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1
FRÁPOLLI, M. J. y ESTHER ROMERO: Una aproximación a la filosofía del
lenguaje, Madrid, Síntesis, 1998. pp., 70
2
Frapolli, 1998, pp., 70
3
FREGE. Sobre sentido y referencia. 1892. pp., 32 (para la paginación seguimos la
copia dejada en reprografía)
consideraremos dos opciones sobre qué supone su negación. En el primer caso
seguimos el ejemplo de Frege en Sentido y referencia; en el segundo, ofrecemos una
alternativa crítica con esta opción.
A) Sigue a Frege según su ejemplo, “El que descubrió la forma elíptica de las
órbitas planetarias murió en la miseria”.
Por tanto, la oración principal tiene una parte cuyo sentido no es completo y
cuya referencia no es un valor de verdad sino x. Para que la oración principal tenga
sentido y referencia, según el principio de composicionalidad, sus partes tienen también
que tener sentido y referencia completos. Así pues, como esto no ocurre, no podemos
afirmar ni negar normalmente esta oración.
4
Frege, 1892, pp., 35
5
Frege, 1892, pp., 35
6
Frege, 1892, pp., 36
Ambas soluciones pueden darse para que sea posible afirmar o negar la oración
principal. Ambas proporcionan una referencia para poder completar la referencia de la
oración principal y así poder afirmarla o negarla.
“x no tiene referencia”
o bien
Puesto que para afirmar o negar una oración necesitamos que esta tenga
referencia, y en este caso, la oración la tiene, no hay que suponer ninguna forma
particular de afirmación o negación. Cuando afirmemos o neguemos estamos afirmando
o negando una entidad no saturada de un objeto dado. La forma de la negación será:
“El que bebe compulsivamente martinis al fondo de la barra no está
borracho”
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7
RUSSELL, On denotation, 1905. pp., 55 –la cursiva es mía– (para la paginación
seguimos la copia dejada en reprografía)
los estados psicológico propios. Por tanto el conocimiento tiene una correspondencia
con los hechos.
Los nombres que usamos en las proposiciones no son sin embargo nombres de
objetos, “lo objetos, como tales, son sólo construcciones lógicas que hacemos sobre la
base de nuestros datos sensibles, y los conocemos por descripción”12. Estrictamente los
nombres sólo pueden usarse para aquello que se conoce directamente (p.ej.: “eso es
blanco”): “Nombra sólo se puede nombrar lo que se conoce directamente”13. Lo que
consideramos por nombres no son sino “descripciones encubiertas y abreviadas”14, es
decir, se refieren a objetos complejos de las que no tenemos conocimiento directo15.
Pues bien, acerca del conocimiento descriptivo o conocimiento acerca de, tiene
sentido hablar de denotación: sabemos de un objeto porque una expresión lo denota
8
RUSSELL, Los problemas de la filosofía, cap V, final. Cita en J. HIERRO, Principios
de la Filosofía del Lenguaje. Alianza Editoria. Madrid. 1989. pp., 191
9
Hierro, 1989, pp., 191
10
Russell, 1905, pp., 55
11
Hierro, 1989, pp., 191
12
Hierro, 1989, pp., 191
13
Hierro, 1989, pp., 201
14
Estos nombres se refieren a objetos describiendo ciertas propiedades suyas. Es algo
así como el sentido de los nombre en Frege. “En la medida en que estas descripciones se
refieren a sus objetos describiendo ciertas propiedades suyas, resulta patente que eso
objetos no pueden ser particulares, pues no son simples” (hierro 194)
15
Justamente por no tener conocimiento directo de los objeto que designan, estas
descripciones tienen sentido. Los nombre “Madrid”, o “Sócrates” son útiles en cuanto
que sus objetos no están a mano, “quien estuviera ante Sócrates o se hallara en Madrid
probablemente no necesitaría recurrir a esos nombres” (hierro 194). Su utilidad estriba
en la referncia o denotación de algo no presente, de ahí la falacia de la referencia, que
ese algo sea además inexistente.
inequívocamente sin que tengamos conocimiento directo de dicho objeto. Esta
posibilidad de enunciar proposiciones acerca de objetos que no conocemos directamente
resulta problemática: Si para el conocimiento por descripción no es necesario un
conocimiento directo del objeto, si es necesario que éste exista: “la existencia de una
entidad es un presupuesto atribución de propiedades”16. El problema, la falacia de la
referencia, surge cuando las descripciones se refieren a objetos inexistentes. Explicamos
por qué:
A) El primer problema tiene que ver con los hechos atómico que corresponden a las
proposiciones negativas.
podemos considerar que se trata de una proposición simple, (en rigor, ya hemos visto
que desde el punto de vista de Russell no lo es). Si las proposiciones complejas se
construyen con las conectivas lógicas básicas, podemos considerar que nuestra negación
es la negación de la proposición simple,
El problema tiene que ver con la referencia de las descripciones. Hemos visto
que los nombres son igualmente descripciones. La posición de Russell es crear un
lenguaje lógico donde no haya descripciones puesto que estas refieren a la existencia de
un objeto: “es inútil afirmar la existencia de un objeto singular empleando para referirse
a él un nombre lógicamente propio, pues el uso de tal nombre ya implica la existencia
del objeto”17. Según esto, al afirmar una descripción definida en el lenguaje natural, en
la traducción lógica de Russell no se está afirmando nada acerca de la existencia de una
entidad.
16
Hierro, 1989, pp., 203
17
Hierro, 1989, pp., 202
¿Cómo referirse entonces a los objetos? Russell propone una forma lógica
consistente, para nuestra oración en: “hay una entidad y sólo una, que le corresponde la
propiedad ser hombre que está al fondo de la barra bebiendo martinis compulsivamente
y a tal entidad le corresponde la propiedad está borracho”. Esta opción permite
prescindir de las descripciones puesto que implican la existencia.
Dado el análisis lógico de Russell, consideramos las dos formas, afirmativa y negativa
de nuestra oración:
En el caso de que no exista, ¿qué sentido tiene, sin embardo, hacer afirmaciones
verdaderas (y no tautológicas) sobre objetos que no existen?19. Russell está diciendo que
un hombre que no existe no está borracho. ¿Tiene esto sentido? Para Russell si, pues
considera al traducir a un lenguaje lógico las descripciones definidas desaparecen. Para
esto enuncia la tesis:
18
“Una intervención secundaria de una expresión denotativa puede ser definida como
aquella que tiene lugar en una proposición p, que a su vez se reduce a un elemento más
de la que estamos considerando” Russell 69
19
Hierro, 1989, pp., 204
20
Russell, 1905, pp., 56
21
Hierro, 1989, pp., 205
22
“Una expresión es denotativa en virtud de su forma” Russell, 1905, pp., 54
23
Hierro, 1989, pp., 207
tautología alguna, no se niega nada de un objeto inexistente: la descripción definida no
interviene en la proposición.
Según este análisis, Russell los problemas de la teoría de Meinong según la cual,
“toda descripción denotaría un objeto, aún las descripciones de objetos inexistentes en
la realidad” 24. Pero también, respecto a Frege, añade al lenguaje la capacidad de
declarar falsas las proposiciones que tratan sobre objetos inexistentes. Frege,
recordemos, sólo podía negar el predicado aceptando el sujeto. Russell es capaz de
negar que ese sujeto exista.
24
Russell, 1905, pp., 203