Está en la página 1de 119

Desafíos del

Pensamiento Crítico

Memorias del Décimo


Congreso Ecuatoriano
de Sociología y Política

Adrián López Andrade


Darío Terán Pazmiño
Francisco Hidalgo Flor
(Editores)
Desafíos del
Pensamiento Crítico en
Ecuador y América Latina

Colección de Memorias
del Décimo Congreso Ecuatoriano de
Sociología, Ciencias Sociales y Políticas.

Número Extraordinario de Aniversario


de la Revista

“Ciencias Sociales”, 40 años


Universidad Central del Ecuador
Desafíos del Pensamiento Crítico

Autoridades:
Dr. Fernando Sempértegui Ontaneda, PhD.
Rector de la Universidad Central del Ecuador
MSc. Francisco Hidalgo
Decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
PhD. Rafael Polo
Subdecano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Dr. Patricio Sánchez
Decano de la Facultad de Jurisprudencia

Consejo Editorial:
Napoleón Saltos (Director) Rafael Polo (Codirector) Francisco Hidalgo (Codirector)
Adrián López (Editor) Alicia Castellanos - México Eduardo Subirats - España
Beatriz Miranda - Holanda Benjamín Mayer - México Enrique Ayala - Ecuador
Eduarso Grunner - Argentina José Elías Palti - Argentina Luciano Concheiro - México
Francisco Rohn - Ecuador Roberto Follari - Argentina Jairo Estrada - Colombia
Francois Houtart - Bélgica Jorge Acanda - Cuba

Consejo Asesor y Evaluador:


César Carranza David Chávez Omar Bonilla Francisco Hidalgo
Andrés Osorio Jorge Acanda Napoleón Saltos Alexander Amezquita
Adrián López Mónica Mancero Hernán Ibarra Mayra Sichiche
Andrea Aguirre Juan Palacios Ramiro Acosta Ma. Augusta Espín
Mario Unda Gabriela Rosero Rubén Castro Silvia Vega
Katiuska King Andrés Ortiz John Cajas Rafael Polo
Christian Jiménez Philipp Altmann Edgar Isch Mellisa Ramos
Francois Houtart Arturo Campaña Marcela Alvarado

Equipo Editorial:
Rossi Godoy Estévez • Darío Terán Pazmiño • Estefanía Carrera Apolo • Daniela Barreiro Martínez

Revista fundada en 1976


Datos de contacto: fcsh.revista@uce.edu.ec
Diseño: Vanessa Calderón Martínez
Diagramación: Editorial Universitaria
Ilustraciones de portada: Departamento de Comunicación y Cultura UCE
Impresión: Facultad de Comunicación Social - Universidad Central del Ecuador
Registros:
ISBN: 978-9942-945-53-2
ISSN 0252-8681, revista indexada en Latindex
Las Memorias del Décimo Congreso Ecuatoriano de Sociología, Ciencias Sociales y Políticas se
publican como Anexo al número 38 de la Revista Ciencias Sociales.
ÍNDICE

Introducción al tomo II. Cultura Sociedad y Poder en América Latina


Mundo Actual y Problemas de la Vida Cotidiana,
Adrián López - UCE ................................................................................................11

Cultura, sociedad y poder en América Latina:


“Patrimonio, espacios sociales y luchas: el Centro Histórico de Quito”,
María Augusta Espín - UCE ....................................................................................15

“La presencia de Narciso en el cine ecuatoriano reciente”,


César Solano - Universidad de Cuenca ..................................................................28

“Acción Colectiva y Estrategias Transnacionales del Movimiento Afrocolombiano


para la Defensa de los DD.HH. (2002-2010). Proceso de Comunidades Negras PCN”
Yeny Girón Galeano - FLACSO ..............................................................................39

Los saberes negados y la dependencia cultural: la lucha por el


espacio público, Elena Cruz - EPN...........................................................................55

Mundo actual y problemas de la vida cotidiana:


El malestar cotidiano: ¿Porqué leer la psicopatología hoy?,
Andrés Osorio – UCE ..............................................................................................63

Género y naturalización de la violencia en el espacio público. Una aproximación al


análisis del discurso subalterno en la relación entre medios y públicos,
Meysis Carmenati – UCE.........................................................................................75

¿Hombres en casa? Brechas de género y vida cotidiana,


Alexandra Serrano – PUCE ....................................................................................93

Crítica a la técnica moderna. Sujeto del deseo, cultura y política,


Martín Aulestia – UCE...........................................................................................103
TOMO II
Ejes temáticos:
Cultura Sociedad y Poder en América Latina
Mundo Actual y Problemas de la Vida Cotidiana
INTRODUCCIÓN AL TOMO II

Cultura Sociedad y Poder en América Latina


Mundo Actual y Problemas de la Vida Cotidiana

El presente tomo aborda el eje de “Cultura, Poder y Sociedad”, con discusiones


sustantivas e interdisciplinarias sobre una gama de temas que se agrupan en torno a
cuatro grandes apartados, todos ellos anclados a debates actuales de incidencia en las
ciencias sociales en general y en la sociología y ciencia política, en particular.
Un primer grupo de trabajos gira en torno a relaciones entre el Estado, la
sociedad y la cultura, tomando como objetos de análisis el proceso de patrimo-
nialización del Centro Histórico de Quito y la rica y reciente producción cine-
matográfica nacional. María Augusta Espín enfatiza la importancia de analizar
desde una perspectiva crítica al patrimonio, toda vez que hay marcados intereses
detrás de las acciones por “salvar” el patrimonio material en las ciudades, mien-
tras que César Augusto Solano, reconoce que el cine es un campo deficitario de
investigación científica en nuestro país, no obstante de un auge marcado de pro-
ducción fílmica de calidad con proyecciones en salas alternativas y comerciales
a nivel nacional e internacional, por lo que un estudio de estas obras resalta cómo
desde lo nacional se desafían los cánones de creación, distribución y exhibición
impuestos desde las industrias culturales hegemónicas.
En segundo lugar, se encuentran los trabajos de Meysis Carmenati González, Yeny
Girón Galeano y Alexandra Serrano Flores. Carmenati González y Girón Galeano
entablan un diálogo necesario sobre las brechas entre lo prescriptivo de la norma y
lo fáctico de las conductas sociales, en el primer caso revitalizado el debate sobre
las desigualdades al interior de lo público y en el segundo caso mostrando cómo
sujetos subalternos como las poblaciones afrocolombianas despliegan repertorios de
resistencia y defensa de sus derechos ante el asedio de prácticas violentas estatales y
no estatales. Así, pese a avances normativos y previsiones jurídicas que formalmente
defienden la igualdad de sujetos diversos, continúan las prácticas y representaciones
discriminatorias que naturalizan la violencia contra los sujetos, aupadas por medios
de comunicación que difunden y perpetúan las lógicas de exclusión prevalecientes.
Esto se haría extensivo al estudio de Serrano Flores, en el cual se muestra la críti-
ca de patrones contemporáneos de aparente involucramiento de los hombres en la
crianza de los niños y el trabajo doméstico cotidiano, que, sin embargo, logran de
manera contradictoria una inclusión en desigualdad de condiciones, manteniendo
los privilegios de género, étnicos y de clase que perpetúan los cánones de jerarquía
masculina y la división sexual del trabajo.
En tercer lugar, Andrés Osorio Valdivieso y Martín Aulestia Calero plantean una
necesaria retroalimentación y diálogo entre las ciencias sociales y la psicología. Osorio
Valdivieso nos recuerda el enorme potencial explicativo que tiene la lectura de los
trabajos de Sigmund Freud desde líneas ajenas y críticas a las interpretaciones predo-
minantes de tónica medicalizante, con lo que categorías básicas como el síntoma y el
malestar nos sirven para ensayar novedosas y potentes explicaciones de los fenómenos
sociales. Aulestia Calero, en cambio, trabaja sobre la relación entre deseo, cultura, téc-
nica y política en la sociedad moderna-capitalista, hallando que el deseo puede ser una
marca de ausencia, en torno a la cual se construye una escisión constitutiva del orden
de la necesidad con la naturaleza y la animalidad, siendo el lenguaje en el que vivimos
la posibilidad de dicha escisión.
Por otra parte, un cuarto apartado ofrece aportes de importancia a un debate cru-
cial en la agenda pública del país. Se trata de la educación superior, su proceso de
reforma y sus repercusiones. Pedro Bravo analiza la relación entre Universidad y
Sociedad en cuanto a su conceptualización ocurrida entre 1960 y 1980, gracias a los
debates de reforma universitaria guiados por los intelectuales y rectores universita-
rios Alfredo Pérez Guerrero, Manuel Agustín Aguirre y Hernán Malo, marcados por
un discurso de época cercano al desarrollismo. En su artículo, Diana Morán trabaja
sobre los desafíos actuales que enfrenta la educación superior, a partir de un análisis
de los grupos de ingreso desde 1994 al 2013, apoyándose en la teoría del capital hu-
mano, la teoría de la selección y la teoría de la segmentación del mercado de trabajo.
Logra demostrar algo que preocupa a académicos, políticos, docentes y estudiantes:
la estructura de acceso a la educación superior sigue estando concentrada en los es-
tratos de mayor ingreso de la población, lo que a su vez podría reproducir y agudizar
la concentración del ingreso en los grupos más ricos de la sociedad ecuatoriana.
Por último, Eduardo Delgado, sobre la base de una investigación de campo,
estudia las representaciones sociales que tienen los estudiantes de las universidades
públicas del Ecuador y que estarían condicionando las percepciones y los compor-
tamientos políticos ciudadanos. Cabe recordar que los fenómenos políticos son
resultado de procesos cognoscitivos y, como tales, pueden ser objeto de reestruc-
turación por parte de estructuras cognitivas socialmente construidas.
De esta forma, se invita a los lectores a indagar respecto de la producción críti-
ca de pensamiento y la creación de pensamiento crítico que ofrece este volumen,
avocado al entramado de la cultura y la sociedad, atravesados invariablemente por
dinámicas de poder en constante transformación.

Quito, noviembre de 2016

Adrián R. López Andrade


Docente-investigador de la UCE y
editor de la Revista Ciencias Sociales
CULTURA, SOCIEDAD
Y PODER EN
AMÉRICA LATINA

María Augusta Espín - Universidad Central del Ecuador


César Solano - Universidad de Cuenca
Yeny Girón Galeano - FLACSO
María Elena Cruz - Escuela Politécnica Nacional
Cultura, sociedad y poder en América Latina

PATRIMONIO, ESPACIOS SOCIALES Y LUCHAS:


EL CENTRO HISTÓRICO DE QUITO

María Augusta Espín Estévez


Profesora de la Universidad Central del Ecuador

Recibido: 14-05-2015 Aprobado: 11-10-2016

Resumen

Esta investigación mira en el trabajo de varios investigadores sociales sobre el


tema del espacio urbano, el patrimonio y las luchas sociales que se han generado
a partir de estos elementos con el fin de entender lo que ha sucedido en el Centro
Histórico de Quito alrededor del proceso de patrimonialización.

Esta investigación pone en relieve la importancia de analizar desde una perspectiva


crítica el tema del patrimonio, los intereses que hay detrás de las acciones por salvar
el patrimonio material y la incidencia social de estas.

Palabras clave: espacio urbano, patrimonio, luchas sociales, Centro Histórico


de Quito.

Abstract

This research looks at the work of several social researchers on the subject of urban
space, heritage and social struggles that have been generated from these elements,
in order to understand what has happened in the Historic Center of Quito around the
patrimonialization process.

This research highlights the importance of analyzing from a heritage critical pers-
pective as well as the, interests behind the actions to save the material heritage, and
the social impact of these.

Keywords: urban space, heritage, social struggles, Historic Center of Quito.

15
Patrimonio, espacios sociales y luchas: el Centro Histórico de Quito

Introducción

David Harvey (1998) dirá que el espacio no es solo un producto del devenir histórico
sino un productor de la experiencia por la cual aprendemos quiénes somos y qué somos
en la sociedad, para este autor el espacio es un producto social con gran importancia
económica, cultural, psicológica y simbólica. En relación a este planteamiento se debe
comprender el espacio y sus distintos ordenamientos simbólicos como un territorio cons-
truido social y culturalmente, por lo tanto constantemente modificado por las prácticas de
los sujetos, sin embargo la ciudad no solo es un espacio contenedor de procesos sociales
y culturales, sino que también participa activamente en su construcción.
A partir del siglo XIX, se empezaron a generar grandes procesos de urbanización a
nivel mundial, por lo que la experiencia humana paulatinamente fue relacionada con
un territorio específico y con un tipo de experiencia calificada como urbana. Mongin
(2006) establece que el espacio urbano se ha configurado en un contenedor donde
se liberan intercambios, experiencias y prácticas específicas, las que valorizan a la
praxis, el movimiento y la actividad. En consecuencia, la ciudad será una forma que
hace posible una experiencia particular que remite a la pluralidad del espacio pú-
blico. Esto implica la posibilidad de la participación, de la igualdad y del conflicto,
el espacio es por tanto político, en este se puede experimentar una vida mediante la
deliberación, las libertades y la reivindicación igualitaria.
La intención de esta ponencia es presentar una aproximación crítica al debate que
gira en torno al tema del patrimonio y las prácticas de la vida cotidiana o los usos
sociales de estos espacios de la ciudad que son calificados como patrimoniales, ya
que se considera que este discurso1 sobre el patrimonio atenta contra la experiencia
que debe generarse en lo urbano.
Se entiende al patrimonio como “una cualidad que se atribuye a determinados bienes o capacidades,
que son seleccionados de acuerdo a jerarquías que valorizan a unas producciones y excluyen otras”
(Rosas Mantecón, 1998, p. 6). La categoría de que un elemento, una práctica, una construcción, etc.
sea patrimonial no es, por tanto una realidad que exista por sí misma, sino que es una construcción
social, por tanto histórica, que es creada a través de un “proceso en el que intervienen tanto los
distintos intereses de las clases y grupos sociales que integran la nación, como las diferencias
históricas y políticas que oponen a los países” (Florescano, 1993, p. 10).

El pasado, por tanto, al ser seleccionado como parte del patrimonio de una nación
es escogido, reconstruido e interpretado desde intereses determinados en el presente
y cuando este proceso ocurre, adquiere un sentido de naturalización y todo el proce-
so de patrimonialización queda oculto. Llorenc Prats (1997) ha llamado a este pro-
ceso “activación patrimonial”, a través de la cual se escogen determinados elementos
culturales o naturales, se les expone y sacraliza y se propone entonces una versión
de la identidad que genere adhesiones. Este autor nos dice que estas activaciones pa-

1
Entendiendo discurso como una creación de quien lo emite que surge del contexto que lo rodea y de su propio
interior, dando lugar una nueva realidad: la que construye quien hace el discurso.

16
Cultura, sociedad y poder en América Latina

trimoniales generalmente son realizadas por el Estado, sin embargo también pueden
ser realizadas desde el sector privado o la sociedad civil, siempre y cuando exista una
fuerza social capaz de activar el patrimonio.
García Canclini se refiere al patrimonio como un espacio de disputa “económica,
política y simbólica” (2005), que genera contradicciones en su uso, por tanto, las
desigualdades en la formación y apropiación del patrimonio demandan estudiarlo
no solo como cohesionador nacional o generador de identidad, sino también como
espacio de pugna y negociación social.
Para abordar este tema me interesa ver la situación que se vive en el Centro His-
tórico de Quito2, escenario donde diferentes actores constantemente ponen en juego
y disputa varios discursos y representaciones sobre un universo simbólico materiali-
zado en los usos y los significados que se atribuyen a estos espacios de acuerdo a las
diferentes experiencias e intereses.

El Centro Histórico como escenario en disputa

Eduardo Kingman y Ana María Goetschel en su trabajo sobre el Centro Histórico y la


patrimonialización plantean que “la producción del patrimonio se ha convertido en algo
que es definido por los expertos, como generadores de políticas pero también de ideolo-
gías. Existe a la vez una relación perversa entre el patrimonio concebido como cultura y
sus prácticas civilizatorias y disciplinarias” (2005, p. 103), por tanto estos autores conci-
ben al patrimonio como un dispositivo que busca instaurar un orden disciplinario, es así
como el Centro Histórico pasa a ser un espacio que se lo recupera en el sentido de volverlo
civilizado, ordenado, seguro y decente, ignorando el pasado y la historia de los espacios.
Sobre algo de la historia del Centro de Quito, es necesario decir que a partir de la
década de los 40 se van incorporando nuevas áreas urbanas en la ciudad, especial-
mente en la zona Norte, por lo que el Casco Antiguo empieza a perder sus caracterís-
ticas de centralidad urbana y se va configurando como un espacio de hacinamiento
de población pobre y migrante. Los conventillos3 del Centro empiezan a pulular y
se va configurando de forma paulatina como zona de población pobre, campesinos
y migrantes (Carrión et ál., 1978). Este sector abandonado por las élites y las clases
medias, fue dejado para que sea lugar de residencia y trabajo de sectores populares.

2
Especialmente aquellos espacios que serán parte del corredor turístico planificado por el Municipio de Quito,
que iniciará en San Diego, pasará por el bulevar de la 24 de Mayo, también incluirá a La Ronda y otros espacios
“recuperados” del Centro Histórico de Quito.
3
Grandes casas o “casonas” coloniales, cuyos dueños hacen negocio alquilando los numerosos cuartos que las constituyen
a varias familias. En el sector del Centro Histórico existen varias de estos “conventillos ” dedicados al arrendamiento;
según datos tomados del estudio de Doormalen y Weerdenburg (2005), hay un aproximado de 747 casonas repartidas
entre los barrios de La Loma, San Marcos, La Tola, San Blas, González Suárez y San Roque, la imagen que se presenta de
uso del suelo de las casonas es: “la planta baja debería servir de uso comercial, el primero de uso residencial o uso mixto
[residencial y comercial] y el tercer piso se destinaría solo para uso residencial” (Ibidem: 8). En estos lugares vive gente
de escasos recursos económicos, no exclusivamente indígena, pero en la investigación de Doormalen y Weerdenburg se
determinó que un alto porcentaje de los habitantes de las “casonas” son indígenas y campesinos. (Ídem)

17
Patrimonio, espacios sociales y luchas: el Centro Histórico de Quito

Las clases medias y las élites quiteñas, produjeron distintas prácticas de separación
y aislamiento4, con la finalidad de distinguirse de los grupos que no poseían igual
capital económico, social y cultural.
El hecho más relevante y notorio a partir de esta época es el crecimiento de Quito en
su forma longitudinal (ver Mapa 1), con una connotación aparentemente segregacionis-
ta: mientras la gente adinerada se va desplazando desde el Centro hacia el Norte (en la
configuración de un Quito moderno), los barrios marginales se ubican desde el Centro
Histórico hacia el Sur de la ciudad. Todo este proceso de modernización de la ciudad
tiene como propósito fundamental borrar de su fisonomía toda huella que delatara per-
vivencias indígenas, rurales o provincianas. Kingman se refiere a que muchas ciudades
sufren un proceso de “blanqueamiento” hacia los 50 y 60, tiempo durante el cual se
fue “imponiendo un tipo de cultura y colocando al resto en situación vergonzante”
(Kingman, 1992, p. 38).

Mapa 1. Planos de Quito

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Carrión et ál. (1978) y MDMQ (2014)

4
El aislamiento y la separación son tanto físicos como sociales (Kingman: 2006).

18
Cultura, sociedad y poder en América Latina

En 1978 el Comité del Patrimonio a nivel internacional declara al Centro Históri-


co de Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Esta declaratoria, fue con-
firmada el 27 de Julio de 1979 en Quito por el director de General de la UNESCO.
A partir de la declaratoria, el aparato de gestión de la municipalidad desarrolla una
serie de políticas que posibiliten la conservación y la reactivación del área central,
para el comercio y el turismo. Sobre ese marco, se fortalece el Instituto Nacional de
Patrimonio Cultural a través de la Ley de Patrimonio de 1979 (Toledo, 2012).
A inicios de esta década los ochenta, la Dirección de Planificación del Munici-
pio, inicia el estudio de un plan, que se denominó Plan Quito – Esquema Director
de 1980. Dentro de este plan se puso en marcha un estudio para delimitar las áreas
que por su “valor histórico” deben preservarse. Como resultado de este proceso, se
señala “las zonas históricas de Quito”, que deben conservarse, y estas son: el Centro
Histórico y los núcleos históricos de Guápulo, Cotocollao y Chillogallo (Ibíd.).
En relación con el Centro Histórico de Quito, se estableció la existencia de dos
segmentos diferenciados. El primero, correspondiente al área de mayores inversio-
nes, donde prevalecían las funciones administrativas, políticas y de servicios. El
segundo segmento, era predominantemente residencia

El primero se concentraba en las inmediaciones de la calle García Moreno. El segundo, se ca-


racterizaba por concentrar, “(…) estratos sociales de medianos y bajos ingresos y de un importante
sector de trabajadores obreros sobre todo en la franja occidental del centro” (Paredes, 1991, p. 47).
Para marzo de 1987, Quito es impactado por un fuerte sismo, el cual tiene alto impacto en las
construcciones del Centro Histórico. A partir de este sismo el Gobierno Nacional promulga en el
Registro Oficial, la ley de creación del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural, cuyo objetivo
central es, “(…) la restauración, conservación y protección de los bienes históricos, artísticos, reli-
giosos y culturales de la ciudad de Quito” (Arízaga, 1992, p. 16).

Es entonces cuando se instauran una serie de políticas que buscan incidir en “(…)
las zonas del Centro Histórico con un alto índice de deterioro en diferentes aspectos:
sociales, económicos, urbanos, arquitectónicos y en los que se requiera de una serie
de proyectos específicos y de gran inversión pública y privada, (…) tal es el caso
de San Roque y la Tola” (Ibíd., p. 18). Cabe señalar, que este tipo de intervenciones
no son una rehabilitación urbana sino una regeneración5, donde la comunidad no es
tomada en cuenta en las decisiones sobre las distintas intervenciones y de ninguna
manera es un agente fiscalizador sobre las intervenciones que suceden en este terri-
torio específico (Salgado, 2008).
A partir de este momento las políticas de intervención y regeneración del espacio
histórico de Quito pretenden generar nuevas dinámicas cotidianas en estos espa-

5
La Regeneración urbana, se construye a través de criterios morales, valores estéticos, y criterios de distinción
y clasificación social. En este sentido es importante señalar, que si existe la intención de regenerar un espacio
urbano, debe establecerse que espacio de la urbe esta “degenerado” (Salgado: 2008).

19
Patrimonio, espacios sociales y luchas: el Centro Histórico de Quito

cios que han sido considerados en el imaginario de la ciudad como espacios inhós-
pitos, “mal oliente[s], sucio[s], pobre[s] y peligroso[s]” (Diario Ultimas Noticias,
30/05/2005, refiriéndose al barrio de San Roque), “contaminados o contaminantes”
6
y por lo tanto espacios que necesitan ser recuperados y que justifican políticas de
seguridad y control que se encuentran ligadas a los discursos de patrimonialización
y renovación urbana7.

La renovación como búsqueda del deber ser de los espacios y sus habitantes

La palabra renovación proviene del latín renovare, que significa rehacer, reestablecer,
reparar. En el origen mismo del término se encuentra definido que el carácter de esta
acción, la que es sobre un objeto anterior o del pasado que se quiere transformar para
un nuevo fin. La búsqueda de la renovación, por tanto pone en marcha dos elementos
distintos: lo antiguo y lo moderno.
Juan Toledo (2012) señala que esta contradicción ocasionó que existan dos
corrientes opuestas de renovación. La primera privilegia a lo moderno sobre
lo antiguo (funcionalismo). Esta visión se fundamenta en que las expresiones
arquitectónicas de la modernidad son un símbolo de lo actual y del futuro, y por lo
tanto están al margen de lo tradicional. La segunda jerarquiza lo antiguo sobre lo
moderno (conservacionismo), enfatizando el carácter patrimonial de las edificaciones
de acuerdo a su relevancia estética e histórica.
Toledo explica como en el caso de la Ciudad antigua o Centro Histórico de Quito,
hasta la década de los setenta primaba la primera visión y la segunda se implementa
desde los inicios de la década de los ochenta hasta la actualidad (ibíd.).
El patrimonio, por tanto, se configurará en la selección de la vieja cultura que
determina la importancia del espacio. Es necesario mencionar que todas las ciudades
que, como Quito, fueron declaradas como Patrimonio Cultural de la Humanidad,
tienen la obligación de salvaguardar los bienes declarados como patrimoniales. De
esta manera, las urbes patrimoniales, construyen dispositivos y políticas que intentan
salvaguardar la “memoria” del lugar.
Justamente la renovación urbana pone énfasis “en el rescate de una tradición
y una memoria” (Kingman 2005, p. 97). Esta opera a través de una idea histórica
de patrimonio (la memoria), la que tiene un carácter arbitrario, tanto en su noción
como en su ejecución, lo que, a decir de Kingman (ibíd.), provoca una pérdida del
sentido histórico. Sería importante decir que este es el modelo de intervención que
se utiliza en el Centro Histórico de la ciudad, y tiene por objetivo, conservar de

6
Pese a que Kingman (2012) nos muestra que, según las estadísticas del Observatorio de Seguridad Ciudadana,
los índices de peligrosidad en la ciudad son mucho más altos en la zona norte de la ciudad que en el Centro
Histórico, en cuanto a delitos contra la propiedad y violencia sexual.
7
A la que se ve como un objetivo a alcanzar inevitable e incuestionable.

20
Cultura, sociedad y poder en América Latina

manera estática una idea de tradición o herencia cultural determinada desde unos
intereses particulares.
Estos discursos se vuelven concretos en políticas y prácticas -como el cambio en
los usos sociales del suelo y en la composición poblacional de los sectores-, y tienen
un contenido político y sociocultural, donde priman los intereses de aquellos que
hacen las políticas (Kingman, 2012). Asimismo estos discursos, políticas y prácticas
tienen un contenido étnico y de clase que generalmente no son problematizados, pero
que se evidencia en el desplazamiento y expulsión de población de sectores sociales
a los que se llama “clases populares”, de los lugares “recuperados” justificado por
una racionalidad técnica, pero sin ningún tipo de sensibilidad ante la realidad de la
población que se busca expulsar.
Los procesos de vaciamiento de ciertos barrios “modernizados” han provocado la
disminución paulatina de la población “originaria” y en muchos casos la sustitución
por grupos sociales, con mayor poder adquisitivo. Frente a estas dinámicas cabe
preguntarse, ¿cuál es el interés particular de recuperar estos espacios, recuperarlos
de qué o para quién?
Cuando desde las políticas públicas y de gobierno de la ciudad, se miran los distintos
elementos que la organizan de manera separada se tiende a desdibujar la presencia y
participación de quienes viven la ciudad en su cotidianidad, además esta presencia
se ve estigmatizada, como en el caso de barrios como San Roque, la Ronda o la 24
de Mayo, por tratarse de población indígena o mestiza pobre.
Este imaginario de los espacios “degenerados” de la ciudad se hacen eco en los
medios de comunicación, que hablan constantemente de la necesidad urgente de
“regeneración”, de espacios calificados como “decadentes”, un ejemplo de esto es
una noticia referente al barrio de San Roque y su mercado, donde se habla de la pre-
sencia de “hordas de campesinos que se dedican a libar” (Diario Ultimas Noticias,
30/05/2005), en los alrededores del mercado y otros males que afectan a los vecinos
“decentes” del sector. Resulta interesante el calificativo de “hordas de campesinos”,
ya que por un lado se hace referencia a un populacho y por otro se desconoce la
situación actual urbana de los indígenas, pues se los continúa asociando al campo.
Parecería tratarse de una forma instrumental de intervención que poco tiene que ver
con los intereses reales de conservación del patrimonio edificado y sobre todo de respeto
y mejoramiento de los habitantes de dichos espacios, por el contrario son instrumentos
que privilegian a la inversión privada. Como vemos actualmente el Centro Histórico se ha
convertido paulatinamente en un espacio de turismo de élite, con hoteles de 4 y 5 estrellas,
cuyos precios por noche fluctúan entre $150 a $300; restaurantes de lujo, cuyo costo por
plato está entre los $15 a los $50; espacios que privilegian la alta cultura y que desplazan
a la población que ha vivido y construido el Centro Histórico de Quito desde hace más de
70 años. Según el Plan integral de revitalización del Centro Histórico de Quito (2012), al
momento se cuenta con 500 camas disponibles en la zona y la idea es tener 2000 camas
para mejorar la oferta turística. También se evidencia el elevado costo de los inmuebles
21
Patrimonio, espacios sociales y luchas: el Centro Histórico de Quito

que han sido recuperados y rehabilitados. Un departamento de lujo en el Centro Histórico


puede llegar a costar entre $2.000 y $2.500 el metro cuadrado de construcción.
Otro ejemplo del interés de la regeneración de los espacios se puede evidenciar en
el tratamiento que se ha realizado a La Ronda, una tradicional calle que da su nombre
a un barrio ubicado en el Centro Histórico de Quito, al que se consideraba un lugar
peligroso y degenerado. En este lugar existían cantinas clandestinas donde “se vendía
licor a los ebrios del sector, se podía encontrar a ladrones de poca monta y vagabundos
durmiendo a pierna suelta en las veredas de la principal calle del barrio (…), también
era lugar de prostitución, con burdeles de mala calaña” (Entrevista JVBLR, 2014).
Los vecinos que habitaban este espacio levantaban constantemente sus quejas ante el
deterioro de su lugar de vivienda y comercio.
La regeneración de este espacio inició en el 2004 a cargo del Fondo de Salvamento
(Fonsal). Actualmente La Ronda ha sido rehabilitada y es un espacio dirigido hacia
el turismo nacional e internacional. En las mañanas las casas de este barrio son en su
mayoría locales comerciales, donde se venden artesanías tradicionales, arte, joyería,
platos típicos, entre otros, mientras por la noche sus calles se ven atestadas de adultos
y jóvenes de clases media y media alta que acuden al sector en busca de diversión a
uno de los numerosos bares y restaurantes que funcionan hasta la madrugada, llenando
el ambiente con ensordecedora música moderna, licores tradicionales e importados,
restaurantes de comida variada, así como espacios de baile.
¿Qué se ha modificado en estos diez años en La Ronda, luego del proceso de
regeneración?, pues pasó de ser un “antro de vicio” a ser un “espacio de cultura”,
dejó de circular “el licor adulterado y los ebrios consuetudinarios, para cambiar al
whisky, el ron o el vodka y los jóvenes de clases pudientes en estado de ebriedad
dando tumbos por las veredas y armando escándalo en la calle; dejó de circular el
cemento de contacto, el bazuco y la marihuana como drogas, para ser reemplazadas
por la cocaína, el éxtasis y las anfetaminas; la prostitución de mala calaña, fue
sustituida por el servicio de acompañantes costosas; el ruido de música “chicha” de
las cantinas, por el ruido de reggaetón, salsa y hip hop; los ladrones y vagabundos,
por jóvenes y adultos con ingresos económicos suficientes para pagar una noche de
fiesta en los costosos bares del sector” (Ibíd.). Los vecinos de La Ronda se siguen
quejando porque el barrio no ha dejado de ser lo que es, solo ha cambiado el target
del público al que está dirigido (Ibíd.). Mientras el uso de este espacio por parte
de los sectores populares, campesinos e indígenas lo transformaban en un espacio
degenerado, el mismo uso por parte de sectores medios y altos lo vuelve un espacio
regenerado y esta es la diferencia.

El fin justifica los medios

Kingman y Goetschel dirán que “los usos de la memoria, como de la identidad,


se convierten bajo las políticas de patrimonio, en estrategias retóricas, estereotipos
22
Cultura, sociedad y poder en América Latina

desprovistos de contenido” (2005, p. 105). El patrimonio, en este sentido, contri-


buye a deshistorizar la memoria a través de una mirada del pasado superficial y
fundamentalmente sesgada. La memoria se transforma en espectáculo que adorna
las zonas históricas de la ciudad y que permite volver funcionales los espacios en
relación a las demandas económicas y la rentabilidad que estos generan al gobierno.
Y por tanto aquellos espacios, aquellas prácticas y aquellos sujetos que no
representan un valor para el proyecto de patrimonialización, deberán ser destruidos,
desplazados, anulados, ocultados o transformados. Como ha sucedido en el proceso
de renovación del Centro Histórico de Quito, especialmente en zonas como San
Francisco, la Ronda, la 24 de Mayo y lo que está por suceder en el barrio y el mercado
de San Roque.
Esta complejidad en la relación de los habitantes con el patrimonio oficialmente
reconocido permite reflexionar sobre la construcción de un discurso de regeneración
urbana que parte de una construcción hegemónica y oficial, pero también permite
mirar cómo se construyen las relaciones con la diferencia y la alteridad, permitiendo
poner en cuestionamiento el valor otorgado al legado patrimonial.
En este sentido, y parafraseando a Canclini (2005), es necesario tener en cuenta
que una cultura material es básicamente un patrimonio colectivo, por tanto producido
por el conjunto de la sociedad; sin embargo, la participación de los actores sociales
a este proceso es diferenciada, podríamos decir que tras esta construcción están
implícitos discursos de clase y etnia, pero también el acceso de los grupos sociales
a ese patrimonio es desigual. Estos procesos además están apoyados por los mass
media y la publicidad que permiten legitimar ciertas formas de relación con el
pasado mientras se deslegitiman otras.

Bibliografía

Arízaga, Dora (dir.) (1992). El Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural–Ilus-


tre Municipio de Quito 1988 – 1992, Quito: Editorial FONSAL.
Canclini García Néstor (2005) La antropología urbana en México. México: Fondo
de Cultura Económica.
Carrión, Diego et ál. (1978). Renta del suelo y segregación urbana. Quito: Ediciones
Quito.
Doormalen y Weerdenburg (2005). Informe de resultados relevantes de la inves-
tigación sobre las estrategias de sustento de los habitantes de las casonas del
Centro Histórico de Quito y la influencia de la política del Municipio de Quito
con respecto al Centro Histórico y el empleo, Manuscrito, Quito. Florescano,
Enrique (1993). “El patrimonio cultural y la política de la cultura”, en El Pa-
trimonio Cultural en México, Enrique Florescano (comp.). México: Fondo de
cultura económica.

23
Patrimonio, espacios sociales y luchas: el Centro Histórico de Quito

Harvey, David (1998). La condición de la posmodernidad: investigación sobre los


orígenes del cambio cultural. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Kingman Eduardo (2012). “Ciudad, seguridad y racismo”, en San Roque: Indíge-
nas urbanos, seguridad y patrimonio. Eduardo Kingman (coord.). Quito: Flac-
so-HEIFER Internacional.
------- (2006). La ciudad y los otros: Quito 1860 - 1940. Higienismo, ornato y poli-
cía. Quito: FLACSO - Sede Ecuador.
------- (2005). Ciudad, modernidad y orden moral. Quito: FLACSO-Rovira I Virgilio.
------- (1992). “Ciudades de los Andes: homogenización y diversidad”, en Ciudades
de los Andes: visión histórica y contemporánea, Eduardo Kingman comp. Quito:
CIUDAD, pp. 9-50.
Kingman, Eduardo y Ana María Goetschel (2005). “El patrimonio como dispositivo
disciplinario”, en Regeneración y revitalización urbana en las Américas: hacia
un Estado estable, Fernando Carrión y Lisa Hanley, editores. Quito: FLACSO-
WWICS-USAID.
Mongin, Olivier (2006). La condición urbana. La ciudad a la hora de la mundiali-
zación. Buenos Aires: Paidós.
Paredes, Domingo (1991), “La vivienda: Tugurización, población y calidad de vida”,
en Centro Histórico de Quito – La vivienda, Quito, Editorial Fraga, pp. 41 – 64.
Prats Llorenc (1997). Antropología y patrimonio. Barcelona, Ariel Antropología.
Rosas Mantecón, A. (1998) “Presentación”, en Revista Alteridades 8 (16).
México: 3-9.
Salgado, Mireya, (2008) “El Patrimonio Cultural como narrativa totalizadora y
técnica de gubernamentalidad”, en Centro-h, Revista de la Organización Latinoa-
mericana y del Caribe de Centros Históricos. No 1, pp.13-25.
Toledo Hidalgo, Juan Patricio (2012). Implosión de la ciudad antigua de Quito.
Quito: FLACSO-Sede Ecuador.

