción
13 Este resultado presupone el cumplimiento de cuatro condiciones: covariancia relativista, conservación de la
energía, localizabilidad y localidad.
14 La existencia de un operador asociado con el número de partículas parece depender del grupo de simetría de
Poincaré, que se pierde en un espaciotiempo curvo como el de la relatividad general. 40 RAFAEL a. aleman
berenguerContrastes vol. XVI (2011)
de campo físico, lo que despierta legítimas dudas sobre su pertinencia (Teller 1990, Teller
1995).
Tan abrupta parece la senda hacia partículas y campos que no han faltado propuestas favorables
a otras ontologías. Desde los puros sucesos espaciotemporales (Auyang 1995, Dieks 2002) o los
procesos físicos (Seibt 2002, Hättich 2004, Kuhlmann 2000, Kuhlmann 2002) hasta rasgos
estructurales abstractos pero considerados objetivos, como las simetrías (Cao 1997b, Ladyman
1998, Brading y Castellani 2003).
A mi juicio, la ontología no es un lujo del cual puedan prescindir las teorías físicas que aspiran
a un carácter fundamental. No son ociosos, pues, los esfuerzos realizados a lo largo de los años por
dotar a la física cuántica con una ontología coherente, y sus escollos tan solo indican que quizás
debamos buscar en otra dirección. Al fin y al cabo las nociones de corpúsculo y campo vienen
ligadas al nivel macroscópico como idealización de los objetos de nuestra experiencia. Y la teoría
cuántica de campos representa la tentativa de obtener un híbrido fértil de la unión entre ambas. Pero
el mundo cuántico difiere de nuestras expectativas empíricas usuales, apunta a una realidad distinta
y sin duda precisa nuevos objetos básicos para su ontología. Necesitamos un nuevo elemento
fundamental –o varios– cuyas características permitan elaborar una ontología común para el
espaciotiempo, la materia y sus interacciones. Los fracasados intentos de reducir la materia a
relaciones espaciotemporales y viceversa, sugieren poderosamente que podría existir un sustrato
subyacente, una ontología compartida de cuya riqueza fenomenológica las perplejidades cuánticas
son una manifestación.
VII. Conclusiones
El cuadro general de la situación se muestra tan enrevesado que numerosos autores han acabado
manifestando los mismos sentimientos que se recogen en la siguiente cita:
Cuando se contempla la sucesión de alteraciones ad hoc realizadas en la teoría cuántica de campos (mar
de electrones de energía negativa, desprecio de autoenergías infinitas y polarizaciones del vacío,
invariancia gauge local, renormalización forzada en teorías gauge, ruptura espontánea de simetría,
confinamiento de los quarks, color, entre otros ejemplos) y la imagen que emerge del “vacío” (¿éter?),
borboteando con pares partículaantipartícula de todas clases y responsable de la ruptura de las simetrías
inicialmente presentes, uno puede preguntar si se supone seriamente o no que la naturaleza ha de ser así.
(Cushing 1982, p. 78, cursivas en el original).41 El significado filosófico de la teoría cuántica de
campos Contrastes vol. XVI (2011)
La electrodinámica cuántica ha suministrado resultados demasiado buenos para que pensemos
en desprendernos de ella sin contar con un recambio al menos igual de satisfactorio. Un recambio –
no lo olvidemos– que logre combinar la teoría cuántica con, al menos, la relatividad especial de
Einstein. Ahí se halla el nudo de la cuestión, puesto que numerosos textos dan por conseguido este
objetivo sin que haya plena garantía de ello.
Es un recurso común mencionar el hecho de que las teorías cuánticas de campos se dan en
forma lagrangiana para lograr una equiparación entre las variables de posición y la de tiempo. Así,
la densidad lagrangiana L se juzga relativista si depende de un 4vector de posición espacio
temporal, xμ, sometido al grupo de Poincaré. Pero tal vez no sea esa la denominación más adecuada.
Quizás bastase con llamar a tales magnitudes “covariantes de Poincaré”, porque de hecho es lo que
son, y no “relativistas”. La experiencia nos ha enseñado que las dos teorías relativistas de Einstein
exhiben una característica que, a falta de mejor nombre, cabría llamar “geometrizabilidad”. El
espaciotiempo minkowskiano de la Relatividad Especial posee una métrica típica, que determina el
comportamiento de los campos que sobre él se despliegan (por ejemplo, el electromagnético) y, en
general, el tipo de procesos físicos posibles en su seno. Yno digamos de la Relatividad General,
donde la misma gravitación se incorpora a la estructura geométrica de un espaciotiempo pseudo
riemanniano. Estas dos descripciones de la realidad son posibles en tanto que tratemos con
funciones continuas que asignen a cada punto del espaciotiempo una propiedad física
individualizable y causalmente separable. 15
Sin embargo, cuando accedemos a la teoría cuántica de campos, la situación es muy distinta.
No tenemos funciones continuas del espacio y el tiempo, sino distribuciones de operadores que nos
remiten a un espacio abstracto de Hilbert (espacio de estados, espacio de Fock, etc.) el cual se
adopta como verdadero escenario de los procesos físicos. Dado que la vinculación entre tales
espacios abstractos y el espaciotiempo físico resulta indirecta, remota y enteramente abierta a la
controversia, no parece aconsejable considerar relativista una densidad lagrangiana por el mero
hecho de que sus coordenadas de posición y tiempo cumplan las simetrías de Poincaré. Nada nos
impide, desde luego, considerar la geometrizabilidad un rasgo accesorio de la teoría, y quedarnos
tan solo con la obediencia del grupo de Poincaré como criterio decisivo de su índole relativista.
