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Fernando Vallespín, Joaquín Abellán,

Ciencias sociales Rafael del Águila, Silvina Funes,


Germán Gómez Orfanel,
Carmen LópezAlonso,
M." Luz Morán, Alberto Oliet Palá,
Damián Saint-Mezard,
]ulián Sauquillo

Historia de la Teoría Política, 5


Rechazo y dese onfranza
en el proyecto ilustrado

Compilación de Fernando Vallespín

El libro cle bolsillo


Cicncia potrítica
Al i¿r nz.¿r li<l i torial
4. LOSFASCISMOS 183

Es posible que, en parte,larazóndel descuido respecto de


Capítulo4 lateoría que acompanó alos movimientos ysistemas fascis-
tas se deba al propio antiintelectnalismo de éstos, pero segu-
Los fascisrnos ramente también se debe a la abusiva generalización con-
Rafael del Águila temporánea del concepto de fascismo. En efecto, tras el
desprestigio en el que los fascismos cayeron después de la II
Guerra Mundial, todo fenómeno político al que se desea di-
famar se encuentra, más tarde o más temprano, con la eti-
queta de fascismo. Ya se trate de la Chirra de Mao, de un go-
bierno conservador en la Gran Breta,ña, de una actitud
autoritaria en una asamblea o incluso de una posición polí-
tica más radical que la propia, podremos encontrar sin de-
masiada dificultad en alguna acusación dirigida a ellos el ca-
lificativo de fascista. Incorporado así al lenguaje político
1. Introducción corriente, fascisrno es hoy un término que no significa casi
nada, como no sea autoritarismo, tiranía y a veces ni siquie-
Los movimientos fascistas no tienen ideología como ésta no ra eso. Esta generalizacién, posiblemente, es la más dañina
sea un conjunto de aserciones, cuya única finalidad es la ob- para una comprensién de la singularidad de los fascismos e
tención,.iustificación y conservación del poder. He aquí una incluso la más peligrosa si 1o que queremos es evitar la rea-
afirmación usual y eue, sin embargo, no debería ser formu- parición de las corrsecuencias indeseables que llevaron apa-
lada con tanta ligereza. Si es cierto que el nivel de sofistica- rejadils aquellos mnvimientos.
ción de la teoría pol.ítica de los fascismos es incomparable- La tendencia contraria a ésta consiste en llevar a su límite
mente más bajo que el del liberalismo o el socialismo; si no la especificación de las diferencias históricas entre los dis-
i<¡ es menos que la ambigüedad de sus propuestas políticas tintos movimientos políticos de entreguerras a los que se
es extrenladamente alta, esto no significa que podamos per- alude con ese nombre, de modo que la atipicidad de cada
mitirnos ellujo de creer que una actitud política dela que se uno de ellos sería la regla, mientras sus puntos de confluen-
declu.jeron tan terribles consecuencias y con la que, en más cia constituirían la excepción. La historicidacl y concreción
de un sentido, se alcanzaron cotas cle barbarie inusitadas, se de cada uno de <los fascismos) estaría ligada a condiciones
sostiene en el vacío o es producio, sin más, de un monumen- sociales 1. pr:líticas específicas y nacionales, hasta tal punto,
tal <engaño>. Corno veremos, sus anclajes en concepciones que sería imposible reflexionar sobre ellos en conjunto. No
políticas surnamente elaboradas, en condiciones históricas existiría, segúrn esto,la posibilidad de formular una <teoría
específicas, en procesos políticos precisos, no tienen nada gcneral clel f¡rs;cislrr()), [)cro tampc'co una <:teoría de los fas-
de arbitrario y es necesario refLexionar sobre ellos .si lspira- t-isnr<ls> r¡rrt'irrtcrrl;rlrr rt's¡tltar alguno de sus elementos co-
mos a comprender el significado de los fasci.snl().s (.n l¡r lris nlun('s ( ()ln() lr('l l('n('( it'nlt's ir la rrrisrlra cstel¿t i<leológica,
toria de la teoría yla prriíctica grolíticas errrol)(':rs. it'ririt il y ( ()tl( r'l)l rr.rl
, ,,i.'
184 HISTORIA DE LA TEORIA POTÍTICA. 5 4. LoSFAScrSMos 185

Parece que la posición analíticamente más razonable po- Enlas páginas qo" rig.r"r, ambas distinciones serán aludi-
_
dría ser, primero,la descripción de los entramados políti- das continuamente, intentando, no obstante, a través suyo'
cos, sociales, históricos, económicos y culturales que en esquematizar ciertos elementos básicos que hagan posible
cada caso funcionaron como detonantes de las ideologías una imagen adecuada de los fascismos en conjunto.
fascistas, ¡ segundo, el esfuerzo para definir un conjuntó de
rasgos generales de sus ideologías y sus prácticas políticas
que nos permitieran señalar un núcleo común de actitudes 2. Antecedentesydelimitación
y concepciones a los que pudiéramos considerar dentro de de los movirnientos fascistas
la misma estela conceptual. De hacerlo así, posiblemente
nos hallemos ante dos tipos básicos de diférenciaciones a to- Parece lógico, en principio, suponer que los primeros ante-
mar en consideración. En primer lugar,la que K. D. Bracher cedentes cle las teorías f-arscistas haya que lbuscarlos en las reac-
( 1983), Z. SternheIl (t976) y otros han sugerido,
y según la ciones iegitimistas, conservadoras y contrarrevolucionarias
cual existen dos m¡rdelos básicos de fascismo: el rnodelo na- que se producen en Europa tras la revolución francesa y el
cional-sociaiista -construiclo ¿rlrededor de ideorogías de tiiunfo del liberalismo. El etremento definidor más simple de
cuño racista y muy preocupado por subrayar en la práctica es;os movimientos decimonónicos acaso sea su firme oposi-
el principio de liclerazgo-; el modelo fascista ción a la idea ilustrada de construcción ele la sociedad y el
-"rrolirriurro
-basado en las ideas del Estado totalitario; p€r<-r, a la vez, Estado c1e acuerdo con criterios racionales.
mucho menos capazde implantarlo como tal-. N{ientras el Así, Bonald (Theorie du pouvoir politique et religieux,
rnodeio nacional-socialista tuvo su influencia primordiar en 1796) se opone a la idea de contrato que encuentra en los es-
los movimientos fascistas del centro y el este de Europa critos de liberales cotno Locke o teóricos como Rousseau y
(Hungría, Rumanía, etc.), el mus.sc¡liniano mantuvo su pre- señala qtre la constitución civil de los pueblos nunca es el re-
dominio en las formulaciones mediterráneas (Francia, Es- sultado de una deliberación y mucho Ílenos de la voluntad
paña, etc.). racional de los hombres, sino que el dominio y el poder sur-
La segunda diferenciación irnportante es aquella que gen de un carisma concedido por Dios a la persona domi-
alude a la distinción entre movimiento fascista (fascismo nante que irradia éste a todo el orden público. Paralelamen-
en la oposición) y sistema fascista (fascismo en el poder). te, reaparece la convicción de la necesidad de la desigualdad.
Tener en cuenta esta diferencia es esencial no sólo porque, EI conservador Burke (Reflections on the Revolution in Fran-
como dijera Mussolini, el problema para el fascismo con- ce,I79O) afirma que en toda sociedad existen, de hecho, di-
siste en que /runa vezhechala revolución,los revoluciona- versas clases y de esto deriva la idea de que algunas de ellas,
rios permanecen)), sino también porque para entender el colocadas necesariamente por encirna de las otras, deben
comportamiento del conjunto de la pobiación resulta de- gobernarlas. Los apóstoles de la igualdad <cambian y alte-
terminante. Hay que recordar que, según se comentaba en r¿r¡ el grclcll ¡lrttrtral {e las cosas),, En una lí1ea más radical,
la Italia de los años reinte y treinta, la militancia bajo Ias si- lVlaistrc (.Srrit'rír's tlr Sttittl Petershourg,lB2'3), al decir de una
glas clcl Particlo N¿rzio¡r¡rlc Fascista lo er¿r pcr trrct,ssitit lttttti- irrlcl-pr.t.lirt irilr r ct ir.lrlt., t'l utrtólttic() prccursor del faScismO,
Iitu't'.
¡rttt'rlt'r'st I il'i¡ tlt¡t'r'l ttttllttl. lto ¡'s silto tttllt gifjantcsctl altar

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I
186 HISTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA. 5 4. I,OSFASCISMOS 187

sobre el cual todo lo viviente debe ser sacrificado sin fin, sin Goebbels prometía y/o amenazaba con que <el año 1789
medida, sin pausa, hasta la consumación de los tiempos, desaparecería de la historia>. Y, sin embargo, ciertos ele-
hasta la extinción del mal>, mientras asegura que toda la mentos de la ideología de los fascismos derivan directamen-
grandezay todo el poder reside en el verdugo; sin é1, los tro- te de aspectos seculares y prometeicos que cabe considerar
nos caerían y la sociedad desaparecería. Y así, en fin, si F. ]. <lentro de la esfera de la modernidad. Así, por ejernplo, el
Stahl (Rechtphilosophie,lB54) puede afirmar que el primer concepto de nación como fiierzahistórica superior,la con-
medio de todo conocimiento es la palabra recibida con fe y cepción hegeliana del Estado como encarnación cle lo gene-
sin examen, y considera a la autoridad como <el germen de ral frente a los particularismos, el culto a la voluntad y a la
la civilización>, Donoso Cortés, por su lado, despierta la ad- creación de un <hombre nuevo), etc' Para algunas interpre-
miración de C. Sehmitt (1985, 133) por poseer la grandeza taciones conservadoras, esta vinculación demostraría esen-
seglrra de sí misma de un sucesor espiritual de los grandes cialmente ciertas consecuencias indeseables producidas por
inquisidores. la radicalización de postulados políticos inscritos ya en la
Los ejemplos podrían multiplicarse, pero en los ya aludi- revolución francesa.
dos aparecen ideas como carisma, desigualdad, t'e, autori- Sin embargo, en este contexto, yantes de nada, es necesa-
dad, sacrificio, crueldad, etc., que posteriormente ganarán ri<r analizar el milieu intelectual, cultural y moral prevale-
un lugar propio en el desarrollo de la ideología fascista. ciente en Europa a fines del sigtro xrx (véase Stern, 1961;
Sin embargo, los movimi,entos reaccionarios del xrx son, Sternhell, L976; Payne, 1982,, etc.). En más de un sentido
en general, muy diferentes del fascismo en la medida en que cabe considerar éste como un ambiente de:revuelta: contra
la rnayoría de ellos tienden a ser sirnple y llanamente tradi- la materia ylarazón, contra el positivismo y la mediocri-
cionalistas, esto es, pretenden úrnicamente evitar el desarro- dad, contra la democracia parlamentaria liberal. Fueron
llo de la- sociedad moderna, industrial y urbana, y volver a particularmente importantes a este respecto las te<¡rías vi-
una Arcadia que lccalizan en el Antiguo Régimen. por su talistas de Nietzsche o Bergson, que reernplazarony se oPu-
lado,los grupos políticos fascistas de este siglo resultan ser sieron al racion¿rlismo o al utilitarismo prevalecientes. Los
mucho más complejos en su entrarnado ideológico, ytratan, defensores de la Lebensphilosophie insistieron en la futili-
a su manera, de adaptarse a los problemas econórnicos, polí- dad de la ética y la moral convencionales, en la importancia
ticos y sociales modernos, recogiendo la inspiración para de la experiencia subjetiva, de la acción directa, de la fuer-
ello de otros lugares y de otros planteamientos" za. Sus ideas tberon puestas en contacto con el análisis polí-
Normalmente se a{irma que los fascismos surgen en tico y social por pensadores elitistas como Pareto o Mosca,
abierta oposici<ln a los ideales ilustrados" Hay razones para que afirrnaron la inevitabilidad de una jerarquía esencial de
ello. Si Mussolini afirmaba representar la antítesis del mun- clominación política. D'Annunzio' Barrés, Moeller y otros
drr cle <los principios de 1789>>,José Antonio Primo de Rive- recogieron consecttentetnente esa herencia; la unierc¡n a
ra consideraba a Rousseau responsable de la degeneración y ¡rr:'r estót ica rvltli Irt'rirt rta cles¡4arrada y la in,:o¡p6turon a una
relativización burguesa de la política, uno de los hcrmano.s visir'xl irulot'il;u iit y violt'rlla ,tle la ¡rolítica. La nueva psicolo-
Strasser aseguraba que la intenci<in cle str llrovilllit.nlo cra 1iíir tlt'nl¡tsits rl,' Lr' liorr y lits lcorías sobrt:
lir propaganday
<destrtiir la iclecilogí¿r innrt¡r'¡l tlt. la l{r'volut'irirr lir.rrrr cr;;r,,, y nloviliZ;r. i()t¡ r{.\,(,1n, l,,n.tt i;ts <lt'Sort'l tottt¡rlClittrllt t'l ctla-
188 HISTORIA DE LA TEORiA POLÍI]CA, 5 4. LOSFASCiSMOS r89

dro, fundamentándose en la manipulación de las emocio- Derecha Derecha


nes, lo irracionalylo subconsciente, yhaciendo hincapié en País Fascistas radical conservadora
la función primordial del mito entre las masas. La nocion
de darwinismo social ganó aceptación, reemplazando l¿rs Papen, Hinderburg,
ideas sobre la elección racional por una definición de la Alemania NSDAP Hugenburg Brüning
condición humana en términos de lucha constante y de su-
pervivencia del más fuerte, así como por nuevas nociones Salandra,
sobre la herenciayla raza.Ya los futuristas italianos, en su Italia PNFA ANI Somnino
manifiesto de 1909, cantaban al peligro, la energía,la auda- Carlistas,
cia, la agresión, la-s marchas, la violencia, la guerra, y exi- Renovación
gían la demolición de las bibliotecas,los museos, la morali- España FEIONS Española CEDA
dad, elfeminismo, etc.
Este ambiente cultural puso las bases para un giro en las Etc.
id.eolelgías que abanrlonó el apacible mundo de las teorías
conservadoras tradicionales ypuso los fundamentos de una
transformación hacia forrnas y posicione-s políticas mucho Mientras la derecha raclical y ia conservadora basaban
más radicales. Cómo se concretaran estas nuevas forrnas y ciertos aspectos de sus ideologías rnás en la religión ylatta-
posiciones d,ependió ele diferencias nacionales, sociales e dición,los fascistas solían referirse en este contexto a una
históricasr pero en ellas se encuentra el núcleo de las ideolo- nueva mística cultural como el vitalismo, el irracionalismo,
gías fascistas. Es cierto, con todo, que este ambiente intelec- etc. (Existen, naturalmente, excepciones, como lar de Falange
tual influ.yó también podernsamente en formaciones políti- Española en la que el aspecto religioso fue mucho más im-
cas no estrictamente fascistas que se vieron teñidas por portante que en otros movimientos fascistas.) Por otro lado,
apelaciones a la juventud, al corporativismo o al totalitaris- la derecha consen'adora había roto únicamente con ciertas
mo, al <estilo> fascista, a la exalta,ción de ciertos grupos so- formas parlamentarias del conservadurismo moderado,
ciales rurales o preindustriales, ala crítica del estereotipo pero no deseaba destruir, corno la derecha radical, el sistema
hedonista de burgués satisfecho, etc. Estos grupos, algunos político del liberalismo en conjunto. Sin embargo, es tam-
de ellos partidos católicos, deben en todo caso diferer,rciarse bién cierto que esta última siempre titubeó en hacer suyas
del fascismo como movimiento, atr igual que deben estable- las forrnas totalmente radicales y nuevas de autoritarismo
cerse también diferencias con partidos conservadores auto- totaiitario. Adernás, tanto la derecha radical como la conser-
ritarios que a<loptaban <<un aire> fascista para ganar apoyos vadora equilibraban sus referencias al elitismo y al principio
sociales yelectorales. S. G. Payne (1982,21 ss.) establece en- de liderazgcf con invocaciones legitimantes tradicionales
tre ellos una serie de distinciones que es interesante esque- (aunque en clistint¿r rneclicla), mientras los fáscistas procura-
rnatizar aquí antes de abordar el análisis concret() <ic lo.s f¿rs- ba n, cn cl rt tt' jor r lt' os (-irs()s, reorientar esas i n'vocaciones le-
I

