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Adam Smith

Adam Smith es uno de los economistas más famosos de la historia y es


considerado el padre de la economía moderna. En sus teorías
económicas combina historia, filosofía, desarrollo económico,
psicología y ética. Es uno de los máximos exponentes de la economía
clásica. Nació en Escocia en el año 1723. Poseía una prodigiosa memoria
y vocación por el estudio, facultades que le facilitaron el ingreso en la
Universidad de Glasgow.

En este centro, se apasionó por las matemáticas y recibió la poderosa


influencia de las ideas económicas y filosóficas de Francis Autcheson, aunque
sólo fuera por su posterior discrepancia con respecto a ellas. Una vez
graduado, obtuvo una beca para el Balliol College de Oxford, donde concluyó
brillantemente sus estudios -a los 23 años de edad- con un perfecto dominio de
la filosofía clásica y sus máximos representantes: Platón, Aristóteles y
Sócrates.

En 1748, y a través de su amigo lord Henry Kames, se le brindó la oportunidad


de ofrecer una serie de conferencias en Edimburgo. Así pues, y durante los
dos años siguientes, profundizó en diferentes disciplinas -desde la retórica a la
economía, pasando por la historia- e inició su trayectoria como escritor de éxito
publicando artículos en la Edimburgh Review. Además, en esta época entabló
una muy estrecha relación con el reconocido filósofo David Hume.

Después de un extenso periodo en el que destacó como docente excepcional


en la Universidad de Glasgow, en 1758 fue nombrado decano de la facultad
rodeado de un gran prestigio; de hecho, son varios los que afirman que Voltaire
-escritor francés y exponente de la Ilustración- le enviaba a sus mejores
alumnos como muestra de su reconocimiento y admiración.

Durante estos mismos años, Adam Smith formó parte de un selecto grupo en
Glasgow -integrado por intelectuales, científicos, comerciantes y hombres de
negocios-, un caldo de cultivo propicio para intercambiar ideas e información
que más tarde conformarían sus tratados sobre filosofía y economía.

Críticas a Adam Smith


Las críticas a Adam Smith han venido mayoritariamente por su idea de que
la economía de mercado es la herramienta para alcanzar el bienestar social,
mientras cada uno busca su propio interés (reflejado en la mano invisible). Sin
embargo nunca creyó que el mercado fuese perfecto o funcionase
automáticamente por arte de magia. Es más, admitió que un mercado de
comercio totalmente libre era una utopía. Smith tampoco apoyó un sistema
anárquico, sin normas ni leyes, sino una economía de mercado donde se
permitiera en libre comercio.

También han surgido críticas hacia Adam Smith por considerar al ser humano
como un individuo frío y egoísta, sin ninguna ética y solo preocupado por sus
intereses materiales. Nada más lejos de la realidad. Smith fue precisamente
catedrático de Filosofía Moral en la Universidad de Glasgow y, como veremos
más adelante, en su libro “Teoría de los sentimientos morales” describe el
sentimiento del ser humano de la empatía como su mayor virtud.

Obras de filosofía y economía de Adam Smith


El libro “Teoría de los sentimientos morales”, su obra maestra desde una
perspectiva filosófica, se publicó en 1759. En ella exponía los principios de la
naturaleza humana que guiaban el comportamiento social del hombre y
hablaba por vez primera de “la mano invisible” que, sin saberlo y sin
proponérselo, orientaba el propio interés personal hacia el bien de la sociedad.
El libro comienza explorando las conductas humanas, en las que en ningún
lugar aparece el egoísmo con un rol principal. En cambio, narra el proceso del
ser humano de sentir empatía y ponerse en el lugar del otro como su mayor
virtud, ya que lo siente de forma natural aun cuando no tenga beneficio de ello.
Este sentimiento de empatía “no se limita en absoluto al virtuoso ni al humano,
aunque quizá lo sienta con la más exquisita sensibilidad. El mayor rufián, el
más endurecido violador de las leyes de la sociedad, no está completamente
sin él.”