Otros documentos

Diario Últimas Noticias, 30/05/2005.


Plan integral de revitalización del Centro Histórico de Quito (2012).
Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, página oficial www.quito.gob.ec,
visitada el 04/07/2014.

Entrevistas

JVBLR (Junta de vecinos del barrio La Ronda). Entrevistas 7 de abril, 15 de mayo,


10 de junio y 13 de julio de 2014. Quito.

24
Cultura, sociedad y poder en América Latina

LA PRESENCIA DE NARCISO EN EL
CINE ECUATORIANO RECIENTE

César Augusto Solano


Profesor de la Universidad de Cuenca
Licenciado en Ciencias de la Educación, especialidad de Filosofía, Sociología y Economía,
Universidad de Cuenca; Master en estudios Ibéricos e Iberoamericanos, KU Leuven-Bélgica.

Recibido: 31-07-2016 Aprobado: 26-10-2016

Resumen

Una de las deficiencias de la investigación en nuestro país es la referente al cine. Pensar


en un cine ecuatoriano es una paradoja, pues en estos instantes que la transnaciona-
lización de los productos culturales es uno de los cánones de la creación, distribución y
exhibición, se vuelve complicado proponer cines nacionales. Desde esta perspectiva, las
películas ecuatorianas estrenadas entre el 2012 al 2014: Sin otoño, sin primavera, Mejor
no hablar (de ciertas cosas), Saudade y Feriado, presentan rasgos de un cine postmoder-
no, teniendo en cuenta las directrices propuestas por Gilles Lipovetsky en su obra. Las
propuestas tanto políticas, como éticas que discursivamente proponen estas películas,
están cerca del narcisismo, espíritu de la sociedad postmoderna.

Palabras clave: cine ecuatoriano, postmoderno, narcicismo, política y ética.

Abstract

Cinema is a reaseach deficiency in our country. Thinking of an Ecuadorian cine-


ma is a paradox, because nowadays the transnationalization of cultural products
is one of the canons in the creation, distribution and exhibition, which is why it is
complicated to propose national cinemas. From this perspective, the Ecuadorian
films released from 2012 to 2014: Sin otoño, sin primavera, Mejor no hablar
(de ciertas cosas), Saudade y Feriado, present some traits of the postmodern
cinema, taking Gilles Lipovetsky’s work as a guideline. The political and ethi-
cal propositions in this kind of cinema are related with narcissism, the spirit of
postmodern society.

Keywords: Ecuadorian cinema, postmodern, narcissism, politics and ethics.


25
Narciso frente a la pantalla. El cine ecuatoriano postmoderno

La producción cinematográfica ecuatoriana, tras la aprobación de la Ley de


Fomento al Cine (2006) y la creación del Consejo Nacional de Cine (2007), ha
aumentado su producción a un ritmo muy acelerado1, pasando de la cuota en pan-
talla de una o dos películas anuales a más de doce películas por año entre 2012 y
2014. Plantear un análisis sobre el cine ecuatoriano es imperativo, pues la marcha
y desarrollo del cine en el mundo sigue un ritmo vertiginoso, por lo que surgen
preguntas sobre los cines producidos por los países del Tercer mundo2: ¿Se puede
pensar en cines nacionales en tiempos transnacionales, es decir, en tiempos de glo-
balización?, y específicamente para el caso ecuatoriano: ¿qué tipo de cine se está
produciendo actualmente?

Cine postmoderno ecuatoriano

Las investigaciones sobre cine ecuatoriano son escasas, y en algunos casos no


especializadas, por lo antes citado, que en años anteriores al 2007 los estrenos
de cine ecuatoriano eran insuficientes con relación a los estrenos al cine de
Hollywood. Frente a este florecimiento del cine ecuatoriano, raíz de la creación
del CNCine, es posible el análisis minucioso desde perspectivas multidisciplina-
rias y transdisciplinarias.
El corpus de películas seleccionadas para el análisis que se realizará en este
trabajo son los largometrajes de ficción: Sin otoño, sin primavera3 de Iván Mora
Manzano (2012), Mejor no hablar (de ciertas cosas)4 de Javier Andrade (2012),
Saudade de Juan Carlos Donoso Gómez (2013), y Feriado de Diego Araujo
(2014). Se pretende el análisis de un núcleo de ideas que permitan clasificar a
estas producciones dentro de la categoría de cine postmoderno, partiendo de los
criterios establecidos por Gilles Lipovestky (2009 y 2015) y sistematizados por
Juan Orellana y Jorge Martínez en la obra Celuloide Posmoderno (2010).
Las producciones cinematográficas a nivel mundial, desde los años noventa hasta
la actualidad, han sido impregnados por las tendencias marcadas por la condición

1
Conocemos que por la crisis económica que atraviesa el país, los primeros recortes que se hacen al presupuesto
general del Estado van dirigidos al sector de la cultura, en este caso específico, a los aportes que el CNCine hace
a la realización de productos audiovisuales. Este recorte está previsto con más de un sesenta por ciento de sus
fondos concursables, lo cual imposibilitará la producción de varios proyectos en el sector cinematográfico para
el 2016 y los siguientes años.
2
Desde el discurso económico y geopolítico se entiende como Tercer mundo a “las naciones y “minorías” co-
lonizadas, neocolonizadas o descolonizadas cuyas desventajas estructurales han sido modeladas por el proceso
colonial y por la desigual división del trabajo internacional” (Shohat y Stam, 2002, p. 44).
3
En adelante SOSP.
4
En adelante MNHCC.

26
Cultura, sociedad y poder en América Latina

posmoderna5, Gérard Imbert conceptualiza lo que podría ser el Cine posmoderno


desde su visión:

Cine posmoderno, he llamado a este cine de la ruptura, del cuestionamiento identitario, de la


fractura de la realidad, de la confrontación con el horror, un cine que lleva a veces a una “pornografía
del horror” por la hipervisibilidad que ha alcanzado (p. 17).

Partiendo de lo expuesto podemos complementar que los rasgos fundamentales


del cine posmoderno que resaltan son: “…el culto al cuerpo, el culto a lo psicológico
o lo relacional, el culto al hedonismo consumista y el culto a la autonomía subjeti-
va…” (Lipovetsky, 2009, p. 206), a esto le sumamos una lista más detallada que nos
ofrecen Orellana y Martínez: “Relativismo, amor libre, exaltación a las drogas, des-
dramatización de la homosexualidad, inmanentismo radical, el rock como religión,
pacifismo orientalista como ideología…” (2010, p. 84).
Este vacío postmoderno de la sociedad es generado por el quiebre de las grandes
ideologías (Metarrelatos desde la percepción de Lyotard) que ponían énfasis en te-
mas como: la construcción de la nación, los procesos revolucionarios, o el progreso
económico y social del capitalismo. El cine también acogió estos temas, con los
cuales se trabajaron varias películas, algunas de corte propagandístico, como por
ejemplo los documentales de Leni Riefenstahl en la Alemania nazi y otras de corte
didáctico, tal es el caso del Tercer cine, desarrollado en América Latina.
Los cineastas de esta nueva generación en América Latina, y para esta investi-
gación el caso de los ecuatorianos, no se identifican con los valores que proponía el
Nuevo Cine Latinoamericano de los 60 y 70 (Río & Cumaná, 2008). Las diversas
identidades culturales de nuestros países se ocultan intencionalmente, el indio o el
negro pasan a ser personajes que si aparece en la pantalla son parte de la servi-
dumbre, no un protagonista; no se visibiliza lo marginal como un problema, sino
como parte irremediable de la sociedad, y en ocasiones por ser proveedores de los
vicios, parte necesaria de la misma; la eterna paradoja entre civilización y barbarie
es resuelta desde una versión idílica, casi romántica, el encierro en los paradisiacos
paisajes (Portoviejo, el Valle de los Chillos, la serranía) aíslan a los personajes del
bullicio y conflictos propios de las grandes ciudades; la cuestión religiosa se extin-
gue completamente, no hay cabida para este tema, al igual que para el tema político o
de denuncia social; la memoria, tema fundamental para plantear el pasado e incluso
el porvenir de los pueblos, es anulada, se convierte en una visión personal, sin que
influya al contexto social.

5
Cfr. Jean-François Lyotard, La condición posmoderna: informe sobre saberes. Para Lyotard, los metarre-
latos son los grandes discursos emancipatorios producidos en la modernidad occidental para legitimar el
poder. Con la idea de la muerte de los metarrelatos se abre la posibilidad de narrar las pequeñas historias,
en el cine esto tiene que ver con el advenimiento de un cierto tipo de narraciones como es el caso del no
relato y las pequeñas historias.

27
Narciso frente a la pantalla. El cine ecuatoriano postmoderno

Teniendo como base las ideas arriba desarrolladas, intentaremos mostrar como
las películas seleccionadas siguen estos patrones e incluso proponen nuevas catego-
rías. Comenzaremos con el análisis de los personajes principales, en algunos de los
casos son los narradores -utilización de la voz en off- como es el caso de Francisco
(Paco) Chávez [Interpretado por Francisco Savinovich] (MNHCC), y Lucas Franco
[Interpretado por Enzo Macchiavello] (SOSP6). También están: Miguel Hernández
(Interpretado por Francisco Baquerizo) de Saudade, y Juan Pablo (Juanpi) Landívar
[Interpretado por Juan Manuel Arregui] de Feriado. A simple vista podemos advertir
que todos los personajes son masculinos. Los tres primeros heterosexuales y el últi-
mo, Juanpi, termina aceptando su homosexualidad. En cuanto a las edades podemos
determinar entre los 16 años y 25 años, esto se muestra en el comportamiento de
estos personajes, en muchas ocasiones irresponsables, como el estereotipo de
adolescente que ha construido el cine y la televisión7.
Continuando con rasgos más específicos de los personajes, todos son mestizos
con el predominio de elementos caucásicos: blancos, altos, cabello y ojos claros.
Pertenecen a una clase social acomodada: viven en casas propias, en algunos casos
con piscina, no tiene necesidad de trabajar, y el dinero no es una prioridad para
sobrevivir. Esto determina que estas películas se alejen de los presupuestos del
Tercer cine, no es un cine de la pobreza (estética del hambre).
Existen ciertas excepciones de personajes principales en la filmografía ecuatoriana de
entre los años 2012 al 2014 que abandonan el patrón propuesto, tal es el caso de Manuela
[Interpretada por Eva Mecham] en la película En el nombre de la hija (2012) de Tania
Hermida, es una niña que mantiene los elementos caucásicos antes mencionados y es
parte de la clase social acomodada. En contraste, el personaje de Lucía [Interpretado
por Vanessa Alvario] de No robarás… (a menos que sea necesario) (2013) de Viviana
Cordero, este personaje es una adolescente, mestiza con rasgos indígenas (ojos rasgados
a lo mongólico, cabello oscuro y piel morena), perteneciente a la clase social pobre.
Podemos resumir que los aspectos que llevan a clasificar este corpus de películas
dentro de lo que se considera como cine postmoderno son: si unas de las consignas
de lucha entre los años 60 y 70 fue Tierra, patria y libertad, la postmodernidad se ha
alejado proponiendo nuevos ideales que se resumen en sexo, drogas y rock and roll.

Frente a la trascendencia moderna –las ideologías, la Historia, el progreso, los imperativos de


todo tipo: morales, sexuales, etc.-, la posmodernidad se desenvuelve en la inmanencia, en la necesi-

6
Al tratarse de una película coral, en la que intervienen varios personajes, es complicado establecer si Lucas es o
no el protagonista, para efectos de esta investigación se tomará a este personaje para analizarlo.
7
El mercado del cine busca construir sus narrativas tomando como base personajes jóvenes (léase adolescentes),
pues es el grupo etario que mayor concurrencia tiene a las salas de cine, sobre todo las grandes cadenas como en
el caso de nuestro país: Multicines o Cinemark.

28
Cultura, sociedad y poder en América Latina

dad del aquí y el ahora, y esto incide no solo en los valores, sino también en la relaciones del sujeto
con lo que ha llamado los “referentes fuertes” (sexo, violencia, muerte), objetos problemáticos en
torno a las cualidades cristalizan los imaginarios sociales y que el sujeto ha integrado en su universo
cotidiano (Imbert, 2010, p. 16).

La cuota en pantalla de sexo gratuito que presentan estas películas está subido
de tono. Se vuelve usual que los personajes mantienen relaciones sexuales, que
en ocasiones se trata de una traición a sus parejas: Antonia y Martín8 (SOSP),
Paco y Lucía (MNHCC); relaciones sexuales entre hermanastros, rayando casi
en el incesto: Manuela y Miguel (Saudade), y relaciones homosexuales, que no
se muestran en pantalla: Luis y Rodrigo (MNHCC). El tratamiento estético del
cuerpo tiene que ver con su perfección, exaltando el culto a lo corporal, propio
de la postmodernidad. Por otro lado según nos muestra Imbert, en su obra Cine
e imaginarios sociales. El cine postmoderno como experiencia de los limites
(1990 2010), el cuerpo dentro de la estética cinematográfica postmoderna lo re-
presenta como producto del mal-estar y la ambivalencia, un cuerpo mal herido,
un cuerpo fragmentado, en el que las huellas de los conflictos y el paso del tiem-
po son muy marcadas.
La película Mejor no hablar (de ciertas cosas) es una alegoría a las adicciones, el
protagonista y narrador, Paco Chávez, cuenta como todos los miembros de su familia
tienen un vicio por ciertas drogas, legales e ilegales. La base de cocaína es la droga
ilegal sobre la cual gira el problema central de la película, Paco y su hermano Luis
son completamente adictos a esta droga. El consumo de drogas también es tema de la
película Sin otoño, sin primavera. Lucas, se vuelve adicto a las pastillas para dormir,
que le distribuye ilegalmente Paula. Así como los “porritos inocentes”, expresión
utilizada por Orellana y Martínez (2010, pp. 99-102), que intentan pasar como una
cuestión normal de consumo entre los adolescentes, tal como se retrata en Saudade,
nos muestran ese intento de huir de la realidad con las drogas, y crear mundos más
seguros, paraísos artificiales, en los cuales pueden ser felices estos personajes por
breves instantes.
En la actualidad el rock se ha constituido en toda una cultura. No sólo abarca la
música, sino todo un estilo de vida así como otras culturas urbanas. Tanto SOSP

8
A criterio de Christian León, “la escena de sexo entre Antonia y Martín, a mi modo de ver el mejor polvo de
toda la historia del cine nacional” (2013). Según el autor la mojigatería y la tortuosidad ha sido frecuente en las
producciones nacionales con tratamiento de lo sexual, por lo que SOSP vendría a romper con esta condición.

29
Narciso frente a la pantalla. El cine ecuatoriano postmoderno

como MNHCC giran en torno al punk9, incluso la primera es conocida como “una
balada punk”. En todas las películas que analizamos este factor común es fácilmente
identificable en escenas que presentan conciertos de bandas de estilos que van desde
el punk hasta el heavy metal, al igual que las bandas sonoras el ritmo privilegia-
do es el rock (bandas nacionales: Las vírgenes violadoras, Niñossaurios, Camareta,
Guardarraya, Naagrum, etc., y la banda internacional Los ilegales de España). Esto
enmascara la idea de que la cultura del rock (punk o heavy metal) da el espacio de
expresión apropiado a los sin voz, es otra forma de romper las reglas de la sociedad
o escapar del sistema.
La memoria histórica en varias películas es importante para reconstruir los hechos
que han marcado la vida de los personajes. La Segunda guerra mundial, en casi todos
los países de Europa, el caso de España con la Guerra civil y la dictadura de Franco,
y los golpes de Estado y dictaduras en los países de América Latina, se han conver-
tido en episodios traumáticos de la memoria colectiva que son condenados por haber
vulnerado los Derechos Humanos.
En Ecuador, su historia no ha registrado dictaduras tan represoras y supresoras de
los Derechos Humanos como otros países de América Latina (Chile y Argentina) y
España con Franco. Se puede reconocer episodios en la historia ecuatoriana que han
resultado traumáticos para sus habitantes. Un punto de referencia histórico es el Fe-
riado bancario ocurrido en 1999, bajo la presidencia del electo por votación popular
Jamil Mahuad. Este fenómeno empujó a miles de ecuatorianos a protestar en las
calles por su dinero y así Mahuad fue defenestrado. Para los primeros meses del año
2000, la crisis económica obligó a Ecuador a cambiar su moneda nacional, el Sucre
por el Dólar americano (Dolarización). Estos sucesos tuvieron como consecuencia
una gran ola migratoria hacia el destino privilegiado por varios años, los Estados
Unidos de América, y también se buscaron nuevos destinos como España e Italia.
El Feriado bancario y la dolarización agravó la condición de las clases menos
favorecidas, mientras las clases pudientes despuntaron tanto económica como políti-
camente. Un pálido reflejo de este problema lo podemos ver en la película de Víctor
Arregui, Fuera de Juego (2002). En el cine actual, dos películas han tomado el suce-
so del Feriado bancario como marco de referencia histórica de sus narraciones. Sus
personajes al pertenecer a una clase social acomodada, no sufren las precariedades

9
Uno de los himnos postmodernos que con mayor exactitud que muestra el vacío existente en estas producciones
cinematográficas ecuatorianas es la canción Simón de Los propios, de la película Mejor no hablar (de ciertas
cosas): “¿Qué nos cuenta?, ¿qué propone?, la respuesta es nada. Yo voy con Simón, tú vas con Simón, él va con
Simón, todos con Simón. Simón (x8). Yo voy con Simón, tú vas con Simón, él va con Simón, todos con Simón.
Simón (x8). Yo soy Simón, tú eres Simón, él es Simón, ella es Simón. Simón (x8). ¿Dónde está Simón? Llámalo
a Simón. ¿Dónde está Simón? Ahí está Simón. Vente Simón, vente Simón. Simón. Ya murió Simón, pobre Si-
món. Simón (x3). Yo soy Simón (x8). Pobre Simón. Valen verga, Simón”.

30
Cultura, sociedad y poder en América Latina

que Juan, el personaje principal de Fuera de Juego. Miguel (Saudade) y Juanpi10


(Feriado) viven su adolescencia, en este periodo turbio de la Historia de Ecuador,
despreocupadamente en lugares alejados de la ciudad: El valle de los Chillos y una
hacienda en la serranía.
Como se ha concebido el núcleo familiar tradicional, en la sociedad actual, cada
día se va desintegrando con rapidez. La ausencia de los padres es cada vez más
común entre las nuevas generaciones. En este grupo de películas ecuatorianas este
tema aparece recurrente, pero no como síntoma de búsqueda de identidad o tomo de
conciencia de las circunstancialidad social (cfr. Pérez, 2013), sino como ese vacío
que da la libertad para ir en contra de la disciplina y el orden, una rebeldía sin causa.
La completa ausencia de los padres de Lucas Franco (SOSP), la muerte del padre
de Paco Chávez y el abandono de su madre que va a vivir en Estados Unidos
(MNHCC), el abandono de la madre de Miguel Hernández, cuando éste era un niño,
al parecer por seguir sus ideales revolucionarios (Saudade), y el padre de Juanpi, que
no quiere acompañar a su esposa e hijo a la fiesta en la hacienda de su hermano, por
problemas con este (Feriado).

Una de las características de nuestra civilización postmoderna es el cambio de rol de la figura


paterna, o más bien su desaparición como tal. Anatrella habla de una sociedad que ha devaluado
y rechazado la imagen del padre. La representación paternal es sistemáticamente desautorizada
desde los medios de comunicación, y el cine no es ajeno a esa tendencia (Orellana y Martínez,
2010, p. 76).

Esta pérdida de la autoridad que tradicionalmente han representado los padres,


así como también la de los maestros e incluso de los adultos, que empiezan a com-
portarse como adolescentes, a vestirse como ellos, nos lleva hacia el sendero de
los tiempos postmodernos que el cine actual en Ecuador propone. Partiendo de lo
expuesto se puede determinar una pregunta crucial: ¿qué tipo de Sujeto presenta el
cine ecuatoriano reciente?

Narciso y su reflejo en el cine ecuatoriano

Lipovetsky (2015) considera que a cada generación le gusta identificarse con un


personaje de la mitología griega, y desde su reflexión la postmodernidad sería el
reflejo de Narciso, quién, como se sabe, estaba enamorado de su propio reflejo. Las
sociedades de los países del denominado Primer mundo, desde principios de los años
setenta, experimentaron profundas transformaciones económicas y políticas que

10
Irónicamente interpretado por el hijo del director de Fuera de juego, Víctor Arregui, Juan Manuel Arregui.

31
Narciso frente a la pantalla. El cine ecuatoriano postmoderno

consolidaron los Estados de bienestar, mismos que garantizaron a sus ciudadanos la


estabilidad y confort necesarios para no depender directamente de la colectividad.

Aparece un nuevo estadio del individualismo: el narcisismo designa el surgimiento de un perfil


inédito del individuo en sus relaciones con él mismo y su cuerpo, con los demás, el mundo y el
tiempo, en un momento en el que el “capitalismo” autoritario sede el paso al capitalismo hedonista
y permisivo, acaba la edad de oro del individualismo, competitivo a nivel económico, sentimental
a nivel doméstico, revolucionario a nivel político y artístico, y se extiende un individualismo puro,
desprovisto de los últimos valores sociales y morales que coexistían aún con el reino glorioso del
homo economicus, de la familia, de la revolución y del arte; emancipada de cualquier marco
trascendental, la propia esfera privada cambia de sentido, expuesta como está únicamente a los
deseos cambiantes de los individuos (Lipovestsky, 2015, p. 50).

En cuanto a los países Latinoamericanos tardarían más en entrar en este proceso,


sobre todo, el primer paso sería regresar a la democracia, es decir, el fin de las dicta-
duras, y posteriormente la inserción definitiva al capitalismo global. Ecuador, regre-
só a la democracia en 1979 con la elección, vía el sufragio, de Jaime Roldós. Desde
Roldós hasta la actualidad, Ecuador ha vivido una fuerte inserción al Mercado glo-
bal, con varias medidas de corte neoliberal. Sin embargo, el proceso de asimilación
del estilo de vida del Primer mundo no es generalizado en la población ecuatoriana,
es una cuestión que sólo pertenece a los grupos que históricamente han sido favore-
cidos y que están directamente conectados con los grupos de poder a nivel mundial.
En la escena de Saudade ubicada en el 00:45:43 se puede ver el reflejo invertido
de Miguel que está sentado en el borde de un lago, y contempla su imagen. Esto re-
cuerda de inmediato el mito griego de Narciso. Es frecuente la aparición de espejos
que reflejan a los personajes en las películas que se está analizando, como al final de
MNHCC descubrimos que el protagonista, Paco, está recordando lo sucedido años
antes mientras se arregla frente a un espejo, y en SOSP, Lucas, se reprocha a sí mis-
mo, en una doble imagen que es la proyección del pasado y el presente, y no es más
que su reflejo en el espejo.
Partiendo de estas metáforas se establece que el Sujeto en el cine actual ecua-
toriano muestra, sobre todo en las películas analizadas, un sujeto invadido del
espíritu narcisista, producto del vacío postmoderno provocado por la etapa del
capitalismo actual. Las características que se destacan en estas películas con
relación a la idea de la presencia de Narciso en el cine ecuatoriano son: a) culto
a la imagen física, b) ruptura del tejido familiar, c) destrucción de lo político, y
d) hedonismo sin sentido.
El cuerpo que históricamente en la cultura occidental ha sido despreciado,
salvo excepciones como la cultura grecolatina y en el Renacimiento. Es así que
32
Cultura, sociedad y poder en América Latina

en la modernidad el cuerpo es mecanizado dentro del cartesianismo y puesto al


servicio de la ciencia como un mero apéndice. Para la postmodernidad el cuerpo
es convertido en objeto de culto estético. Las cirugías estéticas y todos los métodos
de reducción de medidas desde el fitness hasta cremas y fajas dan la promesa de
la perfección del cuerpo que se puede ver en los modelos y las modelos de la
televisión y también el cine.
El hiperindividualismo (Lipovestky, 2002) ha convertido a los individuos en
seres completamente aislados, que sólo se satisfacen con la autocomplacencia. Esta
autocomplacencia se traslada hacia el amor a sí mismo, esencia del narcisismo, y
esto se manifiesta en la exaltación al cuerpo. Los actores y actrices que se han
seleccionado para interpretar las escenas de sexo tienen cuerpos bien cuidados11.
La descomposición de la idea de familia tradicional está presente en estas
películas. Paula (SOSP) no ha visto a su padre que la abandonó hace 12 años,
quiere volver a verlo para reclamarle por qué la abandonó, sin embargó, cuando lo
encuentra no tiene el valor de acercarse al él porque su padre tiene otra familia.
Las separaciones y divorcios de los cónyuges configuran los conflictos internos
de Narciso, que al no verse protegido y amado por sus padres busca autosatisfacerse.
También las relaciones de pareja12 como en el caso de Gloria y Martín (MNHCC)
o de Lucía y Rodrigo (MNHCC), nos muestran la fragilidad y el poco compromiso
que presenta el matrimonio dentro de estas películas, cada uno de los individuos
en la pareja quiere busca cumplir con su felicidad, sin importarle la del otro, o
incluso de la familia.
La ruptura de los lazos familiares, tanto en la realidad como en la ficción, ha
hecho que la imagen de los padres se transforme: se convierten en ausentes per-
manentes, su autoridad se ve completamente aminorada y no son más modelos
a seguir por los hijos. Orellana y Martínez opinan que esta ausencia del padre
provoca en los individuos: “…una persona sin vínculos filiales fuertes está con-
denado a vagar por el mundo en busca de una identidad, de unas raíces desde
las que crecer” (2010, p. 43). Miguel (Saudade) constantemente tiene problemas
con su padre, como ya se mencionó en el apartado anterior, la madre de Miguel
se marchó hace 15 años, no sólo del hogar, sino del país, y él no sabe quién es
su madre y no tiene intención de conocerla, al final, su padre va a Argentina a
reunirse con su ex esposa y Miguel se queda sin padres, en búsqueda de su iden-

11
Caso peculiar es el de Carlos Reygadas, director y guionista mexicano, que en películas como Japón (2002) y
Batalla en el cielo (2005) trabajó con actores no profesionales, con gente de aspecto común, cotidiano, que no
están dentro de los cánones de la belleza física occidental.
12
Tomando la idea de Z. Bauman sobre el Amor líquido, Orellana y Martínez explican: “Quienes practican <<rela-
ciones líquidas>> buscan sexo sin consecuencias, o mejor dicho, sin teleología, es decir, sin un fin que vaya más
allá de la pura actividad fisiológica, hermética y sin significado, a-relacional” (2010, p. 124).

33
Narciso frente a la pantalla. El cine ecuatoriano postmoderno

tidad. Otro de los rasgos característicos de este Sujeto narcisista es su falta de


identidad, no tiene raíces desde las cuales levantarse.
Narciso es un personaje encerrado en su propio mundo, se satisface a sí mis-
mo, no necesita de los además, a menos que estos lo ayuden a su satisfacción.
El sentido de lo social entra en crisis, no hay forma de pensar en comunidad, a
menos que sean en los lazos del rock, de las drogas o las evanescentes relaciones
de amistad o negocios. La frivolidad de las relaciones sociales da como resultado
un completo desinterés por la teoría y la práctica política. Estás películas reflejan
el ideal de las clases acomodadas en Ecuador, en el cual este sujeto narcisista
presupone que la lucha de clases ha sido superada, porque no puede ver más allá
de sus narices.
Es por eso que Narciso juega a inventar ideologías propias para autosatisfacerse.
Lucas (SOSP) estudia en la Facultad de Jurisprudencia de una universidad priva-
da, muestra momentos de profunda depresión, los cuales se resumen en el primer
diálogo con el que se abre la película: “La realidad, como que no es lo mío”. Estos
estados depresivos podrían terminar en suicidio, sin embargo, la narración que se
nos presenta es timorata, no llega a una confrontación real, ni en el mundo psico-
lógico de los personajes, ni en el contexto político. El compromiso social de Lucas
es nulo, ni siquiera neutral, tal como lo expresa en otro diálogo: “Yo no soy parte
de ninguna generación”. También en Saudade uno de los personaje dice en medio
de una fiesta: “El país se derrumba y nosotros de rumba”, Ecuador atraviesa el
Feriado bancario y a estos adolescentes no parece importarles.
La postura pequeño burguesa de estos personajes anula completamente toda
suerte de devenir histórico. La ideología que Lucas propone es “la anarquía de la
imaginación”, que la define como: “Es cuando tú decides hacer una cosa por ti mis-
mo. Tú tienes que decir, puta, maldita sea, soy un ser humano y no voy a seguir a
otra persona. Yo por lo menos no nací para ser un seguidor”. ¿Muerte de las ideolo-
gías? Muerte de toda forma de conciencia política, de transformación, de cambio,
de sentido revolucionario. Es una posición personal que refuerza su egoísmo.
En la escena final de Saudade se recrea una manifestación en contra del gobier-
no de turno, en la cual se ven indígenas y obreros. Miguel sin ninguna conciencia
de la lucha de clases se une a los manifestantes y empieza a gritar consignas como:
“El pueblo unido, jamás será vencido”. No se puede llegar a la conclusión que
este golpe de suerte de encontrarse en medio de una protesta ha hecho que Miguel
tome conciencia de la lucha política, si en todo la película él está encerrado en sus
pensamientos y en el Valle de los Chillos y sus paisajes idílicos.
Con relación al tema de la destrucción de lo político, si bien Narciso crea una
falsa conciencia, el momento que tiene que asumir un compromiso político, es decir,
cuando es el turno de ingresar en la política formal, pasa a formar parte de partidos
34
Cultura, sociedad y poder en América Latina

políticos para ser electo por votación, con el único propósito de llenar su ego y no de
trabajar por sus electores. Tal es el caso de Francisco Chávez (MNHCC) que al final
de la película se ve como está preparando su candidatura para consejero provincial,
y su voz en off se proyecta a que será candidato a diputado e incluso muchos en su
partido lo consideran presidenciable.
Líneas arriba se ha expuesto que los valores familiares se han transformado y
los valores políticos han sido demolidos. En cuanto a los valores éticos tradicio-
nales de occidente no son la excepción: “Desde queol transformado, los valores
polse han transformado, los valores pollineas trega de la propia persona, la virtud
austera, la ren nuestras sociedades entraron en la era del consumo de masas, son
los valores individualistas del placer y de la felicidad, de la plenitud íntima, los que
predominan, y ya no la entrega de la propia persona, la virtud austera, la renuncia
a uno mismo” (Lipovetsky, 2002, p. 34). Narciso practica una ética hedonista que
le lleva al autoengaño, porque la soledad siempre le recordará su miseria.
En SOSP, Paula desde niña registra en una cinta de audio13 los recuerdos felices de
gente en quien confía, pero no deben ser recuerdos “cursis”, como ella les llama, sino
momentos de felicidad egoísta. La mayoría de los personajes de estas películas están
movidos por un tipo de hedonismo, buscar el placer a través del consumo desmedido
de drogas y del placer del acto sexual sin compromiso.
Por ejemplo, Antonia (SOSP) es un personaje maduro, desahuciada por un cáncer
terminal, lo cual le lleva a buscar a la persona que realmente le ha amado. Ella se
identifica con el hedonismo en su versión más extrema: “Y bueno yo siempre he
creído que en la vida hay dos tipos de personas: los gozadores y los sufridores. Lo
rico de esto es que puedes escoger y escogí el primero, gozar. Puedes tener toda la
plata del mundo, éxito, trabajo, sexo, y sin embargo ser una sufridora”. Su discurso
se vuelve hacia ella, ya que más que sufrir por su enfermedad, sufre por estar sola,
por pensar que morirá sola.

Un sujeto del “goce” –de la frustración inmediata-, que se recrea de manera obsesiva en la repeti-
ción de lo mismo, nostálgico de un “ante” –un antes de la división, de la separación con el principio
paterno, un antes del lenguaje-, que se pierde en otros mundos (la droga, el alcohol, el sexo). No es
un sujeto del placer porque ha desaparecido el objeto del deseo (tener un objeto del deseo es ya de
por sí constituirse como sujeto): el objeto del deseo no está construido, se proyecta en “objetos tran-
sicionales” (sustitutivos o paliativos), se desplaza del otro hacia uno mismo (componente narcisista,
homosexual) o simplemente no está claro (indefinición) (Imbert, 2010, p. 41).

13
Esto nos conduce al documental Crónica de un verano (1961) de Jean Rouch y Edgar Morín, en la cual los auto-
res se platean una reflexión de la vida cotidiana en París en el verano del 61. Una de las preguntas que se plantea
es ¿eres feliz?, a lo cual la gente responderá desde varias perspectivas. Sin embargo lo que intenta saber Paula es
el sentido egoísta de la felicidad.

35
Narciso frente a la pantalla. El cine ecuatoriano postmoderno

Se puede afirmar después de este examen que el Sujeto que el cine actual en
Ecuador propone es un sujeto narcisista: 1) individualista, preocupado en su apa-
riencia física, tienen miedo a envejecer; 2) procede de familias disfuncionales, en
la que los padres han abandonado el hogar o han muerto, y por esta consecuen-
cia han sido completamente desautorizados, no tienen el papel de representar a
la autoridad; 3) las relaciones interpersonales son escasas, por lo que no hace
comunidad, en este contexto la política no es un fin para conseguir el bienestar
para todos, sino un juego para ganar logros personales, para su idolatría; y 4) el
hedonismo que practica consiste en buscar el placer por el placer, pero que esto
no acabado de satisfacerlo y se siente vacío.

