Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Según Ruano, 2013 (citado por Guerrero, 2017), la prostitución es practicada desde el siglo VII
a.C. En civilizaciones antiguas nace la prostitución como un oficio vinculado a los cultos
religiosos, donde la practica buscaba mantener los templos donde se congregaban. En Babilonia,
las mujeres denominadas sacerdotisas se dedicaban a la “prostitución sagrada”, eran vistas
como mujeres autónomas que tenían un buen estatus religioso y moral. (Rubio, 1999, citado por
Salmerón, 2011) En Atenas las prostitutas eran denominadas cortesanas, quienes costeaban los
gastos de culto, tiempo después se explota a la mujer en beneficio del Estado para lo cual
crearon las casas públicas o “dicterions”. (Prunés, 1976) En Roma y en todo el Imperio siguieron
las ideas de Atenas, por lo que abundaban los “lupanares” que contribuían a las rentas públicas.
Sus reglamentos que existen aún hoy día, obligaba a las cortesanas a dar su nombre a los Ediles
bajo pena de multa y de destierro y a hacerse inscribir en un registro especial para obtener la
licentia stupri (permiso para ejercer el oficio). (Prunés, 1976) En el cristianismo predominaban
las ideas morales de los paganos: exaltando la continencia, considerando el placer carnal como
un pecado., tolerándolo apenas en el matrimonio. La mujer pública, era mirada hasta entonces
con indiferencia, llega a ser repulsiva y hasta odiosa. Por lo Tanto, no se ejercía la prostitución
como tal debido a este tipo de pensamiento. Por otro lado, las culturas orientales concebían el
sexo desde un punto de vista más orientado hacia el placer y la responsabilidad social. Por lo
que históricamente, no veían el sexo como algo obsceno o pecaminoso, sino más bien como
algo estético y un acercamiento a los dioses. Esto se daba sobre todo en la cultura japonesa. A
pesar de tener esta percepción sobre el sexo por parte de las culturas orientales, se ve
influenciada con gran proporción en función a la religión o corrientes filosóficas. En general la
prostitución no era practicada como tan en estas culturas ya que manejaban creencias o
pensamientos distintos sobre la función que cumplía la mujer en las relaciones sexuales a
diferencia de otras culturas de occidente. (Gimeno, 2012) En 1116 El parlamento Ingles
estableció reglamentos en función a las casas de diversión. Por otra parte, a partir del siglo XVIII
la legislación medieval tolera la prostitución siempre que respete el pudor y no sea fuente de
peligro para el orden en la sociedad. En 1272 en lugares como Venecia y Génova bajo la
protección de un príncipe obispo se establecían casas públicas para la diversión donde las
personas de clases sociales altas elegían a la mujer que desearan. En Amsterdam, las mujeres
que eran etiquetadas como de “mala vida” eran menospreciadas como lo han sido en todas las
épocas. Para impedirles esparcir el libertinaje por toda la ciudad, se les señalaba un barrio
determinado para vivir. Para distinguirlas de las mujeres honradas se las obligaba a vestir trajes
especiales. (Prunés, 1976) Toda esta forma de manejar la prostitución duró dos siglos hasta que
las protestas de la sociedad, por una parte, y los estragos terribles de la sífilis por otra, fueron la
causa de la decadencia de los lupanares o casas públicas y de nuevas tentativas de represión. En
Ginebra, se prohibió la prostitución y se castigó severamente el proxenetismo; se creó un
tribunal especial para la vigilancia de las costumbres. En Prusia se suprimieron los lupanares. En
Francia, se castigaba a todo aquel que tuviera una casa de diversión y abolía "la prostitución
femenina". En el año 1762, en Francia se propone un proyecto de reglamentación de lo más
completo en relación a las casas públicas o baños, que fue impulsado por Restif de la Bretonne,
quién lo llamó Pornographe. En esta obra exponía la creación de prostíbulos modelos en los
cuales serían obligadas a ingresar todas las meretrices del Reino y formarían doce clases según
su estado de juventud o de belleza. Así mismo mencionaba una exposición detallada de la
organización de estos establecimientos. Posterior a la revolución francesa se incrementó un
nuevo reglamento en el que el médico visitaba dos veces por semana a las mujeres de los
prostíbulos e incluso se construyó un hospital en una prisión, llamada Hospital-Prisión de Saint-
Lazare. (Rossiaud, 1986, citado por Salmerón, 2011) En 1864 el parlamento inglés estableció un
acta de enfermedades infecciosas disponiendo el examen local de la mujer por orden del juez,
detención forzada en el hospital en caso de enfermedad y penas contra el que proporcionaba
alojamiento a las prostitutas, pero en 1886 se abolió las actas inglesas porque generaban
discriminación contra la mujer que padecía alguna infección. (Prunés, 1976)
Historia de la prostitución en el Perú
En el Tahuantinsuyo no existió moneda y por ello no podemos hablar de prostitución en el
sentido estricto de la palabra. Sin embargo, el cronista mestizo Garcilaso de la Vega escribe
sobre las pampayrunas. Las llamadas pampayrunas o mitawarmis, como las describe Garcilaso,