Posteriormente, en 1764, e instalado ya en París, fue donde su amigo David


Hume -secretario de la embajada británica- le introdujo en los exquisitos
ambientes de la ciudad. Es más, fue entonces cuando conoció a François
Quesnay, economista y fundador de la escuela fisiocrática, una corriente
ideológica fiel seguidora de la máxima “dejar hacer, dejar pasar” –laissez faire,
laissez passer, que sitúa al margen la intervención del Estado- y que sostenía
que la existencia de la ley natural podía asegurar el buen funcionamiento del
sistema económico. La influencia de esta escuela sobre Smith fue patente.

La riqueza de las naciones

Tres años más tarde, en 1767, comenzó a escribir su “Ensayo sobre la


riqueza de las naciones” que fue finalmente publicado en Londres seis años
más tarde. Esta obra representó el primer gran trabajo de economía política
clásica y liberal; es decir, en ella se aplicaban a la economía -por vez
primera- los principios de investigación científica, en un intento por
construir una ciencia independiente. Además, el libro fue la continuación del
tema iniciado en su obra filosófica, donde mostraba cómo el juego espontáneo
del egoísmo humano bastaría para aumentar la riqueza de las naciones, si los
gobiernos no interviniesen con sus medidas; en definitiva, constituye el primer
libro moderno de economía, por el cual se le considera el padre de la
economía moderna, su éxito fue tal que eclipsó la teoría de los sentimientos
morales, obra que muchas veces ni siquiera se menciona como referencia del
pensamiento de Adam Smith.

En los cinco libros que componen la riqueza de las naciones habla de temas
que ahora se han convertido en aspectos fundamentales de la economía, pero
que hasta ese momento no se habían aplicado. Destaca su análisis sobre
como la riqueza de una nación procede del trabajo y no tanto de los
recursos. En el primer volumen habla de temas tan relevantes como la división
del trabajo, los salarios, el uso del dinero y el precio de los bienes, los
beneficios de los accionistas, la renta de la tierra y las fluctuaciones del oro y la
plata.

En ocasiones se ha tildado a Smith como el gurú del egoísmo por su idea de


que lo mejor para una sociedad es que cada individuo busque su propio
beneficio. Sin embargo, si se analizan sus estudios se puede comprender que
Smith va mucho más allá de esas ideas, reconociendo que los seres humanos
no se guían solo por el propio interés, sino que la humanidad, la justicia, la
generosidad y la solidaridad son cualidades imprescindibles para el bienestar
de una sociedad.

Adam Smith
(Kirkcaldy, Gran Bretaña, 1723 - Edimburgo, id., 1790) Economista
escocés. Hijo de un interventor de aduanas, a la edad de catorce años
ingresó en la Universidad de Glasgow, donde fue discípulo de Francis
Hutcheson, profesor de filosofía moral. Graduado en 1740, ganó una beca en
el Balliol College de Oxford, en el que adquirió formación en filosofía.
Ejerció la docencia en Edimburgo, y a partir de 1751, en Glasgow, como
profesor de lógica y filosofía moral.

Adam Smith

En 1759 publicó Teoría de los sentimientos morales, obra profundamente influida


por el utilitarismo de Jeremy Bentham y John Stuart Mill en la que describía la
formación de los juicios morales en el marco de un «orden natural» de
ámbito social, y sobre cuyos principios basaría su posterior liberalismo
económico.
Smith veía en el comportamiento humano la presencia de una dualidad
entre razón e impulsos pasionales. La naturaleza humana, individualista y
racional al mismo tiempo, empuja al hombre tanto al enfrentamiento como
a la creación de instituciones destinadas a la consecución del bien común.
Expuso además la creencia en una «mano invisible» armonizadora de los
intereses individuales en el marco de la actividad colectiva.

