Quién no ha oído hablar de nanociencia y nanotecnología hoy en día.
Estas ramas de la ciencia han alcanzado tal repercusión que cualquiera
puede leer al respecto incluso en webs, revistas y periódicos no especializados. La nanotecnología encuentra aplicación en ámbitos que van desde el uso de nuevos materiales a medicina. Ya se habla de materiales más eficientes, celdas solares para la producción de energía renovable, reducción de contaminantes emitidos por los vehículos e incluso hay quien anticipa aplicaciones de ciencia ficción como nanorobots para tratamiento de enfermedades o materiales que cambian sus propiedades y forma de manera programada al más puro estilo de las películas de Terminator.
La química es sin duda una de las ramas de la ciencia más creativas y es
clave para el desarrollo de moléculas con aplicaciones en nanotecnología. Podríamos imaginar el diseño de moléculas como la combinación de un juego de piezas como las de un Lego pero a escala de nanómetro. 1 nanómetro equivale a 10-9 metros, para hacernos una mejor idea del tamaño de estas moléculas, si supusiéramos que la distancia de la Tierra al Sol fuera de 1 metro podría decirse que un nanómetro seria aproximadamente la longitud de un campo de fútbol. Desde el comienzo de la nanotecnología en los 80 hasta su estado actual se han producido muchos avances de mayor o menor relevancia, algunos de ellos acompañados por un gran sentido del humor de sus creadores o de su entorno como veremos a continuación. Estos ejemplos son tres de mis favoritos:
–El Fulereno: o Buckminsterfulereno es una molécula de 60 átomos
carbono unidos formando 20 hexágonos y 12 pentágonos que debe su nombre al arquitecto futurista Buckminster Fuller cuyo diseño del domo geodésico tiene una gran similitud con la molécula. En ocasiones también se le ha llamado futboleno, al fin y al cabo en una sociedad movida por el futbol como llamarías sino a una molécula que es idéntica a una pelota de fútbol