Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Dada la complejidad de la lírica en lengua española de la segunda mitad del siglo XX, es necesario
seleccionar autores y obras más representativos, sin poderles dedicar todo el tiempo que merecen.
De formación autodidacta, inicia su producción con Perito en lunas, colección de poemas gongorinos
de difícil comprensión. Tras títulos como El rayo que no cesa, sonetos en los que habla del amor, la vida
y la muerte; o “Elegía a ramón Sijé”, poema escrito a raíz de la muerte de su amigo Ramón Sijé, los
versos de Viento del pueblo dan fe de su compromiso político y, aunque hay desaliento en ellos, no por
ello el poeta pierde la esperanza en un mundo mejor.
En la cárcel escribe Cancionero y romancero de ausencias, obra prohibida durante años y que habla
sobre el amor hacia su mujer y su hijo, al que no llegó a conocer. Aquí se incluye uno de sus últimos
poemas que dedica a su hijo, “Nanas de la cebolla”.
Entre los poetas que cultivaron poesía social en los cincuenta destacan:
JOSÉ HIERRO, quien ofrece una poesía de carácter testimonial, fundada en el tiempo personal
y en el tiempo histórico y colectivo (Con las piedras, con el viento; Quinta del 42...)
GABRIEL CELAYA, considerado uno de los pilares de la poesía social aunque su extensa
producción lírica abarca distintas orientaciones. Con Tranquilamente hablando el autor inicia la
poesía “de urgencia” exigida por el compromiso ético del momento. La voz poética se fusiona
con un nosotros colectivo que representa a la “inmensa mayoría”. Con Cantos iberos (1955),
Celaya llega a la cima de la poesía social defendiendo la función crítica de la literatura como
arma de lucha social.
BLAS DE OTERO, quien evolucionó de lo existencial (Ángel fieramente humano) a lo social (Pido
la paz y la palabra). Su poesía nace con el propósito de sacudir las conciencias y de compartir
con el resto de la humanidad su “tragedia viva”, que puede residir en la propia conciencia o en
la vida en sociedad. En su búsqueda solitaria, el poeta se encuentra con “los otros” y en sus
poemas dos términos son claves: la palabra, que permite a todo hombre gritar su protesta, y la
paz, para que España pueda vivir sin la presencia de la muerte y la injusticia (Pido la paz y la
palabra).
4.- LAPOESÍA DE LA DÉCADA DE LOS 60
La poesía social pronto dio síntomas de agotamiento. Con libros de poemas que rara vez
alcanzaban la tirada de mil ejemplares, era ilusorio querer cambiar el mundo. Los nuevos poetas,
conocidos como GENERACIÓN DEL 50 (aunque la mayoría publica en los años 60) quieren recuperar el
lenguaje poético, dignificarlo, y la vuelta a los temas íntimos y autobiográficos. En realidad, no se
abandona la preocupación por el hombre ni el inconformismo ante el mundo, pero predomina ahora un
cierto escepticismo: no se aspira a cambiar la realidad. El lector participa del proceso porque el poema,
caracterizado por su indeterminación, adquiere su significado en el acto de la lectura.
El grupo de los cincuenta incluye a un conjunto de poetas que publicaron sus primeras obras en la
década de los cincuenta, todavía en la órbita de la poesía social. Como su obra se consolida en la década
siguiente, se conocen también como promoción de los sesenta. A esta generación pertenecen los
siguientes autores: Claudio Rodríguez, Ángel González, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma,
Francisco Brines, Carlos Barral o José Manuel Caballero Bonald.
Los novísimos rompieron con el realismo y abandonaron el “humanismo” literario, que veía
en la literatura un instrumento de lucha contra las injusticias. Los novísimos se nutren del surrealismo e
incorporan técnicas como el collage y el flash cinematográfico (visión rápida de un plano de escasa
duración). En 1970 se publica la antología Nueve novísimos poetas españoles, jóvenes autores nacidos
después de 1939 entre los que se incluyen FÉLIX DE AZUA, PERE GIMFERRER, MANUEL VÁZQUEZ
MONTALBÁN Y GUILLERMO CARNERO. Pere Gimferrer, con su Arde el mar (1966), fue el abanderado de
esta generación de poetas entre los que figuran también Leopoldo María Panero, Luis Alberto de
Cuenca o Antonio Colinas.
Aunque ante la sociedad adopten una actitud crítica, rechazan la poesía social. No son los temas lo
que más les interesa, sino el estilo: se sitúan en una línea experimental, en una nueva vanguardia
(escritura automática, caligramas, incorporación del collage con inserciones en los poemas de
fragmentos periodísticos, publicitarios, citas en inglés o francés, partes de canciones, metapoesía...) a la
vez que entroncan con el Modernismo (gusto por lo exótico, lenguaje cultista...).