En 1763 abandonó Glasgow y aceptó (por recomendación de David Hume) un


empleo en Francia como preceptor del joven duque de Buccleuch, hijastro
del canciller del Exchequer Charles Townshend. En Francia conoció a Anne
Robert Jacques Turgot, François Quesnay y a otros economistas fisiócratas y
enciclopedistas de la época. Residió principalmente en Toulouse y París,
ciudad desde la que tuvo que regresar a Londres debido al asesinato del
hermano del duque de Buccleuch. En el curso de una corta estancia en
Ginebra conoció a Voltaire.
En Francia inició la redacción de su obra más importante, la Investigación sobre
la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (An Inquiry into the Nature
and Causes of the Wealth of Nations), dividida en cinco libros, que terminó
de escribir durante seis años en su pueblo natal de Kirkcaldy, cerca de
Edimburgo, y publicó después de una estancia de tres años en Londres, en
1776.
El pensamiento económico de Adam Smith

La principal aportación teórica de Adam Smith es el análisis del mecanismo


mediante el cual el libre juego de mercado (tanto a escala interna como en
las relaciones comerciales con otros países) entre los diversos sectores de
la economía genera el máximo beneficio económico del conjunto. Como
consecuencia, se mostró siempre contrario a cualquier intervención o
regulación de la actividad económica, reduciendo el papel del Estado al de
garante de las reglas del juego.

Adam Smith se opuso al mercantilismo al considerar la riqueza de una


nación como la producción anual de bienes y servicios («las cosas
necesarias y útiles para la vida»), en lugar de las reservas de metales
preciosos, y a la escuela fisiócrata al descartar la tierra como el origen de
toda riqueza y proponer en su lugar el factor trabajo. A este respecto,
incidió en la especialización como el determinante de la capacidad de una
sociedad para aumentar su productividad, y en consecuencia, su
crecimiento económico.

Estableció una teoría del valor de un bien que distinguía entre su valor de
cambio (capacidad de ser intercambiado por otros bienes) y su valor de uso
(utilidad que aporta). Con respecto al valor de cambio, su medida era el
trabajo útil incorporado en su obtención; es decir, que una mercancía tiene
un precio natural determinado por el coste de producción medido en
trabajo, y un precio de mercado. En situación de libre competencia, este
último convergería hacia el primero.

Adam Smith completó su análisis con una teoría sobre la distribución de la


renta que distinguía entre tres categorías de rentas (salarios, beneficios del
capitalista y rentas de la tierra), para sostener a continuación que los
salarios eran fijados por las leyes de la oferta y la demanda, aunque
reconoció la existencia de un valor mínimo de subsistencia por debajo del
cual ya no podían descender.

Adam Smith. Vida y obra


Enlaces latinoamericanos para economistas

Publicado el: 2018-05-02

Economista y filósofo escocés. Es el


fundador de la economía política.
Analiza la ley del valor y enuncia la
problemática de la división de clases.

Economista y filósofo escocés. Es el fundador de la economía política. Analiza la


ley del valor y enuncia la problemática de la división de clases.

Adam Smith considera el capitalismo como el estadio natural de las relaciones


sociales. De hecho, fundó el liberalismo económico. En su obra principal "
Investigaciones sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones " el
laissez faire aparece como el motor del progreso económico.

EL PADRE DE LA ECONOMIA POLITICA

Adam Smith nació en 1723 en Escocia. Su padre, juez y oficial de aduanas, murió
al nacer él. Su madre lo educó en Kilcardy. A los catorce años entró en la
Universidad de Glasgow, donde tomó contacto con Francis Hutcheson, que
también había sido profesor de David Hume. Hutcheson tuvo mucha influencia
sobre Smith y le debe en gran parte sus ideas sobre la libertad política.

En 1740, Adam Smith ganó una beca para Oxford, pasando los años siguientes en
el Balliol College. Oxford estaba en decadencia y, a pesar de que recibió poca
educación formal, hizo un buen uso de su tiempo y leyó mucho.

