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Historia de filosofía antigua

La ambigüedad del lógos

La dificultad de comprender el texto griego

El logos en la grecia Arcaica

-Felipe Martinez Marzoa Historia de la Filosofía Antigua y Medieval pag 19

-Felipe Martinez Marzoa De Grecia y la Filosofía pag 95

El logos en Heráclito

Explicación, acontecer, dios

Pólis, filosofía, "poesía"

¿De que sabe un sophistes?

¿Por que tò (e)òn?

De Parmenides a Zenón

Todo está lleno de dioses

Nunca una simple anécdota ha dado para tanto. Pero lo cierto es que más allá de su veracidad, la
historia de Tales de Mileto (ca. 640/639-546/545 a. C.), según la cual éste habría caído en un pozo
mientras contemplaba una noche las estrellas en compañía de una risueña muchacha, se ha convertido
en la imagen prototípica del sabio distraído que, ocupado en todo tipo de materias abstractas, no es
capaz de ver lo que tiene a sus pies. La caída de Tales, como veremos, es nada menos que el mito
fundacional de la historia de la teoría. En el complejo proceso de su recepción, como ha demostrado Hans
Blumenberg (1920-1996){1}, esta historieta, aparentemente cómica, con todas sus variaciones, compendia
lo que cada época ha sentido respecto a la figura extravagante del hombre teórico. Una anécdota, sí, pero
una anécdota que nos lleva a través de un viaje fascinante por la historia del pensamiento y de la cultura
en la dilucidación de las relaciones, siempre tensas, entre la extraña pose del intelectual y el sentido
común del resto de los mortales. La anécdota es una metáfora de �la teoría como comportamiento
exótico», de la risibilidad, en suma, de la vida contemplativa para los que no entienden su razón de ser.
De Platón a Heidegger, la caída de Tales en el pozo, dependiendo de donde se haya puesto el acento, ha
sido como un presagio fatídico de la sima que le espera a quien, entre cielo y tierra, tiene la osadía de
subir a la cima de un saber sin consecuencias prácticas inmediatas para la vida.
Si bien es Platón (428/427-347 a. C.) el primero en transmitirnos la anécdota sobre Tales, la imagen
del filósofo caído en desgracia podría haberse prefigurado ya en una fábula que se nos ha conservado en
Esopo (s. VI a. C.). La fábula dice: Un astrónomo se había impuesto como norma salir de casa cada
noche para observar las estrellas. Una vez, cuando merodeaba por los alrededores de la ciudad, con toda
la fuerza de su espíritu concentrada en el cielo, no se dio cuenta de que había un pozo y se cayó dentro
de él. Entonces gritó de dolor y pidió socorro. Alguien pasaba por allí y le oyó, se acercó y vio lo que
había sucedido, y le dijo: ¿Así que eres uno de esos que quiere ver lo que hay en cielo pero hace caso
omiso de lo que hay en la tierra? {2} El sentido recriminatorio que subyace en estas palabras se corrobora
en la moraleja que Esopo extrae de la fábula y desde entonces no ha dejado de aparecer cada vez que se
ha querido censurar el ensimismamiento alejado del mundo de la vida del hombre teórico. Esopo, con su
buen sentido, advierte: Esta historia se puede aplicar a gentes que se hacen notar por un comportamiento
extraño y no llevan a cabo nada de lo que hacen las personas normales. El astrónomo de Esopo es, para
Platón, el primer filósofo griego, Tales de Mileto, y la persona anónima que pasaba por allí, una esclava
�o sea el más inculto de los seres humanos que era capaz de representarse un heleno–{3} la muchacha
tracia. Platón nos refiere la anécdota en boca de Sócrates: Como también se dice que Tales, mientras
estudiaba los astros� y miraba hacia arriba, cayó en un pozo, y que una bonita y graciosa criada tracia se
burló de que quisiera conocer las cosas del cielo y no advirtiera las que tenía junto a sus pies {4}. Pero
Platón no sólo pone los nombres pertinentes para despejar la ambigüedad característica de la fábula
esópica, sino que su propia moraleja (epimythion) está muy lejos de la intención original de la misma de
reconvenir con un consejo práctico a quien da la impresión de carecer de la habilidad necesaria para las
cosas de este mundo. En Platón no se censura ya al teórico, más bien se anticipa lo que puede ser su
destino trágico ante la ciudad. La moral añadida por Platón a la historia dice ahora que: La misma burla
vale para todos aquellos que se introducen en la filosofía. Pero la risibilidad de la teoría, y este es el
problema que Platón detecta, deriva pronto en una actitud de franca hostilidad hacia el teórico. La risa de
la muchacha se convierte en el odio del pueblo, el pozo en el que cae el absorto prendido del cielo en
la polis donde se dirimen los asuntos humanos, la astronomía en filosofía y Tales no sería otro, en el
fondo, que el Sócrates platónico prefigurado en el Sócrates histórico condenado a muerte por la ciudad
que le había visto nacer. Ahora, la astronomía, que parece que Tales introdujo entre los griegos, no era
más que un caso especial de rareza por la ocupación con lo esencial: sólo ya su metáfora.
Al margen de esta identificación de Sócrates (470/469-399 a. C.) con la ilustre figura de su
predecesor, ¿podría tener alguna verosimilitud histórica la anécdota referida a la actividad del propio
Tales? A juzgar por las palabras de Diógenes Laercio (s. III d. C.), que recoge aquí el testimonio de otros
