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Groys, Boris - El Arte en La Era de La Biopolitica
Groys, Boris - El Arte en La Era de La Biopolitica
En décadas recientes, se ha hecho cada vez más evidente que el mundo del
arte ha cambiado su interés lejos de la obra de arte y más hacia la
documentación del arte. Este cambio es particularmente sintomático de una
transformación más amplia que el arte está sufriendo hoy en día, y por esa
razón merece un análisis detallado.
La obra de arte, entendida tradicionalmente, es algo que encarna en sí
misma el arte, que lo hace presente de inmediato y visible. Cuando vamos a
una exposición, por lo general asumimos que lo que vamos a ver ahí –ya sean
pinturas, esculturas, dibujos, fotografías, videos, readymades, o instalaciones–
es arte. Las obras de arte pueden, por supuesto, referirse de una manera u otra
a algo más que a sí mismas –por decir, a los objetos en la realidad o a temas
políticos específicos– pero no pueden referirse al arte, porque ellas son arte.
Sin embargo, esta suposición tradicional acerca de lo que encontramos en una
exposición o museo está demostrando ser cada vez más y más engañosa.
Cada vez más, nos enfrentamos hoy en los espacios de arte no sólo con obras
de arte sino con documentación del arte. Ésta última puede tomar también la
forma de pinturas, dibujos, fotografías, videos, textos, e instalaciones –es decir,
todas las mismas formas y medios en los cuales el arte es tradicionalmente
presentado–, pero en el caso de la documentación del arte estos medios no
presentan arte, sino que simplemente lo documentan. La documentación del
arte es por definición no arte; simplemente se refiere al arte, y precisamente de
esta manera deja claro que el arte, en este caso, ya no está presente y visible
inmediatamente, sino más bien ausente y oculto.
La documentación del arte se refiere al arte en al menos dos maneras
diferentes. Puede referirse a interpretaciones, instalaciones temporales o
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happenings, los cuales son documentados de las mismas maneras que las
representaciones teatrales. En tales casos, uno podría decir que se trata de
eventos artísticos que estaban presentes y visibles en un tiempo particular, y
que la documentación que se expone más adelante se pretende simplemente
como una forma de recordárnoslos. Si tal recordatorio es realmente posible es,
por supuesto, una pregunta abierta. Desde el advenimiento de la
deconstrucción, si no antes, hemos sido conscientes de que cualquier alegato
de que los acontecimientos pasados pueden ser recordados de esta manera
sencilla debe, al menos, ser considerado problemático.
Mientras tanto, sin embargo, más y más documentación del arte está
siendo producida y expuesta que no tiene la pretensión de hacer presente
ningún evento artístico pasado. Ejemplos de ello incluyen complejas y variadas
intervenciones artísticas en la vida cotidiana, largos y complicados procesos de
discusión y análisis, la creación de circunstancias de vida inusuales, la
exploración artística en la recepción del arte en varias culturas y entornos, y
acciones artísticas motivadas políticamente. Ninguna de estas actividades
artísticas puede ser presentada excepto por medio de la documentación del
arte, ya que desde el principio, estas actividades no sirven para producir una
obra de arte en la cual el arte como tal pueda manifestarse. En consecuencia,
tal arte no aparece en forma de objeto –no es un producto o resultado de una
actividad "creativa". Por el contrario, el arte es en sí mismo esta actividad, es la
práctica del arte como tal. En consecuencia, la documentación del arte no es ni
la actualización de un evento artístico pasado ni la promesa de una obra de
arte que viene, sino que es la única forma posible de referencia a una actividad
artística que no puede ser representada de ninguna otra manera.
Sin embargo, clasificar la documentación del arte como "simple" obra de
arte sería malinterpretarla al pasar por alto su originalidad, su característica de
identificación, que es precisamente que documenta el arte en lugar de
presentarlo. Para aquellos que se dedican a la producción de documentación
del arte más que de obras de arte, el arte es idéntico a la vida, porque la vida
es esencialmente una actividad pura que no tiene ningún resultado final. La
presentación de cualquier resultado final –en la forma de una obra de arte, por
decir–, implicaría una comprensión de la vida como un proceso meramente
funcional cuya duración es negado y extinguido por la creación del producto
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final –lo cual equivale a la muerte. No es casualidad que los museos sean
tradicionalmente comparados con los cementerios: mediante la presentación de
arte como el resultado final de la vida, destruyen la vida de una vez por todas.
La documentación del arte, por el contrario, marca el intento de utilizar los
medios artísticos dentro de los espacios de arte para referirse a la vida misma,
es decir, a una actividad pura, a la práctica pura, a una vida artística, como fue,
sin presentarla directamente. El arte se convierte en una forma de vida,
mientras que la obra de arte se convierte en no-arte, una simple
documentación de esta forma de vida. Uno podría también decir que el arte se
vuelve biopolítico, ya que comienza a utilizar los medios artísticos para producir
y documentar la vida como una actividad pura. De hecho, la documentación del
arte como una forma de arte sólo puede desarrollarse bajo las condiciones de
la era biopolítica de hoy, en la cual la vida misma se ha convertido en el objeto
de la intervención técnica y artística. De esta manera, uno es enfrentado de
nuevo a la cuestión de la relación entre el arte y la vida –y de hecho en un
contexto completamente nuevo, definido por la aspiración del arte de hoy a
convertirse en la vida misma, no sólo representar la vida u ofrecerle productos
artísticos.
