él esperaba al próximo cigarrillo al borde de una taza de café Ellos cruzaron sus miradas casi se ahogaron en la breve travesía Después como avergonzados volvieron a sus vidas sin poder evitar que un ojo se les escapara con poca gracia cada un minuto para espiar el cielo o sea al otro, Pasados como diez reojos él aplastó el cigarrillo contra el suelo su gesto varonil fue degradado por la mirada asesina del gallego que lo obligó por telequinesis a poner la colilla en el cenicero descubrió a ella mirandolo con simpatía y pasando como caminando al baño ella tiró el cenicero con todo lo que en el había al piso tirándole un beso al gallego, de mientras él reivindicado y fascinado la esperó impaciente en la puerta Ella salió y el le dijo gracias ella le contesto deja de fumar da mal aliento y se fue dejando un rastro de perfume y cayendo en una espiral graciosa un papelito con su número Él lo levanto tembloroso poniéndolo en un bolsillo muy pequeño en su pantalón a la vez que aspiraba el perfume regado por ella dejándolo en sus pulmones sin querer expirar para no perderlo Por suerte nadie puede asfixiarse solo
flotando a un centímetro del suelo
con ella vibrando dentro de sus ojos, pensó en los próximos pasos y se fue a dormir ardiendo con sus manos soñando con pieles y un pubis imaginario donde se perdía y moría para resucitarse en ella
Ella que en la realidad pura y dura
le retacearia su piel hasta la angustia o se la pondría como un poncho por sobre su cabeza en la primera hora del primer día de encontrarse, ella, seguro, sería una mujer difícil, que se comería a un tipo simple como el, como un sapo a un mosquito, pero se tenía fe la sacaría buena como el agua y se bañaría en ella como un fideo en la salsa