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Los gobiernos de facto.

Dicha noción hace referencia a aquellos gobiernos que acceden o ejercen el


poder político de modo irregular; esto es, sin observar las prescripciones que la
Constitución y las leyes determinan para tales efectos. Ergo, son expresión de
un acto de ruptura del ordenamiento fundamental del estado.

La referida expresión califica a aquellos gobiernos que se constituyen o que


ejercen el poder sin autorización legal, lo cual implica una ruptura del orden
constitucional; alude a aquellas expresiones gubernativas que no acomodan su
erigimiento o su accionar a los mandatos y preceptos constitucionales, sino a la
mera voluntad o a las orientaciones ideológicas o doctrinarias de quienes ejercen
el poder político.

Humberto Quiroga el gobierno de facto “es aquel que no acomoda su


funcionamiento a un techo constitucional, sino a la voluntad discrecional de quien
consigue monopolizar la fuerza en el Estado”.

Los gobiernos de facto se establecen como consecuencia de hechos que


contradicen las normas constitucionales y legales que proveen el modo de
constituir un gobierno o el ejercicio mismo del poder político.

La existencia de este tipo de gobierno genera la interrupción del Estado de


Derecho y la flagrante oposición a sus postulados y principios.

En suma, un gobierno es de facto cuando su título originario está viciado por la


ilegalidad; habida cuenta de haberse adquirido o mantenido con prescindencia
del cumplimiento de las reglas establecidas en el texto supra del Estado.

Las características básicas de los gobiernos de facto.

Los gobiernos de facto presentan las siete particularidades siguientes:

a) Expresión de un hecho súbito, violento y transitorio nacido de una


voluntad política que monopoliza la fuerza y la coerción estatal.

b) Ruptura total o parcial del marco institucional y consiguiente quiebra de


la continuidad y eficacia del orden constitucional. En ese sentido, se
acredita la violación del texto fundamental del Estado y, por consiguiente
se afecta la Constitución, el funcionamiento normal de las actividades
estaduales y los derechos y garantías ciudadanas.

c) Absorción de los poderes políticos, tanto los de carácter constituyente


como los de carácter constituido. El gobierno de facto se instituye como
una instancia autosuficiente y excluyente para la producción normativa.

d) Ejercicio discrecional, y sin parámetros institucionales, del poder político.

e) Manifestaciones normativas sustentadas en la necesidad apremiante de


su acatamiento o en la eficacia de las decisiones obtenidas ante los
ciudadanos.

f) Capacidad jurídica sui géneris para comprometer al Estado en sus


relaciones dentro y fuera del territorio estatal. Así, actúa como
administración pública en el plano de las relaciones entre gobernantes y
gobernados, y como sujeto de derecho internacional público.

g) Búsqueda de legitimación política para el aseguramiento de su


continuidad política espacial y temporal.

LA TIPOLOGÍA DE LOS GOBIERNOS DE FACTO.

Clasificada en dos clases: los gobiernos de facto por razón de su origen y los
gobiernos de facto por razón de su ejercicio.

Los gobiernos de facto por razón de su origen.

Son aquellos gobiernos que no cumplen con la forma y el modo establecidos en


la Constitución para su institucionalización; por ende, violentan o contradicen los
mecanismos constitucionales establecidos para la elección o nombramiento de
los gobernantes.

Estos gobiernos surgen como consecuencia de lo siguiente: deposición del


gobierno de iure; obtención del título para constituir gobierno mediante la
falsificación de la voluntad popular (fraude electoral), o por infracción de
cualesquiera otras reglas de institucionalización del mando en los casos de
cobertura de vacancia presidencial por razones de deceso, destitución, etc.

a. Deposición del gobierno de iure.