Pero no podemos entonces ahuyentar la sensación de que algo se pierde con semejante proceder,
como acaso demuestra el hecho de que un siglo después de la Relatividad General no se haya
logrado cuantizar la gravedad.
En el fondo nos las vemos con un problema que aquejó ya la teoría cuántica
15 Entendido en el habitual sentido relativista: dos puntos separados por un intervalo de tipo espacial no guardan
entre sí relación causal alguna.42 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI (2011)
original y se transmitió intacto a la de campos. La interpretación física de las coordenadas xμ en
las teorías cuánticas, difiere del resto de la física, ya que los cuantones carecen de propiedades
clásicas como la de “posición”. Esta carencia se traslada igualmente a la teoría cuántica de campos,
amplificada por su colisión frontal con la idea clásica de campo como un sistema continuo con
infinitos grados de libertad. La consecuencia es la multiplicación infinita de la falta de noción de
posición en los cuantones, hasta un grado en el cual la propia noción de cuantos de campo la hace
controvertida:
Los modos normales, los cuantos del campo, y las partículas son buenos conceptos para describir los
sistemas continuos sólo cuando el acoplamiento entre ellos es despreciable. La condición no siempre se
satisface. Por ejemplo, los modos de una cuerda de violín no pueden considerarse independientes unos de
otros cuando la vibración es bastante violenta para hacerse inarmónica. Igualmente, cuando los campos
cuánticos interactúan, los cuantos pueden excitarse y desexcitarse fácilmente de modo que la imagen
estática de los campos cuánticos trazada más arriba ya no se aplica. Por ello los teóricos de los campos
dicen que las partículas son epifenómenos y el concepto de partícula no es central en la descripción de
los campos. (Auyang 1995, p. 53).
La electrodinámica cuántica parece involucrar problemas de una índole muy particular. Bien
podría suceder que sea necesaria una nueva teoría de interacciones fundamentales que combine
desde su mismo origen los requerimientos cuánticos y relativistas. En ese sentido el propio nombre
de la teoría resulta cuando menos poco adecuado. Hablar de “campos cuánticos” evoca a la vez la
idea de interacción local heredada de la física clásica y el carácter discreto –indigerible para el
campo tradicional– propio de la física cuántica. Tal vez hubiese sido más oportuno referirse a ella
como la “teoría gauge con invariancia de Poincaré para sistemas cuánticos con n componentes
libres o débilmente interaccionantes”; pero sin duda hubiera sido también mucho menos atractivo.
Sin embargo, a la luz de cuanto se ha expuesto una serie de consideraciones sí parecen
ineludibles. En primer lugar, todo apunta a que haríamos bien en buscar un nuevo tipo de
descripción para los componentes fundamentales de la naturaleza. Si el modelo corpuscular de los
quarks se queda corto, cuarenta años de teoría de supercuerdas tampoco han acarreado un genuino
progreso en nuestro conocimiento de la intimidad de la materia. Y las investigaciones sobre objetos
como las pbranas, sustentadas en un puro virtuosismo matemático comienzan a entrar en declive en
tanto que teorías físicas. ¿Qué nos espera tras el siguiente recodo del camino? Resulta imposible
atisbarlo.
La infructuosidad de los esfuerzos realizados hasta la fecha sugiere no 43 El significado filosófico
de la teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011)
sólo un replanteamiento de nuestros presupuestos ontológicos sobre la materia, sino también
sobre el propio espaciotiempo. Nada inverosímil es suponer que necesitamos conceptos nuevos
sobre los cuales construir las nociones de materia e interacción junto con las de espacio y tiempo.
La participación del espaciotiempo en la interacción gravitatoria, revelada por la relatividad
general, puede ser el primer paso en un camino aún apenas recorrido.
¿Yqué puede ser más fascinante para un físico –o para un filósofo– que la existencia de
elementos previos al espacio y al tiempo? Ante un desafío semejante nuestra imaginación científica
puede verse empujada hasta el límite de sus fuerzas. Pues, como una paradoja más de la naturaleza,
en nuestra capacidad imaginativa descansa la posibilidad de desvelar la realidad física.
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Rafael Andrés Alemañ Berenguer es miembro del Departamento de Ciencia de Materiales, Óptica y Tecnología Electrónica de la
Universidad Miguel Hernández de Elche.
Líneas de investigación
Historia y Filosofía de la ciencia, epistemología de la geometría espaciotemporal y la causalidad cuántica
Publicaciones recientes
Alemañ, R. 2008: Quantum Mechanics versus special relativity: a forgotten conflict. En PhilSci Archive (Center for
Philosophy of Science Pittsburgh University) http://philsciarchive.pitt.edu/archive/00004313/. Tambien en Philpapers
beta Online Research in Philosophy.
Alemañ, R. 2008: “Geometría y Física: De Hertz a Einstein”, Llull Revista de la Sociedad Española de Historia de
las Ciencias y la Tecnología (SEHCyT), vol. 31, nº 68 (2008), pp. 189207.
Dirección postal
Avda. Universidad s/n. Edif. Torrevaillo, 03202Elche
Dirección electrónica
raalbe.autor@gmail.com
Ahora en serio: tiene cierto sentido decir que la física cuántica es “la teoría
del todo”, pero esta terminología provoca muchos malentendidos.
Imaginad que queréis comprender el ritual de apareamiento de la hiena
siberiana. Las hienas están formadas de carne. La carne está formada de
moléculas. Las moléculas están formadas de protones, neutrones y
electrones. Y así hasta los quarks, que son los componentes más
fundamentales que conocemos.
Pensar que la física cuántica lo explica todo es tan estúpido como decir “no
necesito un mapa porque ya está la Tierra”. Despreciar la física cuántica es
tan zopenco cómo confudir el mapa con la Tierra misma.
¿La Física Cuántica sirve para algo más que hacerse manolas
mentales?