son mujeres que habitaban fuera de las ciudades o llaqtas y eran destinadas a tener esa labor y
no podían mezclarse con el resto de la población. Si ellas tenían hijos no podían criarlos”, sostuvo
el historiador Richard Chuhue. Con la conquista llegó la esclavitud, por eso muchos de los
primeros conquistadores llegaron trayendo a sus esclavas moriscas. Se decía que el Perú se
estaba llenando de mujeres que en España tenían “mala vida”. Por eso es que desde los inicios
del siglo XVI se buscó una forma de control para el ingreso de estas mujeres y para que en Lima
tengan un espacio en el que puedan ser recluidas. Sin embargo, Según Richard Chuhue, no solo
pasaba con las moriscas. Muchos amos durante el virreinato abusaban de su poder, ya que en
ese entonces las moriscas eran inducidas a tener contacto sexual y prostituirse. En esta época
el racismo también primó y por ello muchas mujeres indígenas, negras y mestiza fueron
estigmatizadas y quedando así en situación de marginalidad. Como consecuencia, algunas
mujeres se vieron obligadas a ejercer la prostitución de manera clandestina en los alrededores
de la Plaza Mayor de Lima que era el lugar de máxima circulación de personas. Las mujeres se
enmascaraban de vendedoras ambulantes o se ocultaban bajo los mantos característicos de las
“tapadas” y así pasar desapercibidas porque esta forma de vestir lo usaban las mujeres en
general. Para castigar a las mujeres que se dedicaban a la prostitución las autoridades se
apoyaban en la santa inquisición acusándolas de manera falsa de dedicarse a la brujería, esto
era para mujeres que eran asociadas a la “plebe” pero también había mujeres que prestaban
sus servicios a la clase aristocrática que eran descritas como mujeres “blancas”, ellas fueron las
favoritas de los virreyes y de los nobles de Lima y podían cobrar mucho por sus servicios.
(Chuhue, 2018) El callao y el Rímac también fueron focos importantes de la prostitución. En la
época colonial se ve la prostitución como un delito que debía reprimirse. Dos décadas después
se construyó una casa de refugio para las “mujeres públicas”. En el siglo XVIII se intentaron hacer
cambios a partir de las ideas de los ilustrados acerca de las prostitutas, pero ninguna de estas
ideas dio el resultado que se esperaba. En el actual jirón Cayoma y en la zona de la faltriquera
del diablo muy cerca de la actual plaza San Martin surgieron los primeros establecimientos de
comercio sexual. En la segunda mitad del siglo XIX se decía que en Lima había 640 prostitutas
que ejercían su oficio en las posadas o tambos en la periferia de la cuidad. Una de las mandan
más famosas del siglo XX, Mercedes Medrano, tenía un local en el centro de Lima, su local era
muy elegante visitada por empresarios y gente adinerada, se decía que “quién no había visitado
el local de Medrano no era suficientemente varón”. (Chuhue, 2018) En 1900 la prostitución
estaba en crecimiento en Lima y sin ninguna norma que los reglamente, posteriormente en 1905
la policía reglamento que estas casas de tolerancia deberían estar fuera de la cuidad, también
se referían a la sanidad de las mujeres que debían ser reconocidas semanalmente por los
médicos de la policía y estaba prohibido abrir nuevas casas de tolerancia. A finales de la década
del siglo XX, precisamente en 1928 se dispuso la creación de un barrio rojo para controlar la
prostitución, esta zona se le llamo Huatica. En este lugar se crearon bastantes prostíbulos y con
el pasar de los tiempos se hizo conocido especialmente después de la segunda guerra mundial
que incluso era visitado por extranjeros. Huatica estaba organizado por el nivel socioeconómico
y también había un tinte racial. A mediados de la década de 1950 se empezó a cerrar los
prostíbulos de la zona de Huatica, que posteriormente fue trasladado a la zona conocido como
La Floral, que marco un cambio con respecto a Huatica, primero porque las trabajadoras
sexuales en su mayoría venían de provincias y estaban explotadas por proxenetas chilenos,
limeños o japoneses y se hacía más evidente la carga homosexual. Otro cambio es la disposición
espacial para los establecimientos y que se denominó “los corrales”. La Floral fue el primer lugar
donde se ofrecía un servicio sexual completo. Esta zona 10 años después aproximadamente se
cerró este barrio rojo y paralelamente surgieron zonas informales de prostitución, para este
entonces se calculaba que había 30 000 trabajadoras sexuales. Posteriormente surgieron dos
negocios privados. Uno de ellos era conocido como el “5 y 1/2” en Ate, donde se construyeron
hoteles para que las personas que querían disfrutar del placer donde podía acudir en pareja o
solicitar allí una acompañante. El otro negocio era el “trocadero” en el Callao, este era una
edificación, donde la prostitución era clandestina y se dice que en sus mejores momentos
llegaban hasta 2000 personas al día a este edificio. A partir de la década de los 80, estos negocios
comenzaron a decaer por distintos motivos. Así el placer se tornó menos discreto y con el tiempo
las cosas fueron cambiando de modo tal que la prostitución cambio su forma de ser ejercida