Conclusiones

Los ajustes neoliberales que en América Latina comenzaron a finales de los años
ochenta y hasta el momento se mantienen, han permitido el acceso de nuestros paí-
ses hacia la Globalización, hecho que por los sectores de derecha ha sido aplaudido
y repudiado por los sectores de izquierda. En cuanto a los productos culturales,
han sido impregnados por el espíritu de la postmodernidad, existiendo una trans-
formación con los ideales de los años sesenta y setenta en el que el sentido de la
Revolución estuvo presente. Las producciones cinematográficas entre el tránsito
del siglo XX y XXI presentan estas peculiaridades. En una referencia a la obra
del filósofo colombiano Santiago Castro Gómez que realizan Joel del Río y María
Caridad Cumaná (2008), “…pensar en posmoderno el mundo significaría encon-
trar, mostrar, las “pequeñas historias” sin encasillarlas en categorías abstractas del
tipo “pueblo”, “nación”, “clase social”, o en esquemas dualistas del tipo opresor/
oprimido y centro/periferia” (p. 84).
A pesar de que en principio la postmodernidad ha abierto la posibilidad de con-
siderar otras identidades (el problema del reconocimiento del “otro”), las alteri-
dades que en el cine ecuatoriano han triunfado son las minorías sexuales (gays
y lesbianas), se han vuelto visibles frente a la invisibilidad o incluso las versio-
nes ridiculizantes o estereotipadas como se les había representado anteriormente.
Pero quienes continúan siendo excluidos, marginados, no visibilizados en su real
dimensión, son los grupos culturales indígenas y afroecuatorianos, que son utili-
zados como decorado de algunas escenas, no como sujetos que formar parte del
conjunto de la sociedad.
La representación que con mayor claridad aparece en este tipo de cine es el retrato
de la clase medio alta y sus problemas existenciales o cuasi existenciales. El cine
aquí analizado obedece a una lógica de la autorepresentación de sus directores en
36
Cultura, sociedad y poder en América Latina

sus películas, incluso en su versión narcisista. Mora, Andrade, Donoso y Araujo se


graduaron en la Universidad San Francisco de la ciudad de Quito, una de las univer-
sidades privadas más costosas del país.

Bibliografía

Imbert, G. (2010). Cine e imaginarios sociales. El cine posmoderno como experien-


cia de los límites (1990-2010). Madrid: Cátedra.
Lipovetsky, G. (2002). Metamorfosis de la cultura. Ética, Medios de comunicación,
empresa (Rosa Alapont, trad.). Barcelona: Anagrama.
Lipovetsky, G. (2015). La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo
contemporáneo (13ra ed. Joan Vinyoli y Michèle Pendanx, trad.). Barce-
lona: Anagrama.
Lipovetsky, G. & Serroy J. (2009). La pantalla global. Cultura mediática y
cine en la era hipermoderna (Antonio-Prometeo Moya, trad.). Barcelona:
Anagrama.
Lyotard, J. (1987). La condición postmoderna. Informe sobre el saber. (Mariano
Antolín Rato, trad.). Madrid: Teorema.
Orellana, J. & Martínez J. (2010). Celuloide Posmoderno. Narcicismo y autenticidad
en el cine actual. Madrid: Encuentro.
Pérez, M. (2013). “El cine latinoamericano entre dos siglos, sus claves y temas”.
Boletín americanista. 66, 81 – 99.
Río, J. ., & Cumaná, M. C. (2008). Latitudes del margen: El cine latinoamericano
ante el tercer milenio. Ciudad de La Habana, Cuba: Ediciones ICAIC.
Shohat, E., & Stam, R. (2002). Multiculturalismo, cine y medios de comunicación.
Crítica del pensamiento eurocéntrico. (Ignacio Rodríguez Sánchez, trad.). Barce-
lona: Paidós.

Referencias Cinematográficas

Andrade, J. (Director y escritor). (2012). Mejor no hablar (de ciertas cosas). [DVD].
Ecuador: Punk S.A.
Araujo, D. (Director y escritor). (2014). Feriado. [Película]. Ecuador: Luna films Audiovi-
sual/Centro de Estudios para la Producción Audiovisual (CEPA)/Ábaca Films.
Arregui, V. (Director y escritor). (2002). Fuera de juego. [DVD]. Ecuador: Bochinche cine.
Cordero, V. (Directora y escritora). (2013). No robarás… (a menos que sea necesario).
[DVD]. Ecuador: Grupo Quilago, OP_TI_KA Digital.
37
Narciso frente a la pantalla. El cine ecuatoriano postmoderno

Donosos, J. (Director y escritor). (2013). Saudade. [DVD]. Ecuador: Silencio Films


Enfoque/Cineina/ Shut up & Colour Pictures.
Hermida T. (Directora y escritora). (2011). En el nombre de la hija. [DVD]. Ecuador:
Corporación Ecuador para largo.
Mora. I. (Director y escritor). (2012). Sin otoño, sin primavera. [DVD]. Ecuador:
Corporación La República Invisible, Caberu Production, Antorcha Films.
Reygadas, C. (Director y escritor). (2002). Japón. [DVD]. México: No Dream Cine-
ma, Mantarraya Producciones, Hubert Bals Fund, Solaris Film, Instituto Mexica-
no de Cinematografía (IMCINE).
Reygadas, C. (Director y escritor). (2005). Batalla en el cielo. [DVD]. México: Co-
production Office, No Dream Cinema, Mantarraya Producciones, Tarántula, Arte
France Cinéma, Universidad de Guadalajara, ZDF/Arte (co-production), Essen-
tial Filmproduktion GmbH, Mackey Co., Hubert Bals Fund, Fonds Sud, Instituto
Mexicano de Cinematografía (IMCINE), Centre du Cinéma et de l’Audiovisuel
de la Communauté Française de Belgique, Lumière Productie.
Rouch, J. & Morin E. (Directores y escritores). (1961). Crónica de un verano.
[DVD]. París: Argos Films.

38
Cultura, sociedad y poder en América Latina

ACCIÓN COLECTIVA Y ESTRATEGIAS TRANSNACIONALES DEL


MOVIMIENTO AFROCOLOMBIANO PARA LA DEFENSA DE LOS
DD.HH. (2002-2010) PROCESO DE COMUNIDADES NEGRAS PCN. 1

Yeny Girón Galeano


Profesional en Estudios Políticos y Resolución de Conflictos (Universidad del Valle-Cali-Colombia).
Magister en Ciencias Políticas de la FLACSO- Ecuador. Diplomado Superior en Pedagogía
para la Educación Superior. Trayectoria laboral en docencia, investigación y servidor público.

Recibido: 14-05-2016 Aprobado: 4-10-2016

Resumen

El Pacífico colombiano es territorio históricamente poblado por grupos étnicos, espe-


cialmente afrocolombianos, quienes están sometidos al fuego cruzado entre la fuerza
pública (policías y militares) y grupos ilegales (guerrilla y paramilitarismo), expuestos
a todo tipo de violencia y vulneración de los derechos humanos por más de veinte años
(desplazamientos, masacres, desapariciones selectivas, tanto individuales como colec-
tivas, violaciones sexuales, entre otras). Durante el 2002-2010, la política de Seguridad
Democrática buscó derrotar a las FARC intensificando la situación de violencia en
poblaciones afrodescendientes. El m ovimiento afrocolombiano, “Proceso de Comu-
nidades Negras” PCN, junto con otras organizaciones como Afrodes, buscaron ayuda
internacional para exhibir el problema de vulneración de derechos a las poblaciones ya
que por parte de los gobiernos y el Estado colombiano han tenido poca respuesta, pese
a existir un compendio jurídico que ampara a estas comunidades.

Palabras clave: acción colectiva transnacional, estrategias, alianzas y redes


transnacionales.

Abstract

The Pacific region of Colombia is a territory which has been historically populated
by ethnic groups, predominantly Afro-Colombians. These populations are caught
in the firing range, between security forces (the police and the military) and illegal
armed groups (guerrillas and paramilitary groups), which exposes them to all kinds

1
Este artículo, es parte de los resultados de la Investigación de la tesis de maestría en Ciencias Políticas de la
FLACSO- Ecuador, Titulada: “Acción colectiva y lucha por los derechos humanos del movimiento afrocolom-
biano 2002-2010. Director. Franklin Rodríguez. Financiada por la misma institución.

39
Acción Colectiva y Estrategias Transnacionales del Movimiento Afrocolombiano para la Defensa de los DH

of violence and human rights abuses. For over twenty years, the region has seen
massive displacements of population, massacres, forced disappearances – both of
individuals as well as entire groups –, sexual assaults amongst other crimes. Be-
tween 2002 and 2010, the “Democratic Security” policy sought to defeat the FARC
guerrillas militarily, which intensified the violence suffered by the Afro-Colombian
community. The Afro-Colombian movement “Black Community Process” (PCN)
together with other organizations, such as Afrodes, reached out for international help
to show the human rights situation that these communities had to endure and the lack
of response by the Colombian state

Keywords: transnational collective action, strategies, alliances and transnational ne-


tworks.

Introducción

En el contexto de la política de “Seguridad Democrática” significó para las


poblaciones afrocolombianas, un periodo de agudización del conflicto social y
bélico en sus territorios; es así que este artículo parte del contexto coyuntural
de confrontación armada como un cambio de oportunidad política y sus efectos,
para la movilización de las comunidades afrocolombianas. Los análisis están
ligados a las aportaciones teóricas de Sídney Tarrow sobre los nexos entre mo-
vimientos sociales y procesos políticos. Se trata de una perspectiva que insiste
en la centralidad de la interacción entre movimientos sociales y Estado. Esto
permite mirar el desenvolvimiento del actor en determinados entornos políticos,
hacer el seguimiento del cambio de sus estrategias y de las respuestas estatales
ante su movilización.
De este modo, el enfoque contemporáneo como es la acción colectiva transnacio-
nal indica que: los movimientos buscan otras formas y contextos de participación
política en escenarios internacionales. Por lo tanto, se trata de reconstruir las
dinámicas y lógicas de la acción transnacional, desde abajo y desde arriba, que
parte de la matriz analítica propuesta por Tarrow (2005, 2011) y Keck y Sikkink
(2000) que articulan las variables de formación de redes transnacionales y de la
creación de coaliciones y alianzas. Se define la red como una organización de acción
colectiva en términos de defensa y de denuncia. Es un análisis de la construcción
y organización de la red transnacional desde el movimiento afrocolombiano. Para tal
cometido se reconstruyó el proceso y el funcionamiento de la red transnacional
“AfroColombian Solidarity Network” ACSN, cuyas estrategias de acción creó
redes de alianzas y coaliciones internacionales para la denuncia y la defensa en
el 2002-2010.
40
Cultura, sociedad y poder en América Latina

Acción colectiva transnacional

La acción transnacional en la región de América del sur es un enfoque en cons-


trucción, en especial los debates de las acciones, activismos y movimientos sociales
transnacionales, han nutrido esta literatura. Diversas investigaciones contemplan la
acción transnacional desde diversos aspectos y contextos, en el caso del activismo
con estrategias fuertes y débiles que forman redes desde los discursos de género,
etnia, la formación de agendas, mecanismos de presión como el efecto boomerang
expuesto por Keck y Sikkink (2000), la articulación de débil o fuerte, de actores,
militantes, aliados estratégicos, activistas y simpatizantes. Las formas de articular
estas estrategias están mediadas a través de campañas internacionales, reuniones,
encuentros, foros y solidaridades internacionales (Girón Galeano, 2015, pp. 13-22).
Tarrow, sostiene que la acción colectiva transnacional es un lento y prolonga-
do desarrollo que manifiesta cinco pasos: “La internacionalización, el enmarcado
global, la difusión transnacional, la externalización y la formación de coaliciones
transnacionales” (Tarrow, 2011, p. 401). Las diversas actividades transnacionales se
reconocen por realizar protesta internacional y coaliciones transnacionales (Iglesias
Turrión, 2005). Las alianzas crean redes que en este caso, redes transnacionales son
entendidas como: redes que parten de bases sociales que generan denuncias (desde
abajo) para forjar la defensa de los DD.HH. (desde arriba) con intercambio político
(demandas y coaliciones). Las redes transnacionales recrean como se desplaza la
acción de redes de luchas sociopolíticas hacia lo internacional, de actores locales; se
establecen el aumento de los vínculos verticales entre los niveles sub-nacionales y
nacionales que presentan una estructura formal e informal y permiten la formación
de redes no estatales, estatales y actores internacionales. Ello posibilita un tejido
de organizaciones tanto intergubernamentales como no gubernamentales, alianzas
regionales, pactos, redes de relaciones informales, organizaciones y redes de defensa
entre otros, permitiendo y limitando el activismo social y político (Tarrow, 2005).
La creación de redes internacionales permite la construcción de una identi-
dad supranacional que vinculan preocupaciones locales y globales. Las redes
de organizaciones, interconectan y movilizan reivindicaciones que se extienden
más allá de las fronteras nacionales y permiten alternativas organizativas, con-
formando una pluralidad asociativa y compromisos temáticos por parte de los
activistas y a la afiliación de las organizaciones en red que faciliten la “comu-
nicación en acción”, la logística y coordinación de la acción como puente a la
transnacionalización de las identidades (Della Porta y Mosca, 2010). Por con-
siguiente, las redes internacionales multiplican las voces de preocupación hacia
las políticas internacionales y nacionales, abren canales para llevar otras visio-
nes e información al discurso internacional y reconfiguran los debates nacionales
e internacionales (Keck & Sikkink, 2000).
41
Acción Colectiva y Estrategias Transnacionales del Movimiento Afrocolombiano para la Defensa de los DH

Existen dos nociones importantes de las redes transnacionales que se toman en


cuenta, la noción de redes de denuncia y la noción de redes de defensa. Las redes
transnacionales de denuncia: son conexiones que atraviesan fronteras nacionales y
son comunicativas que insertan principios a la hora de motivar su creación (Tarrow,
2004). La movilización estratégica de la información que estas redes efectúan es
con el objetivo de conseguir ventajas frente a organizaciones y gobiernos. Las
redes transnacionales de defensa: establecen nuevos vínculos entre los actores de
la sociedad civil, los estados y las organizaciones internacionales que multiplican el
acceso al sistema internacional específicamente en asuntos que defienden el medio
ambiente, los derechos humanos, la búsqueda de recursos internacionales para los
actores en las luchas políticas, sociales y nacionales; incluyendo a aquellos actores
relevantes en el plano internacional sobre un tema en específico, ligados por valores
compartidos, por un discurso común y por constantes intercambios de información y
de servicio (Keck & Sikkink, 2000).
Estos dos conceptos obedecen al carácter de ver las redes y su funcionamiento.
Es decir, su estructuración, señala Tarrow (2011). Esta organización híbrida que en
ocasiones presentan las redes, activan comunidades de protesta más extensas que re-
curren a redes sociales informales y máss-medias. La estructuración de la red, está en
concordancia con los modos de organizaciones, donde se encuentra la organización
de defensa o denuncia cuya complexión es de asociarse formalmente con personas
que proyectan demandas públicas a favor o en contra de un cambio social, en conflicto
con intereses, valores, tanto sociales, culturales, políticos como económicos. Por
otro lado, en las redes transnacionales se implementan conceptos internos como el
intercambio político, que según Tarrow (2004) son formas temporales de cooperación
entre actores nacionales, con una serie de valores comunes, en una definida coyuntura
política; estos actores tienen una presencia estable en sus respectivos países.
Esto conduce al desarrollo de alianzas o coaliciones en asuntos muy específicos
con la capacidad en algunas ocasiones de crear redes permanentes, según Tarrow
(2011), es la principal vía para la construcción de las redes y los movimientos
sociales transnacionales. Muchas coaliciones son temporales y están débilmente
cohesionadas. Por ello muchas veces son circunstanciales, instituidas de dos formas
distintas: coaliciones de elementos tanto internos como externos. Las coalicio-
nes internacionales suponen la participación de las ONG internacionales en las
reivindicaciones de activistas internos. Las coaliciones internas son difíciles de
organizar ya que obliga a los activistas a buscar equilibrio entre las reivindicaciones
de sus propios seguidores, las limitaciones de sus gobiernos y los objetivos de sus
socios externos en la coalición. Los anteriores planteamientos sustentan la creación
de redes transnacionales por parte del movimiento afrocolombiano con entidades
internacionales de DD.HH., su estructuración, la formación de coaliciones para ex-
teriorizar sus demandas y lograr estructurar las redes de denuncia.
42
Cultura, sociedad y poder en América Latina

Red de denuncia del PCN (desde abajo)

Este concepto desde abajo, es expuesto por el marxismo y se puede resumir, si-
guiendo a Hobsbawn (2002), a un espacio destinado para los individuos del común
o de a pie, gente corriente que realizan acciones excepcionales de movilización po-
pular y que pueden propender a revoluciones. Bajo estas premisas, la noción desde
abajo está ligado a lo que Marx llamó materialismo histórico, relacionado con in-
dividuos a los que se consideran desgraciados, esclavos, proletarios, humillados y
ofendidos, es decir, los explotados y desposeídos. Aspectos fundamentales que tiene
el concepto desde abajo como la cultura popular, formas de resistencia, construcción
de contrahegemonía, luchas sociales, sectores plebeyos, ligados a la confrontación
de clases sociales e ineludiblemente desprendida de una maquinaria de dominación
(Vega Cantor, 1997) que, como señala James Scott (2004), produce lugares e inters-
ticios para la resistencia y emancipación de los dominados y ofendidos.
La noción desde abajo está ineludiblemente ligada a la noción de redes transna-
cionales de denuncia, analizada por Tarrow (2004), cuya importancia radica en el
objetivo de exponer el proceso de denuncias exteriorizadas por el PCN, orientadas
al escenario internacional. La configuración de estas redes de denuncia producidas
por las bases, que anterior y paralelamente han consolidado redes locales, regiona-
les y nacionales, labor que cumple el PCN en tanto realiza acciones que tejen y ar-
ticulan las denuncias hacia el espacio internacional en diferentes ámbitos, a través
de sus líderes, y a su vez generan importantes mecanismos de visibilización (in-
formes) para generar reacciones políticas tanto nacionales como internacionales.
Las acciones del PCN, 2002-2010, a través de las redes de denuncia, originadas
por las violaciones sistemáticas de DD.HH. a las comunidades afrocolombianas,
produjeron un vínculo directo e indirecto entre organizaciones, redes visibilizadas
a través de la difusión de las demandas e informes realizados por el PCN. El PCN
como actor local-nacional, está al frente de la lucha social que enfrentan las comu-
nidades afrocolombianas, en el contexto del Pacifico Sur. Este territorio, presenta
una intensa situación de violencia entre 2002 y 2010, provocando de tal manera
una crisis humanitaria en los municipios de Buenaventura, Suárez (corregimiento
La Toma), Santander de Quilichao y Tumaco.
En Buenaventura la desestabilización del orden público se origina por: la presen-
cia del paramilitarismo y las bandas criminales organizadas (Bacrim), que someten a
la población a asesinatos selectivos en diversas zonas y, en su mayoría, están correla-
cionados con megaproyectos y multinacionales, provocando masivos desplazamien-
tos así como una cotidianidad de terror. Así mismo, la corrupción de la fuerza públi-
ca y la élite política dirigente que, sumada al narcotráfico, convierte al único puerto
del suroccidente colombiano en un escenario siniestro de violencia y muerte para
sus habitantes. Por ejemplo, en Suárez, en el corregimiento La Toma, el gobierno
43
Acción Colectiva y Estrategias Transnacionales del Movimiento Afrocolombiano para la Defensa de los DH

nacional ordena, en el 2010, el desalojo territorial de las comunidades afro-caucanas


para dar paso a la explotación aurífera por parte de actores privados y multinacionales
(Espinosa Bonilla, 2011). El PCN al gestar su presencia en la protección de las
comunidades, sus líderes y activistas fueron amenazados por grupos ilegales.
El PCN se estructura desde Local-Regional y Nacional, trabaja orgánicamente
para hacer visible y denunciar las situaciones de violencia tanto nacional como inter-
nacionalmente. La estructura del PCN, entre lo local-regional-nacional, forma una
red de organizaciones de la que también hacen parte los Consejos Comunitarios, que
sostiene una actividad constante de intercambio de información y de denuncia públi-
ca mutua para los casos de crisis y violaciones de derechos, además, esta interacción
genera una retroalimentación entre sus componentes como un modelo circular de
comunicación (Watzlawick, 1985), difundidas vía internet.
El PCN en su página web http: //www.renacientes.org/, difunde todo lo aconteci-
do, en los territorios difundiendo y visibilizando, especialmente a lo internacional,
el conflicto que padecen. Estas búsquedas y estrategias obedecen al debilitamien-
to institucional del Estado en lo local, en tanto la ausencia de canales y diálogo
con el gobierno, que, según como lo dice O´Donell (1999), la debilidad del estado
de derecho, se define en el incumplimiento y faltas de garantías constitucionales y
legislativas a nivel de zonas geográficas. La conexión de denuncia y sus distintos
componentes que forma la red del PCN, estructura un sistema de retroalimentación
en constante comunicación a través de los informes.
Los Informes. El estudio realizado por Keck y Sikkink (2000) expone que los
informes en general para las redes transnacionales son primordiales porque fuerza
a la toma de iniciativas políticas desde las instancias gubernamentales y jurídicas.
En consecuencia, los informes y los comunicados elaborados por el PCN parten de
tres momentos: a) desde la comunidad, con investigaciones locales de tipo artesanal,
con una visión comunitaria y de base identitaria en sus formas de vivir el territorio y
cómo los problemas de violencia impactan sus vidas cotidianas; b) en el nivel nacio-
nal del PCN, la información adquiera un carácter institucional, es decir, al articularse
local y regionalmente los informes al llegar al PCN-Nacional (Bogotá) a través de la
web, adquieren ese carácter; y, c), cuando los informes transitan a instancias interna-
cionales alcanzan un valor informativo y documental en la realización de diagnósti-
cos y comunicados (Girón Galeano, 2015).
Es así, los informes conjugan una postura discursiva de voluntad política frente
a un gobierno que cierra cualquier diálogo efectivo conducente a resolver las nece-
sidades y situaciones de crisis humanitaria. También, manejan no solo un tono de
denuncia y exposición de casos de violaciones de derechos sino, un discurso que
incluye aspectos como: lo étnico (derechos colectivos afectados en su cotidianidad),
lo legislativo (referente al incumplimiento normativo nacional e internacional de
protección a los derechos colectivos y ambientales), un aspecto sociológico (concer-
44
Cultura, sociedad y poder en América Latina

niente al análisis del impacto de las situaciones de violencia en las comunidades), así
como político (que advierte la inexistencia de voluntad y dialogo político por parte
de los sucesivos gobiernos nacionales). Por último, son socializados en instancias
internacionales y difundidos a través de organizaciones como Wola y Global Rights
(GR) vía web, que sirven de respaldo a estas organizaciones internacionales para la
difusión de la denuncia o son utilizados para elaborar informes más generales en
conjunto con otras organizaciones internacionales.
Los líderes. Como aspecto fundamental en la formación de redes desde abajo,
según Tarrow (2004) para crear la acción colectiva transnacional a partir del debi-
litamiento del Estado, supone que individuos o grupos accedan a nuevos recursos
que les permitan organizarse transnacionalmente. Esta organización puede generar
viajes al extranjero por diversas causas y aumentar la comunicación entre indivi-
duos e instituciones, logrando un intercambio político transnacional (Tarrow, 2004).
Los líderes y activistas del PCN, desempeñan un papel fundamental que obedece a
que muchos son objeto de amenazas debido a su constante trabajo por la defensa a
DD.HH. Muchos de ellos han realizado giras o viajes-, ayudados por GR, para asistir
a audiencias en el CIDH y denunciar las infracciones de DD.HH. en las comunida-
des étnicas por parte de grupos armados legales e ilegales, y por Wola para visitar
diferentes espacios como universidades y entidades políticas para realizar cabildeo
o lobby en the Congressional Black Caucus (CBC), del Congreso norteamericano.
La relación del PCN, Wola y GR, visibilizó la crisis humanitaria de las comunidades
negras en el Pacífico, lo cual generó la creación de varias redes de apoyo entre ellas
la Red de defensa AfroColombian Solidarity Network ACSN.
Redes de defensa (desde arriba), AfroColombian Solidarity Network (ACSN).
La estructuración de las redes de denuncia (desde debajo), ensamblan otras accio-
nes y pasan a formar redes de defensa desde arriba en EE.UU. Este concepto, impli-
ca que partiendo de aliados influyentes y espacios de poder de decisión, se generen
acciones para buscar mecanismos de defensa Keck y Sikkink (2000) que protejan
los derechos de las comunidades. Son aliados influyentes Wola y Global Rigths, y
espacios de poder de decisión como la CIDH y el CBC. Las conexiones en EE.UU.
al PCN le permitieron acceder y agenciar la red AfroColombian Solidarity Network,
ACSN, como red transnacional de defensa (desde arriba) donde se generaron otras
estrategias, en los EE.UU. para influenciar decisiones y presionar al gobierno colom-
biano; por tal, el mecanismo generado por la red ACSN transnacional de defensa, es
realizado mediante un intenso intercambio de información que, en consecuencia y a
diferencia de la red de denuncia, permite formular estrategias de cabildeo político a
distintas entidades en los EE.UU.
Estructuración de la red ACSN. Se estructura la red comunicacionalmente al di-
rigirse y gestarse su núcleo con Wola y GR, ya las dos les llega y también difunden
la información, lo que produce un activismo binacional y transnacional, significando
45
Acción Colectiva y Estrategias Transnacionales del Movimiento Afrocolombiano para la Defensa de los DH

un intercambio paralelo de la estrategia de cabildeo político con y frente a congre-


sistas del Black Caucus. Este intercambio constante de información forma el núcleo
de la relación (Keck y Sikkink, 2000), logrando que la red tenga la capacidad en que
los actores internacionales no tradicionales, movilicen la información estratégica-
mente, con el objeto de ayudar y crear nuevos temas y categorías. A partir de esto, la
organización de la red está atravesada por la dinámica que genera las denuncias y los
informes de vulneración de derechos humanos (desde abajo hacia arriba) y la difu-
sión que la ACSN hacia el interior de la misma y al exterior, es decir, a las entidades
gubernamentales de EE.UU. y Colombia, y a la CIDH. El canal de comunicación
para esta práctica es el uso de internet como un medio asequible y eficaz de comuni-
cación internacional (Della Porta y Mosca, 2005).
Ambas entidades Wola y GR, cumplen específicas funciones. Wola forja conexio-
nes claves con funcionarios del gobierno y organizaciones multilaterales para influir
sobre las políticas de los EE.UU. en la región. El sentido político reside en promover
el debate público sobre DD.HH, a través de medios de comunicación, realización de
eventos públicos, con académicos, funcionarios y activistas. Como aliado estratégi-
co, su capacidad de incidir en la política exterior de EE.UU., abre espacios de opor-
tunidad política a las organizaciones afrocolombianas, para las denuncias públicas
sobre violaciones de DD.HH y amenazas. Su objetivo es influenciar las decisiones
de las políticas internacionales y binacionales entre EE.UU. y Colombia. Un ejemplo
de esto es mostrar las consecuencias de las ayudas militares contra el narcotráfico,
las fumigaciones y el TLC. Todos estos temas son de interés gubernamental en
Colombia y efectuados directamente en territorios afrocolombianos.
Global Righst presta asistencia técnica al PCN para el trabajo de incidencia con
entidades y organismos políticos colombianos y ante la OEA para que reconozcan la
dimensión étnica en el conflicto interno y, por tanto, se mejoren las condiciones de
diversas poblaciones, especialmente los desplazados. El acompañamiento incluye
labores conducentes a fortalecer a las comunidades para que participen en la Asam-
blea de la OEA, el Proceso de Cumbres de las Américas y en el Sistema Interameri-
cano de Protección de los DD.HH. (GlobalRighst, 2014). La alianza estratégica con
las organizaciones afrocolombianas es la solidaridad que permite su asistencia a las
audiencias de la CIDH; estas, tienen un sentido político por ser reconocidas y legi-
timadas jurídicamente a nivel internacional; por lo tanto, constituyen un mecanismo
de visibilización y validación de los derechos de los individuos y colectividades en
los países miembros de la OEA.
Comunicación de la red. De acuerdo con lo anterior, la interacción de la red, se
realiza por medio del acompañamiento y retroalimentación de información entre
PCN, Wola y Global. Esta interacción, producida a través del uso de internet (Della
Porta y Mosca, 2005), facilita la comunicación interna y externa, lo que permite
viajar fluida y simultáneamente a diversos espacios, superando barreras geográficas
46
Cultura, sociedad y poder en América Latina

y temporales de modo bidireccional e interactivo. Según Castells (2012), es la cons-


trucción de significados que interactúan en un entorno natural y social; es decir, se
produce una interconexión mediante el acto de la comunicación que a su vez es el
acto de compartir significados mediante el intercambio de información como fuen-
te principal de producción social, siendo un proceso de comunicación socializada,
existente en lo público y transformada a través de las tecnologías comunicacionales
desde todos los ámbitos sociales (Castells, 2012). Es así que, la participación so-
cial y política al utilizar la tecnología, se empodera de una tecno-política (Castells,
2012; Toret, 2013), como herramienta de participación social y política manifestada
en el espacio público, físico, digital y mediático para orientar acciones tanto en la
web como en el territorio (Toret, 2013). Por lo tanto, las redes no solo sirven para
coordinar acciones colectivas sino también para tejer el sentido de la propia acción,
son un patrón de auto organización, un conjunto de elementos constitutivos de la
comprensión de la acción desde la red (Escobar, 2010). En estos elementos se dis-
tinguen emociones y un vocabulario (Castells, 2012; Toret, 2013), que aluden a una
construcción de sentido, a un discurso de conexión.
El PCN al apropiarse de la herramienta digital como un instrumento político para
evidenciar las vulneraciones de los derechos afrocolombianos, realiza una acción
política digital consistente en difundir su campaña de denuncia pública desde su
página web y otras páginas aliadas como las de Wola y Global. Esta acción política
genera y comparte significados e identidad como lo señala Castells (2012), bajo
elementos de emocionalidad asociados a evitar el peligro, en este caso de las vio-
laciones de derechos, visibilizando masacres, amenazas, desplazamientos masivos,
megaproyectos implementados en sus territorios que cambian sus formas y modos
de vivir o causan desastres ambientales, políticas belicistas con impacto negativo
como la seguridad democrática y la lucha contra el narcotráfico que conllevan fumi-
gaciones en sus territorios y otra serie de procesos negativos para las comunidades.
Discursos de conexión. El discurso sobre los DD.HH. funciona como instrumen-
to que conecta un conjunto de características y normas de convivencia inscritas en
sistema de valores universales como lo son los DD.HH, de los actores. Esta cone-
xión se basa según Álvarez (2000), en el ejercicio de conectividad internacional del
discurso; esta emplea las tecnologías y la comunicación para generar flujos que se
conectan y crean una “transnacionalización del discurso”, a través de la circulación
multidireccional de actores sociales vinculados más allá de las fronteras en un es-
pectro amplio de contactos personales y colectivos. El argumento de Álvarez (2000)
es la referencia a lo que se nombra discurso de conexión. La red ACSN, a nivel
discursivo, adopta la ideología de los derechos humanos para, en términos de Olzak,
convertirse en un mecanismo de coalición entre las organizaciones internacionales
y locales que, aunando esfuerzos en acciones políticas (solidaridad y denuncia), se
dirigen a entidades políticas de EE.UU. y Colombia con objetivos específicos
47
Acción Colectiva y Estrategias Transnacionales del Movimiento Afrocolombiano para la Defensa de los DH

pero comunes como es la defensa de DD.HH. (Olzak, 2006; citado en Espinosa


Bonilla, 2011). Por ello, la red ACSN es, ante todo, un intercambio de información y
discusiones que generan redes tanto virtuales como físicas (Álvarez, 2000).
El discurso de derechos humanos y su práctica discursiva de protección a los mis-
mos, generen una identidad estratégica compartida en la medida que, a nivel local,
tiene particularidades políticas y discursivas específicas pero que, en respuesta a la
violencia en las comunidades afrodescendientes, aborda como estrategia la asun-
ción de defensa de DD.HH. Es decir, concurren en ACSN, organizaciones que brin-
dan solidaridad (Wola y Global Rigths) y aquellas que la buscan (PCN y Afrodes).
La identidad de denuncia y de defensa transnacional de DD.HH. ha permitido que
las organizaciones afrocolombianas ingresen en espacios de justicia transnacional
y política internacional de derechos humanos. Es ACSN como red de conexión e
interacción con las ONG internacionales de DD.HH., activistas, académicos, la que
ha aunado esfuerzos por una identidad colectiva frente a la defensa de DD.HH.,
creando: solidaridad, creencias e intereses comunes además de identidades plurales
y abiertas. Estos discursos y prácticas o, como señala Steinberg (2002), repertorios
discursivos, producen cabildeos de presión transnacional en EE.UU., donde resalta
la incorporación de elementos discursivos de defensa de DD.HH. a través de la ju-
risdicción transnacional del SIDH y las entidades gubernamentales encargadas para
que los derechos fundamentales se protejan.
Es una estrategia escalonada que parte desde las organizaciones afrocolombianas,
seguido por las organizaciones internacionales, las entidades intergubernamentales y
los gobiernos en un sistema de políticas internacionales (Álvarez, 2000). En suma;
la formación de la red a través de la información, comunicación y el discurso que se
interconectan son, en principio, la estrategia que forjan la red ACSN, y esta a su vez.,
realiza otra estrategia para llegar e influenciar a las entidades gubernamentales de los
EE.UU. y al SIDH, el cabildeo internacional.
El cabildeo en la red de defensa ACSN. La conexión entre PCN y la red ACSN con
la comunidad internacional, se analiza desde el concepto de redes transnacionales
de cabildeo e influencia, según analizan Keck y Sikkink (1999) y Tarrow (2004;
2011), siendo su principal motivación los valores y principios que dependen del
acceso a la información, donde su importancia estriba en la interpretación y el uso
estratégico de la misma. La destreza de estas redes es su influencia en la capacidad
de los actores para definir los temas importantes, convencer al público elegido que
el problema se puede solucionar, emitir una serie de recomendaciones y vigilar su
implementación. Por lo tanto, las estrategias desarrolladas son destinadas a utilizar
la información y creencias para estimular la acción política y velar un apoyo por
parte de instituciones poderosas (Keck & Sikkink, 1999). La estrategia del cabil-
deo es su principal método para el logro de respaldos institucionales, gubernamen-
tales y no gubernamentales.
48
Cultura, sociedad y poder en América Latina

La red ACSN, en conjunto con las comunidades, organizaciones afrocolombianas


y organizaciones de activistas en EE.UU., es activada, por el papel fundamental
de Wola y Global Rights, a partir de un desempeño como actor-red (Tarrow, 2005;
Espinosa Bonilla, 2011). El acompañamiento de Wola y Global Rights desde la
red ASCN son, lo que Tarrow (2011) analiza, como coaliciones transnacionales.
Estas adoptan dos formas: coaliciones de elementos internos y externos que
supone la participación de las ONG externas en las reivindicaciones de activistas
internos. Es decir, actores nacionales que dependen de aliados internacionales
conectados en Estados y organismos internacionales influyentes (Tarrow, 2011).
En este sentido, la red, una vez articulada desde abajo con el PCN, se proyecta
en su interior para que los líderes en su accionar colectivo se dirijan orgánicamente
con sus informes, denuncias y viajes a EE.UU.; con ello, los actores de base buscan
examinar e influir en la toma de decisiones políticas de los EE.UU. hacia Colombia,
con el firme propósito de que las funestas condiciones que viven las comunidades
afectadas sean evaluadas y tomadas en cuenta para propósitos de política exterior.
Por tanto, estas visitas y sus agendas están estrechamente relacionadas con la
estrategia de cabildeo político.
Cabildeo con the Congressional Black Caucus. CBC. La estrategia de cabildeo, se
aborda como un proceso de incidencia que se intensifico en el segundo gobierno Uribe
(2006-2010), buscando influir en las políticas exteriores de EE.UU. hacia Colombia.
Hula (2002) señala que el cabildeo es un proceso de tres etapas, donde la recopilación
de información es el paso fundamental para definir los problemas y establecer
objetivos como, por ejemplo, que una iniciativa para modificar una ley sea rechazada
por los legisladores. Este rechazo estaría basado en las consecuencias adversas para
los interesados o afectados (Hula, 2002). Este cabildeo puede ser de tipo preventivo
y, según analiza Tejada y Godina (2004), consiste en poner en marcha una estrategia
anticipada para prever decisiones políticas que afectan el futuro de alguna agrupación,
colectivo o comunidad. El cabildeo tienen como método principal las coaliciones
(Hula, 2002) que incorporan los intereses organizados políticamente y cumplen con
el papel de mediador institucional que concilian posiciones alejadas y procesan la
información de propuestas o situaciones publicas antes que estas lleguen a los
órganos políticos (Hula, 2002).
El cabildeo ejercido por el PCN, con el acompañamiento de Wola, es establecido
como un cabildeo privado, es un trabajo de influencia individual sobre congresistas
del Black Caucus. Sus líderes realizan trabajos en conjunto con Afrodes, otra orga-
nización del movimiento afrocolombiano. Cabe destacar que el papel desempeñado
por activistas desde EE.UU. de Afrodes (exiliado por amenazas de paramilitares) y
del PCN (residente en EE.UU.) fueron decisivos en la conformación de la red desti-
nada a visibilizar la situación de las comunidades de base en Colombia.
La dinámica de cabildeo de la que formó parte el PCN, fue en contraparte a la
49
Acción Colectiva y Estrategias Transnacionales del Movimiento Afrocolombiano para la Defensa de los DH

promoción del TLC 2006-2010, lo que reveló distintos dinamismos realizados.