En 1747 volvió a Kilcardy y, poco después, empezó a dar clases en la Universidad


de Edimburgo. Pocos años después fue nombrado catedrático de Lógica de la
Universidad de Glasgow, pasando a la Cátedra de Filosofía Moral cuando quedó
vacante en 1752.

Sus clases en Glasgow dieron lugar a una de sus principales obras, The Theory of
Moral Sentiments, que se publicó en 1759. Este libro tuvo mucho éxito y fue a
parar a manos de Charles Townshend, el político, que quedó tan impresionado,
que ofreció a Adam Smith el cargo de tutor del joven duque de Buccleuch. Smith
aceptó la oferta, dimitió de su cátedra en 1764, iniciando un gran viaje alrededor
de Europa con el duque.

En Toulouse desarrolló parte de sus conferencias de Glasgow; este fue el inicio de


su obra principal, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations.

Volvió a Gran Bretaña en 1766, retirándose a Kilcardy para revisar y terminar su


obra. Se publicó finalmente en 1776, y le valió una gran fama. El libro fue
esencialmente, un estudio de la creación de la riqueza. De por sí no representaba
nada nuevo, puesto que el tema ya había preocupado a los mercantilistas y a los
fisiócratas, pero, mientras que los primeros creyeron que la riqueza derivaba de
una balanza comercial favorable y los segundos de la tierra, Smith sostuvo que la
riqueza procedía del trabajo.

Empezó con la celebrada descripción del trabajo que incrementa la riqueza debido
a que aumenta la destreza de la fuerza de trabajo, ahorra tiempo, y permite el
empleo de ingenios mecánicos. Los límites de la división del trabajo vienen
determinados por el tamaño del mercado y del " stock de capital ".

El problema del crecimiento económico lo desarrolló en su famoso Libro IV, en el


cual Smith adelantó la tesis de que la libertad dentro de una sociedad llevaría a la
máxima riqueza posible. En muchos sentidos, el argumento se basa en The
Theory of Moral Sentiments, debido a que la armonía social que exponía
dependía, en muchos sentidos, del delicado equilibrio de los motivos en conflicto
del hombre. La búsqueda para satisfacer el propio interés beneficiaría a toda la
sociedad y estará limitado por el propio interés en el prójimo. Los productores
intentan obtener el máximo beneficio pero, para lograrlo, deben producir los bienes
que desea la comunidad. Además, deben producirlos en las cantidades
adecuadas, de lo contrario, un exceso daría lugar a un beneficio y precio bajo,
mientras que una oferta demasiado pequeña originaría un aumento del precio y
finalmente un aumento de la oferta.
El delicado mecanismo de la " mano invisible " entraba en juego también en el
mercado de los factores de producción, asegurando la armonía siempre que los
factores buscaran las rentas máximas posibles. Se producirían los bienes
adecuados a los precios adecuados y el conjunto de la comunidad obtendría la
máxima riqueza posible mientras rigiera la libre competencia; sin embargo, si se
restringiese la libre competencia, la " mano invisible " dejaría de funcionar y la
sociedad cargaría con las consecuencias.

El éxito inmediato del libro se debió a su brillante sistematización del pensamiento


económico alrededor del concepto central de los mercados, y en la justificación
intelectual que proporcionaba a los nuevos industriales que estaban interesados
en librar a Gran Bretaña de los controles mercantilistas. En un corto tiempo, La
Riqueza de Las Naciones entró en las estanterías de los políticos y economistas
proporcionando el código del comportamiento económico que sirvió a Gran
Bretaña durante la mayor parte del siglo siguiente, y cuyas brillantes perspectivas
únicamente quedaron paliadas por las predicciones lúgubres del reverendo
Thomas Malthus y David Ricardo. Adam Smith " persuadió a su propia generación
y gobernó a la siguiente ".

Mas datos de interés:

La teoría del desarrollo económico en la historia del pensamiento económico

por Lionel C. Robbins

Extracto del libro "The Theory of Economic Development in the History of


Economic Thought", publicado en 1968 por Lionel C. Robbins (1898-1984)

La Riqueza de las Naciones

El autor que más contribuyó a hacer del desarrollo económico un tema objeto de
análisis general fue sin duda Adam Smith.

