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ISSN: 0214-3402

LA FUNCIÓN DE LA UNIVERSIDAD
EN LAS SOCIEDADES DEL CONOCIMIENTO
The function of the university
in the knowledge societies
Luz Patricia PARDO MARTÍNEZ
Universidad Cooperativa de Colombia
Correo-e: luzpatriciapardo@yahoo.es
Recepción: 22 de octubre de 2009
Envío a informantes: 24 de octubre de 2009
Fecha de aceptación definitiva: 24 de mayo de 2010
Biblid. [0214-3402 (2011) (II época) n.º 17; 145-158]

RESUMEN: La finalidad de la investigación consistió en precisar el futuro de la


universidad y su papel dentro de la mundialización, teniendo en cuenta el enfoque
prospectivo. La investigación se realizó como sustento de la tesis doctoral La uni-
versidad con calidad en las sociedades del conocimiento, de la cual se han extraído las
reflexiones y tendencias fundamentales, a saber: Primera tendencia: Internacionaliza-
ción y mundialización del conocimiento, como consecuencia del proceso de globali-
zación, lo que sentará las bases de un mundo unificado pero diverso. Segunda ten-
dencia: La universidad, en ejercicio de su función crítica y social, tiene una
responsabilidad social prioritaria, que le exige realizar su propia aportación tanto al
desarrollo social como a la creación de una masa crítica y producción del conoci-
miento desde las acciones de innovación, creatividad y pensamiento complejo.
PALABRAS CLAVE: universidad, calidad, sociedades del conocimiento y tendencias.

ABSTRACT: The purpose of this research was to clarify the universities future and
its role in the globalization, bearing in mind the prospective approach. The research
was performed as sustenance of the Doctoral Thesis: University with quality in the
knowledge societies, from which the fundamental tendencies and reflections have been
extracted namely: First tendency: Knowledge Internationalization and globalization, as
consequence of the globalization process, which will provide the basis for a unified
but diverse world. Second tendency: The university, in exercise of its critical and social
function, has a priority responsibility, that demands it to make its own contribution to
the social development as well as to the creation of a critical mass and knowledge pro-
duction from the innovations, creativity and complex thought activities.
KEYWORDS: university, quality, university with quality and tendency.

© EDICIONES UNIVERSIDAD DE SALAMANCA Aula, 17, 2011, pp. 145-158


146 LA FUNCIÓN DE LA UNIVERSIDAD EN LAS SOCIEDADES DEL CONOCIMIENTO
LUZ PATRICIA PARDO MARTÍNEZ

Introducción

H
OY LA SOCIEDAD CREA Y RECREA UNA SERIE DE REALIDADES que, al ser
estudiadas sistemáticamente, permiten identificar la tendencia de las socie-
dades del futuro. Se trata, entonces, de lanzar una mirada prospectiva, de
descubrir los factores y los hilos que desde el presente conduzcan a visualizar el
papel y la aportación que las universidades pueden hacer en el mundo globalizado
y en la sociedad del conocimiento. De esta manera, la finalidad de la investigación
consistió en precisar el futuro de la universidad y su papel dentro de la mundiali-
zación, teniendo en cuenta el enfoque prospectivo. La investigación se realizó
como sustento de la tesis doctoral, de la cual se han extraído las reflexiones y ten-
dencias que se presentan a continuación.
En este momento las sociedades están abocadas a un gran cambio, pues desde
las entrañas de los países desarrollados se teje un nuevo sistema social que se gene-
ra a partir de la globalización y cuyo epicentro será el conocimiento.
A partir de la consolidación de la globalización y de los factores económicos,
sociales y políticos que este fenómeno provoca, se puede hablar de una nueva
lógica social y, en consecuencia, de nuevos epicentros para el desarrollo del
mundo. Desde esta perspectiva, cada país se verá obligado a aceptar las nuevas
condiciones y parámetros de desarrollo mundial que se desprenden de ella.
Paralelamente a este fenómeno económico y político, la sociedad en su conjunto
viene exigiendo que se revisen: (uno) la contribución social que realizan las univer-
sidades, (dos) el tipo y la calidad de los profesionales que emanan de ellas y (tres)
los aportes de productividad, en términos de conocimiento, que vienen haciendo.
Desde 1980, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) empezó a cuestionar la calidad de las universida-
des. En diversos seminarios y congresos internacionales ha enfatizado la imperio-
sa necesidad de mejorar la cualificación de los docentes y promover la investiga-
ción en la educación superior.
Esta investigación tomó como base una doble preocupación: (uno) clarificar
las tendencias que se observan hoy en la universidad y proyectarlas al futuro den-
tro del marco de las sociedades del conocimiento y (dos) determinar las posibles
aportaciones que la universidad puede hacer en cuanto a la producción de conoci-
miento. A partir de estas dos preocupaciones surge un tercer aspecto que se rela-
ciona directamente con los otros. Este tercer eje temático corresponde a la fun-
ción de la universidad como creadora de conocimiento crítico y generadora de
procesos sociales que contribuyan al desarrollo tanto de las naciones como de la
humanidad.
Estos tres aspectos fueron el centro de la investigación. Cada uno de los pasos
que se dieron en la misma, desde lo teórico, lo metodológico y lo práctico, estuvo
dirigido a dar respuesta a las preguntas que se presentan a continuación: ¿cuál
será la proyección de las universidades en las sociedades del conocimiento?,
¿cuál será su papel en el desarrollo de las sociedades del conocimiento?, ¿cuál es
la aportación de estas instituciones a la producción de conocimiento? y ¿cómo
proyecta la universidad sus dos funciones básicas (crítica y social) en las socieda-
des del conocimiento?
Actualmente, la configuración de las relaciones sociales se da a partir de dos
niveles de códigos culturales: los propios de cada cultura y los comunes en lo universal.
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Por ello, no se puede concebir la participación de las sociedades y de los indivi-


