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Por Fernando Trujillo

“Respeta la raza, la cultura y la identidad de todo pueblo. Al tuyo amalo”

Pedro Varela

En este mes conocido como “mes de la patria” de venta de banderas en cada


puesto, de que el gobierno y la televisión hacen apología de un patriotioterismo
artificial, de exclamar “¡Viva México!” como mantra, de vestir sombreros charros y
embriagarse con tequila barato en las llamadas “fiestas patrias”—algo que puedes
hacer cualquier fin de semana—mientras gritas “viva México” con una bandera
hecha en China, es necesario revaluar lo que es la identidad mexicana o mejor
dicho las identidades mexicanas.

Septiembre es pura mercadotecnia, la independencia se dio el 24 de agosto de


1821 con la firma de los Tratados de Córdoba entre Don Agustín de Iturbide y el
virrey Juan O’Donoju y si vamos más atrás veremos que la verdadera
independencia se dio cuando Hernán Cortes y los conquistadores liberaron a los
pueblos indígenas del yugo de los tiranos aztecas.

¿Qué es la identidad mexicana?


Primero que nada en vez de hablar de una sola identidad mexicana deberíamos
hablar de diversas identidades mexicanas, porque el territorio mexicano es tan
diverso y cada uno de sus pueblos es tan diferente.

La idea de una única identidad mexicana es una creación centralista-federal para


borrar toda la diversidad del territorio y mantenerlo sometido a la tiranía
republicana. Una misma identidad para atraparlos a todos, emulando al Anillo
Único de Sauron de la literatura de Tolkien.

En el contexto indígena, México no es un país azteca—como la historia oficial y el


discurso patriotero nos imponen—existen diversos pueblos indígenas como los
mayas, los zapotecas, los totonacas, los chichimecas y los tan odiados por la
historia oficial tlaxtaltecas.

La Corona Española entendió estas diferencias y por eso respeto la libertad y


autonomía de los indígenas, cosa que la republica masónica nunca ha hecho.

Pero el territorio mexicano no es únicamente los pueblos indígenas, sino y sobre


todo la herencia hispano-criolla y esta herencia es tan diversa que no se puede
juntar en una misma idea de “identidad nacional”.

Esa idea de crear una única identidad nacional nació con la republica que a fuerza
quiso crear una misma historia, una uniformidad y eliminar los elementos que son
parte del alma hispana (la monarquía, la fe católica, etc.), creando una identidad
artificial que nunca ha correspondido con los pueblos de México.
En realidad no existe tal cosa como la identidad mexicana, existen la identidad
yucateca, la identidad regimontada, veracruzana, tapatía, chiapaneca, etc.

Existen muchas identidades unidas por el elemento hispano-criollo como nuestra


herencia.

Cada uno de estos pueblos tiene su propia idiosincrasia, sus propias tradiciones y
raíces. Me explico, no es lo mismo la idiosincrasia del yucateco que la del
regimontano o la del michoacano, si visitas cada uno de los estados veras que su
gente, sus costumbres y formas de pensar son muy diferentes.

Nos une el español y la herencia hispana pero en si somos muy diferentes unos
de otros.

Una de las principales razones del estancamiento del país es debido a que
estamos atados al gobierno capitalino, una ciudad cosmopolita y liberal que no
respeta y somete la cultura y diversidad de otros estados.

La Corona Española entendió esta diversidad y los imperios de Iturbide y


Maximiliano pero la república se encargó de acabar con la diversidad cultural.
Una vez independizado y derrocado el imperio de Iturbide, se impuso el sistema
republicano, copia del yanqui pero totalmente mal hecho, la republica masónica
conformada por burgueses que odiaban la herencia hispana y su diversidad se
encargaron de crear divisiones artificiales de los estados y su ineptitud provoco la
gran pérdida de la totalidad del territorio del norte a manos de Estados Unidos.

A la republica masónica no le interesaba tener pueblos orgullosos de su identidad


y de su historia, así que mutilo al país creando estados artificiales y se encargó de
crear una sola identidad basada en los valores republicanos.

Con el fin del imperio de Maximiliano, Juárez reafirma y hace más fuerte el
sistema republicano y desde ahí se estableció una misma identidad (liberal y anti-
tradicional), una misma historia oficial, un mismo sistema de gobierno. Todo ello
artificial.

