En el caso del profeta Malaquías, como para los profetas de la época posterior al exilio, es importante conocer los temas claves de la situación político-religiosa, sobre todo para entender los oráculos. Después de haber mirado con esperanza a los edictos de tolerancia del rey Ciro, los profetas no quieren ya mirar a un pasado de tristeza, sino preocuparse para el futuro para llevar a cabo una fuerte restauración, en una tensión ideal con la dureza del momento presente. Con el gobernador Nehemías y el sacerdote Esdrás, ha sido reconstruído el templo, instaurada la Ley de Moisés y los sacerdotes son las guías del pueblo en lugar del rey. Protegidos por los persas, los israelitas corren el riesgo de encerrarse en lugar que proclamar la univesalidad de la fe. En este contexto escribe el desconocido autor Malaquías (en el tiempo de Nehemías, aunque no sabemos si posteriormente o no a las reformas). Según cierta tradición judía, con Malaquías (y Zacarías) se acaba el espíritu profético, aunque no todos piensen lo mismo en época del NT ni en la comunidad de Qumran. La profecía se convertirá probablemente en apocalíptica; con la desaparición de los reyes, probablemente desapareció, porque vinculada a la época de la monarquía; los profetas no tenían reconocimiento social; fue posible, después de la canonización de la Ley, conocer directamente la voluntad de Dios; los temas proféticos de un futuro demasiado lejano y un presente sobre el cual no se logra hablar con la misma profundidad e incisividad; el descrédito del profetismo con la aparición de magos y adivinos. No obstante esto, como hemos dicho antes, se tendrá siempre en gran consideración la profecía: precisamente, Malaquías profetizará el regreso de Elías (Ml 3, 23). El pueblo está buscando una identidad, en un proceso fatigoso que no correspondía a aquel regreso ideal que habían imaginado los profetas. Una de las causas de estos descuidos en el culto y en la ética es la indiferencia, la desconfianza y la apatía del tiempo de la reforma religiosa: el pueblo se está encerrando en falsas seguridades. Malaquías denuncia algunos cultos inadecuados y los matrimonio mixtos, relacionando estos aspectos prácticos a los temas de la conversión auténtica y de la retribución divina al amor fiel hacía Dios. El mensaje de Malaquías recupera el concepto de «día del Señor» de Amós, la justicia/injusticia divina relacionada con la conversión, la retribución divina en relación con al amor a Dios. Por lo que tiene que ver la temática del «día del Señor» llama la atención la condenación de los enemigos de Israel personificados por Esaú y los edomitas. Los justos son aquellos que dan reverencia al nombre del Señor (3, 20). Ellos serán la «heredad preferida» de un Dios que es indulgente como un Padre es indulgente con su hijo (3, 17b). Notamos aquí que hay una cierta «causa» de la indulgencia del padre en la fidelidad del hijo. En la falta de reconocimiento de la grandeza y trascendencia de Dios representada por los sacrificios indignos (1, 8; 1, 11) y por la falta de reconocimiento que tienen los sacerdotes hacia la verdadera divinidad de Dios (2, 1), se puede ver exteriormente que el pueblo no se ha convertido interiormente y no ha entendido el significado más auténtico de la conversión. Dios es justo, somos nosotros que tenemos que cambiar nuestra actitud interior (3, 6) y exterior de respeto de la justicia, sobre todo hacia las leyes (3, 10). La acusación de 2, 14 desdibuja plastícamente y metafóricamente la alianza y la «unidad» de la relación de paternidad: los matrimonios mixtos y el divorcio representan esta ruptura y esta transgresión a la relación paterno-filial. La idea de la retribución divina está relacionada con la fidelidad del amor que los hombres tiene que tributar a Dios en el reconocimiento del honor y la santidad de Su Nombre. Esta actitud representa el auténtico amor a Dios que puede desencadenar la un tipo de retribución divina del tipo la de una padre indulgente que «premia» la reverencia fiel del amor filial.