En este caso el gobierno de facto se instaura como consecuencia de un
acto de fuerza irresistible contra un gobierno constituido al amparo de lo
establecido en la Constitución. Se origina en un acto de derrocamiento o
deposición de un gobierno de iure, que trae como consecuencia la
instauración de un gobierno alternativo carente de legalidad alguna para
instituirse como tal.
b. Obtención del título para constituir gobierno mediante la falsificación de la
voluntad popular (fraude electoral), o por infracción de cuales quiera otra
reglas de institucionalización del mando en los casos de cobertura de
vacancia presidencial por razones de deceso, destitución, etc.

Los gobiernos de facto por razón de su ejercicio.

Son aquellos que, habiendo cumplido con instituirse de conformidad con las
formalidades y modo establecidos en la Constitución, se expresan,
manifiestan y conducen fuera de ella o contra lo previsto por ella. Ostentando
título habilitador para instituirse como gobierno, ejercen el poder político con
violación grave e inequívoca del ordenamiento constitucional, lo que
comprende prácticas irregulares y degenerativas en el uso de las
competencias específicas señaladas en la Constitución.

Estos gobiernos surgen como consecuencia de: Prolongación del mandato


más allá del período fijado expresamente por la Constitución. Desempeño
gubernamental arbitrario y despótico.

Acción de autogolpe.

a) Prolongamiento del mandato más allá del período fijado expre-


samente por la Constitución

Al respecto, pueden citarse los casos siguientes:


En Paraguay, el 12 de octubre de 1812 se crea la República del Paraguay,
nombrándose como presidente a José Gaspar Rocl ríguez de Francia. En
1816, este se asigna la condición de «dictador perpetuo», ejerciendo el poder
hasta 1840 (veinticuatro años).

En Honduras, el 1 de febrero de 1933, Tiluirdo Carias Andino accede al poder


convertido en una suerte de conserje político de la empresa norteamericana
United Company. En su condición de gendarmede intereses económicos
extranjeros, Carias decide prorrogar su mandato hasta 1949 (dieciséis años).

En nuestro país, en, 1936, el Congreso de la República prorroga por tres años
(hasta 1939) el mandato del general Osear Raimundo I3cna-vides. La
justificación para esta acción inconstitucional fue la declaratoria de nulidad de
las elecciones presidenciales, la misma que tuvo como objetivo impedir la
proclamación de Luis Antonio Eguiguren con el argumento de que los
partidarios del APRA -organización política arbitrariamente proscrita- habían
votado en su favor.

b) Desempeño gubernamental arbitrado y despótico.

Al respecto, pueden citarse los casos siguientes:

En Cuba, en 1954 se instaura. El gobierno de Fulgencio Batista. liste


gobernará despóticamente hasta 1959, violentando todos los derechos
básicos ciudadanos (cinco años).

En nuestro país, el 2 de octubre de 1931, asciende al poder el comandante


Luis M. Sánchez Cerro. Este gobernará con dureza extrema un breve período
históricamente denominado como «Kl Año de la Barbarie».

c) Acción de autogolpe.

Esta situación difiere de aquella en que se prolonga el mandato más allá del
período fijado expresamente por la Constitución, en razón de que aun cuando
en los hechos ello pudiere producirse, la génesis di autogolpe tiene por objeto
sustancial la disolución del Parlamento; pe ende, su intención primigenia
radica en dejar sin efecto el control inter órgano del Parlamento sobre el
Ejecutivo.
LOS REQUISITOS DE CONSOLIDACIÓN INTERNA.

Los gobiernos de facto alcanzan firmeza, solidez y aseguran su permanencia


cuando cumplen los dos requisitos siguientes:

a) Contar con la fuerza necesaria para mantenerse en el poder, esto es,


acreditar el ejercicio territorial efectivo de las funciones estatales.
b) Obtener algún grado importante de consenso o respaldo popular, o, en
defecto de ello, alcanzar un nivel de tolerancia o resignación ciudadana
respecto de su presencia y actuación.

La legitimidad o ilegitimidad de los gobiernos de facto.

