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HISTORIA DE LA PROSTITUCIÓN

Según Ruano, 2013 (citado por Guerrero, 2017), la prostitución es practicada desde el siglo VII
a.C. En civilizaciones antiguas nace la prostitución como un oficio vinculado a los cultos
religiosos, donde la practica buscaba mantener los templos donde se congregaban. En Babilonia,
las mujeres denominadas sacerdotisas se dedicaban a la “prostitución sagrada”, eran vistas
como mujeres autónomas que tenían un buen estatus religioso y moral. (Rubio, 1999, citado por
Salmerón, 2011) En Atenas las prostitutas eran denominadas cortesanas, quienes costeaban los
gastos de culto, tiempo después se explota a la mujer en beneficio del Estado para lo cual
crearon las casas públicas o “dicterions”. (Prunés, 1976) En Roma y en todo el Imperio siguieron
las ideas de Atenas, por lo que abundaban los “lupanares” que contribuían a las rentas públicas.
Sus reglamentos que existen aún hoy día, obligaba a las cortesanas a dar su nombre a los Ediles
bajo pena de multa y de destierro y a hacerse inscribir en un registro especial para obtener la
licentia stupri (permiso para ejercer el oficio). (Prunés, 1976) En el cristianismo predominaban
las ideas morales de los paganos: exaltando la continencia, considerando el placer carnal como
un pecado., tolerándolo apenas en el matrimonio. La mujer pública, era mirada hasta entonces
con indiferencia, llega a ser repulsiva y hasta odiosa. Por lo Tanto, no se ejercía la prostitución
como tal debido a este tipo de pensamiento. Por otro lado, las culturas orientales concebían el
sexo desde un punto de vista más orientado hacia el placer y la responsabilidad social. Por lo
que históricamente, no veían el sexo como algo obsceno o pecaminoso, sino más bien como
algo estético y un acercamiento a los dioses. Esto se daba sobre todo en la cultura japonesa. A
pesar de tener esta percepción sobre el sexo por parte de las culturas orientales, se ve
influenciada con gran proporción en función a la religión o corrientes filosóficas. En general la
prostitución no era practicada como tan en estas culturas ya que manejaban creencias o
pensamientos distintos sobre la función que cumplía la mujer en las relaciones sexuales a
diferencia de otras culturas de occidente. (Gimeno, 2012) En 1116 El parlamento Ingles
estableció reglamentos en función a las casas de diversión. Por otra parte, a partir del siglo XVIII
la legislación medieval tolera la prostitución siempre que respete el pudor y no sea fuente de
peligro para el orden en la sociedad. En 1272 en lugares como Venecia y Génova bajo la
protección de un príncipe obispo se establecían casas públicas para la diversión donde las
personas de clases sociales altas elegían a la mujer que desearan. En Amsterdam, las mujeres
que eran etiquetadas como de “mala vida” eran menospreciadas como lo han sido en todas las
épocas. Para impedirles esparcir el libertinaje por toda la ciudad, se les señalaba un barrio
determinado para vivir. Para distinguirlas de las mujeres honradas se las obligaba a vestir trajes
especiales. (Prunés, 1976) Toda esta forma de manejar la prostitución duró dos siglos hasta que
las protestas de la sociedad, por una parte, y los estragos terribles de la sífilis por otra, fueron la
causa de la decadencia de los lupanares o casas públicas y de nuevas tentativas de represión. En
Ginebra, se prohibió la prostitución y se castigó severamente el proxenetismo; se creó un
tribunal especial para la vigilancia de las costumbres. En Prusia se suprimieron los lupanares. En
Francia, se castigaba a todo aquel que tuviera una casa de diversión y abolía "la prostitución
femenina". En el año 1762, en Francia se propone un proyecto de reglamentación de lo más
completo en relación a las casas públicas o baños, que fue impulsado por Restif de la Bretonne,
quién lo llamó Pornographe. En esta obra exponía la creación de prostíbulos modelos en los
cuales serían obligadas a ingresar todas las meretrices del Reino y formarían doce clases según
su estado de juventud o de belleza. Así mismo mencionaba una exposición detallada de la
organización de estos establecimientos. Posterior a la revolución francesa se incrementó un
nuevo reglamento en el que el médico visitaba dos veces por semana a las mujeres de los
prostíbulos e incluso se construyó un hospital en una prisión, llamada Hospital-Prisión de Saint-
Lazare. (Rossiaud, 1986, citado por Salmerón, 2011) En 1864 el parlamento inglés estableció un
acta de enfermedades infecciosas disponiendo el examen local de la mujer por orden del juez,
detención forzada en el hospital en caso de enfermedad y penas contra el que proporcionaba
alojamiento a las prostitutas, pero en 1886 se abolió las actas inglesas porque generaban
discriminación contra la mujer que padecía alguna infección. (Prunés, 1976)
Historia de la prostitución en el Perú
En el Tahuantinsuyo no existió moneda y por ello no podemos hablar de prostitución en el
sentido estricto de la palabra. Sin embargo, el cronista mestizo Garcilaso de la Vega escribe
sobre las pampayrunas. Las llamadas pampayrunas o mitawarmis, como las describe Garcilaso,
son mujeres que habitaban fuera de las ciudades o llaqtas y eran destinadas a tener esa labor y
no podían mezclarse con el resto de la población. Si ellas tenían hijos no podían criarlos”, sostuvo
el historiador Richard Chuhue. Con la conquista llegó la esclavitud, por eso muchos de los
primeros conquistadores llegaron trayendo a sus esclavas moriscas. Se decía que el Perú se
estaba llenando de mujeres que en España tenían “mala vida”. Por eso es que desde los inicios
del siglo XVI se buscó una forma de control para el ingreso de estas mujeres y para que en Lima
tengan un espacio en el que puedan ser recluidas. Sin embargo, Según Richard Chuhue, no solo
pasaba con las moriscas. Muchos amos durante el virreinato abusaban de su poder, ya que en
ese entonces las moriscas eran inducidas a tener contacto sexual y prostituirse. En esta época
el racismo también primó y por ello muchas mujeres indígenas, negras y mestiza fueron
estigmatizadas y quedando así en situación de marginalidad. Como consecuencia, algunas
mujeres se vieron obligadas a ejercer la prostitución de manera clandestina en los alrededores
de la Plaza Mayor de Lima que era el lugar de máxima circulación de personas. Las mujeres se
enmascaraban de vendedoras ambulantes o se ocultaban bajo los mantos característicos de las
“tapadas” y así pasar desapercibidas porque esta forma de vestir lo usaban las mujeres en
general. Para castigar a las mujeres que se dedicaban a la prostitución las autoridades se
apoyaban en la santa inquisición acusándolas de manera falsa de dedicarse a la brujería, esto
era para mujeres que eran asociadas a la “plebe” pero también había mujeres que prestaban
sus servicios a la clase aristocrática que eran descritas como mujeres “blancas”, ellas fueron las
favoritas de los virreyes y de los nobles de Lima y podían cobrar mucho por sus servicios.
(Chuhue, 2018) El callao y el Rímac también fueron focos importantes de la prostitución. En la
época colonial se ve la prostitución como un delito que debía reprimirse. Dos décadas después
se construyó una casa de refugio para las “mujeres públicas”. En el siglo XVIII se intentaron hacer
cambios a partir de las ideas de los ilustrados acerca de las prostitutas, pero ninguna de estas
ideas dio el resultado que se esperaba. En el actual jirón Cayoma y en la zona de la faltriquera
del diablo muy cerca de la actual plaza San Martin surgieron los primeros establecimientos de
comercio sexual. En la segunda mitad del siglo XIX se decía que en Lima había 640 prostitutas
que ejercían su oficio en las posadas o tambos en la periferia de la cuidad. Una de las mandan
más famosas del siglo XX, Mercedes Medrano, tenía un local en el centro de Lima, su local era
muy elegante visitada por empresarios y gente adinerada, se decía que “quién no había visitado
el local de Medrano no era suficientemente varón”. (Chuhue, 2018) En 1900 la prostitución
estaba en crecimiento en Lima y sin ninguna norma que los reglamente, posteriormente en 1905
la policía reglamento que estas casas de tolerancia deberían estar fuera de la cuidad, también
se referían a la sanidad de las mujeres que debían ser reconocidas semanalmente por los
médicos de la policía y estaba prohibido abrir nuevas casas de tolerancia. A finales de la década
del siglo XX, precisamente en 1928 se dispuso la creación de un barrio rojo para controlar la
prostitución, esta zona se le llamo Huatica. En este lugar se crearon bastantes prostíbulos y con
el pasar de los tiempos se hizo conocido especialmente después de la segunda guerra mundial
que incluso era visitado por extranjeros. Huatica estaba organizado por el nivel socioeconómico
y también había un tinte racial. A mediados de la década de 1950 se empezó a cerrar los
prostíbulos de la zona de Huatica, que posteriormente fue trasladado a la zona conocido como
La Floral, que marco un cambio con respecto a Huatica, primero porque las trabajadoras
sexuales en su mayoría venían de provincias y estaban explotadas por proxenetas chilenos,
limeños o japoneses y se hacía más evidente la carga homosexual. Otro cambio es la disposición
espacial para los establecimientos y que se denominó “los corrales”. La Floral fue el primer lugar
donde se ofrecía un servicio sexual completo. Esta zona 10 años después aproximadamente se
cerró este barrio rojo y paralelamente surgieron zonas informales de prostitución, para este
entonces se calculaba que había 30 000 trabajadoras sexuales. Posteriormente surgieron dos
negocios privados. Uno de ellos era conocido como el “5 y 1/2” en Ate, donde se construyeron
hoteles para que las personas que querían disfrutar del placer donde podía acudir en pareja o
solicitar allí una acompañante. El otro negocio era el “trocadero” en el Callao, este era una
edificación, donde la prostitución era clandestina y se dice que en sus mejores momentos
llegaban hasta 2000 personas al día a este edificio. A partir de la década de los 80, estos negocios
comenzaron a decaer por distintos motivos. Así el placer se tornó menos discreto y con el tiempo
las cosas fueron cambiando de modo tal que la prostitución cambio su forma de ser ejercida
hasta la actualidad. Las modalidades para la prostitución ahora se dan en casas de citas,
prostitución callejera, prostíbulos, anuncios por internet, anuncios en periódicos, redes sociales,
entre otros medios. (Martínez, 2018)
DEFINICIÓN
Etimológicamente, prostitución viene del latín prostitutio onis, de prostituere, exponer en
público, poner en venta. Prostitución es el que engloba a las diferentes categorías de
trabajadores sexuales comerciales. Definir la prostitución es más complejo, debido a la amplitud
de definiciones que existen y las diferencias entre ellas dependiendo de la postura que se adopte
frente al fenómeno. Según la Real Academia Española, que define la prostitución de la siguiente
forma: “Actividad a la que se dedica quien mantiene relaciones sexuales con otras personas, a
cambio de dinero” Esta es la definición formal (aséptica) de la palabra a la que dedico este
trabajo. Pero es más que una palabra, también es más que sexo y más que dinero. Son personas,
mujeres en su mayoría, que venden (alquilan, prestan) su cuerpo a otra persona (normalmente
un hombre) a cambio de dinero. (Tubert, 2013). La prostitución es el hecho de que una persona
practique por causa de retribución, cuando generalmente no dispone de ningún otro medio de
subsistencia, relaciones sexuales habituales, constantes y repetidas, con todo el que viene y a la
primera petición, sin escoger ni rechazar su socio, teniendo como objeto principal la ganancia y
no el placer. Otra definición dice que prostitución es la relación sexual en la que media el dinero
como motivo y se realiza con más de una persona. Generalmente la ejercen las mujeres, pero
también hombres y menores, tanto niños como niñas, en forma heterosexual o bien
homosexual. (Trevijano, 2009).
