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1

Nuevo

Carta para un amigo y hermano en la fe.


Qué es en Cristo Jesús.

Escuchad, oh cielos, y hablaré;


Y oiga la tierra los dichos de mi boca.
Goteará como la lluvia mi doctrina;
Destilará como el rocío mi razonamiento;
Como la llovizna sobre la grama,
Y como las gotas sobre la hierba:
Porque el nombre de Jehová proclamaré:

Engrandeced a nuestro Dios.

Él es la Roca,

Cuya obra es perfecta,

Porque todos sus caminos son rectitud:

Dios de verdad,

Y sin ninguna iniquidad; justo y recto es Él.

Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,


Y vosotros estáis completos en Él, el cual es la cabeza de todo principado y potestad.

En quien también sois circuncidados de circuncisión no hecha de mano,


En el despojamiento del cuerpo del pecado de la carne,
En la circuncisión de Cristo.
Sepultados con Él en el bautismo, en el cual también sois resucitados con Él, mediante la fe en el poder de Dios que le
levantó de los muertos.

Y a vosotros, estando muertos en pecados


Y en la incircuncisión de vuestra carne,
Os dio vida juntamente con Él;
Perdonándoos todos los pecados,
Cancelando el manuscrito de las ordenanzas que había contra nosotros,
Que nos era contrario, quitándolo de en medio y clavándolo en la cruz;
Y despojando a los principados y a las potestades,

Los exhibió públicamente,

Triunfando sobre ellos

En sí mismo.

¿Qué, pues, diremos?


¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
2

¡En ninguna manera!

Porque los que somos muertos al pecado,


¿Cómo viviremos aún en él?

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,
Hemos sido bautizados en su muerte?
Porque somos sepultados con Él
En la muerte
Por el bautismo;
Para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre,
Así también nosotros andemos en novedad de vida.
Porque si fuimos plantados juntamente con Él
En la semejanza de su muerte,
También lo seremos en la semejanza de su resurrección;

Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él,

Para que el cuerpo de pecado fuera destruido,

A fin de que no sirvamos más al pecado.

Porque el que ha muerto, libre es del pecado.

Y si morimos con Cristo,


Creemos que también viviremos con Él;

Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos,


Ya no muere;
La muerte ya no tiene dominio sobre Él.
Porque en cuanto murió,
Al pecado murió una vez;
Pero en cuanto vive,
Para Dios vive.

Así también vosotros consideraos en verdad muertos al pecado,


Pero vivos para Dios
En Cristo Jesús, Señor nuestro.

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal,


Para que le obedezcáis en sus concupiscencias;
Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad;
Sino presentaos vosotros mismos a Dios
Como vivos de entre los muertos,
Y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

Siendo justificados gratuitamente por su gracia


Mediante la redención
Que es en Cristo Jesús;
A quien Dios ha puesto en propiciación
Por medio de la fe
En su sangre,
Para manifestar su justicia

Por la remisión de los pecados pasados,

En la paciencia de Dios,
Para manifestar su justicia en este tiempo;
Para que Él sea justo,
Y el que justifica al que cree en Jesús.

Pero todas estas cosas las hace uno, y el mismo Espíritu,


Repartiendo en particular a cada uno como Él quiere.
Porque así como el cuerpo es uno,
Y tiene muchos miembros,
Pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos,
Son un solo cuerpo, así también Cristo.
Y no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
Para que todos sean uno;
Como tú, oh Padre, en mí,
y yo en ti,
Que también ellos sean uno en nosotros;
Para que el mundo crea que tú me enviaste.
3

Y la gloria que me diste,


Yo les he dado;
Para que sean uno,
Como nosotros somos uno.
Yo en ellos,
y tú en mí,
Para que sean perfeccionados en uno.

Porque por un solo Espíritu somos todos bautizados en un cuerpo,


Ya sean judíos o gentiles,
Ya sean siervos o libres;
Y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.

Porque el cuerpo no es un solo miembro,


Sino muchos.
Si dijere el pie:
Porque no soy mano,
No soy del cuerpo;
¿Por eso no será del cuerpo?
Y si dijere la oreja:
Porque no soy ojo, no soy del cuerpo;
¿Por eso no será del cuerpo?

Si todo el cuerpo fuese ojo,


¿Dónde estaría el oído?
Si todo fuese oído,
¿Dónde estaría el olfato?
Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo,
Como Él quiso.
Que si todos fueran un solo miembro,
¿Dónde estaría el cuerpo?
Mas ahora son muchos los miembros,
Pero un solo cuerpo.
Y el ojo no puede decir a la mano:
No te necesito:
Ni tampoco la cabeza a los pies:
No tengo necesidad de vosotros.
Antes bien, los miembros del cuerpo que parecen más débiles,
Son los más necesarios;
y los miembros del cuerpo que estimamos menos dignos,
A éstos vestimos más dignamente;
Y los que en nosotros son menos decorosos,
Son tratados con mucho más decoro.
Porque los miembros que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad;
Pero Dios ordenó el cuerpo,
Dando más abundante honor al que le faltaba;
Para que no haya desavenencia en el cuerpo,
sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.
Y si un miembro padece,
Todos los miembros se duelen con él;
O si un miembro es honrado,
Todos los miembros con él se regocijan.
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros en particular.

