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Revista Boliviana de Derecho

ISSN: 2070-8157
revistarbd@gmail.com
Fundación Iuris Tantum
Bolivia

Parada Vaca, Orlando


COMENTARIOS JURIPRUDENCIALES
Revista Boliviana de Derecho, núm. 2, 2006, pp. 257-261
Fundación Iuris Tantum
Santa Cruz, Bolivia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=427539902011

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Comentarios Juriprudenciales

COMENTARIOS
JURIPRUDENCIALES

Orlando Parada Vaca*

El Efecto Diferido: Potestad o Poder

L as personas somos titulares de derechos subjetivos concretos (poder) y


actuamos siempre buscando la satisfacción de nuestro propio interés. Los
órganos jurisdiccionales no son titulares de derechos subjetivos pero tienen
el poder de actuar atendiendo intereses ajenos; a ese poder para actuar en
beneficio de otro, se le llama potestad.

Por mandato del Art. 223 CPC, tres son los efectos que produce la apelación:
suspensivo, devolutivo y diferido. El primero suspende la competencia del
juez, impidiendo la ejecución de la sentencia o auto definitivo; el segundo
le permite continuar la tramitación del proceso sin perjuicio del recurso; y el
tercero permite que sin perjuicio del cumplimiento de la resolución apelada,
se reserve la concesión de la alzada hasta el estado de una eventual apelación
de la sentencia.

La apelación en el efecto diferido –no prevista en el CPC- se encuentra


regulada en los Arts. 24 y 25 LAPCAF (Ley 1760) y permite que algunas
resoluciones (enumeradas en el Art. 24) puedan ser recurridas en ese efecto,
caso en el cual la parte afectada se limitará a la simple interposición del
recurso reservándose la fundamentación para hacerlo de forma conjunta con
la de una eventual apelación de la sentencia definitiva.

En su génesis la apelación en efecto diferido respondía al principio de


celeridad evitando continuas interrupciones del procedimiento principal
“...empero, de acuerdo a la práctica judicial, esta modalidad ha arrojado
magros resultados prácticos en los procesos, ya que en vez de abreviar
y acelerar el proceso, normalmente lo atrasa;…” (Castellanos Trigo, G.,
Sistema de recursos judiciales, Ed. Alexander, Cochabamba, 2003, p. 66).

Se advierte una aparente contradicción entre el Art. 223 CPC y el Art. 25


LAPCAF. Por el primero, se trataría de una potestad del órgano judicial. Por el
segundo, sería un poder otorgado a la parte afectada.
* Abogado.

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La contradicción a la que aludimos no es resuelta por el Tribunal


Constitucional puesto que en el SC 048/03 –R de 15 de enero, considera
improcedente la concesión de la apelación en el efecto diferido cuando se
resuelve sobre medidas precautorias al tratarse de un auto interlocutorio
simple. De esta manera, la apelación contra la resolución que declare
improbadas cualquiera de las excepciones contenidas en el Art. 336 CPC, al
ser un Auto interlocutorio simple, debe ser concedida en el efecto devolutivo.

Sin embargo, hay veces que el Tribunal asume una posición ambivalente
como en la SC 279/04 –R de 01 de marzo en la que afirma que contra las
excepciones previas que sean declaradas improbadas corresponde apelación
en efecto devolutivo por mandato del Art. 339 CPC; sin embargo, agrega
inmediatamente: “Cabe advertir, por otra parte, que conforme al art. 24.2
LAPCAF, tratándose de autos interlocutorios que resolvieren excepciones
previas procede la apelación en el efecto diferido”.

