Ahora, cabría preguntarse si lo que hace Juan Manuel con Javier no es lo mismo;
es evidente que no lo contiene “agresivamente”, para medicarlo físicamente a la
fuerza, pero en su convicción de que el medicamento es lo que Javier necesita,
intenta convencerlo a toda costa, incluso a través de engaños, y a través de su
discurso sanador, como si efectivamente los medicamentos psiquiátricos eso
hicieran, sanar. Javier cuestiona constantemente el sistema, plantea preguntas
lógicas desde su punto de vista. “No necesito medicación” dice en algún momento
del documental. Aun cuando Javier presenta crisis, es un hombre que tiene un
universo propio, con una capacidad enorme para expresarse, tanto a través de sus
pinturas como a través de sus escritos. Expresa su enfermedad con el término “radio
mental”. Javier es uno de los que da la cara y se muestra tal y como es. Nos muestra
explícitamente un mundo interior muy rico en detalles. Sus pinturas y sus
explicaciones son magnéticas y rompen de manera radical con el concepto de
enfermo mental.
Por lo anterior, cabe repetir, que la mirada de este documental cuestiona los puntos
de vista absolutistas: <lo único que hay es el medicamento y es lo único que sirve>.
Y, sirve ¿para qué? Quizá para mantener al sujeto así, sujeto, bobalicón, “relajado”,
demasiado relajado, como decía Javier, y esto ¿para qué?, para mantener un
control social quizá. Muy fácil para algunos. Eso sí, de ninguna manera, se quiere
aludir con esto, es decir, con la pretensión de la abolición del absolutismo
psiquiatrical (como le llamaría yo), que las enfermedades mentales no existan o no
lo sean, sino que el concepto de enfermedad mental es algo que hay que tratar con
cuidado. Sobre todo hay que empezar a dejar de tratar a estas personas, como
personas irracionales, de tratarlos desde su enfermedad y tratarlos como “personas
únicas” como dice una de las psiquiatras del centro. ¿Cómo se puede facilitar la
vida de esa persona? ¿Qué necesidades tiene? Digamos que cada persona tiene
unas necesidades distintas y que dentro de la enfermedad hay miles de matices, de
cosas distintas, de aristas.
Remite lo anterior, al caso de la mujer que dice que “ella” (la mujer de su
alucinación), le ha hecho brujería. Esta es una mujer que sufre porque no es
escuchada, dice ella que no le importa que quien le habla en el documental le haga
muchas preguntas, porque se desahoga. Es evidente, que la única necesidad de la
mujer no es el medicamento. Sin embargo, indica también que el medicamento la
ha ayudado, habrá que ver cómo, o a quien ha ayudado, porque sin conocer los
antecedentes de esta mujer, impacta verla en ese estado, parece incluso
deteriorada cognitivamente, y cabe la pregunta si han sido los medicamentos los
que la han deteriorado en el tiempo, tal y como lo hemos visto en clase. En todo
caso, en este testimonio, vemos el centro de la reflexión, y se llega a la pregunta
¿por qué se apuesta sólo por el tratamiento medicamentoso? Parece que pesan
más los intereses políticos y económicos mencionados al inicio del escrito.
En conclusión, este documental pone sobre la mesa la fragilidad del ser humano.
Será nuestro deber seguir haciendo reflexiones en torno a la psiquiatría y su apuesta
por los tratamientos medicamentosos.