El primero de ellos fue hacer un trabajo educativo para que, tanto organizaciones de
apoyo de la red ACSN como las entidades gubernamentales, logren comprender el
significado de la cosmovisión de derechos territoriales y colectivos para las comunidades
afrocolombianas y la consecuencia adversa de megaproyectos y otros. El segundo, lo
que significó contrarrestar el discurso institucional del gobierno colombiano, donde
un sector de afrocolombianos, conducidos por el gobierno mostraron un discurso
contrario al del PCN y de conveniencia con el TLC para estas comunidades. El
tercero, para poder ser escuchados por el CBC, al PCN le toco un trabajo de ajustar
su discurso de DD.HH. en significados de valores en cifras para ser entendido por el
Congreso de EE.UU. Para el PCN, el TLC fue fundamental como tema catalizador
de interés donde la estrategia de contra-campaña o anti-TLC, coadyuvó eficazmente
en el cabildeo, logrando visibilizar el triste escenario de vulneración de derechos
humanos que afecta a las poblaciones afrocolombianas.
Lo anterior, frente al concepto de redes transnacionales de cabildeo cuya principal
motivación es difundir los valores y principios y, como papel principal y conseguir sus
objetivos. De modo que la acción política se traduce como posibilidad de búsqueda y
aprovechamiento de recursos estratégicos, “las palancas”. Es un escenario donde
personas y organizaciones con poder de influencia y de toma de decisión ofrecen
espacios políticos como lo son los congresistas estadounidenses cuyo trabajo -en
una institución poderosa- conlleva a que las acciones emprendidas y realizadas
por el PCN a través de la red ACSN se conviertan en un verdadero activismo
transnacional. El cabildeo significa la articulación más poderosa entre la red
ASCN y el PCN con entidades gubernamentales y del SIDH. Permitió un inter-
cambio político, mucho más fluido entre el Congreso estadounidense, normas
internacionales y nacionales y recomendaciones al Estado colombiano. Por tan-
to, el intercambio político es un proceso de múltiples y cambiantes etapas (res-
puestas y visitas: cabildeo).

Conclusiones

La estructuración de la red transnacional de denuncia, se articula a través del


núcleo central del movimiento afrocolombiano, desde la propia comunidad o base
social, esta categoría que es denominan desde abajo, arguye a lo que se designan
los dominados, los débiles o subalternos, quienes a través de la historia son los
que sufren las consecuencias de distintos momentos de dominación por diferentes
grupos de poder. Las bases comunitarias son las que desde su voz, su oralidad,
costumbres, cultura, hombres y mujeres hacen que se visibilice en distintos niveles,
la situación vivida por la crisis humanitaria. Son ellos los que articulan a través de
50
Cultura, sociedad y poder en América Latina

distintos tipos de estrategias y mecanismos para poder llegar a instancias de ayuda


y de decisión más altas tanto nacionales como internacionales.
La estructuración de las redes de denuncia de las acciones desde debajo generadas
por las organizaciones de base afrocolombianas, ensamblan otras acciones y pasan a
formar redes de defensa desde arriba en EE.UU. Este concepto desde arriba, implica
que partiendo de aliados influyentes y espacios de poder de decisión, se generen
acciones para buscar mecanismos que protejan los derechos de las comunidades.
Son aliados influyentes Wola y Global Rigths, y espacios de poder de decisión
como la CIDH y the Congresional Black Caucus CBC.Grafica 1- Dinámica de la red
transnacional ACSN de denuncia (desde abajo) y de defensa (desde arriba) de los DH.

Gráfico 1. Dinámica de la red transnacional ACSN de denuncia (desde abajo) y de defensa


(desde arriba) de los DH

Fuente: Elaboración propia-Yeny Girón Galeano. 2015

51
Acción Colectiva y Estrategias Transnacionales del Movimiento Afrocolombiano para la Defensa de los DH

La red ASCN se estructuró desde arriba con un núcleo que lo compone dos im-
portantes organizaciones de DD.HH., quienes son las receptoras de estas acciones
colectivas de denuncia desde abajo de las organizaciones afrocolombianas. La
noción desde arriba supone todas las acciones de conexión que emplea la red como
estrategias y mecanismos que defienden el objetivo principal de la red, salvaguardar
la vida de las comunidades afrocolombianas y búsqueda de ayudas en sectores con
poder de decisión como the CBC y la CIDH. Estas estrategias constituyen acciones
como el cabildeo, sustentado en la búsqueda de aliados políticos que analicen los
impactos negativos de la política exterior de los EE.UU. en Colombia (Plan Colombia,
TLC, asesoría militar, megaproyectos, financiación contra el narcotráfico y respaldo a
la política de Seguridad Democrática) cuyas acciones repercuten en las comunidades
del Pacifico. Y de instancias de justicia transnacional como el CIDH que aboguen a la
normativa internacional de ayuda humanitaria.
La estrategia del cabildeo transnacional, permitió abrir estos dos espacios de par-
ticipación política al PCN y poder demostrar, argumentar, denunciar y defender los
DD.HH. La red ASCN se creó con todo un dispositivo de lucha y bases sociales de
las comunidades y organizaciones afrocolombianas que libraron una estrategia de
información que trascendió lo local, regional y nacional para lograr visibilizar la
crisis humanitaria a lo transnacional. Esto permitió que la red funcionara de forma
variada y múltiple, utilizando una política comunicativa transmitida por diversos es-
pacios sociales, políticos y jurídicos. Esta política de comunicación está atravesada
por un discurso de conexión manejado como dispositivo de poder que conecta los
valores compartidos y se adopta una ideología de los derechos humanos, que viajan,
se conectan y crean una transnacionalización del discurso, donde existe una serie
de mecanismos jurídicos y normativos internacionales para amparar los derechos
de las poblaciones, y a su vez este dispositivo discursivo logra permear espacios de
participación y de poder de decisión como es el congreso de los EE.UU. y la CIDH.
Todo este bagaje de estrategias dio la oportunidad que el cabildeo de la acción co-
lectiva transnacional posibilitara una oportunidad política internacional para los
afrocolombianos de defender sus derechos y sus intereses colectivos, permitiendo
mostrar un discurso transnacional que se vale transversalmente de normas internacionales
de DD.HH. Ello significa que la transnacionalidad de sus acciones políticas además
de brindarles herramientas para trabajar en sus luchas en otros espacios diferentes a
los nacionales, implica nuevos retos en la participación política de los movimientos y
organizaciones sociales, retos que los inscribe en dinámicas que exigen amoldar sus
acciones a escenarios políticos determinados con otras lógicas de participación social
y política. Esta oportunidad política transnacional permitió que el sistema político en
EE.UU. conociera de primera mano los argumentos de las comunidades de sus luchas
y exigencias como consecuencias de las políticas impuestas en EE.UU., en Colombia.
Al dirigirse el PCN y la red ACSN con toda una serie de denuncias al CBC,
52
Cultura, sociedad y poder en América Latina

logra mostrar la situación, a un sector político como lo es el Partido Demócrata


estadounidense, lo que genera la solidaridad de algunos representantes del CBC, al
sumarse y apoyar las causas afrocolombianas. Por lo tanto, logran que ellos desde el
Congreso estadounidense den valoraciones y observaciones en el proceso de apro-
bación al TCL, al igual que la consideración de algunas regulaciones sobre DD.HH.
en las políticas de EE.UU. aplicadas en Colombia. Lo mismo para el SIDH, la CIDH
al valorar la situación de las comunidades afrocolombianas, regulan, mediante
observaciones y exigencias de la normatividad internacional de DD.HH, al Estado
colombiano para que éste tome medidas reparativas, precauciones y prevenciones en
materia de DD.HH. Otra cosa es que el Estado haga caso omiso a las consideraciones
impuestas por el SIDH, ya que en la lógica política colombiana impera el sistema
económico por encima del derecho a la vida.

Bibliografía

Álvarez, S. (2000). Translating the Global: Effects of Transtational Organizing on


Local Feminist Discourses an Practices in Latin America. PPGSP/ UFSC, Cuad-
ernos de pesquisa No. 22. Octubre, 1-27
Castells, M. (2012). Redes de indignación y esperanza. Los movimientos sociales en
la era del internet. Madrid: Alianza.
Della Porta, D. y Mosca, L. (2005). Global-Net for Global Movements? A Network
of etworks for a Movement of Movements. Public Policy. Vol 25 No. 1 (Jan- Apr),
165-190.
------- (2010). Build Locally, Link Globally: The Social Forum Process in Italy.
American Sociological Associatión. Volume XVI, Number 1, 63-81.
Escobar, A. (2010). Territorios de diferencia: Lugar, movimientos, vida, redes. Chap-
el Hill: Departamento de Antropología. Universidad de Carolina del Norte
Espinosa Bonilla, A. (2011). Activismo global: nuevas rutas de acción colectiva del
movimiento negro en Colombia. Universitas Humanística No. 72 Julio-diciembre.
Bogotá, 211-245.
Fernández Buey, F. (2006). Marx y los marxismos. Una reflexión para el siglo XXI.
En CLACSO, La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas. Buenos Aires.:
CLACSO
Foucault, M. (1995). Tecnologías del yo y otros textos afines. Barcelona: Ediciones
Paidós Ibéricas, S.A. I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona
Girón Galeano, Y. (2015). Acción colectiva transnacional y lucha por los derechos
humanos en el movimiento afrocolombiano (2002-2010). Tesis de maestría en
Ciencias Políticas. Quito. Flacso- Ecuador
GlobalRights. (2014). Capítulo Colombia, página web.
53
Acción Colectiva y Estrategias Transnacionales del Movimiento Afrocolombiano para la Defensa de los DH

Hobsbawn, E. (2002). Sobre la historia. Barcelona: Crítica.


Hula, K. W. (2002). Cabildeo Lobbying. México: LImusa Noriega Editores.
Iglesias Turrión, P. (2005). Un nuevo poder en las calles. Repertorios de acción
colectiva del Movimiento global en Europa. De Seattle a Madrid. Política y So-
ciedad, Vol 42 Núm. 2., 63-93.
Keck, M., & Sikkink, K. (1999). Redes transnacionales de cabildeo e influencia.
Foro Internacional octubre-diciembre, 404-428.
------- (2000). Activistas sin a Fronteras. Redes de defensa en política internacional.
Coyoacán. México: Siglo veintiuno.
O´Donell, G. (1999). Counterpoinst: Selected essays on authoritatianism and de-
mocratization. Notre Dame. University of Notre Dame Press.
PCN. (2011). Alertas y Denuncias. Página web. http://www.renacientes.org/
Scott, J. (2009). Los dominados y el arte de la resistencia: discursos ocultos. México
D-F. Ediciones ERA.
Sossa Rojas, A. (2011). Análisis desde Michel Foucault referentes al cuerpo, la
belleza física y el consumo. (C. d. (CISPO), Ed.) POLIS. Revista Latinoamericana
No. 28 Lógicas Colectivas y nuevas formas de politicidad., 2-16.
Steinberg, M. W. (2002). El clamor de la multitud: repertorios discursivos y ac-
ción colectiva entre los tejedores de seda de Spitalfields en el Londres del siglo
XIX. En M. Traugott, Protesta Social. Repertorios y ciclos de la acción colectiva.
(págs. 49-66). Barcelona: Hacer.
Tarrow, S. (2004). Los movimientos sociales, La acción colectiva y la política. Ma-
drid: Editorial Alianza.
------- (2005). The New Transnational Activism. Cambrdge: Cambridge University
Press.
------- (2011). El Poder en Movimiento. Los movimientos sociales, la acción colecti-
va y la política. Tercera Edición. Madrid: Alianza.
Tejada, S. L., y Godina, L. A. (2004). El lobbying en México. México: Miguel Ángel
Porrúa.
Toret, J. (2013). “Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas. El sistema
de red 15 M como nuevo paradigma de la política distribuida”. Pdf.
Vega Cantor, R. (1997). Teoría marxista de la historia. Herramienta No 4-Julio.
Watzlawick, P., et al. (1985). Teoría de la comunicación humana. Barcelona: Herder.
Washington office on Latin America, (2014). Misión. Visión de Wola. Disponible en:
http://www.wola.org/es/sobre_nosotros visitado el 10 de julio de 2014.

54
Cultura, sociedad y poder en América Latina

LOS SABERES NEGADOS Y LA DEPENDENCIA CULTURAL:


LA LUCHA POR EL ESPACIO PÚBLICO
DENIED THE KNOWLEDGE AND CULTURAL DEPENDENCE:
THE STRUGGLE FOR THE PUBLIC SPACE

María Elena Cruz-Artieda1

Profesora Escuela Politécnica Nacional

Recibido: 14-05-2016 Aprobado: 20-10-2016

Resumen

La pregunta que da inicio a la ponencia, ronda como un fantasma el sentido de nues-


tros pueblos, no solo en un nivel académico o político-institucional, sino también en
el nivel de lo cotidiano: ¿qué es hablar de políticas culturales dentro de un marco de
representación extraño –extranjero- impuesto de forma autoritaria y violenta?

Para dar respuesta a esta interrogante es necesario referirnos al problema de la depen-


dencia cultural que niega los campos de formación del ser cultural global –la erótica,
la poética, la utópica y lo racional- son encubiertos por hacer hincapié en una episteme
que sobrevalora lo racional-instrumental.

La dependencia cultural lleva consigo la imposición –obligatoria, no electiva- de un


tipo de cultura cuya estructura es des-armónica porque pone en movimiento discur-
sos que conllevan la exaltación del valor por sobre la vida y cobran forma concreta
en la mercancía, cuyo contendido es el consumo desmedido.

En este contexto, es necesario abrir el debate sobre la importancia de construir políticas


culturales que interpelen el sentido excesivamente productivista que impone el merca-
do como única vía de desarrollo y progreso social.

Palabras clave: saberes negados, dependencia cultural, espacio público, gestión


cultural, políticas culturales.

1
Socióloga (Pontificia Universidad Católica del Ecuador), Magíster en Filosofía (Pontificia Universidad Católica del
Ecuador). Profesora de: Estética en la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador, Filosofía de la Ciencia,
Epistemología en la Escuela Politécnica Nacional, Semiótica de la Imagen en el Posgrado de Estudios del Arte-Facultad
de Artes-UCE, Investigación Artística y Seminario de Tesis en el Posgrado en Actuación Teatral-Facultad de Artes-UCE.

55
Los saberes negados y la dependencia cultural: la lucha por el espacio público

Abstract
The question from which this article departs wanders like a ghost around the meaning
of our peoples, not only at an academic or political-institutional level, but also at the
level of everyday life: how do we speak of cultural policies within a strange –foreign–
framework of representation, imposed in an authoritarian and violent manner?

In order to answer this question, it is necessary to refer to the problem of cultural de-
pendence that denies the fields of formation of the global cultural being –the erotic,
the poetic, the utopian and the rational–, which are disregarded by an episteme that
overestimates the instrumental rationality.

Cultural dependence carries with it the imposition –mandatory, non-elective– of a


type of culture whose structure is unharmonious because it sets in motion discourses
that entail the exaltation of value over life, and take concrete form as commodities,
which content is unlimited consumption.

In this context, it is necessary to open the debate on the importance of constructing


cultural policies that challenge the excessively productivist sense that the market
imposes as the only way of development and social progress.

Keywords: denied wisdom, cultural dependence, public space, cultural management,


cultural policies.

La pregunta que da inicio a esta ponencia ronda como un fantasma (Marx & En-
gels, 1848) el sentido de nuestros pueblos no solo en un nivel académico o políti-
co-institucional sino también en el nivel de lo cotidiano: ¿qué es hablar de políticas
culturales dentro de un marco de representación extraño –extranjero–, impuesto de
forma autoritaria y violenta?
Para dar respuesta a esta interrogante es necesario referirnos al problema de la
dependencia cultural que niega los campos de formación del ser cultural global –la
erótica, la poética, la utópica y lo racional– son encubiertos por hacer hincapié en
una episteme que sobrevalora lo racional-instrumental.
La dependencia cultural (Cueva, 1987) lleva consigo la imposición –obligato-
ria, no electiva– de un tipo de cultura cuya estructura es des-armónica porque pone
en movimiento discursos que conllevan la exaltación del valor por sobre la vida y
cobran forma concreta en la mercancía cuyo contendido es el consumo desmedido.
La cultura de la mercancía se volvió universal por medio de la praxis del terror que im-
plica un proceso sistemático de violencia por apropiarse de los territorios, de los saberes,
del cuerpo y del espíritu de los pueblos (Benítez, 2002). Las estrategias las conocemos
de sobra porque las hemos padecido en carne propia en la gente que sufrió la conquista,
que soportó la colonia y que hoy –silenciosamente–vive la fascinación del consumo sin
56
Cultura, sociedad y poder en América Latina

percatarse que esa ilusión se sostiene solo por la sobre-explotación de la naturaleza y de


la mano de obra humana que se materializa en el disciplinamiento y control de las mentes
y de los cuerpos en atención a un fin: la extracción de plusvalía (Cueva, 1987).
El consumo comprendido como el texto que dota de autoridad (Žižek, 1999) a los
discursos del poder: la libertad, la igualdad y la fraternidad –valores logrados con la
sangre y el sufrimiento de tantas madres que perdieron a sus hijos, de tantos hijos
huérfanos que crecieron en la soledad de la guerra– son ahora solo discursos que
enmarcan un aparato institucional que se auto-designa como democracia.
En el discurso, la realidad no es más que una ficción cuya lógica narrativa es
configurar un sentido lineal de comprensión del mundo en el que políticamente vi-
vimos la democracia, socialmente gozamos de la igualdad en la proclamación de
la pluralidad, económicamente disfrutamos del libre mercado y estéticamente nos
ilusionamos con la imagen del mundo feliz (Huxley, 2013).
Las políticas de este mundo feliz, reproducido diariamente en la televisión, signifi-
can una injustica política que cobra vigencia en el fratricidio –muerte real o simbólica
de los hermanos campesinos-, perversión en el nivel erótico –muerte real o simbólica
de lo femenino y de lo masculino como elementos que dinamizan la vida-, desilusión
en el nivel utópico -por la muerte de la creatividad y de la imaginación- (Dussel, 1977).
Esto constituye un mundo solipsista e indiferente que desprecia al pobre, al anciano, al
niño, a la mujer y al hombre, distintos de la tipificación que impera dentro del horizon-
te de los modelos fenotípicos y culturales reinantes.
En este contexto, ¿cómo conciben las políticas culturales vigentes la producción
científica, artística, tecnológica?
Las políticas culturales cobran concreción en la autoridad del Estado. Desde el apa-
rato estatal se institucionalizan los saberes negados para verlos de manera folclórica
y folclorizante, esto implica que las políticas culturales son ejecutadas dentro del marco
de representación racional-instrumental que define lo distinto como inferior, retrógrado,
subdesarrollado o en vías de desarrollo, de este modo se niega la irrupción de un
ser político real.
Los saberes negados, al ser institucionalizados en el interior de la lógica de la
dependencia cultural adolecen de una castración, de una imposibilidad de creación
porque están ausentes las dimensiones de lo utópico, de lo erótico y de lo poético
(Benítez, 2002) para advertir de forma sutil que la única vía de progreso y desarrollo
es el énfasis en lo racional como subsidiario de una tecnológica que asesina a muje-
res y hombres de todas las edades en el mundo entero (Dussel, 1977).
De este modo, aparece un ser fragmentado que no considera la totalidad de la existen-
cia como posibilidad vital y mucho menos persigue una conciencia política que afirme
su existencia en el mundo. Esto lleva a padecer los complejos culturales y la pérdida de
sentido de realidad que se muestra en una crisis política, económica, estética y científica.
La cultura, contraria a la naturaleza, es solo posible por la acción humana, por
tanto se caracteriza por su finitud, por su imperfección, porque es inacabada pero
en permanente elaboración. La propuesta es precisamente construir un espacio
57
Los saberes negados y la dependencia cultural: la lucha por el espacio público

público (Arendt, 2005) donde los sentires del pueblo cobren forma, a través -por
ejemplo- de un arte liberador, de una ciencia política y de una tecnología libre.
Toda política cultural debe integrar los saberes negados, encubiertos de muchas for-
mas, sin embargo latentes, con el fin de resistir la homogeneización que pretende la
globalización donde la cultura no es sino una recurrencia a la masificación. Solamente
cuando los intereses del pueblo son disminuidos en favor de la cultura de masas es posi-
ble propagar la ideología del consumo que forma compradores alienados, compulsivos
por acumular dinero.
El arte, la ciencia y la tecnología como partes fundamentales de la cultura deben mos-
trar las dimensiones reprimidas, castradas y proponer la constitución de un “espacio plu-
ral” (Arendt, 2005) que invite al diálogo en la perspectiva de consolidar un lugar armó-
nico y hospitalario.
Por tanto, no es la acumulación de eventos artísticos, eventos científicos, eventos tec-
nológicos lo que deben perseguir las políticas culturales sino que tanto la ciencia como el
arte y la tecnología -dentro de una política cultural- deben ser propuestas distintas, éticas,
responsable con la sensibilidad, con la imaginación y la creatividad de las personas en
su ser cotidiano, popular que lleve al pueblo a tomar conciencia del saber erótico en la
exaltación del cuerpo, del saber utópico presente en la memoria histórica de nuestras
cosmovisiones ligadas a la tierra (Boff, 2000), en una poética creativa que impulse la
imaginación y en una racionalidad que haga uso de los instrumentos tecnológicos en
actividades liberadoras que equilibren las relaciones entre el campo y la ciudad.
Consecuentemente, una verdadera política cultural no puede hacer caso omiso a
las necesidades materiales y espirituales de la sociedad.

Conclusiones

Es necesario romper el sentido de lo folclórico al que apuntan la mayoría de políti-


cas culturales en Latinoamérica y proponer un tipo de política cultural que suponga la
liberación de la ignorancia a la que somos sometidos los pueblos en el mundo entero.
Ignorancia que se expresa en un daño desmedido a la naturaleza por la extracción de lo
que “ingenuamente” llamamos recursos naturales y en una crisis ética que comporta la
tortura, masacre y exterminio de los inocentes.
Al hablar de gestión cultural hay que tomar en consideración la necesidad de abrir
espacios públicos en torno a la expresión de un sujeto que afirme su existencia en el
mundo a partir de la manifestación de los saberes en relación a la experiencia de lo
que ha sido la memoria histórica de un pueblo.
Todo espacio público debe contemplar la situación geopolítica que define el lugar
de enunciación (Foucault, 1992) con el propósito de de-velar los saberes negados en la
búsqueda continua de nuestra cultura.
58
Cultura, sociedad y poder en América Latina

El lenguaje estético debe ser considerado con la misma importancia que lo es el lengua-
je científico porque ambos son elementos esenciales de la cultura: solamente en un trabajo
conjunto pueden consolidar una propuesta valiosa para la vida del presente y la del futuro.

Referencias

Arendt, H. (2005). ¿Qué es la política?, Barcelona: Paidós.


Benítez, M. (2002). Peregrinos y vagabundos. La cultura política de la violencia,
Quito: Abya-Yala.
Boff, L. (2000). La dignidad de la Tierra. Ecología, mundialización, espiritualidad.
La emergencia de un nuevo paradigma, Madrid: Trotta.
Cueva, A. (1987). El desarrollo del capitalismo en América Latina, México D.F.: Siglo XXI.
Dussel, E. (1977). Filosofía de la liberación, México D.F., EDICOL S.A.
Foucault, M. (1992). Microfísica del poder, Madrid: La Piqueta.
Zizek, S. 1999. El acoso de las fantasías, México D.F.: Siglo XXI

59
MUNDO ACTUAL Y
PROBLEMAS DE LA
VIDA COTIDIANA

Andrés Osorio - Universidad Central del Ecuador


Meysis Carmenati - Universidad Central del Ecuador
Alexandra Serrano - Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Martín Aulestia - Universidad Central del Ecuador
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

EL MALESTAR COTIDIANO: ¿POR QUÉ LEER LA PSICOPATOLOGÍA


DE LA VIDA COTIDIANA, HOY?1

Andrés Osorio Valdivieso


Psicologo Clínico (PUCE-Q);
Máster en Ciencias Sociales con mención en Sociología (FLACSO-Ecuador)

Recibido: 14-05-2016 Aprobado: 11-10-2016

Resumen

El siguiente es un artículo que analiza y revalora la lectura de un texto nodal


en el psicoanálisis y el pensamiento de S. Freud: “La Psicopatología de la Vida
Cotidiana”. Plantea la necesidad de leer en Freud una pregunta por el síntoma
que dista de la planteada por la medicina, la psiquiatría o la psicología. Plantea-
do como un ‘revés’ de estas prácticas, el síntoma para el psicoanálisis implica al
sujeto y la relación al deseo inconsciente. De ahí que se pueda leer el ‘malestar
en la cultura’ como un efecto de la inscripción de lo humano en el orden del
deseo para siempre renunciado. El malestar y sus manifestaciones dan cuenta de
lo inconsciente, y la psicopatología de la vida cotidiana es la verificación de su
operación en el diario vivir. En la actualidad, la ideología de la salud y la salud
mental obturan la posibilidad de su manifestación, a partir de la tendencia cre-
ciente de patologizar el sufrimiento y adscribirlo a la homogeneidad de diagnós-
ticos que no hacen sino catapultar beneficios económicos y políticos en la época
de industrialización de supuestas ‘curaciones’ de la era globalizada. El artículo
lee de modo crítico la importancia de cotidianizar el malestar para invitar hacerlo
más vivible y menos mercantilizable.

Palabras clave: malestar, cultura, vida cotidiana, medicalización, clasificación psi-


quiátrica, síntoma.

1
Bien podría plantearse este texto como colectivo: ligado al trabajo con otros. Tanto en el espacio universitario como en
el contexto de la Escuela freudiana del Ecuador (EfE), han sido los aportes aprehendidos en estos lugares los que hacen
posible sostener las ideas del siguiente artículo.

63
El malestar cotidiano, leer la psicopatología hoy

Abstract

This article analyzes and revalues the reading of a key text in psychoanalysis
and Freud’s thinking: “The Psychopathology of Everyday Life”. It encourages
to find in Freud a question about the symptom that is far from the one raised by
medicine, psychiatry or psychology. Posed as a ‘back-hand’ of these practices,
the symptom for psychoanalysis involves the subject and the relationship to the
unconscious desire. Hence we can read the man’s discomfort in civilization as
an effect of registration of the human in the order of desire forever renounced.
Discomfort and its manifestations realize the unconscious, and the psychopatho-
logy of everyday life is the verification of its operation in daily life. Today, the
ideology of health and mental health close the possibility of its manifestation,
from the growing trend of “pathologizin”, suffering and ascribing it to the ho-
mogeneity of diagnostics which only catapult economic and political benefits by
the industrialization of supposed “cures” of the globalized era. The article reads
critically the importance of discomfort to invite to live the suffering, make it
more livable and less commodified.

Keywords: discomfort, civilization, daily life, dedicalization, psychiatry classification,


symptom.

Sólo tras estudiar lo patológico se


aprende a comprender lo normal
S. Freud, Tratamiento
Psíquico Tratamiento del Alma

Una torpeza…es…hábil servidora


de propósitos inconfesados
S. Freud, Psicopatología
de la Vida Cotidiana

La cotidianidad es un hecho humano que lo hace distinto de cualquier especie


animal. Sólo el humano se levanta a una hora determinada en la mañana, em-
pieza su día con rituales que van desde el beso de buenos días hasta el lavado
de dientes, la mirada en el espejo o la siempre difícil elección de la vestimenta.
Más aún, después de haber pasado algunas horas reposando sobre la cama, es la
64
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

única ‘especie’2 que al levantarse lo primero que hace es decir ‘buenos días’. Un
perro o un gato no tiene una cotidianidad, su vida no transcurre bajo la pauta de
‘hacer algo todos los días’, a no ser, que el humano que lo cuida lo haga parte de
la suya y le inserte en el cronograma de vida y alimentación que como amo crea
conveniente. La cotidianidad es un hecho humano sobre todo porque se trata de
una palabra, cuya etimología proviene del latín quotidianus, que a su vez se sos-
tiene del adverbio quotidie que significa ‘diariamente’, compuestas a su vez por
la raíz quot de donde las palabras ‘cuota’ o ‘cotizar’ reciben su marca. Se podría
decir que ningún animal se levanta a las 7am apurado por pagar sus cuotas o
animado por cotizar la ganancia o la pérdida que ello le significa. Ningún animal
debe nada ni tampoco se beneficia o perjudica por apegarse a las demandas que
le provienen de otro que le ha hablado. Tampoco se preguntará al levantarse por
qué me exigen que vaya tan de mañana a la escuela o al trabajo, ni se preguntará
por ese deseo que ha hecho que otro establezca ese régimen.
Sentado el hecho de que la cotidianidad enmarca un ámbito específicamente hu-
mano que lo distancia radicalmente del mundo animal y cuya definición no se asi-
mila a la percatación de ciertos ‘comportamientos’ o ‘conductas’ repetidas, como
por ejemplo las migraciones en bandadas de estorninos o los coordinados asechos
a la presa de las hienas africanas; podemos decir entonces, que el humano y su
cotidianidad no responde al instinto y su pauta filogenéticamente establecida para
las especies animales.
Para Sigmund Freud la cotidianidad implica a la ‘pulsión’3 como diferente
del ‘instinto’ en tanto este último concepto es estudiado por la biología y el
primero implica una concepción del humano regido por el deseo, que para el
psicoanálisis equivale a lo reprimido inconsciente. La compilación de ensayos
que ahora conocemos como La Psicopatología de la Vida Cotidiana configuró
para el naciente siglo XX una concepción de lo humano regido por el deseo, su
concomitante represión y las manifestaciones variadas en las que este se expresa
en cada sujeto. Con Jacques Lacan podemos leer en Freud que el humano en
tanto hablante (su humus, arcilla de la que está hecho es lenguajera4) se consti-
tuye como sujeto en su relación al campo del lenguaje y la palabra, de donde los
olvidos, los recuerdos, los actos fallidos, las equivocaciones en la lectura y la es-

2
Para el propósito de señalar la diferencia de la ‘especie’ humana respecto de la animal, cabe señalar el sintagma propuesto
por Néstor Braunstein: “especie edípica” (Braunstein, 2001, pág. 185). De donde se puede leer la radical separación del
hombre que habla y que responde a la ley del lenguaje, y por ende está atado a la deriva de la ‘pulsión’, a diferencia de lo
animal que se mueve en el orden del ‘instinto’.
3
En alemán el sustantivo Trieb se diferencia de Instinkt. Una posible traducción al español que no tropiece con la piedra
biologicista pudiera ser “deriva”, cuya contraparte anglosajona según Lacan sería “drive” (Carusso, 1976, p. 116)
4
‘Lenguajera’ que no lingüística como lo propone Néstor Braunstein en Las Lecturas de Freud, como modo de traducción
de los términos en francés langagier/langagière (Braunstein, 2002, p. 49).

65
El malestar cotidiano, leer la psicopatología hoy

critura, así como los sueños y el chiste se revelan como un “síntoma… estructu-
rado como un lenguaje”5 (Lacan, 2003, p. 258). Así, la cotidianidad que interesa
a Freud es la de las manifestaciones de lo inconsciente, esas que ningún pájaro,
perro o gato podrán producir porque no se inscriben en el orden de la cultura, de
la ley y el lenguaje. De la ley del lenguaje.
Nunca escucharemos a ningún animal decir ‘buenos días’ al levantarse y ‘buenas
noches’ al acostarse, ni veremos a algún cachorrito diciendo a su mamá ‘no me
dejes dormir sólo porque eso me da pesadillas’ o de acusar el consumir sustan-
cias por estar cansado de ‘seguir en una búsqueda para no encontrar’, simple-
mente porque no están inscritos en la cultura, en el lenguaje y sus leyes de paren-
tesco y filiación, porque no han tenido que someterse a la ley de prohibición del
incesto y, por ende no hablan, y porque en tanto no están inscritos en la represión
que supone la ley de la cultura jamás estarán jugados ante su efecto concerniente
al deseo reprimido como hombres o mujeres. De ahí que lo que nos define como
humanos hablantes sea una sujeción al devenir de la pulsión, en la cultura, como
malestar en cada uno. Y es en ese orden en el que se puede escuchar, incluso,
decir a alguien ‘¡buenas noches!’ al levantarse y ‘¡hasta luego!’ cuando recién
ha llegado6.
La cotidianidad del humano está hecha de la relación inconsciente al deseo re-
primido, de lo que se desprende una comprensión del síntoma sostenida de la pul-
sión y desligada de cualquier asimilación biologista (tan en boga en corrientes
positivistas neurocientíficas que sostienen ciertas prácticas clínicas médicas y psi-
quiátricas), comportamental o conductual (concerniente a ciertas psicologías do-
minantes en la actualidad ocupadas por la rectificación cognitiva y conductual de
la subjetividad). Para el psicoanálisis, desde Freud y con Lacan, el síntoma supone
la estructura del inconsciente como productora de manifestaciones a las que la
única manera de atenderlas será escuchándolas. Sólo por esa vía es que Freud llegó
a escribir esa compilación de ensayos en los que se reúnen los diversos modos por
los que se muestra la operación del inconsciente en la vida cotidiana.
El malestar en la cultura es un efecto de la condición de hablantes, y sus manifes-
taciones como correlativas de la relación a lo reprimido que cada sujeto establece
son múltiples y depende del cada uno, de la singularidad en juego desde la que habla-

5
El aforismo construido por Lacan en el que se sostiene de que está el “inconsciente estructurado como un lenguaje” es
fácilmente ubicable en Freud en sus primeras obras cuando está trabajando la articulación lenguaje e inconsciente. Para
ello, vale leer con atención La Psicopatología de la Vida Cotidiana.
6
La Psicopatología de la Vida Cotidiana está cargada de ejemplos similares, en los que se lee la operación del deseo incons-
ciente que irrumpe y sorprende en quien habla, como cuando teniendo la voluntad de decir hamer (martillo) dice chamer
(asno –en hebreo), ante lo que Freud se pregunta “Por mi parte, preferí preguntarme por qué, en verdad, había tomado el
diapasón en vez del martillo” (Freud, 2006a, p. 163).