Todas las expresiones de los gobiernos de facto sea que provengan de


razones originarias o derivadas del ejercicio degenerativo del poder político
son ilegales. Esto último alude a lo no conforme o carente de sujeción a la
Constitución y demás leyes del ordenamiento jurídico. En suma, los
gobiernos de facto son expresiones gubernativas antijurídicas surgidas de
una acción súbita y violenta que quebranta el Estado de Derecho.

Ahora bien, los gobiernos de facto generalmente aducen razones políticas o


ejercitan acciones de dicha naturaleza destinadas a alcanzar legitimidad
entre los ciudadanos y ante la comunidad internacional. Esta legitimidad debe
entenderse como aquella capacidad que alcanzan los gobiernos de facto
para ser aceptados y reconocidos en el ejercicio del mando político, es decir,
para conseguir hacer cumplir sus decisiones. Para ello deben demostrar ante
la ciudadanía que el ejercicio de su poder político es conforme con la
plasmación de fines o valores vitales y básicos (como la justicia, el bien
común, el orden, etc.).

La revolución.

Este concepto alude n un cambio radical, acelerado, profundo, irreversible e


irrevocable de las instituciones del Estado, en aras de lograr un nuevo
.sistema de convivencia política. En justificación de la revolución tiene que
ver con valores, principios y fines como la justicia, la equidad, la solidaridad,
etc.

La revolución significa el «enterramiento» de un orden constitucional y la


instauración de otro nuevo, sin que exista entre ambos -el abrogado y el
recién creado-una solución de continuidad.

La revolución no deviene en una simple acción antijurídica; no se limita a la


mera abrogación o aniquilamiento de la normatividad vigente, sino que
implica su reemplazo por otras más acordes, armónicas y conformes con las
nuevas demandas políticas, culturales, sociales, etc.

Carlos Alberto TORRUS Caro considera que «la revolución es una nueva
estructuración social y, al mismo tiempo, un cambio radical de los valores
fundamentales del ordenamiento institucional del Estado afectado».

Jorge Reynaldo Vanossi considera que existen tres clases de dalos o


exigencias para detectar y calificar un acontecimiento como de carácter
revolucionario:

Para las ciencias sociales en general (la sociología y la economía), impone


cambios estructurales.

Para la ciencia jurídica, supone la fractura o violación de la lógica de los


antecedentes legales; es decir, es aquel hecho que no puede ser
comprendido utilizando un precedente normativo vinculatorio

Para la ciencia política, impone transformaciones institucionales.

La revolución afecta al derecho no porque implique la simple infracción de


algunas normas -caso de los ilícitos penales-, sino porque entraña la
transformación o cambio de aquello que el orden caduco había consagrado
como válido y vigente en la vida social y política.

La revolución tiene significación en cuanto es portadora de las exigencias de


justicia, ya que formando la situación histórica de la involución social -no
resuelta jurídicamente ni siquiera con la reforma constitucional-rompe
violentamente con el orden vigente, pero caduco, para aspirar a instaurar
principios de vida más justos. Representa un momento crítico en la vida de
los pueblos, en que la justicia se redescubre con toda su grandeza,
suprimiendo todo lo que obstaculiza su camino.

La revolución como acto es, en esencia, un claro deber moral porque implica
el reconocimiento de un comportamiento determinado frente a la injusticia.
Este deber es una exigencia social, ya que no solo significa un compromiso
para con uno mismo, sino también para con los demás miembros de la
colectividad que tienen una similar percepción del valor justicia.

La revolución el poder constituyente originario.

Segundo Linakis Quintana señala que «el constitucionalismo se funda en la


continuidad de las instituciones, cuyo normal y concreto funcionamiento
presupone el gobierno constitucional. De ahí que Constitución y revolución
aparezcan como términos que designan conceptos antitéticos. No existe
duda que la existencia de un gobierno constitucional y su permanencia en el
tiempo constituyen el ideal político de los pueblos civilizados».