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (como se citó en Trejo y Alvarez, 2007) define
la prostitución o TSC como toda "actividad en la que una persona intercambia servicios sexuales
a cambio de dinero o cualquier otro bien" En general, si nos basamos en una definición básica
de prostitución como la que realiza la Real Academia Española, se podría decir que existen tres
criterios que definen el fenómeno: “el contacto sexual, la remuneración, extendida a no importa
qué beneficio económico, y la naturaleza repetida o habitual de la actividad” La prostitución o
comercio sexual, en algunos países está legalizada y organizada en burdeles, donde es más fácil
que las mujeres puedan ser sometidas a una revisión médica cada cierto tiempo con el fin de
controlar las enfermedades de transmisión sexual. En otros, está prohibida, lo cual provocó que
se recurra al TSC clandestino en salones de masaje, saunas, bares, cafés, etcétera.
Condiciones
De manera tal que la prostitución o Trabajo Sexual Comercial (TSC) es una actividad que exige
como condiciones:
a. Que haya relaciones sexuales, heterosexuales u homosexuales. La creencia habitual es
considerar que sólo puede hablarse de prostitución cuando una mujer ejerce su comercio sexual
con varones. Sin embargo, no debe excluirse el caso de la homosexualidad, en vista de que existe
desde hace tiempo una verdadera profesionalización de este tipo, sobre todo en las grandes
ciudades.
b. Que el acto se realice por una remuneración; no se debe tener en cuenta sólo el pago en
dinero, sino también el que se hace por cualquier otro medio que implique una recompensa
traducida en ventajas materiales.
c. Que los actos sexuales sean frecuentes o habituales con las características mencionadas. d.
Que el acto sexual sea sin selección previa del cliente, ni interés erótico o amoroso personal. e.
Que exista pluralidad de personas con las cuales el acto sexual lucrativo se realiza. 10 Dentro del
campo de la prostitución, existen términos que se los relaciona con ella y que se prestan a
confusión porque involucran la existencia de una serie de personas en la actividad sexual que se
realiza. Así observamos que existen otras formas de manifestación de la actividad sexual
múltiple que pueden estar emparentadas o no con la prostitución y que debemos delimitar. Se
denomina pluralismo sexual a la preferencia y a veces necesidad de algunos individuos por más
de una persona como simultanea o sucesiva compañía para el goce erótico ya sea heterosexual,
homosexual o mixta. La actividad sucesiva se caracteriza por la reiteración de formación y
ruptura de parejas (como ocurre en las personas con divorcios múltiples), mientras que la
actividad simultánea es más característica de la prostitución.
Existen prácticas grupales que pueden estar vinculadas a la prostitución ya que pueden ser
amateurs o profesionales.
• La biandria o bivirismo: es la relación sexual en la que intervienen una mujer y dos hombres.
Cuando el placer consiste en tener relaciones de a tres se conoce como "ménage a trois".
• El triolismo del Francés, trois, tres, es la excitación erótica y la facilitación y el logro del
orgasmo son relativas a, y dependientes del hecho de observar a la propia pareja en alquiler o
préstamo con una tercera persona mientras realizan actividades sexuales incluyendo coito.
Preferencia y simple circunstancia de formar un trío erótico. Es la cohabitación y práctica
libidinal conjunta de tres personas.
Lo más frecuente es la participación de un varón con dos mujeres, en que coincide la tendencia
poligínica varonil con la lésbica y /o la masoquista femenina. Otro trío no excepcional es el
formado por una pareja heterosexual con un "colaborador" anfierótico, realizando una
"partuza", palabra argótica sinónimo de cama redonda y orgía.
• Por último, pueden observarse conductas parafílicas en grupo como por ejemplo el sadismo
grupal, así como ciertas agresiones sexuales como se observa en la violación en grupo
TIPOS DE PROSTITUCIÓN.
La oferta de los servicios sexuales se hace en la calle, también en bares y en clubs. La diversidad
de medios de comunicación amplía la oferta a anuncios en prensa, Internet, también anuncios
en TV (en horario nocturno). Asimismo se realizan servicios a domicilio. Entre los tipos de
prostitución tenemos.
Los burdeles, casas regentadas por una persona, donde puede haber mujeres pero también
hombres (según la orientación sexual de cada cual) y donde existen habitaciones privadas para
atender a los clientes.
La prostitución callejera. Quizás sea la que más nos llegue a las entrañas (reacciones viscerales)
por su visibilidad. Las prostitutas esperan a que el cliente haga el esfuerzo de iniciar el contacto
y la posterior negociación. Las actividades sexuales se realizan dentro del vehículo del cliente,
en algún lugar apartado o en un hotel de mala muerte. Como es evidente, este tipo de
prostitución es la que conlleva un mayor riesgo para las prostitutas, expuestas a ataques de todo
tipo. También es la que conlleva mayores riesgos sanitarios.
La escort. Ofrece su compañía en un lugar o evento determinado (baile, cóctel, boda),
aparentando algún tipo de relación más o menos sentimental para, posteriormente, ofrecer el
servicio sexual.
El gigoló. Es el varón que ofrece sus servicios sexuales a mujeres generalmente mayores que él.
TRATA DE PERSONAS
La trata de personas con fines de explotación sexual es un tipo concreto del delito de trata, en
el que sus víctimas son mayoritariamente mujeres y su objetivo principal es la prostitución. En
algunas ocasiones, algunas de las víctimas (mujeres) que se encuentran en situación de trata
pueden haber accedido a ejercer la prostitución, pero las condiciones en las que se encuentran
no son las acordadas, configurándose una situación de explotación.
Trata de personas a nivel mundial
Actualmente se estima que cada año entre 600,000 y 800,000 hombres, mujeres y menores de
edad de todo el mundo son víctimas de la Trata de Personas en sus diversas modalidades dentro
y fuera de sus países de origen. Estas personas son obligadas a generar riqueza para otros a
través de trabajos forzados en diversas actividades como la prostitución, la minería, la industria,
el trabajo servil o reclutamiento forzoso militar. Estas formas de explotación realizadas en la
gran mayoría de casos en condiciones peligrosas y degradantes reportan aproximadamente
9,500 millones de dólares al año, suma comparable solamente al tráfico de armas y de drogas.
La Organización Internacional de Trabajo-OIT estima por su parte que esta cifra podría ser aún
mayor, pues un estudio del año 2002, calcula que 1,2 millones de niños/as fueron víctimas de
trata o tráfico con fines de explotación laboral o sexual. La gravedad del problema ha hecho que
adquiera gran relevancia tanto a nivel nacional como internacional, no sólo por la violación de
los derechos humanos de las víctimas, sino por la dinámica transnacional y el perfil mafioso de
las organizaciones dedicadas a esta ilícita actividad. (INEI, 2016) En la trata de personas existen
básicamente cinco modalidades: explotación sexual, explotación laboral, mendicidad, tráfico de
niños y tráfico de órganos.
