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Obrerito-Gabriela Mistral

Madre, cuando sea grande, ¡ay…,

qué mozo el que tendrás!

Te levantaré en mis brazos,

como el zonda al herbazal.

O te acostaré en las parvas

o te cargaré hasta el mar

o te subiré las cuestas

te dejaré al umbral.

¿Y qué casal ha de hacerte tu niñito,

tu titán, y qué sombra tan amante

sus aleros van a dar?

Yo te regaré una huerta

y tu falda he de cansar

con las frutas y las frutas

que son mil y que son más.


Mujer, yo hubiera sido tu hijo,

Mujer, yo hubiera sido tu hijo,

por beberte la leche de los senos como de un manantial,

por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte en la risa de oro y


la voz de cristal.

Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte


en los tristes huesos de polvo y cal,

porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la


estrofa,

limpio de todo mal? Cómo sabría amarte, mujer, cómo


sabría amarte,

amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte


más.

Y todavía amarte más y más

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