66
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

mos. El malestar en la cultura no es generalizable, no hay diagnóstico que sirva para


definir de modo universal el padecimiento que, más bien debe ser remitido a cada
quien en su relación al deseo inconsciente. La Psicopatología de la Vida Cotidiana
se constituye en un registro acerca de los diversos modos en los que el malestar en
la cultura se manifiesta en cada hablante, las diversas maneras en que se manifiesta
la relación del sujeto con el deseo, como sujetado de la pulsión y no del instinto. Da
cuenta entonces de la singularidad del malestar en la cotidianidad que no está dis-
puesto para ser asimilado como ‘patología’ sino como pathos, en el sentido de apego
al sufrimiento y al padecimiento humano.
De ahí la diferencia del psicoanálisis con la medicina, la psicología y la psi-
quiatría, diferencia sostenida del reconocimiento de los efectos de la pulsión en
tanto supone el rodeo al que el deseo está prescrito como imposibilidad de rea-
lización. El humano hablante está prendido de los recorridos que su palabra teje
como rodeando un imposible. Sus efectos: malestar, padecimiento, sufrimiento,
goce, siempre ‘parcialmente’ entretejido en el decir de cada quien. La pulsión
podría servir tal cual lo plantea Freud como “uno de los conceptos de deslinde”
(Freud, 2012, p. 153) respecto a la ciencia, a la biología, la medicina, la psiquia-
tría y la psicología, mediante el cual la práctica analítica alcanza su especificidad
en tanto discurso, teoría y práctica.
Toda la investigación de La Psicopatología de la Vida Cotidiana realizada en
1901 y que es una de las obras más acotada, editada y corregida a lo largo de los
años del trabajo de S. Freud, sostiene una similar esquemática de análisis respec-
to a lo planteado en los textos contemporáneos La Interpretación de los Sueños y
El Chiste y su relación con el Inconsciente. Lo que se reconoce en la elaboración
y relato de un chiste, se pesca en la formación de un acto fallido, o lo que se deja
traducir en la producción de un recuerdo se asemeja al relato de un sueño; de
modo que las leyes de lo inconsciente establecidas por Freud bajo la nominación
de condensación y desplazamiento acercan de manera notable a un olvido y la
producción del recuerdo sustituto a un lapsus y la ausencia/aparecimiento de un
vocablo. En suma, son textos que de cabo a rabo plantean una pregunta por el
síntoma tal como el psicoanálisis trata de formalizarlo, de leerlo como formado,
deformado o transformado por la operación del deseo, inconsciente.

El malestar en la cultura se deja escuchar en el síntoma

El libro La Psicopatología de la Vida Cotidiana es una extensa exposición


de la incidencia del deseo inconsciente y operante en la cotidianidad. Las vías
diversas por las que se manifiesta constituyen al síntoma, en tanto este es una
trama tejida en la imposibilidad de la que el deseo como inconsciente se sostiene.
67
El malestar cotidiano, leer la psicopatología hoy

No hay síntoma que no se sostenga de un imposible de decir, es lo que parecería


está marcando Freud en el primer capítulo cuando analiza el olvido del nom-
bre ‘Signorelli’ que sólo se produjo porque lo reprimido de la sexualidad y la
muerte bordea el límite de lo expresable, y marca eso que escapa al interés por
decir-recordar lo olvidado: el deseo como lo reprimido, inconsciente. El olvido
que toma por sorpresa a Freud da cuenta del malestar como un efecto en el que
se juega todo hablante por estar inscrito en la ley que funda la cultura y de cuyos
efectos sólo es posible ‘decir a medias’7. El síntoma en forma de olvido revela
el malestar cotidiano en el que todo humano hablante está inmerso, de que una
fichita en todo momento falte para armar el rompecabezas de la vida en malestar,
y así, este último cese. Pero no; sus modos de manifestarse se constituyen como
formaciones de lo inconsciente, las cuales están marcadas contingentemente en
cada sujeto en su relación a lo necesario de la ley de la cultura, que es la ley del
lenguaje. Por ello ese vocablo (Signorelli) no señala al olvido como un defecto
de alguna función mnémica sino a la eficacia de la instancia cultural y el efecto
de represión que produce en cada hablante. En ese caso, en Freud.
El olvido como síntoma supone que quien habla está sometido a represión. Supo-
ne que la represión –primaria y secundaria– está operando y produciendo lo reprimi-
do. Freud supuso siempre en su lectura del síntoma la relación del sujeto con el deseo
marcada por la represión, de ahí que nadie pueda saber de antemano de donde pende
el sufrimiento de cada uno. Como el análisis de la sustracción del nombre ‘Signore-
lli’ lo muestra, un olvido se produce por la ausencia de una representación asociada
con ciertos pensamientos reprimidos en un momento del discurso. Algo del orden
de lo indecible se manifiesta en esa ausencia de representación de cuyo fértil suelo
aparece la flor de lo inconsciente. Lo que se manifiesta a través del síntoma es una
relación a la represión y lo reprimido, a eso imposible de decir sólo escuchable en
sus efectos en cada ‘manifestación’, en cada modo de ‘expresión’ que es particular.
El síntoma en forma de olvido -si seguimos lo anotado por Freud en ese primer
capítulo- manifiesta un imposible sobre la sexualidad y la muerte como sufri-
miento. Tal imposible, de ser dicho, de constituirse como dicho, es la marca con
la que todo humano se inscribe en la relación con los otros a través del lenguaje
como malestar… en la cultura. Como Freud señala en el ensayo cuyo título debe
ser leído poniendo el acento en el sujeto de la frase, El Malestar en la Cultura,
la religión, la ciencia y la tecnología como supuestas conquistas de la cultura, no
son sino efectos de ese imposible en el que todo humano hablante se organiza, y
son formaciones sustitutivas ante esa falta… de representación, y esa falla inhe-
rente a lo humano en su estructuración en el lenguaje –diríamos con Lacan. En
su necesaria relación a la cultura.

7
Lacan señala en 1972 en el Atolondradicho: “[…] de la verdad sólo hay mediodicho” (Lacan, 2012a, p. 478).

68
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

El malestar cotidiano no es localizable

Como a contrapelo de la ‘mirada médica’ analizada por Michel Foucault en El


Nacimiento de la Clínica, cuyas reglas de conformación descritas definen el desa-
rrollo moderno de la medicina, la psiquiatría, y ciertas psicologías sostenidas en la
observación de las conductas y su modificación, el síntoma en tanto malestar inhe-
rente a lo humano escapa a la mirada. No son los ojos sino las orejas las que dispone
Freud en su pregunta por el síntoma, precisamente porque depende de que alguien
diga para empezar a escuchar las formaciones de dónde se sostiene el sufrimiento
en cada uno.
Que no hay olvido sin recuerdo falso es uno de los grandes descubrimientos he-
chos por Freud en La Psicopatología de la Vida Cotidiana, y que la “amnesia in-
fantil” constituye el fondo sobre el que se elaboran recuerdos con carácter de “en-
cubridores” señala la peculiaridad ficcional de la memoria sobre la que los sujetos
arman sus vidas a modo de relatos. En dicho texto, la aparente localización temporal
y ubicación precisa del recuerdo es revelada en su condición de montaje elaborado
cuya función está al servicio de la represión. La condición del recuerdo es su encu-
brimiento de aquello que fue olvidado primordialmente y que no puede ser restituido
a las arcas de la conciencia. El recuerdo encubre. Cubre aquello que no puede ser
localizado y que es combustible (pulsión, Trieb) del desasosiego: lo que falta y lo
que falla en lo humano por hablante.
El malestar cotidiano toma lugar en la imposibilidad de localización anhelada por
toda modalidad tecnológica que la ciencia sostiene como fetiches, y que intentan
mantener a ese “dios-prótesis” (Freud, 2012a, p. 90) del que hablaba Freud en El
Malestar en la Cultura. Desde los rayos X hasta las actuales resonancias magnéticas
con que se estudia el cerebro y su funcionamiento, no hacen sino ubicar el punto ciego
para la mirada positivista que históricamente se renueva en el reconocimiento de
aquello que no puede ser capturado por un lente o una pantalla: el sujeto en tanto sos-
tenido de un deseo prendido de desfiguraciones, desplazamientos y transformaciones
que son la base del recuerdo encubridor. La ceguera de la técnica contemporánea está
sujeta de la ilusión del progreso tecnológico, y del rechazo de eso que no puede ser
asimilado por la mirada.
Tal como Freud trabaja el síntoma en tanto recuerdo y olvido formados por la
represión, obliga a considerar un supuesto en su configuración: la de lo inconsciente.
Ni la represión ni lo reprimido son captables por la mirada, por ende el malestar
cotidiano sólo se cierne en lo que alguien dice y en lo que escapa a ese decir. De
este modo, el síntoma marca de imposibilidad a la ciencia y a su saber, así como
a sus dispositivos tecnológicos e industriales de producción de ‘patologías’ ofer-
tados hoy en día como la panacea del desarrollo y del progreso, que no son sino
69
El malestar cotidiano, leer la psicopatología hoy

mercancías erigidas como a contrapelo de la ‘verdad’ desde la que se produce:


lo imposible en todo hablante que concierne también a la ‘ciencia’ y la ‘tecnolo-
gía’. De ahí la ‘nerviosidad moderna’ analizada por Freud en La Moral Sexual y
La Nerviosidad Moderna, que en sus líneas permitiría comprender el acelerado
ritmo con el que la ideología médica, psiquiátrica y psicológica busca ubicar en
manuales diagnósticos e imágenes cerebrales eso que escapa de la sexualidad y
la muerte, para supuestamente revelar los enigmas por fin descifrados y localiza-
dos por la gracia científica.
“[…] la amnesia infantil […] el olvido de la infancia […] están en la base de
la formación de todos los síntomas neuróticos” (Freud, 2006a, p. 51), así como
el recuerdo también, están esculpidos por el cincel de la represión. No teniendo
que ver con una realidad ‘positiva’ que pueda ser observada, ubicable o cuan-
tificada, la memoria se constituye sobre un vacío y hace de toda formación de lo
inconsciente un síntoma armado sobre la ficción en la que cada sujeto se sostiene.
Las así llamadas ‘sintomatologías’ contemporáneas8 no son sino modos en los
que se organiza el malestar en la actualidad, la cotidianidad de la cultura contem-
poránea. Detrás de cada acto, se tendría que suponer –tal como lo plantea Freud
en La Psicopatología de la Vida Cotidiana– la operación de lo inconsciente, del
deseo de algo que escapa y que forma, conforma, deforma, transforma sus modos
de presentación en la historia.

La psicopatología del malestar no es un a-priori

En El Nacimiento de la Clínica y Vigilar y Castigar de Michel Foucault se propo-


ne a la modernidad como un proyecto gestado, entre otros soportes, por la medicina,
la psiquiatría y la psicología. Prácticas enmarcadas en el régimen operativo dictado
por el principio de la norma que hace parte del sentido de ‘lo normal’ como diferente
de lo ‘anormal’ o patológico. De ese principio se emana una normatividad imple-
mentada por médicos, psiquiatras y psicólogos sobre el orden social y cultural que
rebasa los nimios intereses de la propagación de salud y evitación de la enfermedad,
y más bien se vuelve un dispositivo de control, regulación y vigilancia de la subjeti-
vidad. El moderno, es un proyecto medicalizador, psicopatologizador.
La “psicopatología” de la que habla Freud no tiene que ver con la noción de enferme-
dad ni puede ser asimilada al par de opuestos enfermedad/salud que son más bien tér-

8
Los ‘trastornos’ ‘mentales’ se multiplican en los dispositivos de poder y aparatos de control en que devienen las clasifica-
ciones internacionales de lo patológico y supuestamente anormal (CIE-10, DSM-5). La ‘depresión’, la ‘falta de atención’
o ‘actividad exacerbada’ de algún niño, o la dificultad de conciliar el sueño denominado ‘insomnio’, patologiza algo que
bien podría conformarse con ser escuchado y puesto a trabajar en directo concernimiento al sujeto, que seguramente tiene
algo, o mucho, para decir.

70
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

minos con los que la medicina, la psiquiatría y ciertas psicologías sostienen su práctica.
Para dichas prácticas les es necesario el establecimiento previo de un ordenamiento ideal
(denominado salud) que se rompe por la irrupción de la enfermedad que presenta un ca-
rácter de desvío de la norma esperada, por ende la enfermedad deviene en algo anormal.
La patología y la psicopatología como desvíos de un orden esperado están dispuestos en
la actualidad previamente en una clasificación de enfermedades o trastornos mentales
(medicina y psiquiatría respectivamente)9, y marcan una ruta establecida previamente so-
bre lo que en alguien puede estar ocurriendo y los caminos de tratamiento a seguir. Así, se
llega al diagnóstico, un saber preestablecido que define y nombra lo que alguien padece.
Freud propone una lectura del síntoma del que previamente no se puede saber nada.
Lacan refiere esa estructura cuando lee El Médico a Palos de Moliére y dice que la cura
no se produce en “creer que se puede explicar […] por qué su hija está muda, pues de
lo que se trata es de hacerla hablar” (Lacan, 2007, p. 19). El síntoma entonces es un
despliegue que marca un recorrido de la relación a lo imposible; es más, quizá es al
recorrido a lo que podemos llamar síntoma. Un recorrido en la palabra, desde la que un
humano hablante va cerniendo su relación al deseo y al goce como modos de relación a
lo imposible. Y depende de la contingencia en la que cada uno habla y trata de decir de
su malestar en la cotidianidad, en la medida en que está inscrito en la ley de la cultura,
y aunque no lo sepa, lo que dice es lo que hasta ese momento le ha sido posible decir:
eso…, habrá sido su síntoma.

Al malestar cotidiano, parecería, se le cierran las posibilidades para su despliegue

Me pregunto si la pato(g)logización10 mundial y el interés por corresponder el


malestar cotidiano con alguna categoría diagnóstica, nos está conduciendo en la
actualidad a prestar menos oídos al sufrimiento en la cultura. Me pregunto si es
que dicho dispositivo está marcando el terreno para que cada quien no pueda narrar
desde su singularidad, su relación al deseo y al goce. No se trata de deslegitimar
otras prácticas que no se sostienen de la presunción que del síntoma no se puede
saber sino sólo con posterioridad –como el psicoanálisis–, aunque ello no obste el
planteamiento de la pregunta por la relación de ese proceso medicalizador radica-
lizado y el desarrollo del capitalismo industrial y consumista, que, parecería, sos-

9
Para el campo de la medicina existe el CIE-10 (Clasificación Internacional de las enfermedades) y para la psiquiatría el
manual lleva las siglas DSM5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders).
10
Neologismo que propongo para articular la ‘patologización’ como engranaje de un dispositivo de control y vigilancia
del orden social y subjetivo, y la ‘globalización’ como fenómeno del mundo contemporáneo sostenido del lazo con la
dinámica del mercado y la transnacionalización cultural. En el ámbito de la ‘salud mental’ quienes parecen dictar las
políticas de atención y tratamiento al aquejamiento humano son las grandes corporaciones de salud, muy entrelazadas con
la industria farmacéutica.

71
El malestar cotidiano, leer la psicopatología hoy

tiene una lógica global y lleva consigo cierta lectura homogeneizante del malestar.
Más aún, cuando la vía práctica propuesta se sostiene de un incentivo farmacoló-
gico y de su supuesta eficacia sobre lo que podríamos decir, no sería más que una
manifestación del malestar cotidiano, y sus múltiples, enigmáticas, sorprendentes
modalidades de manifestación.
Se podría decir siguiendo a M. Foucault en El Nacimiento de la Clínica que
hay una economía política de la enfermedad en el desarrollo de la mirada médica
a finales del siglo XVIII e inicios del XIX, cuando se compone cierta sensibili-
dad respecto a la patología en coalescencia con el aparecimiento de la idea de
la riqueza de las naciones y el trabajo. De ahí la composición de cierta mirada
respecto a la enfermedad y cierto tacto para su manejo. Históricamente estaríamos
en un momento distinto donde la productividad y consumo de mercancías tejen
el ordenamiento económico político, donde las leyes del mercado rigen a la polis
y modulan los andariveles generalizados por donde debiéramos andar, que mar-
can ciertas opciones de relación al deseo y al goce, y con ello se interconecta
con la economía subjetiva en su relación al malestar particular. El mercado es
otro modo de la relación del sujeto con el deseo y el goce, oferta modos de
satisfacción como respuestas al malestar del sujeto en la cultura. El mercado es
una modalidad de respuesta al malestar en la cultura en la que se relaciona la
economía política y la economía subjetiva11, entendida esta última como males-
tar cotidiano en la cultura.
No obstante, el mercado es imperativo y designa modos de relación al deseo
y al goce. Su lógica parecería sostenerse en dictámenes discursivos homogeni-
zantes que operan como tapones al vacío desde el que se sostiene el necesario
malestar cotidiano. Plantea un lazo social sostenido de la fetichización de la
mercancía y de los artefactos tecnológicos en boga en la actualidad (“servome-
canismos”12) producidos por un desconocido saber científico que articula los
modos de relacionamiento de rechazo a lo que falta y falla en la estructuración
del humano hablante.
El síntoma en su condición de despliegue, desde el lazo social planteado por el
mercado deviene limitado por la ilimitación a la que invita13. Traspolada esa lógica al
campo de la así denominada ‘salud mental’ y sus políticas de intervención y tratamien-

11
Sostengo lo dicho a partir del trabajo de René Lew y su texto inédito Tentativas Socio-políticas de suplencia a la función
Padre erradicada ideológicamente.
12
Néstor Braunstein construye esta nominación para los “objetos industriales tecnológicos producidos por la ac-
ción operativa del saber científico que suponen, de parte del usuario, un conocimiento práctico de sus usos y
limitaciones y una obediencia servicial, por no decir servil, a su composición material y a las instrucciones para
su manejo” (Braunstein, 2011, p. 39).
13
“Supera los límites” decía un anuncio de una entidad financiera que estimulaba el endeudamiento bajo la proposición
de no encontrar tope a la adquisición de bienes mercantiles en el mercado.

72
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

to contemporáneo, lo que prima serían los imperativos a consumir diagnósticos que


proveen identidades desde las que el sujeto se ahorra la pregunta por su malestar parti-
cular. Ese discurso que proviene del Otro, en la actualidad ideológicamente determina-
da por el mercado, y al que no se daría la posibilidad de interrogarlo, de interrogar su
gramática, su lógica y las vías de relación al deseo y al goce implicadas en sus ofertas.
Se trata de una ‘Psicopatología de la Vida…’: la vida cernida en el andarivel
de la patologización. Al contrario de la lógica del lapsus trabajada por Freud en la
‘Psicopatología de la Vida Cotidiana’, que antes que psicopatologizar, cotidianiza
el malestar e invita a detenerse en las letras que trastrabillan en sus sonidos y en las
cercanías homofónicas por dónde se manifiesta la relación al deseo cifrado en cada
sujeto. Relación lacónicamente manifestada por Freud: “[…] la frontera entre norma
y anormalidad […] es fluctuante […] todos nosotros somos un poco neuróticos”
(Freud, 2006a, p. 270).

Bibliografía

Braunstein, N. (2001). Ficcionario de Psicoanálisis. México: Siglo XXI editores.


------- (2002). Las Lecturas de Freud. Revista La Letra, 43-51.
------- (2011). El Inconsciente, la técnica y el Discurso Capitalista. México: siglo
XXI.
Carusso, P. (1976). Conversaciones con Levi-Strauss, Foucault y Lacan. Barcelona:
Anagrama.
Foucault, M. (2006). El Nacimiento de la Clínica. Mexico DF: Siglo XXI editores.
------- (2006). Vigilar y Castigar Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI.
Freud, S. (2006a). La Psicopatología de la Vida Cotidiana. Buenos Aires: Amo-
rrortu.
------- (2012). Pulsiones y Destinos de Pulsión. En S. Freud, Obras Completas XIV
(págs. 106-134). Buenos Aires: Amorrortu.
------- (2012a). El Malestar en la Cultura. En S. Freud, Obras Completas XXI (págs.
58-140). Buenos Aires: Amorrortu.
Lacan, J. (2003). Función y Campo de la Palabra y el Lenguaje en Psicoanálisis. En
J. Lacan, Escritos 1 (págs. 227-310). Buenos Aires: Siglo XXI.
------- (2007). Seminario11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanáli-
sis. Buenos Aires: Paidós.
------- (2012a). El Atolondradicho. En J. Lacan, Otros Escritos (págs. 473-522). Bue-
nos Aires: Paidós.
Lew, R. (2011). Tentativas Socio-Politicas de Suplencia a la función Padre erradi-
cada ideológicamente. París: Inédito.
73
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

GÉNERO Y NATURALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA EN EL ESPACIO


PÚBLICO - UNA APROXIMACIÓN AL ANÁLISIS DEL DISCURSO
SUBALTERNO EN LA RELACIÓN ENTRE MEDIOS Y PÚBLICOS.1

Meysis Carmenati González


Profesora Titular, Facultad de Comunicación Social, Universidad Central del Ecuador

Recibido: 12-05-2016 Aprobado: 26-10-2016

Resumen

Ecuador ha logrado, en las dos últimas décadas, una renovación del debate sobre las
desigualdades al interior de lo público. Se han aprobado nuevas leyes hacia la defen-
sa del respeto a la igualdad y a los derechos de género. Sin embargo, se siguen repro-
duciendo representaciones discriminatorias de una hegemonía discursiva que natura-
liza la violencia contra las mujeres, mientras los medios de comunicación difunden y
perpetúan las lógicas de exclusión presentes en el sentido común. En concordancia,
el texto analiza las condiciones de reproducción discursiva de la violencia de géne-
ro, como resultado de una investigación de dos años sobre el discurso del diario El
Comercio, y desde el convencimiento de que las representaciones funcionan como
espacios discursivos para la reproducción de la desigualdad. El texto corresponde a
la ponencia presentada durante el X Congreso Ecuatoriano de Sociología, Ciencias
Sociales y Políticas, donde se expusieron las líneas de contenido de la investigación,
sus fundamentos teóricos y su orientación normativa.

Palabras clave: género, representaciones, naturalización de la violencia, medios de


información, espacio público.

Abstract

Ecuador has achieved in recent decades a renewal of the debate about inequalities in
the public sphere. New laws have been passed to the defense of respect for equality

1
El texto resume las orientaciones teóricas y normativas del informe de investigación “Aproximación crítica
a la naturalización de la violencia: reproducción de las desigualdades de género en las prácticas discursivas y
relación medios-públicos”, presentado en la Universidad Jaume I de Castellón de La Plana en julio de 2015. El
análisis de medios realizado durante todo el año 2015 se corresponde con la muestra de un monitoreo más am-
plio, que dio continuidad a esa investigación.

75
Aproximación crítica a la naturalización de la violencia

and gender rights. However, there are still frequent discriminatory representations of
a hegemonic discourse that naturalizes violence against women, while the media dis-
seminate and perpetuate the logic of exclusion present in the common sense. Accor-
dingly, the text analyzes the conditions of reproduction of gender discourse, based on
monitoring the daily El Comercio, and the conviction that representations function
as spaces for the reproduction of inequality. The violence that society exerts over
women is naturalized in the public discourse in communicative practices. Meanwhi-
le, the media are complicit in their reproduction.

Keywords: Gender, representations, naturalization of violence, media, public space.

Introducción

En la última década el Ecuador ha logrado institucionalizar un grupo de demandas


históricas de los movimientos feministas, y este proceso ha resultado en la conse-
cución de nuevas legislaciones, aunadas al Plan Nacional del Buen Vivir (2013), la
Ley Orgánica de Comunicación (2013) y el nuevo Código Orgánico Integral Penal
(2014). Sin embargo, en la prensa se siguen reproduciendo representaciones dis-
criminatorias, propias de una hegemonía patriarcal y excluyente, vehículo para la
naturalización de la violencia de género.
A pesar de los esfuerzos realizados, la implementación de políticas públicas y el
fortalecimiento del marco legislativo, la violencia de género continúa produciendo
un número elevado de casos cada año. Estos se siguen analizando como casos parti-
culares, y reproducen el concepto de ‘violencia intrafamiliar’, que en sí mismo de-
muestra cuánto falta en el camino hacia la comprensión de las relaciones patriarcales
de dominación como un problema estructural, el cual se reproduce a través de las
prácticas discursivas cotidianas.
Sigue siendo necesario, por tanto, analizar las condiciones de naturalización de
la violencia estructural patriarcal; lo cual significa, en primera instancia, transitar
hacia la comprensión de su carácter histórico y social, de la relación entre lo in-
manente y lo trascendente. Solo mediante la percepción de esta unidad dialéctica
es posible no sólo pensar las identidades concretas y huir de la mirada esencialis-
ta hacia un enfoque desagregado, sino también comprender la objetividad de la
violencia de género: su existencia como un problema objetivo, que trasciende la
singularidad de cada caso particular y funda una cultura patriarcal de exclusión,
desigualdad y discriminación.
En orden de aportar algo a ese propósito, el texto analiza la existencia de prácticas
discursivas mediáticas que reafirman la condición subalterna: o sea, la existencia de
discursos con un alto grado de legitimación social, que históricamente han provoca-
76
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

do impacto en la esfera pública ecuatoriana, a través de los cuales se naturaliza un


‘deber ser’ para la mujer y ciertos roles que encierran-delimitan ‘lo femenino’.
Para ello la investigación se posiciona a partir de la siguiente premisa: las formas
discursivas a través de las cuales se expresa el sistema género-sexo en los medios, no
es exclusiva de estos: existe como parte del sentido común, de un conjunto de nor-
mas y patrones que aceptamos como ‘normales’ y ‘naturales’. Tales prácticas justifi-
can un régimen de exclusión, y la prevalencia de una concepción del mundo donde
la supremacía pertenece, aún, al hombre, blanco, heterosexual, de clase media-alta y
‘occidental’; modelo desde el cual se articulan exponencialmente las diversas formas
de violencia y desigualdad.
Para analizar la relación entre reproducción de la violencia de género y dis-
curso de los medios se realizó un monitoreo del diario ecuatoriano El Co-
mercio2 durante todo el año 2015. Del total de diarios se identificaron 644
informaciones sobre tópicos que incluían representaciones acerca de las muje-
res ecuatorianas y otras 106 con representaciones sobre mujeres indígenas del
Ecuador. La muestra clasificó un grupo de grandes temas o macroestructuras
semánticas (Van Dijk, 2003) que con mayor énfasis concentraron las repre-
sentaciones en cada caso, como, por ejemplo: Representación y ethos de lo
femenino; Relaciones familiares de pertenencia; Cánones de belleza, cuerpo y
consumo; entre otros.3
La investigación utilizó la metodología del Análisis Crítico del Discurso
(ACD), en específico su enfoque del discurso como práctica social y el análisis
del contexto de las noticias desde dimensiones políticas, culturales e históricas
(van Dijk, 1999). Igualmente, predomina un enfoque que estudia la interacción
cargada de tensiones entre medios y públicos, a partir del análisis de estructuras
que permiten el control del discurso. Esto solo es posible por la relación entre
las representaciones subjetivas individuales y las sociales compartidas, que se
consideran presuposiciones o creencias calificadas como ‘verdades’ (Baker y
Wodak, 2011; Van Dijk, 2005).

2
La selección de El Comercio se debe a diversos motivos: es considerado uno de los medios más importantes del Ecuador,
existe hace más de 110 años, se autodenomina como “el medio impreso nacional de mayor influencia y credibilidad”, en
varias investigaciones ha sido descrito como “vocero de la sociedad serrana dominante blanca-mestiza” (Pequeño, 2007,
p.13) y, con frecuencia, influye a otros medios masivos como la televisión que, en ocasiones, sigue los acontecimientos
desde sus páginas. Asimismo, la identificación de representaciones en el discurso de El Comercio ha impulsado, con
cierta sistematicidad, monitoreos y análisis (Pequeño, 2007; Pontón, 2010; CIESPAL, 2013; Diego y Diego, 2014).
3
Se escogió una muestra primaria que separaba todas las menciones sobre temas relacionados con las mujeres, desde
cuestiones como salud o deporte, hasta entrevistas personalizadas a mujeres que se han destacado en alguna labor, o in-
cluso notas de promoción de eventos, índices de matrimonios, enfermedades relacionadas con el parto y otro sinnúmero
de tópicos. Una vez realizados los análisis sobresalieron un grupo de indicadores que hicieron posible transitar hacia la
identificación de regularidades. De esta forma, la segunda selección reunió las informaciones en temas o macroestructu-
ras semánticas que permitieron analizar los argumentos estandarizados. En la selección de la muestra no se tomaron en
cuenta las informaciones sobre mujeres o género fuera del país.

77
Aproximación crítica a la naturalización de la violencia

En tanto tales representaciones “no son meramente cognoscitivas, sino también


sociales y políticas” es que participan en “el mantenimiento, la legitimación o la
explicación del status quo socio-político” (Van Dijk, 2014, p.171). Una visión que
formula el concepto de modelos mentales, esquemas que se aplican a cada situación
comunicativa y que no pueden entenderse como subjetivos o puramente individua-
les, sino que están mediados por las representaciones sociales (Van Dijk, 2005, pp.
16-17). Desde esta base el Análisis Crítico del Discurso explica cómo ciertas ideo-
logías intervienen en la forma en que pensamos y concebimos el mundo, generando
cuotas crecientes de violencia a través de prácticas discursivas cotidianas, naturali-
zadas en el sentido común.
Partiendo de esta metodología se encontró una relación entre el concepto de
topoi -“argumentos estandarizados que son usados para confirmar alegatos”
(Colorado, 2010)- y el uso indiscriminado de representaciones que se han natu-
ralizado en los intercambios comunicativos cotidianos. Desde estos argumentos
estandarizados, y su uso en la prensa con acceso directo al discurso público, se
justifica ‘lo que una mujer es y debe ser’, la objetualización de su cuerpo, junto
al esencialismo que delimita una desigual distribución de roles y oportunidades.
Luego de fundamentar esta orientación metodológica la investigación se ocupó,
durante aproximadamente un año y medio, de identificar y analizar los topois
(arquetipos retóricos, esquemas del pensamiento y la acción ya prefijados, que se
han naturalizado y se usan al modo de argumentos estandarizados, véase Colorado,
2010) al interior de la muestra seleccionada.
Por lo tanto, tomando como fundamento metodológico la visión orgánica entre
mundo y lenguaje del ACD, según la cual el lenguaje es ante todo un modo de acción
situado históricamente, y “es constitutivo de lo social en tanto contribuye a confi-
gurar lo social” (Fairclough, 2008, p.172); se estuvo en condiciones de analizar el
nexo entre representaciones, sentido común y reproducción de la hegemonía patriar-
cal en el espacio público.

Género, legislación y feminismo institucional: el contexto de la investigación

Paulina Palacios (2014), abogada de la subdirección de Género del Consejo


de la Judicatura, evalúa la aprobación de un número de leyes contra la violencia
de género en el período 1995-2014.4 Según la autora, a la par se reestructura la

4
A la par de la Constitución de la República del 2008 (arts.11;66;70;81), la legislación secundaria del estado ecuatoriano
cuenta con: la Ley Contra la Violencia a la Mujer y la Familia (1995); el Plan Nacional para la Erradicación de la Vio-
lencia de Género contra las Mujeres, Niñez y Adolescencia (2007); el Código Orgánico de Salud (2007), que demanda
atención integral de la violencia basada en el género; el Plan Nacional de Lucha Contra la Trata (2004), el Plan Nacional
Integral de Delitos Sexuales en el Ámbito Educativo, el Código Orgánico de la Función Judicial (2009) y el Código
Orgánico Integral Penal (2014) (Palacios, 2014, pp. 99-102).

