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Monografías y Estudios
de Antigüedad Griega y Romana

Gonzalo BRAVO
En los últimos años, la mujer romana ha centrado la aten- Sabino PEREA YÉBENES
ción de numerosos investigadores y especialmente de las Fernando FERNÁNDEZ PALACIOS
historiadoras actuales que, en cierta medida, la han reivin- (editores)
dicado. El presente libro quiere huir de la perspectiva “de
género” presentando un conjunto interdisciplinar de inves-
tigaciones que tratan de la mujer romana (especialmente
MUJER Y PODER
de las mujeres de la elites) en la perspectiva del poder, EN LA ANTIGUA ROMA
político esencialmente, pero también el religioso, anali-
zando aquellas situaciones familiares, sociales o conflic-
tivas en las que la mujer romana, algunas mujeres roma-
nas, se han significado.

SIGNIFER LIBROS
Gran Vía, 2-2º SALAMANCA
Apdo. 52005 MADRID
http://signiferlibros.com
ISBN: 978-84-16202-22-5
PVP 30,00 €

SIGNIFER
LIBROS
ACTAS DEL XV COLOQUIO
DE LA AIER
Gonzalo BRAVO
Sabino PEREA YÉBENES
Fernando FERNÁNDEZ PALACIOS
(editores)

MUJER Y PODER
EN LA ANTIGUA ROMA

Actas del XV Coloquio de la Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos,


celebrado en Madrid del 25 al 27 de octubre de 2017

SIGNIFER LIBROS
Madrid – Salamanca
2018
SIGNIFER LIBROS
Monografías de Antigüedad Griega y Romana
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Colección dirigida por Sabino Perea Yébenes

El contenido de este libro no puede ser reproducido ni plagiado, en todo o en


parte, conforme a lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, ni
ser transmitido con fines fraudulentos o de lucro por ningún medio.

IMÁGENES DE LA PORTADA: Escultura de Livia, hallada en Paestum, ahora conservada en el Museo


Arqueológico Nacional de Madrid. A su lado, imagen de una de las hojas del díptico de marfil conservado en
el tesoro del duomo de Monza, con la imagen de Serena, esposa de Estilicón.

© Propiedad intelectual: de cada uno de los autores


© De la presente edición: Signifer Libros 2018
Gran Vía, 2-2º SALAMANCA 37001
Apdo. 52005 MADRID
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ISBN 13: 978-84-16202-22-5
ISBN 10: 84-16202-22-2
D.L.:
Imprime: Eucarprint S.L. - Peñaranda de Bracamonte, Salamanca
El amor se alimenta con dulces miradas

Ovidio
Ars am. III 510
CONTENIDO

Presentación (G. BRAVO; S. PEREA YÉBENES) ............................................................. 11-14

I.- MUJERES EN LAS ÉPOCAS MONÁRQUICA Y REPUBLICANA

MAYORGAS, Ana
Acca Larentia y el poder de la memoria femenina en Roma ......................................... 17-31

CABRERO, Javier - MORO IPOLA, Milagros


Las mujeres al servicio de la política en la Roma de los Escipiones ............................. 33-53

NOVILLO LÓPEZ, Miguel Ángel


César y Servilia: ¿relación de amor o de interés político? ............................................. 55-65

SAN VICENTE, José Ignacio


Mujeres y poder durante el Segundo Triunvirato .......................................................... 67-84

LÓPEZ PÉREZ, Mercedes


Fulvia Flacca Bambalia, la primera mujer al servicio del poder en Roma ................. 85-101

PEREA YÉBENES, Sabino


Atia y la profecía de Nigidio Figulo sobre el Dominus terrarum orbi natus .............. 103-127

II.- MUJERES EN EL ALTO IMPERIO

PASTOR MUÑOZ, Mauricio


Livia, el poder en la sombra ........................................................................................ 131-153

LILLO BOTELLA, Carles


El harén de Herodes: política y género en la corte de los hasmoneos
y herodianos ................................................................................................................ 155-172

FERNÁNDEZ URIEL, Pilar


Mulieres negotiatrices. Poder económico y posición social de la mujer
en la Roma del siglo I d.C. .......................................................................................... 173-187

SANZ PALOMERA, Gustavo


La donatio honoris: esposas en campaña electoral ..................................................... 189-206
III.- MUJERES EN EL BAJO IMPERIO

ACERBI, Silvia
Basileia femenina y primado petrino: relaciones entre emperatrices teodosianas
y obispos de Roma en la Antigüedad tardía.. ............................................................. 209-222