Además digo:
Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del siervo,
Aunque es señor de todo;
Más está bajo tutores y mayordomos hasta el tiempo señalado por el padre.
Así también nosotros,
Cuando éramos niños, estábamos en esclavitud
Bajo los rudimentos del mundo.
Mas venido el cumplimiento del tiempo,
Dios envió a su Hijo,
Hecho de mujer,
Hecho bajo la ley,
Para que redimiese a los que estaban bajo la ley,
A fin
De que recibiésemos la adopción de hijos.
Y por cuanto sois hijos,
Dios envió el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones,
El cual clama: Abba, Padre.
Os he dicho antes, y ahora os digo otra vez como si estuviera presente,
y ahora ausente
Lo escribo a los que antes pecaron,
Y a todos los demás,
Que si vengo otra vez, no seré indulgente;
4

Pues que buscáis una prueba de que Cristo habla en mí,

El cual no es débil para con vosotros,


Antes es poderoso en vosotros.
Porque aunque fue crucificado en flaqueza,
Sin embargo vive por el poder de Dios.

Pues también nosotros somos débiles en Él,


Más viviremos con Él
Por el poder de Dios para con vosotros.
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe;
Probaos a vosotros mismos.
¿No os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que seáis reprobados?

Y esto digo: El pacto antes confirmado por Dios en Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no le
anula, para invalidar la promesa.

Porque si la herencia fuese por la ley,


Ya no sería por la promesa:
Más Dios la dio a Abraham por la promesa.
¿Para qué entonces, sirve la ley?
Fue añadida por causa de las transgresiones,
Hasta que viniese la simiente
A quien fue hecha la promesa,
Y fue ordenada por ángeles en mano de un mediador.

Ahora bien, un mediador no es de uno solo, pero Dios es uno.

¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios?


¡En ninguna manera!
Porque si se hubiera dado una ley que pudiera vivificar,
la justicia verdaderamente habría sido por la ley.
Mas la Escritura encerró todo bajo pecado,
Para que la promesa por la fe de Jesucristo,
Fuese dada a los que creen.

Pero antes que viniese la fe,


Estábamos guardados bajo la ley,
Encerrados para aquella fe
Que había de ser revelada.

De manera que la ley fue nuestro hayo


Para traernos a Cristo,
Para que fuésemos justificados por la fe.

Mas venida la fe, ya no estamos bajo hayo,

Porque todos sois hijos de Dios


Por la fe en Cristo Jesús,
Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
De Cristo estáis revestidos.
Ya no hay judío ni griego;
No hay esclavo ni libre;
No hay varón ni mujer;
Porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Y si vosotros sois de Cristo,

Entonces simiente de Abraham sois,

Y herederos conforme a la promesa.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Yo pues, preso en el Señor,


Os ruego que andéis como es digno
Del llamamiento con que sois llamados;
Con toda humildad y mansedumbre,
Con paciencia
Soportándoos los unos a los otros
En amor,
5

Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

Un cuerpo, y un Espíritu, como sois también llamados en una misma esperanza de vuestro llamamiento.

Un Señor, una fe, un bautismo,


Un Dios y Padre de todos,
El cual es sobre todo, y por todo, y en todos vosotros.
Pero a cada uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.

Recuérdales que se sujeten a los principados y potestades, que obedezcan a los magistrados, que estén dispuestos para
toda buena obra.
Que no hablen mal de nadie,
Que no sean pendencieros,
Sino amables,
Mostrando toda mansedumbre
Para con todos los hombres.

Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos,


Rebeldes,
Extraviados,
Esclavos de concupiscencias
Y diversos placeres,
Viviendo en malicia
Y envidia,
Aborrecibles,
Aborreciéndonos
Unos a otros.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador,
Y su amor para con los hombres,
Nos salvó,
No por obras de justicia que nosotros hayamos hecho,
Sino por su misericordia,
Por el lavamiento de la

Regeneración
Y de la renovación del Espíritu Santo;

El cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,

Para que justificados por su gracia,


Viniésemos a ser herederos
Conforme a la esperanza de la vida eterna.

Palabra fiel es ésta,

Y estas cosas quiero que afirmes constantemente,


Para que los que creen en Dios
Procuren ocuparse en buenas obras.

Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.

Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres,


Es constituido a favor de los hombres
En lo que a Dios se refiere,
Para que presente también ofrendas y sacrificios por los pecados;

Que pueda compadecerse de los ignorantes y extraviados,


Puesto que él también está rodeado de flaqueza;
Y por causa de ella debe ofrecer por los pecados,
Tanto por el pueblo, como también por sí mismo.
Y nadie toma para sí esta honra,

Sino el que es llamado de Dios, como lo fue Aarón.

Así también Cristo no se glorificó a sí mismo haciéndose Sumo Sacerdote,


Sino el que le dijo:
Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy;

Como también dice en otro lugar:


Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

El cual en los días de su carne,


Habiendo ofrecido ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas
Al que le podía librar de la muerte,
Fue oído por su temor reverente.
6

Y aunque era Hijo,


Por lo que padeció aprendió la obediencia;

Y habiendo sido hecho perfecto,

Vino a ser autor de eterna salvación a todos los que le obedecen;

Y fue llamado de Dios Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.

Del cual tenemos mucho que decir, y difícil de describir,


Por cuanto sois tardos para oír.

Porque debiendo ser ya maestros,


Por causa del tiempo,
Tenéis necesidad de que se os vuelva enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios;

Y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.
Y todo el que participa de la leche es inhábil en la palabra de la justicia,
Porque es niño;
Mas el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez,

Para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y el mal.

