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A cien años de la conquista de las 8 horas

en el Perú: El Callao  1913


Por Augusto Lostaunau Moscol

Historiador y Docente de la UNMSM

El 10 de enero de 1913, el Presidente de la República Guillermo Billinghurst, decretó


la jornada laboral de ocho horas diarias para los jornaleros del muelle y dársena de El
Callao. De esta manera, por primera vez, un sector de la clase obrera peruana alcanzó
hacer realidad esta justa demanda que la clase trabajadora peruana hizo suya desde el
mitin del Primero de Mayo de 1894.

El Primero de Mayo de 1894 los trabajadores de El Callao no asistieron a sus centros


laborales y realizaron un multitudinario mitin, estaban influenciados por trabajadores
extranjeros de ideas anarquistas y anarcosindicalistas, militantes y simpatizantes de la
Industrial Workers of the World (IWW), organización que actuaba principalmente en
los puertos y con los tripulantes de los barcos cargueros. El 4 de mayo, los
trabajadores chalacos fundaron La Unión de Jornaleros, organización con la cual, los
obreros porteños se declararon en huelga. Entre sus demandas se encontró la
implantación de la jornada laboral de ocho horas diarias. De esta forma, serán los
propios obreros peruanos quienes iniciarán la lucha por una jornada laboral digna.

En 1896, varios gremios de trabajadores entraron en lucha, demandando


principalmente aumento salarial y mejores condiciones laborales. Así, los trabajadores
textiles de la Fábrica de Vitarte, los obreros Tipógrafos de Lima, los cigarreros de la
capital y los obreros pasteleros de la ciudad, exigieron que sus reclamos los resuelva
el mismo presidente Nicolás De Piérola. Con diferentes resultados, cada gremio
enfrentó sus luchas. Los mismos obreros de Vitarte que en 1896 vieron fracasar su
huelga por el contubernio entre la empresa y el gobierno, iniciaron en 1902 una fuerte
campaña en la capital para dar a conocer a los habitantes de Lima, las terribles
condiciones en las que vivían junto a sus familiares. Jornadas de 13 horas diarias,
habitaciones de 3 x 3 para una familia, turnos seguidos, alimentos en mal estado,
fueron cosa diaria entre los trabajadores. Los niveles de explotación eran
insoportables.

Otra vez, el Primero de Mayo de 1904, los obreros de El Callao se declararon en


huelga. Los reclamos eran los mismos que los exigidos una década antes. Mejores
salarios y una jornada laboral de ocho horas diarias. Los empresarios, aduciendo que
la huelga era un atraso para el desarrollo del país, exigieron la intervención de la
fuerza pública con el fin de “imponer el orden y la libertad que se encontraban en
peligro por culpa de unos agitadores sociales”. La policía intervino y la consecuencia
fue la muerte del obrero Florencio Aliaga, considerado el Primer Mártir de la Clase
Obrera Peruana. Aliaga fue enterrado en el Cementerio Baquíjano, donde, un año
después, el Primero de Mayo de 1905, le rendirían un sensible homenaje los
trabajadores de Lima y El Callao. En dicho homenaje, el dirigente de los trabajadores
panaderos, T. Rodríguez, recordó que “Hemos soportado que las calles del primer
puerto de la República sean testigos oculares de los vejámenes de que han sido
víctimas sus clases menesterosas por parte del ejército y la policía. ¡Y qué contraste!
Ese ejército y esa policía los sostenemos con el sudor de nuestra frente y esos mismos
cuando buscamos el medio de holgarnos más se tornan en nuestros verdugos y
asesinos”.

La lucha por la jornada laboral de ocho horas, significó también, el desarrollo


intelectual de los mismos trabajadores, quienes se reconocieron como ciudadanos con
derechos ya que, al cumplir con sus deberes, nadie les puede quitar sus derechos.
Sabedores que sus impuestos mantienen a todos los trabajadores del Estado, le exigen
al mismo Estado que les reconozca mejores y más derechos, para de esta forma
cumplir mejor sus deberes. Este es el principal motivo por el cual, la clase dominante
–que controla directamente el Estado- siempre ha buscado desconocer los derechos de
los trabajadores, ya que, mejores condiciones de vida para los obreros, significa
también, nuevas aspiraciones de justicia social. Por ello, el Estado peruano siempre ha
buscado destruir la organización sindical, y de no lograrlo, general paralelismo o la
infiltran con lúmpenes que ellos controlan.

Ese mismo Primero de Mayo de 1905, los trabajadores celebraron La Pascua Roja, es
decir, el día de redención de la clase obrera mundial. En el local de la Confederación
de Artesanos Unión Universal, se escucharon imponentes discursos exigiendo la ley
de la jornada laboral de ocho horas diarias. El Dr. Santiago Giraldo, el dirigente
panadero Manuel Caracciolo Lévano y el reconocido intelectual de ideas anarquistas
Manuel González Prada, fueron los oradores principales.

El martes 7 de enero de 1913, los jornaleros del muele y dársena de El Callao se


declararon en huelga. Su dirigente, Fernando Vera, presentó el pliego de reclamos a
las empresas. Otros gremios se unieron a la huelga. La lucha paralizó al primer puerto
del Perú. Incluso la ciudad de Lima empezó a sentir las consecuencias del
desabastecimiento de productos. Los barcos no eran descargados y enviados a otros
puertos. La unidad de la clase trabajadora obligó a Billinghurst a reconocer el derecho
de los obreros a una jornada laboral digna. La ley de Ocho Horas laborales de 1913,
lograda por los jornaleros de El Callao, demostró que la unidad de la clase es
importante para alcanzar los más grandes objetivos.

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