duos en el mundo a partir de lo universal, sino que ésta se establece desde la espe-
cificidad cultural de los pueblos y por ende de las universidades.

1. Tendencias de la universidad futura

La investigación realizada sobre la función de la universidad en las sociedades


del conocimiento permitió ubicar varias tendencias significativas en el acontecer
de la universidad futura. De estas tendencias se destacan cuatro (3) aspectos que se
señalan a continuación: (uno) internacionalización y mundialización del conoci-
miento, como consecuencia del proceso de globalización, lo que sentará las bases
de un mundo unificado pero diverso, (dos) la universidad en las sociedades del
conocimiento estará muy desarrollada, acreditada y manejará como precepto esen-
cial la alta calidad, sustentada en una cultura de excelencia, (tres) la universidad,
en ejercicio de su función crítica y social, tiene una responsabilidad social priori-
taria, que le exige realizar su propia aportación tanto al desarrollo social como a
la creación de una masa crítica y producción del conocimiento desde las acciones
de innovación, creatividad y pensamiento complejo. Lo anterior se logró identifi-
cando las condiciones y posibilidades de la universidad para aportar en la produc-
ción de conocimiento, así como la proyección de las dos funciones básicas de la
educación superior, la crítica y la social.
Una preocupación importante que se origina en el análisis de los procesos de
evaluación de la calidad es el cómo se percibe este proceso al interior de las uni-
versidades, pues de ahí se desprenden dos actitudes que conllevan diferentes resul-
tados: (una) si se asumen con plena conciencia y conocimiento, es decir, con apro-
piación de sus componentes y desarrollos creativos en cuanto a las calidades que
ello implica y que por lo tanto genera procesos de mejoramiento y de aumento de
la calidad, o (dos) si por el contrario es una aceptación mecánica, casi disciplinaria
y por ende no consciente y poco o nada autónoma.
La preocupación acerca de la calidad indica que no basta en pensar y actuar en
pro de un gran fortalecimiento estructural de la universidad, sino que éste induda-
blemente debe ir acompañado del desarrollo de los individuos y del conglomera-
do social que en sí constituye la universidad.
Cada nación debe ser consciente del potencial y de sus talentos humanos, pues
ellos son los que contribuyen al desarrollo de la sociedad. Es importante entender
que todas la personas tienen diferentes potencialidades que se pueden desarrollar con
un adecuado apoyo y estímulo. Al respecto se destaca la siguiente apreciación:
La potencia del ser humano es la capacidad para hacer algo, para producir un
efecto, un cambio de cualificación; se refiere a las facultades humanas (entendimien-
to, voluntad, memoria, espiritualidad), pero también es la capacidad de ser. La poten-
cia también significa crear condiciones para que el individuo actúe sobre su cultura y
se encuentre en capacidad de proyectarla sin temor, con seguridad y confianza en sí,
en su medio y en su entorno; capaz de recrear y transformar todo el tejido social y
cultural (Pardo y Arteaga, 2001: 46).

De lo anterior se desprende la importancia de la contribución de las universi-


dades en la formación de seres conscientes, responsables y comprometidos con el
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mundo y con su sociedad. La educación universitaria debe lograr que su comuni-