Por tanto, dejando los rudimentos de la doctrina de Cristo,


Vamos adelante a la perfección;

No echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas,


Y de la fe en Dios,
De la doctrina de bautismos, y de la imposición de manos, y de la resurrección de los muertos, y del juicio eterno.
Y esto haremos a la verdad, si Dios lo permite.

Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados


y gustaron el don celestial,

y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,

y asimismo gustaron la buena palabra de Dios,


Y los poderes del mundo venidero,
Y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento,

Crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios

Y exponiéndole a vituperio.

Sino santificad al Señor Dios en vuestros corazones,


y estad siempre preparados para responder con mansedumbre
y temor a todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
Teniendo buena conciencia,
Para que en lo que murmuran de vosotros
Como de malhechores,
Sean avergonzados
Los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien,


Si la voluntad de Dios así lo quiere,
Que haciendo el mal.

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados,
El justo por los injustos,
Para llevarnos a Dios,
Siendo a la verdad muerto en la carne,
Pero vivificado por el Espíritu;
En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados;

Los cuales en tiempo pasado fueron desobedientes,


Cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé,
Mientras se aparejaba el arca;
En la cual pocas, es decir, ocho almas fueron salvadas por agua.

A la figura de lo cual el bautismo que ahora corresponde nos salva


(No quitando las inmundicias de la carne, sino como testimonio de una buena conciencia delante de Dios)
Por la resurrección de Jesucristo,
El cual habiendo subido al cielo, está a la diestra de Dios;
Estando sujetos a Él, ángeles, autoridades y potestades.
7

Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
Donde está Cristo
Sentado a la diestra de Dios.
Poned vuestra mira en las cosas de arriba,
No en las de la tierra.
Porque muertos sois,
Y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

Cuando Cristo, nuestra vida, se manifieste,


Entonces vosotros también seréis manifestados
Con Él en gloria.
Porque somos sepultados con Él en la muerte por el bautismo;
Para que como Cristo resucitó de los muertos
Por la gloria del Padre,
Así también nosotros andemos en novedad de vida.
Porque si fuimos plantados juntamente con Él
En la semejanza de su muerte,
También lo seremos en la semejanza de su resurrección;
Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él,

Para que el cuerpo de pecado fuera destruido,

A fin de que no sirvamos más al pecado.

Porque el que ha muerto,


Libre es del pecado.
Y si morimos con Cristo,
Creemos que también viviremos con Él;

Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos,


Ya no muere;
La muerte ya no tiene dominio sobre Él.

Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez;


Pero en cuanto vive, para Dios vive.

Así también vosotros consideraos en verdad muertos al pecado,


Pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal,


Para que le obedezcáis en sus concupiscencias;

Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado


Como instrumentos de iniquidad;
Sino presentaos vosotros mismos a Dios
Como vivos de entre los muertos,
y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

¿Qué, pues?
¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley,
Sino bajo la gracia?
¡En ninguna manera!

¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle,

Sois esclavos de aquel a quien obedecéis;

Ya sea del pecado para muerte,

O de la obediencia para justicia?

Así también vosotros mis hermanos,


Habéis muerto a la ley por el cuerpo de Cristo;
Para que seáis de otro,
De Aquél que resucitó de entre los muertos,
A fin de que llevemos fruto para Dios.
Porque cuando estábamos en la carne,

La influencia del pecado,

Que era por la ley,


8

Obraba en nuestros miembros

Llevando fruto para muerte;

Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos;


Primicias de los que durmieron es hecho.
Y por cuanto la muerte entró por un hombre,
También por un hombre la resurrección de los muertos.

Porque así como en Adán todos mueren,

Así también en Cristo todos serán vivificados.


Pero cada uno en su debido orden:
Cristo las primicias;
Luego los que son de Cristo, en su venida.
Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo,

El Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él;

Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento,


Para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento,
Y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos;
Y cuál la supereminente grandeza de su poder
Para con nosotros los que creemos,
Según la operación del poder de su fortaleza,

La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos,


Y sentándole a su diestra
En los lugares celestiales,
Sobre todo principado y potestad
Y potencia y señorío,
Y sobre todo nombre que se nombra,
No sólo en este mundo,
Sino también en el venidero;
Y sometió todas las cosas bajo sus pies,
y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquél que todo lo llena en todo.

Y Él os dio vida a vosotros,


Que estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
En los cuales anduvisteis en otro tiempo,
Conforme a la corriente de este mundo,
Conforme al príncipe de la potestad del aire,
El espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia;
Entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo;
En la concupiscencia de nuestra carne,
Haciendo la voluntad de la carne
Y de los pensamientos,
Y éramos por naturaleza hijos de ira,
Lo mismo que los demás.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,

Aun estando nosotros muertos en pecados,


Nos dio vida juntamente con Cristo
(Por gracia sois salvos),
Y juntamente con Él nos resucitó,

Y asimismo nos hizo sentar con Él, en lugares celestiales en Cristo Jesús;

Para mostrar en las edades venideras las abundantes riquezas de su gracia, en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe,
Y esto no de vosotros; pues es don de Dios;
No por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya,
Creados en Cristo Jesús
Para buenas obras,
Las cuales Dios preparó de antemano
Para que anduviésemos en ellas.
Por tanto, acordaos que en otro tiempo vosotros, los gentiles en la carne, erais llamados incircuncisión por la que es
llamada circuncisión hecha por mano en la carne;

