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Esta práctica, que ha sido prohibida en varios países del mundo como Alemania y Francia,
ya tiene dueños en el país.
Qué es el Fracking
Aunque los defensores de esta actividad han dicho que estos son mitos, el Servicio
Geológico de Estados Unidos, donde más de 15 millones de personas viven a menos de un
kilómetro de un lugar donde se hace fracking, encontró que el número de temblores ha
pasado de 20 a 100 desde octubre de 2013 en estados como Oklahoma y Ohio debido a la
reinyección del agua no reciclable en la tierra que se hace en esta actividad.
La situación en Colombia
En 2012, cuando Juan Gabriel Uribe era ministro de Medio Ambiente, la Contraloría emitió
una advertencia para Minambiente y la Anla sobre los riesgos ambientales de este tipo de
explotación. Aparte de ennumerar estos riesgos, el ente regulador solicitaba, por encima de
todo, que si llegaba a aprobarse esta práctica en el país se hiciera siempre teniendo en
cuenta el medio ambiente y sus necesidades.
Por sus efectos nocivos para el mambiente y la salud de los seres humanos esta actividad ya
recibió una sanción en Estados Unidos que hizo que una petrolera tuviera que pagarle a una
familia, los Parr en Texas, una suma millonaria debido a efectos secundarios como:
hemorragias nasales y sarpullidos. Así mismo, Francia prohibió el fracking del todo,
Australia está en moratoria y República Checa y Bulgaria suspendieron las actividades de
explotación mientras evalúan los daños que estas puedan causar. Lo grave es que el tema no
da para esperas.
Según el Ministerio de Minas y Energía, sin embargo, no hay peligro de que esto suceda en
Colombia gracias a la reglamentación que expidió en marzo de 2014 para la explotación de
yacimientos no convencionales. Para Amylkar Acosta, entonces ministro de Minas y
Energía, “Este ha sido el resultado de un trabajo coordinado entre las distintas instancias
del Gobierno Nacional donde se partió de la base del conocimiento más avanzado para
lograr un reglamento técnico que incentive a la industria, exija los mayores estándares de
calidad, estimule las buenas prácticas y proteja el medio ambiente”. A pesar de esto, la
reglamentación no establece medidas claras para cuidar las aguas ni para asegurar que la
explotación se hará lejos de comunidades que puedan, como la familia Parr en Texas,
presentar efectos secundarios de salud.
En este evento el viceministro de minas y energía, Orlando Cabrales, afirmó que el “sector
de hidrocarburos debe seguir apalancando el desarrollo del país”. Como fruto de esta ronda
el lunes 11 de agosto se sabrá cuáles son las empresas a las que serán adjudicados estos
bloques para usar esta técnica. Estosin que siquiera exista todavía una política pública
sólida que asegure que la explotación se hará sosteniblemente.
Lo que esto deja claro es que, si bien tenemos algunos avances en materia ambiental, no
estamos listos para exponer las cuencas de agua a una presión como la del fracking. Por
ahora los bloques se entregarán a pesar de que varios ambientalistas y ong han pedido al
gobierno que instaure una moratoria igual a la de Australia mientras se termina de elaborar
la debida reglamentación para esta actividad.
El diario británico The Independent publicó Marzo de 2014 un artículo donde mostraba
que esta técnica estaba logrando que Estados Unidos produjera más barriles de petróleo
que Arabia Saudita, mayor productor de petróleo en el mundo. Así mismo, reportó que la
producción de gas se había aumentado a un ritmo tan acelerado que, de seguir así, podría
dejar de depender de Rusia para abastecerse.
Así, esta actividad no solo genera un bien económico evidente, sino que podría incluso
llegar a alterar el orden geopolítico del mundo.
¿Llegó la hora del fracking en
Colombia?
El país debe decidir pronto. La ausencia de nuevos descubrimientos pone en problemas las
prospectivas de autosuficiencia petrolera. Si le dice no al fracking, hay que buscar el
reemplazo de unos US$24.000 millones en exportaciones y por lo menos $10 billones en
ingresos fiscales.