BRAVO, Gonzalo
Serena, una hispana de época teodosiana aspirando a controlar el poder imperial .... 223-235

GUZMÁN ARMARIO, Francisco Javier


“Una auténtica furia hecha mujer” (Amm. Marc., 14, 1, 2). Constantina en el
ejercicio del poder del césar Galo (351-353 d.C.).. ................................................... 237-246

SEIJO IBÁÑEZ, Elisabet


Benevolencia imperial: el agradecimiento de Juliano a la emperatriz Eusebia.......... 247-258

SERRANO MADROÑAL, Raúl


Licinia Eudoxia y el saqueo de Roma (455). Una revisión crítica ............................. 259-270

III.- MUJERES EN HISPANIA

MORALES RODRÍGUEZ, Eva María


Potestas et femenina visibilitas en la Hispania meridional ....................................... 273-289

FORNELL MUÑOZ, Alejandro


La mujer romana en el ámbito jiennense: empoderada vs. marginada ....................... 291-307

IV.- COMUNICACIONES

GORDILLO SALGUERO, David


Magnorum proles genitorque deorum. Las princesas flavias y el proyecto
político de Domiciano.. .............................................................................................. 311-327

ORTIZ CÓRDOBA, José


Movilidad geográfica en el sacerdocio femenino del culto imperial en Hispania:
las flaminicae provinciales.. ....................................................................................... 329-348

FERNÁNDEZ ROJO, Begoña


La construcción de identidades políticas y religiosas en torno al culto a la mártir
Eulalia ........................................................................................................................ 349-361
Presentación

La literatura científica sobre la mujer romana es enorme; tanta que, casi obliga-
toriamente, un nuevo libro sobre el tema exige de algún modo una justificación.
Nos gustaría decir, en esta presentación, que no estamos ante un libro “de géne-
ro”, con participación femenina exclusiva, que no es ni feminista ni antifeminista. Es,
sencillamente un libro de Historia. El amable lector verá en el índice que hombres y
mujeres hablan, con toda naturalidad y profesionalidad, de algunas mujeres que prota-
gonizan algunos momentos estelares de la historia antigua de Roma. En este libro no
hay –creemos– reivindicaciones, más allá de la reclamación del recuerdo de las accio-
nes y presencias en la Historia, a la sombra del poder, al lado del poder, o ejerciendo,
de facto, un poder real sobre los que de iure ostentan, ostentaban legalmente, el poder
en Roma: los hombres.
Podría decirse que la mujer es, en la Historia de Roma, una protagonista ausen-
te. O relativamente ausente en su omnipresencia. Por doquier vemos a las mujeres en
las obras de Livio, de Tácito, de Suetonio, de Casio Dion; y no digamos, aunque con
otro sentido muy diferente, en las obras de Juvenal, Marcial o Persio. Como historia-
dores, nos interesan más los primeros, los historiadores, los que, al hablar de la políti-
ca y de las res romanae, entreveran en sus relatos la participación activa de las muje-
res. Lo mismo se hace extensivo a la Antigüedad Tardía, en las obras de Amiano Mar-
celino, de otros historiadores o autores de la época. En este sentido, particularmente
ricos en referencias a la mujer son los textos de los autores cristianos de época teodo-
siana –los llamados “Padres de la Iglesia”– que a menudo hacen referencia en sus
escritos a las mujeres como protagonistas de la vida social y política, implantando
nuevos modelos de vida, amparadas a menudo en la protección que les proporciona
vivir “a la sombra del poder”.
Esta es la perspectiva que aquí nos ocupa: la mujer actuando, más o menos di-
simuladamente, en los escenarios principales del poder político, en los círculos del
poder efectivo, de las grandes familias senatoriales republicanas, o en la domus augus-
ta imperial, o próxima a las jerarquías eclesiásticas, más tarde. En estos ambientes
políticos y sociales de la elite, la mujer –algunas mujeres– se mueve ágilmente, inten-
tando influir en el devenir del destino de Roma: Fulvia, la esposa de Marco Antonio, o
Atia, la madre de Octavio-Augusto, pueden valer como ejemplos, tratados en este
libro, de influencias de las mujeres en el devenir transcendental de la historia. Trans-
cendental porque las vemos actuar en momentos críticos, paradigmáticamente críticos,
de la historia, en los que, incluso, aspiran al poder, como ocurre con el caso aquí estu-
diado de la hispana Serena, sobrina del emperador Teodosio y esposa del poderoso
general Estilicón.