cismos. git inralr lt's l¡rtt i.t su l)t oPio c'it trtPo i<lcolti¡¡ico. Es verdad, no
olrsl¡url<', (lr¡(', ('r¡ l',('tr('t.tl, l¡t <lt'rt't llil t'r,ltscrvatltlr¿t trat<i <lc
190 HrsroRrA DE LA TEORIA polf rrcA, 4. LOSFASCISMOS 191
s

distinguirse del fascismo mientras la radical intentaba oscu* rrotas militares, frustración nacionalista, etc.); una crisis en
recer los matices entre ambos. lo social (auge de los movimientos obreros revolucionarios,
Por úitimo, aunque los tres sectores propugnaban asentamiento de la revolución comunista en la URSS, au-
la uni_
dady armonía sociales impuestas autoritarl.ráente, para mento de la tensión social, etc.).
ra_
dicales yconservadores eso significaba poco *a, q.rá En esta línea conceptual hay que interpretar la muy mecá-
la con_
gelación der statu quo, sienlo así que para r.s fiscistas ra nica definición del fascismo ofrecida, poco después del
creación e inclusión en los aparatos áel Estado de nuevas triunfo de Mussolini, por el Komintern de la III Internacio-
éli-
tes dirigentes era un aspecto crucial de su porítica. por nal: fascismo corno dictadura abierta y terrorista de los ele-
eilo,
los conservadores siempre podían inv'ocar más fácilmente mentos más reaccionarios, chauvinistas e imperialístas del
er
apoyo directo del ejército, mientras los fascistas tenían capital financiero. A esta estela interpretativa pertenecen
difi-
cultades, ya q,e, por lo demás, su militar izaciónles igualmentevariantes <heterodoxasD com,o la de León Trotski
hacía
entrar en cornpetencia con ras burocracias militares ylevan- (el fascismo es tan sólo una alternativa del capitalismo en
taba todo tipo de.recelos que dificultaban upoyotirecto épocas de crisis), o Arthur Rosenberg (fascismo como con-
"l
(que no indirecto) a sus propósitos. y, a la irr"".iu,
allí clonde trarrevolución burgués capitalista populísticamente enmas-
un nuevo régimen estuvo e:ncabezado por un militar (Fran_ carada)"
co, Petain, etc.),los movin:rientos fasciitas quedaron rEl apoyo que amplios sectores cle las clases medias dieron
paula_
tinamente relegadns a un papel no dirigente. En la misma al fascismo debe explicarse, entonces, en relación con Ia si-
lí_
nea' la reivindicación de aventuras imperiaristas era tuación en la que por aquellos años se encontraba la lucha de
más
probable entne fasci.stas y radicares que entre los conserva- clases. La alta burguesía vio en esos movimientos sus prin-
dores. cipales aliados para frenar el <incontenible> ascenso de los
movirnientos revolucionarios. La pequeña burguesía, por su
lado, nutrió sus fi.las en la medida en que la crisis económica
3. Algunas interpretaciones sobre los fascismos y social la colocaba en una posición muy delicada. Empare-
en relación con su base social, su vinculación dada entre las dos grandes clases en conflicto (burguesía y
con el capitalismo ysu naturaleza política proletariado), sus anhelos de orden fueron más hábilmente
recogidos por los fascismos que por una izquierda dividida
La interpretación clásica der fascismo parte d.e la idea en comunistas, socialistas y anarquistas, y continuarnente
de que
éste es_ una respuesta pnrítica a una crisis rnriltipre escindida por luchas intestina.s. Paradójicamente, esta clase,
de ras so-
ciedades capitalistas de principios de sigro. un^a crisis a la que el rnarxismo definía como la clase <sin historia>
en la
cultura y la ideología (rnilitarismo, nacionarismo" d"arwinis- (esto es, sin un papel histórico específico que jugar en la lu-
mo.social, degradación de la concepción individualista, cha de clases en general), fue decisiva para deterrninar el
etc.); una crisis en el desarrollo histárico del capitarismo rurntro cle los ac'ottlct:intientos durante ese pr:ríodo al incli-
(crisis económica rnundial, expansión <Ie sectores llil rsc rn uyor i l ir r i¡r t rt'r l t' por soluciones fa.scistas. Esto hizo
aú. .<l r r

ajustados al marco inclustrial etc.); rrrir r.ri.sis e . kr rt:llcxiorr¡rr ir rrriu xi:rl¡ts ( ()rn() Altttllti<l ( ir¿tmr;ci solrre el pa-
-.r.1"..,o,
político (del Ilstaclo de l)crcch. libcr.l, i.llrt.rrt iir rlr. l:rs ttt. lrt'l y llr ittt¡tor l.tttr ¡.t I''lrlit r¡ tlt'llrs ttlitrllzlts clt't'l¡tsc. I)ero, y
192 HISTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA. 5 4. LOSFASCISMOS 193

en todo caso, para esta interpretación el apoyo de masas al ral y su práctica parlamentaria resulta esencial la idea de que
fascismo tuvo como resultado la creación de una masa con- existe una armonía entre las distintas partes que componen
trarrevolucionaria que, de nuevo en frase de Trotski, se opu- el cuerpo social en virtud de la cual, lunavez removidos los
so al ascenso de los movirnientos populares de raízproleta- obstáculos para lograr una igualdatl ante la ley y ciertas li-
ria e impidió a éstos con sus mismas armas) o sea, con la bertades públicas, el funcionamiento del sistema queda ga-
lucha de masas, la consecución de la revc¡lución social y polí- rantizado en la medida en que la ((mallo invisible> será ca-
tica. De este modo, fascismo ycontrarrevolución pertenece- paz de ordenar tanto el mercado económico como la
ríanala misma estela ideológica. confrontación política. Ahora bien, en rnomentos de crisis
Thmbién coherente con esta línea general -serían las defi- aguda como aquellos a los que nos referimos, esa interpreta-
niciones del fascismo corno bonapartismo que cabe encon- ción de la sociedad y la política referida a sus funciones ar-
trar, por ejemplo, en Otto Bauer. Marx definía el bonapar- monizantes de los conflictos pierde pie y se convierte a los
tismo como aquel régimen político en el cual la clase ojos de una gran mayoría de personas en una simple justifi-
dominante, pafa salvar su régimen productivo debía re- cación engañosa de un orden contradiitorio (Marcuse,
nunciar a la gestión directa del aparato del Estado. Para 1972). El auge de toclo tipo de conflictos sociales y políticos
Bauer resulta claro que el absolutismo fascista surge como hace que queden al descubierto las limitaciones de la con-
consecuencia de una situ¿rción de equilibrio en la cual la cepción del mundo liberal-capitalista. Entonces, la confian-
burguesía es incapaz de irnponer por sí misma y con sus zaenel ajuste <<natural>> de las partes en conflicto ya no pue-
rnétodos tradicionales, su dominación, pero, a su vez, el de mantenerse y si se quiere asegurar la armonía del sistema
proletariado es igualmente impotente para liberarse a tra- hay que acudir a un nuevo orden político caPaz de garanti-
vés de la revolución. El resultadco: una violenta dictadura zarla. La identificación entre liberalismo y propiedad hace
que irnpone los intereses del sistema productivo vigente in- que tenga que elegirse entre la democracia corno régimen
cluso, si esto fuera necesario, con una máxima autonomía político y la propie<lad privada como base del capitalismo,
respecto rJe la opinión de los representantes del poder social pues parece que aquélla es ya incapaz de asegurar el tranqui-
capitalista. 1o f,uncionarniento de éste.
En definitiva, de acuerdo con esta perspectiva, el fascismo Harold Laski resume el núcleo de esta interpretación es-
sería un instrumento del capital, y más concretamente aún cribiendo: el sistema eco'nómico, que se ve amenazado en
del capital monopolista, expansionista e imperialista (pou- sus cimientos, se arma para irnpedir su destrucción; pero
lantzas, 1976), correspr)ndiéndole en la esfera de lo político cuanCio las icleas recurren a las armas ya no queda sitio para
la solución a largo plazo de los problernas que afectaban a la doctrina iiberal, no queda tiempo para las lnaneras de una
los intereses económicos de las clases dominantes y ayuda- sociedad deliberante. La pasión Por el conflicto elimina la
do en esta tarea por la inclusión del <cesari.smo> (Gramsci, racionalidad y arltrcllos que están dispuestos a utiliz,ar la
I974) como fórmula política concreta. fi rcrrzr,r y ¿r n() l'('l)rr rr t' t'tl lrlcclios Para alcanzar el fin que se
Y es en este contexto de crisis clasista donde, segrin la lec-
l)r'()lx)ircn son lr¡s r¡ttc rlolttillall cl est:cn¿rrio político. La no-
tura marxista, hay que inc¿rrdinar la relac:iri¡r clll rt. lilrcr¿rli.s- t irirr rlt'llrlt'r'¡ttr( r.r .¡l)('rr.rs ('xislt't'lt ti¡ro1'1¡" scltrcjantes. La
mo-capitalismo ylhscisnro. lilr clccto, pilr-¡t l¡r lr.llcxior¡ lrlrc lrrrr'¡1ttt'síit lilrcr.rl, l.t ,, l,r',,'rlist rtlitlr)lll)' ((,¡tto l¡t llirlllr'r l)rl-
194 HISToRIA DE LA TEoRIAPoLÍTICA' s
4. LOSFASCISMOS 195

noso Cortés, deja paso a una nueva élite, a .rnu ,r,r"..u ierat- tado. Por último, sus métodos ilegales y violentos nunca o
quía, a un nuevo tipo de clominación política destinada a casi nunca encontraron aprobación en principio en la pren-
asegurar i<iéntica dominación económica. saburguesa.
Sin embargo, el problema con alguna.s de las tesis que se Pero es que, además,la composición social de los afilia-
mantienen dentro de la <<ortodoxia> de la definición del dos a partidos fascistas, aunque fuertemente basada en su
Komintern, esto es, dentro de la comprensión del fenóme- mayoría en personas procedentes de las clases medias, se
no fascista como mera respuesta política determinada por nutrió con abundancia de segmentos sociales rurales y de
intereses económicos, como régimen dominado por los la clase obrera. Así, por ejemplo, a este respecto hay que se-
intereses del capital, como movimiento contrarrevolucio- ialar que el apoyo que el NSDAP recibió de las clases me-
nario de rnasas qtre se opone a un ascenso del rnovimiento dias urbanas no fue superior al porcentaje que representa-
obrero irresistible por otros medios que los habituales, el ban esas clases en el total de la población. El apc,yo intenso
problema con algunas de estas tesis es que la evi"dencia em- al nacional-socialismo se produjo entre los agricultores, las
píricano parece darles larazón. Pese a que muchas de sus clases medias de las ciudades pequeñas ylas clases altas ur-
hipótesis mantienen una gran fuerza explícativa, sobre banas, )¡ no, como la tesis marxista <ortodoxa> parece
todo en lo que hace a los f'¿rscismos como movimientos po- creer, en la pequeña burguesía urbana-industrial. Por otro
líticos, sus insuficiencias comprensivas son también pa- lado, no de menor importancia es el hecho de la composi-
tentes. ción de su militancia, que fue haciéndose cada vez r.nás
En efecto, en prirner lugai, se ha señalado que el punto ál- <proletaria>>, de modo que el porcentaje de sus miembros
gido de la crisis económica y de la crisis revolucionarias a procedentes de la clase obrera subió de un 12 por 100 en
ella asociadas había pasado ya cuando se produce el ascenso 1919 a más de un32 por 100 en 1933 (esto es, antes de la
y triunfo del fascismo en los clos casos paradigrnáticos: Ita- toma del poder). Pero es que sus tropas paramilitares (SA)
lia, L923,y Alemani a, L933 . No ha¡ pues, aquí iugar para in- llegaron err su fase de máxima expansión a contarhasta con
terpretar los fascismos como <<respuestaD ante el peligrn de dos tercios cle afiliados procedentes de la clase trabajadora.
revolución proletaria. Thl cosa nc, operal-ra en el horizonte de (Quizá ésta fuera, no obstante, una buena explicación del
L923 ct de i933. por qué en <la noche de los cuchillos largos> (1934) nume-
Por otro lado, podría afirrnarse con Ernst Nolte (L97L,81 rosos mandos de las SA fueron asesinados porlas S$ cuer-
ss.) que el fascismo se encuentra respecto de laburguesía en po de élite dentro del partido nazique desde entonces hasta
una relación de identiriad no idéntica. Por un lado, quiso ser el final de la guerra ganó poder e influencia,llegando a do-
el campeón de la principal intención burguesa, la lucha con- minar el partido y el Estado .) El Partito Nazionale Fascista,
tra el socialismo; pero emprendió esa lucha con métodos y por su lado, no logró nunca un apr)yo tan generalizado de
fuerzas que eran extrañas a la tradición burguesa y liberal, scctores cle trallajaclorcs industriales (nunca sobrepasó el
tanto intelectual corno vitalmente. Además, el fascismo sis- l5 ¡r1r¡ 100 dt'¿rl-iliirt'irirr obrera), pero consiguió, en caln-
nificó el sacrificio de importantes capas de represeutanttrs l¡io, cicrlo l)('ii() ('n l:r rrlililc i<irr c:rrnr¡resintr (trtr máximo del
políticos habituales cLe la burguesía y su sttsl it ttt'iti I t ¡ror It ttc- .).,1 ¡r1¡¡ l(X)),irrnr(lu(',r'rt lorlrl('irs(), ltityr¡ttclclhcralavistael
vaS éliteS c¡ue controlaron tlcstlc tttltoltct's <'l it¡t:tl.tlo rlt'l l'l¡; tlif t'l'r'rrlt' ¡rivr'l rl,' ,1,"..rr r,rllo intlt¡slrilrl tlr'lulrlror; lr¿tísc.s
196 HISTORIA DE LA TIORIA POLÍTICA.5
4. LOSFASC!SMOS 197