Explotación sexual en el Perú
Entre el 2014 y 2015 fueron rescatados 900 menores, pero la cifra exacta de víctimas es
incalculable. La mayoría son mujeres captadas en el interior del país. En el 2017 el negocio de la
prostitución en el Perú nos ha colocado en el tercer lugar en América Latina -después de México
y Colombia-, con más víctimas de este sistema. Lima, Loreto y Madre de Dios son las zonas en
las que se reportan una mayor cantidad de casos de explotación sexual y trabajo infantil. Según
estadísticas del Ministerio Público, los menores representan el 60% de las víctimas de este
flagelo en nuestro país, donde el 90% son mujeres y en su mayoría provincianas.

Deseo Sexual

El deseo sexual es una emoción, un impulso, una fuerza, una motivación que nos mueve al
encuentro íntimo con otras personas (satisfactor). El deseo, la atracción y el enamoramiento,
forman lo que se conoce como sentimientos sexuales; sentimientos que constituyen un
magnífico patrimonio de la sexualidad humana y que regularán ésta durante toda nuestra vida.
Sentimientos Sexuales: El deseo, la atracción y el enamoramiento, son sentimientos sexuales.
Se relacionan entre sí, aunque se pueden señalar características propias de cada uno:
El Deseo: Es un estado interno que mediatiza la existencia humana y nos impulsa a la búsqueda
de contacto y la interacción sexual. Este sentimiento tiene una fuerte raíz biológica (por lo que,
en la adolescencia, con el aumento y cambios hormonales, se vive muy intensamente), pero el
cómo se vive (se puede controlar, orientar, dar distintos significados) y de qué manera se
satisface (puede llevarnos a buscar satisfacción sexual o no, a desear abrazar y ser abrazado y
acariciado, a tener fantasías, deseo de realizar determinadas conductas sexuales) depende de
muchos factores de tipo personal, relacional y cultural.
La Atracción: Implica deseo, pero se dirige concretamente hacia personas determinadas. Es
cuando al deseo sexual se le pone cara.
El Enamoramiento: El enamoramiento produce un estado de fascinación que nos impulsa a
entregarnos y a desear intensamente que el sentimiento sea correspondido. Toda gira en torno
a esa persona: fantaseamos, nos interesamos por ella, damos lo mejor de nosotras y nosotros.
El deseo sexual se vive de forma diferente de acuerdo al sexo de cada persona, estudios
realizados por la universidad estatal de Florida (Florida State University) comprobaron que los
hombres se excitan con mayor facilidad que las mujeres, ya que tienen muchas fantasías
sexuales. Además, los hombres piensan en sexo al menos una vez al día, por ello se llegó a la
conclusión de que los hombres tienen mayor deseo sexual que las mujeres.
Deseo Sexual En Los Hombres
El deseo sexual en los hombres y las mujeres no están relacionados al mismo tiempo, ya que
cada uno tiene sus necesidades y prioridades, por eso deben verse de forma diferente. El deseo
es lo que mueve la sexualidad de la pareja, cuando este no se encuentra presente o disminuye,
la relación de pareja puede estar en riesgo.
La vida, las hormonas, los sentimientos, el día a día son factores que estimulan o anulan el
deseo sexual.
Factores Que Influyen En El Deseo Sexual De Los Hombres
Los hombres desde la adolescencia tienen mayor disposición para el deseo sexual debido a
que:
- Se excitan con mayor frecuencia.
- Logran tener más fantasías sexuales que las mujeres
- Piensan mucho más en el sexo.
- Tienen mayores motivaciones.
- Están abiertos a repetir los momentos de intimidad con mayor frecuencia.
Los hombres están sometidos a diferentes factores que estimulan o disminuyen el deseo
sexual, según sea el caso entre ellos podemos destacar:
- Edad Y El Deseo Sexual: En los hombres el deseo sexual empieza en la adolescencia, una vez
hecha la primera masturbación, puede mantener una vida sexual activa hasta los 50 años
aproximadamente; a partir de esta edad se puede observar un descenso del deseo sexual
producto del envejecimiento.
- Tiempos En Que Aumenta El Deseo Sexual: Para los hombres, el mejor momento de tener
sexo es en las mañanas pues los niveles de testosterona son mayores a esas horas, de allí la
presencia de las erecciones matutinas que acompañan a los hombres.
- Mantener Buenos Hábitos De Sueño: El sueño reparador influye de forma positiva en el deseo
sexual, ya que dará una mejor respuesta debido al descanso.
- Tiempo de calidad: Los espacios de tiempo que se le brinden a la pareja son vitales en el
mantenimiento y cultivo de la relación y de avivar el deseo sexual de la pareja. Hablar,
comunicarse, compartir momentos a diario son importantes para mantener encendido el deseo
de la relación y en el sexo opuesto.
- Factores Psicológicos: A los hombres no les importa tener relaciones sexuales con una persona
de la que no está enamorada, para ellos resulta más fácil separar entre el deseo sexual, los
sentimientos e incluso las emociones. Para los hombres es importante sentirse involucrados con
la persona con la que tienen relaciones sexuales, pues en esta medida será mayor su deseo
sexual y la satisfacción obtenida luego del acto sexual.
En los hombres, se trata de un deseo interno que nace de ellos mismos. Cualquier momento,
lugar, o situación es buena para tener una relación sexual siempre y cuando su deseo esté en su
máxima expresión.
Siempre están dispuestos a mantener una relación sexual satisfactoria, es por esto que
siempre se habla de los hombres que tienen un mayor deseo sexual, sin embargo, las mujeres
también sienten deseos, pero, a diferencia de los hombres, tienden a canalizarlos y expresarlos
de otras maneras, logrando así que pase desapercibido.
En Mujeres: El deseo femenino es más emocional y se influencia de diversos factores, mientras
que el masculino es más directo y visual
Hasta ahora se ha entendido la respuesta sexual humana desde una perspectiva erótica
fundamentalmente masculina, donde lo esencial es el logro del orgasmo”. De ahí que se haya
entendido que la sexualidad deba seguir un modelo lineal típicamente masculino, mientras que
la respuesta femenina tiende a seguir un modelo circular en que intervienen aspectos físicos,
emocionales y cognitivos

El Cerebro Y El Deseo Sexual


Determinantes Anatomo-Fisiológicos: Los centros del cerebro que regulan el deseo erótico
consisten en una red de núcleos y circuitos neuronales. Existen centros de activación y de
inhibición que están localizados en el sistema límbico con importantes núcleos en el hipotálamo
y en la región pre óptica. Estas estructuras han sido suficientemente contrastadas en los estudios
acerca del comportamiento sexual animal, por ello es razonable pensar que desempeñen un
papel similar en la sexualidad humana. El hipotálamo es una de las estructuras más directamente
implicadas en el control de la conducta sexual. En él se pueden localizar zonas cuya estimulación
provoca un incremento de la conducta sexual. En experimentos con animales se comprueba que
la estimulación en la «zona preóptica» provoca el incremento de la motivación sexual, su
desaparición la hace desaparecer. Cuando posteriormente se administra testosterona, esta no
se recupera. Parece lógico pensar que en esta zona preóptica y la «zona anterior» del
hipotálamo se hallan áreas importantes que regulan el deseo sexual. Sin embargo, algunos
autores mantendrían que esta zona regularía la conducta sexual de los machos mientras que los
de las hembras estarían en la «zona ventromedial». Por otro lado, cuando se destruyen los
núcleos de la «zona caudal» hipotalámica, fundamentalmente los cuerpos mamilares, se
observa un incremento de la conducta sexual, por lo que se podría deducir que esta zona
controla los impulsos inhibitorios de los comportamientos sexuales. Los estudios de LeVay
(1993) destacan la importancia de los núcleos hipotalámicos INAH 1, 2 y 3, especialmente el 3,
en la regulación del deseo sexual. La participación del hipotálamo en la conducta sexual es
evidente y muy relevante; mucho más si se tiene en cuenta que es el órgano controlador del
sistema endocrino. Sin embargo, debido a las innumerables conexiones que existen en esta zona
se hace bastante difícil establecer con claridad cuál es la exacta significación de cada región
respecto a la conducta sexual globalmente considerada. En general se puede aceptar que las
zonas anterior y preóptica están implicadas en la conducta sexual como facilitadora de la misma,
tanto en machos como en hembras. La zona posterior podría jugar un papel inhibidor de dicha
conducta. El sistema límbico es una de las zonas más antiguas del cerebro que interviene en la
supervivencia y en la reproducción. Es un sistema que aparece ya en los vertebrados primitivos
y se encuentra de manera similar en el ser humano. Aunque pueda parecer que está sumamente
integrado en el cerebro y podría pensarse que ha sido superado, sin embargo, su influencia es
relevante y abarca el sustrato biológico de la experiencia emocional y sexual. El «sistema sexual»
cerebral tiene amplias conexiones con el resto del cerebro y parece ser que tiene relaciones
importantes con las áreas del placer y del dolor (Kaplan, 1979).
Según Bancroft (1983), en el interior del cerebro y probablemente al nivel de la médula espinal,
existiría un «sustrato» neurofisiológico dependiente de los andrógenos y correspondiente de
una parte, al deseo sexual y de otra a las erecciones espontáneas nocturnas: «Sistema Central
de Excitabilidad»; además de este sistema general de excitabilidad, unas vías nerviosas
independientes de los andrógenos determinarían erecciones por estimulación externa.
