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La violencia contra las mujeres es definida por las Naciones Unidas como “todo acto de

violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como
resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se
producen en la vida pública como en la vida privada” (ONU, 1993: p. 3).

Si bien el incremento de la violencia contra la mujer impacta al país, no se puede caer en


el error de afirmar que todos los causantes de agresión tienen necesariamente algún
problema de salud mental.
Las personas que cometen estos actos violentos rara vez tienen una enfermedad mental.
Nos cuesta aceptar que las personas sin una enfermedad mental también tienen maldad.
Esto depende del contexto cultural, de los valores aprendidos, de la forma de ser de la
persona, de si tiene o no control de sus emociones”, explica el psiquiatra Yuri Cutipé.

“No hay ninguna enfermedad que se caracterice por tendencias incontenibles solo contra
mujeres. De modo que el problema de la violencia no es un problema de salud mental
sino de una sociedad enferma, pero no en términos de enfermedades como esquizofrenia
o psicosis, sino en cuanto a la manera de relacionarse unos con otros”, comenta el
especialista.

El machismo en la sociedad es la causa principal de violencia contra la mujer. “La música de moda
tiene letras que alientan la posesión del hombre sobre la mujer”, afirma la psicóloga Jacquelinee
Rojas.

SI VES VIOLENCIA, APRENDES VIOLENCIA

Los agresores suelen intimidar a su pareja con arrebatarles el derecho a vivir con sus hijos o
incluso secuestrarlos. Eso significa que de una u otra manera el niño forma parte de un escenario
violento y en cualquier ambiente de agresión ocurre lo mismo: los espectadores sienten pánico
por naturaleza. Al reconocer la crueldad de una situación, la persona automáticamente siente
miedo.

Los niños con padres violentos crecen con una idea errónea sobre el diálogo y la cooperación. “Si
desde pequeño, yo entiendo que debo resolver ciertos asuntos con una relación violenta pues
entonces voy y ejerzo una relación violenta. No solo los niños, sino también las niñas. Se
preguntan qué resulta más rápido para que se cumpla su voluntad”, explica la psicóloga

La violencia contra la mujer es transversal, ocurre en todos los estratos sociales, en todas las
ciudades del país y en todos los países del mundo. Ello sin importar el nivel de educación de la
mujer, su acceso al mercado laboral ni a recursos económicos. La violencia contra la mujer, en
todas sus formas, psicológica, física, sexual, financiera y económica es causada por el control que
busca ejercer un hombre sobre una mujer. Es una muestra de poder, de superioridad

La violencia contra la mujer es transversal, ocurre en todos los estratos sociales, en todas las
ciudades del país y en todos los países del mundo. Ello sin importar el nivel de educación de la
mujer, su acceso al mercado laboral ni a recursos económicos. La violencia contra la mujer, en
todas sus formas, psicológica, física, sexual, financiera y económica es causada por el control que
busca ejercer un hombre sobre una mujer. Es una muestra de poder, de superioridad

La sociedad peruana es marcadamente machista y responsabiliza a la mujer por lo que le sucede.


Así, el 32% de limeños cree que las mujeres son violadas porque provocaron al hombre.

En el Peru, la participación política de la mujer es aun limitada. Así, de 24 gobernadores regionales


solo 1 es mujer, de 194 municipalidades provinciales, solo 6 son lideradas por mujeres. Solo 1 de
cada 4 congresistas es mujer, y difícilmente están capacitadas en temas de género. Las mujeres en
el Peru son 1 de cada 2 estudiantes universitarios, 1 de cada 3 empleados en el sector privado, 1
de cada 4 gerentes en el sector privado, 1 de cada 5 expertos en medios de comunicación y 1 de
cada 10 miembros de directorios. Más aun, a pesar del crecimiento de la economía y los salarios,
por cada hora trabajada una mujer recibe en promedio 40% menos que un hombre con las mismas
características (Ñopo, 2016).

Para lograr reducir la incidencia de violencia contra la mujer, necesitamos lograr empoderarlas,
implementar programas de educación, una campaña de cambio de comportamiento con
tolerancia cero a los casos de violencia y lograr que los niños, adolescentes y hombres peruanos
sean aliados en la lucha contra la violencia de género. El Ministerio de la Mujer tiene un rol
importantísimo, pero sería más importante aún si lográramos que en todos los ministerios y
entidades públicas se utilizara un enfoque de género transversal.

VIOLENCIA FAMILIAR

La forma más común de violencia contra la mujer es la violencia en el hogar o en la familia. Las
investigaciones demuestran sistemáticamente que una mujer tiene mayor probabilidad de ser
lastimada, violada o asesinada por su compañero actual o anterior que por otra persona.

La violencia en la familia se da principalmente porque no se tienen respeto los integrantes de esta,


por el machismo, por la incredulidad de las mujeres, y/o por la impotencia de estos.
Se puede presentar en cualquier familia, de cualquier clase social, una forma de prevenirla, es
alentando a toda la comunidad a tenerse respeto, que todos somos iguales y que a pesar de todos
nuestros problemas, nuestra familia es la única que siempre nos apoyará y ayudará en todo, por
eso hay que respetarla y protegerla, aunque seamos los menores de esta, todos somos elementos
importantes, y si sufrimos de violencia, hay mucha gente que nos ayudará a pasar el mal rato y
salir de este problema.