Que en aquel tiempo estabais sin Cristo,


Alejados de la ciudadanía de Israel
Y extranjeros a los pactos de la promesa,
Sin esperanza y sin Dios en el mundo.
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Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos,
Habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Porque Él es nuestra paz, que de ambos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación;
Aboliendo en su carne las enemistades,
La ley de los mandamientos contenidos en ordenanzas,
Para hacer en sí mismo de los dos un nuevo hombre, haciendo así la paz;
Y reconciliar con Dios a ambos en un cuerpo mediante la cruz,
Matando en sí mismo las enemistades.
Y vino, y predicó la paz a vosotros que estabais lejos,
y a los que estaban cerca;
Porque por medio de Él
Ambos tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y de la familia de Dios;

Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,


Siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
En quien todo el edificio,
Bien coordinado,
Va creciendo para ser un templo santo
En el Señor;
En quien también vosotros sois juntamente edificados,

Para morada de Dios en el Espíritu.

Sed, pues, seguidores de Dios como hijos amados;


Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros a Dios, ofrenda y sacrificio de
dulce fragancia.

Pero fornicación
Y toda inmundicia,
O avaricia,
Ni aun se nombre entre vosotros
Como conviene a santos;
Ni palabras obscenas,
Ni necedades,
Ni truhanerías,
Que no convienen;
Sino antes bien acciones de gracias.

Porque sabéis esto,


Que ningún fornicario,
O inmundo,
O avaro,
Que es idólatra,
Tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.

Nadie os engañe con palabras vanas;


Porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.

Viniendo luego Safán escriba al rey,


Dio al rey la respuesta, y dijo:
Tus siervos han juntado el dinero que se halló en el templo,
Y lo han entregado en poder de los que hacen la obra, que tienen cargo de la casa de Jehová.

Asimismo Safán escriba declaró al rey, diciendo:


Hilcías el sacerdote me ha dado un libro.
Y lo leyó Safán delante del rey.
Y sucedió que cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley,
Rasgó sus vestiduras.
Luego mandó el rey a Hilcías el sacerdote,
Y a Ahicam hijo de Safán,
Y a Acbor hijo de Micaías,
Y a Safán escriba,
Y a Asaías siervo del rey, diciendo:
Id, y consultad a Jehová por mí,
Y por el pueblo,
Y por todo Judá,
Acerca de las palabras de este libro que se ha hallado;
Porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros,
Por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro,
Para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito.

Así dice Jehová:


He aquí yo traigo mal sobre este lugar,
10

Y sobre los que en él moran,


Según todas las palabras del libro que ha leído el rey de Judá:
Por cuanto me dejaron a mí,
y quemaron incienso a dioses ajenos,
Provocándome a ira en toda obra de sus manos;
y mi furor se ha encendido contra este lugar,
y no se apagará.
Mas al rey de Judá que os ha enviado para que consultaseis a Jehová,
Diréis así:
Así dice Jehová el Dios de Israel:
Por cuanto oíste las palabras del libro,
Y tu corazón se enterneció,
Y te humillaste delante de Jehová
Cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar
Y contra sus moradores,
Que vendrían a ser asolados y malditos,
Y rasgaste tus vestiduras,
Y lloraste en mi presencia,
También yo te he oído, dice Jehová.
Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres,
Y tú serás recogido a tu sepulcro en paz,
Y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar.
Y ellos dieron la respuesta al rey.

No seáis, pues, partícipes con ellos.

Porque en otro tiempo erais tinieblas,


Mas ahora sois luz en el Señor:
Andad como hijos de luz
(Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad),
Aprobando lo que es agradable al Señor,
Y no participéis con las obras infructuosas de las tinieblas, sino antes reprobadlas.
Porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en oculto.

Pero todas las cosas que son reprobadas,


Son hechas manifiestas por la luz,
Porque lo que manifiesta todo, es la luz.

Por lo cual dice:


Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.

Mirad, pues, que andéis con diligencia; no como necios, sino como sabios,
Redimiendo el tiempo, porque los días son malos.
Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.

Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne,


Vosotros también armaos del mismo pensamiento;
Porque el que ha padecido en la carne,
Cesó de pecado;
Para que ya el tiempo que quede en la carne,
Viva,
No en las concupiscencias de los hombres,
Sino en la voluntad de Dios.
Baste ya el tiempo pasado de nuestra vida
Para haber hecho la voluntad de los gentiles,

Andando en lascivias,
Concupiscencias,
Embriagueces,
Desenfrenos,
Banquetes
Y abominables idolatrías.
En lo cual les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución,
Y os ultrajan;

Entonces dijo a los discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos;


Más ¡ay de aquel por quien vienen!
Mejor le fuera si se le atase al cuello una piedra de molino, y se le lanzase en el mar,
Que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.
Mirad por vosotros mismos.
Si tu hermano peca contra ti, repréndele;
y si se arrepiente, perdónale.
Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo:
Me arrepiento; perdónale.
11

Y los apóstoles dijeron al Señor:


Auméntanos la fe.
Y el Señor dijo: Si tuviereis fe como un grano de mostaza,
Podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar;
Y os obedecería.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Éste vino por testimonio,


Para que diese testimonio de la Luz,
Para que todos creyesen por él.
No era él la Luz,
Sino para que diese testimonio de la Luz.
Aquél era la Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo.

