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TEORÍA DE GÉNERO
Génesis 3: 16.
PUNTOS DE VISTA.
Eduardo Galeano.
Este ensayo tiene como propósito realizar una reflexión sobre la salud
mental de la mujer desde la perspectiva de género. Con este propósito,
desarrollamos un enfoque de la salud mental de la mujer centrado en la
noción de malestar. Este enfoque es alternativo al tradicional enfoque
centrado en la noción de enfermedad mental, aún hegemónica en el
1Las nociones de bienestar, crisis y malestar que aquí se presentan son bastante
similares a las planteadas por el sociólogo norteamericano Wright Mills en su célebre
libro La imaginación sociológica (1961). A diferencia de Mills, nosotros incorporamos
estas nociones dentro de un punto de vista fenomenológico. De acuerdo con esta
perspectiva, la relación de la persona con su entorno viene determinada no sólo por
las condiciones objetivas en las que ella tiene lugar, sino también por el modo en que
la persona experimenta y percibe esas condiciones. De ahí que denominemos
situación experiencial a las vivencias que el individuo tiene de su entorno.
2Cabe señalar que los trabajos de Foucault se escribieron en su mayor parte en los
años 60s. Sin embargo, la crítica a la psiquiatría era una realidad en Francia antes de
que se publicaran las obras de Foucault. Franco Basaglia (1977), por ejemplo, cita el
caso de la revista Esprit que en 1952 editó un número especial bajo el título de La
miseria de la psiquiatría, en el que colaboraron destacados psiquiatras franceses que
ya entonces estaban comprometidos con la búsqueda de una nueva forma de trato
institucional para el enfermo mental. A lo anterior cabe agregar el trabajo de Erving
Goffman (1961), en los EE.UU., sobre los hospitales psiquiátricos (publicado el mismo
año en que apareció la Historia de la locura en la época clásica, de Michel Foucault),
que influyó notablemente en el movimiento antipsiquiátrico de finales de los años 60s.
En este estudio Goffman describe la "carrera moral" del enfermo mental en sus fases de
pre - internado, internado y ex - internado. El hospital psiquiátrico es concebido aquí
como una "institución total", esto es, una entidad burocrática de carácter "envolvente"
que absorbe el tiempo y los intereses de aquellos que recurren a ella. La "institución
total" determina la conducta de los médicos y del personal técnico que labora en ella,
los mismos que ejercen un poder y control absoluto sobre los pacientes. Estos últimos,
una vez que se son tipificados como "enfermos", pierden el control sobre su propia
vida, que pasa a depender en adelante de sus cuidadores. No obstante, vale la pena
recordar que Goffman no estaba interesado en la crítica y la denuncia de la
institución psiquiátrica. A diferencia de Foucault, su interés era estrictamente
sociológico.
8Nos referimos concretamente a los países del llamado "tercer mundo", como es el
caso nuestro, donde el segmento de niños, adolescentes y jóvenes menores de treinta
años es mayoritario en la estructura demográfica, llegando en algunos casos al 70%.
En el caso de los países europeos, la situación es diferente. Estos países tienden al
envejecimiento en su estructura demográfica. En algunos casos, como en Italia,
Francia, Austria, Países Bajos, Dinamarca, Republica Checa, Portugal, Grecia, Rusia,
11Frases frecuentes en la sesiones de psicoterapia con mujeres adultas sin hijos son las
siguientes: "yo perdí la oportunidad de ser madre por dedicarme al trabajo"; "tuve que
optar entre trabajar o ser ama de casa y opté por lo primero"; "me arrepiento de no
haber tenido hijos", etc. Esta expresiones traslucen un sentimiento de pérdida en estas
mujeres (por lo general, exitosas en su vida profesional) por no haber concretado la
posibilidad de ser madres. Cabe señalar que este padecimiento a menudo se oculta
bajo la imagen de una mujer dominante, que tiene mucha seguridad en todo lo que
dice y hace.
algunas visten a sus hijos varones con ropas de mujeres, etc. Todos estos
comportamientos son típicos de la perversión en la mujer. Para Welldon, la diferencia
fundamental en la acción perversa del hombre y de la mujer radica en el objetivo:
"Mientras que en el caso de los hombres el acto se dirige hacia un objeto parcial
externo, las mujeres lo dirigen hacia ella mismas; bien contra sus cuerpos o contra
objetos de su propia creación, es decir, sus hijos. En ambos casos, cuerpos y bebés son
tratados como objetos-parte" (p. 88). Las madres perversas evitan por todos los medios
la separación/individuación de sus hijos, descargando en ellos sus conflictos, tensiones
y traumas infantiles. Los mismos que, a su vez, les fueron ocasionados por sus
progenitoras.
13Esta situación se torna más precaria aún en una sociedad en la que hipotéticamente
se le da a la mujer mayores opciones y en la que la responsabilidad por el
cumplimiento de las expectativas se traslada al individuo. En efecto, la responsabilidad
por el incumplimiento de los ideales de emancipación en la mujer recae finalmente en
ella misma. Al mismo tiempo que se libera, la mujer ve recaer sobre sus hombros cada
vez más responsabilidades. Esto se profundiza más aún con el desmoronamiento del
orden estatista y el advenimiento de la sociedad de mercado. En este contexto, se
desvanecen las responsabilidades sociales y se acrecienta la responsabilidad
individual. Como señalan Fitoussi y Rosanvallon (1997), hemos entrado a un proceso
caracterizado por la "inversión de la emancipación", en el que tanto hombres como
mujeres experimentan doblemente la nueva forma de "individuación/fragilización" que
caracteriza a nuestras sociedades: "los individuos, debido a que están relativamente
liberados de todas las determinaciones exteriores y más emancipados, están también
más abandonados a sí mismos" (p. 44). Es así como el involucramiento en situaciones
conflictivas se asume, de acuerdo a la distinción propuesta por Mills (1961), más como
un asunto personal que como un problema público. La responsabilidad se transfiere de
las instituciones a las personas. La culpa se interioriza como fracaso personal y los
márgenes del malestar se amplían debido a que los individuos se tornan más sensibles
a los riesgos de su propia individuación. Esta situación la padecen tanto hombres
como mujeres (Fitoussi y Rosanvallon la denominan "malestar identitario"); pero, en el
balance, es la mujer la que más pierde, debido a que tiene que hacerse de nuevas
responsabilidades sin abandonar las anteriores, "propias" de su rol de madre y esposa.
La individuación/fragilización, planteada en estos términos, resulta siendo
problemática para la mujer, porque es fuente de nuevos riesgos y conflictos que
comprometen su salud mental.
15Estacrisis se presenta en la mujer entre los 30-35 años y se prolonga hasta los 50-55
años. Se caracteriza por un sentimiento de pérdida en la mujer: “pérdida de la
juventud con su gracia, vigor y belleza particulares, pérdida de la capacidad de
procreación, pérdida del rol materno a medida que los hijos se alejan, y quizá también
pérdida del rol de esposa cuando el marido muere” (Burin: 1987, p. 90). Estas pérdidas
son asumidas por las mujeres como vacíos existenciales que, bajo la forma de
depresión, activan conductas hostiles dirigidas hacia ellas mismas o hacia sus hijos.
BIBLIOGRAFÍA.