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MUSICA Y MATEMATICA

Si algo tienen en común la Música y las Matemáticas es que ambas necesitan de la Creatividad para
poder desarrollarse. Su relación es muy estrecha: Ambas son lenguajes universales, son
lenguajes abstractos que requieren de su aprendizaje para poder descifrarlos y ambas buscan
la belleza. Aprenderlas conjuntamente no es más que continuar este paralelismo natural.
Sin la Física y sus ondas, no habría Música. Esta relación que habría de tener muchos siglos de
investigación, dio comienzo desde la época primitiva, cuando troncos, huesos, etc. eran creadores de
sonidos interesantes. En el siglo VI a.C., en Mesopotamia, ya conocieran las relaciones numéricas
entre longitudes de cuerdas. En el S.IV a.C. en Grecia, Pitágoras estudia estas relaciones, dando
comienzo a la teoría musical occidental europea. Así pues, nuestra escala se organiza a partir de siete
notas, que se obtienen combinando cuatro relaciones: el unísono, la cuarta (3L/4), la quinta (2L/3) y
la octava (2L).

Los compositores escriben siguiendo ritmos y estructuras personales muy precisas


e identificables, según acaba de descubrir un equipo de investigación canadiense
tras analizar dos mil partituras escritas por más de cuarenta compositores a lo
largo de los últimos cuatro siglos y según una amplia variedad de géneros
musicales. El compositor español Fernando Agüeria considera que, efectivamente,
las matemáticas cruzan las composiciones y pueden servir para identificar a los
autores.

El estudio realizado en la Universidad canadiense de McGill ha permitido


establecer una fórmula matemática que gobierna los patrones rítmicos por los que
se rige toda pieza musical si se mueve en los parámetros convencionales.

Juan Sebastián Bach compuso el clave bien temperado, que consiste en 24 piezas en las doce
tonalidades, usando el modo mayor y menor de cada una de ellas, demostrando de esta manera las
posibilidades de modulación creadas por una afinación igual. Aunque en la época en la que vivió Bach la
música ya no es una disciplina estrictamente matemática, las matemáticas son inherentes a la música y
continuarán influyendo en la evolución de la teoría musical. También aparece en la obra El coral del lecho
de muerte BWV 668 de Bach el culmen de la obra ocurre justo en el compás relacionado con
la proporción áurea.
W.A.Mozart, en varias sonatas para piano la proporción entre el desarrollo del tema y su introducción es
la más cercana posible a la razón áurea.
Un primer ejemplo de músico contemporáneo que se sirve de las matemáticas es Joseph Schillinguer,
desarrolló, un detallado sistema de composición musical basado en principios científicos. La base del
sistema de Shillinguer es geométrica y se fundamenta en el concepto de relaciones de fase de
movimientos periódicos simples. Hay quienes consideran que el sistema de Schillinguer anticipó la música
por ordenador antes de que existieran los ordenadores, y que introdujo muchas técnicas algorítmicas de
composición, incluso la utilización de series numéricas autosemejantes.

Todos conocemos la escala musical que va del Do hasta el siguiente Do (una octava más
alto). Pitágoras descubrió que la octava tenía una proporción matemática de 2/1. Os preguntaréis
cómo descubrió esta relación matemática si las proporciones pertenecen al mundo de lo físico y las
notas musicales al de lo auditivo. El descubrimiento fue el resultado de una serie de experimentos
sencillos en los que utilizó cuerdas.
Tensó varias cuerdas de distintas longitudes y las fue pellizcando para que vibraran y emitiesen
sonidos. Finalmente, tras hacer muchas pruebas, tensó dos de ellas: una el doble de larga que la
otra. Al hacerlas vibrar, se dio cuenta de que ambas emitían exactamente la misma nota musical,
sólo que una sonaba una octava más alta que la otra (corresponde a un salto de ocho teclas en un
piano). Luego tomó la cuerda más corta y la comparó con otra la mitad de larga que ella,
corroborando de nuevo que el fenómeno volvía a repetirse. En definitiva, los tres sonidos
correspondían a la misma nota musical, pero con dos octavas de diferencia entre ellas.

Así fue cómo Pitágoras afianzó la primera y la última nota de la escala musical. Pero, ¿y las demás
de dónde salieron? Tras investigar qué notas sonaban bien, Pitágoras fue deduciendo proporciones
y encontró que tenían una particular relación matemática. Resulta que el cerebro reconoce como
sonidos agradables (lo que en música llamamos ‘consonancias’) aquellos cuyas frecuencias están en
ciertas proporciones simples: 2/1, 3/2, 4/3, etc., así que construyó una escala con cuatro notas.

Tenía las dos primeras notas de la escala (Do grave y Do agudo) y consiguió la siguiente nota (Sol)
colocando una cuerda cuyo largo era dos tercios de la inicial. Luego colocó otra con una longitud
tres cuartas partes de la inicial (Fa) y se hizo con la escala de cuatro notas a la que nos referíamos
antes.
Pero nos siguen faltando cuatro notas más para completar las ocho…

Pitágoras se fijó en la distancia o proporción existente entre las dos nuevas notas (Fa y Sol). Esta
proporción o intervalo es lo que hoy conocemos como tono. Para completar la escala aumentó un
tono desde el Do grave y obtuvo el Re, y luego desde el Re, logrando un Mi. Ahí se detuvo. Al
intentar aumentar un tono desde Mi se dio cuenta de que el sonido obtenido se situaba entre el Fa
y el Sol. Decidió entonces aplicar la mitad de un tono: el hemitono o semitono, logrando así el Fa.
Las notas La y Si las consiguió incrementando un tono desde la anterior, mientras que del Si al Do
agudo también aplicó el sistema del hemitono, consiguiendo cuadrar la escala y llegar al Do último.

Así que ya veis. Las canciones que Amy compone tienen como fundamento estas ocho notas y
algunas más de las que hablaremos más adelante. Comprobado: las matemáticas y la reina del soul
sí que guardan relación, tal como pronosticaba mi amigo el ingeniero.
El Azar y la música: o cómo W.A.Mozart creo en su obra «Juego de dados», un generador de
minuetos. Escribió 176 compases numerados del 1 al 176, agrupados en 16 conjuntos de 11
compases cada uno, seleccionando con dados la inclusión de cada compás.
Algo similar podemos ver en esta parodia de la dura tarea del violoncelo en el Cánon de Pachelbel y
otros muchos temas musicales:

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