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Presentación

Los autores clásicos, de los que nos nutrimos, eran generalmente misóginos, po-
siblemente porque la sociedad romana también lo era. Los senadores romanos que
presumían de ser intelectuales, como Catón, presumían de tener una doble moral –la
que ejercían en la vida privada y la que exhibían en la vida pública– que no podía ni
debía ser traicionada. El gran Plutarco se muestra muchas veces como un misógino
(por ejemplo, Quaest. rom. 101), acorde con la idea de sexualidad que propone el es-
toicismo. La doble moral era costumbre bien asentada en Roma, o, como dijo Fou-
cault, una “moral abierta” como se lee en las páginas de su Histoire de la sexualité.
Pero es que el teatro –el de Terencio y más aún el de Plauto– está lleno de comentarios
jocosos que hoy día serían claramente reprochables por las feministas, pero que las
mujeres romanas pocas veces combatieron. Y si los combatieron, pocas noticias nos
han llegado en tal sentido.
Hay un autor que se ha utilizado pocas veces como fuente para la historia social
del feminismo en Roma, y cuya lectura recomendamos vivamente. Nos referimos a
Aulo Gelio, que en sus Noches Áticas nos ofrece una serie interesantísima de testimo-
nios antiguos en los que se exponen con cruda realidad los problemas “de género”
ilustrados con casos reales. Si antes dijimos que la sociedad romana era “machista” o
incluso misógina, ello tiene una clara explicación histórica y social: la fuerza del pa-
triarcado arcaico, que pervive durante muchos siglos en los fundamentos de la socie-
dad romana. Esto es indiscutible por cuanto sabemos de sus costumbres, y sobre todo
de las leyes romanas, que evidencian el claro déficit de la condición de la mujer en
Roma en lo que respecta al matrimonio, a las herencias, a “la no patria potestas”, por
citar solo algunos de los muros jurídicos que se levantaron contra los derechos de las
mujeres. Un solo ejemplo para ilustrarlo. Como es sabido, desde el punto de vista jurí-
dico, la mujer romana quedaba bajo la potestad del varón, según su situación: patria
potestas, manus, tutela mulierum. Pero esta condición de sometimiento o control era
particularmente evidente en el caso de las herencias. Hasta fines del siglo II d. C., una
mujer, aun casada (cum manu), quedaba bajo la potestad del padre hasta la muerte de
este. Si la mujer, aun casada, moría intestada (sin otorgar testamento), al carecer de
herederos legítimos, sus bienes eran heredados por el padre o el familiar más próximo
y no por sus hijos legítimos. Esta situación se mantuvo hasta el siglo IV, cuando la
legislación constantiniana establece que al menos una cuarta parte de los bienes de la
madre debe ser heredada por sus hijos, a menos que alguno haya sido previamente
desheredado por ella. Que esta legislación se repita a menudo después es la mejor
prueba de que no siempre se cumplía.
A pesar de ello, son pocas las “Lisístratas” que, en Roma, fueron capaces de or-
ganizar un movimiento de resistencia femenina en contra de los hombres. Pero no
queremos dejar de citar un curioso texto, transmitido precisamente por Aulo Gelio,
que reproduce un discurso de Catón, en el que la mujer romana tuvo un atisbo de re-
beldía, y hasta de indignación, reclamando la poligamia para las mujeres.

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Presentación

Antaño era costumbre en Roma que los senadores se presentaran en la curia


acompañados de sus hijos, todavía vestidos con la toga pretexta. Cierto día, se
estaba discutiendo en el Senado un asunto de importancia, y la deliberación se
alargó hasta el punto de decidirse que sería retomada al día siguiente, pero que,
hasta que no hubiera decreto definitivo, se debía mantener en secreto; por la tar-
de, la madre del joven Papirio, que había asistido a la sesión junto a su padre, le
preguntó que cuál era el tema del que habían hablado los senadores ese día. El
muchacho le respondió que se trataba de un secreto y que no podía revelarlo.
Eso hizo que la dama tuviera aún más ansia de conocer el asunto; el misterio y
el silencio de su hijo la incitaban a hacerle cada vez más preguntas; si primero
había adoptado una actitud de interés, luego se hizo más apremiante. Entonces
el chiquillo, viendo la insistencia de su madre, se decidió por una salida oportu-
na y chistosa. Dijo que en el Senado se había estado discutiendo lo que sería
más útil y conforme a los intereses del Estado, como era si convenía que un
hombre tuviera dos esposas o, por el contrario, una esposa dos maridos. Cuando
la señora oyó esto se trastornó, salió de casa en estado de absoluta obcecación y
se fue volando a ver a las otras damas. Al día siguiente, se vio llegar al Senado a
una horda de mujeres casadas. Sin dejar de llorar ni suplicar, rogaban que se
dieran dos maridos a una mujer antes que dos esposas a un solo hombre. Los
senadores que iban entrando en la sala se preguntaban estupefactos a qué venía
semejante desbordamiento femenino y tanto ruego. Entonces, el joven Papirio
avanzó hacia el centro de la curia, explicando la insistencia con la que le había
intentado sonsacar su madre y la conversación que luego mantuvieron... (Gell.
I, 23, 1 ss.).

