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Proceso de hominización en el paleolítico

El período más antiguo de la Prehistoria, cuando aparecen los primeros seres que poseen
rasgos prehumanos, los pitecos(7), en África nororiental, recibe el nombre de Paleolítico y se
prolonga hasta aproximadamente el 10.000 a de C., pasando por diferentes etapas
convencionalmente llamadas:
Paleolítico inferior,
Paleolítico medio y
Paleolítico superior.
El vocablo paleolítico procede del griego paleos (antiguo) y lithos (piedra), por alusión al
instrumental de sílex que utilizaban. Es fácil suponer que utilizaban también la madera,
mucho más fácil de trabajar, pero que no ha tenido la resistencia al paso del tiempo que si
tiene la piedra. Múltiples causas, entre ellas, la enorme mortalidad infantil, la indefensión ante
los numerosos peligros, la carencia casi total de higiene, dificultades en la nutrición y la
práctica frecuente de la antropofagia, hicieron que la densidad de población fuera escasísima.
Se trataba de pueblos nómades, que se desplazaban a lo largo de los ríos o del litoral, en
forma instintiva, refugiándose, cuando era necesario, en cuevas o abrigos de ramaje.
Las diferenciaciones culturales comenzaron en el Paleolítico superior y se hicieron
más evidentes en el Mesolítico y el Neolítico.
Tradicionalmente, de modo convencional y según un orden cronológico, se duele dividir al
Paleolítico superior en tres períodos, llamados Auriñaciense (por Aurignac, Francia),
Solutrense (por Solutré, Francia) y Magdaleniense (por La Madelaine, Francia), en los que
se aprecia un perfeccionamiento de las primeras industrias humanas, en particular con
relación a las armas de defensa y ataque.
Posiblemente, algunas tribus se especializaron en la caza de ciertos animales; pero, no
practicaban la cría y el aprovechamiento de los animales domésticos.
Es indudable que existía una jerarquía de tipo patriarcal o religioso, con jefes reconocidos, a
quienes se atribuía la propiedad de los “bastones de mando” que se han encontrado, tallados
en hueso, con grabados y perforados en su extremo superior como si estuviesen destinados a
ir colgados. Es probable que muchos adornos personales, collares, pectorales, brazaletes y
rodilleras hayan constituido signos distintivos de jerarquía, como las diademas de plumas y
otros ornamentos.
Si bien, los primeros homínidos no modificaron su hábitat, sus restos fósiles y los
utensilios que fabricaban, nos permiten inferir que no permanecían largo tiempo
en un lugar, trasladándose para poder subsistir a medida que se agotaban sus
fuentes de alimentos.
De las varias especies de australopitecos, se conocen sus restos fósiles, pero muy poco se
sabe sobre su forma de vida y los utensilios que pudieron fabricar. Sus principales alimentos
eran semillas, raíces y restos (carroña) de animales muertos.
Alrededor de 2.500.000 de años a.C., aparece el llamado homo habilis, el primer
representante del género humano y, capaz de fabricar herramientas. Pero esta capacidad,
todavía no le permitió cambiar en gran medida sus hábitos de alimentación o alejarse de las
fuentes de agua. Agregaron a su dieta, similar a la de los hominidos, algunos animales que,
gracias a algunas armas que fabricaban, pudieron llegar a cazar.
Un poco más de 1.000.000 de años a de C., apareció el homo erectus. A diferencia de los
anteriores, este se mantenía erguido, lo cual produjo cambios muy importantes, por ejemplo:
al modificarse sus pies pudo recorrer grandes distancias, obtuvo una mejor visión al no
caminar como un cuadrúpedo, las manos le quedaron libres y en ellas, la posición del pulgar
le permitió agarrar mejor los objetos. Además, una mayor capacidad creneana le permitió
una organización cerebral más compleja. Debido a esto, el homo erectus, se transformó en un
gran cazador, por lo que mejoro sus condiciones de vida. Por lo general, se organizaron en
hordas que con otras vecinas, se unían para obtener mejores cacerías. En estas hordas, se
produjo una rudimentaria división del trabajo; las mujeres realizaban la recolección, los
hombres cazaban. Por otra parte, continuaron con el nomadismo, mejoraron la técnica del
tallado de la piedra. Pero su mayor avance cultural consistió en el control del fuego.
Alrededor de 200.000 años a.C., se produjo la aparición del llamado homo sapiens.
Algunos prehistoriadores, consideran al Neanderthal, por su desarrollo cerebral, su género
de vida y su capacidad inventiva, mucho más próximo al homo sapiens que al pitecántropo.
Descendientes de los anteriores, los neandeerthalenses (8) se ingeniaron para fabricar y
perfeccionar armas mediante el método de la percusión. Las nuevas armas le permitieron
realizar caza mayor y, los utensilios perfeccionados los utilizó para carnear a los animales y
preparar los cueros para darles diversos e importantes usos como: confeccionar
vestimentas, construir refugios temporarios y proteger la entrada de las cavernas.
Mientras las mujeres se ocupaban de la recolección, de las tareas “domésticas”, de la
preparación del cuero, los hombres cazaban. Es evidente que poseyeron el sentido de la
destructibilidad corporal; es decir, la idea de la muerte y, posiblemente a ella asociaron el
primer germen de religiosidad. En este período, es notable la importancia de la “religión”, la
familia, etc., esto es, de la vida espiritual. Los enterramientos son el mejor argumento para
demostrar la espiritualidad del homo sapiens, en ellos se destaca el cuidado con que se
disponía el suelo y el cadáver. Por otra parte, las ofrendas, demuestran la creencia en una
vida más allá de la muerte. Un hecho importante a destacar consiste en que el Neanderthal
ponía mangos a sus utensilios y armas, lo cual indica el pasaje del instrumental sencillo al
complicado. Sin embargo su habilidad técnica no lo llevó a la búsqueda de formas artísticas,
en cambio, los testimonios de su vida espiritual
parecen irrefutables.