pararcalizar cualquier comparación entre ambos partidos


hablando, el sistema capitalista, sino que cambiaron las reglas
y su base social I.
del juego econórnico de tal manera y supeditaron los intere-
Por último, y más crucial aún para la tesis que considera a
ses del sistema económico al sistema político hasta tal extre-
los fascismos exclusivamente en términos de respuesta políti-
mo, que comenzó a surgir un nuevo sistema, aunque éste nun-
ca contrarrevolucionaria <de claseu, están las investigaciones
ca llegara a realizarse plenamente. Es cierto que la propiedad
de AlJan Milward (1976) y otros sobre la política económica
privada, los grandes monopolios y el lucro empresarial se
bajo el nazismo. Según ellas, los gobiernos nazis, pese a llevar
mantuvieron, pero, en su opinión,lo hicieron cadavezsujetos
a cabo políticas que en muchos casos se oponían a los intere-
a Inayores restricciones por parte del poder político que regu-
ses de la.s clases trabajadoras, no preservaron, propiamente
1ó su uso y distribución. Las políticas económicas, al igual que
otras políticas sectoriales, est-uvieron siempre más determina-
l. Véase Linz, L976; Payne, 1982, etc., y la bibliogr alíaallícitada. En lo das por la ideología que por consideracionesi de utilidad e in-
que hace a la base social y a la militancia fascista, merece ra pena decir
tereses económicos. Dicho todavía de otro modo, aun cuando
aún algo"_Re$pecto del componente má.s o menos agrario^en el pNF
comparado con el NSDAfl hay que advertir que .,na ..f..e'r.ia a los por- es perrfectamente cierto que banqueros, industriales y terrate-
centajes generales de la población activa de cada sociedad en su.onj,rn- nientes italianos yalemanes apoyaron yfinanciaron con fuer-
to hace al último un partido con componentes rurales y campesinos tes sumas a ios partidos fasci.stas, colaborando así decisiva-
mucho más acentuados que el primero. por otro lado, ha¡. que señala-r la mente a su triunfo, también 1o es que estos grlrpos nunca
gran importancia que tuvieron los veteranos de gucrra en la composi-
ción de los partidos fascistas. según los datos conlos que $e cuenta para llegaron a hacer de ellos ((meros rnonigotes> a los que pudie-
el PA'I4 en un momento anterior a su ascenso al poder más de la mitad ran manejar a su antojo. Y esto se aplicaría más al modelo nazi
der sus miembros lo eran y la s.brerrepresentacién de aquellos que
ob- que al mussoliniano debido, entre otras razones, a la mayor
tuvieron promociones o distinciones particulares en la gler.u ,o, capacidad de profundizacióny extensión del poder total en el
líderes y rnilitantes er a clara.l.lio menos importante resulia ser la".rt.. propor-
ción de jórcnes y estudiantes. Aunque la pioporción de estos últir¡ros en
primero de eiios. A este respecto las élites de ios partid<ls na-
la'nilita¡rcia del NSDAP era baja en coorp".ución con otros movimren- cional-socialistas, lunavez en el gobierno, mantuvieron rela-
tos,lo cierto es que ése no fue el caso en R,rmunía, España, Francia o Ita- ciones estrer:has, pero con amplios márgenes de autonomía,
lia. Sincmbargo, la media de edad de los comp.,o.r"ri", del partido nazi con las élites económicas. Estas últimas nunca tomaron sufi-
alrededor de 1923 era tan sólo de 28 años, siendo en el norie del país o cientemente en serio Ia advertencia de Goebbels:
entre los agricultores incluso más baja. Támbién la proporción áe los
que tenían antecedentes criminales era superior a otios iusos, Así" por Ansiamos el poderylo tomaremos allídonde podamos conseguir-
ejemplo, en el caso de los Cruces Flechados húngaros la pro¡rorción de
lo [...] Si aparece en cualquier lugar la posibilidad de deslizarnos
delincuentes es notabie incluso descontando aq.r"llo, culios antececlen-
clcntro [...] entonces, adelante I...1 Quien alguna vez nos deje aga-
tes se debían a luchas callejeras y asaltos violentos, o ."á, d"r.ontando
rrarnos a sus faldones, no se desha.rá ya de nosotros.
los antecedentes <políticos>. Por último, hay que resaltar la errorme ve-
lc,cidad con la que se produjo el aumento áe la rrriritancia fascista y la
composición de una nueva élite dirigente dentro de estos partidos. I-Iay Err este sentido, Karl D. Bracher (l983 y 19V3) parece te-
un dato sunarnente interesante a este respecto: en el uqriié. es quié'> nt'r rirz<in: la llistoria tlcl nacional-socialismo -y acaso de
delpartido nacional-socialista publicado cn Ia ¡rrirnrrv.r:r <L, 1928 y r¡rrc los ¡tscislll()s ('lt 1,,('t)('l'itl t's tlc c¿tbo a rabo la historia de su
f

incluía 15.000 nonrl>res, no aparccíir ningrrrro,li, 1,,., .¡.,,, sr¡lrcslirnacirin. I litlr'¡ ( l')(r.1, 207) advcrtíit ¿r su,s seguidores
¡r.srr.r.ior.rrrcrrlt,
irttegraríarr l;r cti¡rtrla tle l NS/),4 /l rr i .sit¡rr it'r'rr t'l rlt. Atlr,rl,, il, rr,.,
.¡rrt'.srrlrit'r'iul ¡rl)r('r r.r (1.'ltr.l;rr¡rcnlt' .<l¡t lutlz¿r rlc rnr itlealo:
4. LOSFASCISMOS 199
198 HISToRIA DE I.ATEoRÍA PoLfTICA,5

que la <excepcionalid.ad> del Estaclo nazi se deriva del carác-


los analistas parecen no haberlo tomado en consideración
ter excepcional de la crisis capitalista. No obstante, aunque
suficientemente.
estos argumentos tienen un indudable peso,lo que aquí está
De hecho, en este punto toca fondo la interpretación d,el
en juego es una alternativa interpretativa al fenómeno na-
f'ascismo en términos estrictamente económico-clasistas. lls
cional-socialista: su consideración no como una forma po-
cierto que ya Angelo Thsca (196S) había advertido que la es-
lítica <<norrnal>>, sino como la forma lnás arbitrariay extre-
fera del fascismo era la del poder y no la del beneficio. Pero
ma de dominación ybarbarie. Su carencia de estructura, su
en este contexto resultaría ya insuficiente incluso la más re-
desdén por los <intereses materiales) y su emancipación de
ciente, flexible y aguda tesis defendida por Reinhard Kühn
la lógica del beneficio, su actitud antiutilitaria, su vincula-
(1978). Iiegún ella, la am.erraza a la clue el fascismo es res-
ción al capricho delFührer 1o tornan en ¿rbsolutamente im-
puesta no es de naturaleza directa (revolución), ni resulta
previsible (Arendt, 1974,511). De hech,r, la arbitrariedad
decisiva para su comprensión el tipo de base social que mo-
del liderazgo no se contrajo con la toma del poder y el asen-
vilizacomo movimiento político. Se trata más bien de que el
tamiento del sistema, sino que se expandió alcanzando co-
capitalismo como sistema de dominio no está amenazado
tas descr:nocidas hasta entonces. Un dato, aislado, singular,
tanto porla fuerzacle su adversario como porlas debilidades
casi anecdótico, posee, según creo, tal fuerza explicativa a
y contradicciones inmanentes al propio sistema (agota-
este respecto que evita dilatarnos en más comentarios: du-
miento del paradigma liberal), que generan una incapaci-
rante la retirada de las tropas alemanas del este de Europa en
dad para asegurar el funcionamiento adecuado del sistema
l.944,las líneas férreas estaban copadas por los trenes de la
econórnico mediante la autorregulación <<natural> de los an-
muerte que conducíanacientos de miles de judíos hacialos
tagonismos en el serro de la democracia parlamentaria. Es de
campos de exterminio; el ejército nunca utilizó su derecho
esa alnenaza indirecta de d.onde surgiría el ascenso de los
de veto para dar prioridad a los trenes que transportaban a
fascisrnos que, en 1o esencial, verificarían, apoyarían y legiti-
sus soldados fuera del frente (véase Arendt, 1976,213). Nin-
marían la estructura de dominación económica existente.
gún tipo de lógica ni de táctica (militar, política...) puede
Una frase de Krupp, magnate alemán del acero, ejernplifica-
dar cuenta de este hecho en términos racional-utilitarios.
ría esa posición: <Queríamos un sistema que funcionara
Todo esto no quiere decir, sin embargo, que una parte
bien y que nos diese la ocasión de trabajar tranquilamente>>.
fundamental de Ia estrategia de los fascismos no fueran las
Pero si Allan Milward tiene razón,nos hallaríamos, al me-
alianzas y los comprt-¡misos a los que llegaron con partidos
nos en el caso del mod.elo nacional-socialista, ante la prima-
conservadores y de derecha radical para la protección del
cía de 1o ideológico y1o político sobre 1o económico, ante la
stüiu quo. Sirnplernente se trata de volver a reflexionar sobre
transformación del régimen productivo capitalista por otro
si los fascisrnos como fenórneno político no exceden la ex-
régimen, acaso mucho rnás terrible y despiadado, pero dis-
tinto al fin. Naturalmente, podría aducirse que descubrir ¡rlicación en términos estrictanrente clasistas, aun cuando
í'stc siga sicnrkr ur) c()rn[)onente esencial en stL análisis, bien
una primacía de la ideología política sobre el interés econó-
r¡rrc in.sul-it.it'lrlt' ¡rol sí Illislntt parn clotarnos de Lrna com-
mico o una sub,rrdinación de los intereses eco¡ttiltric.os a los
políticos cttirndo se est¿í ctr pletra gttcrril lttttll<li:tl' ('s ill'l('llils ¡rrcrrsirilr ¡rrlct rr¡r,l.r .lt'l trtistttt¡.'li:ll'llrctnos ocarsi(lu de decir
!rlrlirví¡r rtl¡p trt.r.':,, ¡lrt,'r':;lt' lt'tttrt tltl l)()( () tlliis ¿ttlclatltt'.
natrrr:rl. ( ) l¿rrlrlrirÍn. ('()nr() st'i-irtlir Alll-r'tl Solttt ltr'llrr'l ( l()lt7),
HISTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA, 5 4' LosFASCISMos 2ol

4. Loscaracteres generales parlamentarismo pr".isantente, la herramienta que,


de la-s ideologías fascistas
".u,
mediante el concepto de representación de interesesypers-
pectivas, hacía posible el establecimiento de esa pluralidad
Ant íIib e r ali sm o y ant iso c i ali s m o cle diálogos y conflictos, institucionalizándola. Los fascis-
mos, sin embargo, sugerían que el bien común y el interés
Las ideologías fascistas siempre se presentaron a sí mismas general no podían estar subordinados a un proceso de dis-
como ideologías <<anti>, y, con mucha menor frecuencia, cusión plural e incierto, y culpaban a su institucionaliza-
intentaron establecer coherentemente sus propias líneas teó- ción parlamentaria de todos los males y crisis por las que
ricas. De ahí procede la extendida idea de que estos movi- atravesaban sus sociedades. Reivindicaban entonces que el
mientos <no tienen icleología> o de que la ambigüedad pro- interés general debía ser impuesto sobre todos los intereses
gramática que mantenían hace imposible corrfigurar un particulares y que su derterminación era posible sólo atra-
modelo de concepción política fascista. Sin embargo, ycomo vés de la superior intuición del líder del partido y del Estado
tendremos ocasión de ver en este epígrafe, su posicionarnien- que interpretaba la esencia última de los destinos delataza
to antiliberal, antiisocialista, antiparlamentario, anticonser- o de la comunidad.
vador, anticapitalista, antiigualitarista, antidemocrático" etc., Es lógico inferir de todo ello que la idea de tolerancia, que
contiene ciertos elementos clave que permiten aislar un mar- el liberalismo democrático había definido como la existen-
co conceptual previo sobre cuyo trasfondo se organizarán los cia de un libre juego de puntos de vista contrapuestos -y que
aspectos básicos de su entramado ideológico-teórico-po1íti- daba origen a libertades corno la de expresión, opinión, dis-
co. Empezaremos por analizar su antiliberalismo ysus impli- cusión, publicidad, etc.-, debía ser consecuentemente ataca-
caciones políticas básicas par¿l pasar un poco más adelante a da p6r los fascísmos. Para éstos, la intolerancia respecto de la
ordenar otros elementos alrededor: del anti socialismo. disensión, el conflicto y la pluralidad de puntos de vista, así
Allí donde el individualismo abstracto liberai suponía corno la anulación definitiva de las libertades paralelas, era
que la sociedad era una construcción que surge con la exclu- la única vía válida que permitía reducir a unidad de voluntad
siva finalidad de dar oportunidades de fblicidad, seguridad y a unidad de acción el inmanejable faccionalisrno de Ia polí-
o justicia a los distintos individuos y donde los derechos de tica liberai-democrática. Las referencias a la unidad, a la
éstos eran <<naturales>>, esto es, anteriores y superiores al Es- fterza,al vértice, etc., ocupan el lugar aquí de las tradiciona-
tado, los fascismos reivindican la organicidad del to<lo. les preocupaciones por 1o distinto, lo plural y el equilibrio.
Es decit los fascismos afirrnan la esencial superioridad del
Estado, de la comunidad del pueblo o de la raza, sobre los Una ideología que irrumpr: -dice Adolfo Hitler- tiene que ser in-
tolerante y no potirá reducirse a jugar un paPel de un simple parti-
deseos e intereses individualesyparticulares que quedan así
<ftr junto ¿i otr<ls, si¡o clue exigirá que se la recol6zca como exclu-
relegados y subordinados a la <totalidad>. ,;ivi y única [... l. I;)sta inrole ranci¿r es propia de las religiones ( 1962,
Además, según la vieja iclea liberal y democrática, el bien 2 I tt).
común y el interés general sólo podrían deternrina r.s,c a tr¿r-
r¡és de un proceso de discusión y cliiíl<lgo rlc lotlor; los 1'rrrr"l* l o t's, . 1.':;t lt' l r tc¡¡9' t-<lllt-'rr:nlc c.tln l¿t anulación
lsl r' t'lt'r l tt' t ll

