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EL ORIGEN DE LOS ESCRIBAS

Las Escrituras Hebreas se completaron a finales del siglo V antes de nuestra era. En los siglos
que siguieron hubo eruditos judíos sobre todo los soferim. Este grupo era llamado en
hebreo soferim, "escribas", "escritores"; y en griego γραμματεις [grammateis], literalmente
"secretarios" o "amanuenses" (Mateo 7: 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y
no como los escribas).

También se los llamaba y con más exactitud νομικοι [nomikoi]: "intérpretes de la ley y
νομοδιδασκαλοι [nomodidaskaloi]: "maestros de las leyes" ("doctores de la ley" en 1
Timoteo 1: 7 queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que
afirman.).
Nos informa la enciclopedia Británica que, en un principio, los sacerdotes eran a su vez
escribas. (Esd 7:12 Artajerjes rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba erudito en la ley del Dios
del cielo: Paz.). Posteriormente, los masoretas que fueron meticulosos custodios del texto
hebreo, compilado en rollos. Sin embargo, los libros más antiguos de la Biblia se remontan
a los días de Moisés y Josué, mil años antes del tiempo de los soferim. Como se escribieron
sobre materiales perecederos, tuvieron que copiarse muchas veces. ¿Qué se sabe sobre la
profesión de escriba en aquella época remota? ¿Había copistas capacitados en el antiguo
Israel? Los manuscritos bíblicos más antiguos de que disponemos hoy figuran entre los
Rollos del mar Muerto, algunos de los cuales datan de los siglos tercero y segundo antes de
nuestra era. El profesor Alan R. Millard, experto en lenguas y arqueología del Oriente Medio,
explica: “Aunque no contamos con copias más antiguas de ninguna parte de la Biblia, las
culturas vecinas nos muestran cómo trabajaban los escribas, y esa información nos ayuda a
evaluar el texto hebreo y su historia”.
ESCRIBAS - SOCIEDAD
Hace cuatro mil años, en
Mesopotamia ya se producía
textos históricos, religiosos,
jurídicos, académicos y
literarios. Florecieron las
escuelas de escribas, y una de las
disciplinas que se enseñaba en
ellas era el copiado fiel de textos.
De hecho, los expertos de la
actualidad tan solo encuentran
cambios mínimos en textos
babilonios copiados vez tras vez
durante un milenio o más. La
profesión de escriba no se circunscribía a Mesopotamia. “Un escriba babilonio de mediados
del segundo milenio antes de nuestra era se sentiría como en casa en cualquiera de los centros
de escribas dispersos por toda Mesopotamia, Siria, Canaán e incluso Egipto”, señala The
Oxford Encyclopedia of Archaeology in the Near East.* En tiempos de Moisés, los escribas
se contaban entre las clases más privilegiadas de la sociedad egipcia. Continuamente
copiaban obras literarias, y su labor se representa en decoraciones funerarias de más de cuatro
mil años de antigüedad. La enciclopedia antes citada dice respecto a los escribas de aquella
época: “Ya en el segundo milenio antes de nuestra era habían creado una colección de obras
literarias en las que se reflejan las grandes civilizaciones de Mesopotamia y Egipto. Además,
habían establecido un código ético para el escriba profesional”. Este “código ético” incluía
el uso de colofones, o añadiduras al texto principal, que ofrecían datos como los nombres del
escriba y del propietario de la tablilla, la fecha, la fuente del original utilizado para la copia
o la cantidad de líneas escritas. Muy a menudo, el escriba añadía: “Fiel a su original, escrito
y revisado”. Estos detalles indican que los antiguos copistas se preocupaban mucho por la
exactitud. El profesor Millard, citado anteriormente, agrega: “Se percibe un proceso de
copiado que incluía la revisión y la corrección, un proceso que contaba con mecanismos para
cerrar el paso a los errores.” Algunos de los métodos empleados en especial contar las líneas
o las palabras resurgen en las tradiciones de los masoretas a principios de la Edad Media”.
Por lo tanto, puede afirmarse que en el Oriente Medio, para la época de Moisés y Josué, ya
se promovía la transmisión exacta de los escritos existentes. Ahora bien, ¿tenían también los
israelitas copistas calificados? ¿Qué indican las pruebas que la propia Biblia aporta?
LOS ESCRIBAS EN EL ANTIGUO ISRAEL
Hallamos un primer
ejemplo en Moisés,
quien creció en el
seno de la casa de
Faraón (Éxodo 2:10
Y cuando el niño
creció, ella lo trajo a
la hija de Faraón, la
cual lo prohijó, y le
puso por nombre
Moisés, diciendo:
Porque de las aguas
lo saqué; Hechos
7:21, 22 Pero siendo expuesto a la muerte, la hija de Faraón le recogió y le crió como a
hijo suyo.22 Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en
sus palabras y obras). Según los egiptólogos, tuvo que aprender a dominar la escritura
egipcia y por lo menos algunas habilidades de los escribas. En su libro Israel in Egypt, el
profesor James K. Hoffmeier señala: “Hay razones para creer en la tradición bíblica que
afirma que Moisés era capaz de registrar sucesos, llevar un diario de viaje y encargarse de
otras tareas propias de los escribas”. La Biblia también habla de otros israelitas de la
antigüedad que tenían habilidades semejantes. Según la obra The Cambridge History of the
Bible, Moisés “nombró funcionarios [...] para que dejaran constancia escrita de las decisiones
que se tomaban y de los niveles jerárquicos”. Esta conclusión se basa en Deuteronomio 1:15,
que dice: Y tomé a los principales de vuestras tribus, varones sabios y expertos, y los puse
por jefes sobre vosotros, jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez, y
gobernadores de vuestras tribus.”. ¿Quiénes eran estos principales? La palabra hebrea para
“principal” aparece varias veces en textos bíblicos referentes a los días de Moisés y Josué.
Distintos expertos indican que dicho término tiene diversos significados y uno de ellos es el
de “secretario escribano”, “uno que ‘escribe’ o ‘registra’” y “escribano de tribunal”. Las
apariciones de esta palabra hebrea muestran que en Israel existía una cantidad considerable
de tales secretarios y que se les encomendaron muchas responsabilidades de peso en la
temprana administración de la nación. Un tercer ejemplo es el de los sacerdotes de Israel. La
Enciclopedia Judaica llega a la conclusión de que sus “deberes religiosos y seglares les
exigían saber leer y escribir”. Por ejemplo, Moisés dio este mandato a los hijos de Leví: “Al
cabo de cada siete años [...] leerás esta ley enfrente de todo Israel”. Los sacerdotes llegaron
a ser los custodios de la copia oficial de la Ley, y ellos autorizaban y supervisaban la
elaboración de otras copias (Deuteronomio 17:18, 19; 31:10- 11). Veamos cómo se realizó
la primera copia de la Ley. En el último mes de su vida, Moisés les dijo a los israelitas: “En
el día que crucen el Jordán a la tierra que Jehová tu Dios te da, entonces tienes que erigirte
grandes piedras y blanquearlas con cal. Y tienes que escribir sobre ellas todas las palabras de
esta ley” Deuteronomio 27:1-4 Tras la destrucción de Jericó y de Hai, los israelitas se
congregaron en el monte Ebal, situado en el centro de la Tierra Prometida, y Josué escribió
en las piedras de un altar “una copia de la ley de Moisés” (Josué 8:30-32). Aquellas
inscripciones exigieron que hubiera tanto escritores como lectores, lo que indica que los
antiguos israelitas tenían las capacidades y destrezas necesarias para preservar con exactitud
sus textos sagrados.
BASE BÍBLICA TIEMPOS DE JESÚS