Podemos resumir las aportaciones de Bancroft respecto a las reacciones sexuales nocturnas de
la siguiente manera: Las erecciones nocturnas se emplean para el diagnóstico de dificultades de
erección con relación al origen psicógeno u orgánico de las mismas. Bancroft, junto a Wund
demostraron que existen diferencias entre las erecciones nocturnas espontáneas y las debidas
a estímulos visuales. Las tumescencias nocturnas (TNP) dependen de los andrógenos; se
debilitan en los hombres que carecen de testosterona y mejoran con la inyección de esta
hormona. En cambio, las erecciones de respuesta a películas eróticas no son afectadas por la
disminución o el aumento de la dosis de andrógenos inyectada. Sin embargo puede también
utilizarse como indicador para analizar el deseo en la medida en que en las personas con bajo
deseo sexual se registraban menor cantidad de TNP. Bancroft encontró que las erecciones
nocturnas involuntarias responden directamente a la acción de la testosterona y se asocian a la
motivación sexual, mientras que las erecciones debidas a la estimulación externa visual
dependen de otras estructuras, estando más relacionadas con la función ejecutiva de la
respuesta sexual, es decir, con la excitación.
Trastornos Del Deseo
Muchas de las dificultades sexuales se producen como respuestas defensivas a exigencias del
sistema relacional en el que se producen. En este ámbito, las alteraciones del deseo erótico
están más ligadas al ciclo psicofisiológico de la respuesta sexual en la que el deseo erótico es
una fase que constituye una entidad neurofisiológica específica1 (Kaplan, 1979). Por tanto, el
deseo sexual inhibido, o hiperactivo cuando este se refiere a discrepancias de actividad sexual
con la pareja, podrían denotar dificultades más bien sistémicas que estructurales. Sin embargo,
cuando la alteración del deseo erótico aparece de un modo sistémico, recordemos que el
sistema de pareja está alimentado por dos psicologías individuales. Resultan de interés las
aportaciones Antonio Fuertes (1995), quien indica que para la comprensión de las dificultades
con el deseo erótico deben considerarse los siguientes criterios:
Frecuencia. Este criterio hace referencia tanto a la alta como a la baja frecuencia de la aparición
de la experiencia emocional subjetiva del deseo erótico. No debe confundirse con la frecuencia
de actividad sexual puesto que la experiencia clínica indica que una frecuencia moderada e
incluso alta de conductas sexuales en el seno de la pareja puede concurrir con un deseo sexual
hipoactivo. Es necesario valorar también la frecuencia de aparición de activación del deseo en
forma de fantasías eróticas que no se plasman en comportamientos concretos. Se deberá
valorar en este apartado la activación del deseo en cuanto a la iniciación de la actividad sexual,
así como del grado de receptividad respecto a los inductores eróticos.
Intensidad. Las dificultades respecto al deseo pueden aparecer bien por defecto (deseo sexual
hipoactivo), bien por exceso (deseo sexual hiperactivo o exacerbado). La valoración de la
intensidad debe hacerse tanto en el ámbito individual, como en el sistémico de interacción
erótica. En función de la experiencia clínica, se debe prestar particular atención a la presencia y
a la intensidad del deseo durante el ciclo psicofisiológico de respuesta sexual.
Orientación del deseo. El deseo sexual puede orientarse en función de dos dimensiones: la
heteroerótica y la homoerótica. En función de la combinación de ambas dimensiones las
personas podrían configurar su deseo erótico. El deseo sexual podría también ser dirigido a
intereses sexuales especiales, objetos no humanos, situaciones o comportamientos específicos,
todo ello dentro de la más absoluta normalidad. Sin embargo, el deseo erótico se puede alterar
en función de su orientación cuando este se proyecta hacia objetos inusuales como son las
parafilias. La valoración del grado de trastorno o patología debe ser prudente, puesto que no
existe una línea explícita de lo adecuado o inadecuado de determinados comportamientos
sexuales. No obstante, existe un amplio consenso en la consideración de que las parafilias deben
ser consideradas como alteraciones, siempre y cuando respondan a los criterios de exclusividad
y compulsión en relación con la regulación del deseo erótico, alteren gravemente el equilibrio
personal o atenten contra personas que no consienten.

Teniendo en consideración estos criterios, conviene precisar lo que deben considerarse como
trastornos de deseo en tanto que disfunción sexual. Así, las alteraciones del deseo que se
producen como consecuencia de un trastorno mayor, como por ejemplo la depresión endógena
o diversas formas de psicosis, no deben ser consideradas como un trastorno psicosexual.
Tampoco lo consideraríamos cuando el bajo deseo sexual es secundario a otra disfunción sexual.
Es evidente que la repetida exposición a situaciones sexualmente frustrantes puede terminar
inhibiendo el deseo. En estos casos sería contraindicado priorizar una terapia de tipo psicosexual
respecto al tratamiento específico del trastorno mayor.
La aversión sexual tampoco debe ser considerada como un trastorno del deseo puesto que lo
que predomina en esta dificultad es la evitación fóbica del encuentro sexual, más que un
trastorno específico del deseo que podría ser secundario a la fobia.
Variantes Clínicas De Los Trastornos Del Deseo
Las variantes clínicas del deseo sexual se derivan de los criterios esgrimidas anteriormente.
Desde el punto de vista estructural se puede considerar que las dificultades con el deseo
preexisten antes de la interacción con otra persona. Las alteraciones pueden aparecer
atendiendo a la frecuencia e intensidad y a la orientación. En función de la frecuencia e
intensidad, el deseo puede ser: a) hipoactivo, b) hiperactivo. En función de la orientación, una
organización disfuncional del deseo erótico se produce cuando la capacidad de regulación
emocional del mismo fracasa, derivando el deseo erótico a objetos o situaciones inadecuadas.
En este caso poseen un carácter más estructural. Desde el punto de vista relacional las
alteraciones en el deseo sexual pueden aparecer como un efecto del sistema de relación de
pareja. En este caso cabe considerar el deseo erótico como una fase del ciclo psicofisiológico de
la respuesta sexual. La alteración se produce en el ámbito de la relación compartida y no el
ámbito más íntimo y personal.
Un segundo nivel de análisis corresponde a cuatro dimensiones funcionales descritas por
diversos autores e integradas en el «Sistema integrado tipológico funcional» propuesto por
Carrobles (1991); nos referimos a las dimensiones, temporal, etiológica, situacional y grado de
severidad.
De ellas nos parece importante subrayar la que hace referencia al nivel de situacionalidad, que
en los trastornos del deseo tiene un significado especial, como veremos en la aproximación
etiológica. Las variantes clínicas del deseo sexual son:
• Deseo sexual hiperactivo o exacerbado. Se caracteriza por una alta frecuencia de fantasías y
de apetencia de mantener relaciones sexuales. Puede llevar asociada una elevada frecuencia de
masturbación o una búsqueda obsesiva de relaciones sexuales compartidas. La alta frecuencia
solo debe ser considerada un trastorno en la medida en que suponga una clara alteración o
desestabilización de la vida ordinaria. Puede ocasionar dificultades de concentración y escapa al
control voluntario por parte del sujeto.
• Deseo sexual hipoactivo. Para comprenderlo es necesario tener en cuenta la dimensión
etiológica. Cuando el deseo sexual hipoactivo se debe a factores no psicógenos, o es la causa de
trastornos de origen orgánico, como disgenesias gonadales, trastornos endocrinos, o bien es la
consecuencia de enfermedades mentales como algunas formas de psicosis o de depresión, que
tiene una especial incidencia en el de seo sexual, etc., entonces lo denominamos, sin más, deseo
sexual hipoactivo. Cuando el origen es psicógeno, es decir, se debe a factores
fundamentalmente psicológicos convenientemente diagnosticados, es entonces cuando lo
denominaremos Deseo Sexual Inhibido. Siguiendo a Kaplan, se propone estas aclaraciones
conceptuales: – DSH (Deseo sexual hipoactivo): Cuando no se ha determinado la etiología de la
disminución del deseo (Kaplan, 1979). En estos casos cabe sospechar una base orgánica que
debe ser diagnosticada con técnicas endocrinas apropiadas. – DSI (Deseo sexual inhibido):
Situaciones de deseo erótico anormalmente bajas en las que se ha hecho un diagnóstico
etiológico, es decir, cuando se ha establecido que el deseo sexual está inhibido por factores
psicógenos. (Kaplan, 1979).
Etiología
Causas De Naturaleza Orgánica
El papel jugado por factores orgánicos en los trastornos del deseo es bastante controvertido;
los resultados de las investigaciones son inconsistentes y, en ocasiones, contradictorias (Rosen
y Leiblum, 1995). En cualquier caso, el papel de las hormonas sobre el comportamiento sexual
está mejor explicado que los circuitos sexuales cerebrales. Existe bastante evidencia de que la
testosterona es, especialmente, la hormona del deseo. Bancroft (1982) observó la diferencia
entre las erecciones nocturnas involuntarias (TNP) y las provocadas como respuesta a estímulos
externos a través de imágenes eróticas. Las primeras se relacionarían con la noción de
motivación, interés, deseo sexual, y las segundas con la ejecución de la respuesta sexual. Los
hombres hipogonádicos se caracterizan por un bajo nivel de testosterona, cuyas consecuencias
se manifiestan en un bajo nivel de deseo sexual y baja frecuencia en TNP. La aplicación de
testosterona provoca un aumento de las fantasías e interés sexual, al tiempo que aumentan las
TNP. En la comparación con los grupos de control correspondientes, estos autores comprobaron
que el aumento de testosterona incidió sobre la motivación sexual, mientras que no influyó en
las erecciones debidas a estimulación externa. Estos resultados sugieren que las erecciones
nocturnas involuntarias son la expresión de las manifestaciones neurológicas del deseo
reforzándose la hipótesis según la cual los andrógenos están más relacionados con el deseo que
con el funcionamiento sexual mismo.