Los físicos que construyeron la teoría cuántica a principios de siglo,
revolucionaron el mundo. Eran un puñado de teóricos que buscaban
“descifrar la realidad” y a quienes no preocupaba demasiado si sus
investigaciones “tendrían aplicaciones”.
Pero los ordenadores sólo fueron posibles porque ellos descubrieron las
ecuaciones que gobiernan el comportamiento de los átomos. Sin la física
cuántica tampoco tendríamos telecomunicaciones modernas ni
radioterapia. Prácticamente todos los procesos industriales, desde la
producción de aviones a medicamentos, usan luz láser, un fenómeno que se
descubrió como solución matemática a ciertas ecuaciones de la mecánica
cuántica.
LA REALIDAD CUANTICA
Extractado de la Guía de Estudio de la película ¿Que Rayos Sabemos Nosotros?
Presentacion del Institute of Noetic Sciences y Captured Light Industries
¿Que nos dice la física cuántica acerca de la naturaleza de la realidad?
¿Qué nos dice acerca de la naturaleza de la consciencia?
¿Es esto significativo para nuestra vida y como?
La película ¿Qué Rayos sabemos nosotros? Nos invita a esforzar nuestras mentes
entorno a los
sorprendentes descubrimientos de la física cuántica y considerar la posibilidad de que
las cosas no
son como aparentan ser. De hecho, según la física cuántica, las cosas ni siquiera son
“cosas,” sino
más bien posibilidades. Según el físico Amit Goswami, “Aun el mundo material
alrededor nuestro –
las sillas, las mesas, los cuartos, la alfombra, etc. – todos estos no son sino posibles
movimientos
de la conciencia.”¿Qué entendemos con esto?
“El que no se sienta golpeado al cruzarse por primera vez con la teoría cuántica, no
puede haberla
comprendido” dice el pionero en física quántica, Niels Bohr.
Antes de que podamos considerar las implicaciones de la mecánica cuántica,
asegurémonos de
que entendemos la teoría.
¿Qué es la Mecánica Cuántica?
La mecánica cuántica, el último desarrollo en la búsqueda científica para entender la
naturaleza de
realidad física, es una descripción matemática precisa del comportamiento de
partículas
fundamentales. Por 70 años ha prevalecido como descripción científica de la realidad
física. Hasta
ahora todas sus predicciones experimentales han sido confirmadas con asombrosos
grados de
exactitud.
Para apreciar por qué la mecánica cuántica continúa asombrando y confundiendo a los
científicos,
hay que entender un poco acerca del desarrollo histórico de las teorías físicas.
Teniendo en cuenta que esta breve reseña simplifica muchísimo su muy rica y vieja
historia,
podemos considerar que la física, como una ciencia nació cuando Isaac Newton y otros
descubrieron que las matemáticas podían describir el mundo observado de manera
exacta. La
visión Newtoniana de la física se conoce hoy como física clásica; en esencia, la física
clásica es un
formalismo matemático del sentido común. Hace cuatro suposiciones básicas acerca de
la trama
de la realidad que corresponde en cierta medida a la forma en que el mundo aparece
ante nuestros
sentidos. Estas suposiciones son: la realidad, la localidad, la causalidad, y la
continuidad.
La realidad se refiere a la suposición de que el mundo físico es objetivamente real. Es
decir, el
mundo existe independientemente de que alguien lo esté observando, y se vuelve
evidente que el
espacio y el tiempo existen en una forma fija, absoluta. La localidad se refiere a la idea
de que la
única forma que los objetos pueden ser influenciados es a través del contacto directo.
En otras
palabras, la acción no mediada en una distancia es prohibida. La causalidad da por
supuesto que
2
la línea de tiempo apunta sólo en una dirección, estableciendo así que la secuencia de
causa y
efecto sólo puede darse en ese orden. La continuidad da por supuesto que no hay
saltos
discontinuos en la naturaleza, y que el espacio y tiempo son parejos, es decir, no
presentan
alteraciones.
La física clásica se desarrolló rápidamente con estas suposiciones, y las formas clásicas
referentes
al mundo son todavía suficientes para explicar segmentos grandes del mundo
observable,
incluyendo la química, la biología, y las neurociencias. La física clásica funciona para la
mayor
parte de las cosas a escala humana. Es el sentido común.
LA CIENCIA EXTRAÑA
Pero no describe el comportamiento de todos los resultados observables, en particular
la forma en
que funciona la luz – y, en general, el electromagnetismo. Dependiendo de cómo se la
mida, la luz
puede exhibir propiedades de partículas o de ondas. Las partículas son como bolas de
billar. Son
objetos separados con posiciones específicas en el espacio, y son duros en el sentido
que si son
arrojados contra otro con gran fuerza, tienden a aniquilarse uno al otro acompañados
por un
deslumbrante despliegue de energía.
En contraste, las ondas son como ondulaciones en agua. No están localizadas pero se
expanden,
y son suaves y pueden interactuar sin destruirse la una a la otra. Las características del
tipo onda
dieron lugar a la idea de superposición cuántica, que significa que el objeto es una
combinación de
todos los estados posibles. Esta condición combinada e indeterminada difiere
radicalmente de la
de los objetos con los que estamos familiarizados. Los objetos cotidianos existen sólo
en estados
definidos. Los estados combinados pueden incluir a muchos objetos, que coexisten,
todos juntos
entremezclados.