La Riqueza de las Naciones es una de las obras principales que se han escrito
sobre Economía, y por esta razón trata de muchos asuntos: de Filosofía Social, de
Historia Económica, y de Economía Política.

Por lo que respecta a la Economía Política su estudio es muy completo. Abarca


desde la exposición de las relaciones estructurales fundamentales que
caracterizan a las economías de cambio que practican la división del trabajo, hasta
la exposición de las funciones económicas del Estado y de los cánones
impositivos. Pero como ya se desprende del título de la obra, su preocupación
fundamental se centra en el desarrollo es decir, en aquello que hace que la
riqueza de las naciones sea mayor o menor.

Probablemente es cierto, como algunos comentaristas han hecho resaltar, que


cuando se refería a la política económica, a Adam Smith le preocupaba tanto la
justicia como el deseo de incrementar la riqueza. Pero, sea como fuere, no cabe la
menor duda de que la principal preocupación de la obra la constituye lo que su
título indica. Esto se percibe claramente desde sus comienzos, donde en la parte
que titula: ?Introducción y Plan de la Obra?, el autor pone de manifiesto sus
intenciones y las razones en las que piensa apoyar su exposición.

Por primera vez en la historia del pensamiento económico, la producción per


capita y no la producción agregada o conjunta es la que se utiliza como criterio:
?Según sea, pues, la relación que este producto, o lo que con él se adquiere,
guarde con la población que ha de consumirlo, la nación estará mejor o peor
abastecida de aquellas cosas que más útiles y necesarias le son.?

Y existen dos ?circunstancias? que regulan dicha relación: ?la primera, la pericia,
destreza y sentido común con que se utiliza, por regla general, el trabajo del país;
y la segunda, la relación existente entre el número de personas que se dedican a
trabajos útiles y los que no se dedican a tales trabajos?.

A continuación, prosigue diciendo que va a dedicar los dos primeros libros de su


obra - que constituyen la parte analítica de la misma- a examinar,
respectivamente: ?las causas del ... progreso experimentado por las facultades
productivas de la mano de obra" y la acumulación de capital.

Esto es exactamente lo que hace. La verdad es que hace mucho más que esto.
En el libro I expone también una teoría del valor y de la distribución, y en el libro II
una teoría del dinero y del crédito; y tal es la importancia que estas partes parecen
adquirir que muy bien podrían existir por sí mismas, es decir, autónomamente.

Pero quizás esto que decimos sea exagerado. La teoría del valor y de la
distribución, a pesar de su evidente importancia, es expuesta con el fin de mostrar
de qué manera se organiza la división del trabajo en una economía de cambio a
través del mercado de bienes y de servicios. La teoría del dinero y del crédito
forma parte del estudio sobre la naturaleza del capital que precede al estudio del
fenómeno de la acumulación.

Y en los libros III y IV, que tratan, respectivamente: ?De los Diferentes Progresos
de la Opulencia en Distintas Naciones? y ?De los Sistemas de Economía
Política?, la atención aparece concentrada todavía en el desarrollo, lo cual se
manifiesta tanto en el estudio de lo ocurrido en el pasado como en el de los
efectos favorables o desfavorables derivados de los diferentes Sistemas
Económicos.

Solamente en el libro V, que trata "De las Rentas del Soberano o de la República"
los criterios se diversifican. Pero, incluso en este caso, los efectos que tiene la
política económica puesta en práctica sobre la eficiencia productiva ocupan la
mayor parte del libro.
Si cambiáramos el título de la obra de Adam Smith por este otro: «Teoría y
Práctica del Desarrollo Económico», nos perderíamos naturalmente las múltiples
implicaciones que nos sugiere el acertado título original, pero ciertamente no
resultarían traicionadas las intenciones fundamentales del autor.

[...]