Cabría pensar, por tanto, que los niveles androgénicos podrían estar en la base de los trastornos
del deseo. Sin embargo, esta hipótesis tan solo obtiene apoyo empírico en hombres
hipogonádicos. Schiavi, SchreinerEngel, White, Mandeli (1988) evaluaron los niveles de
hormonas pituitarias y gonadales, así como TNP en un grupo de 17 hombres físicamente sanos,
pero con bajo deseo sexual, utilizando grupo de control de otros 17 hombres y emparejados
según la edad. El grupo experimental obtuvo unos niveles de testosterona en plasma
significativamente inferiores respecto al grupo control. También se halló una significativa
correlación entre el nivel de testosterona en plasma y un índice general de severidad del deseo
sexual hipoactivo. Además, encontraron una fuerte asociación entre la amplitud y duración de
las TNP y el grado dificultad en la erección en el grupo experimental. En general, y considerando
diferentes estudios, existe evidencia empírica de que las personas, tanto hombres como
mujeres, con niveles bajos de testosterona en plasma cursan con deseo sexual hipoactivo y
responden positivamente al tratamiento de restitución de andrógenos (Rosen y Leiblum, 1995).
Sin embargo, si bien parece ser cierto que las personas hipogonádicas padecen de un nivel
reducido de deseo sexual, también lo es que la inmensa mayoría de las personas que presentan
como queja la inapetencia o bajo interés por la actividad sexual no presentan ninguna dificultad
endocrina, por lo que la investigación etiológica debe apuntarse en otro sentido.
Causas Debidas A Factores Psicológicos
LoPiccolo propuso en 1989 un conjunto de posibles causas que sucintamente se exponen a
continuación:
Ortodoxia religiosa, personalidad anhedonia, dificultades con la identidad de género, fobias o
aversiones sexuales específicas, miedo a la pérdida de control en la excitación sexual,
alteraciones sexuales enmascaradas, causas orgánicas de origen neuroendocrino, dificultades
debidas a conflictos en el sistema de pareja, dudas respecto a la pareja, miedo a la intimidad,
interferencias respecto a la vinculación afectiva. Vistas todas estas causas, las podemos
organizar en los siguientes grupos.
a) Causas individuales o intrapsíquicas.
b) Causas relacionales o sistémicas.
c) Causas exógenas debidas a factores ambientales.
Causas individuales o intrapsíquicas.
Gran parte de la literatura científica sobre las causas psicológicas de los trastornos del deseo ha
sido desarrollada fundamentalmente por clínicos que, de forma inductiva, han ido estableciendo
una diversidad de causas de los trastornos del deseo, siendo analizadas desde los respectivos
marcos teóricos.
Resultan de gran interés los argumentos basados en la etología que propuso Kaplan, en
particular la interpretación que desarrolló sobre el deseo sexual inhibido situacional y el miedo
a la intimidad como una de las posibles causas de la inhibición. Ella aporta una interpretación de
corte psicodinámico; sin embargo, a la luz de las nuevas aportaciones basadas en la teoría del
apego, podemos retomar sus criterios y plantear, en cierto modo, una reinterpretación.
Desde un punto de vista adaptativo, el cerebro da prioridad al dolor antes que al placer, puesto
que la supervivencia individual tendría preferencia sobre la reproducción; por ello, el impulso
sexual se inhibe fácilmente ante situaciones de peligro en cualquier especie. El fundamento de
esta inhibición radica en la incompatibilidad existente entre los mecanismos que producen la
activación necesaria para el ataque o la huida, de carácter supervivencial, con aquellos
compatibles con la motivación sexual. En este sentido, Kaplan indica que: «… los centros
sexuales que tienen valor adaptativo son también la base biológica para la inhibición neurótica
del deseo» (Kaplan, 1979). El deseo sexual se inhibe porque se ponen en marcha mecanismos
que dan prioridad a unas acciones u otras en función de una jerarquía establecida.
En consecuencia, desde un punto de vista psicológico, las situaciones percibidas como peligrosas
o inseguras pueden inhibir el deseo sexual. Dicha inhibición es adaptativa cuando responde a un
peligro real o se da en situaciones donde la aparición del deseo sexual es incompatible con otras
actividades, o inadaptada si responde a una percepción de riesgo irreal o subjetiva. En el ser
humano el deseo sexual se podría inhibir cuando el contexto donde debiera surgir —siendo este
el que contiene la situación potencialmente deseable—, fuese percibido por diversas razones
como psicológicamente peligroso e inseguro. Según Kaplan, lo que ocurre es que el sistema
sexual se desactiva, por ello no responde a los inductores que susci-tan el erotismo y, en
consecuencia, no se produce el estado emocional del deseo. Por diversas razones, que
indicaremos posteriormente, la aparición del deseo sexual puede entrar en conflicto con otras
instancias personales, o con el contexto. La desactivación del sistema neurofisiológico sexual se
produce, en opinión de Kaplan, como una defensa ante la angustia, siendo la inhibición absoluta
del deseo su máxima gravedad.
Los trabajos de Bozman y Beck (1991) han dado apoyo empírico a la presente formulación. Estos
autores encontraron que, exponiendo a los participantes de su investigación a situaciones
eróticas y sobre ellas, a momentos de angustia y ansiedad, la excitación fue significativamente
mayor que el deseo en la condición de angustia, mientras que en la condición de ansiedad no se
notaron diferencias significativas entre activación y deseo. En la condición de control, el deseo
fue significativamente mayor que la excitación. Así, las medidas de excitación y deseo mostraron
patrones opuestos entre el grupo expuesto a la angustia y el grupo de control. Los datos
indicaron que el deseo sexual y la excitación son dos procesos distintos, tal y como predijo
originalmente Kaplan. Sus datos no responden a la cuestión de si el deseo precede a la
activación, sin embargo demostraron que la excitación y el deseo operan de forma diferente en
laboratorio. Esta interpretación de la inhibición del deseo sexual se observa con mayor claridad
en la variante situacional del mismo. La situacionalidad indica el contexto que se percibe como
psicológicamente inseguro y es ahí donde se produce la desactivación. El deseo surgirá en otros
contextos que se detecten como seguros. Una persona podría inhibir su deseo sexual,
paradójicamente, ante otras que responden al prototipo erótico derivado de su propia
configuración in-terna, cuando uno/a percibe la situación de interacción con el otro/a como
insegura debido a una autopercepción de desmerecimiento, o a la hipervaloración de la
competencia del otro/a. Semejante situación podría resolverse cuando el deseo se activa en
situaciones percibidas como seguras, por ejemplo ante personas más «asequibles»
psicológicamente, respecto a variables tales como el nivel sociocultural, variables de
personalidad, etc. Se podría así interpretar la situación en la que algunas personas no responden
eróticamente hacia sus iguales y acaban relacionándose con personas inferiores en cuanto
estatus. Un ejemplo más conflictivo se encuentra en aquellas personas que, siendo incapaces
de sentirse motivados sexualmente por personas de su entorno, utilizan la prostitución como
recurso habitual. En este caso el anonimato, o la desvinculación de la actividad sexual de
cualquier manifestación de afectividad o de vinculación, podrían generar una situación de
«seguridad».
El Papel De Los Neurotransmisores
Existe la hipótesis de que las hormonas testiculares FL, LH influyen sobre el comportamiento
sexual mediante la interacción de los neurotransmisores que actúan como mediadores de los
impulsos neuronales en los circuitos sexuales. La serotonina actúa como inhibidor y la dopamina
como estimulante de los centros sexuales del cerebro.
Los objetos estimulantes del deseo pondrían en funcionamiento los circuitos sexuales
liberando determinadas sustancias que activaran el deseo. Los objetos del deseo en el complejo
comportamiento humano están muy sometidos a la experiencia y es muy difícil distinguir entre
las bases biológicas y experienciales o, en todo caso, determinar las interacciones entre ambas.
El deseo sexual está mantenido por dos tipos de neurotransmisores:
a) Las Indolaminas:
La serotonina
Es un neurotransmisor implicado en una serie de conductas como por ejemplo el ciclo de vigilia-
sueño, que son sumamente vitales para el organismo. Los sistemas catecolaminérgicos del
hipotálamo intervienen en la mayoría de los comportamientos de apetencia, incluido el deseo
erótico.
b) Las Catecolaminas:
La dopamina
Uno de los neurotransmisores más conocidos, porque está implicado en las conductas adictivas
y es la causante de las sensaciones placenteras. Se asocia con el placer y sensación de relajación
Al ser también esencial para el correcto funcionamiento del sistema nervioso central, lleva a
cabo un papel que es clave en la conducta humana, es por esto que se le da el nombre
de neurotransmisor de la felicidad.
Noradrenalina
La adrenalina está implicada en distintas funciones del cerebro y se relaciona con la motivación,
la ira o el placer sexual. También se encarga de la regulación del estado anímico la excitación
física y mental
Adrenalina
La adrenalina es un neurotransmisor que desencadena mecanismos de supervivencia, pues se
asocia a las situaciones en las que tenemos que estar alerta.
Cumple tanto funciones fisiológicas (como la regulación de la presión arterial o del ritmo
respiratorio y la dilatación de las pupilas) como psicológicas (mantenernos en alerta y ser más
sensibles ante cualquier estímulo).

MASTURBACION

Antecedentes históricos de la masturbación.


