Está en la página 1de 8

Chile y el calentamiento global

En febrero de este año, la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama), presentó un estudio sobre los efectos
del calentamiento global en el país.

Encargado al departamento de geofísica y matemática de la Universidad de Chile en el 2005, el estudio "Variabilidad


climática en el territorio chileno en el siglo XXI"

Confirmó entre otras cosas que el país no está exento de los efectos del calentamiento global. De hecho, la Conama
anunció que la temperatura va a aumentar entre 1 y 4 grados en los próximos 100 años.

La zona del norte grande, del norte chico y andina, son los lugares donde se va a presentar el mayor aumento en la
temperatura.

Calentamiento

El informe de la organización medioambiental también se refiere a las precipitaciones. En el norte grande por
ejemplo, éstas van a aumentar en primavera y verano, extremándose el fenómeno conocido como invierno
boliviano.

En el norte chico aumentarán las precipitaciones en invierno, en la zona centro disminuirán en verano y otoño y en
el sur decrecerán en verano, al igual que en la zona austral. En tanto, en el extremo austral, precipitará más durante
todo el año.

Respecto a los efectos más específicos, el doctor en química cuántica Eduardo Sanhueza, quien fue asesor del
cambio climático de la Conama y que desde 1992 se desempeña profesionalmente en las negociaciones
internacionales en torno al cambio del sistema climático del planeta, asegura que el impacto en Chile afectará desde
la I Región hasta la Antártica, pero que estará mitigado por el Océano Pacífico y su influencia sobre la costa chilena.

En términos generales, el científico sostiene que "va a aumentar la variabilidad climática. En este sentido,
fenómenos como la Corriente del Niño van a ser más frecuentes e intensos".

Contaminación

Otro de los temas que preocupa al experto es el agua potable. "El motivo de fondo en torno a Campos de Hielo, por
ejemplo, es el recurso de agua: quién es dueño de ese glaciar. Porque una de las manifestaciones del calentamiento
global será la pérdida de masa de agua dulce", señala Sanhueza.

Incluso, este exceso de calor podría afectar a la industria turística del esquí, según sostiene Sanhueza. "La línea de
nieve en la cordillera está subiendo. Podríamos perder muchos de nuestros campos de esquí".

El desarrollo de la agricultura es otra área que también se verá afectada.

"Muchas de las actividades frutícolas van a tener que moverse hacia el sur. Se van a abrir espacios para actividades
que eran menos favorecidas antes y que ahora serían posibles en Chile por un clima más caliente. Por ejemplo, los
cítricos. Se va a poder plantar papayas, mangos y chirimoyas en el norte. Va a haber una reacomodación de la
agricultura", explica Sanhueza.

La actividad forestal deberá adaptarse a este nuevo escenario climático. Las zonas más afectadas serán las regiones
V, VI y parte de la VII, por la baja de precipitaciones. Por el contrario, podría expandirse desde la VIII Región hacia el
sur.

Frutícola

Respecto del aumento del nivel de las aguas, Sanhueza señala que hasta la X Región no debieran provocarse cambios
morfológicos, pero sí desde esa zona hacia el sur por sus costas bajas y desmembradas. Los puertos australes
también podrían presentar problemas ya que sus construcciones no están construidas de acuerdo a estos niveles
marinos.
Leyes de mitigación.

La ley de cambio climático necesariamente debe establecer objetivos cuantificables en lo que respecta a emisiones y
establecer las bases de la adaptación al cambio climático.

Para la realidad nacional, significó un paso importante el compromiso voluntario adoptado a propósito del Acuerdo
de Copenhague108, no obstante consideramos que es momento que Chile de otro paso hacia adelante y cuente con
una meta a corto, mediano y largo plazo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero jurídicamente
vinculante.

Una meta de reducción de emisiones establecidas por ley tiene como ventaja que “permite cierta continuidad a lo
largo de los ciclos políticos”(PNUD, 2007: 113), no dependiendo de la voluntad de los gobiernos el 108 Chile se
comprometió a tomar acciones de mitigación que le permitan desviarse hacia el año 2020 en un 20% por debajo de
sus emisiones proyectadas a partir de 2007 (Ministerio del Medio Ambiente de Chile, 2012b: 448). llevarla a cabo.
Además los agentes del Estado no pueden ignorar la aplicación de la ley, por lo que los planes y programas
establecidos por el gobierno necesariamente deben propender al cumplimiento de tal meta.

También consideramos importante que tal meta debe condecirse con aquellos compromisos adoptados en forma
voluntaria en materia internacional.

La ley de cambio climático debe determinar una meta de reducción de emisiones a largo plazo, que se concrete en
un porcentaje de reducción de emisiones en razón de delimitada línea de base para determinado año.