Relación entre el Incremento de los Rendimientos y las Dimensiones del Mercado

Ha llegado el momento de retornar al aspecto histórico de asunto. Los primeros


?economistas?, que propugnaban el incremento de la población al objeto de
fomentar la prosperidad de la nación, se equivocaban al considerar que el referido
incremento no tenía límite alguno; es decir, se equivocaba al pensar que los
rendimientos iban a aumentar o a permanecer constantes indefinidamente.

Pero había algo, evidente, sobre lo que sí acertaron, algo que no aparece en el
sistema malthusiano. Tanto la historia como el sentido común indican que no es
razonable preguntarse si los rendimientos comienzan necesariamente a decrecer
cuando empieza a incrementarse la población o si el incremento de los
rendimientos reales per capita es consecuencia de los adelantos técnicos.

Toda teoría que pretenda abarcar este asunto en su integridad debe apercibirse
de este hecho y tratar de explicarlo de alguna manera. Como era de esperar la
base de esta explicación se encuentra en La Riqueza de las Naciones.

La explicación de las ventajas derivadas de la división del trabajo que


encontramos en el primer capítulo de la obra evidentemente no es original y si
queremos profundizar más en la misma debemos remontarnos a Platón y a
Aristóteles.

Tampoco puede decirse que sea completa: faltan en ella tanto la exposición de las
ventajas derivadas del aprovechamiento adecuado de las diferencias
fundamentales que se dan entre las capacidades innata de los hombres, como la
de las que derivan de lo que Torrens denominó división territorial del trabajo.

Pero expone con tal fuerza el significado que, por lo que respecta al desarrollo de
la opulencia - para emplear una expresión de Adam Smith -, tiene la progresiva
división del trabajo que esto sólo la convierte en el locus classicus de la materia, y
en la explicación que hace de la división del trabajo la característica fundamental
del sistema social considerado desde el punto de vista económico.

Es imposible olvidar el epílogo de la obra, en el que compara la situación de los


pobres, en las sociedades que practican la división del trabajo, con la que
disfrutaban los miembros más ricos de las comunidades primitivas. ?Comparado,
realmente, con el lujo exhorbitante en el que viven los poderosos, las
comodidades de los pobres pueden parecemos extremadamente simples y
elementales, sin embargo, es muy posible que las comodidades de que hoy en día
disfruta un príncipe europeo en relación con las que disfruta cualquier campesino
trabajador y sobrio, sean muy inferiores comparativamente a las que este último
disfruta en relación con las que gozan muchos reyes africanos, que son dueños
absolutos de la vida y libertad de miles de salvajes desnudos.?

Al llegar a este punto Adam Smith no relaciona claramente el incremento de la


división del trabajo con el crecimiento de la población. Pero sí lo hace con la
extensión del mercado? Toda vez que el poder de cambio -dice-, es lo que
determina la división del trabajo, la amplitud de esta división estará siempre
limitada por la magnitud del referido poder o, en; otras palabras, por la extensión
del mercaclo.?

El capítulo III, en el que se refiere a este particular, es relativamente corto; si bien


desde el punto de vista analítico es ciertamente uno de los más importantes del
libro.

[...]

Ahora bien, la extensión del mercado no depende únicamente de la magnitud de la


población; depende asimismo de la renta per capita y del grado en que las
demandas de los distintos individuos son similares. Además, como Adam Smith se
esfuerza por extenso en señalar en el libro II de La Riqueza de las Naciones el
progreso de la división del trabajo depende en parte de la acumulación de capital,
que ciertamente no viene únicamente determinada por el mero crecimiento de la
población.

Sin embargo, es evidente que existe una cierta conexión entre ambas variables;
basta tan sólo con que reflexionemos sobre el desarrollo de los sistemas de
transporte para darnos cuenta de que su utilidad productiva viene condicionada
por la densidad de población de las áreas enlazadas por tales sistemas; y es
evidente que las economías que se fundan en la producción en masa tan sólo
pueden desarrollarse en un medio en el que el consumo sea también masivo y,
por tanto, susceptible de absorber la producción.