Históricamente las distintas religiones han sido uno de los fuertes divisores en cuanto a la forma
de entender y de vivir la sexualidad humana principalmente la religión católica y cristiana
(Hernandez, 2002), estas instituciones han estado estrechamente ligadas no solo con la
formación de mitos y creencias erróneas, sino también con el concepto que se tiene acerca de
la masturbación y las fantasías sexuales. Para la religión católica, la masturbación es grave y
amoral, ya que considera que el acto sexual no se usa apropiadamente al no estar relacionado
con un objetivo divino; es decir, si el acto sexual no es realizado con fines reproductivos no
puede relacionarse con el placer, el disfrute de sí mismo o al amor (Garita, 2007). A pesar de
esto en la antigua Grecia, se dice que el filósofo Diógenes el Cínico (412-323 a. de C.), practicaba
la masturbación en público y había manifestado, mientras le reprendían, que “ojalá pudiera
saciar el hambre de un modo tan sencillo como frotar las tripas”, muy probablemente esta
escena en la actual sociedad no nos conllevaría a una simple amonestación, sino que provocaría
un escándalo, la cárcel y el envío directo al psiquiatra, en el siglo II d. de C. el médico griego
Galeno consideraba la masturbación como una manera de liberarse del exceso de esperma lo
que conllevaba a mantener la salud del cuerpo, o sea predicaba la masturbación terapéutica,
por aquel entonces, se defendía la masturbación, pero no en exceso sino conforme a la
necesidad que dictara la propia naturaleza y se consideraba que era más eficaz para la salud que
el coito, ya que este tampoco era adecuado en cualquier momento ni para todos los hombres.
Para el griego Aristófanes, la masturbación era considerada una práctica digna de los hombres,
exceptuando los niños, los esclavos y las mujeres, desde la antigüedad, la práctica de la
masturbación es señalada como un acto sexual diferente castigable para aquellos que no son
dignos, por lo que en muchos casos aparece el sentimiento de culpa y de pena en el ser humano,
por lo tanto este acto sexual se convierte en una conducta tabú que únicamente debe ser vista
y relacionada con la procreación y todo acto diferente es castigado, este pensamiento es
influenciado por las creencias religiosas en cada una de las etapas del ciclo de vida. Más
adelante, la medicina de la Edad Media heredó las enseñanzas de Hipócrates y Galeno. En el
siglo XII, el teólogo y filósofo Alberto Magno concluyó que el semen provenía del cerebro debido
a la similitud entre ambos, adicionalmente, su teoría se comprobó en el caso del monje que,
ardiendo de deseos por una dama, pasó una noche entera masturbándose, hasta sesenta y seis
veces, y murió, la autopsia reveló que los ojos estaban deshidratados y su cerebro tenía el
tamaño de una granada, lo más seguro es que el monje tuviese en dicha época una enfermedad
degenerativa que no tenía nada que ver con la masturbación, sin embargo, durante la misma
Edad Media la masturbación se convirtió en pecado por tratarse de un acto contra la ley de Dios
adquiriendo implicaciones religiosas y morales negativas, pero la sodomía, la fornicación y el
adulterio eran ofensas mucho más graves y por lo tanto no se le prestaba mucho la atención.
Para las sociedades occidentales la masturbación fue reprimida desde el siglo XVII en adelante
en el interés de suprimir los deseos sexuales humanos en el nombre de la religión o por razones
médicas. Entrados en el siglo XIX llegó la era de los dos sexos, donde se comenzó a creer no en
un único sexo sino en dos diferenciados orgánicamente, se descubrió que el clítoris en las
mujeres no tenía una función reproductora por lo que, para muchos, entre ellos la iglesia católica
se convirtió en un órgano proscrito cuya única función era la voluptuosidad, el pecado y la
degeneración física y moral. Sin embargo, a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se siguió
practicando la masturbación terapéutica como tratamiento aplicado por los propios médicos
mediante vibradores, masajes e hidromasajes. Ya en el siglo XX, uno de los primeros "sexólogos"
modernos que existieron, Havelock Ellis afirmaba que la masturbación era una fuente legítima
de relax mental y por lo tanto masturbarse no tenía nada que ver con enfermedades mentales
o físicas, así mismo defendía el autoerotismo, que no sólo incluía la masturbación, sino también
los sueños y las fantasías eróticas, igual de importante para el desarrollo de la sexualidad
humana como el mismo coito (Burgos, 2012). Para algunas sociedades como la egipcia, la
precolombina o la grecorromana es común ver cómo la masturbación es tolerada y la libertada
sexual hace parte de las costumbres cotidianas como las fiestas o representaciones artísticas. La
sexualidad en general y en especial la femenina, se encuentra mediada principalmente por la
época y los valores presentes en las distintas sociedades y culturas. Claro está que a pesar de
que a la masturbación haya sido tachada por diversas sociedades, esto no significa que se trate
de alguna conducta extraña. Para Conejero y Almonte (2009) el dimorfismo en la expresión de
las orientaciones sexuales, permiten que el deseo se presente sin conducta sexual propia, por
otro lado, las mujeres jóvenes manifiestan o expresan actitudes o experiencias acerca de la
sexualidad, también se ha indicado que las conductas masturbadoras aparecen más en hombres
y mujeres heterosexuales que en los que se consideran homosexuales. Durante siglos la
masturbación ha sido considerada por filósofos y moralistas como un vicio espantoso, pero a lo
largo del tiempo se ha demostrado que esta no presenta peligro si solo se suscribe a una etapa
del desarrollo sexual, debe ser considerada como normal en la sexualidad del adolescente entre
los 12 y 16 años tanto en los muchachos como en las muchachas (Garita, 2007), pero más
adelante durante la revolución sexual de los años sesenta se han aliviado estos sentimientos
culpables hacia la masturbación principalmente en las sociedades occidentales (Wang, Huang,
& Lin, 2007). En la última década han aparecido diversas opiniones acerca de este tema donde
de igual manera han surgido los conceptos de erotismo, auto-erotización y autoestimulación
involucrados todos en la dimensión de sexualidad del ser humano, por lo que el termino
masturbación es elevado a auto estimulación genital, más sin embargo esto aún no es
considerado un buen tema principalmente por los diferentes prejuicios que se manejaban
anteriormente a nivel moral y sobre todo religioso (Gonzalez & Alegria, 2013). Teorías sobre la
masturbación. Teóricamente desde antes de 1780 se consideraba que la masturbación era una
práctica mortífera, con daño sexual que conllevaba a un castigo divino e incluso se alcanzaban a
difundir ideas acerca de cuadros psicóticos relacionados con esta práctica, debido un poco al
cambio de mentalidad paso a ser considerada como la causante de los trastornos mentales
compulsivos como lo eran la depresión o la psicosis delirante Más sin embargo en 1960 Albert
Ellis señala que estas conductas pueden llegar a considerarse un problema cuando es el único
método de desahogó sexual teniendo otros medios disponibles Según McCary (1983) la forma
más fructífera de responder a la máxima capacidad sexual es mediante la auto estimulación y es
un acto perfectamente sano y normal tanto en jóvenes como ancianos. Pero J. Lacan le añade
un componente a la auto estimulación, el cual llama fantasía, más sin embargo menciona que
es posible la excitación si la necesidad de la auto estimulación directa, es decir excitarse solo con
el pensamiento (Naparstek, 2009). Esto lo sustenta con las poluciones nocturnas o "sueños
mojados" como se llama comúnmente, más sin embargo Freud lógicamente busca la manera de
ubicar la auto estimulación directa a los pensamientos eróticos.
Según García y Brea (1997) la masturbación se define como la estimulación del propio cuerpo,
realizada a través de caricias, frotamientos u otros medios, con el propósito de obtener placer
sexual, la cual puede ser realizada para lograr un orgasmo o no, por medio de la exanimación y
manipulación de los órganos sexuales externos. También la masturbación ha sido considerada
una de las conductas sexuales más frecuentes aunque de por si la palabra masturbación lleve
consigo una connotación negativa en la sociedad, el tabú, la controversia, la desinformación, las
confusiones y contradicciones, no han permitido que los conocimientos científicos actuales
tengan mayor impacto en las personas e incluso en los prestadores de los servicios de salud
como un acto auto estimulatorio que tiende a producir o incrementar la satisfacción o el placer
sexual. Para Freud la masturbación es una adicción primordial y el resto de adicciones son
derivadas de ésta como una especie de sustitución en relación con el autoerotismo. Freud
menciona dos partes en la masturbación: una es la evocación de fantasía y la otra son los
movimientos mecánicos, en otras palabras, son aquellos pensamientos y movimientos que
producen la excitación y el punto de satisfacción sexual, estos dos componentes pueden estar
derivados y luego se unen o fusionan creando así la masturbación como tal, en otras palabras
podría decir que no hay masturbación sin fantasía o movimientos, aunque no se desentiende el
hecho de los tocamientos en las partes genitales como autoerotismo puro, y libre de fantasía.
La identidad sexual es conocida como la auto asignación, aceptación o adjudicación de la
percepción del yo, los niños y niñas reciben y perciben información acerca de la auto
estimulación ya sea por lecturas, amigos o medios de comunicación, etc.; en todas las etapas de
la vida podemos diferenciar ciertas prácticas asociadas a la masturbación, prácticas que bien lo
describen cada uno de los autores expertos en el tema (Burgos, 2012) es así como los bebés
aprenden rápidamente que tocarse los propios órganos sexuales produce placer, bien
desarrollan la coordinación motora que necesitan para frotarse los órganos genitales por placer,
lo hacen desde el tercer o cuarto mes de vida, acompañan esta práctica con sonrisas y arrullos.