¿Cómo es posible que la trama de la realidad sean ambas, ondas y partículas al mismo
tiempo? En
las primeras décadas del siglo veinte, una teoría nueva, Mecánica Cuántica, fue
desarrollada para
explicar la naturaleza onda-partícula de la luz y de la materia. Esta teoría no era solo
aplicable a la
descripción de la naturaleza de la realidad física en si. La Teoría de la Relatividad de
Einstein
también alteró la visión Newtoniana de la trama de la realidad, mostrando que los
conceptos de
masa, energía, espacio, y tiempo son relativos. La relatividad no es solo aplicable al
campo
cosmológico o a los objetos que se desplazan a velocidades próximas a la de la luz,
sino también a
la estructura básica de la trama de la realidad. Resumiendo, la física moderna nos dice
que el
mundo del sentido común solo revela una porción especial y limitada de una trama de
la realidad
mucho mas grande y extraña.
Supuestos Cuánticos Básicas
Coexistencia Onda-Partícula
Los electrones pueden comportarse como partículas y como ondas a la vez. Como las
ondas, los
electrones no tienen posición precisa sino que existen como “campos de probabilidad.”
Como
partículas, el campo de probabilidad colapsa formando un objeto sólido dentro de un
tiempo y
espacio en particular. Los electrones en tanto no sean medidos ni observados se
comportan de
una manera diferente que los observados. Cuando no son observados, los electrones
son ondas.
Cuando son observados, se convierten en partículas. El mundo esta, en ultimo termino,
construido
por partículas elementales que presentan este curioso comportamiento.
3
? ¿- Quién elige entre las posibilidades para darnos el evento real de la experiencia?
¿- Cómo piensa usted en términos de posibilidades?
¿- Cómo piensa usted sin tener objetos de pensamiento?
HACIÉNDOLO PERSONAL...
¿Puede pensar en alguna ocasión en su vida en la que su experiencia se haya
extendida más allá
del rango acostumbrado, revelando que su visión del mundo era, en cierto sentido, una
ilusión?
9
Si las extrañas propiedades de la teoría cuántica sólo son observables a escala
atómica, ¿en que
medida cree que la teoría cuántica tiene importancia para su experiencia ordinaria?
Citas
La ontología del materialismo se apoyo en la ilusión de que, el tipo de existencia, la
“realidad “directa del mundo que nos rodea podía ser extrapolada al plano atómico. Sin
embargo, esta extrapolación es imposible. –Werner Heisenberg
Las unidades más pequeñas de materia no son, de hecho, objetos físicos en el sentido
común de la palabra; son formas, estructuras o – en el sentido de Platón – Ideas, de las
que uno solo puede expresarse sin ambigüedades con el lenguaje de las matemáticas.
–
Werner Heisenberg
Debemos recordar que lo que vemos no es la naturaleza misma, si no la naturaleza
expuesta a nuestro método de observacion. –Werner Heisenberg
La observación juega un papel decisivo en el evento y. . . La realidad varía, según se la
observe o no. –Werner Heisenberg
Por útil que sea bajo circunstancias normales decir que el mundo existe “allí afuera”
independiente de nosotros, esa visión, ya es insostenible. –J A.. Wheeler
“Pienso que es seguro decir que nadie entiende la mecánica cuántica. Deje de
repetirse, si
puede evitarlo, la pregunta ¿pero cómo puede ser así?, ya que terminaría en un
callejón
sin salida del que nadie ha escapado aun. Nadie sabe cómo es que puede ser asi.”–
Richard Feynman
LIBROS
. Davies, P. C. W. The Ghost in the Atom: A Discussion of the Mysteries of Quantum Physics.
Cambridge University Press, 1986.
. Feynman, Richard. QED: The Strange Theory of Light and Matter. Princeton University Press,
1985.
. Greene, Brian. The Elegant Universe: Superstrings, Hidden Dimensions, and the Quest for the
Ultimate Theory. Vintage, 2000.
. Hawking, Stephen. A Brief History of Time: The Updated and Expanded Tenth Anniversary
Edition.
Bantam, 1998.
. Heisenberg, Werner. Physics and Philosophy: The Revolution in Modern Science. Harper and
Row,
1958.
. Heisenberg, Werner. Physics and Beyond: Encounters and Conversations. Harper and Row,
1971.
. Herbert, Nick. Quantum Reality: Beyond the New Physics. Anchor Books, 1987.
. McFarlane, Thomas. The Illusion of Materialism: How Quantum Physics Contradicts the Belief in
an
Objective World Existing Independent of Observation. Center Voice: The Newsletter of the Center
for Sacred Sciences, Summer-Fall 1999.
. Zukav, Gary. The Dancing Wu Li Masters. Bantam Books, 1990.
( Danza de los Maestros del Wu Li )…. esta en los archivos del grupo,
puedes bajarlo
10
INTERNET
Heisenberg and Uncertainty: A Web Exhibit American Institute of Physics
www.aip.org/history/heisenberg/
Measurement in Quantum Mechanics: Frequently Asked Questions edited by Paul
Budnik
www.mtnmath.com/faq/meas-qm.html
The Particle Adventure: An interactive tour of fundamental particles and forces
Lawrence Berkeley National Laboratory www.particleadventure.org
Discussions with Einstein on Epistemological Problems in Atomic Physics, Niels Bohr
(1949) www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/dk/bohr.htm
The History of Quantum Theory, Werner Heisenberg (1958)
www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/ge/heisenb2.htm
The Copenhagen Interpretation of Quantum Theory, Werner Heisenberg (1958)
www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/ge/heisenb3.htm
The Illusion of Materialism by Thomas J. McFarlane
www.integralscience.org/materialism/materialism.html
ENLACES PARA LA INFORMACIÓN GENERAL SOBRE LA MECÁNICA CUÁNTICA:
http://en.wikipedia.org/wiki/Quantum_mechanics
http://plato.stanford.edu/entries/qt-quantlog/
http://scienceworld.wolfram.com/physics/topics/EarlyQuantumMechanics.html
www.benbest.com/science/quantum.html
www.mtnmath.com/faq/meas-qm-0.html
El Fascinante Mundo de las Partículas e Interacciones Fundamentales Paulina Troncoso
Iribarren y Sergio Curilef Departamento de Física, Universidad Católica del Norte Av.
