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Podríamos decir con Denis de Rouge- ción e impostura), el lenguaje del amor, la
mont (1) que existe una idea del amor en comunicación amorosa, por su propia es-
occidente que cabe expresar así: el conoci- tructura, se fundamenta sólidamente en
miento del otro del amor, y la palabra que ellos. Sin malentendido no podríamos amar.
vehicula este conocimiento, esto es, la Es por lo anterior que la comunicación
comunicación entre los amantes, acaban amorosa, cuando se produce en el sentido
por agostar el amor. etimológico de comunicar, compartir,
Esta idea, que recorre casi toda la histo- comulgar, no formaría parte del amor, sino
ria del pensamiento occidental, se concreta del proceso opuesto, del desenamoramien-
en las recomendaciones que en el siglo XII to, del descenso de la pasión.
hiciera Andreas Capellanus (2) en su céle- Para los autores clásicos que pensaron
bre Tratado sobre el amor, en el cual, casi sobre el amor, como nos cuenta J acques
con simpleza, aconseja: «Veamos ahora có- Ferrand (3) en su hermoso libro sobre la
mo disminuye el amor. Lo hacen menguar Melancolía erótica, la curación de la locu-
la excesiva facilidad para recibir los place- ra amorosa consistiría en gozar de aquella
res del amor y para ver a la persona amada, que hace enloquecer al enamorado. El
el tener muchas ocasiones para conver- remedio de la enfermedad del amor, es el
sar... ». Este consejo se repite en los precep- matrimonio, decían. Y esto es así tanto en
tos de las controvertidas Cortes de Amor, y el siglo diecisiete, como para Stendhal (4)
puede rastrearse en nuestros días en la li- en el diecinueve.
teratura o en el cine. Para nosotros, occi- Freud y los psicoanalistas hemos preten-
dentales, comunicación y amor son dos pa- dido bucear en la naturaleza del sentimien-
labras antónimas, la pasión amorosa se fra- to amoroso, respondiendo a esta contradic-
gua en el territorio del silencio, o de la ción entre términos que, diréaparentemen-
incomunicación. Si todo lenguaje está pre- te, pues la esencia de nuestro deseo es
ñado de malentendidos (malentendido co- esquiva, desearíamos que no fuesen dis-
mo mala interpretación, equivocación en el yuntos, sino complementarios: comunica-
entendimiento de una cosa, como suposi- ción y amor.
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 1999, vol. XIX, n.o 71, pp. 437-445.
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sujeto (Ideal del Yo), o como prohibiciones Con la palabra amor nombramos un
(Super-yo). anhelo de plenitud mítica, que soñamos
En la pubertad, con la revolución hor- perdida, una nostalgia de algo que acaso
monal, surgirán tendencias orientadas nunca existió como parte de nuestra expe-
hacia fines sexuales directos. «Surge la ilu- riencia. Plenitud, nostalgia de plenitud que
sión de que el objeto amado sensualmente, tiene su origen a la lógica oposición de los
lo es también a causa de sus excelencias conceptos una vez idealizados, o a la inca-
psíquicas, cuando es la influencia del pla- pacidad intrínseca del yo para aceptar la
cer sexual lo que nos ha llevado a atribuir- castración, de ahí que la ignore con la pro-
le tales excelencias (idealización)>>. El ducción de mitos que remiten a una etapa
joven o la joven enamorada, amará ese donde no falta. Platón la colocará en el
objeto a causa de las perfecciones a las que pasado de la humanidad y Freud en el pasa-
hemos aspirado para nuestro propio yo pro- do del ser humano.
yectadas en él. El objeto ocupará el lugar En este momento inicial del enamora-
del Ideal del yo. Será una supuesta réplica miento, el diálogo, la comunicación, en lo
de aquellos padres infantiles idealizados, que tiene de supuesto, de ficción, parece
amados plenamente. La exaltación amoro- plena. En realidad se trata de un «entendi-
sa tendrá que ver con la recuperación nar- miento mutl1;o imaginario», preservado,
cisista del yo que ve disminuir, con la pose- mantenido, por la ignorancia del otro de la
sión del objeto idealizado, la distancia realidad.
entre él y su ideal, tal y como también suce- Después de este encuentro se inicia la
de en la manía. comunicación y ésta, inevitablemente,
Otro tanto sucederá en la pareja. mostrará que no somos lo que el otro creía
Detenninantes inconscientes están en la o esperaba. Un sentimiento de frustración
base de la elección amorosa, los enamora- aparece acompañando toda relación amoro-
dos se «eligen» a partir de ciertos rasgos sa, forzosamente ambivalente ya que el
que son reconocidos en el inconsciente amor hiere nuestro narcisismo, pues hace
como pertenecientes a los objetos de nues- patente al yo su incompletud, por más que
tro primer amor. De ahí la cantada situación la posesión del objeto amado lo restituya.
