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All content following this page was uploaded by Mike Van Treek on 04 January 2014.
Abstract
**
Académico e investigador Pontificia Universidad Católica de Chile.
desplegada por el «movimieno bíblico» previo al Concilio. La Iglesia católica
descubría gracias al diálogo fecundo con la historia y la filosofía modernas un nuevo
rostro de la Biblia y se asombraba una vez más del tesoro de la Palabra de Dios
contenida en ella.
¿Es posible asignar una tarea de tal magnitud a un libro? ¿Bajo qué mecanismos
actúa el texto que impulsa a sus lectores hacia el descubrimiento de una verdad
actual del Dios salvador?
Así, retomando el espíritu del Concilio y sus textos podemos preguntarnos cuál es
la lectura de la Biblia que debe hacerse y que conviene hacer para que la comunidad
cristiana encuentre su camino de vida junto a toda la hermandad de creyentes y no
creyentes. Esto es particularmente urgente para nutrir una espirituaidad laical que,
como lo indica Lumen Gentium, debe por su vocación peculiar mirar las
«condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está
como entretejida» (§31).
1. La lectura fundamentalista
El fundamentalismo ofrece una respuesta sencilla, simple, fácil pero ilusoria a las
preguntas y problemas de la existencia humana ofreciendo, en ese ámbito, «una
certeza falsa».
Estoy seguro que todos hemos tenido que hacer un camino de aprendizaje en la
interpretación y lectura de la Biblia. Por ello, la comisión profundizó en este asunto
en un nuevo documento, bastante más desconocido que el anterior: Biblia y Moral.
publicado en 2008.
En aquella ocasión, se abordó la relación entre el fundamentalismo y algunos
preceptos éticos enunciados en los textos bíblicos. Se afirma en el §154.1:
La misma Biblia exige, por tanto, una actitud crítica y más bien «sapiencial»
para acercarse a sus textos. Esa actitud crítica debe conjugar varios aspectos como
el contexto histórico, cultural y literario. Así también, la consideración de los
problemas éticos en su complejidad histórica y teológica. Esto es válido, por
ejemplo, para la enseñanza catequética del decálogo o de las bienaventuranzas que
con mucha frecuencia son tratados como textos aislados de todos los elementos
contextuales y literarios.
Por ello que el descarte del fundamentalismo no puede llevarse con él nuestro
interés por el texto de la Biblia. Al contrario, es necesario afirmar el valor del texto
en las formas en las cuales nos ha sido transmitido y en su configuración final, tal
como como lo conocemos. Permaneceremos abiertos a una lectura que permita su
interpretación y actualización vivificante.
El estudio de los textos bíblicos desde esta perspectiva no quiere sustituir otras
aproximaciones, pero al mismo tiempo no se ve como una perspectiva fácilmente
prescindible. Esto porque el método de análisis es el adecuado para el tipo de
registro literario adoptado por los escribas de Israel y del Nuevo testamento para
gran parte de la Biblia. Con ello no decimos nada nuevo, pues para comprender un
texto la primera tarea es aproximarse con rigurosidad (pero sin rigorismo) tal cual
él se propone a ser leído.
De todos los aspectos del método en esta ocasión abordaré con mayor énfasis la
capacidad anticipatoria del lector, es decir, la habilidad de plantear conjeturas sobre
el desarrollo de la trama y sobre el significado de las acciones (u omisiones)
narradas. Dejaremos para un segundo artículo la presentación de otros aspectos del
análisis narrativo.
Sus pioneros han sido los críticos literarios que basándose en la concepción
moderna del lenguaje han permitido conocer mejor la forma en que funcionan los
textos narrativos y cómo ellos producen los efectos en sus lectores.
Entre los estudios más importantes de esta dimensión en la Biblia hay que
mencionar dos libros sobre la Biblia hebrea. El primero, El arte de la narrativa en la
Biblia, fue publicado en hebreo en 1979 y traducido al inglés cinco años después. La
obra apareció en castellano en el año 2003. Es muy instructivo para conocer el
funcionamiento de la narrativa del Primer testamento ya que proporciona
innumerables ejemplos tomados de él.
Cuando las historias nos gustan o nos proveen de un sentido o una claridad sobre
nuestra vida o quehacer no incomoda escucharla dos o más veces. El placer no se
halla únicamente en una historia jamás oída, sino también en la forma en que el
cuenta cuentos nos pone en contacto con ellas. ¿No nos hemos reído tantas veces
con el mismo chiste o emocionado con la misma película? Muchos de los relatos que
ya conocemos nos siguien interesando puesto que además de su final conocido nos
cautiva la forma de su relato.