dad académica contribuya a gestar su propio desarrollo y el del núcleo social al
que pertenece, visualizando los talentos humanos que emergen de las universida-
des en condiciones de redescubrir el mundo en pro de la vida, no sólo humana,
en coexistencia con distintas culturas y manejando la multiplicidad a favor de la
resolución de los problemas de la humanidad. En este sentido vale la pena atender
el siguiente comentario:
La necesidad de concebir una universidad con calidad es una realidad que debe
ser asumida desde la integralidad y complejidad que encierra el precepto de cali-
dad, y por tanto sus transformaciones no pueden sólo atender aspectos meramen-
te formales, valga decir, estructurales, de cambio de currículos, administrativas y
de gestión, pues la preocupación no se puede centrar exclusivamente en cosas iner-
mes y estáticas.
La calidad universitaria tendrá reconocimiento en la medida en que la comuni-
dad académica permita a sus estudiantes abrazar la complejidad de su cultura y
del conocimiento, para que ellos puedan concebir las relaciones de lo universal
con lo particular de su profesión y adquirir un compromiso intelectual y social con
su entorno. Por eso, es necesario pensar en la calidad de la persona, su proceso y su
recorrido por la historia, lo mismo que reflexionar en el manejo de la comunica-
ción, pues ésta actúa en cada momento y permite recrear códigos, símbolos, mitos
y leyendas.
Un determinante importante para la obtención de la calidad y para la cons-
trucción de proyectos a futuro en el mundo académico se relaciona con la visión
que tiene la universidad tanto de su propia realidad, de su ser como institución y
de su papel en la historia que está construyendo, como de su relación con el medio
al que pertenece y, por lo tanto, con la cultura, los valores y el medio ambiente en
el que está inscrita.
En la actualidad se observa que las universidades, al avanzar en su proceso de
consolidar la calidad, han logrado ampliar su formación, mejorar sus relaciones y
afirmar su identidad. Sin embargo, también se identifica que el concepto de cali-
dad aún no ha producido una alteración total en las creencias y valores. Al res-
pecto es importante aclarar que se produce una incorporación de nuevos elemen-
tos, sobre todo evaluativos, que se entremezclan y son utilizados para proyectarse
y cambiar, pero todavía no se generan grandes transformaciones. Ahora bien, esto
no se puede plantear todavía como un determinante porque se está en el proceso
de tránsito hacia una nueva condición de la educación superior.

2. Internacionalización y mundialización del conocimiento

Primera tendencia: Internacionalización y mundialización del conocimiento,


como consecuencia del proceso de globalización, lo que sentará las bases de
un mundo unificado pero diverso.

Lo anterior implicará el desarrollo de una lógica diferente de actuación para


ver, asumir y entender la realidad de una sociedad centrada en el conocimiento,
visto como fuente de riqueza y poder, que estará concentrado en las grandes trans-
nacionales y los países del G8. Ésta será una sociedad en la que el sistema de red
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será asumido como un medio esencial para sus transacciones, reacciones e interac-
ciones comerciales, sociales, culturales y, desde luego, políticas.
A partir de la globalización se generarán amplios e importantes desarrollos cien-
tíficos y tecnológicos que, según lo permitieron ver Stiglitz, Castell y otros exper-
tos, serán inequitativos, pues mientras algunas sociedades se constituyen en polos
de desarrollo, con una gran concentración de riqueza sustentada en la ciencia y la
tecnología (países de la OCDE y en menor medida el resto de países desarrollados),
otros establecerán brechas insalvables (en lo tecnológico y lo científico) que a la
postre los llevarán a profundizar su deterioro económico, social y educativo.
De lo anterior se desprende que a pesar de plantearse un mundo global, es
decir, unido, esta unidad no será una única realidad, pues simultáneamente se pre-
sentarán dos contextos diferentes y separados: de un lado, unos países donde se
hablará de desarrollo y grandes avances, con una complejidad política, organizati-
va y con supuestos de innovación y creatividad a partir de su especificidad cientí-
fica; y, de otro, regiones y naciones con condiciones de vida más deterioradas,
unidos por la marginalidad, la miseria y desde luego el atraso cognitivo, obligados
por la necesidad de consumir y reproducir el conocimiento producido por los pri-
meros, quienes gracias a ser poseedores de los medios generarán conocimiento y
lo transferirán en calidad de mercancía consumible.
En este marco se prevé que la ciencia se constituirá en un gigantesco centro de
poder, ya que será la productora y generadora de conocimiento, asumiendo su
nuevo rol y misión. En este sentido quizás uno de los puntos más polémicos que
se presentan, incluso desde ahora, es el carácter que tendrán el saber, la ciencia y
la investigación en el mundo universitario con relación a la producción del cono-
cimiento y la utilidad que éste tendrá para la sociedad. En este sentido es relevan-
te analizar dos aspectos que se erigen como ejes de dicha problemática: el valor
comercial que adquiere el conocimiento y la democratización del mismo.
El conocimiento y la ciencia en estas nuevas sociedades se convertirán en una
mercancía rentable, con un valor de uso y de cambio al servicio del mercado y,
por lo tanto, será un bien productor de riqueza, apropiable y vendible, susceptible
de contribuir a la acumulación de capital de las grandes transnacionales y por ende de
los grandes polos de poder, económico, político y social.
La tendencia muestra que el conocimiento tendrá un valor económico, pues en
él se concentrará la expresión de la actividad humana, construida con el trabajo de
la sociedad. Sin embargo, como es el trabajo en sociedad el que le da valoración y
capacidad de intercambio, se generará una economía en la que la base social estará
determinada por la cantidad de conocimiento producido y por tanto comercializa-
ble. De esta manera el saber adquiere simultáneamente una dimensión social y
mercantil.
De lo anterior se desprende que aunque la producción de conocimiento tendrá
un carácter colectivo, e incluso social, su apropiación será privada e individual, es
decir, quien sea dueño del capital financiero de las investigaciones, científicas y
culturales, será quien se apropiará de la utilidad o rentabilidad que produzca el
conocimiento en calidad de mercancía producida. En otras palabras, el conoci-
miento útil será uno de los principales factores que propicie la riqueza en las socie-
dades futuras.
Desde este planteamiento se desprende que la educación se valorará según:
(uno) su capacidad de producir mayores posibilidades de cambio y transformación
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de la sociedad y (dos) la posibilidad de generar nuevos saberes con aplicaciones