Es, por consiguiente, perfectamente lógico que al final de este capítulo que trata
de los salarios del trabajo, Adam Smith asocie, por fin con toda claridad, los
beneficios derivados de la división del trabajo con la existencia de lo que él
denomina una ?gran sociedad?.

?El propietario del capital que emplea gran cantidad de trabajadores? dice-,
?procura necesariamente, en su propio provecho, dividir y distribuir el empleo de
manera tal que le permita obtener la mayor cantidad posible de trabajo. Por la
misma razón procura proporcionar a sus trabajadores la mejor maquinaria que
existe en el mercado. Lo que ocurre entre los trabajadores de un taller cualquiera,
ocurre también, por la misma razón, entre los individuos que componen una gran
sociedad. Cuanto mayor es su número, tanto más naturalmente se dividen ellos
mismos clases y dividen su trabajo. Mayor cantidad de ellos se ocupan en inventar
la maquinaria más adecuada para ejecutar cada tipo de trabajo, lo que, en
consecuencia, aumenta la probabilidad de que tales inventos se den en la
realidad?.

[...]

La Acumulación de Capital en el Sistema de Adam Smith

Para mejor comprender la concepción de Adam Smith dirijamos nuestra atención


al título del capítulo III, libro II, de La Riqueza de las Naciones.

Este libro está dedicado al estudio de la ?Naturaleza, Acumulación y Empleo del


Capital?, y el referido capítulo III, que contiene el análisis fundamental, se titula
?Acumulación de Capital o de Trabajo Productivo e Improductivo?.

En este contexto es este último título el que es importante. Ha sido precisamente


el olvido de esta asociación lo que ha ocasionado tanta confusión innecesaria.
Para entender la razón de esto, es importante que comprendamos lo que Smith
entiende por trabajo productivo en contraposición al no productivo.

Evidentemente, Adam Smith no pensaba, como hacían los fisiócratas, que el


trabajo productivo era únicamente aquel que estaba ligado a la agricultura o a las
actividades extractivas. En realidad procuró por todos los medios rechazar esta
concepción.

Por trabajo productivo Adam Smith entendía el trabajo cuya consecuencia es la


producción de algo ?que permanece durante algún tiempo, por lo menos hasta
que el trabajo invertido en su producción ha cesado -trabajo que se aplica y se
lleva a cabo sobre alguna materia particular o artículo vendible? y lo contraponía a
aquel que consiste en la prestación de servicios que "desaparecen en el mismo
momento de tener lugar, y que raras veces dejan detrás rastro o valor algunos que
pueda servir para adquirir una cantidad equivalente de servicios?.

Ya todos sabemos las dificultades que este particular empleo de la palabra


«productivo» puede originar. En realidad, son estas dificultades lo primero a que
se hace referencia en los textos introductorios de economía y en los cursos de
conferencias. Todos sabemos que si por esta palabra significamos únicamente la
renta derivada de la creación de riqueza, semejante restricción a la producción de
objetos materiales es tremendamente engañosa -.los ejemplos del ?falso?
contraste existente entre el trabajo del minero que extrae el carbón de la mina y el
de quien lo utiliza como combustible, o entre el del zapatero y el del limpiabotas,
han sido repetidos hasta la saciedad-; al igual que lo ha sido otra proposición más
fundamental que establece que el trabajo no fabrica materia sino que la reorganiza
simplemente.

Pero esto no es lo que Adam Smith entendía. Él significaba por trabajo productivo
el que generaba riqueza de capital; y al establecer que la relación entre el trabajo
productivo y el improductivo constituía precisamente una de las dos circunstancias
determinantes de la riqueza de las naciones -siendo la otra el grado de división del
trabajo- en realidad no hacía más que decir de otra manera que el desarrollo venía
condicionado por la existencia de una cantidad determinada de capital y por la
acumulación del mismo.