doxógrafos, el sabio milesio sólo habría escrito dos obras sobre el solsticio y el equinoccio, porque estimó
que«lo demás es incomprensible»(t� áll� akátalepta e�nai dokimásas){5}. La pregunta es inevitable:
¿no se estaría refiriendo el filósofo conocedor del cielo con ese «lo demás» a todo el mundo de la vida
que queda a los pies de su alta contemplación? La incomprensibilidad de la vida sancionada por el
pesimismo vital de los griegos sería, por tanto, la causa por la que el contemplativo se refugia en lo único
que para él tiene el carácter de un cosmos, es decir, los astros del cielo con la uniformidad de sus
movimientos. Desde este punto de vista, el desinterés del teórico por lo mundano encontraría una
justificación a su vez teórica, pero ésta no le libraría de eventuales tropiezos con la realidad que
manifiestan, en última instancia, la inutilidad, y aun el perjuicio, de la teoría para la vida. Sin embargo,
como se muestra en otra anécdota aparentemente opuesta a la de su caída, Tales sabía tanto o más de
las cosas de este mundo que las personas normales de Esopo, lo que ocurre es que habitualmente no
sentía ningún interés por ellas, matización que salva aquí su condición insobornable de hombre teórico a
pesar de todo. Aristóteles (ca. 384/3-322 a. C.), como para contradecir a Platón, refiere en la Política la
siguiente historia: Cuentan que una vez que unos le reprochaban, viendo su pobreza, la inutilidad de su
filosofía, previó, gracias a sus conocimientos de astronomía, que habría una buena cosecha de aceitunas,
cuando aún era invierno; y con los pocos dineros que poseía, entregó las fianzas para arrendar todos los
molinos de aceite de Mileto y de Quíos, alquilándolos por muy poco cuando no tenía competidor. Y en
cuanto llegó la temporada, los realquiló al precio que quiso y reunió un buen montón de dinero para
demostrar que es fácil para los filósofos hacerse ricos, cuando quieren; pero que no es por eso por lo que
se afanan{6}.
Nótese que en esta historia Tales prueba el valor de la filosofía para la vida gracias a sus
conocimientos de astronomía. Para la protohistoria de la teoría, astronomía y filosofía son las caras de
una misma moneda. Tales filósofo o Tales científico no es una alternativa históricamente viable. Pues el
primer filósofo era también, como todos sabemos, matemático y astrónomo (además de comerciante,
estadista e ingeniero). La utilidad de la teoría habría quedado demostrada desde su mismo acto
fundacional. ¿Se habría reído de él la joven mujer de haberlo sabido? Ante las proezas de la teoría, la risa
de la tracia pierde su gracia. A este respecto, mucho más importante que la anécdota sobre los molinos
de aceitesería el hecho, considerado como uno de los acontecimientos más importantes de la antigüedad,
de que Tales predijo un eclipse de sol (28 de mayo del 585 a. C.). Heródoto (474?-425 a. C.) fue el primer
autor en darnos la noticia: Cuando la guerra entre ellos había alcanzado ya, con resultado indeciso, su
sexto año, tuvo lugar un combate durante el cual sucedió que, repentinamente, el día se hizo de noche.
Se trata de la pérdida de luz que Tales de Mileto predijo a los jonios, fijando su límite el año en que
realmente ocurrió{7}. Ahora bien, no ha sido esta predicción, sino su afirmación de que todo proviene del
agua y está sobre ella la que desde Aristóteles hasta nuestros días, ha sido universalmente considerada
como la causa de que se le tuviera por el primer filósofo {8}. Nietzsche helenista se preguntaba, con razón,
si es realmente necesario mantener la calma y la seriedad ante semejante afirmación. Pues de la
respuesta a esta pregunta depende que podamos seguir haciendo de Tales el primer filósofo. El joven
Nietzsche supo mantener la calma: Sí, y por tres razones: la primera, porque la tesis enuncia algo acerca
del origen de las cosas; la segunda, porque lo enuncia sin imagen o fabulación alguna; y, finalmente, la
tercera razón, porque en ella se incluye, aunque sólo en estado de crisálida, el pensamiento «Todo es
uno». La primera de las razones enunciadas deja aún a Tales en compañía de la religión y la superstición,
mientras que la segunda, sin embargo, lo excluye ya de tal compañía y nos lo muestra como un
investigador de la Naturaleza; pero, a causa de la tercera razón, puede considerarse a Tales el primer
filósofo griego{9}. Dejando a un lado la cuestión de la prioridad, cabría, según Gustavo Bueno, considerar a
Tales como un filósofo, y especialmente como un metafísico, por haber sido el instaurador del monismo
metafísico axiomático{10}.
Pero Tales no habría logrado el «éxito» de la teoría, según Blumenberg, mediante su famosa
afirmación sobre el agua, sino al quitar a sus conciudadanos el temor ante un suceso natural de un modo
nuevo: consiguiendo predecir un eclipse de sol. En efecto, la afirmación de que todo proviene del agua y
está sobre ella podría ser sólo una exégesis del mito de Homero sobre Océano generador de los dioses, y
Tetis madre{11} y, en este sentido, una asimilación crítica del saber mítico en la medida en que con ella el
filósofo habría sabido expresar el contenido de verdad del propio mito al margen de su envoltura
irracional, es decir, como dice Nietzsche, sin imagen o fabulación alguna. ¿Pero consistió en esto el
