La morfología del agravio como razonamiento lógico-jurídico (o
silogismo), es la siguiente: a. Premisa mayor que es la exposición del contenido de la disposición normativa que se estima violada precisándose su esencia, sin necesidad de transcribir el texto del artículo legal que se estima ha sido contravenido por el juzgador. b. Premisa menor, conformada por la indicación del sentido de la resolución recurrida, sin haber necesidad de transcribirla íntegramente; y c. Conclusión, en la que se hace ver que la premisa menor (es decir, la resolución emitida por el juzgador) es contraventora de la premisa mayor (o sea, de la norma jurídica aplicable al caso concreto) y, por ende, debe ser revocada o modificada. Siguiendo esa regla, la exposición de agravios no será tan ardua ni difícil de sustentar, en el entendido de que en todo caso, es imperioso que el recurrente base su argumento en las disposiciones legales, atacando la resolución que le afecte siempre y cuando con esa impugnación sea sable que se le reponga en el goce del derecho contravenido, aduciendo lo esencial y mínimo para que se le dé la razón y refiriéndose a la parte de la actuación impugnada que efectivamente le produce una afectación, a fin de que el agravio sea eficaz.