78
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

función judicial; se crean espacios de justica especializada, como las Ordenan-


zas de Igualdad para Personas de Diversa Condición Sexo Genérica, en Cuenca,
Quito y la provincia de Guayas; y se instituyen Unidades Judiciales para casos
de Violencia Contra la Mujer y la Familia (2013) (pp. 103-104). Entretanto, en el
Ecuador se tipificó el femicidio en el Código Orgánico Integral Penal (2014), con
pena privativa de libertad de entre 22 y 26 años, y se definió, en su artículo 157,
a la violencia psicológica como otra forma de agresión. En el 2014 se aprobó la
Ley Orgánica de los Consejos Nacionales para la Igualdad y, en abril del 2015,
se publicó en el registro oficial la Ley de Justicia Laboral y Reconocimiento del
Trabajo No Remunerado del Hogar, permitiendo que las amas de casa se afilien
al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social.
Tomando en consideración la justeza y necesidad de estas legislaciones, se
debe no obstante ir más allá, en tanto se quiere pensar la relación orgánica que
existe entre la condición subalterna y las prácticas discursivas patriarcales que
se han naturalizado. En correspondencia, la esencia del problema radica en
la naturalización de la violencia, la historia de subordinación, desigualdad y
limitación de acceso, la objetualización del cuerpo de la mujer y la reducción
del ethos de lo femenino a un conjunto de roles fijos vinculados con el ámbito
de lo tradicional y lo doméstico.
Es así que, en estricto sentido, y a pesar de los beneficios jurídicos alcanzados,
el contexto de producción de las desigualdades entre hombres y mujeres, y direc-
tamente el índice de violencia de género, no parece haber cambiado mucho en el
país. Entre noviembre y diciembre del 2011 la Encuesta Nacional de Relaciones
Familiares y Violencia de Género concluyó que seis de cada diez ecuatorianas
han padecido algún tipo de violencia alguna vez en su vida (Palacios, 2014).
Es, en sentido amplio, un problema directamente relacionado con la lucha de
hegemonías políticas que configura los criterios de significación y valoración en
el terreno de lo público. Esta tensión está en la base de la producción social de
roles, representaciones y modelos objetivos a través de los cuales las sociedades
confieren sentido y regulan-normativizan el ethos de lo femenino y lo masculino,
al interior de un espacio público que durante siglos ha sacrificado la solidaridad
frente a la exclusión.
Por otro lado, surgen consideraciones al respecto del alcance de las nuevas
leyes a favor de la igualdad de género. Como explica Sonia Reverter (2011), con
las agendas de igualdad y las transformaciones de las funciones de los estados
nacionales en las últimas décadas, las políticas de género se incluyen en las
instituciones gubernamentales, una exigencia luego de que la ONU, en 1975, lo
recomendara (p.218).
Según la autora, se necesita analizar estos procesos de institucionalización del
feminismo, en específico, el tipo de discurso tecnocrático que suelen implemen-
79
Aproximación crítica a la naturalización de la violencia

tar las agendas de igualdad, el cual “está completamente en consonancia con un


progresivo desmantelamiento del Estado y de la esfera de la política social”,
frente al predominio de los mercados y la iniciativa privada, “mecanismos pre-
feridos y casi exclusivos para la provisión de servicios” (p.19). En este contexto
Reverter afirma que “…los estados modernos han reinventado el patriarcado
recodificando las relaciones de género y atendiendo normalmente sólo a lo que
se considera ‘situaciones extremas’ o ‘patologías sociales’, una práctica común
en los discursos de los medios de información, donde la violencia se presentan
al modo de casos particulares, una “condición patológica o un problema psico-
lógico individual” (p.219).
Como resultado, se produce una reconstrucción del papel de sujeto de las muje-
res desde una visión de “clientelismo dependiente”, que en sí misma es conside-
rada una “acción resubordinante” mientras las políticas públicas, en su “rol asis-
tencial y terapéutico” terminan interpretando problemas políticos y económicos
como asuntos psicológicos, domésticos e individuales, lo que indica su función
institucional legitimadora y puede incluso, en el caso de Ecuador, reproducir nue-
vas formas de clasismo y colonialismo.
Reverter concluye: “Así, acabamos viendo a muchas mujeres usuarias de servi-
cios sociales como una ciudadanía aparte, marcada por género, clase, raza y sexua-
lidad” (p.219). En resumen, la preocupación para la teoría política feminista es que
la perspectiva de género de las políticas de estado pueda contribuir a una despoliti-
zación de la lucha feminista; aunque la misma Reverter reconoce que “rechazar esas
políticas nos deja en una situación aún más precaria” (p. 221). Al mismo tiempo,
parece imposible no tomar en cuenta que tales reformas “han permitido abrir el pa-
triarcado a mejoras para las mujeres sin necesidad de redefinir el marco político de
exclusión” (Reverter, 2010, p.158).
Visto así, la obtención de derechos no ha significado un empoderamiento en
términos sustantivos, un avance real hacia la emancipación de las formas patriar-
cales de subordinación; mientras estas medidas se han vinculado a un criterio de
utilidad, del beneficio que puedan aportar a la sociedad en su conjunto. A la par
se mantiene el peligro de que estas agencias de igualdad oficiales puedan sustituir
los dictados de los estados por los de los mercados, hacia una peligrosa “deriva
neo-liberal del feminismo institucional al atenerse a las prioridades, lenguaje y
prácticas del mercado y alejarse de las proclamas feministas” (p.226). La autora
lo describe de este modo (2010): “Una visión crítica habrá de preguntarse desde
qué parámetros se evalúa esa ‘función social’ de mejora” (p.158).
En pocas palabras, se refiere a cómo la función pública absorbe las demandas
feministas dentro de una lógica que no supera el orden de lo simbólico y, en
ocasiones, solo ronda la superficie de lo incuestionado en términos de violencia
estructural. O sea que, en estricto sentido, muchas de las medidas que se toman
80
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

en las agendas gubernamentales feministas suelen estar condicionadas por los


intereses del sistema patriarcal. No se trata de menospreciar el posible impacto
de una política pública o la necesidad de un reordenamiento jurídico que abra
paso al reconocimiento de las mujeres como sujetos de derecho. Se trata, funda-
mentalmente, de analizar el alcance y la radicalidad de estas medidas, desde la
comprensión de un contexto histórico y social específico que se caracteriza por
una hegemonía patriarcal.
En el caso del Ecuador, esta problemática quizás pueda evidenciarse con lo
sucedido en enero del 2014, cuando se discute en la asamblea nacional la legali-
zación del aborto bajo dos supuestos: si el embarazo pone en peligro la vida de la
mujer y si es consecuencia de la violación en una mujer que padece discapacidad
mental. Todo lo demás permanece castigado con penas de cárcel de uno a tres años
para la persona que practique el aborto y de seis meses a dos años para las mujeres
que consientan la interrupción.
Lo interesante, sin embargo, fue la reacción suscitada en el Pleno del órgano
parlamentario cuando la asambleísta Paola Pabón intentó introducir una moción
para legalizar el aborto en casos de violación, para todas las mujeres por igual, y
no solo aquellas que padezcan discapacidad. No solo se provocó una polémica,
sino que el propio presidente Rafael Correa frenó la propuesta alegando que si el
legislativo aprobaba el aborto por violación, él renunciaría a su cargo.
El peligro de la institucionalización de la igualdad no es un asunto de simples
derechos y leyes, ni se limita al reconocimiento (Reverter, 2010, p.159). Esencial-
mente, evidencia el problema de cómo radicalizar no solo el sistema jurídico sino
la normalización en su amplio sentido, o sea, la forma en que se producen las rela-
ciones sociales y se reproduce, a través de ellas, un sistema de valores, donde queda
atrapada la identidad de mujeres y hombres; o sea, la normalización de lo femenino
y lo masculino desde claves hegemónicas y patriarcales.
Tomando en cuenta lo anterior, parece importante un análisis de las relaciones
de producción y reproducción del sentido social acerca de los grupos histórica-
mente excluidos que, pese a las nuevas legislaciones y los principios ´teóricos´
del sumak kawsay y del Plan Nacional del Buen Vivir (2013), siguen reproducien-
do representaciones sociales discriminatorias de una hegemonía discursiva, cuya
existencia implica la necesidad de una radicalización más profunda de las políticas
implementadas, capaz de convertir estas en un proceso orgánico de transformación
práctico crítica.

Género y violencia en la concepción liberal de esfera pública. Un punto de


partida teórico

Desde su aparición, las teorías feministas y el proceso de deconstrucción de la


categoría de género han intentado subvertir las metodologías tradicionales y los pa-
81
Aproximación crítica a la naturalización de la violencia

radigmas de las filosofías y las ciencias, con el propósito de provocar un “salto de


perspectiva” (Benhabib, 1990, p.9). A la par, las condiciones históricas de exclusión
estimulaban una historia de resistencia y enfrentamiento abierto a las condiciones de
violencia del sistema patriarcal en las sociedades modernas.
A mediados de la década de los 80, por primera vez se ponen en tela de juicio los
fundamentos de la teoría moral desde una perspectiva que aún entonces permanecía
poco explorada: la teoría Política feminista. La célebre polémica Kohlberg-Gilligan
comienza con la publicación del libro In a Difierent Voice. Psychological Theory
and Women`s Developmen” (1985), de Carol Gilligan, que hacía una revisión de las
investigaciones de Lawrence Kohlberg sobre el desarrollo del juicio moral, durante
los años ’70, y señalaba discrepancias entre las afirmaciones del paradigma de inves-
tigación original y los datos (Benhabib, 2006, pp.171-174).
Kohlberg había definido tres niveles correspondientes a determinados grados de
desarrollo del juicio moral (preconvencional, una perspectiva egocéntrica o de gru-
pos primarios; convencional, la perspectiva de una colectividad; y postconvencio-
nal, una perspectiva de principios y procedimental); y de estos, sólo en el último se
lograba una interacción de validez y autonomía (Habermas, 1991, p.141-146). Pero
Kohlberg llegó a la conclusión de que los sujetos mujeres incluidos en la investiga-
ción, sin excepción, asumían actitudes correspondientes al nivel convencional, lo
que afirmaba una incapacidad del género para emitir juicios de valor con autonomía
y alcanzar el nivel postconvencional.
Poco tiempo después, Gilligan cuestionará la investigación de Kohlberg al de-
mostrar que la discordancia no pertenecía a los datos, sino a la propia concepción
del proyecto. Con ello, cuestiona el formalismo del Cognitivismo de Kohlberg
y, en correspondencia, la aseveración de universalidad, heredada de las teorías
neokantianas. En concreto, afirma que la teoría de Kohlberg solo es válida para
medir el desarrollo de un aspecto de la orientación moral, el cual se centra en la
justicia y los derechos; y pasa por alto que, para entender el desarrollo moral de las
mujeres, debe considerar la distinción entre “la orientación ética del cuidado y la
responsabilidad y la orientación ética de la justicia y los Derechos” (Benhabib,
2006, p.174). Según Adela Cortina (1990) Gilligan enfrenta la postura de Kohlberg
por su centralidad en determinados principios, y no en “las consecuencias de las
acciones para el bienestar” (p.301).
Con todo, sucede que Gilligan había identificado una contradicción esencial
en la base de la teoría moral universalista: dentro de la concepción “tradicional”
universalista del dominio moral se justifica una privatización/exclusión de la ex-
periencia de la mujer.
En este sentido, explica Benhabib (2006), la problemática reside en que el pun-
to de vista moral ha sido abstraído de la propia socialidad, de la interrelación o
82
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

sistema de relaciones en que nacemos, crecemos y nos representamos y apropia-


mos el mundo; lo que implica abstraer el punto de vista moral de “una forma de
vida compartida que ha sido sometida a una prueba hipotética de imparcialidad”
(p.208). De esta tradición occidental -desde Hobbes hasta Kant- se derivan prejui-
cios filosóficos que permanecen como fundamentos de las teorías universalistas,
por ejemplo en Rawls y Kohlberg, donde el ser autónomo es un ser desarraigado
(pp. 171-201).
En pocas palabras, que se restrinja el dominio moral a cuestiones de justicia
provoca que permanezca restringido el ideal de autonomía moral. Todo lo cual
-vinculado a la privatización de la experiencia de la mujer- conduce al no reco-
nocimiento del “Otro concreto”. Esta “ceguera epistemológica”, apunta Ben-
habib (2006), provoca una “incoherencia interna de las teorías morales uni-
versalistas” (pp.177-182), pues la concepción de ser autónomo se circunscribe
nuevamente al “Otro generalizado”5.
Para la teoría feminista, como hace notar la propia Benhabib, la comprobación
de que el universalismo sustitucionalista desconoce al Otro concreto detrás de
una fachada de “identidad definicional”, puede contribuir, y lo ha hecho, a la jus-
tificación e invisibilización de la violencia “con respecto a identidades concretas
y modos de vida”. Por consiguiente, en respuesta al debate de los contextualis-
mos, la teoría política feminista elabora dos premisas fundamentales: la primera
es la necesidad de entender el sistema género-sexo como un modo esencial de
experimentar y organizar la sociedad; la segunda implica constatar que este ha
sido históricamente un sistema opresor de la mujer (Benhabib, 2006, p.175). En
síntesis, para Benhabid y Cornell, “la concepción liberal del yo esencialmente
como persona pública ha entendido bien poco la constitución psicosexual del
sujeto humano en tanto que yo generalizado, y es incapaz de ver el subtexto de
género de nuestras sociedades” (1990, p.23).
Es partiendo de estas premisas que la teoría política feminista critica la margi-
nación de las mujeres dentro del modelo habermasiano de esfera pública burguesa,
tópico central de su obra de 1962 (Pateman, 2008). Tal exclusión resultó constitutiva
de la noción misma de esfera pública, pues a través de ella se articuló lo político de
forma yuxtapuesta a lo privado (Reverter, 2003).
En esta primera reflexión del filósofo alemán lo público se entendió como el do-
minio de la razón y la universalidad, propia de los hombres, mientras las mujeres
quedaban limitadas a la vida doméstica, área de la particularidad y lo superficial,

5
Benhabid (2006) propone un Universalismo Interactivo, que reconozca en cualquier “otro generalizado” también a un
“otro concreto”. Así, las cuestiones del cuidado se considerarían morales y se les podría dar respuesta desde una perspec-
tiva universalista (p.212).

83
Aproximación crítica a la naturalización de la violencia

donde no quedaba lugar para “lo justo”. Por ello Benhabib (2006) enfatiza que, cuan-
do en la definición habermasiana se restringe el ámbito de la moral a cuestiones de
justicia, ya no es posible relacionarse con el “otro”, en la “integración plena de
autonomía y solidaridad” (p.182), lo que se suponía esencial según el modelo liberal
de la esfera pública burguesa.
En opinión de Nancy Fraser (1997), aunque la idea de esfera pública en Habermas
resulta indispensable para la teoría social crítica y la práctica democrática, este
nunca llega a problematizar el modelo liberal ni a desarrollar un nuevo modelo
postburgués (p.98). Fraser define como una “notable ironía” el que una publicidad
que defiende la accesibilidad, la racionalidad y la suspensión de jerarquías se
despliegue “como estrategia de distinción” (p.103). Reafirma la existencia de
contra-públicos o públicos en competencia con el modelo burgués, cuya relación
fue conflictiva, como los públicos nacionalistas, populares campesinos, de proletarios,
de negros y, por supuesto, de “mujeres de élite” (p.105). Por lo que, resume, el
modelo liberal de esfera pública se constituyó, más que como un ideal utópico
irrealizado, como una noción ideológica para legitimar el dominio emergente de
una clase y una raza, y el “vehículo institucional de una importante transformación
histórica de la naturaleza de la dominación política” (p.106) y, podemos agre-
gar, patriarcal.
En concordancia, Carole Pateman (2008) revela, precisamente, las particulari-
dades de una dominación “consensuada” en el Contrato Social, mediante la cual
se legitima el orden patriarcal. Con las relaciones jurídicas expuestas en el pacto
social se justifica la “pertenencia” de la mujer al ámbito de la esfera doméstica,
de lo privado, mientras lo social y lo público, en cambio, se definen desde lo
masculino. Pateman (2008) sintetiza esta contradicción del modo siguiente: “La
construcción de la diferencia entre los sexos como una diferencia entre libertad
y sujeción no solo es central para esta famosa historia política. La estructura de
nuestra sociedad y nuestra vida cotidiana han incorporado la concepción patriar-
cal de la diferencia sexual” (p.16).
Así, las teorías contractuales permiten la instauración de relaciones de domina-
ción y subordinación, desde una redistribución desigual de los derechos sobre la
propiedad de la persona. Esta racionalidad liberal-patriarcal se traduce en la consti-
tución de una esfera de la historia, la de la Justicia, en oposición al ámbito ahistórico
de la naturaleza, identificado con el privado/doméstico, a donde quedan conferidas
las mujeres. Pateman (2008) argumenta:

Una vez que se ha efectuado el contrato originario, la dicotomía relevante se establece entre la
esfera privada y la esfera pública civil –una dicotomía que refleja el orden de la diferencia sexual
en la condición natural, que es también una diferencia política. (…) la antinomia privado/público
es otra expresión de natural/civil y de mujeres/varones. La esfera (natural) privada y de las mujeres

84
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

y la esfera (civil) pública y masculina se oponen pero adquieren su significado una de la otra, y el
significado de la libertad civil de la vida pública se pone de relieve cuando se lo contrapone a la
sujeción natural que caracteriza al reino privado (p.22).

Como se aprecia, lo relativo al ámbito privado, en tanto ‘ahistórico’, es su separa-


ción del orden civil, mientras la justicia, propiedad del ámbito público, se convierte
en el centro del debate moral.

Por otro lado, la distinción entre género y sexo evidencia los condicionamientos sociales e his-
tóricos de la subordinación de las mujeres, y desmiente la visión de la naturalización del sexo que
construye al género femenino como débil “por naturaleza”. Con el concepto de género la diferencia
deja de entenderse como biológica y pasa a ser cultural y social (Reverter, 2003, p.39).

En efecto, existe amplia literatura donde se considera la violencia de género como


un problema estructural, que implica la exclusión de la diferencia y la otredad, o
su subsunción dentro del sistema de reproducción de una hegemonía patriarcal. La
expresión de masculinidad en el orden social y la privatización/exclusión de lo feme-
nino están, ambas, vinculadas a la definición de moralidad proveniente de los pen-
sadores modernos, que se apoya en la fragmentación de la estructura social a través
del binomio privacidad-autonomía del ser. El influjo de esta concepción se expresará
con fuerza mediante la relación entre filosofía y pensamiento cotidiano, o lo que es
similar, entre pensamiento teórico y sentido común.
Al respecto, Amelia Valcárcel (2004) explica cómo la misoginia está integrada a
un conjunto de “nociones solidificadas” comunes, y define discurso misógino como
“aquel en que se descalifica al colectivo completo de las mujeres a base de suponerle
rasgos menospreciables generalizados” (p.22).
Según la autora, dentro de su corpus teórico, el Naturalismo se destacará entre
las tendencias más fuertes (p.23), junto a su consecuente definición esencialista
del género femenino y la idea de que todos los varones son genéricamente superio-
res a todas las mujeres (pp. 24-25). Afirma que, cuando el pensamiento ilustrado
desmantela la legitimación religiosa del predominio masculino, se dificulta argu-
mentar que las mujeres carecen de derechos políticos en las pretendidas sociedades
democráticas. La omisión de tales derechos se fundamentó en el naturalismo ro-
mántico, como respuesta a las ideas modernas que intentaban socavar “los modos
tradicionales de vida”. Esto devendrá en una justificación naturalista, según la
cual, la desigualdad entre hombres y mujeres no era ética o política, sino natural,
esencial y constitutiva (p.25).
De ahí el estereotipo de la esencialidad femenina precívica: la mujer como
hembra, que significó “la negación para todas las mujeres del principio de
individuación” y su identificación como “el continente de lo prepolítico, irracional,
85
Aproximación crítica a la naturalización de la violencia

mistérico” (p.27). Lo femenino empieza a caracterizarse como lo natural, in-


consciente y preindividual. Las mujeres, dice Valcárcel, van a pertenecer a la
familia y quedar fuera de la ciudadanía y los intereses universales. No poseen
individualidad, por tanto: «son la madre, la hermana, la hija, la esposa… de
alguien» (p.30). El objetivo de lo femenino es la perpetuación, pero en la forma
de trascendencia en el otro, pues “la mujer es un ser cuya finalidad está en otro
ser» (p.42).
Según Valcárcel (2009), esas asunciones que califica de misóginas se mantiene
hasta hoy en innumerables expresiones que aceptamos cotidianamente, por ejemplo,
el hecho de que las mujeres son el sexo que debe agradar, pues, afirma: «Las condi-
ciones en que es afirmada y vivida la belleza femenina develan las condiciones de
libertad real en que las mujeres existen» (p.247). Esto se expandirá en miles de otras
manifestaciones, que van de la ciencia a la prosa y de la ética a la estética, pasando
por diferentes contextos, hacia la construcción de lo femenino en la actualidad y sus
muchos estereotipos.
Una lógica de reproducción de las desigualdades al interior del ámbito público,
donde la naturalización de la violencia hace posible los frecuentes discursos discri-
minatorios en los medios de información. De todo lo cual se deduce la necesidad de
orientar el debate sobre género y violencia hacia una teoría crítica que se interrogue
sobre cómo se producen determinadas relaciones de desigualdad y jerarquía al inte-
rior del espacio público.
En este sentido, no basta con diagnosticar el uso en la prensa de argumen-
tos discriminatorios, como hacen los monitoreos. Se necesita igualmente una
reflexión sobre las condiciones de existencia de un tipo específico de espacio
público en las sociedades contemporáneas, cuyas prácticas discursivas cotidia-
nas conforman un entramado de lucha de hegemonías políticas, y en medio: se
cristaliza un sistema de relaciones sociales con la capacidad de reproducir cuotas
crecientes de violencia. La objetividad de la violencia, por tanto, tiene que ser
pensada desde una deconstrucción hermenéutica profunda de sus condiciones
de posibilidad, generación, traducción y reproducción, las cuales, se expresan
constantemente a través del lenguaje.
El estudio de las representaciones discriminatorias legitimadas al interior del
espacio público no solo conduce a una reflexión sobre las condiciones de na-
turalización de la violencia estructural, sino, en específico, permite identificar
aquellas prácticas discursivas que expresan, directamente o no, la misoginia, el
racismo, la xenofobia, la homofobia u otras manifestaciones de exclusión.
En el caso concreto de la hegemonía patriarcal, esta problemática está vinculada
a la distinción histórica entre una esfera pública abierta a todos ‘por igual’, y una
esfera privada doméstica, donde la subordinación de la mujer ‘explica’ su reducción
86
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

como ser humano, su imposibilidad de una existencia emancipada de las estructuras


patriarcales de sujeción. Entretanto, la distinción entre un bien público común y unos
intereses privados parciales va a definir la estructura de las sociedades modernas, y
el sistema de patrones, valores, normas y representaciones intersubjetivas que confi-
guran el pensamiento hegemónico patriarcal.
Una reflexión sobre género necesita transparentar todo un sistema de relacio-
nes de poder, basado en el papel social, político y religioso de nuestra realidad
de seres sexuados; y cómo los estereotipos y argumentos estandarizados discri-
minatorios sobre la mujer, en la prensa, mantienen una relación orgánica con su
expresión en los imaginarios cotidianos y las prácticas discursivas del sentido
común, donde la desigualdad de género y la subordinación de la mujer se natu-
ralizan a diario.

Naturalización de la violencia de género: entre las prácticas discursivas y la


condición subalterna

Como resultado del monitoreo del Diario El Comercio durante un año se pudo
constatar la relación orgánica entre las representaciones más frecuente de sus discur-
sos y el sentido común sobre las mujeres en el Ecuador.
Las representaciones más comunes reafirmaban la objetualización e instru-
mentalización del cuerpo, la pertenencia de la mujer al ámbito doméstico, su
perpetuación a través de otro que correspondía con su pertenencia a una unidad
familiar indisoluble –sin la cual la vida de una mujer perdía su sentido– y su
papel de madre como el propósito fundamental en tanto receptáculo de la repro-
ducción, el hogar y la tradición.
El discurso del diario calificaba un ethos de lo femenino desde la permanencia y
la delimitación a unos roles fijos: el naturalismo de la mujer como hembra o madre y
el esencialismo de una identidad común: la mujer dama; decente; preocupada por su
dieta y su belleza física; interesada en el consumo de mercancías como maquillajes,
bolsos o ropa de moda, etc.; en la búsqueda de una perfección cuya expresión última
está en los concursos de belleza; y cuya razón de ser se manifiesta en la entrega a los
demás: ‘la madre, esposa o hija ejemplar’. Estas representaciones sobresalían, inclu-
so, cuando se trataban tópicos en apariencia ajenos, como el desempeño deportivo
de las atletas o los logros profesionales. En cada caso, la grandeza estaba no en estas
acciones, sino en la capacidad para sopesar el tiempo que exigían, y además cumplir
su papel de madre o esposa modelo o, en su ausencia, el de la joven decente que
cumple todas las reglas de la ‘corrección’.
La articulación entre estos discursos frecuentes en los medios de comunicación, y
los estereotipos y representaciones que se han naturalizado en el espacio público, re-
87
Aproximación crítica a la naturalización de la violencia

vela la importancia de identificar-analizar el vocabulario del sentido común, a través


del cual se reproducen las relaciones patriarcales de dominación. En ese nexo entre
discursos mediáticos y prácticas discursivas patriarcales cotidianas es que determi-
nados argumentos estandarizados van construyendo una identidad ficticia de lo que
las mujeres ‘son’ y ‘deben ser’.
Por supuesto, el uso frecuente y con acceso directo y privilegiado al discurso pú-
blico de los medios de información de masas, contribuye a naturalizar un mensaje de
odio, con carácter excluyente, y que termina justificando todas las formas de violen-
cia de género, aunque estas sean esencialmente ilegítimas. Este discurso misógino
aparece apoyado por un patriarcado histórico, ancestral y colonialista; por el pre-
dominio del catolicismo y los preceptos de una religión profundamente patriarcal;
por una sociedad conservadora y poco cosmopolita, con altas cuotas de endogamia;
y por intereses que persiguen lógicas instrumentales, clientelistas y corporativistas
hacia un juego de poder que empieza en el carácter de industria de los medios y se
asienta en la misoginia y la exclusión sustantivas.
Por ello, en principio, resulta necesario desmentir la visión heredada del
funcionalismo y la teoría hipodérmica, según la cual los medios construyen
la realidad. Esta perspectiva redunda ciertas visiones elitistas y patriarcales
como la de la Psicología de los pueblos o la del hombre-masa. Específicamen-
te, distorsiona el papel de los medios masivos otorgándoles una omnipotencia
que finalmente concluye en la inexistencia del sujeto, en la pasividad de los
receptores y en la existencia de industrias mediáticas que se perciben como
entes externos a las lógicas hegemónicas, cuando son una producción social de
ellas, y al igual que ellas.
Urge transitar hacia una comprensión de los medios como espacios de difusión,
reproducción y legitimación de discursos excluyentes, con acceso privilegiado y di-
recto al discurso público, pero cuya capacidad de impacto está sujeta a y condicio-
nada por las formas realmente existentes en que se naturaliza la violencia patriarcal
al interior de la sociedad, en las prácticas discursivas cotidianas, atravesadas por una
tensión siempre cambiante entre hegemonía y subalternidad. En pocas palabras, la
intención está lejos de pensar la vulneración de las mujeres en los medios como un
problema estrictamente mediático.
El abuso de representaciones discriminatorias y una mirada esencialista sobre el
‘ser femenino’ deben ser pensados como problemas históricos y sociales mucho más
complejos, que evidencian las formas específicas en que se articula la dominación
desde una concepción del mundo hegemónica, y que intervienen en la conformación
de identidades y formas concretas de vida. Asimismo, son representaciones que es-
tán integradas al sistema de valores y normas que conforman el tejido de lo social y
lo producen históricamente.
88
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

Tales representaciones son no neutrales y no dialógicas, no incondicionadas e


históricas, y funcionan como espacios discursivos para la reproducción de la des-
igualdad, la deshumanización simbólica y material. No se trata de la violencia de un
estereotipo sino de su capacidad para ocultar la verdadera expropiación simbólica,
corporal, patrimonial y material que la sociedad ejerce sobre las mujeres y todos los
grupos históricamente excluidos.
Por ello se precisa, en principio, de una reconstrucción histórica y teórica de la
esfera pública burguesa desde la demostración de estos pre-supuestos ideológicos,
de los criterios de autoridad o pre-juicios que articulan actualmente lo público en las
sociedades contemporáneas.
Para Gramsci (1999), el problema de la naturalización del poder y la desigualdad
radica en la propia lógica productiva de valores, representaciones y normas socia-
les. Por tanto, es necesario penetrar las estructuras históricas y las contradicciones
inmanentes a la racionalidad hegemónica, hacia una transgresión lo suficientemente
sustantiva que alcance a superar el sentido común. Una estrategia que sugiere, en
principio, procesos de identificación-subversión de su vocabulario: o sea, la identi-
ficación de aquellas prácticas discursivas que reproducen un sistema de exclusión y
desigualdad social, mientras legitiman un pensamiento único hegemónico, que no
deja espacio para el reconocimiento de una vida digna.
Semejante hegemonía no solo afecta a los grupos históricamente excluidos.
Se convierte en un sistema ampliado de reproducción de la violencia estructu-
ral, donde el anhelo de libertad individual se diluye en la desaparición de su
complemento: la relación fraternal; o sea, la comprensión del otro como prin-
cipio de autoconocimiento y partícipe en la producción de una sociedad más
solidaria y democrática.
En medio de tales circunstancias, las representaciones discriminatorias, en la pren-
sa, revelan un orden social que ha aceptado la violencia y que, por tanto, construye
un discurso con la función de naturalizar cuotas crecientes de deshumanización, le-
gitimando la exclusión de unos por otros.
Asimismo, esta capacidad de articular la expropiación de lo humano en procesos
de privatización y mercantilización crecientes se articula con la violencia patriarcal
y conforma un entramado de intereses clientelares y una lógica mediatización-con-
sumo-objetualización específica que regula las coerciones propias del sistema géne-
ro-sexo en el capitalismo.
La respuesta, se quiere proponer, empieza en la comprensión del carácter singular
de la hegemonía capitalista. La habilidad del capitalismo para expandir y multiplicar
la capacidad creativa agencial humana funciona como un peligro constante para la
conservación del sistema patriarcal. Simultáneamente, su racionalidad exige redu-
cir-orientar la subjetividad humana, unilateralizar esta capacidad agencial hacia la
89
Aproximación crítica a la naturalización de la violencia

mercantilización y cosificación de todos los individuos, y de las relaciones entre


ellos. La mujer como ´cosa’ es la negación de su existencia como sujeto y se puede
considerar un fenómeno propio de la reproducción patriarcal, en los espacios mediá-
ticos, en el contexto del capitalismo.
De ahí que un estudio de la prensa durante solo un año revele dentro de las re-
presentaciones más comunes aspectos como la diferenciación de clase o el ethos de
una mujer-cliente consumidora de mercancías y que se define a través de ellas, cuyo
mayor atributo –la esencia de lo femenino- se vincula al shopping, las modas, los
artículos y planes de belleza, etc. En el subtexto de estos modelos estandarizados se
encuentra una privatización de la mujer, una expropiación aparente de su cuerpo,
de su singularidad y de su condición de sujeto de derecho; pero no por aparente es
menos violenta.
Las formas en que se representa y ‘aparece ante nuestros ojos’ la mujer objetuali-
zada, privatizada a través de las relaciones de pertenencia y expropiada de su condi-
ción de sujeto de derechos se traduce en expresiones materiales concretas y cotidia-
nas de hegemonía y subalternidad. La violencia de género en el capitalismo responde
a una lógica con carácter objetivo, o sea, intersubjetivo e histórico y que se articula a
una racionalidad propia del sistema expresada en la privatización, unilateralización,
expropiación y cosificación de los sujetos mujeres. La interacción cotidiana con mu-
jeres reales, sus vidas y las formas en que ellas se perciben a sí mismas y dan senti-
do a su mundo están constante y profundamente mediadas por estas circunstancias
propias de un sistema específico que, para existir, necesita generalizar un modelo de
consumo capaz de cercar-orientar la subjetividad y marginar la transformación sus-
tantiva y la diferencia. Uno de los fundamentos de estabilidad de este sistema pasa
por la privatización exclusión de la mujer y la conservación del patriarcado como
parte de una articulación de hegemonías que se disputan en el ámbito de lo público.

Bibliografía

Baker, P., Costas G., KhosraviNik, M., Krzyanowski, M. McEnery, T. y Wodak, R.


(2011). ¿Una sinergia metodológica útil? Combinar análisis crítico del discurso y
lingüística de corpus para examinar los discursos de los refugiados y solicitantes
de asilo en la prensa británica, Discurso & Sociedad, 5(2), 376-416.
Benhabib, S. (2006). El ser y el otro en la ética contemporánea, Madrid, España:
Editorial Gedisa.
------- (1990). Más allá de la política de género. En S. Benhabib y D. Cornell
(Eds.) Teoría Feminista y Teoría Crítica. Valencia, España: Ediciones Alfons
el Magnánim.
90
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

Benhabib, S. y D. Cornell (1990) (Eds.) Teoría Feminista y Teoría Crítica. Valencia,


España: Ediciones Alfons el Magnánim.
Carmenati, M. (2015). Aproximación crítica a la naturalización de la violencia: re-
producción de las desigualdades de género en las prácticas discursivas y relación
medios-públicos. Informe de investigación para la obtención del título de Máster,
Universitat Jaume I, Castellón de La Plana, España.
Colorado, C. (2010). Una mirada al Análisis Crítico del Discurso. Entrevista con
Ruth Wodak, Discurso & Sociedad, 4(3), 579-596.
Cortina, A. (1990). Ética sin moral, España: Editorial Tecnos.
Diego, B. y Diego, M. (2014). Análisis del tratamiento informativo de la violen-
cia de género contra las mujeres en diez diarios del Ecuador, del período del 1
de diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014. En Los derechos de las mujeres
en la mira. Informe Anual de los Observatorios de Sentencias Judiciales y de
Medios 2013-2014. Quito: Corporación Humanas Ecuador.
Diego, B. (2011). Tendencias informativas sobre la violencia contra las mujeres. En
A. Herrera y E. Vega (Eds.) Los derechos de las mujeres en la mira. Informe Anual
de los Observatorios de Sentencias Judiciales y de Medios 2010/2011 (). Quito:
Corporación Humanas Ecuador.
Fairclough, N. (2008). El análisis crítico del discurso y la mercantilización del
discurso público: las universidades, Discurso &Sociedad, Vol. 2 (1), 170-185.
Fraser, N. (1997). Iustitia Interrupta: Reflexiones críticas desde la posición “postso-
cialista”, Santafé de Bogotá, Colombia: Siglo del Hombre Editores.
Gilligan, C. (1985). La moral y la teoría. Psicología del desarrollo femenino, Méxi-
co: Fondo de Cultura Económica.
Gramsci, A. (1999). Cuadernos de la Cárcel, México: Ediciones Era, 1981.
Habermas, J. (1991). Conciencia moral y acción comunicativa, Barcelona, España:
Editorial Península.
------- (1994). Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural
de la vida pública, Barcelona, España: Editorial Gustavo Gili.
Palacios, P. (2014). Observatorio de sentencias judiciales. En A. Herrera y E. Vega
(Eds.) Los derechos de las mujeres en la mira. Informe Anual de los Observatorios
de Sentencias Judiciales y de Medios 2013-2014 (pp. 99-111). Quito, Ecuador: Cor-
poración Humanas.
Pateman, C. (2008). El contrato sexual, México: Editorial Anthropos.
Pontón, J. (2010). Género, violencia y prensa escrita: la despolitización de un problema
estructural. En Memorias del Seminario “Mujeres Seguras en las Ciudades Futuras”,
México: Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres.
Reverter, S. (2010). La deriva teórica del feminismo, Daimon. Revista Internacional
de Filosofía, 3, 153-162.
91
Aproximación crítica a la naturalización de la violencia

Reverter, S. (2003). La perspectiva de género en la Filosofía. En Feminismo/s, Espa-


ña: Centro de estudios de la mujer.
Reverter, S. (2011). Feminismo Institucional ¿Un feminismo líquido? En L Bran-
ciforte y R. Orsi (Eds.) Ritmos Contemporáneos. Género, política y sociedad
en los siglos, XIX y XX (pp. 213-228). Madrid, España: Dykinson.
Sahuí, A. (2002). Razón y espacio público. Arendt, Habermas y Ralws, México:
Ediciones Coyoacán.
Valcárcel, A. (2004). La política de las mujeres, Madrid, España: Cátedra, 1997.
Van Dijk, T. A. (2014). Las estructuras y funciones del discurso. México: Siglo
XXI
------- El análisis crítico del discurso, Anthropos, Barcelona, N° 186, septiembre-oc-
tubre, 23-36.
------- (2005). Ideología y análisis del discurso, Revista Internacional de Filosofía
Iberoamericana y Teoría Social, Venezuela, N° 29, abril-junio, 9-36.
------- (2003). La multidisciplinaridad del análisis crítico del discurso: un alegato
en favor de la diversidad. En R. Wodak y M. Meyer (comps.), Métodos de
análisis crítico del discurso (pp. 143-177). Barcelona, España: Gedisa.

92
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

¿HOMBRES EN CASA?
BRECHAS DE GÉNERO Y VIDA COTIDIANA

Alexandra Serrano Flores


Psicóloga Clínica (Pontificia Universidad Católica del Ecuador)
Magister en Docencia Universitaria (Universidad de las Fuerzas Armadas)
Maestra en Ciencias Sociales, mención Género y Desarrollo (FLACSO Ecuador)

Recibido: 12-05-2016 Aprobado: 11-10-2016

Resumen

En la actualidad, parece existir una tendencia global creciente a que los hombres se in-
volucren en la crianza y el trabajo doméstico cotidiano. Sin embargo, este involucramiento
se da en el marco de los privilegios de género, étnicos y de clase. Esta contradicción entre
los cambios en los discursos sociales que estimulan la participación masculina en la vida
doméstica, y la reproducción de los cánones de la jerarquía masculina y la división sexual
del trabajo, abre la puerta a la pregunta sobre cómo en un mismo espacio social pueden
coexistir dos situaciones en apariencia tan distintas, ¿o es que tal vez no son tan distintas?
La presente ponencia tiene como objetivo abrir espacios para discutir los resultados de
una investigación cualitativa realizada con parejas de profesionales de clase media alta en
la ciudad de Quito, durante el año 2015. Esta investigación se centró en el estudio de las
representaciones y prácticas de paternidad y maternidad en la vida cotidiana con el fin de
desentramar los elementos que están en la base de la reproducción de formas de subordina-
ción de las mujeres en el espacio doméstico y de reproducción de normas regulatorias de
género relativas a la heteronormatividad, el binarismo sexual y la jerarquía masculina. Los
resultados de esta investigación sugieren que los cambios en las prácticas y discursos relati-
vos a la participación masculina en la vida doméstica son, a la vez, elementos de resistencia
al cambio y oportunidades para la transformación de los discursos hegemónicos de género.