famoso paso del mito al logos que supuestamente habría dado Tales como fundador de la filosofía?
Blumenberg no lo tiene tan claro: Pero ¿el salto consistió realmente en pasar de aquel mito que decía que
la tierra descansa en el océano o surge del mismo al lógos, que tradujo esto a una formulación universal
mucho más descolorida, de que todo viene del agua y, en consecuencia, consiste en eso, en agua? Que
estas dos fórmulas se puedan comparar entre sí conlleva la ficción de que tanto en una como en otra el
interés es el mismo, pero los medios de atenderlo son fundamentalmente distintos {12}. Por lo demás, si se
interpreta la otra frase de Tales que se nos ha conservado, la frase de que todo está lleno de dioses{13},
como una prueba de la teología de los primeros filósofos griegos, cuando no el ejemplo de una religión
natural todavía primitiva, el supuesto paso del mito al logos se hace aún más discutible por cuanto ésta no
resultaría compatible con una tesis sobre la naturaleza de las cosas que habría dejado atrás a las figuras
míticas en el mismo instante de su formulación. En efecto, ¿cómo conciliar el racionalismo filosófico que
se anuncia en una teoría monista sobre la realidad con semejante profesión de fe panteística? La solución
la encuentra Blumenberg interpretando la frase todo está lleno de dioses como una expresión de fastidio
más bien que de satisfacción. La predilección por la oscura sentencia de Tales de que todo está lleno de
dioses, no advierte la ambivalencia entre un �pleno� emocional y un �lleno� indiferente� En todo
caso esa frase, citada repetidas veces, no caracteriza al mito como contraste respecto a un mundo
expuesto a la desecación y desacralización por parte de la trascendencia, sino más bien como expresión
formal de una extrema indiferencia del tipo: demasiados dioses malogran lo divino{14}.Se comprende ahora
por qué Blumenberg dice que Tales de Mileto pudo haber contribuido él mismo a que se hiciera de él el
protofilósofo por el hecho de haber señalado el final del mito con el dicho de que ahora todo está lleno de
dioses. Si es verdad lo que dice Gustavo Bueno de que los filósofos son los críticos de otros
conocimientos concretos previamente dados, a los cuales se oponen, sea para destruirlos, sea para
asimilarlos críticamente{15}, entonces Tales habría destruido el saber mítico con su frase irónica todo está
lleno de dioses mientras que, de llevar razón Blumenberg al interpretarla como una exégesis del mito
homérico de la creación, se habría limitado a asimilar críticamente este mismo saber con su tesis sobre el
agua como principio de la naturaleza. En cualquier caso, en Tales, no se dio sin ninguna consideración el
paso del mito a la filosofía.
Pero todo esto, según Blumenberg, tuvo poco que ver con una primera audacia de la razón y no
legitimaría el cliché historiográfico del paso del mito al logos dado por Tales de no ser porque el milesio
consiguió exorcizar el temor y el temblor de sus conciudadanos mediante la predicción de un eclipse
solar. Fue más importante para todo lo demás, así como para su prestigio como protofilósofo, que Tales
�de ascendencia fenicia probablemente- se hubiera presentado ante los griegos con el primer éxito
espectacular de la teoría: con el anuncio de un eclipse de sol. Sucedieran como sucedieran las cosas en
esa prognosis �tanto con respecto al propio hecho, como al método, como, sobre todo, con respecto a la
determinación del lugar de la visibilidad del eclipse-, una vez que recayó sobre Tales el puesto de
protagonista su importancia dependió ya de ello. Eso le beneficiará para la recepción posterior, pero
también supondrá un riesgo. Porque con ello queda abierta la cuestión de qué fue lo primario y qué lo
secundario en la dimensión de esa figura inaugural. En cualquier caso, fue precisamente el astrónomo
Tales quien resultó importante para valorar el posible sentido de la introducción filosófica de la teoría; por
ejemplo, en tanto se mostró de ese modo su «eficacia» para aminorar los temores humanos.
Precisamente para eso se necesitaba un comienzo exitoso {16}. En un mundo que se ha habituado quizá
demasiado a su propio desencanto puede que nadie se asombre ante una «eficacia» que sólo consistió
en ahuyentar el miedo que sentía el griego como consecuencia de un oscurecimiento repentino del cielo
en pleno día. Lo que antes sólo podía atribuirse al capricho de unos dioses desconsiderados podía ser
ahora predicho con toda exactitud gracias a la ciencia de un mortal. El efecto tranquilizador, casi
terapéutico, que así lograba la explicación racional de los fenómenos sobre la conciencia no se hizo
esperar. Pero la verdad es que, desde la predicción de Tales a nuestros días, la teoría no habría dejado
de demostrar su «eficacia» pragmática para la humanidad y, de paso, de desencantar aún más al
mundo. Que la teoría es buena contra el miedo valdrá en adelante durante milenios hasta los cometas de
Halley, los microbios de Pascal (sic!), los rayos de Rôntgen e incluso, un día, hasta la fisión del uranio de
Hahn{17}. Sólo cuando la ciencia demostró también en el pasado siglo su potencial destructivo pudimos
sentir no sin pavor los peligros que encierra la teoría para el mundo de la vida.