En el siglo XX la hegemonía cultural del cine, la televisión y la música se han


encargado de crear y recrear una falsa identidad nacional.

Así el temprano cine mexicano impuso la imagen del charro, del mexicano cantor,
pícaro y tramposo.

La figura del charro es auténtico de Jalisco, es una expresión cultural propia de los
tapatíos pero no de los otros pueblos. Pasa lo mismo con la música de mariachis
que es propia de Jalisco, Colima y Michoacán, es música folklorica de esos
estados pero a mí como yucateco y neoleonés no me representan.
Las figuras del charro y el mariachi son propiamente hispano-criollas y resulta una
contradicción muy grande que sean parte de una identidad nacional artificial que
ve a los españoles como invasores y genocidas.

Alrededor del mundo se asocia al mexicano con el charro y el mariachi, esta


exportación ignora los trajes típicos de los otros estados y crea una falsa
uniformidad.

Otra imagen de falsa identidad nacional es el pachuco, imagen importada por los
chicanos de Estados Unidos, el pachuco es una figura relacionada a ambientes
barriobajeros, criminales y marginales, el cine y la televisión se han encargado de
hacer del pachuco otra cara de México a través de figuras como el cómico Tin Tan
y la música de la Maldita Vecindad.

Así tenemos la imagen del mexicano como pachuco, vendiendo drogas o


regentando un burdel, si esa es la imagen que exportamos a todo el mundo.

Pero de todos los estereotipos e identidades artificiales la peor es la figura del


chilango.

Nombre con el que se conoce a los habitantes de la Ciudad de México, la


hegemonía cultural ha convertido al chilango en sinónimo de identidad nacional.

Bandas como Café Tacuba, Molotov y la antes mencionada Maldita Vecindad se


han encargado de importar a todo el país (y al mundo) la imagen del chilango
barriobajero, mal hablado, resentido socialmente, asociado con el aberrante lema
de “el pueblo unido jamás será vencido”.

Por su puesto la imagen del chilango es alguien perteneciente a la izquierda


política, desarraigado de sus raíces hispano-europeas.

El cine mexicano (cada vez más sórdido y repulsivo) importa esta imagen, el
chilango viviendo ya sea en su faceta de “naco” viviendo en barrios, delinquiendo,
siendo oportunista y tramposo o en su faceta de “mirrey” drogándose en elegantes
vecindarios, conduciendo autos lujosos y diciendo “wey” en cada línea, se han
convertido en dos caras de la misma moneda, arquetipos decadentes de una
identidad artificial cada vez más repulsiva.

La hegemonía cultural volvió al chilango símbolo de identidad nacional, esta


imagen corresponde a la capital no a los otros pueblos de México.

La república masónica ha creado una identidad única y artificial importada en la


que el chilango es el mexicano ideal, Frida Kahlo y Diego Rivera son símbolo del
mundo del arte, Benito Juárez y Pancho Villa son los héroes por excelencia y la
música de Café Tacuba es nuestro máximo intérprete.

Ídolos esquizofrénicos y mediocres para una identidad esquizofrénica y mediocre.


Toda esta (anti) cultura no me representa.

Todos estos elementos mencionados son celebrados cada “mes patrio” como
símbolos de la identidad mexicana, una identidad que resulta ser un monstruo de
Frankenstein cultural.

Los pueblos que conforman México tienen cada uno su propia identidad, su propia
cultura y tradiciones que no se acoplan a una única identidad, compartimos
valores como la herencia europea y la fe católica, la hispanidad es tan diversa y en
el entendimiento y respeto de esta diversidad puede haber un avance.

No somos un país chilango, no somos un país azteca, somos un territorio diverso


con pueblos que poseen su propia alma e identidad.

Frida Kahlo comunista y feminista podrá representar a la muy liberal CDMX pero a
mí no me representa, a mí me representan los Montejo los fundadores de la
ciudad de Mérida y don Luis de Carvajal y de la Cueva fundador de la ciudad de
Monterrey.

Si ha de haber una nueva independencia será la de los pueblos libres de México


contra la tiranía neo-mexica de la capital, por el derecho y el respeto a su
identidad.

Este septiembre no festejare ni los héroes ni la mercadotecnia republicana, en


todo caso a los verdaderos libertadores: Hernán Cortes y Agustín de Iturbide,
héroes y hombres de honor borrados por el federalismo de (su) la identidad
nacional.

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