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P resentam os a n uestros lecto re s este inte resante trabajo del joven fil ósofo Ma rt ín Ba ró, en
el que nos ex pon e la doctrina de la: m uerte ba jo el consolado r pr isma de la inmort a lid a d . He a qu í,
en res u me n, e l hi lo d e s u razonami e nto :
1.-Frente a materialistas y a espiritualistas, afi r mamos q ue la mue rt e es un fe nómen o
hum a no y que , por lo t anto , afecta al hombre entero, ya qu e el hom b re es u na unidad su sta nc ia l.
2.-EI hombre , en cuanto material, es afecta do intrínsecamente por la muerte , y a que es
capaz de cambios sustanciales, es decir, de corrupción . Por lo tanto , e l ho m b re e ntero m ue re.
3.-E I homb re , en c uan to es p í,r btu personal , no pued,e ser afectado po r la muerte, y a qu e
es simp le - in.cap az de cambios susta nc iales-, y se sitúa fuera del espacio y de l t iempo. P or
co ns ig u ien te , el ho mbre en t ero es inmortal.
4.-8 i el hombre ente r o muere y el hombre entero es inmortal , afir mamos que la mue rte
repre senta un paso de una existencia espacio -tempora l, 'a un estado d e existenci a def init iva.
5.-Como e x plica ción a este' páso que repres~nta la muerte human a, afir ma mos' q ue e l ho m-
bre, me diante su mue rte, pasa de una relación con e l mundo limi t ad a espac io-tempo ra lmente por
est e c uer po co nc reto, a un a r elación pancósmica. Esto deb ido a que lo que desapa rece c on la
mu erte es e l em piris mo , permaneciendo la realidad ontológica del ser.
Se suele pensar comúnmente qu e el filósofo final al que va a parar el ser humano. El hom-
es un ser objetivante que busca el meollo de ber es un "ser-para-la-muerte", el hombre -en
los problemas vitales con la misma frialdad otras palabras- es un "ser-pa ra-la-nada". Tal
con que abre un fruto en busca de su carne. En vez no hayamos Cflído suficientemente en la
muchos casos, esta concepción aciert a. Sin em- cuenta de la gravedad de esta afirmación; el
bargo, la historia de la filosofía se encuentra hombre es, por esencia, un ser-para-la-nada. Si
cargada de nombres, verdaderos filósofos para así es, en verdad la vida del hombre es "una
quienes los problemas formaban la intimidad pasión inútil" (Sartre), y estaremos de acuerdo
de su propia vida. Tal vez la figu ra más excel sa con Camus en que el único problema verdade-
de todos los tiempos a este respecto haya sido 'ramente importante que nos podemos plantear
la de Sócrates, para q u ien filosofar era vivir. es el del suicidio, es decir, si la vida m erece la
pena vivirse o no. Sin embargo, ni el mismo
H:1Y problemas, en verdad, que por su mis - Heidegger pretendió afirmar tal cosa. De he-
ma ese ncia nos aguijonean de t al manera, q ue cho, la nada para él tiene un sentido sumamente
la obj etividad frente a ellos es difícil, por no hondo, y más que a vacío se incÚna a plenitud.
decir imposible. Ante su propia realidad , por No es este el momento de analizar a fondo la
ejemplo, ningún hombre puede sentirse indife- concepción heid eggeriana sobre la muerte. Sin
rente. Si así no fuera, h abría que dejar de lla- embargo. dejenlOs anot ado que en ningún mo-
marle hombre. mento la muerte r epresenta para él una total
Ahora bien, si hay alguna realidad que Se aniquilación . Si así fuera , Heidegger v endría
nos imponga en esta vida, esta realidad , es la a igualarse al mater.ialismo más burdo.
de que esa v ida, nuestra vida, mi vida, ha d e De h echo, ante el problema de la muerte se'
terminar. Concluirá ante o después, pero con- han adoptado dos posturas filosóficas, totalmen-
cluirá. Y si, como decía Pascal , "nada hay más te inconciliabl es, basadas ambas en una concep-
brutal que un hecho" , el hecho de la muerte, ción fundamental de la naturaleza humana.
de mi muerte. es de una sangran te brutalidad.