En el mundo estaba,
Y el mundo por Él fue hecho,
Pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
Les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Los cuales son engendrados, no de sangre,


Ni de voluntad de carne,
Ni de voluntad de varón,
Sino de Dios.

Entonces vinieron ciertos judíos de Antioquía y de Iconio,


Que persuadieron a la multitud,
Y habiendo apedreado a Pablo,
Le arrastraron fuera de la ciudad,
Pensando que estaba muerto.
Más rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad,
Y al siguiente día, partió con Bernabé para Derbe.
Y habiendo predicado el evangelio a aquella ciudad,
Y después de enseñar a muchos,
Volvieron a Listra, y a Iconio, y a Antioquía,
Confirmando el alma de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe;
Y diciéndoles que es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios
Y cuando les ordenaron ancianos en cada iglesia,
Habiendo orado con ayunos,
Los encomendaron al Señor en quien habían creído.
Y habiendo pasado por Pisidia vinieron a Panfilia.
Y después de predicar la palabra en Perge, descendieron a Atalia.

Y de allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios


Para la obra que habían cumplido.
Y habiendo llegado, reuniendo la iglesia, relataron todo lo que había hecho Dios con ellos,

y de cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles.

Para que seamos para alabanza de su gloria,


Nosotros quienes primero confiamos en Cristo.
En el cual también confiasteis vosotros,
Habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación;

En quien también,
Desde que creísteis,
Fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
Que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida,
Para alabanza de su gloria.
Por lo cual también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús,
Y amor para con todos los santos,
No ceso de dar gracias por vosotros,
Haciendo mención de vosotros en mis oraciones,
Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria,

os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él;


Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento,
Para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento,
Y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos;
Y cuál la supereminente grandeza de su poder
Para con nosotros los que creemos,
Según la operación del poder de su fortaleza,
La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos, y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
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Sobre todo principado y potestad y potencia y señorío,


Y sobre todo nombre que se nombra,
No sólo en este mundo,
Sino también en el venidero;
y sometió todas las cosas bajo sus pies,
Y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
la cual es su cuerpo,
La plenitud de Aquél que todo lo llena en todo.
Y Él os dio vida a vosotros,
Que estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
En los cuales anduvisteis en otro tiempo,
Conforme a la corriente de este mundo,
Conforme al príncipe de la potestad del aire,
El espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia;
Entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo;
En la concupiscencia de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Pero Dios, que es rico en misericordia,


Por su gran amor con que nos amó,
Aun estando nosotros muertos en pecados,
Nos dio vida juntamente con Cristo
(Por gracia sois salvos),

Y juntamente con Él nos resucitó,

Y asimismo nos hizo sentar con Él,


En lugares celestiales en Cristo Jesús;

Para mostrar en las edades venideras las abundantes riquezas de su gracia,


En su bondad para con nosotros en Cristo Jesús
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe,

Y esto no de vosotros; pues es don de Dios;


No por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya,
Creados en Cristo Jesús
Para buenas obras,
Las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Por tanto, acordaos que en otro tiempo vosotros, los gentiles en la carne,
Erais llamados incircuncisión
Por la que es llamada circuncisión
Hecha por mano en la carne;
Que en aquel tiempo estabais sin Cristo,
Alejados de la ciudadanía de Israel
Y extranjeros a los pactos de la promesa,
Sin esperanza y sin Dios en el mundo.

Pero ahora en Cristo Jesús,


Vosotros que en otro tiempo estabais lejos,
Habéis sido hechos cercanos
Por la sangre de Cristo.
Porque Él es nuestra paz,
Que de ambos hizo uno,
Derribando la pared intermedia de separación;
Aboliendo en su carne las enemistades,

La ley de los mandamientos contenidos en ordenanzas,

Para hacer en sí mismo de los dos un nuevo hombre,


Haciendo así la paz;
Y reconciliar con Dios a ambos en un cuerpo mediante la cruz,
Matando en sí mismo las enemistades.
Y vino, y predicó la paz a vosotros que estabais lejos,
y a los que estaban cerca;
Porque por medio de Él

Ambos tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.

Por esta causa yo Pablo, prisionero de Jesucristo por vosotros los gentiles,
Si es que habéis oído de la dispensación de la gracia de Dios que me ha sido dada para con vosotros;

Que por revelación me hizo conocer el misterio, como antes escribí en breve,
Leyendo lo cual,
Podéis entender mi conocimiento en el misterio de Cristo,
13

Misterio que en otras edades no se dio a conocer a los hijos de los hombres,
Como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu;

Que los gentiles sean coherederos y miembros del mismo cuerpo,


Y copartícipes de su promesa en Cristo por el evangelio,

Del cual yo fui hecho ministro


Según el don de la gracia de Dios dado a mí por la operación de su poder.

A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me es dada esta gracia de predicar entre los gentiles el
evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo;

Y de aclarar a todos cuál es la comunión del misterio escondido


Desde el principio del mundo en Dios,
Que creó todas las cosas por Jesucristo;
Para que la multiforme sabiduría de Dios
Sea dada a conocer por la iglesia
A los principados y potestades en los lugares celestiales,
Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús Señor nuestro;
En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe de Él.

Porque sé
Que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo,
Esto se tornará para mi liberación,
Conforme a mi expectación y esperanza,
Que en nada seré avergonzado;
Antes con toda confianza,
Como siempre,
Así también ahora,
Cristo será magnificado en mi cuerpo,
O por vida, o por muerte.