Algunos prehistoriadores dudan en considerar al Neanderthal un homo sapiens, a quien


consideran el último peldaño de la evolución humana.
Los primeros homo sapiens fossilis, se encontraron en Europa en 1868, en Cro-Magnon
(Dordoña, Francia). Junto con los restos encontrados en otros continentes alcanzan una
antigüedad superior a algunas decenas de miles de años. El cráneo poco resistente y de gran
capacidad, es apenas diferente del cráneo del hombre actual.
La llegada a Europa del hombre de Cro-Magnon y de otros tipos de homo sapiens, hacia
mediados de la última glaciación, abre el período del Paleolítico superior, llamado
frecuentemente la Edad del Reno, por alusión a la abundancia de estos rumiantes en el norte
de los Alpes y en los Pirineos. Esta última etapa de la civilización de la piedra tallada abarca
unos treinta y tantos mil años (entre 40.000 y 10.000 a C.) y se subdivide en tres fases
desigualmente repartidas en Europa: Reno antiguo (auriñaciense-perigordiense), Reno medio
(solutrense) y Reno superior (magdaleniense). Desde sus comienzos las técnicas de tallar
piedra y trabajar el hueso alcanzaron gran perfección. En el magdaleniense aparece el
anzuelo, el arpón y la mayor revolución técnica: la aplicación de la flexibilidad de la madera
para el lanzamiento de proyectiles.
Entre los años 40.000 y 35.000 a C., convive con el Neanderthal, el llamado Cro-Magnon(9)
que, para diferenciarlo de Neanderthal, algunos historiadores lo llamaron homo sapiens
sapiens.
Alrededor de 30.000 años a. C., culminó el lento proceso de extinción del Neanderthal,(10)
hasta desaparecer, superado por el homo sapiens sapiens, cultural y biológicamente mejor
adaptado. Su inteligencia y los adelantos técnicos, le permitieron desplazarse a todos los
espacios más o menos habitables, sobreviviendo al Neanderthal. Desde Africa y Asia, donde
evolucionó, se desplazo a Europa, Oceanía y América. Fue acompañado por varios tipos
raciales distintos, conocidos por lo general con el nombre del lugar donde fueron hallados sus
restos. En realidad se desarrolló una complicada mezcla étnica, y a la variedad racial se debe
agregar el resultado de los cruzamientos entre neanderthales y cromagnones. Su modo de
vida nómade y de características similares a sus antecesores, tuvo pequeñas variaciones
regionales. En el sur de Egipto, recogía cereales silvestres, en zonas costeras pescaba con
arpones y recogía moluscos, lo cual le permitió una dieta más diversificada. Las mujeres se
ocupaban de las tareas “domesticas” y del cuidado de la prole. Sin dificultades alimentarias,
mejoraron su condición de vida y se produjo una “explosión demográfica”.
Pero lo más importante del Paleolítico superior es el descubrimiento del arte.
Al tener, en parte, resueltas sus preocupaciones vitales, el Cro-Magnon, pudo dedicarse a
otras actividades, por ejemplo al “arte”. Alrededor de 30.000 años a.C., aparecen pequeños
objetos de hueso, marfil y asta, tallados a los que se denominó “arte mobiliar”. Es posible
que se tratara de adornos, bastones de mando, etc., u objetos a los cuales se le atribuían
poderes mágico-religiosos. Sin embargo, no se le ha podido adjudicar, con certeza, una