Entonces la técnica infantil de juego genital no se considera un acto erótico, pero proporciona
cierto grado de satisfacción). Más adelante en la niñez, los niños de cinco a siete años al igual
que los bebés se tocan sus órganos sexuales buscando placer así, generalmente no tengan
fantasías sexuales, esta falta de fantasías distingue la actividad de autoerotismo del niño de la
práctica adulta de la masturbación, por lo que es común que durante la infancia, los niños y
niñas tomen conciencia de la actitud que tienen los padres con respecto a los juegos sexuales
de los hijos y esta actitud ejerza influencia sobre ellos (Masters, Johnson & Kolodny, 1986), en
los niños esta conducta se puede considerar normal ya que hace parte del proceso de
exploración y auto reconocimiento del propio cuerpo (Santos, Sierra & Monge, 2013), por lo
general se le recomienda a los padres que no se inquieten, ni rechacen este tipo de situaciones
ya que esta conducta irá desapareciendo paulatinamente al paso que el niño encuentre otras
actividades también placenteras, actualmente, muchos expertos recomiendan a los padres que
permitan a sus hijos disfrutar las prácticas de masturbación sin hacerlos sentir mal o culpables y
les recomiendan que si encuentran a los niños acariciándose sus órganos sexuales, utilicen la
oportunidad para enseñarles que la masturbación es una actividad de la vida íntima (Martos,
2008). La auto-erotización o auto-estimulación puede tener inicio en cualquier etapa de la vida
de una persona, en la niñez o durante su crecimiento, teniendo una exploración acerca de sus
genitales, es normal decir que la masturbación comienza incluso mucho antes de que el ser
humano llegue a la pubertad (Zuñiga & Farias, 2002).
Un niño se convierte en preadolescente alrededor de los 10 u 11 años, siendo esta la edad en la
que comienza a notar diferentes cambios en su cuerpo (Conejero & Almonte, 2009),como el
cambio de tamaño de los genitales o la presencia de vello púbico, al lado de estos cambios se
empiezan a generar diferentes cambios hormonales, los cuales puede ocasionar sensaciones
extrañas en el cuerpo del adolescente y ganas de auto erotizarse (Vega, 2006).En la
adolescencia, que como se ha explicado anteriormente, puede dividirse en adolescencia precoz
e intermedia, se desarrolla un fuerte sentido de sí mismo y se procura saber cómo funciona su
organismo, incluyendo el funcionamiento sexual, por lo que el adolescente estrena cuerpo,
capacidades y sexualidad, pero aun así siente temor de descubrir su cuerpo y crea conductas de
autoexploración, a pesar de que esta conducta se vuelven propias de la edad, también tiene un
factor fundamental en la explicación de la culpabilidad. Durante esta etapa, las mujeres y
varones adquieren mayor conciencia sobre su potencial erótico, y las fantasías sexuales se
tornan más frecuentes y explícitas, a menudo durante la masturbación, el adolescente desarrolla
mayor curiosidad, preocupación y hasta ansiedad con relación a la masturbación, a medida que
adquieren mayor conciencia sexual, los jóvenes con reciben mayor información confusa que
proviene de sus pares u otras fuentes, por lo que es necesario buscar herramientas que permitan
entender que esta práctica constituye una conducta sexual positiva y no negativa (Garita, 2007)
tal vez necesiten recibir información que les confirme que la masturbación se debe experimentar
en un contexto seguro y controlado, en el que no se creen situaciones embarazosas
(Organización Panamericana de la Salud, 2009), es entonces esta masturbación adolescente
quien genera la imagen del cuerpo como una fortaleza de la sexualidad. De acuerdo con Klein
(2012) también podría decirse que en la adolescencia esta práctica se utiliza como una especie
de vía de escape a la tensión y al estrés, propios del desarrollo y el despertar sexual, lo que se
llamaría crisis de adolescencia(Lilo, 2002) o una salida para la necesidad sexual; pero al igual que
en la niñez es un proceso que se gradúa y modera con el pasar del tiempo, aunque se ha
identificado que si el adolescente es forzado a asumir una identidad sexual se puede llegar a
sentirse amenazado. A pesar de que en la adolescencia es donde se presentan los cambios
puberales, con la aparición de la genitalidad el adolescente se somete a impulsos sexuales frente
a los cuales teme actuar, rechazando en cierta medida la sexualidad o deformando los deseos
inconscientes. La auto-erotización cumple funciones importantes en los adolescentes, como,
por ejemplo: aliviar la tensión sexual y sobre todo el conocimiento del propio cuerpo, lo cual
resulta importante para cuando inicie la sexualidad con otra persona (Lilo, 2002). Durante la
pubertad la autoerotización, resulta de forma exploratoria, ya que es producida por la
manipulación de los genitales, lo cual llevara a eyaculaciones en los hombres y secreciones
vaginales en la mujer. La masturbación, se presenta con mayor normalidad en los hombres, por
lo que no resulta cuestionado, ya que para los adolescentes el uso de las tecnologías les ha
permitido tener mayor acceso e información relacionada con la misma (Garita, 2007). Los
educadores y psicoterapeutas dedicados a la educación sexual señalan que la preocupación de
los padres debe centrarse en el contexto adecuado en lugar del acto en sí, advierten que una de
las principales causas por las que las personas no logran alcanzar la satisfacción sexual durante
su vida adulta, es interferir con el descubrimiento que realizan los niños de su propio cuerpo
como fuente de placer a una edad temprana). En la vida adulta la masturbación también está
presente y puede servir, en el caso de tener una pareja, como preparación para las relaciones
sexuales adultas y maduras, pero también puede proporcionar a las personas maduras una
fuente de placer y satisfacción sin tener en cuenta su edad ni si se tiene o no una pareja para
realizar el acto como tal. En la edad adulta se considera que la masturbación es una práctica
actual pero que al igual que en las etapas anteriores se presenta en algún grado y tiende a
moderarse, lo cierto es que está presente tanto en hombres como en mujeres. En el caso de las
mujeres la gran mayoría de ellas llegan a está por medio del autodescubrimiento y la percepción
que se tiene en las mujeres, es que existe una satisfacción en su vida sexual, lo que
verdaderamente llama la atención es que en las mujeres que existe una autoestimulación no se
llega a presentar alteración del deseo sexual, al contrario, tienen una vida sexual bastante
satisfactoria (Vega, 2006). En la mujer, empieza a ser un tema, del cual se logra hablar tan
naturalmente como cuando se hace frente a los hombres, ya que esta es una práctica totalmente
generalizada, en los dos casos el objetivo fundamental es el aprendizaje del orgasmo, en el
hombre, esta práctica resulta ser bastante habitual, obteniendo dicha auto erotización
realizando un frotamiento del pene con las manos. Pero en el caso de las mujeres, realizan su
auto erotización por fricción sobre el clítoris y genitales externos, aunque en algunas
oportunidades también pueden hacerlo utilizando frotamiento y caricias de los senos, aunque
resulta bastante habitual el uso de diferentes objetos como vibradores, lubricantes, expansores,
entre otros. Es muy rara la experiencia de auto-erotización en grupo, en ningún momento de su
vida ni siquiera durante la adolescencia.
Ya para la vejez las conductas sexuales tienden a disminuirse, pero aun así las conductas de auto
estimulación logran mantenerse en cuanto hombres y mujeres son los hombres quien se
masturban más que las mujeres, aunque las mujeres muestran actitudes más reservadas.
Podríamos decir que de acuerdo a la historia y después de entrado en siglo XVII, la masturbación
se proclamó como un pecado mundano llegando a tomar el termino de onanismo, sin embargo,
la masturbación ha estado presente en todas las sociedades (Martos, 2008).En realidad, se
considera que la masturbación desempeña un papel esencial en la evolución del sistema de
respuesta sexual de los seres humanos durante la infancia, la niñez y la adolescencia, y es
estimulante y beneficiosa para los adultos. Pero a pesar de esto a lo largo del tiempo se han
creado diferentes creencias erróneas acerca de esta conducta. Creencias sobre la masturbación.
A finales del siglo XVI y durante el siglo XVII aparecieron diversas publicaciones sobre la
masturbación que abonaron a la creencia de que esta práctica podía causar graves daños físicos
y mentales que impedirían al masturbador una vida normal y le incapacitarían para las relaciones
matrimoniales (Burgos, 2012), esta aparecía como descontrol físico que psíquico que
confirmaba una enfermedad en el adolescente (Klein, 2012). La educación inadecuada y los
prejuicios existentes contribuyen al desarrollo de las diferentes creencias con relación a la
sexualidad y en especial con la masturbación femenina y masculina, ya que no viven o
experimentan el placer de forma espontánea y natural como una dimensión básica del ser
humano. A raíz de esto, en la actualidad aún hay personas con múltiples creencias y mitos hacia
esta conducta, lo que podría explicar en gran parte los sentimientos de culpabilidad de los
jóvenes y adolescentes en cuanto al descubrimiento de su sexualidad. Uno de los más comunes
hace referencia a la disfunción sexual a raíz de la masturbación tanto en hombres como en
mujeres. Todavía hay muchos padres y adultos en general que temen que provoque en sus hijos
un retraso en el crecimiento o desarrollo escolar (Garita, 2007), por otro lado, a favor del uso de
tecnología, hecha para abajo los diferentes mitos existentes acerca del tema de la auto
estimulación como lo es por ejemplo el ocasionar diferentes problemas mentales (Garita, 2007).
