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La artista, mujer de mundo, mujer de la multitud y niña

Hay en el mundo, incluso en el mundo de los diseñadores, ojos que se posan en las obras
solemnes de una hegemonía visual qué no ofrecen un poco más que una ligera alteración de
la repetición. Por suerte, de vez en cuando, aparecen reveladoras del negligente sentido
común, y entre ellas, busco sobresaltar a la diseñadora Paula Scher. A partir de su crítica, y su
perspicaz odio hacia la Helvetica, busca evidenciar al diseño serio, alejado de la hegemonía
visual a la que se nos somete desde la academia, a partir de la novedad e inocencia de la
figura del niño.

El diseñador - o artista- visto como un infante, sujeto aparentemente desprovisto de


conocimiento, se sorprende del mundo que lo rodea, jugando con sus formas y relaciones, y
demostrando ese exceso del mundo en la representación que crea de este. Este modelo,
aunque no es una innovación de Scher, es un elemento cuidadosamente implementado dentro
del diseño, para combatir la “normatividad” y crear un mundo nuevo. En el siglo XIX, un
buen ejemplo de estas nociones en el arte es el llamado Sr. G por Baudelaire en su texto “el
pintor de la vida moderna”. Este sujeto, no sólo infante sino persona de mundo, conocedor de
culturas y ciudades diferentes, que se esconde en la individualidad para observar la multitud,
es capaz de pensar con lo que ha visto y no con lo que verá, para crear obras llena de voz y
pensamiento.

Scher - aunque no lo acepte - forma parte de este mismo modelo, pues es consciente de este
estado creativo y lo expone con nosotros, para inspirarnos a redefinir nuestra posición como
diseñadores, como creadores de lo solemne o lo serio, como un gota más del montón con
habilidad sin pensamiento, o como una voz visual que nos haga partícipes de una historia del
diseño.

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