hasta la actualidad. Las modalidades para la prostitución ahora se dan en casas de citas,
prostitución callejera, prostíbulos, anuncios por internet, anuncios en periódicos, redes sociales,
entre otros medios. (Martínez, 2018)
DEFINICIÓN
Etimológicamente, prostitución viene del latín prostitutio onis, de prostituere, exponer en
público, poner en venta. Prostitución es el que engloba a las diferentes categorías de
trabajadores sexuales comerciales. Definir la prostitución es más complejo, debido a la amplitud
de definiciones que existen y las diferencias entre ellas dependiendo de la postura que se adopte
frente al fenómeno. Según la Real Academia Española, que define la prostitución de la siguiente
forma: “Actividad a la que se dedica quien mantiene relaciones sexuales con otras personas, a
cambio de dinero” Esta es la definición formal (aséptica) de la palabra a la que dedico este
trabajo. Pero es más que una palabra, también es más que sexo y más que dinero. Son personas,
mujeres en su mayoría, que venden (alquilan, prestan) su cuerpo a otra persona (normalmente
un hombre) a cambio de dinero. (Tubert, 2013). La prostitución es el hecho de que una persona
practique por causa de retribución, cuando generalmente no dispone de ningún otro medio de
subsistencia, relaciones sexuales habituales, constantes y repetidas, con todo el que viene y a la
primera petición, sin escoger ni rechazar su socio, teniendo como objeto principal la ganancia y
no el placer. Otra definición dice que prostitución es la relación sexual en la que media el dinero
como motivo y se realiza con más de una persona. Generalmente la ejercen las mujeres, pero
también hombres y menores, tanto niños como niñas, en forma heterosexual o bien
homosexual. (Trevijano, 2009).
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (como se citó en Trejo y Alvarez, 2007) define
la prostitución o TSC como toda "actividad en la que una persona intercambia servicios sexuales
a cambio de dinero o cualquier otro bien" En general, si nos basamos en una definición básica
de prostitución como la que realiza la Real Academia Española, se podría decir que existen tres
criterios que definen el fenómeno: “el contacto sexual, la remuneración, extendida a no importa
qué beneficio económico, y la naturaleza repetida o habitual de la actividad” La prostitución o
comercio sexual, en algunos países está legalizada y organizada en burdeles, donde es más fácil
que las mujeres puedan ser sometidas a una revisión médica cada cierto tiempo con el fin de
controlar las enfermedades de transmisión sexual. En otros, está prohibida, lo cual provocó que
se recurra al TSC clandestino en salones de masaje, saunas, bares, cafés, etcétera.
Condiciones
De manera tal que la prostitución o Trabajo Sexual Comercial (TSC) es una actividad que exige
como condiciones:
a. Que haya relaciones sexuales, heterosexuales u homosexuales. La creencia habitual es
considerar que sólo puede hablarse de prostitución cuando una mujer ejerce su comercio sexual
con varones. Sin embargo, no debe excluirse el caso de la homosexualidad, en vista de que existe
desde hace tiempo una verdadera profesionalización de este tipo, sobre todo en las grandes
ciudades.
b. Que el acto se realice por una remuneración; no se debe tener en cuenta sólo el pago en
dinero, sino también el que se hace por cualquier otro medio que implique una recompensa
traducida en ventajas materiales.
c. Que los actos sexuales sean frecuentes o habituales con las características mencionadas. d.
Que el acto sexual sea sin selección previa del cliente, ni interés erótico o amoroso personal. e.
Que exista pluralidad de personas con las cuales el acto sexual lucrativo se realiza. 10 Dentro del
campo de la prostitución, existen términos que se los relaciona con ella y que se prestan a
confusión porque involucran la existencia de una serie de personas en la actividad sexual que se
realiza. Así observamos que existen otras formas de manifestación de la actividad sexual
múltiple que pueden estar emparentadas o no con la prostitución y que debemos delimitar. Se
denomina pluralismo sexual a la preferencia y a veces necesidad de algunos individuos por más
de una persona como simultanea o sucesiva compañía para el goce erótico ya sea heterosexual,
homosexual o mixta. La actividad sucesiva se caracteriza por la reiteración de formación y
ruptura de parejas (como ocurre en las personas con divorcios múltiples), mientras que la
actividad simultánea es más característica de la prostitución.
Existen prácticas grupales que pueden estar vinculadas a la prostitución ya que pueden ser
amateurs o profesionales.
• La biandria o bivirismo: es la relación sexual en la que intervienen una mujer y dos hombres.
Cuando el placer consiste en tener relaciones de a tres se conoce como "ménage a trois".
• El triolismo del Francés, trois, tres, es la excitación erótica y la facilitación y el logro del
orgasmo son relativas a, y dependientes del hecho de observar a la propia pareja en alquiler o
préstamo con una tercera persona mientras realizan actividades sexuales incluyendo coito.