Angamos 0610 Antofagasta. Resumen El esfuerzo por difundir algunas ideas teóricas y
prácticas de los conceptos científicos manejados por especialistas, ha sido inherente al
trabajo de los físicos, desde siempre. El objeto, en este caso, es la visión no especializada
del modelo estándar y de los conceptos básicos que usa este modelo en particular, pero que
son comunes a muchas áreas de la física. El intento por explicar de qué están hechas las
cosas y cómo las percibimos, es no menos fascinante cuando se hace en base a partículas e
interacciones fundamentales. 19 1. Introducción El hombre, desde la antigüedad, se ha
preguntado ¿de qué están hechas las cosas?. Los griegos en el siglo V A. C. ya se hacían
esta pregunta, específicamente fue Leucipo y su discípulo Demócrito; ellos buscaban la
división más profunda y elemental de la materia, pensaban que todo estaba compuesto de
pequeñas partes, que ya no podían seguir subdividiéndose. A estas pequeñas partes las
llamaron “átomo”, que en el idioma griego significa sin división. La idea de buscar lo más
pequeño e indivisible de la materia ha perdurado en el tiempo, pero el conocimiento ha
cambiado mucho. A principios del siglo pasado algunos físicos creyeron que habían
descubierto las partículas fundamentales y las llamaron erróneamente átomos. Se pensó que
los átomos eran una especie de bolitas permeables que al unirse formaban toda la materia
existente en la naturaleza, pero Rutherford en 1911 reformuló esa idea y realizó una serie
de experimentos. Los resultados de esos experimentos comprobaron que el átomo era
divisible, que consta de un núcleo y de electrones que giran en torno a él. El modelo se
explica como la tierra (electrones) girando en torno al sol (núcleo). A dicho modelo se le
llamó modelo planetario del átomo. El presente trabajo se suma al esfuerzo por difundir
algunas ideas fundamentales de las teorías físicas[1-3], que ha llevado a construir un juego
donde las reglas son una adaptación del modelo estándar[4]. Sin ser rigurosos en el orden
histórico de los eventos que originaron este modelo, creemos que la forma presentada
ayudará a entender los elementos del modelo estándar y a acercar estos conceptos a los que,
sin ser especialistas, se interesan en algunos aspectos de la ciencia. Primero definiremos lo
que entenderemos por átomo y partícula fundamental. Luego desarrollaremos los elementos
del modelo estándar y clasificaremos las partículas de acuerdo a sus propiedades. 2. Átomo
Con los años se descubrió que el núcleo a su vez puede dividirse y que está formado por
otras partículas llamadas protones y neutrones. La idea del modelo planetario del átomo se
cambió por una visión cuántica: el electrón se concibe como una distribución en el espacio,
la cual envuelve al núcleo (donde están los protones y neutrones). En dicha distribución
existe la probabilidad de encontrar un electrón. Esta visión obligó a desechar la idea de un
objeto puntual [5] . A partir de principios simples del electromagnetismo: carga iguales
(positiva-positiva o negativa–negativa) se repelen y cargas distintas (positiva-negativa o
negativa-positiva) se atraen, podemos entender que los electrones giran en torno al núcleo,
debido a que el electrón posee carga eléctrica negativa y el núcleo que posee carga eléctrica
positiva. La carga eléctrica de un electrón se simboliza “e” y su valor es -1.602*10-19
[Coulomb], similarmente la carga del protón tiene el mismo valor pero de signo positivo.
20 3. Partícula Fundamental Ahora preguntémonos: ¿ son los mencionados protones y
neutrones la división más elemental y fundamental de la materia?. Aquí la palabra
fundamental tiene un significado bastante importante. Se quiere expresar que estos bloques,
que forman toda la materia, no tienen estructura interna y son la expresión más simple de la
materia e interacciones que se pueden dar en la naturaleza. A partir de ellos se forma todo,
dan origen a los protones y neutrones, los cuales forman distintos tipos de átomos, los que a
su vez, forman toda la materia existente. También se pensó que las interacciones que
ocurren entre los cuerpos son producidas por unas pocas partículas fundamentales, y son
ellas las responsables de todas las que ocurren en la naturaleza. En la década de los
cincuenta se comenzó a hacer experimentos con aceleradores de partículas como el que se
muestra en la figura 1; la función de estos aparatos es dar gran velocidad a las mismas
(protones y neutrones). Estas empiezan a chocar en el interior del acelerador y en esos años
dieron origen a partículas que nunca se habían detectado, los físicos comenzaron a
llamarlas con las letras del alfabeto griego (pi, omega, delta, etc.), pero con los años las
letras del alfabeto griego se hicieron insuficientes para bautizar a las nuevas partículas que
se seguían descubriendo. Además, muchas de estas nuevas partículas no se ajustaban a
ningún modelo teórico. Figura 1. Se muestra un acelerador de partículas de la década de los
50, que se encuentra actualmente en el hall de la Universidad de Chile (Santiago). Por otra
parte, los resultados experimentales que se obtenían de las partículas después de pasar por
la cámara de niebla eran de mucha utilidad. La cámara de niebla, como se esquematiza en
la Figura 2, es un recipiente cerrado lleno de algún gas que se ioniza fácilmente. Cuando
pasa una partícula cargada eléctricamente se observa un haz luminoso que muestra la
trayectoria de la partícula. El estudio de esa trayectoria nos entrega datos de los cuales se
deduce su masa, velocidad, tiempo que vive la partícula, etc. Respecto al tiempo que vive
una partícula, el concepto de vida media debe quedar claro: la vida media es el tiempo que
la mitad de las partículas tardan en desintegrarse. Una de las tantas cosas 21 que hacía
pensar a los físicos era que la vida media de un neutrón alcanza los 15 minutos, en cambio
la vida media de cualquiera de las otras nuevas partículas que se seguían descubriendo era
cortísima, del orden de las millonésimas de segundo. Figura 2. Se muestra un esquema
simple de la cámara de niebla. En la época se pensó que los protones y neutrones tenían
estructura interna, pues la mayoría de los electrones lanzados contra un protón lo
atravesaban casi sin desviarse, pero unos cuantos rebotaban en distintas direcciones. Esto
era la evidencia de que los protones están formados por partículas más pequeñas, pero hasta
el momento se suponía que los protones y neutrones no tenían una estructura interna.
