Está en la página 1de 3

Jesús Emmanuel León Vázquez

31 de agosto de 2015.

Grupo: 1157

El primero y el mejor: Vasconcelos


Hablar de la educación en México es como bromear, porque no se puede tomar
enserio con tanto discurso demagógico que hablan del progreso de las naciones, a
partir de un modelo educativo competente, con escuelas dignas, maestros
calificados, desayunos escolares, más becas… bla, bla, bla. Secretario de
Educación tras otro y lo único que mejor pueden hacer es “preservar” lo que está
bien y cambios mínimos (si no de plano inexistentes) en educación. Sin embargo
hubo uno que destacó, y aunque suena a chiste, realmente hizo algo trascendente
en aquella época donde los políticos de la época, pues mejor dicho caudillos,
estaban al quite, sí, me refiero a José Vasconcelos.
Claro, muchos podrán decir “fue el primer Ministro/Secretario de Educación, era
obvio que tenía que hacer algo” sí, desde luego, pero en una época de agitación
política, entre el final del Porfiriato y aun con proceso de La Revolución con la mecha
encendida, es destacable todo lo que hizo. La creación de escuelas técnicas y
agrícolas, la apertura de un sinnúmero de nuevas bibliotecas, reducir el
analfabetismo matriculando a más de un millón de alumnos, cuando antes no
llegaba ni a quinientos mil,” i reflejan más que una simple acción política, demuestra
por qué entre diversos autores es llamado “el humanista Vasconcelos”, desde luego,
el tipo desde joven demostró un interés en el progreso de México en base a la
educación, para apoyar al pueblo, y unificarlo, con base en la identidad nacional. Su
alcance fue tal que en ese tiempo floreció el muralismo en México, creó más de una
escuela de música, acercó al pueblo a la cultura, ampliándola y siendo más
incluyente, puesto que antes sólo los potentados tenía acceso a la educación y las
artes.
Para la época a mi parecer, un hombre adelantado, visionario, culto, del que desde
joven se conoce que leía autores como Platón, Nietzsche, Kant Hegel entre otros,
quizás desde ahí motivando su idealismo que tanto lo caracterizó.ii plasmando su
idealismo en su mayor obra “La Raza Cósmica” y sintetizando su pensamiento en
“Por mi raza hablará el espíritu”, símbolo universitario de la UNAM.
Aun con todas y sus pifias, ser un hombre machista, un hombre contradictorio, de
gran cultura, pero de poca capacidad política, que le valió su derrota a la
gubernatura de Oaxaca y la Presidencia de la República, para después ser
expulsado por Portes Gil por su insurrección al convocar el Plan de Guaymas,
faltando a sus antiguos ideales, siendo seducido por el fascismo e incluso llegar a
apoyar los movimientos de Hitler y Mussoliniiii fue un hombre que se merece todas
los nombres de calles y reconocimientos que hoy tiene. Para mí un genio y que pone
en evidencia la falta de conocimiento y capacidad actual de los políticos para
gestionar una secretaría, claro, muy a pesar de su falta de negociación, vitales en
política, era un hombre que cumplió con su trabajo y desde mi humilde opinión un
parte aguas histórico en la educación y en las artes, teniendo acceso a la cultura en
su época y actualmente la mayoría de los mexicanos. Termino con una pregunta
que hizo Joaquín Cárdenas Noriega a Octavio Paz:
“¿Qué opina usted sobre Vasconcelos? El premio nobel de literatura respondió:
Ya lo he dicho en varias ocasiones anteriores. Vasconcelos es el hombre más
grande que ha dado México en siglo XX.”iv
El interino de la paz.
Uno más de los que participara en esa época del México Bárbaro, Adolfo de la
Huerta. En primera instancia fue parte del grupo antireeleccionista hasta la caída de
Díaz, fungió como Diputado Local en las fechas, que datan de 1911v.
Adolfo de la Huerta, muy a pesar de la época en que nació, fue un hombre muy
distinto a sus contemporáneos, que no se inmutaban en lo más mínimo con los