A lo largo de toda la historia de la humanidad se le ha atribuido a esta práctica sexual solitaria
cantidad de males imaginarios, entre los cuales están la pérdida de memoria, la parálisis, la
imposibilidad de tener hijos y muchas más creencias sin fundamento que han provocado el
temor en la gran mayoría de adolescentes e incluso adultos. Alrededor del mundo, la
masturbación es una práctica aprobada o tolerada en los bebés y niños pequeños, tolerada o
levemente condenada en los adolescentes, pero ridiculizada o condenada en los adultos; incluso
llega a tener mucho peso para el uso en las terapias de pareja o como intervención en problemas
de disfunciones sexuales.
Masturbación en terapia sexual.
Galeno también recomendaba la masturbación a las mujeres permitiéndoles expulsar los
humores sobrantes, liberarse de los dolores que causaba su retención y de los consiguientes
ataques de histeria, por ello, Galeno elaboró una serie de recursos médicos para liberar a las
mujeres de estas dolencias cuando no lograban obtenerlo a través de las caricias de sus maridos.
Para 1911 y 1912 cuando llegan los estudios de Sigmund Freud en psicoanálisis, se hace alusión
a que las conductas de auto estimulación genital pueden usarse como parte de un proceso
terapéutico quien decía que “si un paciente logra su primer orgasmo, por lo menos
masturbatoriamente, es un logro en camino hacia la mejoría” es decir puede usarse como una
herramienta útil en las terapias de anorgasmia o disfunciones sexuales como la eyaculación
precoz. La masturbación o las diferentes maniobras de auto estimulación, se pueden llegar a
presentar con mayor frecuencia en personas que hayan sido objeto de abuso sexual, ya que se
pueden empezar a manifestar distintos comportamientos hipersexuales.
Con el paso del tiempo y las investigaciones, las tareas sexuales son denominadas como
experiencias eróticas específicas o técnicas conductuales, por medio de las cuales se puede
lograr un rasgo distintivo para la terapia sexual. Dentro de estas técnicas incluyen la
masturbación justo antes de la cópula el uso de múltiples condones para reducir la sensibilidad
del pene, o la participación en las técnicas de distracción (ejercicios mentales) durante los juegos
previos, relaciones sexuales, o ambos(Barros et al., 2011), también existen diversas actividades
o tareas como el hecho de observarse en un espejo de cuerpo desnudo, actividades de
comunicación e intercambio con la pareja, entrenamiento en la masturbación y ejercicios
durante el coito, otra evidencia es que cerca de la finalización del siglo XX, los sexólogos Masters
y Johnson defendieron la masturbación como un modo saludable de mantener la función sexual
y desarrollaron una terapia para solucionar las dificultades sexuales en la pareja, incluyendo la
masturbación como un recurso fundamental, así mismo defendieron, como en su época lo
hiciera Kinsey, que para las mujeres el placer obtenido mediante la masturbación era más
intenso que el conseguido en la penetración vaginal; ellos confirmaron las teorías de Kinsey, en
contra de Freud sobre la existencia de dos orgasmos diferenciados, uno vaginal y propio de la
mujer adulta madura y otro el clítoris y propio de la adolescencia femenina pero signo de un
desarrollo sexual incompleto (Burgos, 2012).Cuando Kinsey publicó por primera vez su famosa
investigación sobre la sexología, que reveló la prevalencia y las verdades sobre la masturbación
por lo que actualmente, la masturbación se ve como una de las formas más segura y saludable
para aliviar el impulso sexual humano y no como un comportamiento criminal, vergonzoso o
sucio. Médicos y sexólogos a través de sus múltiples publicaciones como “El sexo individual” de
Litten en 1993, “El sexo para uno”, “El auto amor” de Dodson en 1996 y “El auto placer” de
Rowan en 2000, han afirmado que la masturbación puede traer beneficios para la salud física,
emocional y sexual, así como también para el bienestar de las relaciones con las demás
personas, de acuerdo a sus publicaciones y estudios, han demostrado que la excitación y el
orgasmo producido por la masturbación pueden: aliviar el estrés, la tensión sexual, proporcionar
placer sexual e intimidad antes de que la pareja esté lista para las relaciones vaginales, anales u
orales; llegar al orgasmo por medio de la masturbación puede alcanzar una intensidad similar
en el aumento de la frecuencia cardiaca parecido al de una caminata ordinaria, funcionar como
una forma de relaciones seguras o relaciones sin penetración para reducir el riesgo de
enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados, proporcionar placer sexual a las
personas que no tienen pareja, incluyendo las personas mayores, proporcionar una liberación
de la energía sexual a las personas que desean abstenerse del coito por embarazo, menstruación
o enfermedad de la pareja, proporcionar a las personas la oportunidad de aprender cómo
desean ser tocadas y estimuladas, aliviar la tensión premenstrual en muchas mujeres, inducir el
sueño, prevenir en forma indirecta las enfermedades y desarrollar defensas para las infecciones
aumentando la cantidad de glóbulos blancos y renovando la circulación de las hormonas,
fortalecer el tono muscular en la zona pélvica y anal, reduciendo las posibilidades de pérdida
involuntaria de orina y prolapso uterino, aumentar la irrigación sanguínea en la región genital,
por lo se cree que la actividad sexual es un estímulo intenso al sistema cardiovascular, hay
evidencia de que el costo metabólico es discreto y el aumento de la tasa cardiaca es similar a la
luz al ejercicio moderado, estimular la producción de endorfina, permitiendo un mejor
metabolismo del oxígeno y un funcionamiento celular más eficiente en todo el organismo, crear
una sensación de bienestar, mejorar la autoestima, permitir mayores niveles de satisfacción
conyugal y sexual y proporcionar tratamiento para la disfunción sexual. A pesar de los beneficios
de la masturbación presentados científicamente y basados en estudios serios y comprobados
como los mencionados anteriormente, muchas personas siguen sintiendo culpa o vergüenza con
relación a esta práctica. En la actualidad la mayoría de las mujeres y hombres que se masturban
tienen sentimientos encontrados con respecto a proporcionarse placer así mismos, si bien la
masturbación es la forma más segura de gozar del sexo, los sentimientos negativos que están
asociados con esta práctica pueden perjudicar la salud y el bienestar personal (Masters, Johnson
& Kolodny, 1986). Se han desacreditado la mayoría de los mitos relacionados con la
masturbación, pero el estigma continúa y muchos se preocupan por masturbarse “demasiado”;
en general, no existe la masturbación excesiva, salvo que resulte sintomático de trastornos
obsesivo compulsivos, los síntomas de este trastorno se manifiestan como conductas reiteradas
que insumen tanto tiempo que interfieren con la rutina normal, las ocupaciones, la vida social y
las relaciones de una persona (Walker, 2011). Las conductas llevadas a cabo para evitar o para
reducir la ansiedad y el estrés, incluyendo la masturbación, no se consideran sintomáticas de un
trastorno salvo que interfieran con la vida diaria, personal y/o profesional de una persona y le
impidan el cumplimiento de sus compromisos y responsabilidades (Knowles & PPFA, 2002).
Investigaciones. A diferencia de lo que se cree comúnmente las conductas de masturbación
están presentes tanto en hombres como en mujeres, los estudios estadísticos realizados por
(Pérez el at., 2002) acerca de la auto estimulación muestran que el 95% de los hombres mayores
de 42 años se han masturbado al menos una vez en su vida; en cuanto a la frecuencia, las
estadísticas varían de acuerdo a la edad, entre una y tres veces por semana, aunque para algunos
casos se puede dar diariamente, las mujeres con un 60% realizan conductas de auto
estimulación y la frecuencia es bastante similar a la de los hombres; otro dato importante es que
la masturbación disminuye en hombres cuando se encuentran con relaciones sexuales estables
mientras que en las mujeres aumentan, lo que les permite llegar al orgasmo más
placenteramente que por el coito. En la investigación realizada por Conejero y Almonte (2009)
son las mujeres quienes reportan un mayor número de fantasías sexuales con respecto al sexo
opuesto en un 75.34%, mientras que los hombres se auto-estimulan por medio de la pornografía
en un 98.48%. Años más tarde en el estudio de Cruz, Romero y Erari (2013) se encontró que el
68% de mujeres jóvenes hacen uso de fantasías como ayuda al momento de masturbarse; las
anteriores investigaciones dejan ver claramente que en promedio el 92% de los varones y el 63%
de las mujeres aceptan haberse masturbado por lo menos una vez en su vida. En cuanto a la
culpabilidad, uno de los estudios que se han realizado es el de Sierra, Perla y Gutierres-
Quintanilla (2010) donde se llegó a determinar que la culpa es influenciada por varios factores,
como lo son las diferentes actitudes hacia las fantasías sexuales, la erotofilia conocida como el
deseo y asertividad sexual, la masturbación y la experiencia sexual. En este orden de ideas se
puede decir que en la culpabilidad sexual se evidencian más variables actitudinales que
sociodemográficas, de acuerdo a lo anterior estos autores plantearon la hipótesis de que las
personas que cuentan con menos experiencia sexual, es decir, ausencia de masturbación y de
relaciones sexuales son las que evidencian mayor culpabilidad. Las investigaciones dan un fuerte
sustento a que la conducta de auto-estimulación genital (masturbación), ha estado presente
como parte de desarrollo sexual de las personas, a pesar de que la mirada peyorativa de que es
una conducta inadecuada; los estudios de la última década han dado suficiente libertad para
hablar de ellos sin ser juzgados, claro está que esta conducta también ha traído una que otra
consecuencia como por ejemplo la condición médica de la Parafimosis (cuando el prepucio
queda atrapado en el glande), en el estudio realizado por Ponce et al. (2012).

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