tos; de visla irrLplicirdos cn cl st'rro tlr' ll t'sl.'r;r ¡rulrlit ¡r. lil rlt,l /¡llssr,.. lrtitr,r. u ,.l , .ur¡l)() ('( ()n(illrito y (()n las tcn<lcllciits
4. LOSFASCISMOS 203
202 HISTORIA DE I-A TEORÍA POLÍTICA,5

tituyó con toda probabitidaá un,r principales elemen-


de los
intervencionistas del fascismo, que respondían, más o rne-
tos explicati'¡os del ascenso fascista en aquellos países (y allí
nos, a los intereses de los grandes monopolios o a intereses
ide<llógicos de las élites fascistas, pero que, en cualquier donde esa frustración no existía en el mismo sentido (Espa-
caso, se presentaban por parte de la ideología fascista corno ña), su ausencia será uno de los eilementos explicativos fun-
uno de los más claros ejemplos de su anticapitalismo. Esta damentales de su fracaso).
argumentación venía igualmente apoyada por la referencia Algo parecido podría decirse del imperialismo expansio-
a la inclusión de nuevas élites económicas (vinculadas a la
nista que, por lo demás, curnple dentro de la ideología de los
esfera de influencia ideológica u organizativa de los fascis- fascismos (y con particular fuerzaen elmodeio nacional-so-
mos) dentro de los procesos de toma de decisiones econó- cialista) funciones que son ajenas a los planteamientos libera-
micas capitalistas, y allí donde les fue posible, por la conti- les. En prirrer lugar, etr imperialismo es Ltn mecanismo ad in-
nua y estrecha mecliación de estas decisiones por el aparato tra de unificación interna de la naciónrrlo el Estado' Según
político. señalaba Ernesto Giménez Caballero, de lo que se trataría es
de trasladarla lucha social a un plano distinto, porque siendo
El nacionalismo constituye quizá una de las más claras
herencias liberales del fascismo. Sucede, no obstante, que el la lucha de clases una realidad eterna en la historia [...] el pobre y el
nacionalismo liberal, incluso en sus formulaciones imperia- rico de una nación sólo se ponen de acuerdo cuando ambos se deci-
listas del xrx, estuvo, al menos en el nivel de las ideas, vincu- den a atacar a otros pueblos o tierras donde pueden existir riquezas
lado a la esfera de valores democráticos y universalistas he- o poderíris para los atacantes (1939,235).
redados de la revolución francesa. Por su lado, el nuevo
Pero, por otro lado, más allá de la función ideológica de
nacionalismo cambió drásticamente su carácter. En efecto,
en prirrrer lugar, el hipernacionalismo fascista se opuso des-
aglutinarniento en torno a una emPresa común, el imperia-
lismcr constituye el mecanismo que concreta ad extra el dar-
de un principio frontalmente a las;id.eas internacionalistas o
universalistas, y como correl.ato, a las organizaciones y gru- wir¡.ismo social, la dicotomía amigo-enemigo,la lucha de ra-
pos sociales o políticos que las reivindicaban: internaciona- zas,Ia teoría del espacio vital (Lebensraum), etc- Por lo
lismo proletario y comunismc,, masonería, capitalismo fi- demás,la idea de violencia y de guerra como parte inevita-
nanciero internacional, Liga de Naciones, judaísmo, etc. La ble y saluclable del progreso y de la historia, de la que luego
exacerbación de los sentimientos nacionalistas sirvió, ade- diremos algo, cuadra perfectamente con las concepciones
más, para dar un tinte preciso al tipo de unidad política bá- imperialistas de los fascismns.
sica (orgánica, corporativa, totalitaria) que serviría de pun-
El racionalismo, el utilitarismo liberal, incluso el indus-
to de referencia a las argumentaciones cle intolerancia de los trialismo, fueron sustituidos en la ideología fascista por la
fascismos. En otras palabras, el nacionalisrno sirvió como emotividad, la apelación a 1o irracional, el elogio de la sen-
herramienta de identificación cc,n el Estaclo o con la volun- cilla vida catnpesina, etc. Pero, en lo que hace a este último
tad del líder, de modo que los distintos grupos e intereses so- :rspccto -_el <rttr¡tlistrro>> fascista-, convie.ne aclarar que,
c( )nl() su r ¡l I-it t :t t'rt, li t I lt-i() ttál ctl la ideología <le los fascismos
ciales pudieran ser anulados en nombre de esa trrrirlad miís
n() unir ¡urlit¡torl.'r rrirl:trl, silttt ttl't cicrto tlelirio tecnológico-
a.lta. Porlo demás,la explotacirin de las fi'usl r'¿rt iorrt's n¡rc io
l lrry r ¡r rt. t (.( or ( l.r r l.r .r. l r t r i r rrt'iritlr'.lt' N4tlssrllini y ltls ftltnris-
nale.s ctr Alt'rnitni¿r <l cn Ilirlia, cn Arrsl l'irr ¡¡ r'r ¡ | lrr r rnr í.r, ( ( )ns
204 Hrsr oRrA DE LA TEoRfA polf.r,rcA, s 4. Los FAScISMOS 205

tas por la técnica, el culto por lo eficiente de los nazis, la cia del más fuerte, el principio de lider azgo,el desigualitaris-
unión del <romanticismo germano del campesinado> con moyla jerarquía, el Estado totaliitario, etc.
<el espectáculo moderno de masas>> (Bracher, lg83, T6), Los liberales, como ya se ha dicho, acariciaron la idea' de
etc. Y, realr¡rente, en la estética fascista en general es perfec- Estado corno equilibrio natural dg distintas fuerzas y opcio-
tamente perceptible la unificación de ambas corrientes en nes. Esta idea quebró en la crisis de los 2o y 30, y los fascis-
el seno de la misma concepción política (véase Silva, Lg7 5). mos, en distintos grados y con distintas implicaciones (como
Si es cierto que los fascismos construyen un ideal <bárba- veremos más adelante), enfrentaron a. esa concepción la del
ro>r de instintos primitivos y emociones primarias, tam- Estado totalitario. Un Estado caPazde irnponer a la sociedad
bién lo es que muchos de los valores que reivindican -po- un orden que ella, dejada a su propia dinámica, e'faincapaz
der, vigor, rudeza, solidez, efectividad- son las del motor de hacer surgir. Un orden necesario que redujera a unidadlo
moderno y la maquinaria sofisticada (r.éase Sternhell, plural, u .rnifor*i,lad Io distinto, a armr¡nía el conflicto, a fe
1976,34I-342). Si antiliberales, los fascismos siguen en unificada las racionaiidades encontradils, a átomos sociales
más de un aspecto en la estela de la modernidad que niegan a los individuos. Pero tal rnecanismo de unificación exige,
y posiblemente por ello pueden considerarse su límite y no naturalmente, violencia contra lo opuesto y lo diferente. La
sólo su negación 2. d,:saparición de la esfera pública que todos los rasgos aludi-
Por otro lado, hayrasgos donde el contraste con la moder- d,os ion anterioridad representan, se ve entonces comple-
nidad es, desde luego, enérgico. Según la concepción liberal, mentada por su invariante inevitable: la destrucción de la es-
el poder político era algo intrínsecamente <<malo>>, pero la- fera privada. Hannah Arendt señala que el totalitarismo, al
mentablemente necesario para la vida en sociedad. De ahí contiario de toclas las tiranías hasta entonces conocidas, no
su interés por limitarlo, frenzrrlo, imponerle contrapesos, se cc,ntenta con el aislamiento político que comporta
la com-
etc., de modo que fuera posibl: dotar al individuo de un lu- pleta elirninación cle lavida ptiblica:
gar en el que el poder no se inmiscuyeray ala sociedad de
se basa ella
garantías que hicieran posible su desenvolvimiento <<natu- [...] destr:uye también la vicla privada' De este modo'
Lirrrru lá soleciad, en la experiencia de no pertenecer en absoluto
ral> en mutualidady competición. Para los fascismos, por el "n
contrario, el poder es un elemento ineludible de la vida hu- al mun,1o, que figura entre las experiencias más radicales y desespe-
radas del hombre (1974, 57 4).
mana, y no sólo en la política, sino en todos los órdenes, es
necesari<r revitalizarlo, irnpulsarlo y llevarlo a sus más altas .{un cuando nuestra autora califica de totalitarismo el na-
cotas. Esta idea de autoexpansión continua del poder vuelve zismo alemán (y al estalinisrno)n Pero no al fascismo de cor-
a ser coherente con otros rasgos básicos de su ideología: el te rnussoliniano, f,ue precisamente éste el que manejó más
imperialismo recién aludido, el darwinismo yla superviven- abundantemente el téimino y acaso el que mejor supo defi-
nir la coherencia con (lue dentro de la ideología fascista ca-
2. En buena parte, la vinculación de las ideologías fascistas o,'rejor, dc
algunos de sus aspectos relevantes, con La rnodernidad restrlt¿r complei¿ bía el c()nc('l)l() <lt' lotalitarisrno. Después cle todo, nada te-
debido precisamenr.e a la problematización conrerrr¡r.riilrr.rr rlt,l siotíts llía dr"rxlr.¡rn¡r lrr iilrUlucirin cle l¿r esfera protectora que el
derarazón modem¿r. Sobre este punt() rcsulta cscn.irrl 'l'. w. Arl.rlr. y libcr'¿tlis¡lto lr:tl,l.t ir¡lt'r lrttt'slo alttt: la vitla pnivada' Nada hay
H. Hor{<hcinrcr ( I 971 ). ('l',rttt('tl tr¡titlitltt io, ¡lttt':;lo t¡ttt'tlit<llt tlcbC Cs-
¡rrivirrlrl (.n un t
206 FIISTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA,5 4. LOS FASCISMOS
207

capar a la acción estatal. El Estado debe eliminar las bases por cierto, con los apoyos sociales) de los fascismos, también
del individualismo y absorber en su autoridad la libertad cle las ideas de participación y democracia igualitaria, les eran a
cualquiera, así como extender 1o más ampliamente posible los fascismos profundamente extrañas e indeseables.
su esfera de control. Y esto es justamente lo que hace que, desde el discurso
Sin embargo, a todo esto hay que añadir algo. I-a oposición fascista, se admiren, a veces, algunos componentes d.el co-
del fascismo a Ia democracia parlamentaria no se concreta munismo- Y no exclusivamente es importante advertirlo,
sólo en sus elementos <liberales>>, sino, si se me permite la tras el pacto Hitler-Stalin. Los movimientos fascistas, en ge-
contraposición, en los rasgos democráticos de los regímenes neral, calificaban al comunismo corio la encarnación áel
parlamentarios de la época. Y, en este sentido, su oposición mal (en tanto ejemplo extremo cle igualitarisrno, materialis-
se hace extensiva no únicamente a la protección liberal del mo, etc.), pero salvaban los rasgos autoritarios y totalitarios
individuo, sino a la participación y también al igualitarismo. que creían percibir en rí1. La lucha en l¿rs calles, los asesina-
Es aquí donde encontramos la principal fuente ideológica de tos, el enfientamiento político directo y violento, no evita-
contraposición al socialismo. Inrnediatamente veremos ban que en algunos de sus comentarios hacia el <enemigo>
cómo los fascismos reivindican los valores desigualitarios, se deslizara un eiogio hacia su fuerza, su determinación y la
pero, por el mornento, sí cabe decir que algunos de los princi- forma en qrre también negaba los presupuestos básicos de la
pales reproches antisocialistas que aparecen en una ideología democracia <burguesa>.
que continuarnente se autodenominaba socialista se vincu- En segundo lugar, al socialismo se le reprochaba su idea
lan, más o menos, alos siguientes criterios. de igualdad que anulaba diferencias que no debían borrar-
En primer lugar, en algunos casos se reprochaba al socia- se, sino integrarse en el todo nacional-totalitario. El iguali_
lismo su dernocratismo y su debilidad expresada en <tibie- tarismo era una enfermedad, y una enfermedad de medio-
za>>.La larga lucha socialista por l,a extensión del sufragio, cres. Los partidos socialistas representaban lo clébil y lo
junto con la participación en las instituciones parlamenta- inferior. No eran más que los representantes del rebaño ¡
rias y las prácticas políticas educativas y de democracia di- como tales, debían ser aplastados y eliminado del mapa po-
recta extraparlamentaria, habían ligado a algunos partidos lítico. Pero una correcta comparación con este otro aspecto
socialistas con el democratismo radical. En un sentido esta- dela oposición al socialismo exige un análisis pormenoriza-
ban tan corruptos como <,los partidos burgueses> por las do de las concepciones fascistas de jerarquíayliderazgo,
prácticas del parlamentarismo. En otro muy distinto, r:xten- tema que aborclaremos a continuación.
ctrían doctrinas materialistas, reivindicativas, racionalistas,
populares y dernocráticas que ios hacían incompatibles con
el romanticisrno, el irracionalismo" el aristocratismo,la in- D is cipli r n m ie nt o, j erarquía y liderazgo
sistencia en el rnantenimiento del orden, etc., de los fascis-
mos. Así, no era sólo que el régimen parlanentario y los par- l).siblcl,clrtt' l.s <1. jt'r'rrrt¡uía y desiguald¿rd, unidos a los de
tidos (también los socialistas) enturbiaran c()n sus ntancjosr illoyrlisri¡rli¡rrr,r;t'irrrlgsaspr:cl1¡smiisllanrativosdelas
t'¿rrltl
los intereses del pueblo, no era sólo c¡uc pr()l)llllltitt':ttl tlltit vi- irlt'.1.¡iíirs l;rsr isr.r:,. 'lirrl,s r'll<ls h¡n rlt'scr crridacl<ls¿rmcnte
sión <lel mutrtlc, incotnpratiblc cott l<ts itsltt't ltts i,lc.lo1',i1 o5' (1', t'x¡urtin:rrl.'s ('n '.il rrrl..r rr'l.rt i.lr¡ t'rr llt l¡l<,<lirl:t ('r'r (llt(', ¿trlt'til¡i.s
208 HrsroRrA DELATEoRÍA pol-ÍtrcA.s 4. LOSFASCTSMOS
2Og