Porque para mí el vivir es Cristo,


Y el morir es ganancia.
Más si vivo en la carne,
Este es el fruto de mi trabajo;
No sé entonces qué escoger.
Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho,
Teniendo deseo de partir y estar con Cristo,
Lo cual es muchísimo mejor;
Pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.

Y confiado en esto, sé que quedaré y permaneceré con todos vosotros,


Para vuestro provecho y gozo de la fe,
Para que abunde vuestro regocijo por mí en Jesucristo
Por mi presencia otra vez entre vosotros.

Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo;


Para que, ya sea que vaya a veros, o que esté ausente,
Oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu,
Unánimes combatiendo juntos por la fe del evangelio;
Y en nada intimidados por los que se oponen; que a ellos ciertamente es indicio de perdición,
Pero a vosotros de salvación, y esto de Dios.

Porque a vosotros es concedido por Cristo, no sólo que creáis en Él,


Sino también que padezcáis por Él,
Teniendo el mismo conflicto que visteis en mí,
Y ahora oís está en mí.
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,
Despojémonos de todo peso,
Y del pecado que nos asedia,
Y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,

Puestos los ojos en Jesús,


El autor y consumador de la fe,
El cual, por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz,
Menospreciando la vergüenza,
Y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Considerad, pues, a Aquél que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo,
Para que no os fatiguéis ni desmayen vuestras almas.

Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado.


¿Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige?
Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor,
Ni desmayes cuando eres de Él reprendido.
14

Porque el Señor al que ama castiga, y azota a todo el que recibe por hijo.

Si soportáis el castigo,
Dios os trata como a hijos;
Porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no castiga?
Pero si estáis sin castigo,
Del cual todos son hechos partícipes,
Entonces sois bastardos, y no hijos.
Por otra parte, tuvimos a los padres de nuestra carne que nos disciplinaban,
Y los reverenciábamos.

¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?

Y aquéllos, a la verdad, por pocos días nos castigaban como a ellos les parecía,

Más Éste para lo que nos es provechoso,

A fin de que participemos de su santidad.

Y Moisés llamó a todo Israel, y les dijo:


Oye, Israel,
Los estatutos y derechos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos:

Y aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra.

Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb.

No con nuestros padres hizo Jehová este pacto,


Sino con nosotros

Todos los que estamos aquí hoy vivos.

Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego
(Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor
del fuego, y no subisteis al monte),
Diciendo:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

No tendrás dioses ajenos delante de mí.

No harás para ti escultura,


Ni imagen alguna de cosa que está arriba en el cielo,
O abajo en la tierra,
O en las aguas debajo de la tierra.

No te inclinarás a ellas
Ni les servirás;
Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso,

Que visito la maldad de los padres


Sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

Y que hago misericordia a millares de los que me aman


Y guardan mis mandamientos.

No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios;


Porque Jehová no dará por inocente al que tomare en vano su nombre.

Guarda el día sábado para santificarlo,


Como Jehová tu Dios te ha mandado.
Seis días trabajarás
Y harás toda tu obra:
Mas el séptimo día es el sábado de Jehová tu Dios:
No harás en él obra alguna,
Tú,
Ni tu hijo,
Ni tu hija,
Ni tu siervo,
Ni tu sierva,
Ni tu buey,
Ni tu asno,
Ni ningún animal tuyo,
15

Ni tu extranjero que está dentro de tus puertas;


Para que descanse tu siervo y tu sierva como tú.

Y acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto,


Y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido:
Por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo.

Honra a tu padre y a tu madre,


Como Jehová tu Dios te ha mandado,
Para que sean prolongados tus días,
Y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No hurtarás.
No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
No codiciarás la esposa de tu prójimo,
Ni desearás la casa de tu prójimo,
Ni su tierra,
Ni su siervo,
Ni su sierva,
Ni su buey,
Ni su asno,
Ni ninguna cosa que sea de tu prójimo.

Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte,

De en medio del fuego,

De la nube y de la oscuridad,

A gran voz:

Y no añadió más.

Y las escribió en dos tablas de piedra,

Las cuales me dio a mí.

Pero Éste,
Habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre,
Se ha sentado a la diestra de Dios,
De aquí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.

Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

Y el Espíritu Santo también nos da testimonio;


Porque después que había dicho:
Éste es el pacto que haré con ellos:

Después de aquellos días, dice el Señor:

Daré mis leyes en sus corazones,

Y en sus mentes las escribiré;

y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades.


Pues donde hay remisión de éstos,
No hay más ofrenda por el pecado.
Así que, hermanos,
Teniendo libertad para entrar en el lugar santísimo
Por la sangre de Jesús,
Por el camino nuevo
y vivo
Que Él nos consagró a través del velo,
Esto es, por su carne;
Y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
Acerquémonos con corazón sincero,
en plena certidumbre de fe,
Purificados los corazones de mala conciencia,
Y lavados los cuerpos con agua pura.
Mantengamos firme, sin fluctuar,
16

La profesión de nuestra fe;


Que fiel es el que prometió;
Y considerémonos unos a otros para provocarnos al amor y a las buenas obras;

¿Por qué?

Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más
sacrificio por el pecado,
Sino una horrenda expectación de juicio y hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.

El que menospreciare la ley de Moisés,

Por el testimonio de dos o de tres testigos


Muere sin ninguna misericordia.