Palabras clave: cotidianidad, división sexual del trabajo, trabajo doméstico no


remunerado, paternidades, masculinidades.

Abstract

Nowadays, there seems to be a growing trend of men getting involved in daily


housework and upbringing. However, this involvement occurs amidst gender, race
93
¿Hombres en casa? Brechas de género y vida cotidiana

and class privilegies. This contradiction between the changes in social discourses,
which encourage male participation in domestic work, and the reproduction of standards
of male hierarchy and sexual division of labor inside home, opens the question about
how this coexistence is possible. This lecture opens the discussion about some
results of a qualitative research conducted with families of upper middle class in the
city of Quito during 2015. This research was focused on the study of representations and
practices of fatherhood and motherhood, in order to understand which elements are
at the basis of women’s subordination in the domestic sphere, and the reproduction
of regulatory gender standards concerning heteronormativity, sexual binarism, and
male hierarchy. The results of this research suggest that changes in the practices
and social discourses about male involvement in domestic life are both elements
of resistance to change and opportunities for the transformation of the hegemonic
discourses of gender.

Keywords: daily life, sexual division of labor, unpaid domestic work, fatherhood,
masculinity.

Introducción

Vivimos en un mundo cambiante. El mundo en que vivimos las mujeres y los hom-
bres actualmente ya no es el de nuestras abuelas y abuelos, ni siquiera el de nuestros
padres. A simple vista, parece posible afirmar que el anhelado cierre de las brechas
de género en ámbitos como la educación, la participación en la esfera pública y el
trabajo, empieza a tomar forma concreta.
De modo particular, el incremento progresivo de la participación masculina en
las tareas domésticas que se ha registrado en los últimos 30 años (Gregory y Milner,
2011), parece ser una evidencia irrefutable de tales cambios. Sin embargo, estudios
realizados en América Latina en las últimas décadas, revelan que la participación
masculina en las tareas domésticas se da en el marco de los privilegios de género,
etnia y clase (Salguero, 2009; Krimberg von Muhlen, Saldanha y Neves, 2013;
Viveros, 2009; Troya, 2001), y que la mayor parte de la carga laboral doméstica no
remunerada permanece en manos de las mujeres. Así, en Ecuador, según la Encuesta
de Uso del tiempo EUT 2012, las mujeres trabajan 31 horas semanales en labores
domésticas no remuneradas mientras que los hombres trabajan solamente 8 horas, lo
que implica que a la semana, las mujeres afrontan una carga laboral de 50,66 frente
a las 45, 92 horas que trabajan los hombres. Así mismo, existen diferencias cualita-
tivas en el tipo de trabajo doméstico que hacen hombres y mujeres, lo que pone en
evidencia la persistencia de la brecha de género. Por ejemplo, en Ecuador, las tareas
de preparación de alimentos, limpieza y cuidado de la ropa y cuidado infantil son
94
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

realizadas en un 69% por mujeres y apenas en un 20% por hombres, quienes realizan
mayoritariamente tareas como reparaciones en la casa y el auto, compras y adminis-
tración del dinero (INEC, 2012).
Las reflexiones que presento en esta ponencia parten de la pregunta acerca de
cómo y en qué condiciones se da la participación de hombres en la vida doméstica, y
cuáles son sus efectos en la reproducción o cierre de las brechas de género respecto
al trabajo doméstico no remunerado. Para responder, tomé como categoría de análi-
sis la paternidad, o más bien, las paternidades, a las cuales considero el enclave del
trabajo doméstico masculino por excelencia.
Con este afán, trabajé en base a la información recopilada mediante entrevistas a pro-
fundidad realizadas a parejas heterosexuales de clase media alta, con un rango de edad en-
tre los 29 y los 45 años, que viven en la ciudad de Quito. En todos los casos, ambos miem-
bros son profesionales y tienen un trabajo remunerado. El rango de edad de sus hijos está
entre los 2 y los 16 años. Las entrevistas giraron en torno a las prácticas y representaciones
de paternidad y maternidad y sus experiencias en la crianza. El análisis y los datos que
presento a continuación son un extracto de la tesis que realicé para obtener el título de
Maestra en Ciencias Sociales mención Género y Desarrollo en FLACSO Ecuador.
Los resultados de este análisis están organizados en cuatro partes: en primer lugar
un punteo sobre las consideraciones teóricas que enmarcan el análisis de la evidencia
empírica, en segundo lugar, una reflexión sobre las representaciones y prácticas de
paternidad encontradas, en tercer lugar, una reflexión sobre la naturalización de la ma-
ternidad como el eje articulador de los discursos que sostienen la división sexual del
trabajo, y finalmente, algunas conclusiones de este análisis.

Consideraciones teóricas fundamentales

El análisis del material empírico fue realizado en el marco de las de las siguientes
consideraciones teóricas:
La categoría género es una categoría analítica que permite entender cómo se orga-
nizan las relaciones de poder en función de las diferencias percibidas entre los sexos
(Scott, 2008). El poder es inmanente a las relaciones sociales y resulta de la interacción
de una multiplicidad de fuerzas que operan simultáneamente en diferentes direcciones
(Foucault, 1989), de tal forma que la hegemonía es el resultado de procesos permanentes
de cambio y acomodación, y no del ejercicio unidireccional del poder (Gramsci, 1970).
Las paternidades son construcciones de género (Ramírez, 2009; Connell, 2003;
Seidler, 2006) por lo que deben ser entendidas como procesos dinámicos e ideológicos
(Bederman, 1995) y en constante transformación, tanto en el marco amplio del contex-
to histórico, social y político, como en las particularidades de la vida doméstica y de
los rasgos personales de cada sujeto (Connell, 2003; Elias, 1994; Scott, 2008).
Los discursos sociales hegemónicos y las representaciones subjetivas que dan
forma a las distintas formas de “ser padre”, son los dos polos de un continuo en
95
¿Hombres en casa? Brechas de género y vida cotidiana

mutua transformación. De aquí que el análisis se realiza en dos niveles: el primero,


en relación a los discursos hegemónicos1 del género que atraviesan el espacio geo-
gráfico, la clase y el momento histórico y político presente; y el segundo, en torno a
las particularidades de la relación con la pareja, la edad y situación de los hijos, y las
expectativas personales respecto a la crianza.
Los discursos sociales hegemónicos condicionan la construcción subjetiva al
establecer parámetros deseables de “normalidad”, cuyo cumplimiento es vigilado
socialmente, y cuyos efectos no son meramente ideológicos, sino materiales, puesto
que afectan las condiciones de vida de los sujetos traducidas como acceso a recursos
económicos, disponibilidad de tiempo libre, intensidad de la carga laboral, etc.

Ser “buen padre” no es solo ser un buen proveedor: discursos hegemónicos


sobre la paternidad

A nivel global, los discursos sociales acerca de la masculinidad y la paternidad han


sufrido importantes transformaciones en los últimos 30 años (Gregory y Milner, 2011;
Seidler, 2006). Incluso se habla del fenómeno de las “nuevas paternidades” y las “nue-
vas masculinidades”, tanto dentro como fuera de la academia, para dar cuenta de
esta ruptura. Así, las “nuevas masculinidades” y “nuevas paternidades” refieren a la
construcción de roles masculinos y paternos más involucrados emocionalmente, y
con una mayor participación en el trabajo doméstico, el cuidado y la crianza (Gregory
y Milner, 2011), en oposición con visiones más “tradicionales” que privilegian el rol
proveedor, el distanciamiento afectivo y la autoridad patriarcal (Olavarría, 2001).
En nuestro medio, la introducción de estos discursos se dio en los años 90, en el
marco de los esfuerzos por la erradicación de la violencia contra las mujeres, que
consideraban al “machismo”, mal endémico de nuestra región, como el principal
agente y precursor de esta violencia. En este sentido la reformulación de los cánones
de la masculinidad “machista” por una masculinidad “civilizada” parecía ser un mé-
todo efectivo para combatir la violencia de género (Mora, 2001). Es así que, desde
la esfera pública, se empiezan a producir elementos como campañas mediáticas que
condenan la masculinidad “machista” como una masculinidad anacrónica que debe
marginarse; y también políticas públicas, como la licencia de paternidad, que apun-
tan a incrementar la participación de los hombres en la vida doméstica y la crianza.
Este giro en los discursos sobre masculinidades, a su vez, toma forma en las prác-
ticas y representaciones subjetivas de los hombres en su posición de padres. Así, los
hombres entrevistados ven a la paternidad como una oportunidad de trascendencia y
realización personal, y enfatizan su deseo de ser padres presentes, afectivos, cercanos
a sus hijos y no solamente “buenos proveedores”, como lo fueron sus propios padres.

1
Utilizo el término hegemónico basado en la definición de hegemonía de Gramsci (1970).

96
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

Estos hombres están orgullosos de saber “cambiar pañales” y “cocinar para sus hijos”,
y se consideran a sí mismos “modernos” y “no machistas”, como lo ilustra esta res-
puesta de uno de los entrevistados.
“Antes era muy machista mi papá, mi papá no hacía nada en cuestión de colaborar
en la casa, todo le cargaba a mi mamá, prácticamente mi mamá es la que nos crió,
mi papá no asumió el rol de papá en este caso, porque pasaba afuera…yo he querido
que con mis hijos todo sea diferente.”
Esta concepción de la paternidad nos remite a la idea de que la paternidad no es
algo que surge espontáneamente del hecho biológico de la reproducción, a diferencia
de la maternidad, sino que es algo que “debe construirse”. En este sentido, “llegar a
ser” padre implica voluntad, esfuerzo y procesos de reflexión que les han permitido
a estos hombres modelar el tipo de padre que quieren ser.
Es así que la construcción de las paternidades en el grupo estudiado está estre-
chamente asociada a la hombría (Bederman, 1995). La hombría2 es un concepto
desarrollado por Gail Bederman para definir al conjunto de características relacio-
nadas con la masculinidad “honorable”. Para esta autora, la hombría es un rasgo de
distinción central para las clases medias, pues está estrechamente relacionada con el
honor, la civilización y el control de los impulsos (Bederman, 1995). Podría decirse
que la hombría refiere al aspecto domesticado de una masculinidad tradicionalmente
concebida desde la exaltación de la fuerza física, la violencia y los instintos.
En el contexto estudiado, la hombría está caracterizada como la cara opuesta del “ma-
chismo”. El “machismo” se ha convertido en una etiqueta que refiere a los rasgos violen-
tos e incivilizados de la masculinidad 3 y que en el discurso social prevalente en la clase
media, se ha caracterizado como un tipo de masculinidad marginada (Connell, 1997).
Entonces, si el rechazo a participar del trabajo doméstico, la violencia, el alejamiento
emocional, el autoritarismo patriarcal, son los rasgos centrales del “macho”; la participa-
ción en la crianza se ha convertido en una dimensión fundamental para la instauración de
los nuevos discursos de la masculinidad hegemónica, porque implica una clara oposición
al “machismo” y en consecuencia una garantía de la honorabilidad masculina.
De esta manera, se ha logrado reconciliar las dimensiones de la honorabilidad
masculina más “tradicionales”, como la solvencia y la provisión económica, con
aquellas más “modernas”, permitiendo el paso del padre-proveedor al padre-provee-
dor-cuidador como nueva representación hegemónica de la paternidad.
Sin embargo, a pesar de estos cambios en las representaciones hegemónicas de pa-
ternidad, el orden impuesto por la división sexual del trabajo permanece inalterado,
puesto que la “titularidad” del trabajo doméstico continúa en manos de las mujeres.

2
Manliness en el texto original (Bederman, 1995).
3
Un ejemplo de este posicionamiento a través del discurso mediático se puede evidenciar en los spots de
la Campaña “Reacciona Ecuador: El machismo es violencia” que ilustran al “hombre machista” como
atrasado, cavernícola, irracional, presa de sus instintos. De forma particular los spots Cavernícola y Museo
(Estévez, Vega y Perez, 2011).

97
¿Hombres en casa? Brechas de género y vida cotidiana

Así, las mujeres, desde su lugar indiscutible de “guardianes domésticos” (Sacks, 1979
[1975]) son quienes autorizan la entrada de los hombres a “su” espacio doméstico, de
tal manera que la participación masculina se convierte en una “ayuda” apreciada, un
privilegio, pero que, paradójicamente, parece jugarse más en el terreno de lo imagi-
nario que de lo real. En otras palabras, parece que tanto para los hombres como para
las mujeres entrevistadas, para ser un hombre-padre honorable, es suficiente tener la
voluntad de hacer el trabajo doméstico, aun cuando su participación real en este campo
sea limitada. Así lo ilustra el siguiente testimonio, de una de las mujeres entrevistadas:
“Yo puedo decir que tengo la suerte que él me ayude muchísimo, no sé cómo harían
antes, pero me parece que es muy duro, y al menos ahora que yo tengo ayuda, si es
más fácil. Yo creo que la motivación [de él] para participar es el amor, pero muchos
hombres pueden decir yo le amo a mi mujer pero no comparto entrar en la cocina,
pero en el caso de él, para él si significa que querernos es implicarse en hacer cosas
que quizás otro hombre no lo haría, si parte de cómo él ve darnos el cariño y amor
a nosotros.”
Siguiendo la tendencia señalada en la EUT 2012 (INEC, 2012), entre las parejas
entrevistadas la mayor parte de la carga laboral doméstica no remunerada todavía
recae sobre las mujeres, a pesar de que todas participan del trabajo remunerado.
Aunque las razones son variadas: porque la licencia de maternidad es más larga,
porque el hombre tiene un horario de trabajo más largo y extenuante, porque los
niños necesitan más a la mamá en ciertas circunstancias, etc., la participación de
los hombres sigue siendo limitada pero altamente valorada. Las intenciones son
tan valiosas como los hechos, porque implican una excepción preciosa frente al
gran mal de ser “machista”.

Maternidad y familia: ¿por qué se mantiene la brecha de género en el trabajo


doméstico no remunerado?

En un intento por comprender cómo y por qué se mantiene la brecha de género


en el trabajo doméstico no remunerado, a pesar de los cambios que se han dado en
los discursos hegemónicos sobre la paternidad, propongo analizar el ámbito de los
discursos hegemónicos que sustentan la formación de la familia y la naturalización
de la maternidad.
Para empezar, me referiré a algunos de los criterios normativos acerca de lo que
el estado ecuatoriano reconoce como familia, y que modelan, a la vez que reflejan,
las prácticas y arreglos domésticos particulares y los intercambios sexuales (Rubin,
1997). Los artículos 67, 68 y 69 de la Constitución de la República del Ecuador
consideran los siguientes aspectos claves en su definición de familia: la biparentali-
dad, la heterosexualidad monógama y estable de la pareja parental legitimada por el
matrimonio, la naturaleza biológica del lazo filial y la jerarquía generacional. Estas
características configuran un modelo normativo universal que es la familia nuclear
heteroparental, respecto a la cual, otras configuraciones familiares se consideran des-
98
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

viaciones indeseables pero que se toleran por considerarse situaciones “especiales”


que ameritan la atención prioritaria del Estado4.
De esta manera, la heteroparentalidad se convierte en un requisito para la (re)pro-
ducción de ciudadanos buenos, sanos y “normales” (Butler, 2007). Bajo este punto
de vista, la introducción de la figura masculina en la crianza cobra sentido como
garantía de normalidad y su ausencia se considera sinónimo de disfuncionalidad.
Ambos argumentos están sostenidos en la idea de la complementariedad hombre/
mujer, especialmente referida a la transmisión de roles de género, pero también a
las características diferenciadas del cuidado; así las madres son quienes aportan el
cuidado, “la ternura”, se aseguran de que todo esté en orden, y los padres son quienes
“protegen”, juegan y “dan ejemplo” a los hijos.
Esta idea de la complementariedad hombre/mujer para la crianza saludable está tan
arraigada, que ni siquiera es necesario que exista la experiencia real de crecer con
ambos padres, pues se pueden hacer arreglos imaginarios para suplir esa falta. Esto
resulta evidente cuando los entrevistados hablan acerca de su propia experiencia como
hijos; aunque la ausencia de su padre durante la crianza fue un factor común, a través
de estos arreglos imaginarios, especialmente mediante la idealización del padre ausen-
te, ésta pudo ser subsanada, por ejemplo resaltando sus cualidades como proveedor o
como “ejemplo” y autoridad. Este fenómeno nos permite suponer que en el discurso
social paternidad y maternidad no solo no son intercambiables, sino que además tienen
una naturaleza opuesta: así mientras la paternidad es construida, la maternidad surge
naturalmente del acto procreador.
Con esta reflexión, propongo analizar cómo la naturalización de la maternidad
es un factor para la persistencia de la brecha de género en la distribución del traba-
jo doméstico no remunerado. Para ello partiré de los argumentos de Ortner (1979
[1972]), Rubin (1997), Federicci (2004) y Badinter (1981) quienes afirman que la
naturalización de la maternidad es una de las fuentes ideológicas que alimentan la
división sexual del trabajo y la subordinación de las mujeres. Para estas autoras, la
naturalización de la maternidad se fundamenta en la idea de que existe un “instinto
maternal” latente en toda mujer, connatural a la capacidad procreadora de su cuer-
po, que la predispone y le dota de las cualidades físicas y psicológicas necesarias
para el cuidado infantil. De aquí que el “ser madre” es una dimensión ineludible
del “ser mujer”.
La naturalización de la maternidad tiene implicaciones materiales en la vida de
las mujeres, pues en el discurso social, el vínculo biológico real que existe durante la
gestación, fácilmente se traduce en el vínculo social y afectivo que el bebé requiere
para sobrevivir. De esta manera, la titularidad de las mujeres respecto al cuidado del
bebé se convierte en un deber incuestionable.

4
El Estado protegerá a las madres, a los padres y a quienes sean jefas y jefes de familia, en el ejercicio de sus
obligaciones, y prestará especial atención a las familias disgregadas por cualquier causa. (Art. 69, Constitución
de la República del Ecuador, 2008).

99
¿Hombres en casa? Brechas de género y vida cotidiana

Entonces, la relación madre-hijo se considera una relación “natural”, en el sen-


tido de que no necesita construirse, sino que surge espontáneamente y es necesaria
para la vida. Esta visión ha sido fuertemente reforzada desde el discurso científico,
especialmente el médico y el psicológico (Badinter, 1981), de tal manera que se ha
convertido en un discurso hegemónico que condiciona la construcción de la subjeti-
vidad de las mujeres.
Esto resulta evidente en los modos en que las mujeres-madres entrevistadas se ven a sí
mismas en relación a sus bebés. Para ellas, la maternidad activó sus habilidades latentes
para interpretar y reconocer las señales provistas por el bebé. Aunque varias de ellas han
admitido, con dificultad, que la capacidad de interpretar lo que el bebé necesita ha resulta-
do de un proceso de aprendizaje e interacción continua, y que de ninguna manera ha “sur-
gido” innatamente, sienten este proceso como poco normal y como una “falla” personal
que no les pasa a las “demás” mujeres. En este mismo sentido, para algunas de las mujeres
entrevistadas, el que la maternidad no haya reemplazado sus aspiraciones profesionales,
y que el deseo de estar con los hijos compita con el deseo de crecer profesionalmente, es
visto como algo anormal y por ello, este deseo se encuentra revestido de culpa.
Esta perspectiva es compartida por los hombres, para quienes el lugar de la madre en
la vida de los hijos es irremplazable. Así, podemos ver cómo en las parejas entrevistadas,
si bien los hombres, en todos los casos, han asumido activamente tareas de la crianza, la
lactancia es un tema intocable, y constituye un campo exclusivo de participación mater-
na. Ninguno de los padres entrevistados refiere haberse hecho cargo de la lactancia me-
diante el biberón (incluso utilizando la misma leche materna), y al contrario, refieren que
esta es la única tarea donde los roles no pueden intercambiarse, por lo que la presencia
de la madre es obligatoria. Esta idea está muy conectada con la continuidad del vínculo
simbiótico entre madre e hijo del que el padre está “naturalmente” excluido.
De esta manera, la naturalización de la maternidad sirve como eje para impulsar la
apropiación del cuidado de los hijos por parte de la madre, y la exclusión del padre
de ciertas tareas de la crianza, especialmente aquellas que suponen las habilidades
“propiamente maternas”. En la práctica, esta apropiación se traduce en la “descon-
fianza” que sienten las mujeres de dejar a los niños al cuidado de otros, incluso de
sus propios padres, camuflada en razonamientos aparentemente prácticos como: “el
bebé no duerme si no estoy” o “si no es conmigo no come”, etc., de tal manera que
los hombres son relegados a una posición pasiva respecto a su paternidad.
Esta apropiación del cuidado, les permite a las mujeres adquirir poder sobre el hijo,
porque “solo ellas saben lo que necesita”; y sobre los hombres-padre, porque solo ellas
pueden autorizar el vínculo entre ellos y sus hijos. Sin embargo, el poder que adquieren
las mujeres a través de la naturalización de la maternidad, no implica en sí privilegios
efectivos en la esfera social; pues al cargar con la titularidad de la crianza, asumen la
mayor parte del trabajo que ésta implica, que además es no remunerado.
Por otra parte, la conciencia de que el vínculo padre- hijo no es natural, les permi-
te a los hombres relacionarse con sus hijos desde otros espacios, distintos a los del
cuidado (alimentación, aseo, salud), como son el juego y la transmisión de prácticas
100
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

sociales, y que tienen mayor reconocimiento social. En este mismo sentido, la au-
sencia de expectativas sobre sus habilidades innatas para el cuidado, les permite a
los hombres abordar la paternidad con menor ansiedad que las mujeres, puesto que
cualquier logro, por pequeño que sea, es celebrado como un evento extraordinario.

Algunas conclusiones de este recorrido

A partir del análisis de la evidencia empírica podemos decir que las representa-
ciones subjetivas y los discursos sociales sobre las paternidades han sufrido cambios
importantes en las últimas décadas, que sin embargo, no han transformado profunda-
mente los hilos ideológicos que sostienen la división sexual del trabajo y las brechas
de género en el trabajo doméstico no remunerado.
Aunque si se han producido cambios en las prácticas individuales, por ejemplo vemos
que efectivamente hay una mayor participación de hombres en la crianza y el trabajo
doméstico no remunerado, estos cambios no son suficientes para alcanzar una distribu-
ción igualitaria del trabajo doméstico no remunerado, y por el contrario, corren el riesgo
de invisibilizar y encubrir las brechas de género que persisten al interior de los hogares.
La persistencia de la brecha se puede explicar, porque a pesar de los cambios en los
discursos sociales acerca de la masculinidad y la paternidad, estos cambios se dan en el
marco de la matriz heteronormativa del género, que sostiene el binarismo de género,
la heterosexualidad obligatoria y la complementariedad masculino/femenino. Este último
punto, se traduce en la naturalización de la maternidad, que opera como sustento ideológi-
co que excluye y limita la participación de los hombres en el trabajo doméstico y la crianza.
Sin embargo, es importante señalar que en cualquier caso la introducción efectiva de
los padres en la crianza tampoco es inocua. Hay una diferencia inmensa entre crecer con
un padre idealizado-imaginario y uno real. Aunque estos “nuevos” arreglos familiares
reproduzcan en buena medida los discursos hegemónicos, también han introducido
cambios importantes en la dinámica familiar, lo que constituye una oportunidad de cambio
en los modos efectivos en que se distribuye, y se piensa, el trabajo al interior de la familia.

Bibliografía

Badinter, E. (1981). ¿Existe el amor maternal? .Barcelona: Paidós.


Bederman, G. (1995). Manliness and civilization: A cultural history of gender and
race in the United States, 1880-1917. Chicago: University of Chicago Press.
Butler, J. (2007 [1999]). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la
identidad. Barcelona: Paidós.
Connell, R. (1997). “La Organización Social de la Masculinidad” En: Valdés, Teresa y
Olavarría, José, eds, Masculinidad/es. Poder y crisis. Santiago: Isis y FLACSO: 31-48.
Connell, R. (2003). Masculinidades. México: UNAM.
Constitución de la República del Ecuador (2008).
101
¿Hombres en casa? Brechas de género y vida cotidiana

Elias, N. (1994). Conocimiento y poder. Madrid: La Piqueta.


Estévez, M., Vega, E., & Pérez, S. (2011). Estudio Cualitativo de la Campaña “Re-
acciona Ecuador, el machismo es violencia”. Quito: Comisión de Transición ha-
cia el Consejo de Mujer y la Igualdad de Género.
Federicci, S. (2004). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria,
Madrid: Traficantes de Sueños.
Foucault, Michel. (1989). La voluntad de saber. México D.F.: Siglo XXI Editores.
Gramsci, A. (1970). Antología. México D.F.: Siglo XXI Editores.
Gregory, A., y Milner, S. (2011). What is “New” about Fatherhood: The Social Cons-
truction of Fatherhood in France and the UK. Men and Masculinities: 588-606.
INEC (2012). Encuesta de Uso del Tiempo. Quito: Instituto Nacional de Estadís-
ticas y Censos
Krimberg von Muhlen B, Saldanha M, y Neves, M. (2013). “Mothering fathers:
changes in sight?” Liberabit 19 (1) (enero-junio): 9-19.
Mora, L. (2001). “Masculinidades en América Latina y el Caribe: El aporte del fon-
do de población de Naciones Unidas (FNUAP)”. En X. Andrade, & G. Herrera,
Masculinidades en Ecuador (págs. 179- 199). Quito: FLACSO Ecuador.
Olavarría, J. (2001). ¿Hombres a la deriva? Santiago: FLACSO-Chile.
Ortner, S. (1979 [1972]). ¿Es la mujer respecto al hombre lo que es la naturaleza con
respecto a la cultura? En O. Harris, & K. Young, Antropología y feminismo. Barce-
lona: Anagrama:109-131.
Ramírez, J. (2009). Ejes estructurales y temáticos de análisis del género de los hom-
bres. Una aproximación. En J. Ramírez, & G. Uribe, Masculinidades. El juego de
género de los hombres en el que participan las mujeres. Madrid: Plaza y Valdés:
85-112.
Sacks, K. (1979 [1975]). Engels revisitado: las mujeres, la organización de la pro-
ducción y la propiedad privada. En O. Harris, & K. Young, Antropología y femi-
nismo. Barcelona: Anagrama:247-266.
Salguero, M. (2009) .“Ni todo el poder ni todo el dominio: identidad en los varones,
un proceso de negociación entre la vida laboral y familiar”. En J. C. Ramírez, y
G. Uribe, Masculinidades: el juego de género de los hombres en el que participan
las mujeres Madrid: Plaza y Valdés: 247-268.
Scott, J. (2008 [1986]). Género e historia. México: Fondo de Cultura Económica.
Seidler, V. (2006). Masculindades. Culturas globales y vidas íntimas. España: Mon-
tesinos.
Troya, M. (2001). “No soy machista pero...Masculinidades en profesionales de clase
media de la ciudad de Quito”. En X. Andrade, & G. Herrera, Masculinidades en
Ecuador. Quito: FLACSO- Ecuador: 67-96.
Viveros, M. (2009). “Teorías feministas y estudios sobre varones y masculinidades.
Dilemas y desafíos recientes”. En J Ramírez y G. Uribe, Masculinidades. El jue-
go de género de los hombres en el que participan las mujeres. Madrid: Plaza y
Valdés: 25-42.
102
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

CRÍTICA A LA TÉCNICA MODERNA.


SUJETO DEL DESEO, CULTURA, POLÍTICA

Martín Aulestia Calero


Estudiante de octavo semestre de la carrera de Sociología, Universidad Central del Ecuador

Recibido: 13-05-2016 Aprobado: 11-10-2016

Resumen

El presente trabajo es una reflexión crítica que da cuenta de la relación entre de-
seo, cultura, técnica y política en la sociedad moderna-capitalista. Parte del psicoa-
nálisis, que postula que el ser humano está atravesado por una estructura de falta: el
deseo, que lo constituye como tal. Esa estructura se origina en un suceso mítico que
da origen a la cultura humana: la separación radical del orden de la necesidad, de la
naturaleza, de la animalidad. Siendo así, debería pensarse que la posibilidad de tal
escisión constitutiva es la facultad propiamente humana del lenguaje; lenguaje del
que el ser humano no sólo se sirve, sino en el que vive.

Palabras clave: sujeto, deseo, cultura, técnica moderna, lenguaje.

Abstract

The present article is a critical reflection, which gives an account of the relation
between desire, culture, technique and politics in the modern-capitalist society.
Taking Psychoanalysis as a starting point, which states that a human being has an
internal structure of lack: the desire, which constitutes him/her as such. This structure
comes from a mythical event which originates human culture: the radical separation
in the order of necessity, nature and animality. That being the case, one should think
that the possibility of such constitutive scission is the actual human faculty of
language; language which humans do not merely use, but in which they also live.

Keywords: subject, desire, culture, modern technique, language.

103
Crítica a la técnica moderna. Sujeto del deseo, cultura y política

El mal, pues, no deriva de la racionalización de nuestro mundo, sino de la irracionalidad con que
actúa dicha racionalización
Theodor Adorno y Max Horkheimer
El pecado original es la hora de nacimiento de la palabra humana, en cuyo seno el nombre ya no
habita indemne
Walter Benjamin
Una piedra (así como un aeroplano) no pueden jamás elevarse exultantes hacia el sol y moverse
como la alondra; y sin embargo, ni siquiera la alondra ve lo abierto
Martin Heidegger
La humanización integral del animal coincide con una animalización integral del hombre
Giorgio Agamben

Introducción

Freud y la estructura de falta

Desde el psicoanálisis es posible emprender una reflexión muy rica en posi-


bilidades teóricas a la hora de explicar la escisión ontológica entre naturaleza y
cultura, como circunstancia que habría posibilitado el surgimiento histórico de
lo humano como tal. Esa siempre mítica escisión abriría en el sujeto un espacio
caracterizado por el vacío, por la ausencia, por la falta; falta a través de la que, y
a partir de la cual debiera entenderse a lo humano como fundado y sostenido en
ella. Esa afirmación vuelve menester el ejercicio reflexivo respecto de algunas
de sus implicaciones. En este trabajo busco discutir en torno a un efecto cul-
tural muy puntual que sería uno de los productos –si bien uno de fundamental
importancia– de esa escisión constitutiva: la técnica y la relación de la técnica
con el sujeto del deseo del psicoanálisis. Concretamente, es necesario pensar a
la técnica como una manifestación cultural transhistórica –que adopta diversas
formas en el devenir del ser en tanto ser–, esto es, desde que, según la mitología
psicoanalítica en la que sostengo el trabajo presente, como tal el sujeto se funda
en el deseo. Además busco hacerlo en sus manifestaciones más contemporáneas,
entendiendo por tal a aquellas que han surgido como producto de la ética produc-
tiva específica del capitalismo.
Por la cantidad de detractores que tiene la explicación psicoanalítica del sujeto y
del origen de la cultura, no considero ocioso dedicarle algunas líneas a la explici-
tación de tales temáticas. A pesar de lo que suele creerse en lecturas superficiales,
Freud articuló ya la idea del sujeto como sostenido en el vacío del deseo. No es, pues,
104
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

como muchos pretenden, una tergiversación lacaniana de Freud. Eso queda explici-
tado de modo fundamental en El malestar en la cultura, donde Freud afirma que “el
designio de ser felices que nos impone el principio de placer es irrealizable, mas no
por ello se debe –ni se puede– abandonar los esfuerzos por acercarse de cualquier
modo a su realización” (Freud, 2012a, p.134). Este apunte es fundamental, ya que
justamente Freud está delineando la idea de que, en última instancia, el deseo, que
es condición de la posibilidad de felicidad, es constitutivamente inaccesible. Hay
que reconocer que Freud está pensando el problema en términos de individualidad:
“la felicidad, considerada en el sentido limitado, cuya realización parece posible, es
meramente un problema de la economía libidinal de cada individuo” (Freud, 2012a,
p.134), pero esa individualidad no deja de remitir al problema universal: ningún
individuo, puede, pues, satisfacer plenamente sus anhelos de felicidad; en última
instancia, lo generalizable aquí es que el deseo es, para todos, inaccesible. Pero lo
fundamental en Freud es que apunta a algo más que a la descorazonada fatalidad,
busca dar cuenta de una dimensión constitutiva: “no se puede abandonar los esfuer-
zos por su realización”. Los seres humanos en cuanto tal están ontológicamente im-
posibilitados de detener ese movimiento que constituye lo real, esa búsqueda de los
sujetos de lo que podría colmarlos, la felicidad definitiva: su deseo. Ese movimiento
irrefrenable va a ser el motor de todas las formas de la cultura humana.
Si tal es lo que constituye a cada sujeto, habría que preguntarse por el marco
general en el que tal imposibilidad constitutiva es pensable. Esto es, debemos res-
ponder a la pregunta de qué es para el psicoanálisis, para Freud, la cultura. Tanto
en El malestar en la cultura, como en El porvenir de una ilusión, Freud entiende
a la cultura como “la suma de producciones e instituciones que distancian nuestra
vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines: proteger al
hombre contra la naturaleza y regular las relaciones de los hombres entre sí” (Freud,
2012a, p.141). Por eso la importancia de pensar el proceso mítico de escisión entre
la naturaleza-animalidad y la cultura. En Freud específicamente, ese paso definitivo,
la fundación de la cultura, es expuesto en el relato nietzscheano1 de los hermanos
parricidas expuesto en Tótem y Tabú, donde se sostiene que a partir del asesinato
del Padre primordial aparece la necesidad de constituir una serie de reglas, leyes y
prohibiciones –tales son los tabús– que eviten vuelva a suceder algo como tal ase-
sinato. Son esas reglas, leyes y prohibiciones, además del retorno mítico del padre
asesinado bajo la forma material del tótem y simbólica del tabú –la prohibición–, las
que constituyen ya una cultura propiamente humana: “La comida totémica, quizá la
primera fiesta de la humanidad, sería la reproducción conmemorativa de este acto

1
Tanto sobre el relato de la muerte de Dios de Nietzsche, como sobre el del asesinato del Padre primordial
freudiano, habría que recordar la interesantísima fórmula de Lacan: la fórmula del ateísmo –de la muerte del
Padre- no es “Dios ha muerto”, no es “el Padre ha muerto”. Es: “Dios es inconsciente” (Lacan, 2001, p.67). Se
ha interiorizado como Ley simbólica generadora de prácticas en el orden de la cultura

105
Crítica a la técnica moderna. Sujeto del deseo, cultura y política

criminal y memorable, que constituyó el punto de partida de las organizaciones so-


ciales, de las restricciones morales y de la religión” (Freud, 2011, p. 185).
Para Freud la conquista del fuego, símbolo y metáfora de toda la cultura como
posibilidad, es producto de la imposibilidad, de la ausencia, en fin, de la renuncia
al deseo –que es un proceso cultural que se reactualiza en cada sujeto individual. En
efecto: “esta grandiosa conquista cultural representaría la recompensa a una renuncia
pulsional” (Freud, 2012a, p.142). Hermanada con esta constatación, Freud entiende
que son productos de la cultura “las herramientas, con que el hombre perfecciona sus
órganos”, “las máquinas que le suministran gigantescas fuerzas que puede dirigir”,
“la escritura que es, originalmente, el lenguaje del ausente”, y la vivienda, “suce-
dáneo del vientre materno, primera morada cuya nostalgia quizás aún persista en
nosotros, donde estábamos tan seguros y nos sentíamos tan a gusto” (Freud, 2012a,
p.142-143). Esas reflexiones son particularmente importantes. Primero, porque su-
gieren que es sólo el sujeto humano, a partir de su ingreso en el orden de la cultura, el
que está posibilitado de establecer una relación específica con su propia fabricación,
creando “realidad donde antes no existía”, en el sentido de la techné aristotélica: de
aquí que se pueda afirmar que las herramientas y las máquinas, esto es, el desarrollo
técnico, es una respuesta a la renuncia constitutiva que funda la cultura. Freud no
es menos sugerente en lo referente al lenguaje escrito y a la vivienda, dos ámbitos
a los que deberíamos prestarles suficiente atención. La escritura es descrita como
“el lenguaje del ausente”, es decir, la escritura aparece como la huella perenne de
algo-que-falta. La pregunta obvia aquí es, ¿por qué, sino por una ausencia de algo,
es que lo humano pudo “inventar”2 al lenguaje?3 Por otro lado, la vivienda aparece
como metáfora material del vientre materno, lo que tiene consecuencias específica-
mente anímicas: el vientre materno aparece como algo que siempre-va-a-faltar. El
desarrollo de la cultura y de la técnica en este esquema es la respuesta de lo humano
a la nostalgia irrenunciable de un algo que, por más que trate de sustituir, va a con-
tinuar faltando. Porque si dejase de faltar, entonces el sujeto sería una totalidad, se
cerraría un círculo. Pero al mismo tiempo se acabaría lo humano, porque, en éste
esquema, lo humano viene a ser justamente un círculo nunca completamente termi-

2
“Inventar” al lenguaje es una idea inexacta. Porque dicho en esos términos asumiría un sujeto constituido por
completo antes del lenguaje, que se le vendría a añadir nada más después, desde algún exterior metafísico o
desde la pura necesidad práctica. El problema es más complicado: no es el sujeto previamente constituido quien
inventa el lenguaje, sino que en un mismo movimiento es ese mismo lenguaje el que “fabrica” a sus sujetos. El
lenguaje no es por lo tanto una dimensión puramente instrumental; es una condición ontológica de posibilidad de
lo humano.
3
Para Marx, el origen del lenguaje más bien radicaría en “la necesidad, los apremios del intercambio con los
demás hombres” (Marx, 1974, p.31). Eso no es incompatible en modo alguno con la tesis del psicoanálisis. Esa
necesidad de intercambio no sería un momento originario, sino la prohibición que funda el vacío, y con ello, al
sujeto. Esa fundación sería, creemos, un simultáneo salir de la animalidad-aparecer el lenguaje-surgir necesi-
dades materiales de intercambio (trabajo).