La risa de la muchacha tracia ante la caída de Tales nos resulta tanto más enigmática por cuanto la
teoría habría probado con creces, como hemos visto, su «eficacia» en la historia de la ciencia. ¿De qué
se ríe, propiamente, esta burlona mujer? ¿Se trata de la risa de una ignorante o esconde su burla una
sabiduría superior? ¿En qué consiste la fina ironía de esta anécdota? ¿Acaso no se anuncia en esta risa
el desarraigo de la teoría, nada más nacer, del mundo de la vida que siglos más tarde denunciará Husserl
como una consecuencia de la ciencia moderna? No podemos iluminar la oscuridad de los orígenes, pero
sí hacer tantas conjeturas como imaginación tengamos. Permítasenos una más. Tales habría salido una
noche a mirar las estrellas a ver si éstas le revelaban el enigma del universo. Pero como no le
respondieran, se habría dado media vuelta, frustrado por el silencio de los astros, cayendo casualmente
en un pozo lleno de agua. Y de esta peregrina forma el primer filósofo habría descubierto que todo viene
del agua y está sobre ella. La verdad que Demócrito creyó oculta en el fondo de un pozo profundo fue
hallada ya por su ilustre predecesor Tales al caer accidentalmente en él. Lo risible de esta versión que me
permito realizar de la anécdota es que Tales habría llegado a una conclusión que resultaba obvia para
todos aquellos que abrieran sus ojos de día en la portuaria ciudad de Mileto. La filosofía sólo dice lo que
todo el mundo ya sabe pero no tiene necesidad de tematizar. Al pretender seguir el camino de las
estrellas a la vida, la mujer insinúa al filósofo que el camino más natural es pasar del mundo de la vida a
las estrellas� a través de ella. La muchacha se ríe porque Tales, buscando «académicamente» la verdad
en el cielo, la habría encontrado «mundanamente» en el pozo donde se cayó.