función específica. Esencialmente dedicadas a la representación de la fauna, en él las


representaciones de las figuras humanas son raras. Aparecen unas veces asociadas a un
animal y otras a la exaltación mágica de los atributos sexuales de la mujer, “como símbolo de
la fecundidad”. También fueron encontradas estatuillas de mujeres, talladas hueso, marfil y
piedra, que recibieron el nombre de Venus. Se las consideró diosas o se las vinculó con ritos
de fertilidad.
En la segunda mitad del siglo XIX, conmovió el hallazgo de las llamadas pinturas rupestres,
en las Cuevas de Altamira (España), la de Lascoux (Francia). En ellas representaron a los
animales que conocían, con los que convivían o cazaban para obtener alimentos y
vestimenta. Los representaron en variadas actitudes, entre ellas atacando o huyendo.
¿Se trataba de ritos misteriosos de magia?.
Como ejemplificaría el hechicero de la cueva de Trois Fréres. El significado religioso del arte
parietal, para algunos prehistoriadores, es evidente. Pinturas y esculturas aparecen en los
sitios menos accesibles de las cuevas donde jamás penetra la luz del día, manifiestan un goce
estético de crear y un gusto exuberante de fantasía que aun admiramos.
En los abrigos el Levante español, ofrecen representaciones a escala menor, donde
predominan las figuras humanas y tanto éstas como las de los animales constituyen
verdaderas escenas grupales, entre ellas de cacería, dinámicas e instantáneas, en actitudes
de movimiento, pintadas en nichos o en abrigos de roca al aire libre, lo cual hizo pensar en
algún tipo de conjuro mágico para obtener una buena cacería. La duda subsiste: ¿éstas
representaciones tenían un fin utilitario o se trató de simples manifestaciones
estéticas?.
A finales del Paleolítico y en un prolongado paréntesis que abarca tres o cuatro milenios –
entre 12.000 y el 8.000 a C., según algunos historiadores, la vida humana experimenta una
profunda transformación. El hombre va abandonando las cuevas y construye refugios y sedes
de poblamiento con mayor o menor sedentarismo, donde se produce la domesticación de
algunos animales y los primeros intentos de explotación agrícola y ganadera. En algunos
lugares más evolucionados nacen las primeras civilizaciones forestales y agrarias, con sus
chozas cónicas o redondas y sus hatos de ganado. Las variaciones climáticas ya no son tan
frecuentes o intensas.
(7) Para algunos autores hay una línea evolutiva que va de los primeros hominidos, los pitecos,
siendo el mas representativo el australopiteco, que se sitúa en el peldaño más antiguo y elemental,
pasando por los pitecántropos, representantes del siguiente peldaño, correspondiente a un estadio de
desarrollo psiquico e intelectual más avanzado, siendo el Pithecanthropus erectus; es decir “hombremono de pie”, al
hombre de Neanderthal.
(8) En la mitad del siglo XIX, se descubrieron en el valle del río Neander, cerca de Düsseldorf
(Alemania), restos humanos, a los cuales se les puso el hombre de hombre de Neanderthal.
(9) A mediados del siglo XIX, en la población de Les Eyzies, en la Dordoña francesa, en una caverna,
Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL
| Historia de la Civilización I
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se encontraron restos humanos en el yacimiento de Cro-Magnon. Los arqueólogos le dieron este
nombre a los restos que encontraron allí.
(10) “(...) hace unos 100.000 años, en la que una variedad racial nueva va a ocupar todo el Viejo
Mundo, desarrollando, además, una técnicas propias para preparar el abundante utillaje que
conocemos. Antropológicamente, la variante más típica nos muestra un ser de baja estatura, sin
barbilla, con arcos superciliares muy acusados y de frente poco desarrollada, huidiza y baja. Además,
es notable su dolicocefalía –cabeza alargada– con presencia de una especie de “moño” occipital.
La posición del cuerpo es erguida, pero la proporción entre brazos y extremidades inferiores, respecto
al hombre moderno, es distinta: los brazos son más largos. La capacidad craneana es muy grande,
con frecuencia superior a la de los cráneos modernos, aunque en éstos se halle compensada por una
mayor riqueza y complejidad de las circunvoluciones cerebrales.

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