Por último, en la SC 455/06 –R de 15 de mayo el Tribunal interpreta que


la fundamentación y la respectiva concesión del efecto del recurso es una
potestad del órgano jurisdiccional, entendiendo que la fundamentación a
que hace referencia el Art. 25 –I LAPCAF alude a la resolución en sí y no al
recurso interpuesto: “…concedió la apelación formulada por el recurrente en
el efecto diferido, aplicando lo previsto en los arts. 24.I y 25.I de la LAPCAF,
conforme puede evidenciarse del contenido del referido Auto, reservando su
fundamentación y concesión hasta la eventual apelación de la sentencia…
De cuya Resolución se advierte que la referida autoridad, no incurrió en una
omisión indebida…;”

Dado que el proceso civil se rige por el principio dispositivo, de la lectura


de los Arts. 20 y 25 –I LAPCAF debiera interpretarse que la apelación en el
efecto diferido es un poder o facultad otorgado a las partes, para el caso que
éstas decidieran, por estrategia procesal o por falta del tiempo para preparar y
fundar el recurso, reservarse la fundamentación del recurso hasta el momento
de apelar la sentencia definitiva.

El carácter dispositivo del recurso se evidencia cuando, al no formularse


apelación de la sentencia definitiva o, si al hacerlo, no se fundamenta sobre la
apelación diferida, aquélla se ejecutoria. La parte habrá renunciado a ejercer
ese derecho o, en defecto, lo habrá perdido por preclusión.

El sentido y finalidad de la “reserva” a que hace expresa mención el Art.


25 -1 LAPCAF es el de hacer evidente que la parte afectada no consiente

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ni admite el tenor y contenido de la resolución (AASS 215/2000 de 10 de


octubre y 153/2000 de 11 de julio). Cuando se anuncia de la apelación en
efecto diferido es, precisamente, para evitar la caducidad y preclusión de los
derechos procesales.

Es la parte la que se reserva ese derecho o, dicho de otro modo, conserva


inalterable el derecho de apelar. Éste es el sentido que tienen los Arts. 339
y 340 del código procesal italiano de 1942 de donde se inspira el legislador
boliviano a la hora de instituir el efecto diferido, al igual que gran parte de las
legislaciones procesales de los países sudamericanos como Argentina, Perú,
Colombia y Uruguay.

La finalidad de la norma, entonces, sería la de otorgar mayores


posibilidades de defensa al demandado. No es, creemos, una potestad otorgada
a la jurisdicción para determinar en qué efecto deberá ser concedida una
apelación, supuesto en el cual nos hallaríamos ante una potestad reglada, “en
la que la ley, de manera imperativa establece la actuación que debe desplegar
el agente” (SC 1464/2004-R, J III.1.3). Sólo cuando la parte se limite a la
simple interposición del recurso reservándose la fundamentación para una
eventual apelación de la sentencia, debiera ser concedida la apelación en el
efecto diferido.

Más que un efecto diferido, esto es, una potestad para que el juzgador
se reserve la resolución de los actos impugnados hasta el momento de dictar
sentencia, podría interpretarse que se trata de una fundamentación diferida,
un poder o facultad que tiene la parte de reservarse la fundamentación hasta
el momento de una eventual apelación de la sentencia, evitando la caducidad
o decadencia del derecho a impugnar la resolución que le causa agravio. La
fundamentación sería lo que se difiere y no la resolución del juzgador.

Además, el Art. 339 CPC prescribe que, contra la resolución que declare
improbadas cualquiera de las excepciones contenidas en el Art. 336 CPC,
procederá apelación “sólo en efecto devolutivo”. Esta norma concuerda de
manera armoniosa con el Art. 225 -3 CPC, que ordena la procedencia del
efecto devolutivo ante apelaciones formuladas contra autos interlocutorios
simples.

Se podría objetar que el mencionado Art. 339 CPC fue modificado por el
actual Art. 24 LAPCAF; sin embargo, se debe tener en cuenta que entre las
excepciones previas contenidas en los numerales del 1 al 6 del art. 336 CPC se
encuentra la de incompetencia, que por su propia naturaleza debe ser resuelta
en forma previa a la prosecución del proceso, que en su caso, podrá merecer
recurso de casación (Art. 255 -2 CPC).