¿De cuánto mayor castigo pensáis que será digno,


el que pisoteare al Hijo de Dios,
Y tuviere por inmunda la sangre del pacto
en la cual fue santificado,
E hiciere afrenta al Espíritu de gracia?

Pues conocemos al que dijo:


Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor.
Y otra vez:
El Señor juzgará a su pueblo.

Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo.

Pero traed a la memoria los días pasados,


En los cuales, después de haber sido iluminados,
Sufristeis gran combate de aflicciones;
Por una parte, ciertamente, con vituperios
Y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo;
Y por otra parte fuisteis hechos compañeros de los que han estado en igual situación.

Y os compadecisteis de mí en mis cadenas,


Y el despojo de vuestros bienes padecisteis con gozo,
Sabiendo en vosotros que tenéis una mejor y perdurable sustancia en los cielos.
No perdáis,
Pues, vuestra confianza,
Que tiene grande galardón;
Porque la paciencia os es necesaria;
Para que habiendo hecho la voluntad de Dios,
Obtengáis la promesa.
Porque aún un poco de tiempo,
Y el que ha de venir vendrá,
Y no tardará.
Mas el justo vivirá por fe;
Y si retrocediere,
No agradará a mi alma.
Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición,

Sino de los que creen para salvación del alma.


Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios,
Y aplica tu corazón a mi sabiduría:
Porque es cosa deliciosa,
Si las guardares dentro de ti;
Y si juntamente se afirmaren en tus labios.
Para que tu confianza sea en Jehová,
te las he hecho saber hoy a ti también.
¿No te he escrito cosas excelentes de consejo y conocimiento,
Para hacerte saber la certeza de las palabras de verdad,
A fin de que puedas responder palabras de verdad a los que a ti envíen?

Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría,


y que obtiene la inteligencia;
Porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata,
Y sus frutos más que el oro fino.
Más preciosa es que las piedras preciosas;
Y todo lo que puedes desear,
No se puede comparar a ella.
Largura de días está en su mano derecha;
En su izquierda riquezas y honra.
Sus caminos son caminos deleitosos,
Y todas sus veredas paz.
Ella es árbol de vida a los que la abrazan,
17

y bienaventurados son los que la retienen.


Oíd, hijos,
La instrucción de un padre,
Y estad atentos,
Para que conozcáis cordura.
Porque os doy buena enseñanza;
No desamparéis mi ley.
Porque yo fui hijo para mi padre,
Delicado y único a los ojos de mi madre.
Y él me enseñaba, y me decía:
Retenga tu corazón mis palabras,
Guarda mis mandamientos, y vivirás.
Adquiere sabiduría,
Adquiere inteligencia;
No te olvides ni te apartes de las palabras de mi boca:
No la dejes,
Y ella te guardará;
Ámala,
Y ella te conservará.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría;

y con toda tu posesión adquiere inteligencia.

Jesús dijo a los escribas y fariseos lo siguiente.

¿Cómo podéis vosotros creer,


Pues recibís gloria los unos de los otros,
Y no buscáis la gloria que sólo de Dios viene?
No penséis que yo os acusaré delante del Padre;
Hay quien os acusa,
Moisés, en quien vosotros confiáis.
Porque si hubieseis creído a Moisés,
Me creeríais a mí;
Porque de mí escribió él.
Pero si no creéis a sus escritos,
¿cómo creeréis a mis palabras?

Pero a usted y amí nos dice así.

Y si alguno oye mis palabras,


Y no cree,
Yo no le juzgo;
Porque no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
El que me rechaza,
Y no recibe mis palabras,
Tiene quien le juzgue;

La palabra que he hablado,

Ésta le juzgará en el día final.

Porque yo no he hablado de mí mismo;


Sino que el Padre que me envió,
Él me dio mandamiento de lo que he de decir,
Y de lo que he de hablar.
Y sé que su mandamiento es vida eterna;
Así que, lo que yo hablo,
Como el Padre me lo ha dicho, así hablo.

Y Él es la propiciación por nuestros pecados;


Y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.
Y en esto sabemos que nosotros le conocemos,
Si guardamos sus mandamientos.
El que dice:
Yo le conozco,
Y no guarda sus mandamientos,
El tal es mentiroso,
Y la verdad no está en él;
Pero el que guarda su palabra, verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado en él;
Por esto sabemos que estamos en Él.
El que dice que permanece en Él,
Debe andar como Él anduvo.
Hermanos, no os escribo un mandamiento nuevo,
Sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio;
18

El mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio.


Otra vez,
Os escribo un mandamiento nuevo,
Que es verdadero en Él y en vosotros;
Porque las tinieblas han pasado,
Y la luz verdadera ya alumbra.
El que dice que está en luz,
Y aborrece a su hermano,
Está todavía en tinieblas.
El que ama a su hermano,
Está en luz,
y no hay tropiezo en él.
Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas, y anda en tinieblas,
Y no sabe a dónde va;
Porque las tinieblas le han cegado sus ojos.

Amados, ahora somos hijos de Dios,


Y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser;
Pero sabemos que cuando Él apareciere, seremos semejantes a Él,
Porque le veremos
Como Él es.
Y cualquiera que tiene esta esperanza en Él,
Se purifica a sí mismo,
Así como Él es puro.
Cualquiera que comete pecado,
Traspasa también la ley;
Pues el pecado es transgresión de la ley.
Y sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados,

Y no hay pecado en Él.