Creemos que la meta establecida por el Acuerdo de Copenhague de reducción de emisiones de 20% por debajo de
las emisiones proyectadas a partir de 2007 para el año 2020, puede ser una buena base para una meta a

largo plazo por ley, sin embargo consideramos que sería bueno evaluar una meta más ambiciosa. Recordemos que el
cambio climático no permite metas aspiracionales o simbólicas, “las emisiones son de larga duración y,

por lo tanto, postergar cualquier decisión respecto de su reducción aumentará las acumulaciones de gases de efecto
invernadero y acortará los plazos para reducirlas” (Óp. Cit.: 119).

El establecimiento de una meta de reducción de emisiones no significa que este deba plantearse en términos de los
presupuestos de carbono británicos ya estudiados, pues si bien es importante fijar una serie de metas al corto plazo,
también son importantes los resultados. Pielke Jr. (2009: 6), nos señala que una política de descarbonización debe
centrarse principalmente en el “proceso para conseguir esas metas, y los numerosos pasos a dar” que, en el caso de
Chile se establecerán periódicamente en la Estrategia y Plan Nacional de Cambio Climático. Asimismo, señala el
autor, que fijar metas y programas sectoriales sería un paso en la dirección correcta (Ibíd.). Para llevar a cabo las
normas de reducción de emisiones en forma eficaz, debe establecerse una línea de base efectiva para el ejoramiento
de las condiciones climáticas, en el sentido que implique una verdadera disminución de las emisiones respecto de un
parámetro adecuado. Los resultados de la progresiva reducción de emisiones pueden variar significativamente del
uso de una u otra línea de base. Asimismo, la ley debe indicar la progresividad con que deberá cumplirse tal meta: en
este caso proponemos que tal sea cada 6 años, considerando la elaboración de la Estrategia Nacional de Cambio
Climático, instrumento donde se establecerán los planes y programas a mediano plazo con los que

se pretende llevar a cabo la reducción establecida por ley. La Estrategia Nacional y el Plan de Acción Nacional

para el Cambio Climático. Actualmente no existe normativa que defina ninguno de los aspectos

relativos a la elaboración de la Estrategia y Plan de Acción Nacional para el Cambio Climático, quedando a la mera
voluntad del Ministerio del Medio Ambiente; tampoco es obligatorio para las agencias estatales el cumplimiento de
las materias que ahí se traten. La utilización de estos instrumentos que hace nuestra propuesta es más

bien nominal, ya que los contenidos de éstos no están actualmente regulados. Así entonces, por disposición de la
ley, tales instrumentos se han de transformar en el principal instrumento rector de la política nacional de cambio
climático en el corto, mediano y largo plazo, ante esto es que en una ley marco debe establecerse claramente su
periodicidad, los contenidos mínimos que ésta ha de presentar, cómo ha de ser elaborada, modificada y evaluada y
cómo se dará conocimiento de ésta a los ciudadanos.
Emisión de gases de efecto invernadero de Chile

Las principales fuentes son la generación de electricidad y el transporte. Sin embargo, se espera que en los próximos
años las cifras no sigan creciendo.

Las emisiones de CO2 de Chile han seguido aumentando, al menos hasta 2013, que es el último registrado en el
inventario actualizado de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que ayer presentó en Marrakech el
ministro de Medio Ambiente, Pablo Badenier. Lo hizo en el marco de la 22ª Conferencia de Naciones Unidas sobre
Cambio Climático como parte de los compromisos suscritos por Chile.

El inventario de emisiones abarca todo el territorio nacional e incluye al dióxido de carbono (CO2), metano (CH4),
óxido nitroso (N2O), a los hidrofluorocarbonos (HFC), fluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6). Este
último aparece por primera vez en el inventario. Todas estas emisiones sumadas dan origen al indicador CO2
equivalente, que sirve para medir la huella de carbono de un país.

En 2013, las emisiones de GEI fueron de 109,9 millones de toneladas de CO2 equivalente, lo que representa un
incremento de 19,3% desde 2010, y de 113,4% desde 1990. Es decir, la cifra aumentó en más del doble.

El principal GEI emitido por el país es el dióxido de carbono (78,4%), seguido del metano (10,7%), óxido nitroso (10%)
y los HFC y PFC (0,9%).

Por persona

El mayor emisor de GEI en Chile es el sector Energía, que representa el 77,4% de las emisiones nacionales,
principalmente por el uso de combustibles fósiles para la generación eléctrica y el consumo de diésel en el
transporte terrestre, señala el documento.