Preferencia y simple circunstancia de formar un trío erótico. Es la cohabitación y práctica
libidinal conjunta de tres personas.
Lo más frecuente es la participación de un varón con dos mujeres, en que coincide la tendencia
poligínica varonil con la lésbica y /o la masoquista femenina. Otro trío no excepcional es el
formado por una pareja heterosexual con un "colaborador" anfierótico, realizando una
"partuza", palabra argótica sinónimo de cama redonda y orgía.
• Por último, pueden observarse conductas parafílicas en grupo como por ejemplo el sadismo
grupal, así como ciertas agresiones sexuales como se observa en la violación en grupo
TIPOS DE PROSTITUCIÓN.
La oferta de los servicios sexuales se hace en la calle, también en bares y en clubs. La diversidad
de medios de comunicación amplía la oferta a anuncios en prensa, Internet, también anuncios
en TV (en horario nocturno). Asimismo se realizan servicios a domicilio. Entre los tipos de
prostitución tenemos.
Los burdeles, casas regentadas por una persona, donde puede haber mujeres pero también
hombres (según la orientación sexual de cada cual) y donde existen habitaciones privadas para
atender a los clientes.
La prostitución callejera. Quizás sea la que más nos llegue a las entrañas (reacciones viscerales)
por su visibilidad. Las prostitutas esperan a que el cliente haga el esfuerzo de iniciar el contacto
y la posterior negociación. Las actividades sexuales se realizan dentro del vehículo del cliente,
en algún lugar apartado o en un hotel de mala muerte. Como es evidente, este tipo de
prostitución es la que conlleva un mayor riesgo para las prostitutas, expuestas a ataques de todo
tipo. También es la que conlleva mayores riesgos sanitarios.
La escort. Ofrece su compañía en un lugar o evento determinado (baile, cóctel, boda),
aparentando algún tipo de relación más o menos sentimental para, posteriormente, ofrecer el
servicio sexual.
El gigoló. Es el varón que ofrece sus servicios sexuales a mujeres generalmente mayores que él.
TRATA DE PERSONAS
La trata de personas con fines de explotación sexual es un tipo concreto del delito de trata, en
el que sus víctimas son mayoritariamente mujeres y su objetivo principal es la prostitución. En
algunas ocasiones, algunas de las víctimas (mujeres) que se encuentran en situación de trata
pueden haber accedido a ejercer la prostitución, pero las condiciones en las que se encuentran
no son las acordadas, configurándose una situación de explotación.
Trata de personas a nivel mundial
Actualmente se estima que cada año entre 600,000 y 800,000 hombres, mujeres y menores de
edad de todo el mundo son víctimas de la Trata de Personas en sus diversas modalidades dentro
y fuera de sus países de origen. Estas personas son obligadas a generar riqueza para otros a
través de trabajos forzados en diversas actividades como la prostitución, la minería, la industria,
el trabajo servil o reclutamiento forzoso militar. Estas formas de explotación realizadas en la
gran mayoría de casos en condiciones peligrosas y degradantes reportan aproximadamente
9,500 millones de dólares al año, suma comparable solamente al tráfico de armas y de drogas.
La Organización Internacional de Trabajo-OIT estima por su parte que esta cifra podría ser aún
mayor, pues un estudio del año 2002, calcula que 1,2 millones de niños/as fueron víctimas de
trata o tráfico con fines de explotación laboral o sexual. La gravedad del problema ha hecho que
adquiera gran relevancia tanto a nivel nacional como internacional, no sólo por la violación de
los derechos humanos de las víctimas, sino por la dinámica transnacional y el perfil mafioso de
las organizaciones dedicadas a esta ilícita actividad. (INEI, 2016) En la trata de personas existen
básicamente cinco modalidades: explotación sexual, explotación laboral, mendicidad, tráfico de
niños y tráfico de órganos.
Explotación sexual en el Perú
Entre el 2014 y 2015 fueron rescatados 900 menores, pero la cifra exacta de víctimas es
incalculable. La mayoría son mujeres captadas en el interior del país. En el 2017 el negocio de la
prostitución en el Perú nos ha colocado en el tercer lugar en América Latina -después de México
y Colombia-, con más víctimas de este sistema. Lima, Loreto y Madre de Dios son las zonas en
las que se reportan una mayor cantidad de casos de explotación sexual y trabajo infantil. Según
estadísticas del Ministerio Público, los menores representan el 60% de las víctimas de este
flagelo en nuestro país, donde el 90% son mujeres y en su mayoría provincianas.
Deseo Sexual
El deseo sexual es una emoción, un impulso, una fuerza, una motivación que nos mueve al
encuentro íntimo con otras personas (satisfactor). El deseo, la atracción y el enamoramiento,
forman lo que se conoce como sentimientos sexuales; sentimientos que constituyen un
magnífico patrimonio de la sexualidad humana y que regularán ésta durante toda nuestra vida.
Sentimientos Sexuales: El deseo, la atracción y el enamoramiento, son sentimientos sexuales.