Ante la situación, Catón comentó: “No me extrañaría nada que sea cierto ese
comentario que circula por ahí: que antaño en cierta isla la raza masculina fue exter-
minada por completo por culpa de una confabulación de mujeres...”. Hoy día Catón
estaría denunciado por estas palabras; y no le vemos precisamente ejerciendo de pa-
trón honorífico de una asociación de mujeres.
Está muy bien que hoy se invoquen con orgullo aquellas reivindicaciones feme-
ninas y se recuerde a la ínclita Lisístrata como abanderada de los derechos de las mu-
jeres griegas. Pero Lisístrata es una ficción, una anécdota. Y casi una anécdota es el
relato que acabamos de trascribir de la esposa del senador Papirio y de su eventual
motín a las puertas del Senado reclamando, en vano, el poder tener dos esposos. El
Imperio romano no es el “reino de las amazonas”; el reino de las amazonas es una
utopía. Y, para su desgracia, en Roma la mujer fue siempre jurídicamente una menor
de edad. Y de eso no podemos culparnos nosotros.
La mujer estaba omnipresente en la vida cotidiana de Roma, su importancia en
la vida privada era clave, pero estaba omniausente de la vida política. Si la política es
una forma de poder, y el poder se ejerce también con la política, ¿cómo es que nos

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Presentación

hemos atrevido a hablar de “Mujer y poder” en este coloquio, y ahora a llevar nues-
tras ideas en este libro?
Obligados a sincerarnos, debemos decir que, en la mayoría de los casos, se trata
de mujeres que tienen poder porque están al lado o en el círculo de los poderosos. Que
es un poder en la sombra, o a la sombra de los que gobiernan o de los aristócratas ro-
manos; que las mujeres poderosas lo son porque sus esposos o parientes lo son. El
ejemplo pluscuamperfecto de lo que queremos decir es Livia, la esposa (segunda y
definitiva) de Augusto y madre del futuro emperador Tiberio. Livia no hace leyes, no
es magistrada, no decide la guerra: influye directamente en quienes hacen las leyes, las
hacen cumplir, deciden hacer la guerra, etc. Livia no tiene poder constitucional, pero
es poderosa “parainstitucionalmente”, un poder efectivo, indiscutible, pero no recono-
cido por ley alguna.
En definitiva, Livia puede ser el paradigma de mujer poderosa en los círculos de
poder romanos; Faustina, Plotina, Julia Domna, quizás son sus émulas en los siglos
posteriores. Consortes de grandes emperadores, se nos muestran como grandes muje-
res. Zenobia, en Palmira, es quizás una excepción. Su éxito radica en que, siendo mu-
jer, asume y usurpa los roles del varón: una mujer a la cabeza de un ejército, de su
reino independiente de Palmira, que es también una excepción en la historia política
de Roma, aunque en este caso no se trata de una anécdota, sino de un hecho histórico
incontestable y bien documentado.
Podríamos preguntarnos finalmente: estas mujeres que se mueven en los círcu-
los aristocráticos, que coquetean con el poder (con los poderosos), hasta ejercer en
diferido un poder efectivo, ¿representan a la mujer romana en su conjunto o sólo a una
minoría? Si es así, quizás habría que preguntarse también por qué estas mujeres de la
aristocracia romana exhiben formas y costumbres muy diferentes de las mujeres del
pueblo, anónimas o alejadas de los aledaños del poder. ¿O la mujer aristócrata romana
demuestra hacia la mujer del pueblo tanto desdén como el hombre romano hacia las
mujeres en general, o acaso más?
Que opinen el amable lector y la amable lectora.

Gonzalo Bravo
Sabino Perea Yébenes
Idus Maias
MMXVIII

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