del reencuentro, del re-conocimiento, «te Pero, al mismo tiempo, el amor logrado
amo desde siempre», desde antes de cono- incrementa nuestro narcisismo al acercar
certe, que preside las primeras efusiones -co~o va dijimos- el yo al ideal al que
amorosas. El amor aparece como reencuen- aspira.
tro -«supe que era ella/él»-, porque el suje- De esta naturaleza mixta, compuesta de
to que lo provoca, tomado como objeto de amor y de odio, de narcisismo y de depen-
amor (y objeto en psicoanálisis es una dencia, se nutren las incesantes disputas de
representación inconsciente), encarna a los amantes.
otro objeto anterionnente perdido. Para Barthes (8): «Si el exilio de lo
No te amo a ti. En ti, amo lo que encar- Imaginario es la vía necesaria para la
nas. Amo a otro. «Es el enigma del ser lo «curación» (del enamoramiento), debemos
que atrae, la nostalgia de algo perdido, de convenir que aquí el progreso es triste...
algo soñado en la infancia, inconsciente», Una expresión regresa sin cesar: ¡Qué lás-
dice Carlos Gunnéndez (7). tima!».
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la proliferación de relaciones no institucio- ciendo del amor un fetiche con el que tapo-
nalizadas, han devaluado la tragedia del nar el agujero de la falta. Nuestra época es
amor pasión, al acabar con las leyes a las una época perversa. El perverso es para el
que se enfrentaba. Ya no hay transgresión psicoanálisis aquel que pretende eludir la
ni culpa, Ginebra ni Lanzarote. A mi juicio, diferencia entre los sexos que lo limita, para
hoy lo obsceno del amor no es el sexo, sino ello intentará velar la castración y donde de-
el sentimiento. La sospecha de nuestra bería aparecer un agujero en la mujer, apa-
sociedad no recae sobre el promiscuo, sino rece el fetiche que hace las veces de falo.
sobre el apasionado, el loco de amor, el que Nuestra cultura del simulacro, donde la
ama con amor pasión. De él se apropia el realidad es virtual, la imagen sustituye a la
discurso sobre la locura. realidad, no precisa de referentes fuera de
Sin embargo, el actual imaginario social ella para adquirir carácter de verdad; esta
del amor está por investigar. Para lean cultura pretende eludir los límites, el mode-
Baudrillard (14) en los últimos dos o tres lo exportado de América implica un man-
siglos el modelo de amor es el amor mater- dato que excluye la insatisfacción. «Sedfe-
no (amor materno cuya desmitificación, a lices», obesos consumidores de bienes y de
mi juicio, aún está por hacer). Dice: «El amores.
amor Jou, el amor pasión está completa- La omnipotencia de la razón ilustrada
mente muerto en su movimiento heroico y era otra forma de negar el límite de la
sublime. Lo que está en juego actualmente razón. Freud hizo que vislumbrásemos la
es una demanda de amor, de afecto, de frontera con el descubrimiento del incons-
pasión, en una época en que su necesidad ciente, conceptualizando la intuición de los
se hace sentir cruelmente. Es toda la gene- poetas. Pero aceptar los límites de la razón,
ración que ha pasado por la liberación del el determinismo del inconsciente, las servi-
deseo y del placer, toda esa generación fati- dumbres de nuestra volición, no significa
gada por el sexo la que reinventa el amor renunciar a una razón crítica, a una volun-
como suplemento afectivo o pasional. El tad que se enfrente a esos determinismos
nuestro es amor neorromántico... Pero ya que nos encadenan. Ni tampoco exaltar los
no se trata de predestinación ni de fatali- sentimientos y lo oscuro, como en la reli-
dad, sólo se trata de liberar una potenciali- gión romántica.
dad entre otra y, después, de una fase tan Se trataría, más bien, de aceptar la parti-
larga de «desublimación represiva», como cipación de unos y otros, en su constante
diría Marcuse, abrir el camino a una «resu- articulación. Lo contrario es funcionar con
blimación progresiva». la lógica de los opuestos, del todo o nada,
A la sentimentalidad del amor materno de la omnipotencia o la impotencia infanti-
que impregna nuestra cultura, según les.
Baudrillard, sólo escapa la seducción «por- Cuando el discurso de los medios de co-
que no es una demanda, sino un desafío; se municación nos propone «Necesito amor»,
opone a él de la misma manera que el duelo el mensaje que se difunde es engañoso pues
puede oponerse a lo fusional». el amor aparece como respuesta a una insa-
Sin embargo, el artificio de la seducción tisfacción que tiene su frente en muchos ór-
es otro modo para escapar de la castración, denes. Es un mensaje conformista. El amor
para negarla al nivel más imaginario ha- así expresado es conformista porque da
«Tenemos que hablar» 443 (59)
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«sentido a la vida», es, según algunos, «el de esa carga, de esa repetición sine die que
sentido de la vida». Un sentido pleno, tota- les lleva a la búsqueda de una simbiosis
litario, que se asemeja al fanatismo religio- perfecta con el objeto (¿materno?).