comerciales. Por eso, al lado de las exigencias sociales sobre el tipo de conoci-
miento que se espera que sea producido por la universidad aparece una problemá-
tica en estas sociedades: quién produce y quién consume el conocimiento. Las
posibles respuestas a estos interrogantes, sin lugar a dudas, nos ubican en una
esfera distinta de la simple complejidad de producir conocimiento, pues vuelven a
aparecer las diferencias entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Es
claro que quienes dispongan de los medios tecnológicos apropiados, las TIC, ten-
drán mejores condiciones para generar un proceso cognitivo de amplia utilidad y
estarán en posibilidades de mejorar su sociedad.
Es importante aclarar que aunque los países en vías de desarrollo también pro-
ducirán conocimiento, esto se hará con un carácter periférico y de menor trascen-
dencia por su condición de atraso tecnológico. Esto tiene fuertes implicaciones en
la transferencia, pues como ya se señaló a lo largo de la investigación, no es un
elemento nuevo, sino un proceso que adquiere nuevas connotaciones entre ellas:
el intercambio de un saber consumible que adquiere el carácter de mercancía. Por
lo tanto, dicho intercambio tendrá que cumplir con las condiciones del mercado, lo
cual explica la posición desventajosa que tendrán los países que actualmente no
tienen las posibilidades económicas de transformar su infraestructura educativa y
de producción de conocimiento.
En este momento, para los países en desarrollo es difícil y sombrío el futuro
de la investigación científica, ya que no se garantiza una inversión en ciencia y
tecnología que cumpla con los niveles que se requieren para garantizar una gene-
ración endógena de conocimientos, que se conviertan en la palanca del desarrollo
de los mismos. Al no haber ni inversión, ni interés es muy difícil que la investiga-
ción logre consolidarse.
Es inobjetable que los beneficios científicos y cognitivos han estado y segura-
mente seguirán estando inequitativamente distribuidos, lo que a todas luces
ampliará la brecha entre los países industrializados y los que están en proceso de
desarrollo. Frente a esto, se plantea la posibilidad de generar un conocimiento
democratizado a partir del uso de las nuevas tecnologías, con la finalidad de fre-
nar y disminuir la brecha existente. Así el conocimiento sería un catalizador de la
capacidad tecnológica y de desarrollo humano en todo el globo terráqueo.
Es claro que el poder de la ciencia es enorme y uno de los grandes desafíos
está en cómo establecer un control social adecuado para la ciencia, la tecnología y
su utilización. Como el ser humano es el destinatario final, la comunidad científi-
ca no puede abstraerse de sus condiciones y necesidades. Por eso, es importante
pensar no sólo en la innovación, sino en un desarrollo integral que contemple una
dimensión humana, cultural, social, política, ambiental y económica.
En este momento se presenta otra situación dual, relacionada con el aporte de
la ciencia para la humanidad, pues, por un lado, el conocimiento científico y tec-
nológico ha producido aplicaciones de gran beneficio para las sociedades, pero,
por otro, muchos de sus desarrollos tienen consecuencias negativas y cuestiona-
bles en lo social, lo ético y el medio ambiente. De ahí la importancia de establecer
postulados claros sobre la responsabilidad de la ciencia en la conservación de la
vida y del planeta.
Como cada país tiene necesidades y recursos diferentes es necesario que cada
uno de ellos construya una agenda prioritaria que le permita comprender cuál es
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el conocimiento que requiere ahondar o producir de acuerdo con sus particulari-


dades. Ésta indudablemente será una tarea de vital importancia a la que puede
contribuir significativamente la universidad, como consecuencia de su responsabi-
lidad social.
De la comunidad científica y en particular de la académica se espera que res-
pondan de acuerdo con su gran responsabilidad social, pues en manos del científi-
co está el saber actuar atendiendo a la diversidad cultural y armonizando las rela-
ciones entre los diversos sistemas políticos.
A la universidad se le plantea el reto de asumir el desarrollo cognitivo como
parte de su quehacer fundamental, para así contribuir a la búsqueda de la verdad
y a la proyección integral de la humanidad y en general de la vida. Se trata de que
la universidad asuma el conocimiento como un gran tesoro, que supera el rango
de utilidad e inmediatez en función de la construcción del y para el futuro.
La universidad en las sociedades del conocimiento estará muy desarrollada,
acreditada y manejará como precepto esencial la alta calidad, sustentada en una
cultura de excelencia. Éstos serán logros adquiridos con anterioridad por los colec-
tivos universitarios en la sociedad de la información y la globalización.
La universidad de la sociedad del conocimiento será una universidad centrada
en el desarrollo del pensamiento, con un gran nivel de complejidad en su estruc-
tura organizacional e internacional, y manejará unos múltiples referentes mundia-
les (de espacio y tiempo). Una institución de elite, preponderantemente privada y
costosa, muy prestigiosas unas (de ambos tipos) y mucho peores, otras. La reali-
dad internacional es compleja en este sentido, por tanto, no se puede imaginar un
solo tipo de institución.
La mayor complejidad serán los problemas que hacen referencia a la socializa-
ción del conocimiento, la organización investigativa a partir de equipos, la auto-
nomía, la responsabilidad en la construcción del pensamiento, las relaciones coo-
perativas y esencialmente la toma de decisiones frente al abordaje y tratamiento
de los desarrollos cognitivos y sus posibles usos.

