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Como indica el concepto anterior (Dios cristiano 1), la más honda metafísica del amor está vinculada en la teología de occidente al estudio dela Trinidad. Es aquí donde se han trazado los análisis más intensos de la relación y presencia de una persona en otra
Como indica el concepto anterior (Dios cristiano 1), la más honda metafísica del amor está vinculada en la teología de occidente al estudio dela Trinidad. Es aquí donde se han trazado los análisis más intensos de la relación y presencia de una persona en otra
Como indica el concepto anterior (Dios cristiano 1), la más honda metafísica del amor está vinculada en la teología de occidente al estudio dela Trinidad. Es aquí donde se han trazado los análisis más intensos de la relación y presencia de una persona en otra
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DIOS. MISTERIO FUNDANTE, AMOR PERSONAL
Tras rito y mito, nos ocupamos de Dios, condensacién del misterio,
persona central de las religiones monoteistas. Hemos estudiado su
figura a lo largo de este libro, especialmente en el capitulo 5; ahora
lo hacemos de forma unitaria, en linea de fenomenologia religiosa
(Dios y los dioses de las religiones) y de filosofia de la religion (teo-
dicea: crisis y dcfensa de Dios en nuestro tiempo). En ambos casos le
entendemos como principio de didlogo y/o amor para los humanos.
1. EL DIOS DE LAS RELIGIONES
Briend, J., Dios en la Escritura, DDB, Bilbao, 1996; Castelli, E. (ed.),
L’analyse du langage théologique, Aubier, Paris, 1969; Hernandez, V., La
expresion de lo divino en las religiones no cristianas, BAC, Madrid, 1972;
Kasper, W., El Dios de Jesucristo, Sigueme, Salamanca, 1985; Martin
Velasco, J., El encuentro con Dios, Cristiandad, Madrid, 1976; Masson,
D., Monothéisme coranique et monothéisme biblique, DDB, Paris, 1976;
Meslin, M., L’expérience humaine du divin, Cerf, Paris, 19883 Mettinger,
T.N. D., Buscando a Dios. Significado y mensaje de los nombres divinos en
la Biblia, Almendro, Cordoba, 1994; Pannikkar, R., El silencio del Buddha,
Siruela, Madrid, 19965 Parrinder, G., Avatar y encarnacién, Paidés, Barce-
lona, 1993; Pikaza, X., Dios judio, Dios cristiano, VD, Estella, 1996; Pikaza,
X. y Silanes, N. (eds.), El Dios cristiano. Diccionario teoldgico, Est. Trinita-
rio, Salamanca, 1989; Scholem, G., Conceptos basicos del judatsmo, Tro-
tta, Madrid, 1998; Torres Queiruga, A., Creo en Dios Padre, Sal Terrae,
Santander, 1986; Widengren, G., Fenomenologia de la religion, Cristian-
dad, Madrid, 1976, pp. 83-116.
335RELIGION EN SI. DIALOGO SAGRADO
Hemos evocado el tema en capitulo 5. Ahora reasumimos lo alli
dicho, afirmando que Dios se ha revelado dialogalmente a través de
la misma brisqueda religiosa de los humanos.
~ Dios se expresa como agente, siendo, al mismo tiempo, inexpresable:
dice su palabra siendo el indecible. Logicamente, no podemos imponerle
nuestras leyes y exigirle que nos hable como deseamos.
= Los humano acogen su revelacién y le responden. También ellos son
agentes, que le buscan y le escuchan cuando habla, pudiendo responderle,
dialogando con él.
~ Las mediaciones de la revelacién divina se vinculan, como venimos
indicando en este libro, en los tres campos principales de la vida humana:
mundo, interioridad, historia.
Se unen de esa forma la manifestacién de Dios que habla y la
busqueda y respuesta de aquellos que dialogan con él, culminando
en Jo divino su existencia'. Segin el cristianismo, la revelacién de
Dios, iniciada en las religiones ha culminado en Cristo: «muchas
veces y de muchas formas hablé Dios en otro tiempo a nuestros
padres, a través de los profetas; al final de estos tiempos nuestros
nos ha hablado por su Hijo» (Heb 1,1-2; cf. Vaticano II, Nostra
aetate 2):
— Frente al monoteismo israelita de la infinitud y separacion (no duali-
dad) de Dios, los cristianos ha realizado una especie de ampliacién teolégi-
ca, incluyendo en lo divino al Hijo y al Espiritu, en clave trinitaria,
~ Frente al panteismo difuso del mundo helenista, donde Dios puede
entenderse de manera impersonal o personalizarse en diversas figuras, el
cristianismo ha defendido la transcendencia de Dios y su encarnacién en
Cristo.