Logos, physis, kosmos, "alma", fuego

¿Cual es la relación de los sofistas y la moneda?

La presencia de Zeus

Zeus

Ser, belleza, dios


Las nubes

El protagonista no es de Atenas originalmente, es un rustico. Quiere librarse de las de deuduas


que su lujo le produce. Los prestamos con interés no les gusta a los griegos porque si hay
interes ya no hay confianza.

Quiere saber hablar (legein) en los tribunales, y va a una "escuela" de sabios. la cosa de los
sofistas y es la primera vez que se ven agrupados los sabios. Socrates no es solo sofista sino
que es uno de los más importantes. Es el más sofistas de todos los sofistas.

Es el documento más antiguo que hay sobre Sócrates. La ridiculización de la comedia pone de
manifiesto algo de verdad. Quieres convertirse en un retórico-

Esta presentación inicial es un tipo de resumen de la historia de la filosofía antigua.

El saber que está presente y está en juego no tiene nombre. Eso es una señal de la desmesura
de la pretension de los sofistas. Los sophistes tienen dos decires:

Uno es el decir más fuerte

-El otro es el decir más debil-

Estrepsides quiere aprender el segundo decir para no pagar las deudad. Quiere saltarse la
justicia. Los sophistes miden lo más grande (la Tierra) y lo más pequeño(Las zancadas de una
pulga) Es una alusión a Zenón- Socrates aparece en el aire.

Los sophistes

Protágoras

Nuestra mayor fuente es Platón. Empieza Protagores porque hay dioses y porque se creen. Los
dioses son por nomos y no por physis, porque en la physis todo vale. Es otra forma de ateismo
porque antes los dioses son physis y ahora nomos. Los dioses son convencionales y no
antropológicos.

Al final de la comedia, Estrepsiades les quema la casa y se les cae el techo en la cabeza. Ellos al
intentar caminar y habitar el aire se quedan sin límite y sin casa. El aire es la negación del
límite. La destrucción de la casa es la comedia. Al intentar onticamente analizar el aire y
habitarlo, su desmesura lleva a que el propio límite que ellos negaban se les caiga en la cabeza.
La filosofía era una negación de la casa. Cuando se quiere burlar de acreedores lo que hace es
que como el no alimenta, como la moneda va a a aumentar, es decir, de la riqueza salga más
riqueza es anti-natural.

Hay una riqueza verdadera y otra espurea y también hay un saber verdadero y otro espureo
(Aristóteles) Pelean padre e hijo entre Esquilo y Euripides, es decir, decir fuerte y debil.

Gorgias

El encomio a Helena es uno de los fragmentos conservados de Gorgias y hay la duda de si iba
en serio o era un mero juego. Porque al final dice que su lógos ha sido su juguete.

Tambien tiene un caracter meta-discursivo. Se reflexiona en que consiste un discurso retórico.


En el encomio aparecen 4 argumentos

Cuando Gorgias hable del no-ser es encaminado con el de Meliso

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