Tradicionalmente, el arte fue dividido en puro y contemplativo, arte "fino"
y arte aplicado –es decir, diseño. El primero no se preocupaba por la realidad,
sino por imágenes de la realidad. El arte aplicado construía e integraba las
cosas mismas de la realidad. En este sentido, el arte se parece a la ciencia, la
cual también se puede dividir en una parte teórica y en una versión aplicada. La
diferencia entre el arte fino y la ciencia teórica, sin embargo, es que la ciencia
ha querido hacer lo más transparente posible las imágenes de la realidad que
crea, a fin de juzgar la realidad misma sobre la base de estas imágenes,
mientras que el arte, tomando otro camino, ha tomado como tema su propia
materialidad y falta de claridad, la oscuridad y, por lo tanto, la autonomía de las
imágenes y la incapacidad resultante de estas imágenes para reproducir la
realidad adecuadamente. Las imágenes artísticas –desde lo "fantástico", lo
"poco realista", a través de lo surrealista y hasta lo abstracto–, tienen la
intención de tematizar la brecha entre el arte y la realidad. E incluso los medios
que usualmente son considerados como reproductores fieles de la realidad –
como la fotografía y el cine– son utilizados también en el contexto del arte de
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conocidos del arte tradicional, figurativo, mimético, así como a los ejemplos de
pintura moderna que generalmente son entendidos como artificiales, abstractos
y autónomos. Para los ciegos las pinturas figurativas, miméticas, se vuelven
totalmente ficticias, construidas artificialmente –podríamos decir incluso
autónomas. Por el contrario, los monocromos modernistas se muestran como
representaciones verdaderas de la visión del ciego. Aquí se hace obvio hasta
qué punto nuestra comprensión de una obra de arte en particular depende de
su funcionamiento como documento de una situación de vida determinada.
Finalmente, debemos mencionar la presentación de Carsten Höller, el
Experimento Baudouin / Boudewijn: un experimento de desviación no-fatalista
a gran escala, que tuvo lugar en el Atomium de Bruselas en 2001. Un grupo de
personas fue encerrado en el interior de una de las esferas que componen el
Atomium, en donde pasaron un día entero aislados del mundo exterior. Con
frecuencia Höller se involucra en la transformación de los espacios
minimalistas, "abstractos", de la arquitectura radicalmente modernista en
espacios para una experiencia viviente –otra forma de transformar el arte en
vida por medio de documentación. En este caso, optó para su presentación por
un espacio que encarna un sueño utópico y que no sugiere inmediatamente un
ambiente doméstico. En primer lugar, sin embargo, la obra alude a los
programas de televisión comercial como Big Brother, con su retrato de
personas forzadas a pasar juntos mucho tiempo en un espacio cerrado. Pero
aquí, la diferencia entre la documentación de la televisión comercial y la
documentación del arte se hace particularmente evidente. Precisamente por el
tiempo de la televisión, y otra vez, las imágenes de los programas de la gente
encerrada, el espectador comienza a sospechar que hay manipulación,
exigencia constante de lo que podría estar sucediendo en el espacio oculto
detrás de estas imágenes en las cuales la vida "real" se lleva a cabo. Por el
contrario, la presentación de Höller no está mostrada, sino simplemente
documentada –específicamente, a través de las narrativas de los participantes,
las cuales describen con precisión aquello que no se podía ver. Aquí, entonces,
la vida es entendida como algo narrado y documentado, pero que no puede ser
mostrado o presentado. Esto da a la documentación una plausibilidad de
representar la vida que una presentación visual directa no puede poseer.
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atenta del texto de Benjamin deja en claro que el aura se origina sólo en virtud
de la moderna tecnología de reproducción –es decir, surge en el mismo
momento en que se pierde. Y surge por la misma razón por la que se pierde.
En su ensayo, Benjamin comienza con la posibilidad de una
reproducción perfecta, en la cual ya no es posible distinguir materialmente,
visualmente, empíricamente entre el original y la copia. Una y otra vez en su
texto, Benjamin insiste en esta perfección. Él habla de la reproducción técnica
como "la reproducción más perfecta", que es capaz de mantener intactas las
cualidades materiales de la obra de arte real. Ahora, ciertamente está abierto a
la duda si las técnicas de reproducción que existían en ese momento, o incluso
en la actualidad, alcanzaron, de hecho, cada vez, tal grado de perfección que
era imposible distinguir empíricamente entre el original y la copia. Para
Benjamin, sin embargo, la posibilidad ideal de tal reproducibilidad perfecta, o de
una clonación perfecta, es más importante que las posibilidades técnicas que
realmente existieron en su época. La pregunta que él plantea es: ¿Significa la
extinción de la distinción material entre original y copia la extinción de esta
distinción en sí misma?
Benjamin responde a esta pregunta en forma negativa. La desaparición
de cualquier distinción material entre el original y la copia –o, al menos, su
desaparición potencial– no elimina otra, invisible pero no menos real distinción
entre ellos: el original tiene un aura que la copia no. Así que la noción de aura
se vuelve necesaria como criterio para distinguir entre original y copia sólo
porque la tecnología de la reproducción ha hecho inútiles todos los criterios
materiales. Y esto significa que el concepto de aura, y el aura misma,
pertenece exclusivamente a la modernidad. El aura es, para Benjamin, la
relación de la obra de arte con el sitio en el que se encuentra –la relación con
su contexto externo. El alma de la obra no está en su cuerpo, más bien el
cuerpo de la obra de arte se encuentra en su aura, en su alma.
Esta otra topología de la relación entre el alma y el cuerpo tiene
tradicionalmente un lugar en la gnosis, en la teosofía, y en escuelas de
pensamiento similares, que no sería apropiado seguir aquí. La comprensión
importante es que, para Benjamin la distinción entre el original y la copia es
exclusivamente de tipo topológico –y, como tal, es totalmente independiente de
la naturaleza material de la obra. El original tiene un sitio particular –y a través
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