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MARCO AURELIO

Marcus Annius Verus; Roma, 121 - Viena, 181


Emperador y filósofo romano. Perteneciente a una gens española de Roma. Estudió
retórica griega y latina con Herodes Ático y Marco Cornelio Frontón, el cual desde
entonces habría de ser su amigo y consejero espiritual.

Nombrado César en 139 y cónsul en 140 y 145, este último año se casó con su prima
Faustina la Joven, hija de Antonino Pío. Los veintitrés años que duró el reinado
de Antonino Pío se cuentan entre los más prósperos del imperio. Tras su muerte,
Marco Aurelio fue nombrado emperador y se abrió un período enormemente
conflictivo para el imperio, que se vio sacudido por los ataques de los bárbaros,
revueltas populares y varias epidemias. En su relación con los cristianos evitaba la
persecución pero reprimía las manifestaciones públicas de su fe y castigaba a los
fieles que, tras ser denunciados, se negaban a celebrar el culto de la religión
ancestral.

Como emperador se vio obligado desprenderse de parte del patrimonio imperial


ante la necesidad de constituir un ejército de esclavos, gladiadores, extranjeros y
fugitivos y hacer frente a la presión de los bárbaros; así, rechazó a los germanos
hasta más allá del Danubio en el 168, venció a los partos y les arrebató parte de
Mesopotamia (161). Tras la paz general de 175 y la ocupación de una franja de
seguridad al norte del Danubio, admitió en el imperio, por primera vez, a bárbaros
como colonos y soldados. Sin embargo, una revuelta en el norte de Italia determinó
que proscribiera por un tiempo esa práctica. Quebrantada la paz por los bárbaros
en el 177, Marco Aurelio falleció debido a la peste que desde el 166 asolaba el
imperio, y pasó a regir su hijo Cómodo.
Las Meditaciones de Marco Aurelio

Sus textos denotan un tono muy personal, ya que parten de una reflexión íntima y
crítica, y acusan una tendencia a transformar la doctrina en un constante examen
de conciencia.
Las Meditaciones o Pensamientos, es el resultado de reflexiones morales que, ya al
final de su vida, fue dejando por escrito, sin seguir un plan estricto o preestablecido.
Dividida en doce libros y redactada en griego, la obra se basa en una serie de
reflexiones inspiradas por su experiencia cotidiana y deja traslucir la influencia
estoica, en particular la de Epicteto. Su visión del hombre es pesimista, pues
considera que sus pasiones son el factor principal de la corrupción del mundo, por
lo que aconseja perseguir tan sólo aquellos fines que dependan de uno mismo. Es
ilustrativo el hecho de que se inspirara tanto en un esclavo como había sido
Epicteto y que detestara el poder despótico, a cuyo ejercicio él mismo denominó,
irónicamente, «cesarizar».

Meditaciones que el ser humano sabio y virtuoso ha de alejarse tanto de los


recuerdos del pasado como de las expectativas del futuro, por la sencilla razón
de que ambos no existen. El pasado ya no es, el futuro no ha llegado. Por tanto, es
inútil gastar nuestra energía pensando en ellos. Toda nuestra atención ha de estar
en el presente, único tiempo en que tenemos poder. Además, este es el único
modo de proceder acorde a la lógica: no hemos de preocuparnos por el futuro
porque está predeterminado y, aunque quisiéramos, no podríamos cambiarlo.
Debemos abandonarnos a lo que sea que ocurra sin preocuparnos. No sólo
porque sea lo mejor y necesario, sino porque, cuando llegue el momento, lo
abordaremos con la misma entereza y buen juicio que tengamos hoy.
La vida es, por tanto, realmente brevísima. Puesto que no poseemos más que el
ahora, el instante presente, no hemos de perderlo en fantasías o esperanzas.
Todo en la vida estoica –acto, palabra o pensamiento– va encaminado a un fin,
que no es otro que el perfeccionamiento personal. De este
modo, Meditaciones nos persuade de no vivir tratando de adivinar las
consecuencias de nuestros actos. No hemos de buscar fines concretos. Hemos de
actuar bien, buscando la máxima virtud posible… y será lo que tenga que ser. No
son de nuestra incumbencia las consecuencias de nuestros actos, sino de los
dioses que han trazado el plan.