Entre las religiones del mundo ha surgido el cristianismo; por
eso, debe dialogar no sélo con la filosofia y las ciencias sociales
1. Desde un punto de vista teoldgico cristiano, puede distinguirse una revelacién
natural (vinculada a la baisqueda humana) y una revelacién sobrenatural, que se expre-
sa de manera plena en Cristo, cuando Dios quiere compartir con los humanos su miste-
rio personal més hondo (cf. Denz-Schén 3004). Es evidente que no podemos asumir
aqui esta distincién, en plano de fenomenologia.
2. La tendencia liberal de finales del xxx interpretaba el cristianismo como una
expresin mas de la creatividad religiosa universal, por el contratio, K.Barth (cf. cap. 3)
oponia la revelacién de Dios en Cristo y las religiones idolatricas del mundo. Cf. A.-M.
Henty, Vaticano II. Las relaciones de la iglesia con las religiones no cristianas, Taurus,
Madrid, 1968; M. Davamony, The Christian Theology of Religions, Gregoriana, Roma,
1997 [=Teologia cristiana de las religiones, Paulinas, Madrid, 1998].
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DIOS. MISTERIO FUNDANTE, AMOR PERSONAL
(como ha hecho y sigue haciendo), sino también con las religiones
de la tierra. Las fronteras geograficas se han vuelto permeables: to-
dos los humanos nos hallamos vinculados, de manera que el Dios
cristiano debe situarse en plano de respeto y comprensién ante los
otros dioses o figuras sagradas de la tierra:
— Las religiones de la naturaleza, entendidas en sentido estricto, parecen
acabar, pero debemos volver siempre hacia ellas, para descubrir las fuentes
de la sacralidad humana y dialogar con la nueva experiencia de sacralidad
del cosmos, en linea de ecologia, Sin una fuerte veneracin césmica del
Dios la religion pierde su sentido’.
—El cristianismo debe dialogar con las religiones de la interioridad, re-
anudando un encuentro que vino a quedar roto en el siglo 1 de nuestra era,
después que los cristianos superaron (y de algiin modo asumieron) los valo-
res del helenismo y de la gnosis. Hoy el didlogo ha de hacerse con el hin-
duismo, budismo y taoismo.
—Debemos retornar a la ratz israelita, conservada de maneras diferentes
por judaismo e islam. En los tiltimos siglos hemos avanzado poco en esa
linea, pero la misma dindmica cultural y religiosa nos obliga a retomar el
camino.
1.1. Hierofania. Dios y dioses de las religiones de la naturaleza
1.1.1. Grandeza del Dios césmico
Como indicamos ya (cap. 5), Dios ha empezado a revelarse en los
poderes del mundo, en la extensién y plenitud, en la unidad y mul-
tiplicidad del cosmos. Asi lo muestran las religiones de la naturaleza
que entienden Jo divino como expresién (sacralidad, vida u hondu-
ra) del gran cosmos. Asi lo ha destacado el libro de la Sabiduria,
definiendo con admiracién el paganismo césmico de egipcios y grie-
gos, capaces de venerar el gran misterio de la naturaleza:
Eran naturalmente vanos todos los humanos que ignoraban a Dios y
fueron incapaces de conocer al que Es (ton onta) a partir (a través)
de las cosas buenas que ven; no reconocieron al Artifice fijandose en
sus obras sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire
leve, a las érbitas astrales, al agua impetuosa, a las lumbreras celes-
tes, regidoras del mundo.
Si, fascinados por su hermosura, los creyeron dioses... y si los asom-
br6 su poder y actividad, calculen cuanto mas poderoso es su Hace-
dor (ho kataskewasas auta); pues por la magnitud y belleza de las
3. Asf lo ha de
gueme, Salamanca, 1991,
ado agudamente A. de Pieris, EI rostro asidtico de Cristo, Si-
337RELIGION EN Si, DIALOGO SAGRADO
creaturas se descubre, por analogia, a su Creador (ho genesiourgos).
De todas formas, la culpa de éstos resulta pequena (epi toutois
mempsis estin olige), pues tal vex andan extraviados, buscando a
Dios y queriéndole encontrar; en efecto, dan vueltas a sus obras, las
exploran y asi les subyuga su apariencia, porque es bello lo que
ofrecen a la vista (Sab 13, 1-7).
El autor distingue entre el Dios creador/hacedor transcendente y
las creaturas del mundo, que, apareciendo muy hermosas, no son
Dios sino sefial de su bondad y belleza (cf. Gén 1). Pero dicho esto,
entiende (y en gran parte justifica) el paganismo césmico: el huma-
no vive de tal forma abierto al mundo, a sus poderes y bellezas, que
se siente inclinado a descubrirlo y venerarlo en su raiz como divino:
los adoradores del cosmos son en el fondo excusables, pues veneran
de algiin modo a Dios al decubrirle en el fondo de sus creaturas.