3. La universidad y su función crítica y social

Segunda tendencia: La universidad, en ejercicio de su función crítica y social,


tiene una responsabilidad social prioritaria, que le exige realizar su propia
aportación tanto al desarrollo social como a la creación de una masa crítica
y producción del conocimiento desde las acciones de innovación, creativi-
dad y pensamiento complejo.

Como punto de partida es necesario definir el concepto esencial. Por «masa


crítica» se entiende la capacidad crítica de que en un conjunto se alcance el punto
en que se pueda producir una determinada reacción de los individuos que lo com-
ponen. En concreto se destaca que una masa crítica se alcanza cuando un número
determinado de elementos de una misma especie realizan un salto evolutivo y toda
la especie lo realiza a la vez, aunque no estén conectados entre sí.
Es decir, que cuando en el tiempo se han acumulado una gran cantidad de hechos,
acontecimientos o información descodificada puede entonces producirse un cambio
o una transformación dialéctica capaz de abrir paso a un nuevo fenómeno, realidad
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o situación, tan fuerte que entonces estará en condiciones de negar lo anterior, para
así gestar un nuevo conocimiento social.
La formación de una masa crítica aparecerá como una tendencia que adquirirá
gran relevancia, dado que las universidades se verán comprometidas a resolver las
necesidades del futuro de la humanidad. Por lo tanto, a la universidad le corres-
ponde delinear una estrategia, amparada en las nuevas tecnologías, que son su base
más sólida, para dar respuesta al compromiso de desarrollar seres capaces de trans-
formar su entorno social.
El desarrollo y proyección de esa comunidad científica de investigadores, que
son los que constituyen la masa crítica de una sociedad, es responsabilidad de la
sociedad en su conjunto, pero esencialmente de la universidad, y por tanto es a
ésta a quien le compete diseñar estrategias para su formación y conformación.
Para esto es necesario realizar cambios de todos los órdenes en las universidades,
según ha sido analizado anteriormente.
La posibilidad de que se produzcan tales transformaciones se basa en que las
universidades puedan delinear con claridad sus políticas y directrices, es decir, man-
tener una autonomía que les permita sentar las bases para perfilar una masa crítica.
Con miras a tener sólidos desarrollos futuros, la era del conocimiento obliga a
las universidades a incrementar sus funciones y su capacidad de proporcionar res-
puestas eficientes a la sociedad en materia de formación e investigación.
Por ello, se puede decir que la universidad del futuro se enfrentará a una ver-
dadera revolución del aprendizaje y a la generación del conocimiento a través de
las nuevas tecnologías, sin que aún estemos en capacidad de evaluar con precisión
sus desarrollos potenciales o sus consecuencias para la educación.
La sociedad del conocimiento es una sociedad que invita a que las universida-
des participen activamente en la introducción de cambios en la investigación, lo
cual implica contar con la capacidad tecnológica y científica adecuada. Para esto
se requiere establecer una colaboración interdisciplinaria, multidisciplinaria y
transdiciplinaria que permita la creación e innovación de un conocimiento cientí-
fico y social capaz de crear aspectos tan importantes como los que se señalan a
continuación:
1. Redes de excelencia que permitan una integración progresiva y duradera
entre las instituciones científicas planetarias, para que aumenten su accionar
científico y tecnológico en temáticas de investigación determinadas.
2. Redes de coordinación de actividades de investigación y desarrollo, con
intercambios de personal y prácticas, sistemas de información y grupos de
expertos que posibiliten complementar las capacidades de investigación y
que sean capaces de generar el conocimiento requerido por la sociedad. Es
importante enfatizar que su desarrollo dependerá de que haya suficientes
personas expertas para mejorar el nivel de investigación. De ahí que será
necesario aumentar el número de expertos.
3. Desarrollo de espacios y generación de relaciones sociales que posibiliten el
diálogo y el intercambio de conocimiento sustantivo en el orden nacional e
internacional.
4. Programas conjuntos de actividades de integración y difusión de la excelen-
cia en gestión con la finalidad de avanzar en la resolución de los grandes
problemas sociales.
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Hoy se observan expresiones y formas de actuar que pueden convertirse en


tendencias en un futuro mediato, expresiones de organización y proyección futura
en la creación de una masa crítica dirigida hacia la sociedad del conocimiento.
Es importante destacar que el hecho de organizar y establecer vínculos entre
científicos, académicos e investigadores que se encuentran ubicados en diferentes
lugares del mundo es ya una gran conquista y un serio avance en la consolidación
de una masa crítica.