Se relacionan entre sí, aunque se pueden señalar características propias de cada uno:
El Deseo: Es un estado interno que mediatiza la existencia humana y nos impulsa a la búsqueda
de contacto y la interacción sexual. Este sentimiento tiene una fuerte raíz biológica (por lo que,
en la adolescencia, con el aumento y cambios hormonales, se vive muy intensamente), pero el
cómo se vive (se puede controlar, orientar, dar distintos significados) y de qué manera se
satisface (puede llevarnos a buscar satisfacción sexual o no, a desear abrazar y ser abrazado y
acariciado, a tener fantasías, deseo de realizar determinadas conductas sexuales) depende de
muchos factores de tipo personal, relacional y cultural.
La Atracción: Implica deseo, pero se dirige concretamente hacia personas determinadas. Es
cuando al deseo sexual se le pone cara.
El Enamoramiento: El enamoramiento produce un estado de fascinación que nos impulsa a
entregarnos y a desear intensamente que el sentimiento sea correspondido. Toda gira en torno
a esa persona: fantaseamos, nos interesamos por ella, damos lo mejor de nosotras y nosotros.
El deseo sexual se vive de forma diferente de acuerdo al sexo de cada persona, estudios
realizados por la universidad estatal de Florida (Florida State University) comprobaron que los
hombres se excitan con mayor facilidad que las mujeres, ya que tienen muchas fantasías
sexuales. Además, los hombres piensan en sexo al menos una vez al día, por ello se llegó a la
conclusión de que los hombres tienen mayor deseo sexual que las mujeres.
Deseo Sexual En Los Hombres
El deseo sexual en los hombres y las mujeres no están relacionados al mismo tiempo, ya que
cada uno tiene sus necesidades y prioridades, por eso deben verse de forma diferente. El deseo
es lo que mueve la sexualidad de la pareja, cuando este no se encuentra presente o disminuye,
la relación de pareja puede estar en riesgo.
La vida, las hormonas, los sentimientos, el día a día son factores que estimulan o anulan el
deseo sexual.
Factores Que Influyen En El Deseo Sexual De Los Hombres
Los hombres desde la adolescencia tienen mayor disposición para el deseo sexual debido a
que:
- Se excitan con mayor frecuencia.
- Logran tener más fantasías sexuales que las mujeres
- Piensan mucho más en el sexo.
- Tienen mayores motivaciones.
- Están abiertos a repetir los momentos de intimidad con mayor frecuencia.
Los hombres están sometidos a diferentes factores que estimulan o disminuyen el deseo
sexual, según sea el caso entre ellos podemos destacar:
- Edad Y El Deseo Sexual: En los hombres el deseo sexual empieza en la adolescencia, una vez
hecha la primera masturbación, puede mantener una vida sexual activa hasta los 50 años
aproximadamente; a partir de esta edad se puede observar un descenso del deseo sexual
producto del envejecimiento.
- Tiempos En Que Aumenta El Deseo Sexual: Para los hombres, el mejor momento de tener
sexo es en las mañanas pues los niveles de testosterona son mayores a esas horas, de allí la
presencia de las erecciones matutinas que acompañan a los hombres.
- Mantener Buenos Hábitos De Sueño: El sueño reparador influye de forma positiva en el deseo
sexual, ya que dará una mejor respuesta debido al descanso.
- Tiempo de calidad: Los espacios de tiempo que se le brinden a la pareja son vitales en el
mantenimiento y cultivo de la relación y de avivar el deseo sexual de la pareja. Hablar,
comunicarse, compartir momentos a diario son importantes para mantener encendido el deseo
de la relación y en el sexo opuesto.
- Factores Psicológicos: A los hombres no les importa tener relaciones sexuales con una persona
de la que no está enamorada, para ellos resulta más fácil separar entre el deseo sexual, los
sentimientos e incluso las emociones. Para los hombres es importante sentirse involucrados con
la persona con la que tienen relaciones sexuales, pues en esta medida será mayor su deseo
sexual y la satisfacción obtenida luego del acto sexual.
En los hombres, se trata de un deseo interno que nace de ellos mismos. Cualquier momento,
lugar, o situación es buena para tener una relación sexual siempre y cuando su deseo esté en su
máxima expresión.
Siempre están dispuestos a mantener una relación sexual satisfactoria, es por esto que
siempre se habla de los hombres que tienen un mayor deseo sexual, sin embargo, las mujeres
también sienten deseos, pero, a diferencia de los hombres, tienden a canalizarlos y expresarlos
de otras maneras, logrando así que pase desapercibido.
En Mujeres: El deseo femenino es más emocional y se influencia de diversos factores, mientras
que el masculino es más directo y visual
Hasta ahora se ha entendido la respuesta sexual humana desde una perspectiva erótica
fundamentalmente masculina, donde lo esencial es el logro del orgasmo”. De ahí que se haya
entendido que la sexualidad deba seguir un modelo lineal típicamente masculino, mientras que
la respuesta femenina tiende a seguir un modelo circular en que intervienen aspectos físicos,
emocionales y cognitivos
Teniendo en consideración estos criterios, conviene precisar lo que deben considerarse como
trastornos de deseo en tanto que disfunción sexual. Así, las alteraciones del deseo que se
producen como consecuencia de un trastorno mayor, como por ejemplo la depresión endógena
o diversas formas de psicosis, no deben ser consideradas como un trastorno psicosexual.
