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Él es la Roca,
Dios de verdad,
En sí mismo.
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,
Hemos sido bautizados en su muerte?
Porque somos sepultados con Él
En la muerte
Por el bautismo;
Para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre,
Así también nosotros andemos en novedad de vida.
Porque si fuimos plantados juntamente con Él
En la semejanza de su muerte,
También lo seremos en la semejanza de su resurrección;
Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él,
En la paciencia de Dios,
Para manifestar su justicia en este tiempo;
Para que Él sea justo,
Y el que justifica al que cree en Jesús.
Además digo:
Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del siervo,
Aunque es señor de todo;
Más está bajo tutores y mayordomos hasta el tiempo señalado por el padre.
Así también nosotros,
Cuando éramos niños, estábamos en esclavitud
Bajo los rudimentos del mundo.
Mas venido el cumplimiento del tiempo,
Dios envió a su Hijo,
Hecho de mujer,
Hecho bajo la ley,
Para que redimiese a los que estaban bajo la ley,
A fin
De que recibiésemos la adopción de hijos.
Y por cuanto sois hijos,
Dios envió el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones,
El cual clama: Abba, Padre.
Os he dicho antes, y ahora os digo otra vez como si estuviera presente,
y ahora ausente
Lo escribo a los que antes pecaron,
Y a todos los demás,
Que si vengo otra vez, no seré indulgente;
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Y esto digo: El pacto antes confirmado por Dios en Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no le
anula, para invalidar la promesa.
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Un cuerpo, y un Espíritu, como sois también llamados en una misma esperanza de vuestro llamamiento.
Recuérdales que se sujeten a los principados y potestades, que obedezcan a los magistrados, que estén dispuestos para
toda buena obra.
Que no hablen mal de nadie,
Que no sean pendencieros,
Sino amables,
Mostrando toda mansedumbre
Para con todos los hombres.
Regeneración
Y de la renovación del Espíritu Santo;
Y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.
Y todo el que participa de la leche es inhábil en la palabra de la justicia,
Porque es niño;
Mas el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez,
Para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y el mal.
Y exponiéndole a vituperio.
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados,
El justo por los injustos,
Para llevarnos a Dios,
Siendo a la verdad muerto en la carne,
Pero vivificado por el Espíritu;
En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados;
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
Donde está Cristo
Sentado a la diestra de Dios.
Poned vuestra mira en las cosas de arriba,
No en las de la tierra.
Porque muertos sois,
Y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
¿Qué, pues?
¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley,
Sino bajo la gracia?
¡En ninguna manera!
Y asimismo nos hizo sentar con Él, en lugares celestiales en Cristo Jesús;
Para mostrar en las edades venideras las abundantes riquezas de su gracia, en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe,
Y esto no de vosotros; pues es don de Dios;
No por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya,
Creados en Cristo Jesús
Para buenas obras,
Las cuales Dios preparó de antemano
Para que anduviésemos en ellas.
Por tanto, acordaos que en otro tiempo vosotros, los gentiles en la carne, erais llamados incircuncisión por la que es
llamada circuncisión hecha por mano en la carne;
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos,
Habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Porque Él es nuestra paz, que de ambos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación;
Aboliendo en su carne las enemistades,
La ley de los mandamientos contenidos en ordenanzas,
Para hacer en sí mismo de los dos un nuevo hombre, haciendo así la paz;
Y reconciliar con Dios a ambos en un cuerpo mediante la cruz,
Matando en sí mismo las enemistades.
Y vino, y predicó la paz a vosotros que estabais lejos,
y a los que estaban cerca;
Porque por medio de Él
Ambos tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y de la familia de Dios;
Pero fornicación
Y toda inmundicia,
O avaricia,
Ni aun se nombre entre vosotros
Como conviene a santos;
Ni palabras obscenas,
Ni necedades,
Ni truhanerías,
Que no convienen;
Sino antes bien acciones de gracias.
Mirad, pues, que andéis con diligencia; no como necios, sino como sabios,
Redimiendo el tiempo, porque los días son malos.
Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
Andando en lascivias,
Concupiscencias,
Embriagueces,
Desenfrenos,
Banquetes
Y abominables idolatrías.
En lo cual les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución,
Y os ultrajan;
En el mundo estaba,
Y el mundo por Él fue hecho,
Pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
Les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
En quien también,
Desde que creísteis,
Fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
Que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida,
Para alabanza de su gloria.
Por lo cual también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús,
Y amor para con todos los santos,
No ceso de dar gracias por vosotros,
Haciendo mención de vosotros en mis oraciones,
Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria,
Por esta causa yo Pablo, prisionero de Jesucristo por vosotros los gentiles,
Si es que habéis oído de la dispensación de la gracia de Dios que me ha sido dada para con vosotros;
Que por revelación me hizo conocer el misterio, como antes escribí en breve,
Leyendo lo cual,
Podéis entender mi conocimiento en el misterio de Cristo,
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Misterio que en otras edades no se dio a conocer a los hijos de los hombres,
Como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu;
A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me es dada esta gracia de predicar entre los gentiles el
evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo;
Porque sé
Que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo,
Esto se tornará para mi liberación,
Conforme a mi expectación y esperanza,
Que en nada seré avergonzado;
Antes con toda confianza,
Como siempre,
Así también ahora,
Cristo será magnificado en mi cuerpo,
O por vida, o por muerte.
Porque el Señor al que ama castiga, y azota a todo el que recibe por hijo.
Si soportáis el castigo,
Dios os trata como a hijos;
Porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no castiga?
Pero si estáis sin castigo,
Del cual todos son hechos partícipes,
Entonces sois bastardos, y no hijos.
Por otra parte, tuvimos a los padres de nuestra carne que nos disciplinaban,
Y los reverenciábamos.
Y aquéllos, a la verdad, por pocos días nos castigaban como a ellos les parecía,
Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego
(Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor
del fuego, y no subisteis al monte),
Diciendo:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
No te inclinarás a ellas
Ni les servirás;
Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso,
De la nube y de la oscuridad,
A gran voz:
Y no añadió más.
Pero Éste,
Habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre,
Se ha sentado a la diestra de Dios,
De aquí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
¿Por qué?
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más
sacrificio por el pecado,
Sino una horrenda expectación de juicio y hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
Y Él en nosotros,
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.
Y él me dijo:
Mira, no lo hagas;
Adora a Dios;
E incrédulos,
Los abominables
Y homicidas,
Los idólatras,
Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.
Cuando el hombre está en paz con Dios aún sus enemigos hace estar en paz con él.
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Despues de escribir y de releer este articulo me sorprendo por entender, que los Diez mandamientos.
Son el origen silencioso del Evangelio, que por medio de Cristo Jesús.
Y el sello del Espíritu Santo, quien nos enseña y aún nos hace entender, según le pedimos,
La Gracia y la Paz de Dios todo poderoso están sobre los hijos de obediencia.
Aurelio Velásquez R
mecaaure@gmail.com
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