Esta visión, la de comportarnos como actores en una obra escrita por otro,
puede parecer profundamente deprimente para algunos –¡qué clase de vida es
una que carezca de emociones!–, pero se revela exactamente como el estoico la
defiende: libre de dolor. Una existencia profundamente en paz, sin frustraciones
ni preocupaciones. Una docilidad espiritual que sustituye todo eso que altera la
calidad de nuestra vida por una profunda calma. Marco Aurelio lo explica así:

“Cuando busquemos un modelo de vida, fijémonos en una piedra de la playa. Es


batida continuamente por las olas, pero ella permanece inmóvil y tranquila, y al
final, en torno a ella se calman las aguas”.

El pasado ya no es, el futuro no ha llegado. Toda nuestra atención ha de estar en


el presente. Además, el futuro está escrito y, aunque quisiéramos, no podríamos
cambiarlo
Indiferencia ante la muerte

“Los estoicos: Epicteto, Séneca, Marco Aurelio”, de la editorial Nueva Acrópolis.


Incluso ante el trance de la muerte nos convence Marco Aurelio de mantener
nuestro ánimo reposado y en paz.La muerte, lo mismo que la vida y los sucesos
que en ella experimentamos, escapan por completo a nuestro control. ¿Por qué
preocuparnos entonces? La misma llegará cuando deba hacerlo, sea mañana o
dentro de 50 años. No importa.

El sabio reconoce que no es más que una minúscula pieza dentro del gigantesco
tablero de juego del universo. Sabe que, por mucha fama, riqueza o poder que
tenga, pasará al olvido como los millones de seres que vivieron antes que él.
Consciente del minúsculo papel que tiene dentro del plan global elaborado por
los dioses, se limita a vivir su vida mejorándose y aceptando lo que le toca vivir. Y
cuando esta termina, la entrega del mismo modo que la vivió: en paz.

Simplifícate

Podemos observar, por todo lo anterior, que en el libro Marco Aurelio hace una
encendida apuesta por simplificar nuestra existencia. Fuera preocupaciones,
objetivos y dolores. No nos harán vivir mejor y, además, no se adecuan a nuestra
naturaleza humana. Huyamos de los placeres, de los apegos y de las opiniones de
quienes nos rodean. No importan. Todo está trazado ya, incluso para aquellos que
no lo creen.
¿Perder el tiempo discutiendo? ¿Para qué? Si alguien tiene voluntad de oírte,
podrás persuadirlo tranquilamente; si no, aléjate. Tu vida es muy breve,
aprovéchala siendo un hombre de bien.

¿Buscas descanso? No viajes o te refugies en la soledad de la naturaleza. No lo


necesitas, porque existe un lugar donde están todas las respuestas y la paz que
anhelas: tu interior. Esto es así porque tienes en ti mismo la razón, la cualidad
divina que te conecta con el universo. Olvida lo externo, no es importante. Lo
externo no lo puedes controlar, no depende de tu voluntad. Lo único que de
verdad importa es aquello que nadie te puede quitar: tu mente. Domínala y ella
dominará tus acciones, instándote a vivir racionalmente, único objetivo del ser
humano. Todo lo demás te será dado por añadidura.

Lo único que importa es aquello que nadie puede quitarte: tu mente

El buen vivir

“Meditaciones”, de Marco Aurelio, en edición de Cátedra.