Tampoco lo consideraríamos cuando el bajo deseo sexual es secundario a otra disfunción sexual.
Es evidente que la repetida exposición a situaciones sexualmente frustrantes puede terminar
inhibiendo el deseo. En estos casos sería contraindicado priorizar una terapia de tipo psicosexual
respecto al tratamiento específico del trastorno mayor.
La aversión sexual tampoco debe ser considerada como un trastorno del deseo puesto que lo
que predomina en esta dificultad es la evitación fóbica del encuentro sexual, más que un
trastorno específico del deseo que podría ser secundario a la fobia.
Variantes Clínicas De Los Trastornos Del Deseo
Las variantes clínicas del deseo sexual se derivan de los criterios esgrimidas anteriormente.
Desde el punto de vista estructural se puede considerar que las dificultades con el deseo
preexisten antes de la interacción con otra persona. Las alteraciones pueden aparecer
atendiendo a la frecuencia e intensidad y a la orientación. En función de la frecuencia e
intensidad, el deseo puede ser: a) hipoactivo, b) hiperactivo. En función de la orientación, una
organización disfuncional del deseo erótico se produce cuando la capacidad de regulación
emocional del mismo fracasa, derivando el deseo erótico a objetos o situaciones inadecuadas.
En este caso poseen un carácter más estructural. Desde el punto de vista relacional las
alteraciones en el deseo sexual pueden aparecer como un efecto del sistema de relación de
pareja. En este caso cabe considerar el deseo erótico como una fase del ciclo psicofisiológico de
la respuesta sexual. La alteración se produce en el ámbito de la relación compartida y no el
ámbito más íntimo y personal.
Un segundo nivel de análisis corresponde a cuatro dimensiones funcionales descritas por
diversos autores e integradas en el «Sistema integrado tipológico funcional» propuesto por
Carrobles (1991); nos referimos a las dimensiones, temporal, etiológica, situacional y grado de
severidad.
De ellas nos parece importante subrayar la que hace referencia al nivel de situacionalidad, que
en los trastornos del deseo tiene un significado especial, como veremos en la aproximación
etiológica. Las variantes clínicas del deseo sexual son:
• Deseo sexual hiperactivo o exacerbado. Se caracteriza por una alta frecuencia de fantasías y
de apetencia de mantener relaciones sexuales. Puede llevar asociada una elevada frecuencia de
masturbación o una búsqueda obsesiva de relaciones sexuales compartidas. La alta frecuencia
solo debe ser considerada un trastorno en la medida en que suponga una clara alteración o
desestabilización de la vida ordinaria. Puede ocasionar dificultades de concentración y escapa al
control voluntario por parte del sujeto.
• Deseo sexual hipoactivo. Para comprenderlo es necesario tener en cuenta la dimensión
etiológica. Cuando el deseo sexual hipoactivo se debe a factores no psicógenos, o es la causa de
trastornos de origen orgánico, como disgenesias gonadales, trastornos endocrinos, o bien es la
consecuencia de enfermedades mentales como algunas formas de psicosis o de depresión, que
tiene una especial incidencia en el de seo sexual, etc., entonces lo denominamos, sin más, deseo
sexual hipoactivo. Cuando el origen es psicógeno, es decir, se debe a factores
fundamentalmente psicológicos convenientemente diagnosticados, es entonces cuando lo
denominaremos Deseo Sexual Inhibido. Siguiendo a Kaplan, se propone estas aclaraciones
conceptuales: – DSH (Deseo sexual hipoactivo): Cuando no se ha determinado la etiología de la
disminución del deseo (Kaplan, 1979). En estos casos cabe sospechar una base orgánica que
debe ser diagnosticada con técnicas endocrinas apropiadas. – DSI (Deseo sexual inhibido):
Situaciones de deseo erótico anormalmente bajas en las que se ha hecho un diagnóstico
etiológico, es decir, cuando se ha establecido que el deseo sexual está inhibido por factores
psicógenos. (Kaplan, 1979).
Etiología
Causas De Naturaleza Orgánica
El papel jugado por factores orgánicos en los trastornos del deseo es bastante controvertido;
los resultados de las investigaciones son inconsistentes y, en ocasiones, contradictorias (Rosen
y Leiblum, 1995). En cualquier caso, el papel de las hormonas sobre el comportamiento sexual
está mejor explicado que los circuitos sexuales cerebrales. Existe bastante evidencia de que la
testosterona es, especialmente, la hormona del deseo. Bancroft (1982) observó la diferencia
entre las erecciones nocturnas involuntarias (TNP) y las provocadas como respuesta a estímulos
externos a través de imágenes eróticas. Las primeras se relacionarían con la noción de
motivación, interés, deseo sexual, y las segundas con la ejecución de la respuesta sexual. Los
hombres hipogonádicos se caracterizan por un bajo nivel de testosterona, cuyas consecuencias
se manifiestan en un bajo nivel de deseo sexual y baja frecuencia en TNP. La aplicación de
testosterona provoca un aumento de las fantasías e interés sexual, al tiempo que aumentan las
TNP. En la comparación con los grupos de control correspondientes, estos autores comprobaron
que el aumento de testosterona incidió sobre la motivación sexual, mientras que no influyó en
las erecciones debidas a estimulación externa. Estos resultados sugieren que las erecciones
nocturnas involuntarias son la expresión de las manifestaciones neurológicas del deseo
reforzándose la hipótesis según la cual los andrógenos están más relacionados con el deseo que
con el funcionamiento sexual mismo.