Vengo diciendo en este libro que la teofania radical es el amor
interhumano: Dios se expresa en el encuentro 0 comuni6n personal
de los humanos. Pero, dicho eso, debo recordar que también noso-
tros, todavia hoy, nos hallamos de algiin modo marcados por el gran
realismo del cosmos donde alumbran y se imponen las fuerzas
desbordantes de las cosas: cielo y tierta, vida y muerte, dia y noche,
sol y estrellas, luna y agua, con las rocas y otras fuerzas de la natura-
leza siguen sicndo base de sacralidad. Por eso, comprendemos que
los antiguos griegos y algunos modernos cientfficos y/o ecélogos
adoren el cosmos, tom4ndolo como divino’.
Légicamente, en esta perspectiva, el mismo cosmos seré mani-
festacién de lo sagrado. La hicrofania de Sab 13 es la unidad total
del cosmos, expresada en las grandes realidades celestes (sol y luna)
y en los elementos primordiales (fuego y viento, tierra y agua). Sin
embargo, otras muchas religiones de la naturaleza han resaltado tam-
bién la sacralidad de los signos mas pequefios: cualquier aspecto de
la naturaleza se ha venido a mostrar hierofania:
Todo lo que el hombre ha manejado, sentido, encontrado o amado
pudo convertirse en hierofania... Cada grupo humano ha transubs-
tanciado por su cuenta, en algdn lugar, en un momento histérico
dado, cierto miimero de objetos, de animales, de plantas, de gestos...
en hierofanfas; y es muy probable que, en definitiva, nada haya es-
capado a esta transfiguracién que ha venido realizandose durante
decenas de milenios de vida religiosa...
4, He comentado Sab 13 en Antropologia Biblica, Sigueme, Salamanca, 1993,
pp. 183-254,
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DIOS. MISTERIO FUNDANTE, AMOR PERSONAL
Siempre ha habido en el marco de cualquier religin objetos o seres
sagrados junto a objetos y seres profanos. Encontraremos siempre
ciertas piedras veneradas por su forma, por su tamaiio o por sus
implicaciones rituales. Veremos ademés que no se trata de un culto
a las piedras, que esas piedras sagradas son veneradas tan sélo en la
medida en que ya no son simples piedras, sino hierofanias, es decir,
algo distinto de su condicién normal de objetos.
La dialéctica de la hierofanfa supone una eleccién mas 0 menos
manifestada, una singularizaci6n... Una piedra cultual manifiesta en
un momento histérico una determinada modalidad de lo sagrado:
esa piedra muestra que lo sagrado es algo distinto del medio césmi-
co que la rodea y que, como la roca, lo sagrado es en forma absolu-
ta, invulnerable y estatico, sustrafdo al devenir’,
El texto ha insistido en las piedras sagradas (rocas o montafias,
délmenes, menhires o betilos), pero en su lugar pudiera haber cita-
do otros objetos que han venido a convertirse en signos religiosos:
fuente o rio, arbol o desierto, los diversos animales, etc. Todo lo que
hallamos sobre cl mundo se ha venido a mostrar como sagrado. Asi
podemos trazar una geografia sacral con sus diversos espacios reli-
giosos. En un primer sentido, es sagrado el mundo entero. En un
segundo sentido, son sagrados algunos objetos que condensan la
fuerza del misterio. Las mismas religiones post-axiales siguen ha-
blando de rfos y montajias santas, de piedras venerables y templos
misteriosos, por no aludir ya a los iconos, cargados de fuerza reli-
giosa’,
1.1.2. Crisis del Dios césmico, México, el lamento de los vencidos
Parece que en principio todos los pueblos de la tierra han descubier-
to y adorado a Dios por la belleza y fuerza de este cosmos. Por eso,
mas que un hecho aislado, la vision hierofanica parece un elemento
fundante de la vida humana. Seguimos arraigados en el cosmos, de
manera que son césmicos muchos signos religiosos que empleamos
todavia. En un aspecto somos atin paganos, pero en otro vivimos ya
5. M. Eliade, Tratado de historia de las religiones, pp. 34-38. Puede completarse
esta cita con la que ofrecemos en el capitulo 6, al presentar la hierofanta como primera
nota de la experiencia religiosa. Reasumen y valoran la visién de Eliade los trabajos de
J. Ries, R. Boyer y G. Durand, en J. Ries (ed.), Tratado 1, 25-148,
6. Las cosas poseen realidad objetiva y asi se distinguen de Dios 0 de los dioses,
de forma que no puede hablarse de panteismo o adoracién exterior de las realidades
materiales. Pero, a nivel mas hondo, de sacralidad, ellas se vuelven icono 0 signo (su-
per-objetivo) del miterio, son hierofania,
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