La Unión Europea constituye el mejor instrumento para racionalizar el uso


del instrumental científico de media y alta complejidad, revirtiendo la dispersión
de recursos y competencias. Existe actualmente una marcada atomización del
esfuerzo en ese sentido, equipos similares en varios grupos de reducido tamaño y
grupos grandes que carecen de los mismos. No existe además una normativa para
el uso común de equipos entre las UE del CONICET , lo cual no favorece el uso
intensivo de costoso instrumental, que tiene generalmente una vida útil temporal-
mente limitada.
Todos los aspectos de la gestión institucional (financieros, administración de
recursos humanos o compras), así como los trámites que los investigadores, técnicos
y becarios necesitan realizar individualmente, están facilitados, en sus fases iniciales,
por la proximidad territorial, independientemente del grado de informatización que
se haya alcanzado en los distintos procesos administrativos (CONICET, 2005: 28).

Este hecho facilita a la vez el aprovechamiento de los medios materiales, físi-


cos, tecnológicos e incluso territoriales, para ponerlos al servicio de las comunida-
des científicas, académicas e intelectuales. Ésta es una buena opción para tejer
alianzas estratégicas con las diferentes asociaciones y organizaciones de científicos
y académicos investigadores con miras a desarrollar su trabajo como gestores y
productores de conocimiento con mejores condiciones y medios. Con las alianzas
estratégicas entre pares académicos y científicos se trata de optimizar recursos,
potenciar esfuerzos y agrupar talentos, facilitando la congruencia de puntos de
vista en el avance y creación de saberes.
Los avances respecto a la creación de masa crítica tienen desarrollos desiguales
según los diferentes contextos continentales. Mientras en Europa y Estados Uni-
dos ya se aborda el tema por medio de comisiones que analizan y cuantifican las
perspectivas, en el resto del mundo aún resulta un tema lejano, de poca compren-
sión y por tanto de casi nula atención, pues no se tiene en cuenta como un aspec-
to de valor para el desarrollo social, tecnológico y científico de los países.
Vale la pena aclarar que hablar de masa crítica no se traduce en grandes masas
pensantes, sino más bien en un volumen considerable de intelectuales (científicos,
investigadores, creadores de arte y desarrollos culturales de diversa índole), se
refiere a un selecto grupo mundial de creadores de conocimiento.
Los Estados nacionales deben buscar que sus investigadores tengan las adecua-
das condiciones físicas e intelectuales para crear conocimiento, innovar y transfor-
mar, en síntesis, para que puedan ser una verdadera masa crítica que aporte a su
nación. Igualmente, vale la pena resaltar que, en las sociedades del futuro, la masa
crítica realizará sus aportaciones sin necesidad de que sus integrantes estén con-
centrados en un mismo espacio físico (instalaciones de la universidad); ni siquiera
se requerirá que se encuentren físicamente dentro del país, pues ello no será obs-
táculo para realizar el trabajo planteado gracias a la tecnología.
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En la sociedad del conocimiento, la empresa tendrá un dinamismo que se mani-


fiesta en la interacción creciente entre los diversos elementos que integran la socie-
dad. Hoy comienzan a percibirse señales que muestran que en los países más desa-
rrollados se ha entrado en una nueva época, en un mundo con formas culturales
nuevas y una relación simbiótica entre las masas y los medios de comunicación, lo
que conlleva un proceso complejo de gestión social. En esto el papel de la infor-
mación y de los medios de comunicación masiva, como ya hemos tenido oportu-
nidad de señalar, ha sido decisivo.
En el marco descrito anteriormente a las universidades se les presenta la nece-
sidad de (uno) gestar un proceso que posibilite configurar una masa crítica desde
sus aulas, pues esto será parte esencial de su función, y (dos) gestionar el conoci-
miento que se produzca en ellas.
En efecto, se visualiza una universidad con una investigación no sólo formati-
va (en donde sus estudiantes se forman investigando), sino propiamente dicha, es
decir, investigación que es realizada por expertos, docentes, científicos que apor-
tan al conocimiento. Se prevé que la investigación en las sociedades del conoci-
miento debe estar al servicio de la sociedad, pues servirá para conocer y resolver
problemas sociales y naturales, es decir, se plantea la necesidad de encontrar una
correspondencia entre la universidad y la sociedad para acercarse a las más varia-
das y complejas problemáticas que requieren atención en su propia dimensión
cognitiva (calentamiento global, procesos sociales inmersos en las culturas ecosis-
témicas, medio ambiente ligado al espacio y otros fenómenos que se desprenden
de estudios como el genoma humano son algunos ejemplos entre la gran variedad
que se podrían enumerar) y en sus aplicaciones tecnológicas. Así que ambos tipos
de investigación se requerirán y ambos se complementarán.
Con referencia a la formación de una masa crítica en las universidades, ésta
sólo se logrará generar a partir de dos supuestos básicos: la investigación identifi-
cada como un aspecto vital y el tipo de conocimiento que se producirá. Uno y
otro aspecto estarán íntimamente ligados y se expresarán como interdependientes.
En la investigación se plantea la necesidad de producir un conocimiento inno-
vador, creativo y complejo, no tanto por lo difícil sino por la envergadura de las
problemáticas que deberá atender. Por lo tanto, el tipo de conocimiento que se
espera que produzcan la universidad, los grandes centros de investigación, los labo-
ratorios y las organizaciones especializadas deberá cumplir con estos requisitos.
La sociedad del conocimiento exigirá la generación de un conocimiento sus-
tentado en una realidad multidimensional y ampliamente contradictoria, por tanto,
el tipo de pensamiento que se espera que se produzca será complejo por su carác-
ter dialéctico, es decir, ubicado entre la unidad y la diversidad, en disposición de
atender a las múltiples y variadas necesidades y problemas que demandará la socie-
dad. Se prevé que sea un conocimiento orientador, participativo y significativo
por la calidad de las aportaciones que podrá brindar para el cambio y la transfor-
mación social.
El mundo que deberá enfrentar la comunidad académica será múltiple y com-
plejo y por tanto sus repuestas no podrán ser lineales o del tipo estímulo-respues-
ta, ya que superarán el contexto que espera la sociedad. De ahí que todo ese mar
de inquietudes señaladas, en especial la necesidad de definir y estimular una forma-
ción sólida a partir del desarrollo de competencias, es una mirada proyectiva y pro-
activa que busca dar respuesta a las nuevas exigencias que desde hoy se visualizan.
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Se espera que la academia aborde la solución de un gran número de problemas