En esa circunstancia el poder constituyente originario puede aparecer bajo la


fórmula de un poder revolucionario.

Georges Bukoeau21 señala que la obsolescencia de una Constitución puede


acarrear la revolución; la que lleva implícita «la sustitución de una idea de
Derecho por otra en tanto que principio director de te actividad social».

Santi Romano'considera que la revolución es en sí misma, uní acción


antijurídica para el Estado contra la cual se dirige. No obstante desde el punto
de vista de los ejercientes de dicha acción, esta es calificada como el
presupuesto de un nuevo ordenamiento jurídico.

Dentro de ese contexto, Mario CATTANEO refiere que «si la revolución tiene
éxito el antiguo ordenamiento pierde validez y surge un nueve ordenamiento
con un nuevo contenido, por lo cual la afirmación de carácter antijurídico de
la revolución deja de tener significado concreto De allí, que la revolución
produzca, por un lado, el efecto de destruir c derecho^ y, por el otro, de crear
un nuevo derecho».

«El pueblo conserva en Todo momento el derecho invariable de alterar


modificar su forma de gobierno».
La revolución y la normatividad prerevolucionaria.

El cambio que genera una revolución no implica de ningún modo que la


totalidad de los preceptos jurídicos que se originaron en la etapa
prerrevolucionaria sean reemplazados. En realidad, lo que la revolución
produce es la modificación del origen de validez de las normas.

En ese sentido, se produce un proceso de recepción, es decir, las noi mas


pre-rrevolucionarias pueden seguir «valiendo» siempre que sea compatibles
con los valores y fines que la revolución persigue alcanza:

La resistencia contra la opresión.

Este concepto alude al alzamiento contra el ejercicio abusivo y arbitrario del


poder; el cual incide gravemente en lesionar la dignidad de los miembros de
un cuerpo político.

Carlos Alberto TORRES Caro consigna que es «una facultad y/o recurso de
defensa y afirmación en última instancia o excepcional" circunstancia del
enunciado primario de la dignidad humana».

La resistencia contra la opresión es un derecho inherente al pueblo,


consistente en desobedecer e insubordinarse a un gobierno despótico. Hilo
en razón de carecer de otro medio óptimo para salvaguardar sus derechos
Ínsitos o fundamentales.

Deslinde conceptual entre revolución y resistencia contra la opresión.

a) La revolución se dirige a la transformación del sistema político,


jurídico y social; la resistencia contra la opresión se dirige única y
exclusivamente al derrocamiento del gobierno constituido.
b) La revolución se ocupa de la creación de un nuevo ordena¬miento
jurídico; la resistencia a la opresión se ocupa del mero cambio del
titular del poder político.

LA DOCTRINA DE FACTO.

Dicha expresión doctrinaria surgió en la literatura jurídico política


francesa e inglesa. En América Latina la judicatura argentina la recogió
con entusiasmo.
En efecto, dicha doctrina emanó primigeniamente de las canteras del
derecho administrativo. Particular importancia ostentan los aportes de
Gastón Jeze en su obra Los principios generales del derecho y de Albert
CONSTANTINEAU en su obra Tratado de la doctrina de/acto.

El propio Constantineau expuso que dicha doctrina es un principio de


derecho que se dirige a justificar el reconocimiento de las autoridades
de facto ejercientes de actividad estadual a cargo de organismos con
existencia y operatividad preexistente al apoderamiento ¡lega! de su
conducción. Por ende, se ocupaba de los actos de los funcionarios
ejercientes de un cargo con investidura con «color de título».

LOS DOCUMENTOS CONSTITUTIVOS.

La presencia periódica de los denominados gobiernos de facto enseña


que la toma del poder por la fuerza se ve acompañada de la emisión de
un documento de entronización en el mando político. Dichos
documentos devienen en textos de redacción “pomposa” en donde se
deja constancia de la voluntad política de instituir un gobierno de
hecho; los mismos que por imperio de la realidad política producen
efectos jurídicos para las instituciones del Estado y para la ciudadanía.