so. El fanático, como el amante apasionado Por otra parte, esta búsqueda es de un
(15), encuentra el sentido pleno en su reli- objeto que ya está perdido, es más, de un
gión, ella satisface todas sus respuestas co- objeto que nunca se tuvo totalmente. La
mo la del amante lo hace con las demandas experiencia de la unidad con el otro, de la
del amado. En ambos casos el sujeto queda plenitud, no es vivida por el niño... nunca.
anegado, arrasado por el objeto, sea éste el Sin embargo aparece en nosotros como una
amante o la religión. La agresividad conte- nostalgia de un paraíso perdido, como el
nida en esta confrontación con el objeto encuentro añorado con el andrógino que
que aliena se manifiesta en la violencia del fuimos. De lo que tenemos experiencia es
fanático y en el crimen pasional. de la separación y de la ausencia, que nos
Sigue Baudrillard: «el amor no existe». hace reclamar una presencia que nunca fue
Debería existir pero no existe. Los amantes ni será del todo satisfactoria, porque en lo
de la época romántica no han tenido otra vivo existe siempre la tensión. Cabe enton-
solución que suicidarse juntos para absolu- ces una cierta identificación entre la pasión
tizar un intercambio imposible. La sublimi- y la compulsión a la repetición, o la pulsión
dad del amor reside en su propia muerte. El de muerte.
amor-pasión sólo puede realizarse en este La sexualidad sobre la que se edifica el
vértigo antierótico, antinatural, que nunca amor-pasión no es una sexualidad genital,
es una manera de vivir. es una sexualidad total, perversa polimorfa,
Ahora bien, ¿por qué es este vértigo que compromete a todo el cuerpo, como la
antierótico, antinatural? Lo es porque el que caracteriza al niño pequeño en las pri-
amor-pasión tiene que ver con el goce, y meras fases de la libido. Es a esto a lo que
por tanto, con la muerte, con la aniquilación aspira el amor pasión, no a un placer de
del sujeto en un goce mítico que aspira a la órgano, sino a un goce más allá, trascen-
unidad. Es un goce inconmensurable, con- dente, que roza la muerte.
trario a la posible cuantificación del placer. Podemos decir que, sociológicamente,
El encuentro sexual entristece porque nun- existe una imparable tendencia al incre-
ca es lo que promete ser. Como mucho, da mento de los divorcios y las separaciones.
placer y el placer no es lo que buscan los pos de cada tres parejas se separan al cabo
apasionados. El placer es algo que puede de siete años de relación, según datos tanto
medirse, que está o no está, es grato versus de Europa como de Estados Unidos.
lo ingrato. El gozo aspira al todo, la pasión Vivimos en una sociedad que privilegia
es todo sufrimiento, todo goce. lo imaginario, la cultura del simulacro, en
Los hombres y las mujeres que aman así un intento perverso por borrar la falta, ellí-
sienten su sentimiento amoroso como una mite, la diferencia. El pensamiento único
enfermedad, una convulsión que los arras- pretende homogeneizar, eludir las diferen-
tra «fuera de sí», y se quejan de su depen- cias que muestra la alteridad. Es una socie-
.dencia, de su humillación, de su alienación dad que crea fetiches para ocultar la angus-
en el otro que desean. En algún lugar de tia que produce el descalabro de la razón.
ellos mismos quieren, sobre todo, librarse Allí donde deberíamos intentar rodear el
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lenguaje que está reñido con la tragedia, tan (13) GEORGES, D., El amor en la Edad
cara a la pasión, pues se inscribe en lo coti- Media y otros ensayos, Madrid, Alianza, 1990.
diano de la existencia, en lo que tiene de (14) BAUDRILLARD, 1., Las estrategiasfata-
más vulgar e intercambiable. No tiene tro- les, Barcelona, Anagrama, 1984.
(15) KINSKI, K., Yo necesito amor, Barcelo-
vadores que le canten, porque su génesis
na, Tusquets (La sonrisa vertical), 1992.
reside en la presencia, ya que sin encuentro (16) KRISTEVA, J., Al comienzo Era el
no h.ay verdadero diálogo. Amor. Psicoanálisis y Fe, Barcelona, Gedisa,
1996 (2.- edición).
(17) GREEN, A, Narcisismo de vida y nar-
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1997.
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Madrid, AE.N., 1997. Destino, 1995.
(4) STENDHAL, Del amor, Madrid, Alianza, ALBERONI, F., Enamoramiento y amor, Barce-
1968. lona, Gedisa, 1982 (2.- edición).
(5) PLATóN, El banquete, Madrid, Alianza, ANÓNIMO, Confesión sexual de un anónimo
1997. ruso, Prólogo de Francois Dolto, Madrid, Gri-
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Psicología de las masas y análisis del yo. BURTON, R., Anatomía de la melancolfa,
Tomos 2 y 3, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973. Madrid, AE.N., 1997,1. I.
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