Murray, Gell-Mann y George Zweig propusieron en 1965 que todas las partículas que
interactúan fuertemente entre sí, están formadas a su vez de unas partículas aún más
fundamentales, que Gell-Mann llamó “cuarks”, cuyas cargas eléctricas son 1/3 ó 2/3 de la
carga de un electrón. El hecho de que los protones y neutrones no son partículas
fundamentales quedó establecido entre 1967 y 1973 gracias a una serie de experimentos
realizados con el acelerador de partículas de tres kilómetros de largo de Stanford,
California. En los siguientes años se fue modelando el comportamiento de todas las nuevas
partículas y se llego a definir lo que hoy se conoce como modelo estándar. El problema se
solucionó de la siguiente manera 4. Modelo Estándar Este modelo se basa en la existencia
de partículas fundamentales (sin estructura interna) de las cuales se compone toda la
materia. Existen dos tipos de partículas fundamentales: las que conforman la materia
llamadas Fermiones (en honor a Enrico Fermi) y otras partículas encargadas de las
interacciones que ocurren entre los fermiones, llamadas Bosones en honor a Satyendra
Bose. Existe una propiedad, llamada espín, que distingue bien a los fermiones de los
bosones. El espín es una propiedad cuántica que, para tener una noción intuitiva clásica, se
puede relacionar con la rotación de los cuerpos sólidos que giran. La analogía no debe
tomarse literalmente, pero da una idea aproximada, debido a 22 que las partículas no son
objetos sólidos (trompos) que rotan. Sin embargo, al usar la analogía anterior, el espín nos
indicaría la dirección de “rotación” de estas partículas. A. Fermiones A los fermiones le
corresponde valores del espín: 1/2h, 3/2h,....., o sea fracciones semi enteras de la constante
de Planck. Con esta propiedad encontramos algunas partículas fundamentales que
constituyen la materia como son los cuarks y los leptones. La energía de un sistema de
muchos fermiones sigue reglas bien definidas, por ejemplo, dos o más fermiones no pueden
ocupar el mismo estado de energía simultáneamente. A.1 Cuarks Su carga eléctrica se
encuentra medida en tercios de “e” (carga del electrón ), esta medida sorprendió mucho a
los físicos cuando lograron obtenerla, debido a que nunca antes en la naturaleza se había
encontrado tal tipo de carga, es decir, se suponía que no existían partículas con cargas
eléctricas en fracciones de “e”. Tal vez por esa misma razón los cuarks no pueden
encontrarse “aislados”. Para formar los distintos tipos de partículas, los cuarks deben
agruparse completando cargas eléctricas enteras, o sea múltiplo enteros de “e”, por
ejemplo; - 2e,- e, 0, + e ,+ 2e. La regla sigue en pie, los cuarks no se pueden, ni se han
encontrado aislados. Como se muestra en la Tabla 1, existen 6 tipos de cuarks. Los que se
denominan: d, u, t, b, c, s, notación que proviene de la primera letra de su respectivo
nombre en inglés, a saber: down, up, top, bottom, charmed, strange. La masa de un cuark
sólo se puede interpretar como un parámetro en la teoría, la Cuarks Masa ~ 5MeV ~
10MeV ~ 1500MeV ~ 150MeV ~ 174000Mev ~ 5000MeV Carga Eléctrica 2/3 e -1/3 e 2/3
e -1/3 e 2/3 e -1/3 e Nombre en inglés UP DOWN CHARMED STRANGE TOP BOTTOM
Nombre u d c s t b Tabla N ° 1. Nombre, valores de las cargas eléctricas y masas de los
cuarks La masa de un cuark se puede interpretar como un parámetro de la teoría, la masa de
un cuark d está entre una y tres cienmilésimas de la masa del electrón, mientras que el
cuark b es unas cinco veces más masivo que el protón, y el cuark t, que se detectó en
Fermilab (1995), tiene una masa superior, unas 174 veces la masa del protón. Ejemplo: para
el cuark u (2/3e) existe un anticuark llamado anti u de carga eléctrica (–2/3e). Por simple
adición de cargas se pueden formar los protones, neutrones, etc... Para cada uno de los
cuarks existe una “antipartícula” llamada “anticuark”. Los anticuark poseen las mismas
propiedades de los cuarks, pero su carga eléctrica es opuesta. 23 Veamos algunos ejemplos.
Un neutrón se forma con: cuark d (-1/3e) + cuark u (2/3e) + cuark d (-1/3e). Si sumamos
los valores entre paréntesis, nos damos cuenta de la razón por la cual el neutrón no tiene
carga. Un protón se forma con: cuark u (2/3e) + cuark d (-1/3e) + cuark u (2/3e). Si
sumamos los valores entre paréntesis, nos damos cuenta de la razón por la cual el protón
tiene carga +e. Hadrones Los hadrones son agrupaciones de cuarks que se clasifican según
el número de cuarks que los componen, de la siguiente forma: Bariones Se forman con tres
cuarks, por ejemplo los protones y neutrones. En griego “barios” significa pesado, por lo
general los bariones son las partículas más masivas, aunque existen mesones que son más
pesados que muchos bariones. Mesones Se forman con un cuark y su respectivo anticuark.