métodos con los que obtenían el poder, si bien de la Huerta junto con Elías Calles
se aliaron para apoyar a Obregón con el Plan de Agua Prieta, para destituir a
Carranza, no constituía sin embargo el poder como motivo esencial, sino más bien
una desavenencia con Carranza en específico con el estado de Sonora, por el río
Sonora, debido a que Carranza pretendía volverlo propiedad federal,vi y aquí es
donde de la Huerta demuestra su buen talante, puesto que repudia esta acción del
Presidente, planteando que atentaba contra la soberanía del estado, y no sería
permitido.
Aunque claro es importante mencionar que de la Huerta luego de la muerte de
Madero, con Carranza su carrera política fue creciendo, estando al mando de él
llegó a ser Senador por Sonora y cónsul en Nueva York. Es aquí donde refiero una
marcada diferencia con quienes se llegó a rodear, puesto que de la Huerta luego de
proclamado presidente, buscó una política de conciliación con los movimientos
armados que aun prevalecían en el país, en un hecho histórico, logro la rendición
de Villa, y algo que demuestra la simpatía que menciono, fueron las palabras del
propio Villa antes de firmar los Tratados de Sabines:
“Villa: Quiero decirle que estoy a sus órdenes y que con usted si me rindo.
De la Huerta: Usted no se rinde con nadie, véngase a hacer la paz conmigo.”vii
Y aunque ser reiterativo es prácticamente redundancia, es imposible no hacer
énfasis en lo que esto significó para el país, una mayor estabilidad económica así
como evitar más muertes en nombre de movimientos caducos y que no
representaban ya en ese entonces a nadie, más que intereses personalistas, un hito
en la vida nacional y un reflejo de la personalidad de don Adolfo, como le decían.
No podría decir, que su personalidad fuera comprendida entre los demás, era
cuestión de tiempo para que el espíritu de soberanía que desbordaba este hombre
entrara en conflicto con los Tratados de Bucarrelli, un trato que el Presidente Álvaro
Obregón, pactó con los E.U.A. Hecho que provocó una rebelión por parte de don
Adolfo, quien se opuso y termino tajantemente la relación que tenía con Obregón.
No, este movimiento no trascendió y se dispersó cuando don Adolfo se fue a E.U.A.
demuestra una vez más que era una persona con valores arraigados, que bien le
hacían falta a muchos de esa época.
Adolfo de la Huerta, representó en su corto periodo de interino como Presidente de
la República la imagen de la paz y no la represión, la unificación de los grupos
sociales para el bien común, una presidencia interina para mí muy importante y
trascendente, de mencionar y recordar. Por último, quiero mencionar que antes de
este ensayo, don Adolfo, no me era un nombre muy conocido, quizás por la poca
información o porque no las busqué, creo que la razón reside en sus
contemporáneos; hombres ambiciosos, sanguinarios, causantes de guerrillas,
quienes sobresalen por sus métodos para obtener el poder, en contraste con don
Adolfo, quien a pesar de haberse sublevado en alguna ocasión, representó con los
hechos, que era un hombre de paz y de conciliación, ¡qué lástima! ,que un
movimiento armado reciba más importancia que la paz.

iOcampo López, Javier José Vasconcelos y la Educación Mexicana, Revista


Historia de la Educación Latinoamericana, vol. 7, 2005, pp. 139-159Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia Boyacá, Colombia.
ii José Vasconcelos, Caudillo cultural de la Nación | Betzabé Arreola Martínez.
iii Avatares del nacionalismo cultural, pp. 170-171. | Ricardo Pérez Monfort.
iv José Vasconcelos, caudillo cultural | Joaquín Cárdenas Noriega.

v Presidencia provisional de Huerta. Historia de México. Pearson Education


vi
Adolfo de la Huerta: la integridad como arma de La Revolución. Siglo XXI
editores. 1998
vii
Memorias de don Adolfo de la Huerta, según su dictado propio | Guzmán
Esparza, Roberto

También podría gustarte