en todos los ámbitos de la vida, y para eso necesita desarrollar las habilidades del
pensamiento de los que participan en ella. Si se quiere una universidad distinta
y con la posibilidad de brindar un aporte de fondo a la sociedad, a su entorno y
desde luego a su propio contexto cultural, según la tendencia, es necesario desa-
rrollar planes educativos que aborden e incorporen las inteligencias múltiples como
parte de la formación, así como el pensamiento complejo, pues los dos enfoques
forman parte de un todo.
La inteligencia de una persona no es única y unilateral. A partir de Gardner se
habla de las inteligencias múltiples. Una persona posee por lo menos ocho inteli-
gencias u ocho habilidades cognoscitivas, que fueron enumeradas anteriormente.
Cada persona desarrolla unas inteligencias más que las otras, dependiendo de su
contexto social y cultural. Esto se debe a que no son entidades cognitivas aisladas y
autónomas. De ahí el reto para las universidades de identificar esas variadas inteli-
gencias y desarrollar el proceso cognitivo desde ellas, para construir un proceso en
el que se conjugue el saber con el desarrollo de habilidades sociales y competencias.
Lo anterior es un reto fundamental para las universidades, pues deben ser capa-
ces de desarrollar en sus estudiantes un pensamiento complejo, es decir, generar
en ellos la capacidad de ver el mundo no con una mirada lineal, sino desde una
perspectiva múltiple, variada. Esto implica ser capaz de comprender toda la com-
plejidad en la que se presenta. En otras palabras, no será suficiente obtener res-
puestas simples a problemas complejos, pues serán a todas luces insuficientes y
para nada benéficas, al no ofrecer posibilidades de crear, innovar y gestar nuevos
conocimientos sociales.
La necesidad de innovar comienza a tener una presencia creciente en los pro-
cesos formativos que se dan en la vida universitaria y empieza a convertirse en
parte esencial de la acción investigadora y científica, pues supone la superación
del pensamiento lineal. La innovación permite desarrollar un pensamiento centra-
do en la creatividad y la comprensión de las tendencias e incertidumbres del entor-
no, de tal forma que pueda aportar una visión clara que pueda orientar los proce-
sos para facilitar el cambio.
La innovación es la base para desarrollar proyectos de cambio, transformar la
realidad y generar nuevos conocimientos, contribuyendo al equilibrio natural de
las organizaciones del medio social y ambiental de su hábitat. Implica la posibili-
dad de conocer y comprender una nueva manera de ver y hacer las cosas, una
manera de conocerse a sí mismo y por tanto a los demás seres y procesos. La
innovación parte de observar el entorno para descubrir anticipadamente nuevas
oportunidades y percibir los constantes cambios, que son las claves para que la
investigación proporcione beneficios al colectivo.
A la universidad del futuro le corresponde estimular la creatividad para resol-
ver problemas, ya que es una de las facultades necesarias para la generación de
conocimientos nuevos y útiles, pues permite construir sistemas imaginarios, carac-
terística que la hace indispensable en las sociedades del conocimiento y que al
ligarla con la innovación puede ser considerada como uno de los preceptos funda-
mentales que permitirá descubrir nuevas habilidades, competencias y expresiones
complejas de la inteligencia.
También permite asumir las implicaciones de los cambios cuantitativos y cuali-
tativos y por tanto optimizar las posibilidades investigativas. Para lograr esto las
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personas vinculadas a las instituciones de educación superior deben estar en con-