106
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

nado, producto del vacío y la distancia insalvable respecto de la naturaleza de la que


se escinde y de los otros con quienes -en tanto otredad radical- jamás sería posible la
reconciliación definitiva en una unidad renovada.

La cultura como producto del deseo

Siendo así, Freud estaría diciendo que la fundación de lo humano en tanto cultura
y orden simbólico, la Ley en tanto prohibición como articuladora de las posibilida-
des mismas de la sociabilidad humana y de sus diversos tipos de comercio –econó-
mico, sexual, etc.– tiene su punto de partida en la pérdida de algo fundamental. Esta
pérdida termina por constituir en el sujeto una escisión radical y definitiva con el
orden de la necesidad y de la naturaleza, fundando como contraparte cultural más
bien el deseo: es solamente en esa escisión respecto de la necesidad natural donde
se puede comprender el concepto freudiano de Trieb: la pulsión. Es que el deseo
vendría a ser no el deseo por un algo en particular, sino una dimensión constitutiva
del sujeto, la falta como estructura que funda en el mismo movimiento al sujeto y a
la cultura. El deseo en Lacan se identifica, además, con lo inconsciente. El deseo, la
pulsión, el inconsciente, vienen a ser posibles exclusivamente en lo humano –a partir
del abandono de los códigos específicos de una necesidad natural– y se constituyen
como lo primordialmente indomeñable, lo que evita que el sujeto se pueda definir
como una totalidad definitiva, como una identidad esencial que se revelaría después
de los avatares de las formas culturales concretas. Lo que en la filosofía clásica de la
modernidad se pensó como un yo centrado aquí se piensa más bien como constitu-
cionalmente escindido, la actividad consciente deja de ser posible para comprender
a los seres humanos, y debe aparecer la dimensión de su actividad pulsional incons-
ciente. El deseo es el concepto que da cuenta de ese descentramiento, y es por ese
descentramiento y fragmentación constitutiva que aparece la estructura de ausencia
de la que venimos hablando, que es la imposibilidad de cierre definitivo y por lo
tanto la apertura de la finitud.
El sujeto aparecería sujeto a la cultura sólo en tanto hay una estructura de falta que
a ella lo ata y de la que se sostiene. Esa falta en la que se sostiene el sujeto a partir
de su escisión con el orden de la naturaleza abre en el sujeto un suspenderse en el
vacío. En efecto, el ingreso al orden de lo humano implica que “el hombre suspende
su animalidad y, de este modo, abre una zona “libre y vacía” en la cual la vida es
capturada y abandonada en una zona de excepción” (Agamben, 2006, p.146). La
vida humana como tal se juega entonces en el estar suspendida, en una estructura de
falta y en el vacío irremediable.
Esa estructura de falta y el vacío irremediable terminarían posibilitando al lengua-
je como el mecanismo de simbolización a través del cual el sujeto ingresa a la cultura
y dentro del cual el sujeto en tanto sujeto se mueve. Así, además de la estructura de
107
Crítica a la técnica moderna. Sujeto del deseo, cultura y política

falta, si algo define al sujeto en su sujetidad no es sino el tener al lenguaje como


soporte de semiotización permanente del mundo. Valga decir que sin esa posibilidad
significativa lo humano en tanto orden de la cultura no sería posible, porque lo que
discrimina al hombre del animal es el lenguaje, pero este no es un dato natural innato
en la estructura psicofísica del hombre, sino una producción histórica que, como tal,
no puede ser propiamente asignada al animal ni al hombre. Si se quita este elemento,
la diferencia entre el hombre y el animal se borra (Agamben, 2006, p.73-74).
El reconocimiento de que el lenguaje no es un dato innato implica reconocer que
el sujeto ha roto de manera definitiva con el orden de la naturaleza; la historicidad del
lenguaje significa reconocerlo como producto de la cultura humana, reconociendo
así mismo que esa historicidad no niega el hecho de que sólo a partir de él lo humano
es posible. La humanización del hombre a través del lenguaje es un hecho transhistórico.
Lo histórico aparece a partir de esa constatación primera.
Esa estructura de falta y esa posibilidad humana de hacer uso de la simbolización
a través del lenguaje es la que impulsa -en el sentido de ser efecto de la pulsión-
al sujeto a la creación de todo aquello que podrían llamarse, sin que en ello deba
leerse una comprensión utilitarista o pragmatista, productos culturales. Esa posi-
bilidad tiene que ver, creemos, con el hecho de que la ausencia constitutiva es la
que termina provocando en el sujeto un cuestionarse, y ese cuestionamiento es sólo
posible dentro del lenguaje. Sigmund Freud, en sus Tres ensayos sobre una teoría
sexual identifica ese cuestionarse del sujeto, cuando afirma que los niños tienen una
tendencia innegable a preguntarse por la sexualidad, por el origen (del ser) y por la
diferencia (de los sexos). Siendo así, la existencia de esa pulsión que pulsa porque
se pregunta, y que se pregunta porque algo falta en el sujeto, es que podemos hablar
con Freud de que en el sujeto, desde muy temprano en su crecimiento, se constituye
una “pulsión de saber” (Freud, 2012b, p.75). Una suerte de “voluntad de saber” va
a articular no sólo al sujeto como individualidad, sino a la cultura misma como un
producto humano que se erige como respuesta provisional a una duda constitutiva
que se formula en el lenguaje y sobre la base misma de la ausencia. Por estar soste-
nida en esa base –inexistente como tal por ser ausencia- según Freud esta voluntad
de saber del sujeto va a ser un permanente acto fallido, un “fracaso típico” (Freud,
2012b, p.78), ya que la estructura de falta que plantea la duda constitutiva sería por
definición incognoscible. El acceso a esa falta constitutiva sería el encuentro mismo
del sujeto con su deseo, y por tanto, su muerte como sujeto, un acto imposible al que
deberíamos llamar deconstitución simbólica. Es que todo aquello que el sujeto hace
de sí es posible a partir de esa ausencia como insorteable e infranqueable.
Por otro lado, el proceso de acceso a la cultura es un proceso de permanente reinscrip-
ción de los nuevos potenciales sujetos, es decir, de subjetivación de las nuevas generacio-
nes, en un movimiento permanente e indetenible: “Sacamos a nuestros hijos del fango y
la abyección, y después nos esforzamos por eliminar las huellas de ese origen” (Bataille,
108
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

2015, p.65). Es decir, por un lado cada nuevo sujeto potencial sufre un proceso traumá-
tico de arrebatamiento de la naturaleza, como si se aventase una cuerda al otro lado del
abismo que separa a la naturaleza de la cultura humana. A pesar de la aparente cercanía,
del eventual engaño de la vecindad, “saldrá a la luz que esta vecindad extrema entre las
dos constituciones esenciales es engañosa, y que entre ellas hay un abismo que no puede
ser superado por ninguna mediación” (Heidegger, en Agamben, 2006, p.115). Y esta es
una idea ya defendida por Freud en Más allá del principio de placer:
El camino hacia atrás, hacia la satisfacción plena, es obstruido por las resistencias
en virtud de las cuales las represiones se mantienen en pie, y entonces no queda más
que avanzar por la otra dirección del desarrollo, todavía expedita, sin perspectivas de
clausurar la marcha ni de alcanzar la meta (Freud, 1984, p.42).
El camino hacia la completud, hacia la totalidad de la satisfacción se ha cerrado,
Pero es imposible “clausurar la marcha” que ha dado comienzo con la cultura huma-
na, en tal imposibilidad se sostiene su movimiento.

Cultura como fetiche y naturalización

Esto nos impone la pregunta por las maneras en que lo humano logra vivir a
pesar de esa imposibilidad de superar el vacío. Deberíamos pensar la respuesta a
partir del concepto freudiano de fetichismo. Freud entendía al fetichismo como el
acto de sustitución del objeto del deseo por otro; el acto de su desplazamiento, de
la sublimación del sustituto (Freud, 2012b, p.56), lo que lo eleva temporariamente a
la categoría de objeto del deseo, pero sólo para descubrir luego que no era tal, sino
una suerte de paliativo momentáneo. En todo caso su función es “volver a constituir
la felicidad perdida” (Freud, 2012b, p.110). Si radicalizamos esa comprensión, de-
beríamos poder decir que la cultura misma es un fetiche, un sustituto del objeto del
deseo, y que los productos de la cultura son sublimaciones de la ausencia constitu-
tiva que terminan demostrando que no satisfacen esa pulsión permanente del sujeto,
esa búsqueda inextinguible, ese preguntar incesante. La cultura misma es un fetiche.
La técnica como manifestación de la cultura humana es una forma de este fetiche.
Para Aristóteles, la techné era esa dimensión en la que lo humano podía crear reali-
dades antes inexistentes, en última instancia, toda forma de producción de la cultura.
Y eso no deja de distanciarlo de la animalidad: “Mientras que los demás animales
viven reducidos a las impresiones sensibles o a los recuerdos, y apenas se elevan a
la experiencia, el género humano tiene, para conducirse, el arte y el razonamiento”
(Aristóteles I, 2012, p.25). Huelga aquí una precisión: no debería leerse la techné
como equivalente a técnica en el sentido moderno, como fabricación destinada a
la productividad, al pragmatismo, a la ganancia del capital. Es creación del mundo
humano en explotación de las facultades creativas-artísticas mismas de los sujetos,
en todas las dimensiones de su posibilidad. Aún más, el puro pragmatismo tenía un
olor sospechoso para Aristóteles:
109
Crítica a la técnica moderna. Sujeto del deseo, cultura y política

El fin de la especulación es la verdad, el de la práctica es la mano de obra; y en


los prácticos, cuando consideran el porqué de las cosas, no examinan la causa en sí
misma, sino con relación a un fin particular y para un interés presente (Aristóteles
II, 2012, p.53).
Finalmente en Aristóteles hay más humanidad en la techné, en tanto posibilidad
artística-racional de crear mundos humanos, que en el pragmatismo: “el conocimien-
to y la inteligencia, según la opinión común, son más bien patrimonio del arte que
de la experiencia” (Aristóteles I, 2012, p.26). En esa techné como posibilidad y
capacidad específicamente humana radica la diferencia fundamental, según Martin
Heidegger, entre los sujetos humanos, en tanto entes que se preguntan por el ser, y
los demás entes: “La piedra es sin mundo, el animal es pobre de mundo, el hombre
es formador de mundo” (Agamben, 2006, p.95). La técnica moderna es, no obstante,
una forma de esa creación de realidad humana, a pesar del pragmatismo que define
en su modo histórico-específico de ser. La técnica moderna es una forma históri-
co-cultural de relacionamiento con esas preguntas constitutivas de lo humano, con
su estructura de vacío primordial. Es pues, una forma de fetiche.
El pragmatismo de la técnica moderna debe ser leído como una manifestación
histórica específica de ese vacío esencial del sujeto. Es que si la realización de la
totalidad implicaría la deconstitución misma del sujeto, el ser-imposible por defi-
nición crea en el sujeto la conciencia de su finitud. Es eso lo que hace del sujeto
un ser-para-la-muerte, siendo tal su dimensión más auténtica. Pero esa conciencia
define otro elemento constitutivo de lo humano: el horror, el pánico, el vértigo; la
imposibilidad de rehacer el camino andado desde ese primer salto hace que el asomo
al vacío, al filo del abismo como posibilidad más radical de acercarse a la plenitud
del deseo perdido, cree la conciencia de la extinción en la oscuridad que desde ahí se
contempla. Asoma la conciencia, quizá aún intuitiva, de que, frente a la imponencia
de ese vacío, lo humano no es más que pura finitud.
Por eso la pérdida fundante abre un pathos, un padecimiento constitutivo, y junto a
él abre también en el sujeto un ethos: un ethos fundamental, como lo entiende Bolívar
Echeverría. Ese ethos fundamental sería la respuesta a la conciencia de la finitud, al
horror que provoca. Es que si la primera naturaleza ha sido perdida, el sujeto necesita,
para aferrarse a algo, al menos ilusoriamente, constituir una segunda naturaleza: tal
es el ethos fundamental, la fabricación de una segunda naturaleza que cree la ficción
de la no-nostalgia por la primera. La diferencia está en que esta segunda naturaleza
es social y política, además de histórica. El ethos fundamental es por ello una forma
histórica de ese fetiche que es la cultura, que pasa a asumir frente a los sujetos la forma
de la necesidad. Pero el efecto-fetiche de la cultura termina demostrando siempre lo
momentáneo de su efecto paliativo, porque aún esa naturalización como necesidad
de las formas históricas termina derrumbándose en la emergencia de formas sociales
nuevas, que otra vez serán naturalizadas. La naturalización como intento de retorno
a algo-que-sea-natural provoca la ilusión de la necesidad. Las formas naturalizadas
como necesidad terminan demostrando su contingencia, y con ello, el(los) orden(es)
110
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

mismo(s) de lo humano. Entonces, deberíamos ver en la relación del sujeto moderno


con el pragmatismo de la técnica moderna una manifestación histórico-fetichista (que
no es sino decir cultural) de ese ethos fundamental. Por eso Bolívar Echeverría afirma
que el sujeto que ha salido del orden de la naturaleza, que lo ha trascendido, debe ser
pensando como un “ser metafísico”. Es decir, un ser para el que el orden de la necesi-
dad natural no significa una finalidad en sí misma, por otro lado, por su imposibilidad,
sino el asiento sobre el que se reproduce “una necesidad más fundamental” –podría-
mos decir, una necesidad que trasciende a la necesidad misma, deviniendo deseo–: la
de reproducción de una forma histórica-cultural de sociabilidad y politicidad (Echeve-
rría, 2011).
Es significativo que para Georges Bataille una explicación satisfactoria de las di-
mensiones totales de lo humano es posible solamente desde un pensar histórico de las
formas de desgarramiento y relacionamiento del sujeto con el vacío constitutivo que
en él abre la “nadificación del paraíso de la animalidad”, como lo llama Echeverría4.
Pues el cambio producido por la llegada del hombre no puede separarse de todo
cuanto constituye el devenir del hombre (…) sólo puede entenderse al ser inserto
en la historia, en las transiciones, en los pasos de un estado a otro, no en una mera
sucesión de hechos aislados (Bataille, 2015, p.52).
Una de esas formas históricas de inserción del ser en la historia, de manifestación
ahí del ser, por decirlo con Heidegger, es sin duda la técnica moderna.
Finalmente, si junto a algo debiese pensarse la técnica moderna es junto al desa-
rrollo del conocimiento científico que es su posibilidad. Debemos reconocer aquí
la posibilidad de naturalizar el desarrollo histórico de la técnica moderna desde
ciertas comprensiones filosóficas, que han afirmado que el conocimiento (técnico)
es producto de las realizaciones del sujeto trascendental, en el sentido de Kant y
Edmund Husserl, esto es, como el conjunto de categorías apriorísticas comunes a
los sujetos cognoscentes. Así, pues, la técnica moderna aparecería como despliegue
de ese sujeto trascendental. Por ello no es ocioso prestar atención a la advertencia
que hace Jürgen Habermas en la primera de sus tesis en Conocimiento e Interés:
“Las realizaciones del sujeto trascendental tienen su base en la historia natural del
género humano” (Habermas, 1989, p.174). La referencia habermasiana a la historia
natural es relevante en el contexto que hemos venido trabajando, porque hablar de
una historia natural no es sino hablar de la-historia-hecha-segunda-naturaleza, cuyo
efecto es el desplazamiento de la explicación histórica del conocimiento a la explica-
ción idealista del conocimiento como despliegue de categorías a priori, a-históricas.

4
Para Freud, si bien la dinámica general de la vida, tanto orgánica como individual y cultural es la lucha entre
Eros y la pulsión de muerte, habría que rescatar sin duda la particularidad de la dinámica cultural. Y justamente
esa particularidad es el hecho de que la cultura “es aquella modificación del proceso vital que surge bajo la
influencia de una tarea planteada por el Eros y urgida por Ananké, por la necesidad exterior real: tarea que
consiste en la unificación de individuos aislados para formar una comunidad libidinalmente vinculada” (Freud,
2012, p.200). Esa modificación del proceso vital es lo que Bolívar Echeverría llama la deformación-perversión
del cumplimiento de las funciones vitales en el salto de la animalidad a la cultura (Echeverría, 2011, p.131).

111
Crítica a la técnica moderna. Sujeto del deseo, cultura y política

Pero pensar la relación entre conocimiento (como producto cultural resultante de la


pulsión de saber) e interés (como estructuración histórica de las direcciones de res-
puestas posibles a tal pulsión) es comprender con Habermas que “los intereses histó-
rico-naturales a los que reducimos los intereses que guían el conocimiento, proceden
a la par de la naturaleza y de la ruptura cultural con la naturaleza”. Esto es, no hay
posibilidad de conocimiento si no es a partir de la escisión constitutiva de lo humano
y el paraíso de la animalidad; los intereses que guían el conocimiento se configuran
históricamente bajo las formas sociopolíticas de segunda naturaleza, pero lo que
atraviesa a todas esas modalidades es la estructura de falta y la ausencia constitutiva.
Así, siendo el conocimiento humano una forma de responder al vacío, se comprende
que “el conocer es instrumento de la autoconservación en la medida misma en que
trasciende la mera autoconservacion” (Habermas, 1989, p.175). El conocimiento
es posible sólo en tanto sus agentes, los sujetos humanos, han trascendido el orden
mismo de la autoconservación, de la necesidad, de la naturaleza.

La técnica en el pensamiento de Martín Heidegger

La tarea heideggeriana del desocultamiento como proceso que lleva a captar la


esencia del ser, tal y como se expone en La pregunta por la técnica, tiene sugeren-
cias particularmente reveladoras para nuestro propósito expositivo. Porque Heide-
gger está pensando la manera particular en que el ser es dado al hombre a través de
la técnica moderna, capitalista. Así, para Heidegger, “el desocultar imperante que
domina a la técnica moderna es un provocar que pone a la naturaleza en la exigencia
de liberar energías, que en cuanto tales puedan ser explotadas y acumuladas” (Hei-
degger, 1997, p.123). Pero esa es la forma específica del desocultar de la modernidad
capitalista, distinta del desocultar al que apunta Heidegger, que es el posibilitado por
el pensar, esto es, posible sólo en el lenguaje, a través del cual se puede dar cuenta
de la verdad en su historicidad. El papel del lenguaje y el pensamiento en el des-
ocultamiento del ser es claro en la obra del filósofo alemán. Por ejemplo en Carta
sobre el humanismo sostiene que el lenguaje es la casa del ser. En su morada habita
el hombre. Los pensadores y poetas son los guardianes de esa morada. Su guarda
consiste en llevar a cabo la manifestación del ser, en la medida en que, mediante su
decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian (Heidegger, 2000, p.12).
Para Heidegger, la posibilidad de desocultamiento es una posibilidad puramente hu-
mana, que lo distancia radicalmente del animal que se halla fuera de la disputa misma
entre el ocultamiento-desocultamiento, ya que ese conflicto se funda con el orden de lo
humano, que es el orden de la cultura posibilitado por el lenguaje, instrumento mismo
del desocultar: “El animal está excluido del ámbito esencial del conflicto entre deve-
lamiento y velamiento, y el signo de tal exclusión es el hecho de que ningún animal y
ninguna planta tienen palabra” (Heidegger, en Agamben, 2006, p.107).
Habría que decir además que en Martin Heidegger hablar del ser significa hablar de
“lo que condiciona decisivamente al hombre, su dimensión histórica más radical, su
112
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

destino, lo que pone al hombre en un camino del desocultar” (Acevedo, 1997, p.92).
Afirmación que apunta justamente a pensar cómo la dimensión histórica más radical sig-
nifica el condicionamiento y la configuración histórica de las posibilidades del sujeto de
relacionarse con la falta constitutiva. Así es que el ser es dado al hombre en una relación
paradójica: lo que es termina siendo la historicidad radical de ese no poder ser comple-
tamente nunca, porque siempre está marcado por una ausencia. Lo que el sujeto es, es el
devenir del relacionamiento con esa imposibilidad misma de ser. El no-poder-ser como
tal es la manera específica en que el hombre es, la manera en que el ser en tanto no-poder-
ser-del-todo-nunca es dado al hombre de forma histórica. Así, ese no-poder-ser como
forma de presentir el ser, para Martin Heidegger “se dona, se da o se destina al hombre
actual -y así, lo destina- en la figura de la técnica moderna” (Acevedo, 1997, p.94).
Lo que el hombre puede ser en ese buscar-ser-permanentemente y no lograrlo nunca,
porque siempre algo termina por faltar, destina al hombre moderno en la forma histórica
específica de manifestarse-el-ser-ahí: como técnica moderna.
La técnica es para Heidegger además de una “manera de destinarse el ser al hombre”,
una “modulación del verificar o estar en la verdad”, porque “el hombre devela lo que hay
de una manera técnica” (Acevedo, 1997, p. 92). Esto es, el ser es dado por los supuestos
que estructuran las posibilidades de enunciación legítima del discurso verdadero, que es
producto de la determinación técnica de ese estar-en-la-verdad; en la modernidad capi-
talista no se está en la verdad por fuera del pensar y el conocimiento técnico y utilitario.
Así entonces ese darse el ser al sujeto moderno, dentro regímenes técnicos de verdad,
configura los modos históricos de relacionarse con la estructura de falta, con la conciencia
de la finitud humana que ella provoca. Esa forma específica implica pensar entonces el
ethos fundamental que se constituye como naturalización de la relación moderna de los
sujetos sólo a través de la técnica. Ese ethos fundamental, dice Bolívar Echeverría, está
marcado en el capitalismo por el productivismo, forma técnica moderna de escapar de
la conciencia de la finitud y la contingencia. El sujeto se ve atrapado así entre dos vacíos
insorteables: el que está detrás, que lo separa para siempre de la naturaleza, y el que se abre
luego en frente de sí a partir de que existe el sujeto como humano, que le anuncia la fini-
tud y la contingencia, no sólo de sí mismo, sino de las formas desplazadas que adopta el
deseo. El productivismo es entonces un salto hacia adelante, hacia el abismo que anuncia
el final, salto que se hace con la idea ilusoria de que a través del perpetuo progreso técnico
lo humano podrá alguna vez sortear ese vacío y alcanzar la plenitud de lo infinito-total.

El productivismo es la huida hacia adelante (…) el intento desesperado de salvarse del carácter
artificial y por tanto finito del mundo humano (…) Para neutralizar la experiencia de esta carencia
de fundamento (…) el comportamiento humano se protege de ella mediante el ethos fundamental
(Echeverría, 2011, p.155).

Pero ese intento es vano, justamente porque la finitud es la verdad última de lo huma-
no, el ser-para-la-muerte es la condición de la existencia auténticamente humana, como
dice Heidegger. La angustia que provoca el estar rodeado de vacío por todos lados es lo
113
Crítica a la técnica moderna. Sujeto del deseo, cultura y política

que invita a pensar la carencia de fundamento: lo humano no tiene de donde sostenerse,


porque de donde trate, encontrará de nuevo el vacío. Pero no podemos olvidar que esa
angustia es además seductora, tal y como conceptualiza Georges Bataille bajo el nombre
de “complejo de Fedra”, que da cuenta de la paradójica relación entre la angustia-repul-
sión y el deseo-seducción (Bataille, 2015, p.105). Así es que la posibilidad de que lo hu-
mano esté en movimiento es justamente que a pesar del horror que provoca el vacío y la
imagen tendida de las cuerdas hacia la oscuridad del suelo que se abre, ese mismo horror
provoca seducción y atracción. Lo humano se juega sólo porque la presencia de la muer-
te, la extinción, la artificialidad y la finitud está por todos lados5. Alcanzar la totalidad, la
eternidad, la plenitud, la naturalidad implicaría detener de una vez y para siempre a lo
humano, porque su motor radica en la ausencia, en el deseo que existe sólo porque algo
faltará en tanto lo humano sea tal. No hay fundamento, pero lo humano esta sostenido en
eso. Nos enfrentamos al asomo irrecusable de la finitud y la contingencia.
La esencia de la técnica moderna radica por ello en el engaño: en el creer y hacer
creer (a través de los modos históricos de modulación del estar-en-la-verdad) que la
ingente cantidad de productos satisface ese deseo, llena el vacío, sortea el abismo. La
esencia de la técnica moderna en ese sentido es bien identificada por Heidegger: provo-
ca que ya no haya más objetos (entes de pie frente al sujeto en tanto único ente que se
pregunta por el ser), no hay más que Bestände (ente listo para el consumo, constante,
existencias, o mejor, “depósito”, tal y como lo define Heidegger)6 (Acevedo, 1997,
p.93; Heidegger, 1997, p.125). Esto posibilita que el desocultar las energías de la na-
turaleza, modo de provocar de la técnica moderna, implique un proceso de aceleración
sin precedentes, descrito del modo siguiente por Heidegger:
El desocultar que domina a la técnica moderna tiene el carácter de poner en el sentido
de la pro-vocación. Ésta acontece de tal manera que se descubren las energías ocultas en
la naturaleza; lo descubierto es transformado; lo transformado, acumulado; lo acumula-
do, a su vez, repartido y lo repartido se renueva cambiado (Heidegger, 1997: 125).
Hablamos entonces de un “desocultar provocante” de la técnica moderna. Es el pro-
ceso que apunta al fin de la naturaleza, en la que lo humano sostiene su reproducción
propiamente dicha: la de su sociabilidad y politicidad. Pero además frente a lo cual lo
humano se define por oposición. En este punto quizá sea importante plantear que esa
forma de ser de la técnica capitalista como dominio y objetualización radical de la na-
turaleza desvirtúa, pues, el sentido mismo de la técnica, provocando, como dice Walter
Benjamin en Calle de sentido único, “la traición de la técnica a la humanidad”. Esta
traición es sólo posible y comprensible en la morfología que le da a la relación humana
con la técnica la modernidad capitalista, pues es ahí donde se olvida que “la técnica
tampoco es el dominio de la naturaleza, sino el dominio de la relación entre naturaleza
y humanidad” (Benjamin, 2015: 91).

5
Dice Bataille: “Nos asomamos al vacío, no para lanzarnos en él Lo que queremos es embargarnos de vértigo, nos
basta con la imagen de la caída” (Bataille, 2015, p.119).
6
Según Heidegger en la modernidad capitalista el hombre olvida al ser para consagrarse al dominio de los entes, al do-
minio de lo cósico: “El lenguaje también nos hurta su esencia: ser la casa de la verdad del ser. El lenguaje se abandona
a nuestro mero querer y hacer a modo de instrumento de dominación sobre lo ente” (Heidegger, 2000: 19).

114
Mundo actual y problemas de la vida cotidiana

Finalmente, es indispensable decir que, en la escisión ontológica entre naturaleza


y cultura -escisión que hace del hombre el ente que se pregunta, en la historia, por el
ser- es que se abre la posibilidad de toda política7. Como recuerda Giorgio Agamben
respecto de la filosofía heideggeriana:
El paradigma ontológico de la verdad como conflicto entre latencia e ilatencia es
de manera inmediata y originaria, en Heidegger, un paradigma político. Es porque
el hombre adviene esencialmente en la apertura de una clausura que algo así como
una polis y una política son posibles (Agamben, 2006: 135).
Por lo tanto, ya que la politicidad misma de los sujetos humanos en tanto producto
de la cultura está sostenida en esa escisión, en esa clausura de la naturaleza para lo
humano, la relación apropiada no puede ser de dominio de la cultura sobre la natura-
leza, como pretende el utilitarismo capitalista. El dominio, bien dice Benjamín, debe
caer no de una parte sobre otra de la escisión, sino sobre el modo y la lógica misma
en que ambos términos se relacionan. Eso abre la necesidad de una transformación
radical en la manera en la que la técnica es dada al ser humano, o en como el ser es
dado a los sujetos humanos de modo técnico en la modernidad capitalista. Por ello
es imperativo afirmar que reconocer la falta, la finitud y la contingencia como rasgos
constitutivos y posibilitadores de lo humano, de su cultura, del lenguaje, de la técni-
ca, de las formas de su sociabilidad y politicidad, no implica afirmar de modo fatalis-
ta la estaticidad de la política. Al contrario, implica afirmar que los sujetos humanos
deben poder decidir y producir las formas de su sociabilidad y politicidad en tanto
reemplazos fetichistas de la ausencia, como estrategias propias de relacionamiento
con la finitud humana que tal ausencia abre. Nuestra sugerencia, siempre parcial y
provisional, es que una condición indispensable para ello es un trastorno radical del
capitalismo en tanto forma histórica específica de relación del sujeto con la técnica.
Ello supondría, en principio, una política de la aperturidad radical del hombre en
tanto no-ser-nunca-del-todo, una política de asunción de la contingencia que no sea
complaciente con el orden histórico específico que significa el capitalismo en la
relación de los sujetos con la estructura de falta, la ausencia y la finitud, tanto más
necesaria, cuanto que el sentido común que domina es aquel que asegura el triunfo
definitivo del orden del capital. Es en ese sentido preciso que adquiere relevancia la
idea de un nuevo “retorno a Freud” sugerida por el psicoanalista argentino Néstor
Braunstein: un retorno “a la escucha de esa voz que resiste al amo, la del incons-
ciente”, pues “su esencia es la resistencia y la búsqueda de caminos para superar la
censura. Es así que “el inconsciente es la política” (Braunstein, 2012: 10).

7
Heidegger describe en su ensayo El origen de la obra de arte que al conflicto propio de la obra de arte como
conflicto entre “mundo y tierra”, que es la reactualización en lo estético del conflicto entre naturaleza y cultura
humana. La tierra es la naturaleza, lo cerrado, lo que no entra en el conflicto del develamiento. El mundo pro-
piamente dicho es el que el hombre construye en el devenir de su historia. El mundo es, pues, la cultura humana.
La idea de Heidegger es que ese conflicto no podría resolverse en la destrucción, sino en la mutua afirmación de
mundo y tierra. Es esa justamente la manera en que la técnica moderna del capitalismo no resuelve ese conflicto
constitutivo de lo humano. (Heidegger, 1992: 80-81).

115
Crítica a la técnica moderna. Sujeto del deseo, cultura y política

Bibliografía

Acevedo, J. (1997). Introducción a La Pregunta por la Técnica, en M. Heidegger,


Filosofía, ciencia y técnica (pp. 87-109). Santiago: Editorial Universitaria.
Adorno, T. (2013). Minima Moralia, Madrid: Akal.
Agamben, G. (2006). Lo abierto. El hombre y el animal, Buenos Aires: Adriana
Hidalgo editora.
Aristóteles (2012). Metafísica. Madrid: Edimat Libros.
Bataille, G. (2015). Historia del Erotismo, Madrid: Errata naturae.
Benjamin, W. (1991). Sobre el lenguaje en general y el lenguaje de los humanos, en:
Para una crítica de la violencia y otros ensayos, Iluminaciones IV (pp. 59-75).
Madrid: Taurus.
------- (2015). Calle de sentido único, Madrid: Akal.
Braunstein, N. (2012). El inconsciente, la técnica y el discurso capitalista. México:
Siglo XXI.
Echeverría, B. (2011). Definición de cultura, México D.F.: Fondo de Cultura Eco-
nómica.
Freud, S. (1984). Más allá del principio de placer, en Obras completas XVIII, Bue-
nos Aires: Amorrortu Editores.
------- (2011). Tótem y Tabú. Madrid: Alianza Editorial.
------- (2012a). El malestar en la cultura y otros escritos sobre violencia y sociedad,
Barcelona: RBA.
------- (2012b). Tres ensayos sobre una teoría sexual y otros escritos, Madrid: Alian-
za Editorial.
Habermas, J. (1989). Conocimiento e interés, en Ciencia y técnica como ideología
(pp. 159-181). Madrid: Tecnos.
Heidegger, M. (1992). Arte y poesía, Buenos Aires: FCE.
------- (1997). La pregunta por la técnica, en M. Heidegger, Filosofía, ciencia y téc-
nica (pp. 113-148). Santiago: Editorial Universitaria.
------- (2000). Carta sobre el humanismo, Madrid: Alianza Editorial.
Lacan, J. (2001). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, en Semina-
rio 11, Buenos Aires: Paidós.
Marx, K., Engels, F. (1974). La ideología alemana, Montevideo, Barcelona: Edicio-
nes Pueblos Unidos, Ediciones Grijalbo.
Nietzsche, F. (1970). Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, en Obras Completas,
vol I, Buenos Aires: Ediciones Prestigio.

116

También podría gustarte