En griego “mesos” significa intermedio. Todos los mesones son inestables y decaen
desintegrándose en millonésimas de segundos. Por ejemplo, los mesones pi cargados y los
K, que son los que tienen un mayor tiempo de vida se desintegran en una cienmillonésima
de segundo, transformándose, finalmente, en protones y electrones. Leptones Son el otro
tipo de partículas fundamentales, su nombre proviene del griego “leptos”, que significa
liviano. Como lo dice su nombre, los leptones son generalmente las partículas
fundamentales más livianas que existen. Sus cargas eléctricas siempre son múltiplos enteros
de “e”. Ellos no necesitan agruparse como los cuarks, los podemos encontrar solos o
acompañados. El electrón es uno de ellos y podemos encontrar átomos con un único
electrón (átomo de hidrógeno) o con 92 electrones (átomo de uranio) orbitando en torno al
núcleo atómico. La masa del electrón es 9.109 x 10-28 [gramos], el muón es 207 veces más
masivo que el electrón, el tauón es unas 3500 veces más masivo que el electrón, por lo
tanto el tauón es más masivo que un protón, aunque éste sea un leptón. Es el leptón más
pesado que existe. Entre los leptones encontramos a los neutrinos que son partículas
pequeñísimas, si es que tienen masa es muy pequeña, si no la tuviesen viajarían a la
velocidad de la luz. 24 Leptones Masa 0.5Mev ~ 0 105.7MeV ~ 0 1737MeV ~ 0 Carga
Eléctrica -e 0 -e 0 -e 0 ντ ν τ µ ν µ e Nombre e Neutrino Tauón Neutrino Tauónico muónico
Neutrino Muón electrónico Nombre en inglés Electrón Tabla 2. Valor de las cargas
eléctricas y masas de leptones La mayor parte de los neutrinos y los antineutrinos
atraviesan la Tierra en línea recta sin interactuar ni una sola vez. La mayor parte de ellos
proviene de los procesos nucleares que ocurren en el sol. Al electrón, muón y tauón, le
corresponde un neutrino, por ejemplo, el electrón sólo interactúa con el neutrino
electrónico, así como el muón lo hace con el neutrino muónico. En 1973 empezó a
funcionar el primer detector de neutrinos solares, que consistía de 600 toneladas de cloro
sumergidas en una vieja mina de oro en Dakota del Sur. Se logró detectar del orden de una
docena de neutrinos al mes. El experimento fue todo un éxito y sus resultados han sido
confirmados posteriormente, pero, por otra parte, planteó nuevos problemas, ya que los
cálculos teóricos predecían aproximadamente el triple de neutrinos capturados. Este
problema se resuelve con el concepto de oscilación de los neutrinos, lo que implica que
tienen masa, aunque muy pequeña. B. Bosones A los bosones le corresponde valores del
espín: 1h, 2h,......; o sea cantidades enteras de la constante de Planck. Esta propiedad no
restringe el número de partículas que pueden ocupar un mismo estado de energía. Todos los
cuerpos interactúan entre sí, así como nosotros nos relacionamos con las demás personas, y
tenemos diversas formas de comunicarnos. A nivel cuántico ocurre lo mismo, de alguna
manera las partículas se comunican. Ese papel lo juegan los bosones, partículas
responsables de las interacciones, pues permiten que las partículas de materia se puedan
comunicar entre ellas. En la naturaleza existen 4 interacciones fundamentales: la
interacción electromagnética, la interacción gravitatoria, la interacción fuerte, la interacción
débil. Sin embargo, a nivel atómico hasta la fecha sólo se consideran 3 tipos de
interacciones, debido a que los efectos de la interacción gravitatoria son muy pequeños a
nivel de partículas. B.1 Interacción electromagnética: Los átomos pueden mantener
electrones orbitando en torno al núcleo, debido a la interacción electromagnética. Como ya
se mencionó, el electrón tiene carga negativa y el núcleo carga positiva, por lo cual estos se
atraen y logran contrarrestar las cargas, para que esto ocurra debe existir el mismo número
de protones y electrones en el átomo, o sea el átomo debe ser neutro, aunque estos también
pueden ionizarse ganando o perdiendo electrones. Existe una partícula fundamental que es
la responsable de que esta interacción se realice y es el fotón. El fotón es una partícula sin
masa y viaja a la velocidad de la luz. Los fotones pueden ser absorbidos o emitidos por el
átomo. Por lo general, los electrones en un átomo se encuentran en estados de menor
energía, sin embargo para que un átomo pueda liberar electrones se necesita que fotones
choquen con él, llevándolo a niveles de mayor energía, estos niveles se denominan estados
excitados. Existen fotones específicos que logran que el electrón abandone su átomo y 25
quede en libertad. En resumen al chocar un fotón de cualidad especial con un átomo, libera
un electrón. De esta forma podemos encontrar en la naturaleza átomos cargados
eléctricamente, los cuales son llamados iones. B.2 Interacción gravitatoria: Es la interacción
que percibimos diariamente y en gran escala. Por ella caminamos y no flotamos. Fue
descubierta ya hace muchos años por un brillante físico llamado Isaac Newton, el cual
logró unificar las distintas ideas que se tenían. En sus años era sabido que la tierra orbitaba
en torno al sol, la existencia de otros planetas y que ellos también orbitaban en torno a él,
también era sabido que las cosas al dejar de sostenerlas iban a dar al suelo (caían) con la
misma aceleración llamada aceleración de gravedad (ella varía dependiendo del lugar
donde nos encontremos en el polo o en el Ecuador) su valor a nivel del mar más aceptado