En épocas posteriores a la de Moisés y Josué se produjo otros rollos escritos en hebreo, y


también de ellos se realizaron copias manuscritas. A medida que estas se deterioraban o
sucumbían a los efectos de la humedad o el moho, tenían que ser reemplazadas, por lo que el
proceso de copiar y copiar siguió vivo a lo largo de los siglos. A pesar del cuidado que ponían
los copistas de la Biblia, inevitablemente se introdujeron algunos errores. Sin embargo,
¿provocaron cambios significativos? La respuesta es no. En conjunto, son insignificantes y
no tienen ningún efecto sustancial en la integridad del texto bíblico, como lo demuestra la
comparación crítica de manuscritos antiguos. Para los cristianos, el punto de vista de
Jesucristo sobre los primeros libros bíblicos constituye una confirmación de la integridad
textual de las Santas Escrituras. Expresiones como:
“¿No leyeron en el libro de Moisés [...]?”, o como: “Moisés les dio la Ley, ¿no es verdad?”,
muestran que Jesús consideraba que las copias manuscritas que circulaban cuando él estuvo
en la Tierra eran confiables (Marcos 12:26; Juan 7:19). Además, confirmó la integridad
textual de la totalidad de las Escrituras Hebreas cuando dijo: “Todas las cosas escritas en la
ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos acerca de mí tenían que cumplirse” (Lucas
24:44). Por lo tanto, no faltan razones para confiar en que las Santas Escrituras se han
transmitido con exactitud desde la antigüedad. Es tal como declaró por inspiración divina el
profeta Isaías: “La hierba verde se ha secado, la flor se ha marchitado; pero en cuanto a la
palabra de nuestro Dios, permanece para siempre” (Isaías 40:8).

Josué, quien vivió a mediados del segundo milenio antes de nuestra era, menciona una ciudad
cananea llamada Quiryat-séfer, nombre que significa “Ciudad del libro” o “Ciudad del
escriba” (Josué 15: 15-16 De aquí subió contra los que moraban en Debir; y el nombre de
Debir era antes Quiriat-sefer 16. Y dijo Caleb: Al que atacare a Quiriat-sefer, y la tomare,
yo le daré mi hija Acsa por mujer).

La gente respetaba a los escribas y los llamaba “rabí” (gr. Rhab.béi, “Mi Grande; Mi
Excelso”; del heb. Rav, que significa “muchos”, “grande”; era un título de respeto que se
usaba para dirigirse a los maestros). Este término se aplica en varios lugares de las Escrituras
a Cristo. En Juan 1:38 se dice que significa “maestro”. Jesús era, de hecho, el maestro de sus
discípulos, pero les prohibió que se la aplicaran como título (Mt 23:8), como hacían los
escribas.

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