De ahí que ante el problema de la muerte sea La primera posición es la del materialista,
difícil que el filó sofo se despoje de su e xisten- para quien el hombre consiste en materia o
cialidad. El existencialismo h ará de la muerte pr oductos de la materia. El hombre no es más
una ' de las realidades claves de la existencia que eso que vemos y palpamos, que podemos
humana, el látigo fun d amental de la angustia. medir y cuantificar. Los así llamados fenóme-
nos espiritu ales , como el pensamiento, la refle-
Para Heidegger, como para la corriente exis- xión o el amor, son pr oductos directos de l a
tencialista más típica, la muerte es el abismo materia, que en ellos llega a una gran perfec-
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En este aspecto persona espiritual, el hom - Hay ocasiones en que un shock eléctrico
bre no se va consumiendo --como en el aspecto hace que un alienado mental recupere su lucidez
material-, sino que se va haciendo: personal- y empiece a vivir una vida p ersonal. Podemos
mente, el hombre va siendo. Si como materia pensar que la muerte es como un shock que
el hombre tiende a la disolución, como espíritu recibe el hombre entero, en el que desaparece
el hombre camina h acia su identificación, hacia su ligazón a este cuerpo espacio-temporal, para
su perfección. Desde este punto de vista, ~a iniciar una existencia definitiva, puramente
muerte es como la firma que echamos al pie personal.
de nuestra obra personal (Viktor E. Frankl).
La muerte, como corrupción, supone algo que Pero si el hombre, por la muerte, deja d e
pueda cambiar susatncialmente. Y si nuestro tener una relación con "esta" materia espacio-
ser personal es algo esencialment e Simple, ab- temporal, por esencia tiene que seguir consti-
soluto y eterno -algo que está fuera de las tuido por una relación de espíritu y materia.
categorías espacio-temporales-, la muerte no Esa materia -lo que los teólogos llaman "cuer-
puede alcanzarlo. Por consiguiente, podemos po glorificado"- posterior a la muerte ya no
afirmar con toda certeza que el hombre, en sería espacio-temporal, sino distinta. ¿Cuál? El
cuanto ser espiritual , personal, no puede morir, filósofo se siente impotente ante un prOblema
es inmortal. Ahora bien, y aquí h emos de r epe- cuyas premisas se le ocultan. Sí podemos decir,
tir nuestro argumento anterior, si el hombre en primer lugar, que el concepto de materia
es una unidad sustancial, y el hombre como ser es análogo y, por consiguiente, no hay que
espiritual es inmortal, hemos de afirmar que identificar "la" materia, con esta materia con-
todo el hombre, e l hombre entero es inmortal. creta que nosotros sentimos. En segundo lugar,
si (en términos escolásticos) materia prima y
Nos encontramos, con esto, ante un q doble forma sustancial se relacionan trascendental-
afirmación, aparentemente contradictoria: De- mente para formar una unidad, tienen que ade-
cimos, por una parte, que el hombre entero es cuarse mutuamen te. Luego si el alma humana
mortal y, por otra, que el hombre entero es in- se va realizando personalmente, también la ma-
mortal. ¿Cómo se h a de enten der esto? terai se tendrá que adecuar a ella en alguna
manera. Por últjmo, podemos afirmar que el
Una de las definiciones más populares de la alma humana, con la muerte, no se separa del
m uerte nos dice que esta representa el fin de mundo, sino que permanece en su r elación
la existencia del hombre en cuanto peregrino. m undana, 'hundida en el abismo del ser. El
En otras palabras, por la muerte el hombre de- hombre, con la muerte, ni se queda en este
jaría ya de ser un peregrino (horno viatorL mundo, ni se va de él. Sencillamente, ya n o se
Trasladamos esta ' concepción a t érminos más le pueden aplicar las categorías espacio-tempo-
metafísicos, y responderemos con ello a la con- rales, y si un criterio ontológico. Por eso, afir-
trad icción que se nos ha presentado. mamos con Rahner, que el alma, upar la muerte,
no se convierte en acósmica, sino en pancósmi-
El hombre, decíamos, en cuanto ser mate- ca", es decir, no abandona absolutamente e~
rial camina hacia su muerte. En cuanto ser es- mundo, sino que adquier e una relación total
piritual, se va haciendo. Por lo tanto, la muerte con él , puesto que ya no la limita ni el espacio
no puede suponer mas que un paso, en que el ni el tiempo. Solemos sufrir el error de creer
hombre, liberado de las ataduras espacio-tem- que lo más real es ·10 sensible, lo meramente
porales, queda en la realidad ya definitiva de empírico. De h echo, lo empírico es como una
lo que fue realizado. El hombre permanece como capa superficial que indica, en cierta m an era,
aquello que él mismo ha h echo, lo que Su es- la presen cia de un ser ontológico, real pero in-
píritu fue sacando del' espacio y del tiempo, por tangible. Con la muerte, desaparece la unión
el ejercicLo de su libertad. Por eso, la muerte empírica de hombre y mundo, pero se mani-
es como el paso de una existencia .en la que fiesta en toda su plenitud la unión ontológica.
el hombre se encuentra ligado intrínsecamente "Esta relación pancósmica del espíritu humano
al espacio y al tiempo hacia una existencia libre con el mundo, que siempre tiene y a la que se
de estas categorías (no categorías kantianas), abre en la muerte -nos dice el mismo Rahner-
y , por lo tanto, a una existencia definitiva. Co-
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• Por su rapidez
• Limpieza
• Sencillas de operar
• Económicas .
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