actualmente es de 9.8 m/s 2 . Lo brillante de Newton fue darse cuenta que todos esos
fenómenos ocurrían por un sólo motivo, al cual llamó fuerza gravitatoria. Hasta la fecha se
desconoce la existencia de la partícula portadora de esta interacción. Se supone su
existencia y es llamada “gravitón”, a pesar del esfuerzo de algunos, su existencia no está
totalmente probada.[6] B.3 Interacción fuerte Esta interacción es la más intensa de todas, y
es la responsable de que los protones se mantengan unidos en el núcleo, lo cual no debería
ocurrir, ya que eléctricamente las cargas de igual signo se repelen. La interacción fuerte va
creciendo, es más fuerte, a medida que se separan los cuarks, pero llega un momento en que
esta interacción deja de actuar, cuando eso ocurre se ha invertido tanta energía para
separarlos que se logran formar dos nuevos cuarks, debido a la equivalencia energía-masa
de Einstein. Se hace la analogía con un resorte, mientras más lo estiro, cuesta más seguir
estirándolo, llega un momento en que el resorte se rompe. Esta es una de las tantas razones
por la cual no podemos encontrar cuarks aislados. La partícula portadora de esta interacción
es el “gluón”, en el idioma inglés “glue” significa pegamento. El gluón no posee masa, se
encuentra unido a los cuarks como una cualidad, la energía de un gluón es inseparable del
cuark, a esta cualidad de ellos se denomina carga de color. Para poder comprender cómo
actúa esta interacción, los físicos la relacionaron con colores, asignaron colores a los
gluones y reglas de los colores que ellos deben cumplir, por supuesto, en la realidad los
gluones no son de colores, es solo para poder entenderlo. Los colores primarios son: rojo,
verde, azul. Al combinar estos tres colores en iguales proporciones se forma la luz blanca.
Existen los colores complementarios que se forman mezclando los primarios, ellos son:
cian, magenta, amarillo, como se muestra en la Figura 3. Al mezclar un color primario con
su respectivo complementario formamos el blanco, el respectivo color complementario se
muestra en la Tabla 3. A los gluones se les asigna uno de los colores primarios, por lo cual
los cuarks 26 quedan cargados con un color, ellos para unirse deben formar el color blanco,
debido a que en la naturaleza solo encontramos partículas blancas. Color Primario Color
Complementario Rojo Cian Azul Amarillo Verde Magenta Tabla 3 Figura 3. Se muestran
los colores primarios y como ellos se mezclan para formar los colores complementarios.
Para formar un barión necesitamos tener un cuark azul, un cuark verde y otro cuark rojo,
ellos a su vez deben cumplir la condición que la suma de sus cargas eléctricas sea múltiplo
entero de “e”. Por ejemplo para formar un neutrón se necesita un cuark d rojo, un cuark u
azul, un cuark d verde. B.4 Interacción débil La interacción débil es la responsable de la
desintegración de partículas masivas en partículas menos masivas y a veces más estables,
esta interacción como lo dice su nombre es la más débil de todas las interacciones, cuanto
más crece la distancia entre dos partículas que la estén experimentando, tanto más débil la
interacción se va haciendo. Por ejemplo, un neutrón decae en un protón, electrón y un
antineutrino, un muón tarda en promedio unas dos millonésimas de segundo para
desintegrarse en un electrón, mientras que un tauón tarda 3x10-13 segundos para
trasformarse en un muón, todo esto gracias a esta interacción. Cuando se desintegra un
neutrón queda un protón y un electrón. El momentum, producto de la masa que posee la
partícula por la velocidad que ella lleva, no se mantiene constante, o sea, el momentum
inicial antes de la desintegrarse el neutrón no es el mismo que después de desintegrarse,
esto estaría violando la ley de conservación de momentum de 27 Newton, por lo cual el
momentum faltante es asignado a una nueva partícula. Enrico Fermi llamó a esta nueva
partícula “neutrino” que en su idioma significa neutroncito. Conclusión Hemos esbozado
este trabajo con el único objetivo de despertar la curiosidad del lector que tiene el ánimo de
saber más sobre estos tópicos. La física no es una ciencia que quiera explicar el origen
mismo de las cosas, sino de qué se componen y cómo se comportan. El estudio formal de
estos temas comienza con disciplinas como la mecánica cuántica y mecánica estadística.
Esto constituye una invitación para el lector a profundizar en tópicos tan relevantes de la
física como los mencionados en el presente trabajo. Agradecimientos Agradecemos el
apoyo financiero del proyecto FDI concurso 2002 del Mineduc “Apoyando a los Físicos del
Mañana”, programa Licenciatura en Física con mención en Astronomía U.C.N, proyecto
FONDECYT 1010776. Agradecemos a M. Díaz y M. Bañados sus aportes en la
preparación del manuscrito del presente trabajo. Referencias [1] F. Claro, “A la sombra del
asombro”, Ed. Andrés Bello. [2] E. L. Koo “El electrón centenario” Fondo de Cultura
Económica. México, D.F. (1999) [3] A. Menchaca Rocha “El discreto encanto de las
partículas elementales”
http://biblioteca.redescolar.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/068/htm/discre
to.htm [4] P. Troncoso, R. Arrué, S. Curilef, “Un juego basado en el modelo estándar”, Acta
de Contribuciones XIII Simposio Chileno de Física, 429-430 (2002) [5] L. Roa, “El
concepto de partícula”, Charlas de Física 16, 29-38 (1999) [6] G. Vogel, “La Velocidad De
La Gravedad” http://www.profisica.cl/menus/menunoticias.html