Todo aquel que permanece en Él,
No peca;
Todo aquel que peca,
No le ha visto, ni le ha conocido.
Hijitos, nadie os engañe;
El que hace justicia,
Es justo, como también Él es justo.

El que hace pecado, es del diablo;


Porque el diablo peca desde el principio.
Para esto apareció el Hijo de Dios,
Para deshacer las obras del diablo.

Todo aquel que es nacido de Dios, no peca,


Porque su simiente permanece en él;
Y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

En esto son manifiestos los hijos de Dios,


Y los hijos del diablo;
Todo el que no hace justicia,
Y que no ama a su hermano, no es de Dios.
Porque, éste es el mensaje que habéis oído desde el principio:

Que nos amemos unos a otros.

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios.


Todo el que ama, es nacido de Dios,
Y conoce a Dios.
El que no ama no conoce a Dios,
Porque Dios es amor.
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros,
En que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él.

En esto consiste el amor;


No en que nosotros hayamos amado a Dios,
Sino que Él nos amó a nosotros,
Y envió a su Hijo
En propiciación por nuestros pecados.

Amados, si Dios así nos ha amado,


Debemos también nosotros amarnos unos a otros.
A Dios nadie le vio jamás.
Si nos amamos unos a otros,
Dios permanece en nosotros,
19

Y su amor se perfecciona en nosotros.

En esto conocemos que permanecemos en Él,

Y Él en nosotros,

En que nos ha dado de su Espíritu.

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.

Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

En esto es perfeccionado el amor en nosotros,


Para que tengamos confianza en el día del juicio;
Pues como Él es,
Así somos nosotros en este mundo.
En el amor no hay temor;
Mas el perfecto amor echa fuera el temor,
Porque el temor conlleva castigo.
Y el que teme no ha sido perfeccionado en el amor.
Y nosotros tenemos este mandamiento de Él:
Que el que ama a Dios,
Ame también a su hermano.
Finalmente, sed todos de un mismo sentir,
Compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;
No devolviendo mal por mal,
Ni maldición por maldición,
Sino por el contrario,
Bendiciendo;
Sabiendo que vosotros sois llamados para que heredaseis bendición.
Porque el que quiera amar la vida,
Y ver días buenos,
Refrene su lengua de mal,
Y sus labios no hablen engaño;
Apártese del mal,
Y haga el bien;
Busque la paz, y sígala.
Porque los ojos del Señor están sobre los justos,
Y sus oídos atentos a sus oraciones:
Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.

Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria;


Porque han venido las bodas del Cordero,
Y su esposa se ha aparejado.
Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino,
Limpio y resplandeciente;
Porque el lino fino es la justicia de los santos.
Y él me dijo:
Escribe:
Bienaventurados los que son llamados a la cena del Cordero.
Y me dijo:
Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Y yo me postré a sus pies para adorarle.

Y él me dijo:

Mira, no lo hagas;

Yo soy consiervo tuyo,

Y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús.

Adora a Dios;

Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección;


La segunda muerte no tiene potestad sobre éstos;
Sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo,
Y reinarán con Él mil años.
Y oí una gran voz del cielo que decía:
He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres,
20

Y Él morará con ellos;


Y ellos serán su pueblo,
Y Dios mismo estará con ellos, y será su Dios.

Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos;


Y ya no habrá muerte,
Ni habrá más llanto,
Ni clamor,
Ni dolor;
Porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.
Y me dijo:
Escribe;
Porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y me dijo:
Hecho es.
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.
Al que tuviere sed,
Yo le daré de la fuente del agua de vida gratuitamente.
El que venciere, heredará todas las cosas; y yo seré su Dios,
y él será mi hijo.

Pero los temerosos

E incrédulos,

Los abominables

Y homicidas,

Los fornicarios y hechiceros,

Los idólatras,

Y todos los mentirosos,

Tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre,

Que es la muerte segunda.

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.

Yo soy la raíz y el linaje de David,


y la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la esposa dicen:
Ven.
Y el que oye, diga:
Ven.
Y el que tiene sed, venga;
Y el que quiere, tome del agua de la vida gratuitamente.
Porque yo testifico a cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro:
Si alguno añadiere a estas cosas,
Dios añadirá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía,
Dios quitará su parte del libro de la vida,
y de la santa ciudad,
Y de las cosas que están escritas en este libro.
El que da testimonio de estas cosas, dice:
Ciertamente vengo en breve.
Amén, así sea.
Ven: Señor Jesús.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

Recordar o siempre tener en la mente lo siguiente.

Con Misericordía y Verdad se corrige el pecado.

Cuando el hombre está en paz con Dios aún sus enemigos hace estar en paz con él.
21

Despues de escribir y de releer este articulo me sorprendo por entender, que los Diez mandamientos.

Escritos con su puño y letra del Señor.

Son el resultado del amor de Dios, para con el hombre.

Son el origen silencioso del Evangelio, que por medio de Cristo Jesús.

Nos fue dado.

Reconozco el valor indiscutible de la confesión verbal de recibir al Señor.

Y de la supremacía del bautismo de salvación.

Y el sello del Espíritu Santo, quien nos enseña y aún nos hace entender, según le pedimos,

Para honra y gloria de Dios Padre, y de Jesucristo señor nuestro.

La Gracia y la Paz de Dios todo poderoso están sobre los hijos de obediencia.

Carta para un amigo y hermano en la fe que es en Cristo Jesús.

Aurelio Velásquez R

mecaaure@gmail.com
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