La suspensión o abrogación in totum de la Constitución.

Esta postura implica la acción del Estado y las relaciones


interpersonales de los ciudadanos se circunscriben única y
exclusivamente a los alcances del documento constitutivo del gobierno
de facto; y subsidiariamente a los decretos leyes que los detentadores
del poder expiden.

La supradinación del documento constitutivo sobre la Constitución.

Esta postura implica que el gobierno de facto acepta la vigencia de


aquellas cláusulas constitucionales y demás normas del ordenamiento
jurídico que no se opongan al contenido del documento constitutivo.
Golpe de Estado.

Concepto.

Es la toma del Poder político, de un modo repentino y violento, por parte de


un Grupo de poder, vulnerando la legitimidad institucional establecida en
un Estado, es decir, las normas legales de sucesión en el poder vigentes con
anterioridad.

Se distingue de los conceptos de revuelta, motín, rebelión, revolución o Guerra


civil. Usualmente estos términos se utilizan con poca propiedad o con intenciones
propagandísticas, y en el transcurso de los hechos y procesos históricos se
suelen combinar entre sí.

Origen y evolución del concepto.

El concepto golpe de Estado comenzó a ser empleado en Francia en el Siglo


XVIII, para referirse a una serie de medidas violentas y repentinas tomadas por
el Rey, sin respetar la legislación ni las normas morales, generalmente para
deshacerse de sus enemigos, cuando el Rey mismo consideraba que eran
necesarias para mantener la Seguridad del Estado o el Bien común.[3] En este
sentido original, el concepto era muy similar a lo que se denomina en la
actualidad "autogolpe", es decir el desplazamiento de ciertas autoridades del
Estado, por parte de la autoridad suprema.

El término se fue ampliando a lo largo del siglo XIX para significar la acción
violenta de un componente del Estado, por ejemplo, las Fuerzas armadas, con
el fin de desplazar a la cabeza del mismo. El concepto se superpuso entonces,
y a la vez se diferenció, del de "Revolución", caracterizado sobre todo por estar
principalmente organizado por civiles ajenos al Estado.

Ya en el siglo XX, en 1930 apareció el libro Tecnica del colpo di Stato (Técnica
del Golpe de Estado) de Curzio Malaparte, que impondría el uso generalizado
del concepto, básicamente en su acepción moderna, a partir del análisis crítico
de las acciones del Fascismo y el Nazismo. Malaparte aplica el concepto
del golpe de Estado no sólo a una operación ejecutada por integrantes del
Estado, sino también por poderes civiles, que -mediante la desestabilización del
gobierno a través de acciones orientadas a generar caos social- provocan su
caída y acceden al poder.

En el curso del siglo XX, el golpe de Estado adoptó la forma típica de una acción
de las fuerzas armadas desplazando por la fuerza al gobierno establecido. Sin
embargo, sobre todo a partir del colapso de las dictaduras latinoamericanas, en
la década de 1980, los golpes de Estado han ido adoptando formas más
complejas y menos evidentes, mediante técnicas de desestabilización
económica ("golpes de mercado") y generación de climas de caos social
(saqueos, huelgas, etc.), que pueden ser agudizados mediante el uso de Medios
de comunicación de masas como ha ocurrido recientemente
en Venezuela y Honduras con el amparo más o menos encubierto de Estados
Unidos.

Diferencias y similitudes con otros conceptos emparentados.

El concepto de "golpe de Estado" está emparentado con otros conceptos


relacionados con trastornos del poder político, como los
de Revuelta, Motín, Rebelión, Revolución o Guerra civil. Estos términos se
utilizan de ordinario con poca propiedad o con intenciones propagandísticas o de
desinformación. En el transcurso de los procesos históricos, estos fenómenos no
suelen presentarse en forma pura, sino combinados entre sí.

