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Rafael Alberti: “Desahucio”, de Sobre los ángeles

(1929)

Ángeles malos o buenos,


que no sé,
te arrojaron en mi alma.

Sola,
sin muebles y sin alcobas,
deshabitada.

De rondón, el viento hiere


las paredes,
las más finas, vítreas láminas.

Humedad. Cadenas. Gritos.

Ráfagas.

Te pregunto:
¿cuándo abandonas la casa,
dime,
qué ángeles malos, crueles,
quieren de nuevo alquilarla?

Dímelo.

Forma parte de un libro de poemas titulado Sobre los ángeles, escrito en los años 1927 y
1928, aunque fue publicado en el 1929. Su elección es debida a que el propio autor
confesó que escribió esta obra en una época de crisis espiritual y espiritual, a la que nos
remitiremos más tarde, lo que produce un contraste con anteriores obras como Cal y
Canto, de corte gongorista, y El alba de Alhelí, de corte popularista, entre otros. En esta
obra destaca la acumulación de imágenes, técnicas poéticas del surrealismo (como
observamos en el poema) y una ruptura con la métrica tradicional, introduciéndose en el
verso libre.
En este poema vemos la posible influencia que produjo en el autor las relaciones
establecidas en la Residencia de estudiantes, junto a Dalí y Bruñel, además de Juan
Larrea. Además, volviendo a la crisis emocional palpable en este, C.B.Morris la definió
como ‘amor imposible, celos, triste sombra del amigo suicida, la envidia y el odio,
caminatas infinita, bolsillos vacíos, familia, miedos infantiles’. Al leer el poema,
sentimos esa sensación de agotamiento, de asfixia, de angustia, por la que pasaba el
propio autor en el momento. Este caos, esta confusión, es lo que transforma el mundo
real, normal, del autor, abriendo las puertas a la surrealidad.

Lo que más llama la atención, en un principio, es el uso del imperativo ‘Dímelo’ como
llamada de atención, como llamada de auxilio, junto al uso impersonal que facilita
impersonalizar al sujeto pues muchas veces no interesa concretarlo, creando una
atmósfera que acentúa el desarraigo, la ruptura existencial. Al crear preguntas, que
obviamente no obtendrán respuestas, el autor enfatiza la sensación de crisis, de
perplejidad, de desamparo. La antítesis de imágenes contrarias ‘ángeles malos o
buenos’, la yuxtaposición de lo material y lo inmaterial o evanescente ‘ángeles buenos o
ángeles malos, muebles, paredes, alma, cadenas’ provoca una humanización de los
objetos.

No obstante, lo más interesante de este poema es que se pone al mismo nivel el alma y
la casa. Esta metáfora, de influencia medieval, cuerpo contra alma, y barroca, con
Quevedo, hace que el alma del poeta se vea como un hogar deshabitado, vacío; una casa
maltratada por la lluvia, el viento; una casa donde solo se escuchan lamentos, gritos,
lloros; una casa que desea volver a ser habitada, que desea volver a tener vida.

El amor no correspondido, los celos, las dudas y temores religiosos fueron, sin duda, los
elementos que llevaron al poeta a este punto, a ese viaje a un paraíso perdido. Esto pudo
producirse, además, por una influencia externa del momento, por una sensación de
confusión absoluta que sucede siempre al final de un periodo y principio de otro.

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