Ya lo dice el título del referido capítulo de la obra de Smith- o mejor sería, quizá,
decir que ello debiera desprenderse del mismo, toda vez que, con relación a este
tema, las intenciones de Adam Smith han sido mucho peor interpretadas que las
que hacen referencia a otras partes del sistema clásico. La acumulación de
capital, concebida de este modo, es considerada como deseable porque el stock
de capital al que da lugar hace el trabajo más productivo -lo ?facilita y simplifica?,
según expresión de Adam Smith- y porque favorece su división.

Es evidente que no tenemos nada que objetar a la primera de estas dos


proposiciones: la que se refiere al incremento de productividad conseguida por
medio del empleo de máquinas y demás formas de capital fijo. Y aunque se han
puesto muchos reparos a la forma en que Adam Smith expone la segunda
proposición, el supuesto progreso de la división del trabajo, debo confesar que no
veo razón alguna para negarme a reconocer el enorme sentido común que la
misma revela. ¿Se imaginan ustedes, acaso, que una sociedad avanzada hubiera
podido alcanzar su actual estado de desarrollo de no haberse producirlo una
acumulación masiva de capital?.

Por consiguiente, la pregunta que ahora se nos presenta es la que sigue: ¿Qué es
lo que posibilita la ulterior acumulación de capital? ¿Qué es lo que determina el
incremento del trabajo productivo en relación con el no productivo? Sobre este
particular la respuesta de Adam Smith es inequívoca; y tiene gran importancia si
consideramos la perspectiva que domina esta investigación: ?La sobriedad
económica -dice-, hace que se incremente el capital, y la prodigalidad y la mala
administración hacen que disminuya. Todo lo que una persona ahorra a partir de
sus ingresos pasa a engrosar su capital, que puede emplear, o bien para
incrementar el número de asalariados a su servicio, o para permitir que otra
persona lo haga si se lo presta a cambio de un cierto interés. De la misma manera
que una persona sólo puede incrementar su capital ahorrando parte de sus
ingresos o de sus ganancias anuales, así ocurre con el capital de la sociedad, que
equivale a la suma de los capitales de los individuos que la componen.?

Todo esto es tan cierto como lo son las observaciones, mucho más detalladas,
acerca de la sobriedad y la prodigalidad de las personas y naciones que siguen a
continuación. Pero las dos referidas proposiciones le sigue inmediatamente otra
muy famosa que establece que ?lo que se ahorra anualmente acostumbra ser
gastado casi al mismo tiempo; aunque no es consumido por las mismas
personas?; y si hemos de juzgar por la historia de esta proposición es evidente
que la misma ha sido objeto de algunas interpretaciones equivocadas.

Debemos señalar en primer lugar que la misma ha sido objeto de severas críticas
por el hecho de que el capital al que el ahorro da lugar no es consumido -o por lo
menos no es consumido en el mismo momento en que lo es el ahorro-. Por esto,
Cannan afirma que, según este punto de vista, ?no es el canal o los trabajos
hidráulicos que acaban de construirse lo que es ahorrado, sino la comida, el
vestido y la vivienda consumidos por los obreros que los han producido?.

Esto es bastante cierto. Pero no hay duda de que es un tanto superficial. En un


capítulo anterior, Adam Smith había señalado claramente que, formando parte del
stock de capital de la sociedad, había instrumentos duraderos de esta clase; y
realmente no tiene lógica pensar que entre capítulo y capítulo Smith olvidó esta
circunstancia tan obvia.

A este respecto es muy importante distinguir entre proceso de acumulación -que


consiste en poner en funcionamiento el trabajo productivo- y el resultado final de
dicho proceso, el stock incrementado. Cuando Adam Smith hablaba de lo que era
ahorrado, se refería al proceso; cuando hablaba del incremento del capital se
refería a su resultado final.

Esta menudencia puede suponer un inconveniente; la verdad, es una lástima que


Adam Smith pusiera las cosas de este modo. Pero ello no significa
necesariamente que su concepción fuera confusa.
FUENTE: Enlaces latinoamericanos para economistas

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