están íntirnamente vinculados a conceptos extremadamente justa e inevitable, p".o .".hu zabansus consecuencias:
el con-
importantes para una comprensión del fascismo tales corrro flicto y el a'tagonismo. por eso solían encontrarse realmente
los movimientos de masas, la manipulación, la irracionali- cómodos en las estructuras capitrllistas, aun cuando introdu-
dad, etc. jeran en ellas nuevas élites (las propias o las directamente
vin-
Una de las aspiraciones más repetidas y subrayadas por los culadas con las propias), e intentaran subordinar, en lo que
les
movimientos fascistas fue la consecución de un orden social era posible,los viejos a los nuevos poderes. Lo que, ericual-
ypolítico armónico en el que los conflictos de clase, interés u quier caso, no estaban dispuestos a tolerar, .ru'rlo* posibles
opinión no existieran. Un orden, como ya sabemos, en el que antagonismos a los que aquella estructura pudiera dar lugar.
la unidad y la uniformidad reemplazaran a la pluralidad y las Es de este punto_del que surge la necesidad de disciplina-
diferencias, permitiendo, de este modo,la superación de los miento social y político, que, controlando violentamJnte la
antagonismos que desgarraban a las sociedades de su época. multiplicidad de interes;es, posiciones, ideologías y opinio-
Pero esta búsqueda de la armonía no adoptaba la forma libe- nes, los reduzca a una unidad: la del Estado, el partido o el lí-
ral de libre juego de intereses ygrupos que al perseguir sus in- der. Disciplina significa así el estabrecimientJde una
ierar-
tereses particulares generaban una sociedad ordenada y jus- quización férrea, una congelación de las <funcionero qo"
ta. Tbmpoco la forma socialista que aconsejaba ia remoción debe desempeñar cada grupo, y Lrna petición constante de
de las desigualda<les sociales y políticas como única vía hacia sacrificio de los intereses particulares (indeseables, egoístas,
una sociedad reconciliada. Por el contrario, para los filscis- <burgueses>, etc.) en aras de ¡rn fin <más artn>. Las iJeas
va-
nlos era posible el logro de una sociedad sin conflictos o an- riadas de los fascismos respecto del Estado (nacional-cor-
tagonisrnos mediante la apelación a una unidad de orden su- porativo, totalitar,io, Führerstaat, etc.) mantienen un ele-
perior (nación, raza, etc.) que debía ordenar la disgregación mento cornún que se plasma en la idea mussoliniana de que
en un todo orgánico-corporati¡¡o. Para ello, no se suponía ne- la autoridlad se ejerce verticalmente hacia abaio, mienrras
cesario promover cambios drásticos en la estructura social o que la responsabilidad política es exigibre uhaciá arriba>. En
en la distribución de la riqueza, nítampoco reivindicar una otros términos, la jerarqui zación del entrarnado político es
mayor igualdad que hiciera posible la confluencia de intere- coherente con la exigencia de sacrificios a lo particular, con
ses de individuos )rgrupos, ¡ mucho menos, generar una ma- la congelación y la adscripción de ros priviiegios y con la
yor libertad que permitiera el ajuste de diferencias yla conse- eterna vigilancia que garantiza la obediencia.
cución de un consenso social y político. Dicho de otro modo, En estas condicio'es la construcción del Estado o la con-
las apelaciones corporativas, orgánicas, etc., de los fascismos figuración de la sociedad adopta una estructura vertical y
hacían que la <utopía fascista> presentara como deseable una piramidal en cuya cúspide el líder gobierna, determina y cle_
sociedad con una sola voz, pero desigualitaria y jerárquica; cide sobre los flnes p.líticos que deben salvag,uardurr" ylo,
con una sola voluntad, pero no basada en el consenso racio- c¡ue deben elirnirr¡rrst'. rlejarse de lado. por eso resultá
tan
nal en torno a fines; con un solo interés, pero sin ¡ror eso eli- ittt¡;ortarrtc r.l ¡xr¡'t'l rlr'l t rrrrrlill o (Fiihrer, Du,:e.)en la concep_
minar las distinciones que dan origen a las difcrcncia.s dc in r'i<in rlcl lnulrtlo rlc los f rrsr.islnos.
terés. En definitiva, los fhscisnros reivin<lic¿rlr¡ur l;r lron<lirrl tk.. l,lr ¡rrri''it ilrrr rlr' ,.rrrlill.s r)() (..\;, rlt'strt' rrrcg<1, lrtreva ni
la clcsigtr:rltl¡<l sot'i¡rl y ¡rolítit ir, lrr t'orrsiilclirl);ur .r(1..t urrtl;r, llr¡lr() (It(.('slr(.t;rr .rl.,rt1l,r \\ l)iil.it (1il(, lr¡r,r..r Ull l¡t.u.lt() ¡.t,lt,_
210 HISTOI{IA DE LA TEORfA POLÍTICA, 5
4. LOSFASCISMOS 211

vante de la historia política. Pero lo que sí es específicamente puesto previo. En política, se nos dice, Ia racionalidad de
nue\ro en el caso de los fascismos es la peculiar mezcla cte nada sirve. Sólo la confianza y la fe, una especie de <<amor> al
ciencia y romanticismo en la aplicación de todos los medio,s jefe,y la obediencia, garantizan la elección correcta y con
ideológicos de manipulación y de prop aganda necesarios ella el engrandecimiento de la co,munidad y del individuo
para crear y fortalecer la posición superior del líder y su au- mismo. Así,las rnasas de seguidores deben convertirse en
toridad incontrovertible sobre las masas. Así, el reconoci- sumisos o1'entes c1e la <verdad> revelada por él caudillo que,
miento <intersubjetivo> Cel carisma del líder estuvo desde gracias a sus cualidades extraordinarias y a una intuición
un principio sujeto a grados de manipulación <científico>- casi divina, es siempre capazde identificar los intereses de la
propagandístico realmente considerables. En otras pala- nación, Iarazao el Estado.
trras, el carisma fue impulsado, complementado y construi- La relación del caudi.llro con la masa sustituye a la vincula-
do por un refinado proceso preparatorio (basado en los ción del líder con el pueblo. La primera es emocional, direc-
hallazgos de la nueva psicología de rrrasas, de la propaganda ta, basada en el espectáculo, en la fe, en el éxtasis colectivo.
política, etc.) que aspiraba a crear tanto en los ciudadanos La segunda, basada en racionalidad y responsabilidad, sólo
como en los seguidores o en los oponentes políticos una ejemplific a para los fascisrnos lo débil y lo engañoso. Frente
imagen adecuada en cada rr¡.omento alos propósitos del mo- a lar masa, en el espectáculo de utasas, el caudillo es el único
vimiento. lJnos y otros fueron aterrorizac{os, silenciados, sujeto activo: <Cuando las masas son cera entre mis manos...
manipulados o llevados al asentimiento por una combina- me siento como parte de eilas> afirmaba Mussolinir p€ro,
ción de terror, intriga, subvaloración yteatralidad de las que continuaba, <persiste en mí cierto sentimiento de aversión,
el líder rsurgía gradualmente como infalible, invencible o como la que siente el escultor por la arcilla que está moldean-
perseguido, pero, en todo caso, como el único capaz de jui- do>. En todo caso, seguía, <la multitud adora a los hombres
cio poiítico justo, mientras sus adversarios eran presentados fuerters. La multitud es como una mujer> (cit., en Schapiro,
corno agresores o traidores, débiles o incapaces. 1981, 7f ). De este modo,la cosificación de las masas se une
Sin embargo, por mucho que la propaganda funcionara en los fascismos con la exaltación de la virilidad del hombre
casi en completo acuerdo con las ciencias de manipulación fuerte. I)esde la .,rviolación de la hembra masa)) de Hitler, a la
de la conducta, por mucho que la incorporación de esos idea de patria-madre-nc¡via de |osé Antonio Primo de Rive-
nuevos métodos fuera tomado por el fascismo con incom- ra, las gradaciones de esa exaltación fueron variadas. En
parablemente mayor seriedad y manejado con mucha más toclo caso, la vinculación de nnasa y hembra, así como su co-
efbctividad que por ningún otro movimiento político de la sificación, fueron típicas de los fascismos y uno de sus argu-
época, tales recursos difícilmente hubieran tenido éxito de rnentos ideológicos más queridos.
no haber sido capaces de conseguir que individuosy masas, [.as nretáforas fascistas sobre la rnasa*objeto dispuesta a
en situaciones sociales realmente críticas, dejarande lado el (lr.rc sLrs <lnejorcs> la rrranipulen adecuadamente, son extre-
análisis racional de las propuestas políticas y se embarcaran nlrrrlan-rcnle irrr¡rorIirIll('s para comprender el significad<¡
en una ciega aceprf¿6ign de las mismas. En efccto, cll la rcla- ¡rolítico rlr' lir jt'lirlur ir ('n t'stos rrrovimietrtos. Como Fijal-
ción con el líder clue las ideologías l¿rscistrrs l)()rr(,n ('n nriu'- Itowslii ( l()(rr', .)',.)) :,r'n.rl¡tlr¡t cn su t'sltttl i<l s<lbrc (larl Sch-
clra, l¿r exigcnr:iir clc f-e..;ill líntilt's (.'n sus tlr.r isiorrr,., r.:; r.l .srt rrrill, lo r¡rrt'rt':,rrll.r ,r r"'l,r',.rlltrr ¡¡s ('s;l)('( ílit r¡lltt'tltt'¡rrolli<l tlc
212 HISTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA, 5 4. LOSFASC]SMOS
213

la actividad del pueblo no es votar o discutir, sino expresar dad. La <colocaciónD en lugares clave de activistas fieles, el
por aclarnación su aprobación o su repulsa, vitorear a un jefe establecimiento de vinculaciones con grupos de presión,la
o aplaudir una propuesta" Los procesos de comunicación ampliación de las redes de poder ya controladas, el recluta_
<cargados> y dirigidos emocionalmente sustituyen a las ins- miento y fascitrzació' de sectores marginados, etc., fueron
tancias intermedias (partidos, asociaciones, grupos) y has- los factores cruciales en la estrategia fascista d.e toma del po-
ta las hacen ofensivas para el principio de identidad entre el der. Pero la profundizacióndel poder fascista en las diversas
que manda y los que obedecen. De este modo, el contexto de zonas donde ya poseía influencia desde luego, la constr.uc-
¡
relación del caudillo con la masa es el de una argumentación ción de los sistemas políticos fascistas, estuvo animada, aca-
casi religiosa a través de la cual la mística de la sangre, de so más que por ningún otro objeti.r'o, por la búsqueda del lo_
la razao de la patria reemplaza a las capacidades racionales gro de la completa atomización social. Los fasóismos en el
de los oyentes a los qu-e no se les exige otra cosa que la glorifi- poder, en grados diferentes, pero con coherencia similar,
cación y divinización del lícler. Y esa glorificación llegó, a buscaron el aislamiento paulatino de los individuos y gru_
veces, a extrernos inusitados: ya en algunas esquelas mor- pos y la ruptura de los canales de comunicación y relaiión
tuorias anteriores a L933, el nombre de Adolf Hitler reem- mutua. Puesto que los intereses y perspectivas particulares
plazabaal de Dios. (Véase lJracher, 1973,I, 201.) habían sido ya consecuentemente difamaclos yie les supo_
Acaso por ello se han producido una gran cantidad de aná- nía necesariamente subordinados a la comunidad v a su vo_
lisis sobre aspectos sociológicos de los fascismos. Estudios luntad expresada por el caudillo,la ruptura de los vínculos
como los de Erich Fromm (1971; e. o.,1942), Wilhem Reich particulares constituía simplemente la conclusión lógica, y
(1973; e. o., 1933) o Theodor W. Adorno (1950) son hoyya así se convirtió en un hecho característico de las ideologías
clásicos. En ellos se trataba, por ejemplo, de explicar cómo la fascistas que la persiguieron con éxito diverso. La familii, el
inseguridad empujaba hacia l¿r obediencia ciega, o bien qué gruprs de pares,losi compañeros de trabajo,las asociaciones
atributos de una personalida<l autc,ritaria la hacían receptora profesionales o recreativas, por no hablar, desde luego, de
del rnensaje fascista, o bien se intentaban delirnitar las claves cualquier asociación de índole política, fueron intervenidos,
de la psicología de masas que el fascismo utilizó con tanto destruidos o s*stituidos por canales organizativos del pro-
éxito. Sin embargo, como estos mismos autores ponían de pio partido fascista. Como reductos que eran de lo partlcu_
rnanifiesto, esta explicación psicológica no es sino una inter- lar, de lo egoísta e inconfesable, debía'ser consecuentemen-
pretación, un enfoque útil, dentro de un conjunto más am- te <copados>>, artrumbados y disciplinados para hacerlos de
plio de factores e instrumentos analíticos, pues la perspecti- este modo pilrte integrante del todo orgánico y armónico. La
va estrictarnente psicologista no puede expiicar por sí misma pluralidad de voces seguiría escuchándose a menos que esas
un fenómeno político de la cc,mplejidad de los fascismos. ¿rsociaciones interrnedias más o menos informales se do-
Conviene aquí introducir de nuevo la diferenciación en- ln est ica ra n y sc rc(' ln p :r zaran adecuadamente.
|