Esto fue posible gracias a una mezcla de factores. En primera instancia, la empresa puso
en marcha un plan de ajuste que se inició durante la administración de Juan Carlos
Echeverry, bajo la batuta de la hoy ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez,
entonces vicepresidente financiera de la compañía. Según Suárez, Ecopetrol enfrentó en ese
momento un duro choque, pues los precios del crudo cayeron a cerca de US$28 el
barril; menos los US$10 de descuento aplicados al crudo colombiano. Eso significa que
la compañía llegó a vender crudo a US$18 el barril.
Todo parece traer buenas noticias para la compañía este año. Sin embargo, esta positiva
situación no puede tapar otra cruda realidad; la compañía y, en general el país, enfrentan
una amenaza latente: el nivel de reservas de crudo es insuficiente y Colombia cuenta
con autosuficiencia petrolera solo para los próximos 5,7 años.
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Si a esto se le suma que la producción viene aumentando, es posible concluir que el nivel
de reservas se podría agotar aún más pronto de lo esperado. Es una realidad: el país ha
fracasado en su esfuerzo por fortalecer su nivel de reservas por la vía de nuevos
descubrimientos, a pesar de que en la última década ha buscado infructuosamente un
nuevo Cusiana.
Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol. Ecopetrol espera invertir US$500 millones en
proyectos piloto de fracking.
Según Rodolfo Guzmán, socio director para las Américas de la firma Arthur D. Little y
experto en materia de hidrocarburos de esta compañía, el país ha perdido tiempo valioso
para fortalecer su posición de reservas.
Advirtió que muy pronto muchos pozos de crudos pesados de los Llanos (la más
importante cuenca de Colombia) alcanzarán su pico de producción. Eso significa que
más temprano que tarde esa cuenca empezará a declinar. De otro lado, las perspectivas de
la cuenca off shore en el norte del país no parecen muy positivas. Esa exploración tiene
enormes presiones económicas y financieras, pues resulta muy costoso sacar los
hidrocarburos a grandes profundidades. Eso hace inviables muchos de esos proyectos en un
escenario de bajos precios del gas, como ocurre actualmente.
Parece ser que el país no ha tomado por los cuernos el debate. La realidad es que si las
cosas no cambian radicalmente en materia de reservas, antes de seis años el país va a
tener que importar combustibles en forma masiva.
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Eso podría implicar, en primera instancia, un golpe para la balanza externa, y agudizaría los
problemas de cuenta corriente que tiene hoy el país. Cabe recordar que para diciembre de
2018 el déficit externo de Colombia volvió por el preocupante nivel de 3,8% del PIB,
lo que ya puso con los pelos de punta a las autoridades económicas.
A esto habría que sumar los problemas que se originarían en materia fiscal. En 2017, el
sector generó $10 billones en regalías e impuestos. Este año solo Ecopetrol girará al
gobierno nacional $8,2 billones por dividendos. Y el presupuesto bianual
de regalías para 2019 y 2020 vale $40 billones. Sin nuevas reservas y con la necesidad de
importar combustibles, el gobierno central y las administraciones locales dejarán de recibir
una enorme cantidad de recursos.
También se agudizaría el problema el costo para los consumidores. De hecho, habría que
importar los combustibles en las condiciones de los mercados internacionales, donde
las volatilidades se han incrementado.
Así las cosas, el país tiene que preguntarse de dónde va a sacar todos esos recursos que
genera la actividad petrolera, si se ve obligado a importar combustibles.
Aquí el debate sobre el fracking adquiere relevancia. Los más pesimistas creen que en la
cuenca del Magdalena Medio hay recursos de hidrocarburos al menos para duplicar las
reservas existentes. Hoy Colombia tiene 2.000 millones de barriles de reservas y con
esos yacimientos podría incorporar desde 2.000 millones hasta 7.000 millones de
barriles nuevos.