Está en la página 1de 2

Jorge Murillo González 1

Política exterior de Estados Unidos

¿POR QUÉ NOS ODIAN?


De la admiración a la envidia, es el precio a pagar por permanecer en la colina. A mediados

del siglo XVII, Winthrop establecería las bases del excepcionalismo estadounidense. Madre

de todos los ismos, “seremos como la ciudad sobre la colina, los ojos de todos los pueblos

estarán sobre nosotros. Pueblo elegido de entre todos los pueblos, instrumento divino,

dador de libertad.

En la sentencia de Winthrop se funda la venia para ejercer la libertad en nombre de

todos los pueblos. La excusa perfecta para la omnipresencia y la omnipotencia. ¿No es

obligación del fuerte proteger al débil? Vencidas las taras, superados los obstáculos, era un

deber moral exportar los regalos del cielo, compartir con el mundo la capacidad de ser

libre.

Desde entonces, dicho principio a definido la política exterior estadounidense. De la

Guerra Civil a las guerras de expansión, de la Primera Guerra Mundial a la Segunda, de la

Guerra Fría a Vietnam. Independientemente de las distintas estrategias que se han tomado

en cada uno de estos acontecimientos, hay algo que sobresale y que puja en todo discurso,

la idea del excepcionalismo.

El excepcionalismo como punto clave en las estrategias de Seguridad Nacional, la

defensa del autointerés. La búsqueda de universalizar la libertad, la libertad prisionera.

América como sinónimo de libertad, “no luchamos por nosotros sino en nombre de la

libertad”. En pos del progreso, es necesario exportarse, ser el modelo que lo abarque todo.

1
Jorge Murillo González 2
Política exterior de Estados Unidos

Como lo mencione anteriormente, esta ideología ha estado presente por muchos

años. Sin embargo, ha tenido ciertos declives. Ante la falta de enemigos reales, se ha

obligado a profundizar más en la teoría, a tocar puntos más sensibles e inclusive irrisorios.

Pues la brecha que hay entre la teoría y lo real cada vez se hace más grande.

Un ejemplo muy contemporáneo es el de la guerra contra el terrorismo. El 11 de

Septiembre significó para Estados Unidos una reivindicación de la ciudad sobre la colina.

Terminada la Guerra fría y el peligro constante del comunismo, había que idearse un nuevo

enemigo. Adversario igual de omnipresente y omnipotente.

Todavía recuerdo el miedo evocado por las televisoras aquel 11 de Septiembre. La

flagelación de las torres, el polvo corriendo, el rostro de la muerte el humareda. Aquella

señora presa de la inconciencia milenaria que corría por la avenida gritando: “América no

hace esto, América no mata gente”. No conformes, una réplica insultante en boca del

Presidente: “¿por qué nos odian?”.

No era sólo un atentado contra el pueblo norteamericano, era una verdadera

agresión contra las libertades universales, contra la democracia. La verdadera cara del mal.

Aquellos que en algún tiempo los admiraron, hoy saboreaban el odio y la envidia. Con el

atentado del 11 de Septiembre se revive el sentimiento excepcional, se pone en evidencia la

fragilidad del mundo y la necesidad de hacerle frente al mal.

También podría gustarte