Si se analizan las cifras en detalle, la generación de electricidad representa el 31,3% del total de emisiones, seguido
del transporte terrestre con un 19,8%. Le siguen los sectores de Agricultura (12,5%), Procesos Industriales (6%) y
Residuos (4,1%).

Como contrapeso, el sector de la Agricultura, Silvicultura y otros usos de la tierra son importantes fuentes de captura
de los GEI, principalmente por la absorción que realizan los bosques nativos y plantaciones forestales, que alcanza a
39,8 millones de toneladas de CO2 en el año 2013. Con esto, el balance de emisiones y absorciones de GEI de Chile
contabilizó 70 millones de toneladas de CO2 equivalente.

“Si bien en números totales emitimos menos que Brasil y Argentina, a nivel per cápita los sobrepasamos”, reconoce
Maisa Rojas, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2).

No obstante, la especialista aclara que el inventario no incluye los años 2014, 2015 y el presente, durante los cuales
se ha producido un estancamiento de las emisiones, que ha resultado perceptible tanto a nivel nacional como
internacional.

“A comienzos de los años 90 y del 2000 se presentaron aumentos más grandes, pero con la política energética en
marcha que fomenta las energías limpias, debería comenzar un estancamiento”, agrega.

Lo principal, dice, es que a nivel mundial nos estamos alejando de la tendencia más adversa, que marcaba un
calentamiento de cuatro grados para fin de siglo. “No hemos llegado todavía a emisiones compatibles con un
aumento de máximo dos grados respecto de la era industrial, como es la meta, pero al menos hay cambios”.
FORMAS DE MITIGACIÓN

Chile, como el resto del mundo, debería estar implementando un plan drástico de reducción de emisiones de gases
de efecto invernadero (GEI). Si el mundo sigue la trayectoria de crecimiento y emisiones actuales, se generarían
alrededor de 20 Gigatoneladas de Carbono (GtC) por año hacia el 2100, más que duplicando las emisiones actuales
de aproximadamente 9 GtC por año. A este paso es altamente probable la ocurrencia de cambios climáticos
irreversibles en el mundo, lo que provocará sequias, inundaciones por el aumento del nivel del mar y extinción de
especies que no serían capaces de adaptarse, entre otros.

Chile tiene mucho que perder, ya que posee zonas costeras bajas, ecosistemas de montaña, territorios áridos y
semiáridos expuestos a la sequía y a la desertificación, porciones geográficas proclives al deterioro forestal, áreas
propensas a desastres naturales, áreas urbanas altamente contaminadas y ecosistemas frágiles.

Actualmente, 97% de las publicaciones científicas concuerdan en que el cambio climático está pasando y es causado
por los humanos. Esto se explica porque los GEI como el CO2 y el metano atrapan el calor en la tierra. Los GEI se
crean naturalmente (la respiración de los árboles, la descomposición de materia orgánica, etc.) y son necesarios para
permitir una temperatura adecuada para la subsistencia humana. El problema se crea cuando la quema de
combustibles fósiles por las crecientes actividades del hombre genera un exceso de GEI provocando el calentamiento
global. Los combustibles fósiles (carbón, petróleo y sus derivados, gas natural), como su nombre lo indica, están
compuestos de materia orgánica fosilizada, rica en carbono, depositada hace millones de años. Su quema libera GEI
a la atmósfera que supera la capacidad de la tierra para reducirlos por mecanismos naturales (fotosíntesis y
absorción por el océano).

Las concentraciones preindustriales eran de 280 ppm (partes por millón) de CO2(equivalentes). Se estima que al
pasar los 450 ppm de CO2 se entraría a un punto sin retorno, en que el calentamiento global no se detendría aunque
paráramos de emitir. Lamentablemente hace unos meses pasamos la barrera de los 400 ppm de CO2en la
atmosfera. Si seguimos al mismo paso, nuestra generación verá efectos drásticos del cambio climático.

Para no pasar los 450ppm de CO2 debemos reducir las emisiones mundiales de 9 GtC por año a 3 GtC por año para el
2100. Un gran desafío, considerando el aumento en la población mundial y el desarrollo económico esperado.
Estimando un peak en la población mundial de 9 billones de personas en el 2070, la cuota máxima de carbono a
emitir por persona es 1 kg de carbono (kgC) por persona al día (equivale aproximadamente a recorrer 30km en un
Toyota Yaris o 60K m en micro). Hoy en Chile emitimos alrededor de 3.5 KgC por persona al día, entonces la meta de
Chile debe ser reducir en alrededor de un 70% las emisiones por persona actuales al año 2100.

