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Se conocieron al viejo estilo

ella entró al bar con forma de esquina


él esperaba al próximo cigarrillo
al borde de una taza de café
Ellos cruzaron sus miradas
casi se ahogaron en la breve travesía
Después como avergonzados
volvieron a sus vidas sin poder
evitar que un ojo se les escapara
con poca gracia cada un minuto
para espiar el cielo o sea al otro,
Pasados como diez reojos
él aplastó el cigarrillo contra el suelo
su gesto varonil fue degradado
por la mirada asesina del gallego
que lo obligó por telequinesis
a poner la colilla en el cenicero
descubrió a ella mirandolo
con simpatía y pasando
como caminando al baño
ella tiró el cenicero con todo
lo que en el había al piso
tirándole un beso al gallego, de mientras
él reivindicado y fascinado
la esperó impaciente en la puerta
Ella salió y el le dijo gracias
ella le contesto
deja de fumar da mal aliento
y se fue dejando un rastro
de perfume y cayendo
en una espiral graciosa
un papelito con su número
Él lo levanto tembloroso poniéndolo
en un bolsillo muy pequeño en su pantalón
a la vez que aspiraba el perfume
regado por ella
dejándolo en sus pulmones
sin querer expirar para no perderlo
Por suerte nadie puede asfixiarse solo

flotando a un centímetro del suelo


con ella vibrando dentro de sus ojos,
pensó en los próximos pasos
y se fue a dormir ardiendo
con sus manos soñando con pieles
y un pubis imaginario donde se perdía
y moría para resucitarse en ella

Ella que en la realidad pura y dura


le retacearia su piel hasta la angustia
o se la pondría como un poncho
por sobre su cabeza
en la primera hora del primer día
de encontrarse, ella, seguro,
sería una mujer difícil,
que se comería a un tipo simple
como el, como un sapo a un mosquito,
pero se tenía fe la sacaría buena
como el agua y se bañaría en ella
como un fideo en la salsa

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