VIOLENCIA PSICOLÓGICA O MENTAL

La violencia psicológica incluye maltrato verbal en forma repetida, acoso, reclusión y privación de
los recursos físicos, financieros y personales. Para algunas mujeres, los insultos incesantes y la
tiranía que constituyen el maltrato emocional quizá sean más dolorosos que los ataques físicos,
porque socavan eficazmente la seguridad y la confianza de la mujer en sí misma. Un solo episodio
de violencia física puede intensificar enormemente el significado y el impacto del maltrato
emocional. Se ha informado que las mujeres opinan que el peor aspecto de los malos tratos no es
la violencia misma sino la "tortura mental" y "vivir con miedo y aterrorizada".

Alarmante: una de cada dos mujeres peruanas fueron víctimas de abuso o maltrato

Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi” afirma que machismo e
inequidad en la sociedad genera violencia contra las mujeres

Alarmante: una de cada dos mujeres peruanas fueron víctimas de abuso o maltratoAlarmante: una
de cada dos mujeres peruanas fueron víctimas de abuso o maltrato

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28 de Abril del 2018 - 14:25 » Textos: Redacción Multimedia

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Una de cada dos mujeres en nuestro país, anualmente, han sido víctimas de abuso y maltrato por
parte de su pareja actual. Así lo indica Vanessa Herrera, médico psiquiatra del Instituto Nacional
de Salud Mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi”, al comentar los Estudios Epidemiológicos
de Salud Mental del INSM “HD-HN”.

La especialista indicó que los casos de violencia hacia la mujer son cada vez más visibles. Éstos se
encuentran relacionados a factores como: machismo, violencia estructural e inequidad hacia las
mujeres así como factores sociales, económicos y culturales en nuestro país.
“Lamentablemente, entre los factores que se asocian a que un hombre llegue a agredir a una
mujer están las diversas creencias irracionales que tienen algunos varones. Así por ejemplo, creer
que son dueños de su pareja, justificar la violencia porque “ella se lo merecía o lo provocó”. El
hombre violento adopta un sentimiento de posesión hacia su pareja y cosifica a la mujer. Esa
simbología errada se origina desde la infancia y sólo se da en una sociedad que permite la
violencia de forma crónica, siendo ésta permitida y tolerada”.

¿Cómo detectar a un acosador?

La M.P. Herrera señaló que es importante identificar los signos de alarma: cuando la persona
invade los límites de confianza y es intimidante; cuando insiste en invadir los aspectos de
privacidad, afectando la comunicación y es intrusivo, faltando el respeto y la confianza. En dichos
casos es necesario pedir ayuda. Otro aspecto a considerar es el tema de confianza en las
instituciones que deben poner freno a la violencia: “Un problema muy grande es la desconfianza a
las autoridades. La mayoría de las mujeres no confían en los servicios públicos y no hacen las
denuncias. Una persona acosada puede tener sensaciones de miedo, angustia, tristeza y
problemas para dormir. Las personas perseguidas pueden desarrollar cuadros depresivos y de
ansiedad y es necesario brindar el apoyo continuo”, puntualizó la psiquiatra.

Los agresores tienen un problema de salud mental

Asimismo, Vanessa Herrera señaló que la mayoría de los actos violentos no necesariamente están
asociados a un trastorno mental presente. “Muchos peruanos creen que es normal agredir a las
mujeres y esto es un tema básicamente de machismo estructural y no está asociado a un cuadro
psicótico u otro trastorno mental necesariamente”.

El impacto de estas situaciones de violencia tiene que ver con la escasa inversión en salud mental.
“Somos uno de los países de Latinoamérica que menos invierte en el tema. Actualmente existen
31 centros de salud mental comunitaria especializados y se necesitan más de 300 en nuestro país.
Se está impulsando desde hace dos años una reforma en la atención de salud mental para que
haya más recursos humanos especializados y servicios de calidad para la comunidad”.
Secuelas de las víctimas de violencia

La M.P. Herrera aseveró que las secuelas psicológicas en una mujer violentada son severas a corto,
mediano y largo plazo y se pueden transmitir en las tres generaciones subsiguientes. El impacto en
la familia también es preocupante ya que puede propiciar la presencia de cuadros de depresión,
ansiedad, problemas de consumo de alcohol, drogas, repercutiendo en la dinámica familiar,
generando un duelo prolongado, situación que puede agravarse en el tiempo.

“Una mujer violentada tendrá su autoestima seriamente afectada, pasando por episodios de
inseguridad emocional, mayor riesgo de estrés postraumático, problemas de ansiedad y
depresión. Podría afectar el vínculo con su niño y afectar todas las relaciones que se den con su
familia”. Precisó que en estos casos es necesario intervenir lo más temprano posible, a través del
apoyo emocional a la víctima y a su familia.

Recomendaciones

Vanessa Herrera explicó que es importante resolver los problemas de violencia. Uno de los
factores es invertir de manera prioritaria en la niñez de las mujeres, invertir en una equidad de
acceso educativo. Actualmente, todavía las mujeres tienen menor acceso a instrucción comparado
al de los varones. Es importante que las mujeres tengan mayor empoderamiento y liderazgo, pues
todavía no tienen posiciones de conducción equitativamente. Invocar a todos los decisores
políticos para que se priorice la salud mental, con mayor inversión económica y social de manera
sostenible y que haya una continuidad política en el país al respecto.

Si conoce a una persona que está siendo violentada o acosada aconséjela en buscar ayuda
inmediatamente. Si se está sintiendo afectada emocionalmente acuda al centro de salud más
cercano.

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