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Reposición en Ejecución de Sentencia

Orlando Parada Vaca*

L as personas que recurren a la justicia en busca de tutela de sus derechos


muchas veces ven frustradas sus aspiraciones porque los órganos
jurisdiccionales asumen una posición restrictiva a la hora de interpretar las
normas procesales, olvidando que la finalidad de la norma es la protección
de derechos y no, únicamente, el cumplimiento de formas y solemnidades.
Expresado en otros términos, el objeto del proceso es la efectividad de los
derechos reconocidos por la ley sustantiva (Art. 91 CPC).

En este sentido, la jurisprudencia de la Corte Suprema y del Tribunal


Constitucional consideran que sólo procede apelación -y en el efecto
devolutivo-, contra las resoluciones dictadas en ejecución de sentencia.

Ambos tribunales asumen posiciones restrictivas respeto a la interpretación


del Art. 518 CPC referido a los recursos admisibles en ejecución de sentencia.
La Corte Suprema (AASS Nos. 85/2001, 280/2001 y 01/2002, entre otros)
entiende que “en ejecución de sentencia sólo procede apelación en el efecto
devolutivo”. El Tribunal Constitucional delimita un poco más esa posición al
establecer que “en ejecución de sentencia procede sólo apelación directa y
no la reposición bajo alternativa de apelación” (SSCC 1118/03 –R, 1650/03
–R, 734/05 –R, 080/06 –R y AC 016/06, por todas). Consideramos que dicha
interpretación es contraria a la disposición literal de la norma y, además,
restrictiva para el ejercicio de los derechos, por las razones jurídicas que se
anotan.

El Art. 518 CPC expresa: «Las resoluciones dictadas en ejecución de


sentencia podrán ser apeladas sólo en el efecto devolutivo, sin recurso
ulterior». Tanto la Corte Suprema como el tribunal Constitucional interpretan
que en ejecución de sentencia, «sólo y únicamente» procede apelación en
efecto devolutivo; pero, lo que prescribe el artículo es que «podrá apelarse
pero sólo, en el efecto devolutivo»; esto quiere decir que no prohíbe el uso de
otros recursos.

Si el legislador hubiese tenido la intención de limitar el uso de recursos en


ejecución de sentencia sólo al recurso de apelación, la redacción del artículo
debió expresar que sólo podrán ser apeladas en el efecto devolutivo. Pero
lo que ordena imperativamente la norma es que contra las resoluciones en
* Abogado.

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Comentarios Juriprudenciales

ejecución de sentencia procede apelación pero sólo en el efecto devolutivo.


Es decir, si se apela de una resolución dictada en ejecución de sentencia, el
recurso sólo podrá ser concedido en el efecto devolutivo, no en el suspensivo
ni en el diferido. El espíritu y finalidad de la norma es no interrumpir ni
suspender el proceso de ejecución, pero no el de limitar el uso de los recursos
a las partes.

Entendemos que la norma no impide ni prohíbe que puedan ser utilizados


los otros recursos ordinarios como el de complementación y enmienda
(Art. 196 -2 CPC), el de reposición (Art. 215 CPC), y el de reposición bajo
alternativa de apelación (Art. 216 –II CPC). La limitación está destinada al
efecto en que debe ser concedido el recurso de apelación, el cual sólo podrá
ser concedido en el efecto devolutivo.

Sorprende la posición asumida por el máximo intérprete constitucional que,


en innumerables fallos, viene abogando por la vigencia plena del principio de
favorabilidad, esto es, la norma debe ser interpretada de la manera que más
favorezca a quien reclama la protección de sus derechos.

De la lectura del Art. 213 –II CPC en relación del con Art. 32 CPE, además
de las normas citadas sobre los recursos procesales, creemos que debiera
interpretarse que en ejecución de sentencia, además de la apelación directa
–en el efecto devolutivo-, la ley permite interponer los recursos ordinarios de
complementación, de reposición y de reposición bajo alternativa de apelación.
Primero, porque no existe norma expresa que así lo prohíba y, segundo, porque
debiera buscarse, al interpretar una norma, el sentido que le sea más favorable
al que recurre en busca de protección judicial.

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