De este modo vivir bien es realmente muy fácil. Y precisamente en esa sencillez
está la paz espiritual. No es extraño que el estoicismo encontrara su hueco en los
periodos convulsos de nuestra historia. Muchos han sido los hombres, filósofos o
no, que han tomado los principios de la ética estoica como guía. Frente a otras
escuelas filosóficas que nos cargan con la responsabilidad de nuestra vida,
poniendo sobre nuestras espaldas el peso de todo aquello que nos acontece, el
estoicismo nos ofrece una alternativa liberadora.
¿Filosofía para débiles que quieren escurrir el bulto? Tal vez… si es que podemos
considerar débiles a quienes, como Marco Aurelio o Epicteto, fueron capaces de
alcanzar el máximo dominio de sí mismos, lo cual, por cierto, es algo muy
parecido a ser verdaderamente libre.

En el primero de sus libros, Marco Aurelio recuerda a su familia y a sus maestros,


citando lo que más aprendió de ellos o frases que guiaron su vida por buen
camino. No parece que en el resto del libro se siga un patrón, salvo el último, con
el que termina haciendo una especie de despedida de la vida.

Desde el libro II al XII esta obra contiene meditaciones sobre la condición humana,
la vida, la muerte, el universo, la creación, la moralidad, la fortuna, los valores en
los que las personas deben inspirarse. Marco Aurelio parece encerrarse en sí
mismo con una meditación melancólica, aceptando el peso del imperio como un
triste deber.

Nos dice que debemos de tratar con corrección al otro, asumir que somos seres
sociales, que nos necesitamos y que debemos respetarnos, que hay que escuchar
al otro -tanto las críticas y reproches que nos hagan- que hay que vivir el ahora (ahí
va en la línea de Séneca), que no hay que prestar atención a los que quieren
hacernos daño, que hay que ser mesurados y juiciosos (“Si no es conveniente, no lo
hagas; si no es cierto, no lo digas. Sé dueño de la iniciativa”) hay que aprender de
los maestros y de los prescriptores con humildad. Nos dice que debemos aprender
a domeñar las pasiones de la carne, que nuestra conducta ha de ser intachable, que
hemos de ser correctos en nuestro actuar, que la vida es un soplo y hay que vivir el
presente, haciendo un buen uso de él, sin anhelar riquezas ni glorias venideras.
Entendida la buena fortuna como las buenas inclinaciones del alma, los buenos
impulsos, las buenas acciones.

Venera la capacidad crítica y luego recomienda no opinar, pues así nos evitamos
problemas y afrentas.

Recomienda vivir de acuerdo con la naturaleza, no ser orgulloso (El orgullo bajo la
máscara de modestia es el más lamentable de los orgullos). El hombre está en
manos de los dioses, que son los que nos guían, dice Marco Aurelio, ese dios
interior es la inteligencia y la razón.

Retoma las posiciones estoicas sobre el sentido de impotencia del hombre ante
Dios, y de la superficialidad de las representaciones humanas. Se adecua a las
razones supremas que gobiernan el mundo, en cuanto sabio y filósofo, aun
cuando tiende en este escrito a huir del mundo y de la materialidad de la vida.
Nos muestra que la única vía que le queda al sabio es el volver sobre sí mismo y
de esta manera le da sentido a una existencia individual. La obra gira en torno a
dos o tres ideas muy concretas: la fugacidad de la existencia (algo que se repetirá
en la historia del arte y lo filosofía posteriores con periodicidad); la banalidad de
buscar fama, fortuna o gloria; y la constante introspección para mantenerse en
paz consigo mismo.

Para Marco Aurelio el alma es distinta y separada del cuerpo pero está compuesta
del alma propiamente tal, entendida como espíritu, pneuma, soplo vital y el
intelecto, la sede de la actividad espiritual.
En su rol de emperador, cumple estoicamente su deber en cuanto político, pero
siente la inutilidad y la falta de sentido de acciones que no cambiarán la
irracionalidad que entorpece todo lo humano.

“La vida de un hombre es lo que sus pensamientos hacen de ella.” La actitud es


esencial. La manera de mirar las cosas es fundamental. A veces vendrán cosas
buenas y a veces vendrán cosas malas, y sin embargo los pensamientos son los
que determinarás como vives la vida.