Golpe de Estado y revolución. Una Revolución, en la Ciencia Política, es un


cambio social profundo y relativamente veloz, que usualmente -aunque no
necesariamente- implica confrontaciones violentas entre sectores. Una
revolución puede combinarse, y suele suceder, con uno o más golpes de Estado,
cuando las autoridades legales son desplazadas por medios ilegales, sean estos
evidentes o manteniendo una apariencia de legalidad.

Golpe de Estado y guerra civil. Una Guerra civil es un enfrentamiento militar


generalizado y extendido en el tiempo, entre dos bandos de una misma sociedad.
Se diferencia del golpe de Estado, sobre todo, por su duración, ya que el golpe
de Estado es repentino y de corta duración (horas, a veces pocos días).

Golpe de Estado, rebelión y motín. Muchas veces los golpes de Estado han
tomado la forma de sublevaciones o rebeliones militares. En estos casos deben
ser distinguidos del "Motín", ya que éste es una desobediencia colectiva de un
grupo de militares frente a sus mandos naturales, que no tiene como fin derrocar
al gobierno, ni establecer determinadas políticas o cambios institucionales.

Golpe de Estado y revueltas. Los trastornos institucionales suelen ir


acompañados de revueltas, en parte provocadas intencionalmente y en parte
espontáneas, en las cuales muchedumbres ocupan los espacios públicos,
desafiando la autoridad de los poderes establecidos, a veces de manera violenta.
Las revueltas generan situaciones de Caos social, que pueden ser
aprovechadas tanto por quienes impulsan los golpes de Estado, como por
quienes buscan defender el poder establecido.

Golpe de Estado y putsch. El término alemán "putsch" (textualmente


"empujón") tiene un significado muy similar a "golpe de Estado", pero usualmente
está referido a intentos fallidos de golpe de Estado.

Características.

El golpe de Estado lo puede provocar un grupo armado, fuerzas armadas


sublevadas (rebelión militar) o fuerzas civiles y militares sublevadas (rebelión
cívico-militar). En muchas ocasiones termina con la instauración de
una Dictadura. Por definición se produce contra cualquier gobierno, autoritario o
no, y puede buscar instaurar cualquier otro diferente, también autoritario o no.
Sin embargo, el sentido peyorativo que se aplica al término golpe de Estado hace
que se utilice en la mayor parte de las ocasiones para referirse a intentos de
instauración de dictaduras.

Este ataque a la legalidad y soberanía de un país implica la retención de los


organismos depositarios de aquéllas. Estos órganos podrían ser el Gobierno o
el Parlamento, en el caso de países democráticos, o el rey o dictador en otros
sistemas de gobierno distintos. También es habitual el control de los medios de
comunicación, la prohibición de cualquier tipo de oposición y la suspensión
del Estado de derecho, al menos temporalmente.

Algunos diferencian el golpe de Estado del pronunciamiento militar, basándose


en que éste último busca cambiar el Gobierno, pero sin llevar a cabo una
usurpación ni derrocar el sistema vigente.
Cuando el golpe de Estado está propiciado por quienes ya se encuentran en
el Poder, y solamente se produce un cambio de Régimen político sin cambiar las
autoridades que desde él ejercen el poder, se suele denominar Golpe de Estado
constitucional.

Medidas legales contra los golpes de Estado.

Varias constituciones del mundo poseen normas especiales para prevenir y


castigar a los responsables de la comisión de golpes de Estado, a la vez de un
régimen penal para sancionar los delitos contra la democracia.

Estas normas están básicamente orientadas a dos situaciones:

 El efecto de los actos efectuados por las autoridades que asumieron el


poder en virtud de un golpe de Estado, disponiendo, por ejemplo, que los
mismos serán "insanablemente nulos”.

 Las penas a ser aplicadas a los responsables de haber intentado o


realizado un golpe de Estado.

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