Son poetas que no conocieron la guerra civil y que, en su mayoría, comenzaron a escribir en una
sociedad de consumo que influyó en su formación a través de la música, el cine, la radio, la televisión...
Hay en sus poemas referencia a los Beatles, los Rolling Stones, Bob Dylan, Marilyn Monroe, Groucho
Marx, Che Guevara...
La diversidad de la producción poética de autores como Neruda u Octavio Paz a lo largo del tiempo
ejemplifica la fecunda evolución de la poesía hispanoamericana en la segunda mitad del siglo XX, lo que
también dificulta en encasillamiento de los poetas a las distintas tendencias, por lo que solo
señalaremos algunos de los más importantes:
José Lezama Lima: La fijeza (1949), Dador (1960).
Nicanor Parra: Poemas y antipoemas (1954).
Ernesto Cardenal: El estrecho dudoso (1966).
Alejandra Pizarnik: Los trabajos y las noches (1965), El infierno musical (1971).
OCTAVIO PAZ: (México 1914-1998) es uno de los poetas más importantes de la década de los
sesenta y setenta. Su obra poética hasta 1968 aparece recogida e tres volúmenes: Libertad bajo palabra,
que recoge las obras escritas entre 1935 y 1957, donde vemos muestras de neorromanticismo,
preocupaciones sociales, existencialismo y surrealismo; Salamandra (obras entre 1958 y 1961) de
elevado hermetismo; y Ladera Este (1962-1968), destaca su experimentalismo que supone la liberación
máxima del lenguaje.
PABLO NERUDA (Chile, 1904-1973)
Ricardo Neftalí Reyes Basoalto tuvo una infancia marcada por el contacto con la naturaleza. Fue
estudiante bohemio y poeta precoz. En 1926 inició su vida de diplomático, que lo llevaría a muy diversas
latitudes. De 1934 a 1938 fue cónsul de Chile en Madrid, donde trabó honda amistad con poetas del
grupo del 27. La guerra Civil española despertó su conciencia política y, desde entonces, militaría en el
partido comunista. Durante el gobierno democrático de Allende fue embajador en París. En 1971 recibió
el Premio Nobel. Murió en Chile en 1973 en medio de dramáticas circunstancias, tras un golpe militar.
Neruda es un poeta fecundísimo, sus numerosos títulos suman miles de páginas. De ello deriva la
variedad de su trayectoria, que ha ido enlazando las principales tendencias de la poesía
hispanoamericana del siglo XX:
Antes de cumplir veinte años había publicado ya varios libros. Alguno (como Crepusculario,
1923) aparece todavía marcado por el Modernismo. Pero en 1924 publica sus Veinte
poemas de amor y una canción desesperada, en los que revela ya una voz personal. Es un
gran libro de amor juvenil, apasionado, exultante y amargo, escrito con un tono
cálidamente humano, sencillo, aunque con imágenes originales.
Siguen varios títulos en los que Neruda va incorporando las novedades vanguardistas. Su
potente inspiración encuentra cauce adecuado en el Surrealismo, que le permite la máxima
libertad de imagen y un dramático buceo en los abismos de su alma. Con Residencia en la
Tierra (con dos partes, de 1933 y 1935) el vanguardismo hispanoamericano alcanza sus
manifestaciones más altas. Sus versos componen una concepción terrible del hombre,
criatura extraviada en un mundo caótico y sin sentido, visión de pesadilla a la que
corresponde un lenguaje deslumbrante, cuajado de imágenes alucinantes, de metáforas
audaces y herméticas.
De esta desolación saldrá Neruda por la vía del compromiso político, en el marxismo parece
hallar una nueva fe en el hombre, un nuevo modo de enfrentarse con la realidad. El giro se
inicia en España con Tercera residencia, que incluye una parte titulada España en el corazón
en la que canta la lucha de la España republicana. Dentro de esta nueva orientación está su
obra Canto general (1950) en la que canta las tierras y los pueblo de América y sus
vicisitudes históricas con un tono predominantemente épico que a menudo desemboca en
una poesía combativa con un lenguaje más sencillo.
La tendencia hacia un lenguaje más sencillo se confirma en Odas elementales (1954-1957)
dedicada a cantar realidades inmediatas como el aire, la madera, el pan…, o sentimientos
también elementales, como la alegría, la esperanza… El tono es exaltante y optimista.
Entre sus obras posteriores citaremos Extravagario (1958), Cien sonetos de amor (1959),
Memorial de Isla Negra (1964)… En ellos se alternan la poesía de inspiración social y
política con hermosos poemas personales de muy variada temática.
Estamos ante otra de las figuras excepcionales de la poesía escrita en lengua castellana y sus
múltiples facetas han convertido a Neruda en un maestro de poetas de muy diversa índole.