“Nunca discutas con un superior. Corres el riesgo de tener razón.”

De una manera divertida ( no muy propia de él por otro lado) , Marco Aurelio te
indica una verdad esencial. La posibilidad de que alguien agradezca que le
demuestres que está equivocado es muy escasa. Es mucho más probable que
quede resentido contigo.

“Acuérdate en adelante, cada vez que algo te haga estar triste, de recurrir a esta
máxima: que la adversidad no es una desgracia, antes bien, el sufrirla con
grandeza de ánimo es una dicha.”

Si eres capaz de pasar por una circunstancia negativa con entereza, sin debilidad,
sin auto-compadecerte, convertirás algo malo en una fuente de poder y de
conocimiento. Será una forma de forjar tu carácter y hacerte mucho más de lo
que eras antes.

“Es ridículo no intentar evitar tu propia maldad, lo cual es posible, y en cambio


intentar evitar la de los demás, lo cual es imposible.”
Tu capacidad de influir sobre la conducta de los demás es mínima. Sin embargo sí
que tienes mucha más capacidad de influir sobre tu propia conducta. ¿Por qué no
te centras en eso, y dejas de intentar el imposible de hacer que los demás se
comporten de otra manera?

“Recuerdo a los hombres famosos del pasado: Alejandro, Pompeyo, Julio César,
Sócrates, y tantos otros; y me pregunto: Ahora ¿dónde están? ¡Cuánto han
luchado, para luego morir y volverse tierra…! La vida no es sino un río de cosas
que pasan y se pierden. Veo una cosa por un instante, y ya pasó; y otras y otras
pasarán… Pronto me llegará la orden: -Te has embarcado; has navegado; has
llegado; desembarca...”

Hagas lo que hagas. Seas lo poderoso que seas, llegará el momento en que
mueras. Y para la muerte todos somos iguales. Aunque hayas fundado Facebook o
Google o Youtube, aunque hayas conquistado Asia. Serás tan sólo un cadáver.
Esto puede parecerte triste, pero por otro lado es enormemente liberador pensar
que todo lo que deseamos tiene una importancia relativa y temporal. Que nada
debería afectarnos demasiado.

En mi opinión la racionalidad de sus consejos, el sentido común que esconde


detrás de cada idea y la tranquilidad de espíritu que otorga la meditación relajada
acerca de verdades que a todos nos incumben resulta interesante para el lector.
Aunque la lectura es un tanto reiterativa Meditaciones es como una novela de
aventuras: un compendio de reflexiones que, como tales, pueden ser necesarias
en un momento pero no en otro.

Además estos pensamientos que a veces pueden consolarte y a veces no, en todo
momento revelan nuestra fragilidad como seres humanos y el camino a seguir
para evitar que nuestro paso por la vida sea infructuoso.

Lejos de un manual de autoayuda y las frases superficiales que tanto se repiten


hoy día, el emperador romano nos acerca al conocimiento de nosotros mismos a
través de nuestros defectos, de nuestra finitud y de nuestras capacidades. Tarea
nuestra es aprovechar sus conocimientos y crecer como personas.

Una de las partes del libro que más me ha llamado la atención y con la que no estoy
de acuerdo. Es la idea de que nuestra vida está escrita, que lo que te vaya a pasar
no puedes evitarlo, ya que el hilo de tu vida está tejido y ya tiene un final. Considero
que esta idea se contradice al estoicismo que practicaba Marco Aurelio: de que en
todo momento somos libres de elegir. La libertad nos da la facultad de poder elegir
los diferentes caminos que se nos presentan en cada momento de nuestra vida.

Yo creo que puede que haya un destino que diga cuando vas a morir, pero no que
un destino que te diga que vas a hacer hasta que ese día llegue, ya que entonces la
libertad de la que se nos dota no sería más que un espejismo.

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