Cabría pensar, por tanto, que los niveles androgénicos podrían estar en la base de los trastornos
del deseo. Sin embargo, esta hipótesis tan solo obtiene apoyo empírico en hombres
hipogonádicos. Schiavi, SchreinerEngel, White, Mandeli (1988) evaluaron los niveles de
hormonas pituitarias y gonadales, así como TNP en un grupo de 17 hombres físicamente sanos,
pero con bajo deseo sexual, utilizando grupo de control de otros 17 hombres y emparejados
según la edad. El grupo experimental obtuvo unos niveles de testosterona en plasma
significativamente inferiores respecto al grupo control. También se halló una significativa
correlación entre el nivel de testosterona en plasma y un índice general de severidad del deseo
sexual hipoactivo. Además, encontraron una fuerte asociación entre la amplitud y duración de
las TNP y el grado dificultad en la erección en el grupo experimental. En general, y considerando
diferentes estudios, existe evidencia empírica de que las personas, tanto hombres como
mujeres, con niveles bajos de testosterona en plasma cursan con deseo sexual hipoactivo y
responden positivamente al tratamiento de restitución de andrógenos (Rosen y Leiblum, 1995).
Sin embargo, si bien parece ser cierto que las personas hipogonádicas padecen de un nivel
reducido de deseo sexual, también lo es que la inmensa mayoría de las personas que presentan
como queja la inapetencia o bajo interés por la actividad sexual no presentan ninguna dificultad
endocrina, por lo que la investigación etiológica debe apuntarse en otro sentido.
Causas Debidas A Factores Psicológicos
LoPiccolo propuso en 1989 un conjunto de posibles causas que sucintamente se exponen a
continuación:
Ortodoxia religiosa, personalidad anhedonia, dificultades con la identidad de género, fobias o
aversiones sexuales específicas, miedo a la pérdida de control en la excitación sexual,
alteraciones sexuales enmascaradas, causas orgánicas de origen neuroendocrino, dificultades
debidas a conflictos en el sistema de pareja, dudas respecto a la pareja, miedo a la intimidad,
interferencias respecto a la vinculación afectiva. Vistas todas estas causas, las podemos
organizar en los siguientes grupos.
a) Causas individuales o intrapsíquicas.
b) Causas relacionales o sistémicas.
c) Causas exógenas debidas a factores ambientales.
Causas individuales o intrapsíquicas.
Gran parte de la literatura científica sobre las causas psicológicas de los trastornos del deseo ha
sido desarrollada fundamentalmente por clínicos que, de forma inductiva, han ido estableciendo
una diversidad de causas de los trastornos del deseo, siendo analizadas desde los respectivos
marcos teóricos.
Resultan de gran interés los argumentos basados en la etología que propuso Kaplan, en
particular la interpretación que desarrolló sobre el deseo sexual inhibido situacional y el miedo
a la intimidad como una de las posibles causas de la inhibición. Ella aporta una interpretación de
corte psicodinámico; sin embargo, a la luz de las nuevas aportaciones basadas en la teoría del
apego, podemos retomar sus criterios y plantear, en cierto modo, una reinterpretación.
Desde un punto de vista adaptativo, el cerebro da prioridad al dolor antes que al placer, puesto
que la supervivencia individual tendría preferencia sobre la reproducción; por ello, el impulso
sexual se inhibe fácilmente ante situaciones de peligro en cualquier especie. El fundamento de
esta inhibición radica en la incompatibilidad existente entre los mecanismos que producen la
activación necesaria para el ataque o la huida, de carácter supervivencial, con aquellos
compatibles con la motivación sexual. En este sentido, Kaplan indica que: «… los centros
sexuales que tienen valor adaptativo son también la base biológica para la inhibición neurótica
del deseo» (Kaplan, 1979). El deseo sexual se inhibe porque se ponen en marcha mecanismos
que dan prioridad a unas acciones u otras en función de una jerarquía establecida.
