Llucatán un pequeño pueblo ubicado en las faldas del cerro
Brillasol. A media noche, todos los días, los habitantes
escuchaban un canto de un gallo que salía de lo alto de un cerro. Era un canto misterioso porque en la cordillera no vivía nadie ni menos había un gallo. La voz popular decía que el cerro estaba encantado y que las noches de la luna llena algunas personas lograban ver un hermoso gallo que caminaba en la claridad de la luna con unas hermosas plumas doradas, rojas y negras, que pronto desaparecía cuando intentaban cogerlo. Unos pastores decidieron cogerlo y lo cogieron, le ataron en una de sus patas, una cuerda de acero y entonces a partir de una fecha todo era suerte para ellos. Su ganado aumentaba, sus chacras producían en abundancia y todo era paz, armonía y bienestar para estos pastores y su familia. Pero un día en plena luna llena el gallo que era de oro, logro desatar la cuerda y tan pronto como ello desapareció para volver a cantar en los cerros. Había un poblador llamado José tiene una humilde mujer estando en el pastoreo de sus ovejas lo encontró de día y el ave se juntó al rebaño y camino junto hasta el hogar de la pastora. No necesito de magias vivió, canto en el corral todas las noches y entonces este hogar fue feliz. Esmin Aredo Villanueva 5° “B”