tre los movimientos y los sistemas fascistas. El proceso de Iistit opt'rit¡-i<ill, lrrillalttemente descrita por Hannah
penetración durante la fase cle ascenso de los fascismos st: Ar-r'rrrlt (197,1) ,:rs¡ril',rlr;r ir ( ()r.lvcrrir a l..s i'cliyicluos en seres
efectuó a través de ttn patrlirtin<l cttnlrol o <lt'slrtlt't'ir'rtt tlt'l :tlolltiz¡rrlr)s )/ ri. l.r(los, t rryo rilrir.r¡ l)rnrl() rlt'ulritil-r sc halla_
conjunt<l cle I'cclc.s s<lcialcs y ¡rolítitits t'xislt'ltlt':; <'tt l;t sr¡. i,.' lr;t t'¡¡ l,t r tts¡rtrlt' r'¡¡ t.l t .rrrrlillo r¡ut., ( onro lut ((l)it(ll.(.,¡, vt,l,itlr:t
214 HISTORIA DE LA TEORÍA POLITICA,5
4. LOSFASCTSMOS
. 215
por todos ellos. El alejamiento de la realidad de las -usu. d" Pero esta ideología <desilusionante> que promueve
seguidores fascistas y la sustitución de aquélla por ciertas un fu_
turo de sacrificio y no de espe,ranza neiesiia, por
fantas{as e irrraginaciones, tenía en esta estructura su mejor ello mis_
mo, estipular una función <ilusrionante> para penetrar
garantía. Gracias a ella la resistencia a la manipulación se ha- ade_
cuadamente la vida social. y esta funciórien los
fascismos la
cíacadavez más baja al no tener elementos intersubjetivos a ocupó el sueño de una vida de pocler, liderazgo
y superiori_
los que referirla, mientras la capacidad para cualquier aso- dad sobre <los otros >>: razas inferiores (judíás,'gitános...),
ciación libre y no regulada entre semejantes descendía in- pueblos esclavos (eslavos, polacos, etíopes...), la.Iíezde
la so_
conteniblemente. ciedad (comunistas, liberales, homosexuales...),
etc. Así, la
En cierto modo, esta tendencia supone la anulación del institución del <chivo expiatorio> tuvo una pe'etració'
individuo en tanto que individuo, pues se exige de él que se que
pervivió más allá de la mera toma del p,odg¡lconvirtiéndose
autoinmole, qLre elimine sus intereses, su racionalidad, sus en un potente motor de justificación del exterrninio,
ra gue-
vínculos, su unicidady su singularidad en aras del principio rrayladominación.
colectivo encarnado en el caudillo. De aquí proviene la preo- En esta misma línea, y no de rnenor importancia,
tene_
cupación de los fascismos por r:l sacrificio y el servicio- Un mos el tipo de manipulación de los vínculoi d" lu,
simpatizante del fascismo español supo exPresarlo con cla-
p"rrorr.,
que se prepara en el seno de ras organizaciones fascistas.
ridad: el fascismo simboliza ia ofensiva contra una antigua El
sentimiento de hermandad y c.munidad recreado en er
forma de entender la <vida como civilización> y su sustitu- in-
terior de éstas requiere, sin embargo, de unas referencias
ción por un nuevo plantearniento, <la vida como sen'icio>> previas a la violencia, ra propaganda ylos rituares de
(;\rrese, 1945,27). los fas-
cismos.
Se produce así un cambio en la función social de la ideo-
logía, puesto que el discurso tnuestra de rnanera inmediata
lo que se exige al individuo (sacrificio, servicio, autoinrnola- Violencia, propaganda y ritual
ción), pero trastoca radicalmente los valores a los que refiere
el juicio de éste: la penuria es bendición,la desgracia es gra- se ha clicho, can razón, que ra utilización cle ra viorencia
en
cia,la felicidad sólo está err ei dolor (véase lMarcuse, 1972, el período de entreguerras no fue ni mucho menos,
privati-
68). Bajo la ideología de los fascismos se produce una trans- va de los movimientos ,fascistas. Thnto grupos de
derJcha ra-
valoración de acuerdo con La cual se espera que los desects dical como de izquierda revoluci,rnaria usaban de eila
con
propios se conviertan en objeto de odio y que se persiga lo asicluidad, en un contexto histórico doncle, por lo demás,los
que pro duce autoanulación individual p ar a Pr ep ar 4r así la discursos cargados de apelaciones violent^as eran
bastante
disolución clefinitiva del yo en la comunidad organizada se- habituales. sin embargo, hu-bo un sentido en el que
er uso de
gún los principios de jerarquía, autoridad vertical y orden. la vi.lenci¿r p()r l.s fas<--ismos fue superior al de
los demás
Estamos contra la vida fácil, decía Mussolini; la vida es mili- flrup()s. lixislt'lr l)ot'os cirs()s en la historia doncle los méto_
cia purificada por servicio y sacrificio, afirmaba José Anto- tl<¡s vi,lt'lrr.s lirt'r.¡rr rrtiliz¿rtr's rlc a,a ,l¿r)cra
t.n precisa,
nio Prirn<¡ de Rivera; vivir v servir es lo mislllo' st' lt'íit cll l)t'r' sislt'lltiilit ir, r'it. io¡l.rliz.lrl:r y, rl11,,;rrri,t.¡lt. y lllr..lr¡s..,,.r,rr,,.,,,
deutsche Stutlcttt. t'n l¡rs; (ru('l;r r onrl'rr,r( r()rr rrc t:sr¡r r ort r,r rtr. r¡;t
rrr,rí1i,.¡t rt,t,,irr,
216 HISTORIA DELA TEORIA POLITICA.5 4. LOSFASCISMOS 217

con coaliciones con partido ctre orden, etc., se produjera si.n instrumentos de las organizaciones violentas fasci.stas que
excesivos conflictos. sabían de su efectividad para la creación de militantes fieles.
Es claro que todo se preparaba en las ideologías fascistas En esta línea las organizaciones violentas ofrecían a sus
para el uso cle métodos violentos. Su insistencia en el poder miembros un alto sentimiento de seguridadpsicológicayde
como categoría expansiva,la afirmación de la superioridad orden, al tiempo que eran capaces de crear bases políticas
de razas o naciones,la exaltación de la virilidad y de la acción, dispuestas a disolverse en la acción irreflexiva e irracional.
la exigencia de fe en las órdenes de la jerarquía,la creación de En un libro del italiano F. Bernardino" titulado Diario de un
grupos responsables de todos los males sociales, etc., creaban escuadrista, editado y anunciado en la revista falangista
un contexto ideológico que conducía directamente a la glori- Haz, se dice:
ficación de la violencia. Entre otras cosas, la violencia era en-
tendida como un elemento esencial del progreso Lhumano y El primero de mes me inscribo en la r.anguardia estudiantil fascista.
aquellos que se mostraban dispuestos a utilizarla sin contem- No conozco los prograrnas ni los estatutos del fascisrno, ni me inte-
resa en realidad conocerlos. Por otra parte, seguramente no los
placiones demostraban, al tiempo, su superioridad racial o cornprendería.
personal. Eran, por ello rnismo, parte de la nueva élite, inte-
grantes del nuevo mundo delos <superhornbres>. Todo mueve a la acción sin más objetivo preciso que la ac-
Sin embargo, las funciones de la violencia en los fascis- ción misma.
mos excedían de las recién indicadas y no se limitaban a Antiintelectualismo y tamatización se dan la mano. En
ellas. En primer lugac hay que aludir a su función más ob- carta del 12 de octubre de 1934, dirigida por Francisco Bra-
via: acabar, reprimir o silenciar a aquellos que se oponían al r,'o a fosé Antonio Primo de Rivera se lee:
mensaje fascista, que <<alterab¿rn el orden>>, que propugna-
ban objetivos indeseables para laraza,la patria o el Estad,o, Desestima todo complejo liberal; ni tlnamuno ni Ortega, ni, claro
es, todos nuestros intelectuales, valen lo que an rapaz rabioso de
etc. En este sentido no sólo se trataba de perseguir la elimi-
veinte añcrs fanatizado por su pasién española (Bravo, 19 40, 218).
nación física de los adversarios, sino de paralizarlos por el
terror. Oswaitl Mosle¡ líder del fascismo inglés, escribía, por su
Pero, en segundo lugar, la violencia servía igualmente a la lado: <Ningúrn hombre va muylejos si sabe dónde va)>. Se tra-
organización interna de los grupos fascistas. La creación de taba, pues, de no saberlo y de actuar, pese a todo, con resolu-
grupos de asalto paramilitares, cuyo objetivo no disimulado ción y fumezaen el empleo de una violencia necesaria, salu-
era promover la eficacia en el uso de métodos violentos, pró-. dable y regeneradora. El desprecio por la reflexión y el
porcionaba también un importante escape psicológico a los pensamiento racional es, simplemente, la r:tra cara de esta
afiliados, a los que dotaba de un grupo de referencia preciso extrema reivindicación cle la. acción sin finali,C.ad aparente. Es
y de un objetivo <lleno de sentido>: eliminar al <enemigo>. evidentc t¡trc cl crrIto por la fterzafísica, la brutalidadyel ins-
El estilo directo y las francachelas, la ruptura en el interior tilrto r¡uc s(' l)l olnovíi¡ t.n cl intcri<lr de esta;s organizaciones,
de la organizaciónde las barreras de clase, la esporrtaneidacl, ctll.rvcll it'nl r'l l ¡t. D l t' r'r r l l r.l¡r ztr,rl().s c( )ll l<ls r ¡l rc,s' rasgos aludi-
el uso del insulto y la ridiculizacitin <haci¿r frrt'r',r tlt' l¡r lrcr- rlos, ¡lrorrrovr,r l,r lrrrrl.rr, rlt's.t iirliz¿rt'i<ilr lrrr(oritariit cxtre-
',
nratrd¿rci y la c:rnraritrlcría <lr¿rt'ilr rlcnlro>, (,1;rn olrr¡:; f lrnlos Itli¡rl¿¡l¡tt'ttlc r'l¡, .r, ( ,, (lrtr'.rlr ,trrz.:tlr,tt¡;t lo<los slts ittlt'gt.ttttlt's.
218 HISTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA,5 4" LOSFASCISMOS 219

Fero, en tercer lugar,la violencia cumple también otra Aquí topamos con otro de los aspectos más interesantes
función en las ideologías fascistas: simbolizar lo que la vio- delos fascismos: sulenguaje político. Como <imperialismo de
lencia simboliza, en perfecta sintonía con los rasgos totali- la palabra> (Karl Kraus), el <lenguaje de la violencia> de
tarios de los fascismos, es la capacidad del poder de llegar los movimientos y sistemas fascistas no se estructura como
a todas partes, de alcanzar a todos los grupos y de moverse vehículo de comunicación o de diálogo, sino como instru-
con tal arbitrariedad sobre el conjunto de la sociedad que mento de transmisión de decisiones ya formuladas (véase
nadie pueda pensar en escapar a su <largo btazo>>.Y, en esta Winckler, 1979,34 ss.), cuya aspiración última es el silencio
medida, curiosamente, la violencia genera mecanismos y la aceptación por parte del oyente. En este sentido, el len-
que la cnnvierten en el más eficaz instrumento de propa- guaje fascista no comunica significados, sino que ordena; no
ganda: sintetiza en un segundo todo el programa de los fas- busca comprensión, sino obediencia; no persigue ofrecerra-
cismos (fuerza, justa venganza,lucha, restablecimiento del zones, sino apelar a lo irracional. Theodor W Adorno y Max
orden y de la j erarquía <<natural>>, ob edienci a, arrtenaza, ac- Horkheimer (1971,250) lo expresaron con claridad:
ción, etc.).
Un importante historiador del nacional-socialisrno ale- Al fascistaes difícil dirigirse. El hecho de que otro tome la palabra le
parece ya una interrupción desvergonzada. Es inaccesible alarazón
mán,I{ans Nlomrnsen (1976,181 ss.), afirma que elNDSAP
porque sólo la ve en la capitulación del otro.
no era, en esencia, más que una organización de propagan-
da política que implantaba y profundizabael principio de li- Es sobradamente sabida la arnbigüeda.d que los fascismos
,Jerazgo hast¿t tal extrerno que incluso las discusiones políti- mantuvieron en gran cantidad de temas,las variaciones de su
ca-s en los cr:rnités <lel partido terminaron por desaparecer. discurso, dependiendo de los interlocutores, su utilización
De hecho, aunque nada nuevo ni original encerraban las pá- com o sinónimos de términos antónimos ( <revolución legal>,
ginas c1e Mein Kampf, su más importante aportación al mo- liberación a través del control total, felicidad en la desdicha,
vimiento <lel que formaba parte fue la aplicación cle técnicas anticapitalismo-anticomunismo-antisocialismo, etc.), y, en
simples y eficaces de organización, propaganda y manipula- definitiva, su extraordinaria capacidad para plasmar térmi-
ción de masas. La continua apela-ción al principio del dere- nos contradictorios como si fueran complementarios. Así, en
cho del más fuerte, la repetición de fórmulas simplistas y el año 1934 enla cuenca de Rulrr y ante los trabajadores de las
maniqueas,la coni'ersión de las futuras víctimas en agreso- fábricas de Herr Krupp, Góring podía afirmar con total se-
res del pueblo o de la raza, eJ. uso de todos los medios para riedad que Krupp no era otra cosa que el prototipo de obrero
movilizar a las masas contra un enemigo elevado ala cartego- alemán, sin que la metamorfcrsis semántica produjera ya es-
ría de absoh:to, son al¡5unos de los ternas tratados en este tupor alguno. (Véase Faye, I974,1 l7 ss.)
texto. La importancia que los fascisrnos siernpre concedie- De algún rnocl<1, este tipo de lenguaje basado en la orden
ron a este tipo de propaganda es patente en la frase, también y' la anfibiología, ccrra{l{r, arnbiguo y autoritario sirvió como
de Adolf Hitler, de acuerdo con la cual la primera función de rncc¿nislrno tlt' ;r1',lrrlinlunicllt<l de los seguidores que, a tra-
laptropaganda es el reclutamiento de persolr:ls l)ara la or¡4a- vtís rlt' lil l't'¡rclir iri¡r tlt' ril'llrr¡l¿t.s grllttl ilocucntes pero vacías
f

nización y la primera filncir'rn 11c la ongruriz.rrr'irirr t'l rt'r--lutir tlt't'orrlt'rritlo, ¡n¡rlrr¡'.rr:r:,, l)('l'() itlr,r'('sivlts, ltr¡rlli(lttcÍls, per()
mielrto dc 1rt:r:;otrir.s l)aril lir ¡rroIrirg¿¡¡¡1l¡¡. I r:rrrr¡rriliz.lt¡¡lr':,, | )r )r ( lilr'r r¡ 111'¡¡¡¡lr;tlt r'l ttlttt¡<lrl t'll fi¡t'tltlt silll -
220 rirsroRrA DE LA TEoRÍA poLiTrcA. s 4. LosFA-sclslvtos 221