Dado que este es un problema global, todos debemos actuar, no podemos esperar que el vecino parta, que los
políticos tomen la iniciativa, que el mercado lo regule solo o que tengamos más pruebas. Como país debemos
comprometernos y atacar el problema por muchos frentes, tales como:

(1) Impulsar cambios tecnológicos que permitan facilitar la generación de energía de manera sustentable (eólica,
solar, mini hidráulica, etc.). Chile no tiene aún la pesada infraestructura de países desarrollados a los que les podría
costar más cambiar sus sistemas energéticos. ¿Qué esperamos para dar los incentivos necesarios?

(2) Fomentar la eficiencia energética, es decir usar menos energía para lograr los mismos productos y servicios. Esto
debería ser aplicado desde la industria de la minería a través de la mejora de procesos hasta el mejoramiento del
rendimiento energético de nuestros hogares, oficinas, escuelas y vehículos.

(3) Promover una ética de conservación: la responsabilidad ciudadana de no consumir bienes innecesarios, el elegir
andar en bicicleta en vez de usar el auto, el usar los electrodomésticos, la luz y el agua conscientemente.
INTRODUCCIÓN

Pocos temas ambientales han emergido con mayor fuerza en el último tiempo que el problema del Cambio
Climático. En un mundo globalizado y con acceso inmediato a información, los avances de la ciencia y la
preocupación de la comunidad científica son velozmente diseminados, impactando a todos los miembros de la
sociedad. Puesto que nuestra experiencia cotidiana nos indica que el clima afecta, virtualmente, a todos los
sistemas, inmediatamente después de cada reporte científico comenzamos a preguntar sobre los alcances que tiene
el potencial Cambio Climático y el diseño de mecanismos y políticas eficientes que permitan lidiar con este
problema. En este trabajo se presenta, en forma resumida, la naturaleza del problema y los posibles impactos, así
como también se analizan los principales elementos que debieran ser considerados en el diseño de políticas de
mitigación y de adaptación frente al Cambio Climático.

En el siguiente trabajo se presenta la situación de Chile con respecto a estos temas y cómo se busca solucionarlo
mediante políticas públicas.
CONCLUSIÓN

El cambio climático es un problema que presenta múltiples dimensiones y que tiene un nivel de complejidad
bastante alto. La incertidumbre, multifactorialidad, dinámica y estrecho vínculo con los caminos de desarrollo
desafían nuestra habilidad de resolverlo. Es más, muchos autores suscriben que el nivel de emisiones actuales y el
desarrollo previsto, aun cuando conserve un marcado énfasis en el medio ambiente, implica un impacto sobre el
clima y la temperatura de al menos 1 ó 2°C. En vista de ello, tempranamente los gobiernos e investigadores
comenzaron a hablar de adaptación, que si bien no es la única vía de acción, probablemente sea la más razonable en
términos de la alta probabilidad de sufrir un cambio en las condiciones del clima. En palabras del IPCC (2001):
“Adaptación corresponde a un ajuste en los sistemas ecológicos, sociales y/o económicos como respuesta a cambios
en el clima, ya sea observados o esperados. La adaptación busca disminuir los impactos del Cambio Climático o sus
consecuencias directas así como también aprovechar oportunidades emergentes”. A diferencia de la naturaleza
donde la adaptación es únicamente reactiva, las sociedades pueden desarrollar estrategias de anticipación y de
reacción en virtud de la información disponible y de la vulnerabilidad de los sectores expuestos. La adaptación se da
a distintos niveles organizacionales.

La adaptación involucra tanto el diseño e implementación directa de medidas, como también la creación de
capacidades de adaptación por la vía de un mayor nivel de conocimiento sobre los riesgos, impactos y medidas
disponibles para enfrentar el Cambio Climático. Las prácticas de adaptación tienen diferencias según su escala
espacial (local, regional, nacional, global), sector afectado (agrícola, recursos hídricos, energía, etc.), tipo de acciones
preferentes (físicas, aplicación de tecnologías, aumento de inversiones, regulatorias, acceso a la información),
agentes involucrados (gobiernos locales o nacionales, sector privado, instituciones financieras y donantes, individuos
y comunidades). También las prácticas de adaptación encuentran diferencias en virtud de la situación actual en que
se encuentren los sectores y sistemas involucrados (línea base), siendo la capacidad de inversión, el capital y nivel de
preparación factores muy relevantes en el diseño de prácticas de adaptación y, eventualmente, en su aplicación
exitosa. Al respecto hay autores como Leary et al (2006) que señalan que en África, Asia y Latinoamérica los grupos
sociales de mayor vulnerabilidad y menor capacidad adaptativa tienden a ser aquéllos que viven en condiciones
marginales, puesto que hay una asociación con la dependencia de recursos naturales degradados o sobre explotados
y menor capacidad de identificar alternativas de adaptación.

También podría gustarte