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I.

El entorno de Francisco

PUNTOS INSPIRADORES:

La familia de Francisco

FRANCISCO DE ASÍS nació en el seno de una familia burguesa

(Cuadro sobre la burguesía)

Su PAPÁ:

. Comerciante de telas.

. Hombre muy inseguro que buscaba su seguridad mediante la acumulación de más y más
propiedades.

. Hombre con muchas heridas, con muchas reacciones desproporcionadas.

. La Iglesia, y también los pobres, le servían a sus proyectos.

Su MAMÁ:

. Una persona de valores religiosos.

. Posiblemente de origen francés.

Las fuentes “Segunda Celano” y “Tres Compañeros” nos brindan un detalle muy importante para
nuestra reflexión: Francisco nació en ausencia de su papá. Esa ausencia correspondió a uno de sus
viajes por motivos comerciales y podría reflejar un conflicto de intereses en él. Parece que desde el
inicio, la prioridad en la vida de su papá era su vida de comerciante y su familia, incluyendo a su
hijo Francisco, tenían para él un lugar de menor relevancia.

Es allí donde podemos ubicar LA HERIDA MADRE DE FRANCISCO. Incluso podemos agregar
que su participación en el trabajo comercial de su papá era, en parte, un medio para ganar su afecto
y aprobación. Un niño no valorado en su SER ESENCIAL tiende a buscar su valor construyendo
una IMAGEN de lo que las demás personas esperan, o bien busca ser valorado por lo que hace, por
su ser productivo. En el caso de Francisco, buscaba la valoración paterna formando parte del
primer amor de su papá, que era el comercio.

(Cuadro sobre SER ESENCIAL e imagen o persona según Jung)

2. El nombre de Francisco y su proyecto de vida

Otro detalle de importancia es en relación con el nombre de Francisco:


Por un lado, las mismas fuentes nos refieren que su mamá lo bautizó con el nombre de Juan por su
devoción especial a San Juan el Bautista, Heraldo del Gran Rey. Mucho tiempo después, Francisco
fue asaltado por los ladrones; luego de su despojo, en la plaza frente al Obispo y su papá, cuando
ellos le preguntaron su nombre, Francisco contestó: “Soy Heraldo del Gran Rey”.

Por otro lado, el padre de Francisco se encontró con su hijo recién nacido al regresar de su viaje y
le cambió el nombre de Juan por Francisco, el pequeño Francés, por su cariño hacia Francia y sus
viajes comerciales allí.

El nombre de una persona muchas veces expresa los deseos de proyecto de vida futura para ella por
parte de quienes le ponen el nombre. En el caso de Francisco, tenemos dos nombres que
manifiestan dos proyectos de vida en juego: Francisco (Juan), Heraldo del Gran Rey, y Francisco el
Comerciante. ¿Qué haría Francisco con este doble mensaje? Dos nombres con dos proyectos que
no solamente no coinciden, sino se contradicen.

Ya veremos que Francisco conviviría con este conflicto durante toda su niñez, adolescencia y
juventud. Por un lado
se nota que se llevaba muy bien con su mamá, mientras manejaba fuertes tensiones con su papá. Es
especialmente evidente la complacencia de ella en ausencia del papá, y los conflictos en los
momentos en que Francisco quería buscar su propio destino apartándose del camino marcado por
su padre.

3. Los valores de Francisco

Francisco fue un típico hijo de papá o “chico plástico”

Su familia le permitía mucha libertad, siempre y cuando la viviera dentro del marco de la cultura y
los valores burgueses. Ése era el orgullo de su padre.

Francisco trataba de vivir los deseos, sueños y proyectos de su papá, mientras reprimía los deseos
ocultos de su corazón.

Al igual que muchos niños que no encuentran apoyo a sus deseos y sueños en su casa, salió a
buscarlo en la calle. Hasta cierto punto, Francisco logró encauzar su lado creativo en una vida
callejera. Pertenecía a un grupo de trovadores; incluso fue jefe de uno de estos grupos.

Arnaldo Fortín, en su libro Francisco de Asís, capítulo 3, nos presenta un cuadro bastante crudo de
estos jóvenes trovadores y sus actividades.

1 Celano 1 y 2 en su leyenda primera, confirma lo expuesto por Fortín contándonos:

CITA En este tiempo, nadando en todo género de disolución, ya que les es permitido hacer cuanto
les viene en gana, se entregan con todo ardor a una vida vergonzosa. Sujetos de este modo
voluntariamente a la esclavitud del pecado, hacen de sus miembros armas de iniquidad, y, no
poseyendo en sí mismos ni en su vida y costumbres nada de la religión cristiana, se amparan sólo
con el nombre de cristianos. Alardean los desdichados con frecuencia de haber hecho cosas peores
de las que realizaron, porque no sean tenidos como más despreciables cuanto más inocentes se
conservan.