ptre, prod.ucía una sensación de <estar en el secreto> y un coración y a los <<escenarios>> en los que se desarrollaban las
<blindaje> frente a la realidad. La atornización y el aisl¿r- concentraciones de masas, lateatraLización de los discur-
miento eran reforzados y conducían a la obediencia en la sos (el retraso del orador principal, el aumento de la ten-
rnedida en que la interpretación correcta de lo expresado sión discursiva hasta el momento extático de su aparición),
acababa siendo, en definitiva, un nuevo monopolio, y no el etc., eran todos elementos fundamentales para las ideolo-
menos importante desdeluego, del caudillo. gías fascistas.
Todo esto adquirió particular significación en los actos de En efecto, todo este efectismo emocional que rodeó siem-
Inasas y en el estilo oratorio en ellos desarrollados. El méto- pre a las prácticas políticas de los fascismos no era un requi-
do característico de los oradores fascistas pasaba por la re- sito accesorio de las mismas, sino que nos conduce directa-
<lucción del argurnento a unas pocas ideas simples, agresivas mente al núcleo de su ideología. Para una concepción
1'llenas de emotividad, que perseguían una amplia difusión, política que exige a los individuos su sacrificio en tanto que
a.sí como un aumento d.el potencial integrador del discurso. tales,la creación de una comunidad de <arr,eigos> enfrentada
Normalmente éste se iniciaba con una fase melancólica en la al enemigo absoluto y vivida, precisamente, en un contexto
clue la autocornpasión por la situación existente se comple- de jerarquización militar, el <rito> resulta esencial en tanto
mentaba con un catálogo de las injusticias sufridas por el que pone al auditorio en la situación anímica necesaria para
J.rueblo. Se procedía a continuación a una identificación apa- la exaltación final del caudillo como centro del espectáculo.
sionada de los responsables de esa situación, con la conse- Las grandes concentraciones de tnasas, de este modo, unen
cuente eiabor¿rción del <mito negativo> del que se tratara a los individuos dentro de un orden jerárquico, presidido
(judíos, liberalismo, socialistas, etc.). En agudo contraste por el caudillo, que pretende ser un modelo en pequeña es-
aparece en la fase sub.siguiente la elaboración del mito posi- cala de la sociedad tcltalitaria. Sin fodas estas liturgias, sim-
tivo, iderrtificado con el movirni,entc¡ fascista> que se presen- plemente, e,l fascisrn¡: no existiría. Rarniro Ledesma (1968,
taba como ia parte (sana>> de la sociedad y como la única es- 762), refiriéndose a las organizaciones violentas, lo hace ex-
peranza de batir al <enemigo> diseñado con anterioridad. plícito:
Pc'r último, aparecíala invitación a la luctra, que solía coin-
cidir con el momento de mayor exaltación, con las aclama- Unas rnilicias que carecían de himnos, de cánticos, es decir, de mú-
sica que, además, no efectuaban nunca marchas, excursiones, etc.,
ciones ylos vítores, ¡ eventualmente, con los altercados que
tenían que carecer por fuerzade eficacia militar y combativa. Sin
se producian al disolverse las concentraciones de rna,sas.
marchas ni música no hay ni puede haber milicias.
(Véase Silva, I97 5, 77 9.)
Es evidente que, en el desarrollo de estas técnicas discur- Así, los componentes románticos, irracionalistas, emoti-
sivas, así como en el conjunto de la política de los fascis- vistas" sentirnentales, heroicos, viriles, la glorificación de la
mos,lo que henlos denominado rituatr, cobra una enorrne Ittuerte, etc., sc c:orr.iugiut cn violencia, propaganda y ritual'
importancia. La conversión de la política en estética, el cul- c<t tr.st il tr ycnrto t rit l r it ¡rs li rt'lnativas e i nstrumerrtales al servi-
to a los unifr:rmes, el saludo (<rom?rno)>, la <corrsrrgraci<in> t'io rle rrurr l'i lrrrlitl;r.l ¡r,rlítir rr t¡ttc los firscisr-uoslltlllcaoculta-
de banderas y estanrlartt-.s, l¿r.s ccrc¡norri:rs t.spr.t lrrt rrlltrcr;, t'()tl, ilun . u¡urtlrr :,it'ttt¡,t c st' s(¡lrt'sl illtit¡ ¡t: llt c:trltt¡ttist¿r tlcfi-
las ma¡iifcslat'ioltt.s y rlt.sfilcs, llr ¿rtcrrt'ir'ul I'l t.:,l,r,l,r .r l;r rlt. nitiv¡t rlcl ¡rorlcr.
4. LosFASCrsMos 223
222 HISTORIA DE LA TEORÍA POLITICA. 5

ble necesidad que implica la doctrina fascista de que todo se


Partido, Estado y tatalitarismo
integre en el Estado.
El modelo alemán es, como ya se ha indicado, distinto. El
El asentamiento del fascismo en Italia y del nacional-socia-
nacional-socialismo se vio enfrentaclo desde un primer mo-
lismo en dlemania siguió pautas paralelas, pero de ningún
mento a un aparato estatal consolidado desde hacía varias
modo idénticas. En Italia, acaso debido a que desde su uni-
décadas y que, aunque era claramente conservador en mu-
ficación nacional nunca había existido t¡na fuerte autoridad
chos aspectos, estaba lejos de ser fácilmente adaptable a las
estatal, Mussolini no tenía que temer, en principio, ninguna
intenciones políticas nazis. Por eso pronto se produjeron las
oposición básica hacia las políticas fascistas dentro de las
primeras discusiones sobre competencias entre las viejas y
poco cohesionadas burocracias estatales. Por lo demás, pa-
las nuevas burocracias. La teoría del Estado total de Carl
recía necesario reforzar el Estado italiano si quería lograrse
Schmitt y Ernst Forsthoffl influida por las'risiones italianas
la consolidación de ltalia como nación industrial en el mer-
sobre el tema de Gentile y otros, fue pronto desplazada por
cado mundial. CornoFtanzNeumann señalaba en una oca-
la iclea, igualmente schmittiana, de una distinción entre el
sión, si el fascismo italiano alabó de forma delirante al Esta-
Estado como elemento político estático y el partido como
do fue po,rque ést,e siempre hab'ía sido débil en la historia de
elem,ento político dinámico" Sin embargo, esta vaga defini-
Italia.
ción.nunca llegó a precisarse en la práctica. Ni siquiera en la
De este modo, IVlussolini buscó consciente y coherente-
ley <te 1933: <<Para asegurar la unidad del partido y del Esta-
rnente la fascistización del Estado existente. O, dicho de otro
do>. En ella, es cierto, el partido nazi es definido, como en
rnodo, intentó prornover la identificación del Partito l,{azio-
Italia, como una corporación de derecho público, pero, al
¡¡ale Fascistaylos aparatos del Estado italiano. Por lo pron-
mismo tiernpo, tanto el partido como las fuerzas de asalto
to, insertó al Gran Conse.jo del Fascio entre los órganos
(SA) eran sc'metidas a una jurisdicción autónoma respecto
constitucionales del Estaclo,y enI92B confirió a esta institu-
de Ia estatal. En 1936 el puesto de Himmler como cabeza de
ción la designación de la lista rinica de candidatos a la Cá-
las SS se arnalgamir con el recién creado puesto guberna-
mara d,e Diputados, que sería transformada en 1939 en Cá-
mental de jefe de ln policía estatal, con 1o que ésta venía a de-
mara de los Fascios y las Corporaciones. En 1938 el partido
pender jerárquica y directamente del Führer. En L937 el jefe
se convirtió en persona jurídica de carácter constitucional
de las SS encomendó a Ia policía política la tarea de crear un
definida como <milicia civil voluntaria a las órdenes del
nuevo orden político, y no sólo de garantizarlo. En 1938, tras
Duce y al servicio del Estado fascista>. Las escuadras de
la anevión de Austria, se autoriza a Himmler a tomar las me-
cornbate, por un lado, fueron igualrnente transformadas en
cliclas necesarias para la seguridad, ((aunque se traspasen los
Nlilicia de Seguridad Nacional ¡ en general, todos y cada
límites legales establecidos>. Así,la autoridad que se genera-
uno de los órganos del pr¿¡lido fueron adquiriendo paulati-
l>a era cada vcz, rnás incontr<¡lada y legalmente ilimitada. En
namente una posición estatal oue produce la cornpleta fu-
¡rir rt ic rrlirr, cl l; itlt rr r y las SS petsaban por encirnia de las leyes
sión entre partido y Estado. Como el propio Mussolini seña -
la, el Partito Nazíonale Fascistul no coltscrva rlc t¿rl rsino cl lror clkrs nrir;rrros <lit l¡rtlirs, Por cncima del orden jurídico es-
tirlrrl, rlt'lits itulori.lr.lt's t ivilt's y lrrilillrres y tlc la adrninistra-
nombre, ya que forrn¡r parrtc rlc l¿rs ftrcri:;rs ()r'l',iurizrr<las rlt'l
t i,irt.
l'lstarlo y, clt c'slriclit l<ígit'lr, ¡ritil Prrt'rlr'('s( irl);¡r ,r l.r irrt.xor.ir
224 HISTORIA DELA TEORÍA POLTTICA.5 4, LOS FASCISMOS 225

Podría uno preguntarse el porqué de esta u.tuu.ió., ,le.- el nacional-socialismo quedb subordinado al caos produci-
de el momento en que Hitler tenía a s* disposición todos ros do por las luchas, antagonisrnos y rivalidades dentro de la
instrumentos legales que le hubieran perÁitido cambiar las éIit"e nazi. Las teorías del sistema nacional-socialista como
leyes o disponer de las burocracias estatales e'ra dirección <Estado dual> (Fraenkel) o como (:caos dirigido> (Mornma-
que hubiera deseado. Pero, aunque las leyes individuales no sen, Bracher, etc.) tratan de dar cuenta de cómo los parale-
supusieron ningún obstáculo particulaq el orden legal como lismos institucionales Estado-partido-élites producían un
tal podía llegar a convertirse en un problema. En otras pala- confusionismo absoluto. Este confusionismo, con todo, sir-
bras,la persistencia de un sistema establecido de reglaJ, há- vió para anular cualquier resistencia cle los súbditos, que
bitos o instituciones, puede constituirse en un momento en nunca sabían qué autoridad estaba sobre las otras (Estado,
una barrera ala acción libre, no restringida y arbitraria de SA, SS, NSDA,B etc.), al tiempo que constituyó la base de la
un caudillo, aunque sólo sea porque crean una dlemora en la técnica de poder decisionista del caudillo que se erigía en el
actuaLización de suvoluntad (véase F.l'Ieumann, 196g). por punto de ref,erencia último y único de to,las las disputas en-
lo demás, el desprecio hacia la legalidad como tal resulta pa- tre ias diversas élites y organizaciones. De hecho, el acceso al
tente en ejemplos como el que s;igue: la Constitución de Wei_ Führer era difícil, incluso para sus ministros, e imposible
mar fue, desde luego, cornpletamente marginada, pero nun- par:a algunos, y, por si esto fuera poco, atribuirle una deci-
ca el nacional-socialismo se tomó la rnolestia de abolirla. sión clara en un tema concreto era igualmente complicado
Fue precisamente para hacer a un lado al orden iegal y des_ (véase Kershaw, 1987 y 1989). Todo apuntaba a la creación
truir con él cualquier principio de seguridad pública, por lo de un lugar político privilegiado desde cuya altura controlar
que el nacio'al-socialismo recurrió al principio de liderazgo todo el entramado de luchas de facciones.
como absoluto e ilimitado. De hecho, no hay exageración en A través de este proceso, Hitler logró una posición como ár-
afirmar que la constitución rlel III Reich no era otra que el bitro supremo entre las distintas autoridades en conflicto mu-
poder crnnnímoda delFühren (Véase Bracher, lg73,II, 9b.) cho más poderosa y fundamental que la de Mussolini. De he-
De hecho, hasta el propio NSDAP como partido se vio cho, a Hitler le gustaba subrayar la superioridad del
paulatinamente confinado a un papel político rnuy secunda- Estado-caudillo (Führerstaat) sobre todas las demás formas
rio' siendo arrinconado por ciertos altos funcionarios de la de Estado, incluyendo el totalitario. Sólo en esa forma superior
organización que continuamente interferían de modo per_ era posible que el caudillo, tras su aclamación, adquiriera una
sonal las decisiones de seccjones del partido y las funciones autoridad suprerna que no podía ser desafiada por razones le-
políticas estatales, regionales y localés, .r"undo con ello un gales o de otra clase bajo ninguna circunstancia. Así se demos-
auténtico confusionismo y un laberinto de competencias y traba que no era pura retórica el que en todas las fórmulas ofi-
jerarquías difícilmente inteligible. De resultas de todo erio, y cialesi relativas a la dirección clel partido y de las SS apareciera
aunque en una primera fase de la toma clel poder Flitler se la expresión <<la voluntacl del Führer es la ley suprema>. Y el
vio obligado a hacer concesiones a las élites conservadoras problcrna c'on Mr¡ssolirri y su Estaclo totalitario era que no
enelejér<:ito,la economía yla aclrninistración (lo r¡uc le per- torrt¿r[ra c()n ('sir ¡rosit irirt irrcxpugnable, Io qtre le obligaba,
rnitió, entre otras cosas, lir con.s<llid¿lcitirr rlt. srl ¡r.rlcr.), a l)('¡i(' it sus csf ut'r'zos, ;r lt'nt'r' <¡ttc lrac-<-'r (:()trvivir su autoridad
p:rrtir tlc uti rletlr-'rrrlin¡t<lo nl<lrncltlo t'l ¡,¡1 ¡. (.s() I)oIrtit rl llir jtr (()rl()lr'()sl',rulxrrrL ¡rorl,'r rlr'¡ltrork'l list¡rtlo,rL.'l Parf itkr,ctc.
226 HISToRTA DELA TEoRiA poLÍTIcA, s
4. LOS FASCISMOS

No hay que decir que esta culrninación del poder en el blación en masas que actuaran jerárquicamente en busca cle
modelo nacional-socialista no significó en absoluto planifi-
objetivos nacionales), y Goebels o Carl Schmitt lo hicieran
cación c eficiencia, y, mucho menos monolitismo' coÍno
también suyo, Hitler no simpatizabaexcesivamente con é1.
querían los principios de la teoría totalitaria italiana, sino
Acaso porque no quería que le recordara deuda ideológica
más bien, <un sistema de decisiones arbitrarias y conflictos
alguna con los italianos, acaso porque pensaba que su movi-
bajo el único control de una conducción incontrolable> miento era de un tenor más radical que el fascismo mussoli-
(Bracher, 1983, 49). Un sistema en el cual el poder del caudi-
niano, acaso porque consideraba que <el Estado es sólo el
llo era absoluto, exciusivo e ilimitado.
medio para un fin. [Y] el fin es la conservación de la razón>
Ahora bien, ¿cuál de los dos modelos resultó ser el <totali- (cit. en Arendt, 1974,443,n.40).
tario>>, después de todo? Y, todavía más,
¿qué significa exac- Con posterioridad a la guerra¡ los analistas políticos hi-
tamente el totalitarismo? Y, en este sentido, ¿catrre referirse a
cieron suyo el concepto. Franz Neumann, por ejemplo, en
él com. un elemento típico de todos los fascismos o bien he-
su Behemoth (1966) definió al III Reich como <capitalismo
mos de restringir su uso al nacional-socialismo?
monopolista totalitario>" Escritos de teóricos críticos y
El término totalitario era extraño a la tradición política
marxistas, ya aludidos por nosotros con anterioridad, em-
occidental. Fodemos encontrar antecedentes del mismo en
pezaron a calificar cle ese modo a los fascismos en general.
algunas referencias a la <grnerra total> de los jacobinos o en
Pronto, sin embargo, el concepto 'ernpezó a aplicarse tam-
la idea hegeliana del Estado como encarnación de la f.otali-
bién al comunismo y al estalinismo. No sólo de la forma en
dad o en la transformación total rje la sociedad a través de la
que Arendt (1974) lo hizc,,, sino en maneras vinculadas a la
revol¡rción en Mar_x y Engels. pero lo cierto es que su uso en <lucha anticomunista>, Así, Bertram D. Wolfe (1961,269)
el sentido actual debe aguardar a la obra del teórico del fas-
escribía que sólo en los crematorios Ia imaginación de Hi-
cismo italiano, Giovanni Gentile, que hablaba de la nueva
tler excedi(i a los hechos de Stalin. Y, paulatinamente, el to-
ideología corno (una concepción total de la vida>. Mussolini
talitarismo se convirtió en un arma arrojadiza en tiempos
recoge la idea y la aplica a la estructuración del Estado fas-
de guerra fiía.
cista italiano ya en un d"iscurso de 1925 en el que la usa para
No nos interesa, sin embargo, tratar aquí con detalie la
referirse a la necesidad de terminar con los vestigios de opo-
historia del concepto, sino más bien explicitar su contenido
sición interna dada <<la'ostra feroce volontá totalitaria> y y su capacidad de aplicación a las realidades y las ideologías
acuña su famosa fórmula: Tutto nello Stato, niente aI
fuori cle los fascismos. En este sentido, y tomando como punto de
dello stato, nulla contro lo stato. Esta definición pa.rticular
referencia dos definiciones, la de Carl ]. Friedrichy Zbig-
encontró bastante eco en otros rnovimientos fascistas. Así,
niew K. Brzezinski (1966), por un lado, y la de Franz Neu-
en el manifiesto político de <La conquista del Estado> se lee:
rnann (1968), por otro, p,rdríamos esquemati:zar los carac-
oHay tan sólo libertades políticas en el Estado, no sobre el
lcres clel totalitarisrlo cle la siguiente manera:
Estado o frente al Estado> (Aparicio, 1939, 5).
Sin embargo, en Alemania el uso del término fue restrin-
I .
lonct'rrlr.irr irir¡ tlt' lotlos l<ls in:itruntentos de poder en
(
giéndose, y, aurrque Ernst f iinger lo utiliz.ar¿r rlt'sd. 1930 rn¡l n()s rlt'l p¡¡ ¡ l it lo r ¡ . lc r ¡ r ¡:r tlt' ¡jl itc,,:rrgiur iz.a<los jeriircltrica-
parareferirse¿l la <nrovilizirci<in toral>r (irrlt'¡,,rrrr irirr rlt, lrr ¡ro r¡¡t'rrlt' ;rlt'rrtlir'rt,lr, .rl ¡r¡ ¡rrr iltio rlc li.lt't'it'/.1\tt y t¡ttt' rtcltirttt
4. LOSFASCISMOS
229
228 HISToRIA DE LA TEoRiA POLÍTICA, s