En consecuencia, desde un punto de vista psicológico, las situaciones percibidas como peligrosas
o inseguras pueden inhibir el deseo sexual. Dicha inhibición es adaptativa cuando responde a un
peligro real o se da en situaciones donde la aparición del deseo sexual es incompatible con otras
actividades, o inadaptada si responde a una percepción de riesgo irreal o subjetiva. En el ser
humano el deseo sexual se podría inhibir cuando el contexto donde debiera surgir —siendo este
el que contiene la situación potencialmente deseable—, fuese percibido por diversas razones
como psicológicamente peligroso e inseguro. Según Kaplan, lo que ocurre es que el sistema
sexual se desactiva, por ello no responde a los inductores que susci-tan el erotismo y, en
consecuencia, no se produce el estado emocional del deseo. Por diversas razones, que
indicaremos posteriormente, la aparición del deseo sexual puede entrar en conflicto con otras
instancias personales, o con el contexto. La desactivación del sistema neurofisiológico sexual se
produce, en opinión de Kaplan, como una defensa ante la angustia, siendo la inhibición absoluta
del deseo su máxima gravedad.
Los trabajos de Bozman y Beck (1991) han dado apoyo empírico a la presente formulación. Estos
autores encontraron que, exponiendo a los participantes de su investigación a situaciones
eróticas y sobre ellas, a momentos de angustia y ansiedad, la excitación fue significativamente
mayor que el deseo en la condición de angustia, mientras que en la condición de ansiedad no se
notaron diferencias significativas entre activación y deseo. En la condición de control, el deseo
fue significativamente mayor que la excitación. Así, las medidas de excitación y deseo mostraron
patrones opuestos entre el grupo expuesto a la angustia y el grupo de control. Los datos
indicaron que el deseo sexual y la excitación son dos procesos distintos, tal y como predijo
originalmente Kaplan. Sus datos no responden a la cuestión de si el deseo precede a la
activación, sin embargo demostraron que la excitación y el deseo operan de forma diferente en
laboratorio. Esta interpretación de la inhibición del deseo sexual se observa con mayor claridad
en la variante situacional del mismo. La situacionalidad indica el contexto que se percibe como
psicológicamente inseguro y es ahí donde se produce la desactivación. El deseo surgirá en otros
contextos que se detecten como seguros. Una persona podría inhibir su deseo sexual,
paradójicamente, ante otras que responden al prototipo erótico derivado de su propia
configuración in-terna, cuando uno/a percibe la situación de interacción con el otro/a como
insegura debido a una autopercepción de desmerecimiento, o a la hipervaloración de la
competencia del otro/a. Semejante situación podría resolverse cuando el deseo se activa en
situaciones percibidas como seguras, por ejemplo ante personas más «asequibles»
psicológicamente, respecto a variables tales como el nivel sociocultural, variables de
personalidad, etc. Se podría así interpretar la situación en la que algunas personas no responden
eróticamente hacia sus iguales y acaban relacionándose con personas inferiores en cuanto
estatus. Un ejemplo más conflictivo se encuentra en aquellas personas que, siendo incapaces
de sentirse motivados sexualmente por personas de su entorno, utilizan la prostitución como
recurso habitual. En este caso el anonimato, o la desvinculación de la actividad sexual de
cualquier manifestación de afectividad o de vinculación, podrían generar una situación de
«seguridad».
El Papel De Los Neurotransmisores
Existe la hipótesis de que las hormonas testiculares FL, LH influyen sobre el comportamiento
sexual mediante la interacción de los neurotransmisores que actúan como mediadores de los
impulsos neuronales en los circuitos sexuales. La serotonina actúa como inhibidor y la dopamina
como estimulante de los centros sexuales del cerebro.
Los objetos estimulantes del deseo pondrían en funcionamiento los circuitos sexuales
liberando determinadas sustancias que activaran el deseo. Los objetos del deseo en el complejo
comportamiento humano están muy sometidos a la experiencia y es muy difícil distinguir entre
las bases biológicas y experienciales o, en todo caso, determinar las interacciones entre ambas.
El deseo sexual está mantenido por dos tipos de neurotransmisores:
a) Las Indolaminas:
La serotonina
Es un neurotransmisor implicado en una serie de conductas como por ejemplo el ciclo de vigilia-
sueño, que son sumamente vitales para el organismo. Los sistemas catecolaminérgicos del
hipotálamo intervienen en la mayoría de los comportamientos de apetencia, incluido el deseo
erótico.
b) Las Catecolaminas:
La dopamina
Uno de los neurotransmisores más conocidos, porque está implicado en las conductas adictivas
y es la causante de las sensaciones placenteras. Se asocia con el placer y sensación de relajación
Al ser también esencial para el correcto funcionamiento del sistema nervioso central, lleva a
cabo un papel que es clave en la conducta humana, es por esto que se le da el nombre
de neurotransmisor de la felicidad.
Noradrenalina
La adrenalina está implicada en distintas funciones del cerebro y se relaciona con la motivación,
la ira o el placer sexual. También se encarga de la regulación del estado anímico la excitación
física y mental
Adrenalina
La adrenalina es un neurotransmisor que desencadena mecanismos de supervivencia, pues se
asocia a las situaciones en las que tenemos que estar alerta.
Cumple tanto funciones fisiológicas (como la regulación de la presión arterial o del ritmo
respiratorio y la dilatación de las pupilas) como psicológicas (mantenernos en alerta y ser más
sensibles ante cualquier estímulo).
MASTURBACION