Esos son los tristes principios en los que se ejercitaba desde la infancia este hombre a quien hoy
veneramos como santo —porque lo es—, y en los que continuó perdiendo y consumiendo
miserablemente su vida hasta casi los veinticinco años de edad. Más aún, aventajando en
vanidades a todos los jóvenes de su edad, mostrábase como quien más que nadie incitaba al mal y
destacaba en todos los pasatiempos. Cautivaba la admiración de todos y se esforzaba el ser el
primer en pompas de vanagloria, en los juegos, en los caprichos, en palabras jocosas y vanas, en
las canciones y en los vestidos suaves y cómodos.

En el caso de Francisco, decían que “porque eran muchos los que, sobre todo por esto, iban en pos
de él obrando el mal e invitando a la corrupción; marchaba así en medio de esta cuadrilla de
malvados por las plazas de Babilonia”. Celano concluye agregando del mismo Francisco: “estos
son los tristes principios en los que se ejercitaba desde su infancia este hombre quien hoy
veneramos como santo —porque lo es—, y en los que continuó perdiendo y consumiendo
miserablemente su vida hasta casi sus veinticinco años de edad”.

En todo esto podemos mirar las consecuencias de LA HERIDA MADRE DE FRANCISCO y por
ende SU VIDA PECAMINOSA DE ANTIVALORES, lo que está mejor explicado en las mismas
citas, aunque no tanto en su Testamento con las palabras: “Cuando yo estaba en pecado me parecía
amargo ver a leprosos”.Sin embargo, tanto Celano como Buenaventura en su “Legenda Mayor” y
el autor de los “Tres Compañeros”, nos ofrecen asimismo una mirada al POZO o LOS VALORES
DE FRANCISCO aún antes de su conversión. Celano nos cuenta que él “no estaba tocado por la
avaricia sino era pródigo; no le interesaba acumular dinero, sino generoso; negociante prudente,
pero muy derrochador. Era con todo de trato muy humano, hábil y en extremo afable” (1 Cel 2).
Buenaventura, en su Leyenda Mayor, nos cuenta que “Francisco poseía una cierta compasión
generosa hacia los pobres... Además, la suavidad de su mansedumbre, unida a la elegancia de su
comportamiento; su paciencia y amabilidad fuera de serie; su gran generosidad, más allá de lo
que tenía —virtudes estas que mostraban claramente la buena índole de que estaba adornado el
adolescente...” (LM 1,1). Finalmente, Los Tres Compañeros nos refiere que “era como
naturalmente cortés en modales y palabras según el propósito de su corazón, nunca dijo a nadie
palabras groseras o torpes; es más, joven juguetón y divertido se comprometió a no responder a
quienes le hablasen de cosas torpes” (TC 3).

Francisco tenía un gran deseo de ser caballero. O quizás, dicho de otra forma, quería esconderse
junto con su fragilidad detrás de la imagen de caballero. El caballero es símbolo y arquetipo en la
historia del héroe. Con este deseo y todo lo que implica, Francisco se fue a participar en la guerra
entre Asís y Perugia.

(cuadro sobre arquetipo, ego y superego colectivo ( cuando los egos individuales se juntan y se
forman un solo ego colectivo. Hay un jefe y cada uno tiene que renunciar a su autonomía y
libertad))

Estas juntas de jóvenes proyectan una sensación de seguridad en tiempos de transición en la vida.
Lo que domina en ellos no es el ego sino el súper ego colectivo. En esas agrupaciones existe un jefe
y cada miembro tiene que renunciar a su autonomía y libertad y obedecerlo. Muchos jóvenes,
deseosos de satisfacer su sentido de pertenencia, renuncian a su identidad con tal de ser reconocidos
en un grupo. Desde luego, vemos el peligro de estos grupos y su dinámica para el individuo.

Otro detalle interesante de la persona de Francisco en su juventud era su obsesión con la ropa fina.
El cuerpo habla y uno de sus lenguajes es la ropa. Ésta puede expresar muchas cosas y esconder
otras. Francisco no se aceptaba y tenía miedo de sí mismo, por eso se cubrió a sí mismo con ropa
fina. Vivía totalmente apegado a su imagen superficial, perdiendo por entero contacto con su
imagen esencial, su ser imagen de Dios. En términos sicológicos, en especial en el pensamiento del
psicólogo CARL JUNG, la ropa es símbolo de la PERSONA o de la IMAGEN que quiere
manifestar. El EGO mantiene a la persona preocupada por su imagen, ocultando su ser esencial,
donde reside la imagen de Dios. Más adelante veremos una serie de acontecimientos muy
representativos en la vida de Francisco, en donde él cambia o regala su ropa a otras personas
significativas y lentamente va despojándose de su imagen para lograr encontrarse con su ser
esencial.

Fuentes franciscanas para consultar sobre este tema:


1 Cel 1, 2 Cel 3-4, LM 1,1 TC 1,2 y 3

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