prevaleciendo sobre las estructuras estatales o confundién- integrante de los fascismos mediterráneos del mismo modo
dose con ellas. en que lo fue en el modelo alemán (y' en parte, centroeuro-
2. Estado en el que se anula la autoridad del derecho, se peo).Y menos si pensamos' por ejemplo, que en el caso f'un-
establece el decisionismo de la autoridad política, se elimina iacional dei movimiento fascista en Italia en 1919, cinco de
la pluralidad en la esfera pública y se interviene en Ia esfera los gl participantes eran judíos, 1o que, aunque se re{iera a
privada sometiendo ambas a un control policiaco basado en un peúodo muy anterior a la toma clel poder por los nacio-
el terror, la propaganda y la manipulación. nallsocialistasylos propios fascistas, es un dato sintomát co.
3. Sincronizacíón de todas las organizaciones sociales, Lo cierto es que el determinismo biológico nazi no tiene
económicas y políticas puestas ahora al servicio del caudillo; apoyo en la teoría o la práctica fascist¿r mediterránea, sino
creación y potenciación de nuevas élites que aseguren el superficialmente. Entre otras razones' porque superaba el
control total sobre la población; atomización y a-islamiento colcepto de nación y se lanzaba a la creación de una éIite ra-
de los indivi<luos, así como destrucción y debilitamiento de cial aiio/europea que resultaba extraña a, cuando no contra-
las unidades sociales independientes. dictoria con, otral apelaciones fascistas. Las ideas de selec-
4. Promoción de una icleología oficial, excluyente e im- ción natural, de darwinismo evolutivo, de lucha por la
puesta por la violencia a la que se supone que toda la pobla- existencia, etc., constituyeron, más que ninguna otra refe-
ción debe adherirse y que descansa tanto en el rechazo de rencia ideológica, el centro de las políticas eugenésicas, des-
valores heredados (librerta.d, igualitarismo, etc.) como en tructivas y de exterminio detr III Reich. Un exterminio com-
su sustitución por otros (jerarquía, orden, etc.) con perfil pletamente impersonal, burocrático y normalizado que
ideológico propio. produjo más de siete millones de muertos entre locos, retra-
su.los'mentales, gitanos, judíos, etc., y sin que en ello conte-
L)e lo dicho, parece deducirse que las distinciones entre mos Las p"or".o.iones propiamente políticas realizadas con-
modelos serían más un problema de grado que de cualidad. tra pariidos y gruPos de oposición, las purgas o los
Pero incluso admitiendo similitudes esenciales a este respec- asesinatos en masa en el frente del este de Europa y un largo
to, permanece una diferencia radical entre el modelo nacio- etcétera. Gracias a ello el nacional-socialismo alcanzó unas
nal-socialista y sus apelaciones racistas de fundación de un cotas de barbarie y crueldad sin antecedente alguno en la
futuro inrperio de superhombres arios, y el rnodelo mussoli- historia de nuestra EuroPa.
niano con sus referencias al stato totalitario y a un renaci- I.Tecesariamente tenernos que aludir aquí a la reciente Élis-
miento d,el imperio ronlano. De hecho,las fórmulas.racistas torikerstreit que se produce en Alemania en los años finales
de Hitler no encontraron excesivo eco en los planteamientos ¿e la década de loi ochenta y que intenta -de la mano de
italianos. Si el Estado era un mero medio para la conserva- Ilrnst Nolte y otros- <normalizar> la singularidacl del exter-
ción de laraza, si era una emanación delVolk, si el caudillo rninio naz.i, (:uarlrlo no justificar las acciones del propio Hi-
t lcr. [)e' lt lrr.r I I .¡ r r.. re..; r-rlta ideológicamente
intencionado,
debía determinar la actualizaciónde los intereses raciales su-
periores, entonces la clave racista de la ideología nazi se colo- sc rlcsc:rilrt, l¡¡ lrrr¡ lr¡rrit' tle Atr,schwitz como uná reacción ante
l¡r ¡¡lsi¡tl¡rtl t l t'.rtl.r ¡,r,t los ltt'tl¡)tt:t:illric¡tos C¡ttC tenían
lugar
ca por encima dc los imperirtivos estatalcs. lr,lt t'slrts t'ontlicirt- jtrdírlS
t.rr l¡¡ l{rrsi:t t('\'(¡ltt, tolt.tt i¡t o lit :tltit¡ttil¡rt'irill tlC krs
llcs Il() par'(.'ce posiblc ltsttllrir'(lr.r('t'l l'¿tt isltto ('l.r rrttit ¡rltt'lt'
230 HrsroRrA DELATEoRfA pot-fTrcA. s 4. TOSFASCISMOS
231
corno una copia de tradiciones paralelas y no (como un ori- Escritos y discursos, 1922-1936, Marjrid, 1977 R.Ledesma,
ginal>. Pero hacer de estos procesos sólo una <innovación mo en España?, Barcelona, 196g,y E. Giménez Caballero, ¿Fascis_
éen¡o de
técnica> es oscurecer su carácter singular, su sentido de 1í- España, Barcelona, 1939. Se han citado también en
el iexto J. L.
mite -no sólo para nuestra civilización, sino para toda civi- Arrese, José Antonio y el Estado totalitario, Madrid, t9+5;
F. tsravo,
Iización-,y, por ello mismo, olvidar Iacargaideológica pre- José Antonio: elhombre, jefe, el camarada, Madrid, l94O;I-epuri_
cio, ed., La conquista del "IEstado (antología),Barcelona,
via que contenían y que las hizo posibles. En este sentido 193-9.
Entre las importantes contribuciones marxistas al análisis
ciertas advertencias al respecto deben tomarse en conside- del fas_
cismo pueden consultarse: D. Guerin, Fascisme et grand
ración, porque la b analización de estos hechos no constituye capitar,pa-
rís, 1945; L. Trotski: La lucha contra el
sólo un <protrlema alemán>>, ni tampoco una discusión para fascismo, garcelona, t 9g0; N.
Poulantzas, Fascismo y dictadura, Madrid, 1976; A.Tasca,
historiadores especialistas en el período temporal del caso. EI naci_
miento delfascísmo, Barcelona, l96g; A. Gratmsci, Sobre elfascismo,
Lo queramos o no,la reflexión sobre este horror pertenece a México, 1979, etc. En todo caso resultan ese'ciales las contribucio-
todala civilización occidental, porque es ellamisma, su sen- nes de O. Bauer, H. Marcuse, A. Rosenberg y otros compiladas
en W
tido y su supervivencia, lo que está en juego. Abendroth, ed., Fascismo y capitalismo, Barcelona
,197;,así como R.
I-<ti[nl' Libe,ralismo y fascismo, Barcelona, r 97g; el número
53 ( l 9g9)
de Zona Abierta con contribucio'es de I. Kershaw, R. Fletcher
otnos, y el análisis de D. Beeth am, Marxism in the Face ¡,
of Fascism,
Bibliografía Manchester, 1983. Thmbién citado en el texto H. Laski,
J. EUiberatis-
mo europeo, Nf éxico, rg77 - rnterpretaciones igualmente
fundamen-
La monumentalOpere Omnia de B. Mussolini recoge en 36volúme- tales son las de E. Nolte: La crisis der sistemuliberar y ros
movimien-
nes sus escritos y discursos compilados por Edoardo y Duilio Sus- tos fascistas, Barcelona , lg7 I, y El
fascismo en su época, Barcelona,
hel, Florencia,1925-1963. Algunos de ellos han sido traducidos en 1967. Thmbién A. J. Gregor, The Ideology of Fascísm, Nueva york,
Escritos y discursos en 8 volúmenes (Barcelona, 1935). Más maneja- 1969; S. G. Payne, Elfascismo, Madrid, 19g2; R. Saage,
Faschismust_
bles Elfascismo expuesto por B. Mussolini, Madrid, 1934. En el texto heorien, Múnich, 1981, ylas contribuciones de T. \,f Mason,
N. Ko_
lra sido aludido G. Gentile: Che cosa e itrfascisma? Discorsie polemi- gan y otros en S. J. \{¡oolf, ed., The Nature of Fascism,
Londres y
che,Florencia,1925. Thmbién se ha citado en el texto la edición cie Edimburgo, 1968, y European Fascisrn,Londrás, 1969. Sigue
siendo
A. Hitler, Milucha, Barcelona, 1962. Respecto del nazismo una in- imprescindible W. Laqueur, ed.,Fascism: A Reader,s Guid.á,Londres,
teresante colección de documentos se encuentra en J. Noakes y G. l.9T6,concontribuciones esenciales deJ.
Pirdham, eds., Documents on Naxism, 1919-i945, I y II, Exeter,
l.Linz,H. Mommsen, A. S.
Milclward' Z. sternhell y otros y;rbundante bibliografíu. s"
1984. Ha sido también citado C. Schrnitt, Teología política, Bvenos
."ioge'
i'terpretaciones antiguas y modernas en ras coripilacio¡res
de E.
Aires, 1985, y de igual forma resultan pertinentes C. Schmitt, E/ con- Ncrlte, ed., Theorien iiber den Fctschismus, Kónigsiein,
l9g4; A. I.
cepto de Io político, Buenos Aires, 1984, que recoge Der Begriff des ( i'cgcrr, Irtterpretations of
t'ascisrn, Nueva ferse¡ L974,yR.de Ferice,
Politischen, así como Theorie des Partisanen,y C. Schmitt, Sobre eI I ! l;oscistno, llari, r 970. 'rirrnbié'
citados e' el iexto T. w. Adorno y
parlamentarismo,Iv{adrid, 1990. De los análisis de las teorías schrni- M. I f <rrl<hcin\cr, I)i¿¡1,:,.tirtt tlcl iluminismo, Buenos Aires, l97I;
ttianas dest¿rcan l. Fijalkowski, Ia tranta ideológica del totalitoris- H.
Ar.t'ntf l, I;,itltnttttnt ¡tt lr', u\tt!(til, Nucv:t )rbrk, | 976.
mo,Madrid,l966,y, entre nosotros, el excelente G. (l<'rrrrcz ()rllncll, S.l,'t'r'l l;rs, isr¡r,¡ ir,rli,rrr'rrr,lrt'rr t-<l.r¡r¡ltarsc l{. dc Fclice, Mussr_
Excepción y nannalidatl en cl putstttttirttlt¡ tlc ()ttrl Stltn ril¡, M:¡rlr.i<1, litti il t intltt:ittttttt rrr, li¡r tr¡, l()(r,,, h,ltt.ss,¡litti il
), litsci:strr, | 1,ll,,lirrírr.
1986. Iln cl t:asoclt: lispairir lrut'tlt'rr rrrirrrt'jirlst'f . A. l'¡ ir¡¡,, rlr. l(ivt.r.¡r, |()trtr y' f')(rll; l . l{ l,rrrrr, rrl,.rilttt, ! tt t.\l,t.tit.ntitt
ltt:tirl,r, A4;t.lri.l.
232 HISTORIA DE LA TEORTA POLfTICA, 5

1974,y F. L. Carnsten, T'he Rise of Fascisrn, Berkeley-Los Ángeles,


1967. Para el nacional-socialismo alemán y sus antecedentes F.
Stern, 'I'lie Politics of Cultural Despair, Nueva York,1965,y, en espe-
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drid, I973,y Controversias de historia contemporónea sobre fasais-
mo, totalitarismo y democracia, Buenos Aires-Caracas, 1983. Más
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Sohn-Rethel, The Economy and Class Structure of German Fascism,
Londres, L987,yL. Kershaw, The Hitler Myth, Oxford,l987. Para el
caso esf'ariol pueden verse M. Pastor, Los orígenes delfascismo español,
Madrid, 1975; S. G. Payne, Falange: Historia del fascismo espa-
ñoI, Madrid, l9B5; l.liménez Campo, El .fascisrno en la crisis de Ia
Segunda República, Madrid, 1979,y R. del Águila, Ideología y Ra-
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Se ha citado en el texto sobre la estética del fascismr¡ U. Silva,
Arte e ideología delfascismo, Valencia, l972.l,os análisis relativos a
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Personality, Nueva York, 1950; W Reich, Psicología de masns delJas-
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social dellenguajefnscista, Barcelona, L979,y enlos trabajos de J. P.
Faye (Théorie du recit y Langetges totalitaires), refundidos bajo el tí-
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1974).
Sin ánimo de exhaustividad, sobre el totalitarismo deben verse
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torship, Nueva York,l94l; H. Arendt, Los orígenes del totalitarismo,
Madrid, 1974;F. Neumann, Behemoth: The Structure and Practice
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Estado democrótico y el Estado autoritario, Bueno.s A ires, 1968; C. J.
Friedrich y Z.K. Brzezinski, Totalitarian Dictatorship and Auto-
crac¡ Nueva lbrk, 1966, y i,. Schapiro, El totalitarisnto, Nléxico,
1981. También B. D. Vr'olfe, Cormtunist Totalitarianista, Boston,
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número 44 (1988) cle Nerw Gart¡tttt't Critiryue tlt'tlir ¡t<l<¡ it t'r;tt' tc¡tt¡
con lt>rrnda rrtc bilrl iogrir f íir.

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