Respecto de este mecanismo del texto, me parece que las palabras de Todorov
son aquí muy pertinentes:
Casi no cabría decir nada más, salvo declarar el permiso para que los lectores de
la Biblia lo apliquen a su caso. Eso intentaré en las líneas siguientes, estimular el
interés en esta lectura «telúrica».
En el capítulo 9 del primer libro de Samuel queda clara la intención del Señor de
depositar en Saúl el encargo de regir a Israel por medio de la naciente monarquía.
El lector debe recordar que ella ha surgido pese a la oposición por parte del Señor,
por lo que la manera en la cual el primer rey se mueva en el puesto es de la mayor
importancia. Este hecho coloca desde ya al lector en una posición evaluativa
respecto de la acción del rey.
El temor de Saúl por David crece en razón de los triunfos militares del joven
ungido. La ironía es penetrante porque es el mismo Saúl quien lo coloca a la cabeza
de cada vez más numerosos guerreros. ¿Cuál es la estrategia de Saúl? ¿Mantener al
pueblo contento dándole un poco de «circo» o poner a David en posición de riesgo y
esperar que muera en la batalla? Nuevamente, el lector está a tientas frente a esas
hipótesis y debe establecer conjeturas sobre el comportamiento de los personajes y
ello en la misma medida en que Saúl y David las hacen mutuamente.
Sin darse cuenta, gracias a las conjeturas y las preguntas sin respuestas directas
el lector «se va metiendo» dentro del mundo creado por el narrador: se ha
implicado dentro de la trama del relato y va siendo impulsado a considerar su
propio universo de valores y creencias. Además, va desarrollando una actitud de
discernimiento constante sobre la historia que se le presenta extremadamente
compleja y delicada.
De forma semejante, cuando más adelante David sea un fugitivo perseguido por
Saúl (1Sam 23ss) tendrá que enfrentarse al deseo de venganza. El relato mostrará
que David puede sustraerse a la violencia en virtud de una alianza celebrada con
Jonatán (1Sam 24; cf. 20,11–17) o gracias a una estrategia política para llegar al
trono sugerida hábilmente por Abigaíl (1Sam 25).
Como puede concluirse, el análisis narrativo presenta una salida plausible a las
lecturas fundamentalistas. El análisis narrativo requiere de un respeto al texto en su
nivel literario, cuestión que el fundamentalismo no está dispuesto a conceder, pues
pareciera que con la literalidad busca aferrarse a una concepción esclerotizada de la
verdad que identifica con la exactitud.
En un próximo artículo abordaré otros aspectos del análisis narrativo. Con los
conceptos básicos tratados aquí y con el ejemplo planteado he querido mostrar que
un texto permanece muerto si no hay un lector competente que lo resucite.
1.La exaltación del valor del libro antes de su lectura, lo que equivaldría a un
reconocimiento sin conocimiento.
3. Conclusiones
Después de todo lo dicho, creo que la formación bíblica hay que pensarla a largo
plazo. No podemos tomar acciones apresuradas ni esperar resultados inmediatos,
tampoco actuar con desesperación. Las decisiones que se tomen tienen que
considerar el largo plazo que toman las transformaciones educativas y culturales.
Hay una cosa que ya podemos empezar a hacer: leer la Biblia de manera menos
fragmentada. Leer los grandes y largos episodios, los libros enteros, en lugar de
diseccionarla en versículos o episodios aislados. Al leer de manera continua la Biblia
—como en cualquier otro texto narrativo— se captan mejor las grandes
articulaciones y los detalles que parecen insignificantes o enigmáticos pueden
cobrar mayor valor y explicarse mejor. Puede comensarse por libros breves: com el
de Rut, para luego pasar a pasajes más complejos y extensos como las historias
patriarcales y los mismos Evangelios.
Al final, ¿qué motivación más profunda podemos tener los lectores creyentes que
interesarnos por averiguar qué quiere Dios de nosotros y cómo acogemos hoy su
Palabra de salvación? Sin duda que esto va más allá de todo interés por la exactitud
histórica de los conflictos contados pues es en el entrecruzamiento de la historia
aquí y ahora que debemos acoger y responder a esa invitación de Dios. No hay
mejor impulso a la autoestima lectora que el hecho que Dios ha hablado en nuestra
propia lengua.
Referencias bibliográficas.
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