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Número de páginas: 6
Hans Belting es un historiador del arte alemán, especialista en la historia del arte
medieval y renacentista. Escribe y publica Florencia y Bagdad: Una historia de la
mirada entre Oriente y Occidente en mayo de 2012. Se plantea el desglosamiento
de la construcción de imagen desde la investigación en torno a la mirada de
Oriente y Occidente culturas que desarrollarían una cultura visual completamente
diferente una de la otra bajo los mismos principios. Occidente analizado desde
Florencia y el Renacimiento y Oriente desde Bagdad y la ciencia árabe. Analiza
así las imágenes desde un punto de vista antropológico y teórico. En este capítulo
Belting explora la manera en que la perspectiva se permea en Occidente desde
Brunelleschi y sus repercusiones en la arquitectura, pintura, teatro y en la
aparición de las vedutte en Occidente.
recordados como poetas y científicos, pasando así las artes plásticas a artes
liberales semejantes a las ciencias de la época.
De esta manera los experimentos públicos llevados a cabo por Brunelleschi son
considerados actos fundacionales de la perspectiva. El primer de estas
demostraciones seria en una pequeña tabla cuadrada en la que se mostraba una
vista exterior de San Giovanni en donde se reproducía el edificio tal como se veía
por su parte delantera. Brunelleschi extendió sobre la tabla plata bruñida, de
manera que esta reflejaba como un espejo. “De esta manera fijando las distancias
entre la tabla, un espejo y el edificio, podía marcarse el punto en el que el
experimento mostraba una proyección pintada.”( Belting, 2012, pág. 140). Para el
público las coincidencias de lo pintado con lo construido por el reflejado resultaban
fascinantes si bien parecía reproducir la realidad misma. Consecuentemente con
el experimento encontramos que el espejo seria resultado de una metáfora a la
teoría óptica de la época. Sus leyes eran matemáticas y a su vez icónicas. Como
explica Belting, la nueva pintura resultaría en un espejo peculiar si bien ya no era
un lugar donde se producía una ilusión sino un lugar donde se demostraba una
nueva verdad sobre la visión. (Pág. 141). El espacio de Brunelleschi se distingue
entonces como un “espacio de proyección” como diría Brian Rotman, si bien este
representa un espacio cuyas coordenadas solo pueden definirlas el horizonte y el
punto de fuga. El pintor inventa entonces líneas del espacio, estos actuarían de
signos a manera de representación de las superficies del mundo punto por punto.
(Belting, 2012, pág. 141). El Punto de Fuga tendría aquí un papel de signo
especial si bien coordina los demás signos en una imagen.
rayos visuales como jaulas que produjeron desviaciones en lo que sería una
geometría demasiado rígida. Así, el proceso de visión y la imagen pintada
empleando la perspectiva género un abismo pues el arte buscaba imágenes y no
solo una nueva ilustración de la percepción.
otra bíblica mediante una doble dirección de la mirada. En esta es visible dos
lugares y dos épocas diferentes que solo el uso de una perspectiva especial da
rienda sueltas a su posibilidad. Es así evidente la diferencia entre la perspectiva
matemática asentada en la arquitectura y la perspectiva narrativa.
arquitectura a lo largo de las líneas de fuga. Todo con respecto al escenario debía
estar integrado de modo óptimo en la mirada del espectador. Aun con todos sus
esfuerzos la ambivalencia dentro imagen u escenario resultaba evidente.
4. Panoramas en Urbino
Las tres tablas de Urbino son celebres vistas sin figuras humanas de Urbino que
son enteramente escenarios. Son asociadas a Alberti aun sin llevar estas ningún
nombre. No son vistas concretas pero decorados que elevan la mirada
perspectivica, se escenifica la propia mirada. La perspectiva desarrollaba aquí
algo ideal, utópico que sublima la mirada a pura idea de si misma. Las tres tablas
generan un coherencia absoluta en la que todo está centralizado en una única
mirada. La tabla de Berlín y Baltimore un punto de fuga detrás de la ciudad en un
horizonte marino y en el infinito detrás de un arco correspondientemente y el de
Urbino un tholos antiguo justo donde se describe un templo. Las tablas de Urbino
son rastreadas hasta la corte de Federico da Montefeltro todas parte de un único
proyecto. Urbino nos revela en su mirada el proyecto colosal de un nuevo palacio
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que Federico impulso, como deseo de superar el lugar real y proyectar un lugar
imaginario. De esta manera Belting presenta la interpretación de Tonnesam “de
las vedute pintadas como “ventanas ficticias” ” (Pág.167). Ante estas el sujeto se
encontraba con el sentimiento de construir ciudades enteras como nunca antes en
la Antigüedad, construcción de un sueño que nunca habrá podido realizar. Así las
vedutte son “como las bambalinas para un proyecto (…) aún estaba en fase de
proyecto” (Belting, 2012, pág. 168). Las tres tablas sin embargo no responden a
esta construcción utópica si bien difieren unas de otras. Es de mejor pertinencia
ver en ellas la traducción de mirada e imagen. “La mirada actúa de tal manera
sobre si misma, que los edificios, contemplados en sí, parecen casi abstractos.”
(Belting, 2012, pág. 169). Espacio construido responde al mismo espacio visual.