diciones de integrarse en redes de innovación que permitan incrementar el poten-
cial de los estudiantes para producir cosas nuevas y valiosas.
Las nuevas realidades proponen nuevos retos a investigadores, científicos, pro-
fesionales y por ende a las universidades, ya que deben abandonar la superespe-
cialización y la linealidad del pensamiento. Ya no es posible concebir procesos
cognitivos simples que sólo puedan aportar soluciones unilaterales, pues, lejos de
contribuir, estarían estancando todo aquello que puede ser transformado para su
mejoramiento y estaríamos, como ahora, ante conocimientos desconectados y
saberes incapaces de generar acercamientos completos a los problemas múltiples,
complejos y variados del mundo. Por tanto, la universidad del futuro debe preo-
cuparse por contextualizar el saber, según las diversas realidades locales, regiona-
les y mundiales. Así, el conocimiento debe poseer un doble carácter: de un lado,
específico y útil para el entorno particular y, de otro, la globalidad.
Al sistema educativo universitario le compete formar estudiantes con una gran
sensibilidad social, para ser capaces de atender las necesidades de la población más
vulnerable en dos sentidos: (uno) facilitando el acceso a la tecnología, a la capaci-
tación y a los mercados y (dos) creando oportunidades de participación de la
población en los procesos políticos que determinan su vida. Esto sólo se logrará
con una formación humanista que permita forjar un concepto de vida en el que se
dignifique el calificativo de humana y que trascienda por encima de las necesida-
des materiales.
El gran desafío del futuro al que se enfrenta la universidad es construir un sóli-
do tejido social, orientado a la autonomía en los diferentes niveles de la vida aca-
démica e investigadora, en el que se valoren los estilos de vida y de pensamiento,
y por tanto abordar la dimensión humana y social será parte de su quehacer.
La universidad sólo podrá lograr la autodeterminación y la autonomía en el
estudiante universitario, si ella misma es autónoma, es decir, si tiene plena discre-
cionalidad en el ejercicio de pensamiento, la crítica y la toma de sus propias deci-
siones, lo cual en ningún caso implica alejarse de la sociedad o constituirse en una
isla, sin rendirle cuentas a la sociedad.
La autonomía, como parte del reconocimiento que tienen las universidades del
derecho a darse y modificar sus normas y determinar sus propias directrices aca-
démicas científicas y culturales, tendrá que ver con el cumplimiento de su función
social y será la parte esencial de su accionar, por lo que tendrán que manejar su
discrecionalidad del saber y la soberanía del mismo. Universidad plena implica
autonomía.
La autonomía adquiere sentido en la toma de decisiones, en la aproximación a
la sociedad y a lo que quiere ser en un futuro, diseñando y construyendo un marco
continuo de creatividad interpretativa, en coherencia con las relaciones sociales
que se dan en su entorno. El escenario deseado para la universidad tiene mucho que
ver con la unidad social en sus espacios de vida. Esto demanda generar un auto-
conocimiento en el estudiante tanto de su potencial como el de la comunidad en
sus procesos micro- y macrosociales, con la finalidad de acrecentar los lazos de
cooperación en proyectos socialmente concertados, pues se trata de rescatar la
esencia humana en toda su complejidad como hacedora de su propia historia.
La universidad de hoy con vista a la universidad del futuro se enfrenta a la
exigencia de formar un ser integral, es decir, un sujeto plenamente desarrollado
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como persona, lo cual incluye potenciar lo socioafectivo, pues es lo que le permi-


tirá: (uno) compartir sus conocimientos y sus realidades en distintas situaciones,
(dos) colaborar con pares y adultos en situaciones cotidianas, (tres) identificar el
trabajo de los miembros de la comunidad a partir de su propia identidad, (cuatro)
conformar su propia identidad, (cinco) adquirir confianza y seguridad para ser
progresivamente más independiente y (seis) generar espacios para consolidar su
pertenencia sociocultural y sus relaciones con las personas de su entorno vital,
valiéndose de las posibilidades de comunicación.
A la universidad le corresponde la formación de jóvenes con capacidad para la
toma de decisiones. El manejo de los hechos de la vida cotidiana, como la discre-
cionalidad de crear e innovar estadios nuevos e insospechados, será lo que efecti-
vamente los prepare para afrontar la complejidad de la vida social en las socieda-
des del conocimiento.
En este panorama es donde la comunidad académica, investigadora y científica
interviene, pues le corresponde aportar al esclarecimiento del papel de la ciencia y
la técnica en la vida social, para que a su entorno no le toque limitarse a vivir el
vertiginoso cambio de la tecnología, asumiéndola desde el consumo, sin clarificar
su porqué y para qué y sin entender las implicaciones de éstas en sus propias vidas
y las de los suyos.
La tecnología, respecto a las nuevas realidades, tendrá la función de generar los
medios esenciales para que el conjunto de la sociedad pueda adelantar los eventos
comunicativos indispensables tanto en lo cotidiano como los procesos cognitivos.
Así será no sólo esencial para la sociedad sino que se constituirá en el eje trans-
versal para la producción de conocimiento. Frente a esto, a la universidad le com-
pete aportar herramientas para descodificar el entramado mundo de los cambios y
la variada gama de contradicciones propias de cualquier transformación.

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